¿Cómo elegir el canto adecuado para la Liturgia?
Canciones Católicas
El criterio supremo para la selección de un repertorio es que los cantos, por sí mismos, proclamen y anuncien la fe de la Iglesia
Fuente: http://encuentra.com
¿Cuál es el criterio supremo para seleccionar los cantos en la Liturgia?
El criterio supremo para la selección de un repertorio es que los cantos, por sí mismos, PROCLAMEN-ANUNCIEN la fe de la Iglesia.
Hay que comprender que no todo canto sirve para favorecer la experiencia religiosa ni mucho menos para expresar la fe común. Hay cantos que tienen un lenguaje inapropiado o están fuera de contexto.
Algunas veces se introducen cantos con el único y casi exclusivo afán de entretener a los jóvenes: deberíamos preguntarnos seriamente si esos cantos los ayudan a expresar la fe común y a crecer en su formación humana y espiritual.
Otras veces no se distingue entre la música para cantar la fe en la Liturgia y la música para cantar la Fe en otro lado. A propósito de esta lamentable confusión, la Liturgia se ha llenado de expresiones sensibleras, subjetivas, singulares y doctrinalmente ambiguas. Así como ha existido un gran esfuerzo por desterrar de las celebraciones litúrgicas las prácticas devocionales (porque alteraban la naturaleza, el ritmo y el lenguaje de la propia acción litúrgica), así también hemos de desterrar, más por convencimiento que por imposición, aquellos cantos que estorban la confesión de la fe de la Iglesia; cantos que distorsionan y distraen, y a veces, hasta violentan a los fieles.
"Los cantos han de ser educadores de la fe: cantos propios, cantos apropiados, cantos para los tiempos litúrgicos, para las grandes solemnidades. La primacía hay que darla al texto, porque los textos contienen esas expresiones de la fe; pero también hay que procurar que la música nos ayude o nos lleve a la mejor confesión de la fe. Por tanto, el canto litúrgico ha de ser confesante de la fe en su texto y también por su melodía"
Será muy útil, tener presente aquella iluminadora y siempre vigente orientación del Papa San Pío X, hecha en su época, y repetida ahora con acentos de súplica: "No cantéis en la Misa, cantad la Misa".
1º: Criterio de sacralidad: que sean cantos compuestos y dedicados exclusivamente a la celebración litúrgica (Santa Misa, Sacramentos, sacramentales, Liturgia de las Horas). Que no sean cantos con sabor profano, ni que éste se insinúe en las melodías con que viene presentada. Han de ser distintos de los cantos religiosos no litúrgicos.
2º: Criterio de religiosidad: la música es también para el hombre, no en cuanto lo entretiene o deleita, sino en cuanto le ayuda a adquirir y vivir una actitud religiosa ante Dios; expresar su fe, recibir la Palabra de Dios, dar gracias, rendir alabanza, expresar arrepentimiento, confianza, súplica, etc. Se deben desterrar los cantos que disgregan, disipan, desconcentran, molestan o entretienen sin más, en su letra, música o ejecución.
3º: Criterio de permanencia: hay que evitar la transitoriedad que es característica de la música popular actual. Es necesario decantar y difundir lo bueno. La calidad musical y la expresión literaria se han de remontar por sobre lo vulgar y prosaico.
4º: Criterio artístico: la música tiene que ser bella, con la belleza de la noble sencillez, al alcance de todos. Hay que evitar la música vulgar, intrascendente, lo simplemente rítmico y pegadizo que deja el corazón vacío.
5º: Criterio comunitario: los cantos deben corresponder a quien celebra: una comunidad concreta de vida, que tiene una cultura, una formación cristiana, una cultura musical, etc, siempre como expresión de oración de todos los que tienen una mismo bautizo y una sola fe, que les lleva a ser fuertes en la fe y a manifestar que son universales, parte de la única Iglesia fundada por Cristo.
6º: Criterio eclesial: los cantos deben expresar la fe de la Iglesia y estar al servicio del misterio que se celebra. Se han de escoger teniendo en cuenta que las celebraciones litúrgicas no son celebraciones privadas donde cada cual hace o dice lo que quiere, sino celebraciones de la Iglesia, culto público al cual somos invitados a asociarnos respetando las normas establecidas por la autoridad competente.