jueves, 15 de agosto de 2024

¿EL DOGMA DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA ESTÁ EN LA BIBLIA?

 


 

¿El dogma de la Asunción de la Virgen María está en la Biblia?


Fray Nelson Medina, sacerdote dominico y doctor en Teología Fundamental conocido por su apostolado en redes sociales, recorre la Biblia para responder a la pregunta sobre si el dogma de la Asunción de la Virgen María, cuya fiesta la Iglesia celebra cada 15 de agosto, está o no en las Sagradas Escrituras.

“Una búsqueda directa en la Biblia, tratando de encontrar los versículos en que se diga que María la Madre de Jesús fue asunta al Cielo será infructuosa”, precisa el sacerdote en un artículo titulado “Sobre las fuentes bíblicas del dogma de la Asunción de la Virgen María”, publicado en su sitio web.

Fray Nelson señala luego que eso, “según algunos fundamentalistas de la Biblia, implicaría que la Asunción de María es una creación o fantasía solamente humana, típica además del catolicismo: una especie de mito o fábula”.

Sin embargo, prosigue, “es lícito preguntar por la validez de semejante sistema de interpretación de la Sagrada Escritura. ¿Es que acaso tendríamos que considerar como falso o dudoso todo lo que no esté explícitamente en la Biblia? Por ejemplo, la Biblia no dice que murió el apóstol Juan; no hay versículo que lo afirme”.

Esta respuesta, resalta el Doctor en Teología Fundamental, “implica admitir algo muy importante: No todo tiene que estar explícitamente en la Escritura. Las deducciones válidas que se deriven de los textos nos conducen a elementos propios de nuestra fe”.

Fray Nelson explicó que por eso el venerable “Papa Pío XII siguió un camino muy sólido y claro antes de declarar, el 1 de noviembre de 1950 el dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María”.


Ese proceso, precisó el experto teólogo, tuvo tres pasos:

·         Verificar que no hay contradicción con las Escrituras;

·         Aún más, mostrar que, a pesar de lo inusual que puede sonar al principio afirmar la Asunción de María, es posible y lógico comprenderlo a partir de la Biblia; y

·         Escuchar ampliamente el testimonio de las comunidades católicas por todo el mundo, y en particular, escuchar a sus hermanos obispos.


Algunos fundamentos de la Biblia

Como señala Romanos 6, 23; “la muerte, y por tanto, la corrupción propia de la muerte, son consecuencia del pecado; no pertenecían al plan original de Dios”, recuerda Fray Nelson.

Ante ello, “Cristo ha venido para deshacer las obras del demonio (1 Juan 3, 8). Por eso la redención que hemos recibido en Cristo supone victoria sobre el pecado y sobre la muerte (véase Romanos 6, 3-4)” y “la obra redentora de Cristo puede describirse y resumirse como una vida nueva, una vida abundante (Juan 10, 10)”.

El dominico resaltó asimismo que “esta vida nueva la experimenta el cristiano ya desde esta tierra, y se manifiesta en los frutos propios del Espíritu de la Pascua de Cristo (Gálatas 5, 22-23; Romanos 6, 11)”.

“La plenitud de esa novedad de vida, contiene nuestra plena participación en la resurrección del Señor (1 Corintios 15, 19-20)”, prosigue.

Sobre la resurrección de los fieles, Fray Nelson explica que “no es un acontecimiento puramente ‘espiritual; al contrario, así como el pecado arruinó alma y cuerpo, la victoria de la Resurrección de Cristo implica la vida nueva de la gracia en el alma y la resurrección real y cierta de nuestros cuerpos, como de hecho decimos en el Símbolo de los Apóstoles. En 1 Corintios 15, 20 San Pablo no está hablando de un acontecimiento solamente espiritual”.

Así pues, “todos los discípulos del Señor estamos llamados a vivir en gracia y santidad en esta vida, y luego a resucitar para toda la eternidad”, como dice 2 Timoteo 2, 11.

Fray Nelson detalla también que la Biblia “proclama con elocuencia y abundancia la santidad de María, siempre presentándola como quien recibe de Dios y de la gracia de Cristo. Ella es la ‘llena de gracia’ (Lucas 1, 28); la ‘bendita entre todas las mujeres’ (Lucas 1, 42), a la que todas las generaciones llamamos y llamaremos ‘bienaventurada’ por antonomasia (Lucas 1, 48)”.

En ese sentido, subraya, “es evidente que tal abundancia de la obra de la gracia redentora en Ella significa una victoria más y más plena en contra del pecado”.

Además, “al reconocerla como auténtica madre del Hijo de Dios (Lucas 1, 35.42), madre que por consiguiente tiene un modo de autoridad sobre su Hijo (Lucas 2, 51), y al ver lo que la Escritura muestra de Ella, los cristianos, ya desde los primeros siglos han visto en Ella la victoria perfecta de Dios sobre el pecado”.

Fray Nelson destaca que “por eso han hablado y confesamos la impecabilidad de María así como la libertad de su alma purísima frente a las consecuencias comunes del pecado original; de otro modo, el pecado, a través de la autoridad de la madre sobre el Hijo, tendría algún género de poder sobre el Hijo Eterno de Dios, lo cual repugna a toda la enseñanza cristológica de todos los tiempos”.

Entonces, la Virgen María “quedó libre de las consecuencias del pecado original y que vivió sin pecado, no tenía impedimento alguno para recibir toda la obra de la gracia, que, como hemos dicho, culmina en la perfección de la gracia en el alma y en la resurrección del cuerpo”.

Conclusión

De ese modo, “afirmar la Asunción de la Virgen María no es otra cosa que afirmar la realización de la resurrección de Cristo en Ella”.

Fray Nelson precisa también que “las obras de Cristo son solamente buenas y quedaron grabadas en su Cuerpo resucitado y glorioso: son de hecho sus llagas gloriosas. Por eso la Resurrección del Señor pudo suceder poco después de su muerte porque no es mixta”, es decir que no hay cosas malas, “sino solo bondad”.

“¿Qué sucede entonces si las obras de una persona son solamente buenas, está libre del pecado original y no ha cometido pecado personal?”, cuestionó el doctor en teología fundamental.

“Lo lógico es afirmar lo que afirma la declaración del dogma de la Asunción”, resaltó.

El numeral 44 de la constitución apostólica Munificentissimus Deus del Papa Pío XII señala: “pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste”.

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