El Papa lamenta que las iglesias parecen a veces supermercados: ¡Deben ser gratuitas!
Foto: L'Osservatore Romano
VATICANO, 24 Nov. 17 / 05:15 am (ACI).- El Papa Francisco comentó, en la Misa que celebró en la Casa de Santa Marta, uno de los evangelios más conocidos: el relato en el que Jesús expulsa a los mercaderes del templo, y lamentó que muchas veces las iglesias parecen “supermercados” y no son reflejo de la gratuidad de Dios.
“Cuantas veces con tristeza entramos en un templo. Pensemos en una parroquia, un obispado. Y no sabemos si estamos en la casa de Dios o en un supermercado”, dijo Francisco.
“Hay ahí comercios, también una lista con los precios para los sacramentos. Falta la gratuidad. Y Dios nos ha salvado gratuitamente, no nos ha hecho pagar nada”, remarcó.
Hay quien pueda decir que “es necesario tener dinero para que las cosas funcionen, mantener los sacerdotes…”. “Tú da la gratuidad y Dios hará el resto. Dios hará aquello que falta”.
El Obispo de Roma deseó que las iglesias sean “iglesias de servicio, iglesias gratuitas”, y se preguntó cómo lograr que el templo de Dios sea puro. Él mismo respondió que con vigilancia, servicio y gratuidad. “El más importante templo de Dios es nuestro corazón” porque “dentro de nosotros habita el Espíritu Santo”. Pero, “¿qué sucede en mi corazón?”.
“¿He aprendido a vigilar dentro de mí para que el templo en mi corazón sea solo para el Espíritu Santo? Purificar el templo, el templo interior y vigilar. ¿Estás atento a lo que sucede en tu corazón?”.
“Quien viene, quien va, ¿cuáles son tus sentimientos, tus ideas? ¿Tú hablas con el Espíritu Santo? ¿Escuchas al Espíritu Santo? Vigilar. Estar atentos a lo que pasa en nuestro templo, dentro de nosotros”.
El Papa recordó que Jesús está presente “en los enfermos, en los que sufren, en los hambrientos, en los encarcelados”. “¿Y yo se custodiar el templo? ¿Tengo cuidado de mi servicio? ¿Me acerco para ayudar, para vestir, para consolar a los que tienen necesidad?”.
“San Juan Crisóstomo reprochaba a los que hacían tantas ofertas para adornar, para embellecer el templo físico y no cuidaban a los necesitados. ¡Les reprochaba! Y decía: ‘No, esto no está bien. Primero el servicio, después la ornamentación’”.
“Cuando nos acercamos a prestar un servicio, ayudar, nos parecemos a Jesús que está allí dentro”.