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domingo, 15 de diciembre de 2024
EL ROSARIO PUEDE CURAR LAS ADICCIONES
El Rosario puede curar las adicciones
Kelli Davis forma parte del personal de Catholic in Recovery, una organización sin fines de lucro que comparte esperanza y curación con personas que se recuperan de adicciones, compulsiones o apegos no saludables en Estados Unidos, Canadá y México.
La pasión de Kelli Davis por esta causa comenzó hace varios años, mientras ella misma estaba en tratamiento después de una amarga batalla contra el alcoholismo. Fue durante este programa de tratamiento que compartió el Rosario con una nueva amiga, lo cual cambió la vida de ambas.
“Muchos católicos en recuperación tienen una devoción muy fuerte al Rosario y eso ayuda a muchas personas a superar su adicción”, dijo. Y agregó que un gran número de personas en la comunidad se compromete a rezar el Rosario todas las noches.
“El Rosario es muy útil, especialmente para las personas que sufren de ansiedad”, dice, explicando que la ansiedad es a menudo la causa fundamental de la adicción. Experimentó su poder cuando se sometió a un programa de tratamiento durante tres meses. Su compañera de cuarto no era creyente, pero Kelli sacó a relucir su fe en una conversación una noche en la que su nueva amiga no podía dormir.
«Recuerdo una noche en la que ella mostraba mucha ansiedad por lo que estaba pasando en su vida y por su recuperación. Era algo nuevo para las dos”, recuerda Kelli. En ese momento, queriendo ayudar a su amiga, Kelli reaccionó instintivamente: “Le entregué mi Rosario y le dije: oremos juntas. Te voy a enseñar a rezar el Rosario, porque a mí me ayuda».
Ese momento se prolongó en una larga conversación que duró toda la noche. “Es muy interesante tratar de enseñarle a rezar el Rosario a alguien que no sabe nada hasta el momento en que lo reza”, recuerda Kelli riendo. “Mi amiga me preguntó por qué rezamos a María y otras cosas parecidas. Así que dimos juntas todos los pasos».
A partir de ese momento, rezaron juntas el Rosario todos los días durante tres meses. “Luego ella se hizo católica y también su familia”, explica Kelli. “Eso fue hace años, pero todavía nos llamamos y rezamos juntas el Rosario”.
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(Theresa Civantos Barber - Un minuto con María)
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 15 DE DICIEMBRE DE 2024 - III DOMINGO DE ADVIENTO
Domingo 3 (C) de Adviento
Domingo 15 de diciembre
1ª Lectura (Sof 3,14-18a): Alégrate hija de Sión, grita de gozo Israel; regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén. El Señor ha revocado tu sentencia, ha expulsado a tu enemigo. El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti, no temerás mal alguno. Aquel día dirán a Jerusalén: «¡No temas! ¡Sión, no desfallezcas!». El Señor tu Dios está en medio de ti, valiente y salvador; se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta.
Salmo responsorial: Is 12
R/. Gritad jubilosos, porqué es grande en medio de ti el Santo de Israel.
«Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación». Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
«Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso».
Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: porque es grande en medio de ti el Santo de Israel.
2ª Lectura (Flp 4,4-7): Hermanos: Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Versículo antes del Evangelio (Is 61,1): Aleluya. El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 3,10-18): En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: «Pues ¿qué debemos hacer?». Y él les respondía: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo». Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?». Él les dijo: «No exijáis más de lo que os está fijado». Preguntáronle también unos soldados: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?». Él les dijo: «No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada».
Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; respondió Juan a todos, diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga». Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva.
«Viene el que es más fuerte que yo»
Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la S.R.I.
(Città del Vaticano, Vaticano)
Hoy la Palabra de Dios nos presenta, en pleno Adviento, al Santo Precursor de Jesucristo: san Juan Bautista. Dios Padre dispuso preparar la venida, es decir, el Adviento, de su Hijo en nuestra carne, nacido de María Virgen, de muchos modos y de muchas maneras, como dice el principio de la Carta a los Hebreos (1,1). Los patriarcas, los profetas y los reyes prepararon la venida de Jesús.
Veamos sus dos genealogías, en los Evangelios de Mateo y Lucas. Él es hijo de Abraham y de David. Moisés, Isaías y Jeremías anunciaron su Adviento y describieron los rasgos de su misterio. Pero san Juan Bautista, como dice la liturgia (Prefacio de su fiesta), lo pudo indicar con el dedo, y le cupo —¡misteriosamente!— hacer el Bautismo del Señor. Fue el último testigo antes de la venida. Y lo fue con su vida, con su muerte y con su palabra. Su nacimiento es también anunciado, como el de Jesús, y es preparado, según el Evangelio de Lucas (caps. 1 y 2). Y su muerte de mártir, víctima de la debilidad de un rey y del odio de una mujer perversa, prepara también la de Jesús. Por eso, recibió él la extraordinaria alabanza del mismo Jesús que leemos en los Evangelios de Mateo y de Lucas (cf. Mt 11,11; Lc 7,28): «Entre los nacidos de mujer no hay nadie mayor que Juan Bautista». Él, frente a esto, que no pudo ignorar, es un modelo de humildad: «No soy digno de desatarle la correa de sus sandalias» (Lc 3,16), nos dice hoy. Y, según san Juan (3,30): «Conviene que Él crezca y yo disminuya».
Oigamos hoy su palabra, que nos exhorta a compartir lo que tenemos y a respetar la justicia y la dignidad de todos. Preparémonos así a recibir a Aquel que viene ahora para salvarnos, y vendrá de nuevo a «juzgar a los vivos y a los muertos».