Poesía
Tu silencio, Señor, sabe a tormento
que prolonga los bordes de la herida.
Hay una noche-noche renegrida
donde todo es ausencia y descontento.
Vaga sin rumbo el alma y su lamento
ciega los pasos hacia la salida.
La sed es honda y honda la dolida
vaciedad sin consuelo ni alimento.
Las manos torpes pierden lo ya asido.
La memoria no atisba en el pasado
y hacia adelante todo es sin sentido.
¿Hasta cuándo, Señor, seré humillado
en esta oscuridad donde resido?
Soy hermano de Job, crucificado.
Autor. P. Osvaldo Pol S.J.
Sacerdote Jesuita recientemente fallecido
Córdoba - Argentina