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martes, 13 de octubre de 2020

LOS PAPAS Y EL SANTO ROSARIO



 Los Papas y El Santo Rosario

Pío XII

«INGRUENTIUM MALORUM»

SOBRE EL ROSARIO EN LA FAMILIA

Carta Encíclica del Papa Pío XII 

promulgada el 15 de septiembre de 1951


(...) Por ello, con alegre expectación y reanimada esperanza vemos acercarse ya el próximo mes de octubre, durante el cual los fieles acostumbran acudir con mayor frecuencia a las iglesias, para en ellas elevar sus súplicas a María mediante las oraciones del santo Rosario. Oraciones que este año, Venerables Hermanos, deseamos se hagan con mayor fervor de ánimo, como lo requieren las necesidades cada día más graves; pues bien conocida Nos es la poderosa eficacia de tal devoción para obtener la ayuda maternal de la Virgen, porque, si bien puede conseguirse con diversas maneras de orar, sin embargo, estimamos que el santo Rosario es el medio más conveniente y eficaz, según lo recomienda su origen, más celestial que humano, y su misma naturaleza. ¿Qué plegaria, en efecto, más idónea y más bella que la oración dominical y la salutación angélica, que son como las flores con que se compone esta mística corona? A la oración vocal va también unida la meditación de los sagrados misterios, y así se logra otra grandísima ventaja, a saber, que todos, aun los más sencillos y los menos instruidos, encuentran en ella una manera fácil y rápida para alimentar y defender su propia fe. Y en verdad que con la frecuente meditación de los misterios el espíritu, poco a poco y sin dificultad, absorbe y se asimila la virtud en ellos encerrada, se anima de modo admirable a esperar los bienes inmortales y se siente inclinado, fuerte y suavemente, a seguir las huellas de Cristo mismo y de su Madre. Aun la misma oración tantas veces repetida con idénticas fórmulas, lejos de resultar estéril y enojosa, posee (como lo demuestra la experiencia) una admirable virtud para infundir confianza al que reza y para hacer como una especie de dulce violencia al maternal corazón de María.

4. Trabajad, pues, con especial solicitud, Venerables Hermanos, para que los fieles, con ocasión del mes de octubre, practiquen con la mayor diligencia método tan saludable de oración y para que cada día más lo estimen y se familiaricen con él. Gracias a vosotros, el pueblo cristiano podrá comprender la excelencia, el valor y la saludable eficacia del santo Rosario.



Juan XXIII

«GRATA RECORDATIO»

SOBRE EL REZO DEL SANTO ROSARIO

Carta Encíclica del Para Juan XXIII promulgada el 26 de Septiembre de 1959


Desde los años de Nuestra juventud, a menudo vuelve a Nuestro ánimo el grato recuerdo de aquellas Cartas encíclicas [1] que Nuestro Predecesor, de i. m., León XIII, siempre cerca del mes de octubre, dirigió muchas veces al mundo católico para exhortar a los fieles, especialmente durante aquel mes, a la piadosa práctica del santo rosario: Encíclicas, varias por su contenido, ricas en sabiduría, encendidas siempre con nueva inspiración y oportunísima para la vida cristiana. Eran una fuerte y persuasiva invitación a dirigir confiadas súplicas a Dios a través de la poderosísima intercesión de la Virgen Madre de Dios, mediante el rezo del santo Rosario. Este, como todos saben, es una muy excelente forma de oración meditada, compuesta a guisa de mística corona, en la cual las oraciones del "Pater noster", del "Ave María" y del "Gloria Patri" se entrelazan con la meditación de los principales misterios de nuestra fe, presentando a la mente la meditación tanto la doctrina de la Encarnación como de la Redención de Jesucristo, nuestro Señor.


Juan Pablo II

Meditar con María los misterios de la Redención rezando el Rosario

(Homilía pronunciada durante la Misa para las Asociaciones y Movimientos marianos en la plaza de San Pedro, 2 de octubre de 1983)


El saludo del arcángel Gabriel a María

1. «Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo aquél...». Hoy, primer domingo de octubre, os saludo a todos los miembros de los Movimientos marianos, devotos del «Saludo del ángel» que estáis en Roma con ocasión del Jubileo extraordinario de nuestra Redención. (�) El Evangelista Lucas dice que María «se turbó» ante las palabras que le dirigió el arcángel Gabriel en el momento de la anunciación y «se preguntaba qué saludo era aquél».

Esta meditación de María constituye el modelo primero de la oración del Rosario. Es la oración de quienes aman el saludo del ángel a María. Lss personas que rezan el Rosario vuelven a tomar con el pensamiento y el corazón la meditación de María y rezando meditan «qué saludo era aquel».


El contenido arcano del mensaje

2. En primer lugar repiten las palabras dirigidas a María por Dios mismo a través de su mensajero.

Las personas que aman el saludo del ángel a María repiten unas palabras que vienen de Dios. Al rezar el Rosario, pronunciamos una y otra vez estas palabras. No es ésta una repetición simplista. Las palabras dirigidas a María por Dios mismo y pronunciadas por el mensajero divino encierran un contenido arcano.

«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo...» (Lc 1, 28), «bendita entre las mujeres» (Lc 1, 42). Dicho contenido está íntimamente vinculado al misterio de la redención. Las palabras del saludo angélico a María introducen en este misterio y al mismo tiempo encuentran en él su explicación.

Lo dice la primera lectura de la liturgia de hoy, que nos remonta al libro del Génesis. Aquí precisamente, en el trasfondo del primer y al mismo tiempo original pecado del hombre, anuncia Dios por primera vez el misterio de la redención. Da a conocer por vez primera su acción en la historia futura del hombre y del mundo.

En efecto, al tentador escondido bajo forma de serpiente, el Creador habla así:

«Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya: Ella te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar».


La Virgen de Nazaret

3. Las palabras que oye María en la anunciación revelan que ha llegado el tiempo del cumplimiento de la promesa contenida en el libro del Génesis. Del protoevangelio pasamos al Evangelio. Está a punto de tener cumplimiento el misterio de la redención. El mensajero del Dios eterno saluda a la «Mujer»; esta mujer es María de Nazaret. La saluda en consideración a la «Estirpe» que Ella deberá acoger de Dios mismo. «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra»... «Concebirás y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús».

Palabras decisivas ciertamente. El saludo del ángel a María marca el comienzo de las «obras de Dios» más grandes en la historia del hombre y del mundo. Este saludo abre de cerca la perspectiva de la redención.

No es, pues, de extrañar que María se «turbase» después de oír las palabras de este saludo. La cercanía de Dios vivo produce siempre santo temor. Ni es de maravillar que María preguntase «qué saludo era aquel». Las palabras del arcángel la situaron ante un misterio divino inescrutable. Más aún, la implicaron en la órbita de este misterio. No se puede meramente constatar tal misterio. Hay que meditarlo de continuo y con profundidad creciente. Pues tiene fuerza para llenar no sólo una vida, sino también la eternidad.

Y todos los que amamos el saludo del ángel tratamos de participar en la meditación de María. Y tratamos de hacerlo sobre todo cuando rezamos el Rosario.


Gozo, dolor y gloria

4. En las palabras pronunciadas por el Mensajero en Nazaret, María como que vislumbró en Dios toda su vida en la tierra y en su eternidad.

Pues, ¿por qué María, al oír que iba a ser Madre de Dios, no responde con entusiasmo espiritual, sino ante todo con un humilde Fiat: «Aquí está la sierva del Señor, hágase en mí su palabra»?

¿Acaso no fue porque sintió ya desde entonces el dolor acuciante del reinar «en el trono de David» que iba a corresponder a Jesús?

Al mismo tiempo el arcángel anuncia que «su reino no tendrá fin».

En las palabras del saludo angélico a María, comienzan a desvelarse todos los misterios en que tendrá cumplimiento la redención del mundo, misterios gozosos, dolorosos y gloriosos. Igual que en el Rosario.

Al preguntarse María «qué saludo era aquel», parece como que entra en todos estos misterios y nos introduce a nosotros en ellos.

Nos introduce en los misterios de Cristo y juntamente en sus propios misterios. Su acto de meditación en el momento de la anunciación, abre el camino a nuestras meditaciones durante el rezo del Rosario y gracias a éste.

En oración con María

5. El Rosario es la oración en la que, con la repetición del saludo del ángel a María, tratamos de sacar nuestras consideraciones sobre el misterio de la redención partiendo de la meditación de la Virgen. Su reflexión iniciada en el momento de la anunciación prosigue en la gloria de la asunción. Profundamente inmersa en el misterio del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en la eternidad María se une, por ser Madre nuestra, a la plegaria de quienes aman el saludo del ángel y lo expresan en el rezo del Rosario.

En esta oración nos unimos a Ella como los Apóstoles congregados en el Cenáculo después de la ascensión de Cristo. Lo recuerda la segunda lectura de la liturgia de hoy sacada de los Hechos de los Apóstoles. Tras citar los nombres de cada Apóstol, el autor escribe: «Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María la madre de Jesús, y con sus hermanos».

Con esta oración se preparaban a recibir al Espíritu Santo el día de Pentecostés.

Oraba con ellos María, quien el día de la anunciación había recibido al Espíritu Santo con plenitud eminente. La plenitud particular del Espíritu Santo determina en Ella una particular plenitud de oración. Con esta plenitud singular María ora por nosotros y con nosotros.

Preside maternalmente nuestra oración. Congrega sobre toda la tierra inmensas legiones de los que aman el saludo del ángel, y éstas junto con Ella mientras rezan el Rosario «meditan» el misterio de la redención del mundo. De este modo se prepara la Iglesia sin cesar a recibir al Espíritu Santo, como el día de Pentecostés.

La Encíclica de León XIII sobre el Rosario

6. Se cumple este año el primer centenario de la Encíclica del Papa León XIII Supremi apostolatus, con la que este gran Pontífice decretó la dedicación especial del mes de octubre al culto de la Virgen del Rosario. Subrayaba él con fuerza en este documento, la eficacia extraordinaria de esta oración rezada con alma pura y devoción, para obtener del Padre celestial, en Cristo y por intercesión de la Madre de Dios, protección contra los males más graves que puedan amenazar a la cristiandad y a la misma humanidad, y conseguir así los supremos bienes de la justicia y la paz entre los individuos y entre los pueblos.

Con este gesto histórico, León XIII no hacía otra cosa sino sumarse a los numerosos Pontífices que le habían precedido -entre ellos San Pío V- y dejaba una consigna a quienes le iban a seguir en el fomento de la práctica del Rosario. Por ello, también yo quiero deciros a todos: haced que el Rosario sea «dulce cadena que os una a Dios» por medio de María.

Rezar todos juntos a la Madre de Dios

7. Grande es mi alegría por haber podido celebrar hoy con vosotros la solemnidad litúrgica de la Reina del Santo Rosario. De esta significativa manera nos inserimos todos en el Jubileo extraordinario del Año de la Redención. (...) Juntos todos nos dirigimos con gran amor a la Madre de Dios repitiendo las palabras del arcángel Gabriel: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo», «bendita tú entre las mujeres».

Y en el centro de la liturgia de hoy escuchamos la respuesta de María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, / se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, / porque ha mirado la humildad de su sierva. / Desde ahora me felicitarán todas las generaciones».

El Rosario, plegaria en favor del hombre

(Angelus del 2 de octubre, 1983)

1. En este mes de octubre, consagrado por tradición al Santo Rosario, quiero dedicar la alocución del Angelus a hablar de esta plegaria tan entrañable al corazón de los católicos, tan amada por mí y tan recomendada por los Papas predecesores míos.

En este Año Santo extraordinario de la Redención, también el Rosario adquiere perspectivas nuevas y se llena de intenciones más fuertes y más amplias que en el pasado. Hoy no se trata de pedir grandes victorias. como en Lepanto y Viena, sino que, más bien, se trata de pedir a María que nos haga valerosos combatientes contra el espíritu del error y del mal, con las armas del Evangelio, que son la cruz y la Palabra de Dios.

La plegaria del Rosario es oración del hombre en favor del hombre: es la oración de la solidaridad humana, oración colegial de los redimidos, que refleja el espíritu y las intenciones de la primera redimida, María, Madre e imagen de la Iglesia: oración en favor de todos los hombres del mundo y de la historia, vivos o difuntos, llamados a formar con nosotros Cuerpo de Cristo y a ser, con El, coherederos de la gloria del Padre.

2. Al considerar las orientaciones espirituales que sugiere el Rosario, oración sencilla y evangélica (cf. Marialis cultus, 46), volvemos a encontrar las intenciones que San Cipriano señalaba en el «Padre nuestro». Escribía él: «El Señor, maestro de paz y de unidad, no quiso que orásemos individualmente y solos. Efectivamente, no decimos: "Padre mío, que estás en los cielos", ni "Dame mi pan de cada día". Nuestra oración es por todos; de manera que, cuando rezamos, no lo hacemos por uno solo, sino por todo el pueblo, ya que con todo el pueblo somos una sola cosa» (De dominica oratione, 8).

El Rosario se dirige insistentemente a quien es la expresión más alta de la humanidad en oración, modelo de la Iglesia orante y que suplica, en Cristo, la misericordia del Padre. Lo mismo que Cristo «vive siempre para interceder por nosotros» (cf. Hech 7, 25), también María continúa en el cielo su misión de Madre y se hace voz de cada hombre y en favor de cada hombre, hasta la consumación perfecta del número de los elegidos (cf. Lumen gentium, 62). Al rezarle le suplicamos que nos asista durante todo el tiempo de nuestra vida presente y, sobre todo, en el momento decisivo para nuestro destino eterno, que será la «hora de nuestra muerte».

El Rosario es oración que indica la perspectiva del reino de Dios y orienta a los hombres para recibir los frutos de la redención.

En este mes de octubre dedicado tradicionalmente al Santo Rosario, quiero recordar a todos que ésta es una oración del hombre para el hombre; es la oración de la solidaridad humana que refleja el espíritu de María, madre e imagen de la Iglesia. El Rosario se dirige a Aquella que es la expresión más alta de la humanidad

 

El Rosario, memoria continuada de la redención

(Angelus del 9 de octubre, 1983)

1. Entre los muchos aspectos que los Papas, los Santos y los estudiosos han puesto de relieve en el Rosario, en este Año Jubilar hay que recordar obligadamente uno. El Santo Rosario es una memoria continuada de la redención, en sus etapas más importantes: la Encarnación del Verbo, su Pasión y Muerte por nosotros, la Pascua que El inauguró y que se consumará eternamente en los cielos.

Efectivamente, al considerar los elementos contemplativos del Rosario, esto es, los misterios en torno a los cuales se desgrana la oración vocal, podemos captar mejor por qué esta guirnalda de Ave ha sido llamada «Salterio de la Virgen». Igual que los Salmos recordaban a Israel las maravillas del Éxodo y de la salvación realizada por Dios, y llamaban constantemente al pueblo a la fidelidad a la Alianza del Sinaí, del mismo modo el Rosario recuerda continuamente al pueblo de la Nueva Alianza los prodigios de misericordia y de poder que Dios ha desplegado en Cristo en favor del hambre, y lo llama a la fidelidad respecto a sus compromisos bautismales. Nosotros somos su pueblo, El es nuestro Dios.

2. Pero este recuerdo de los prodigios de Dios y esta llamada constante a la fidelidad pasa, en cierto modo, a través de María, la Virgen fiel. La repetición del Ave nos ayuda a penetrar, poco a poco, cada vez más hondamente en el profundísimo misterio del Verbo Encarnado y salvador (cf. Lumen gentium, 65), «a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor» (Marialis cultus, 47). Porque también María, como Hija de Sión y heredera de la espiritualidad sapiencial de Israel, cantó los prodigios del Exodo; pero, como la primera y más perfecta discípula de Cristo, anticipó y vivió la Pascua de la Nueva Alianza, guardando y meditando en su corazón cada palabra y gesto del Hijo, asociándose a El con fidelidad incondicional, indicando a todos el camino de la Nueva Alianza: «Haced lo que El os diga» (Jn 2, 5). Hoy, glorificada en el cielo, manifiesta realizado en Ella el itinerario del nuevo pueblo hacia la tierra prometida.

3. Que el Rosario, pues, nos sumerja en los misterios de Cristo, y proponga en el rostro de la Madre a cada uno de los fieles y a toda la Iglesia el modelo perfecto de cómo se acoge, se guarda y se vive cada palabra y acontecimiento de Dios, en el camino todavía en marcha de la salvación del mundo.

Los misterios gozosos del Rosario

(Angelus del 23 de octubre, 1983)

1. El Santo Rosario es oración cristiana, evangélica y eclesial, pero también oración que eleva los sentimientos y afectos del hombre.

En los misterios gozosos, sobre los que nos detenemos hoy brevemente, vemos un poco todo esto: la alegría de la familia, de la maternidad, del parentesco, de la amistad, de la ayuda recíproca. Cristo, al nacer asumió y santificó estas alegrías que el pecado no ha borrado totalmente. El realizó esto por medio de María. Del mismo modo, también nosotros hoy, a través de Ella, podemos captar y hacer nuestras las alegrías del hombre: en sí mismas, humildes y sencillas, pero que se hacen grandes y santas en María y en Jesús.

En María, desposada virginalmente con José y fecundada divinamente, está la alegría del amor casto de los esposos y de la maternidad acogida y guardada como don de Dios; en María, que solícita va a Isabel, está la alegría de servir a los hermanos llevándoles la presencia de Dios; en María, que presenta a los pastores y a los Magos el esperado de Israel, está la coparticipación espontánea y confidencial, propia de la amistad; en María, que en el templo ofrece su propio Hijo al Padre celestial, está la alegría impregnada de ansias, propia de los padres y de los educadores con relación a los hijos o a los alumnos; en María, que después de tres días de afanosa búsqueda, vuelve a encontrar a Jesús, está la alegría paciente de la madre que se da cuenta de que el propio hijo pertenece a Dios antes que a ella misma.

Los misterios dolorosos del Rosario

(Angelus del 30 de octubre, 1983)

En este último domingo del mes octubre, reflexionamos aún sobre Rosario.

En los misterios dolorosos contemplamos en Cristo todos los dolores del hombre: en El, angustiado, traicionado, abandonado, capturado aprisionado; en El, injustamente procesado y sometido a la flagelación; en El, mal entendido y escarnecido su misión; en El, condenado con complicidad del poder político; en El conducido públicamente al suplicio y expuesto a la muerte más infamante: en El, Varón de dolores profetizado por Isaías, queda resumido y santificado todo dolor humano.

Siervo del Padre, Primogénito entre muchos hermanos, Cabeza de la humanidad, transforma el padecimiento humano en oblación agradable a Dios, en sacrificio que redime. El es el Cordero que quita el pecado del mundo, el Testigo fiel, que capitula en sí y hace meritorio todo martirio.

En el camino doloroso y en el Gólgota está la Madre, la primera Mártir. Y nosotros, con el corazón de la Madre, a la cual desde la cruz entregó en testamento a cada uno de los discípulos y a cada uno de los hombres, contemplamos conmovidos los padecimientos de Cristo, aprendiendo de El la obediencia hasta la muerte, y muerte de cruz; aprendiendo de Ella a acoger a cada hombre como hermano, para estar con Ella junto a las innumerables cruces en las que el Señor de la gloria todavía está injustamente enclavado, no en su Cuerpo glorioso, sino en los miembros dolientes de su Cuerpo místico.

En el Rosario, las esperanzas del hombre

(Angelus del 6 de noviembre, 1983)

En los misterios gloriosos del Santo Rosario reviven las esperanzas del cristiano: las esperanzas de la vida eterna que comprometen la omnipotencia de Dios y las expectativas del tiempo presente que obligan a los hombres a colaborar con Dios.

En Cristo resucitado resurge el mundo entero y se inauguran los cielos nuevos y la tierra nueva que llegarán a cumplimiento a su vuelta gloriosa, cuando «la muerte no existirá más, ni habrá duelo, ni gritos, ni trabajo, porque todo esto es ya pasado» (Ap 21, 4).

Al ascender Cristo al cielo, en El se exalta a la naturaleza humana que se sienta a la diestra de Dios, y se da a los discípulos la consigna de evangelizar al mundo; además, al subir Cristo al cielo, no se eclipsa de la tierra, sino que se oculta en el rostro de cada hombre, especialmente de los más desgraciados: los pobres, los enfermos, los marginados, los perseguidos...

Al infundir el Espíritu Santo en Pentecostés, dio a los discípulos la fuerza de amar y difundir la verdad, pidió comunión en la construcción de un mundo digno del hombre redimido y concedió capacidad de santificar todas las cosas con la obediencia a la voluntad del Padre celestial. De este modo encendió de nuevo el gozo de donar en el ánimo de quien da, y la certeza de ser amado en el corazón del desgraciado.

En la gloria de la Virgen elevada al cielo, contemplamos entre otras cosas la sublimación real de los vínculos de la sangre y los afectos familiares, pues Cristo glorificó a María no sólo por ser inmaculada y arca de la presencia divina, sino también por honrar a su Madre como Hijo. No se rompen en el cielo los vínculos santos de la tierra; por el contrario, en los cuidados de la Virgen Madre elevada para ser abogada y protectora nuestra y tipo de la Iglesia victoriosa, descubrimos también el modelo inspirador del amor solícito de nuestros queridos difuntos hacia nosotros, amor que la muerte no destruye, sino que acrecienta a la luz de Dios.

Y, finalmente, en la visión de María ensalzada por todas las criaturas, celebramos el misterio escatológico de una humanidad rehecha en Cristo en unidad perfecta, sin divisiones ya ni otra rivalidad que no sea la de aventajarse en amor uno a otro. Porque Dios es amor.

Así es que, en los misterios del Santo Rosario contemplamos y revivimos los gozos, dolores y gloria de Cristo y su Madre Santa, que pasan a ser gozos, dolores y esperanzas del hombre.

En oración con María, Madre del Señor

(Angelus del 13 de noviembre, 1983)

1. La Iglesia es, ante todo, una comunidad orante. El Pueblo de Dios ha sido liberado para celebrar el culto del Señor. Toda la vida de los redimidos debe ser un acto de culto, una liturgia de alabanza, un sacrificio agradable a Dios.

La transformación de nuestra vida y del mundo en sacrificio de alabanza no es obra nuestra, sino del Señor. Uniéndonos a Cristo-Sacerdote, a su sacrificio y a su oración, nosotros con todo el universo nos convertimos en una ofrenda al Señor.

Los creyentes son esencialmente una comunidad litúrgica: en el templo, en las casas, en la vida ejercitan el oficio sacerdotal. Los Hechos de los Apóstoles, al presentar los rasgos fundamentales de la Iglesia primitiva, ponen de relieve la importancia que en ella tenía la «oración»: «Perseveraban en oír la enseñanza de los Apóstoles, y en la unión fraterna, en la fracción del pan y en la oración... Diariamente acudían unánimemente al templo, partían el pan en las casas... alabando a Dios» (Act 2, 42. 46-47). Y también: «Todos éstos perseveraban unánimes en la oración... con María, la Madre de Jesús» (Act 1, 14).

2. En la comunidad de los creyentes en oración, María está presente, no sólo en los orígenes de la fe, sino en todo tiempo.

«Así aparece Ella en la visita a la madre del Precursor, donde abre su espíritu en expresiones de glorificación a Dios, de humildad, de fe, de esperanza: tal es el Magníficat, la oración por excelencia de María, él canto de los tiempos mesiánicos, en el que confluyen la exultación del Antiguo y del Nuevo Israel» (Exhortación Apostólica de Pablo VI Marialis cultus, 18). María aparece virgen en oración en Caná, virgen en oración en el Cenáculo. «Presencia orante de María en la Iglesia naciente y en la Iglesia de todo tiempo, porque Ella, asunta al cielo, no ha abandonado su misión de intercesión y salvación. Virgen orante es también la Iglesia, que cada día presenta al Padre las necesidades de sus hijos, alaba incesantemente al Señor e intercede por la salvación del mundo» (ib. 181).

lunes, 12 de octubre de 2020

¿QUÉ ES EL SANTO ROSARIO?



 El Rosario

Autor:  Norberto Rivera C.


Mientras que la Iglesia en la Beatísima Virgen ya llegó a la perfección, por la que se presenta sin mancha ni arruga (Cf Efesios 5,27), los fieles, en cambio, aún se esfuerzan en crecer en la santidad venciendo el pecado; y por eso levantan sus ojos hacia María, que brilla ante toda la comunidad de los elegidos, como modelo de virtudes.

La Iglesia, reflexionando piadosamente sobre ella y contemplándola en la luz del Verbo hecho hombre, llena de veneración entra más profundamente en el sumo misterio de la Encarnación y se asemeja más y más a su Esposo. Porque María, que habiendo entrado íntimamente en la historia de la Salvación, en cierta manera en sí une y refleja las más grandes exigencias de la fe, mientras es predicada y honrada atrae a los creyentes hacia su Hijo y su sacrificio hacia el amor del Padre (Concilio Vaticano II, Lumen Gentium 65).

Sobre el culto a la Santísima Virgen, el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que "La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano" (Pablo VI, Marialis Cultus 56). La Santísima Virgen "es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos se venera a la Santísima Virgen con el título de Madre de Dios, bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades... Este culto... aunque del todo singular, es esencialmente diferente del culto de adoración que se da al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo, pero lo favorece muy poderosamente" (Concilio Vaticano II, Lumen Gentium 66); encuentra su expresión en las fiestas litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios (Cf Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium 103) y en la oración mariana como el Santo Rosario, "síntesis de todo el Evangelio" (Cf Pablo VI, Marialis Cultus 42) (Catecismo de la Iglesia Católica 971).

Efectivamente, el Rosario es una síntesis del Evangelio, es una de las oraciones más bellas del cristiano. Es un diálogo continuo con nuestra Madre en el que se suceden los padrenuestros, los avemarías y los glorias, al mismo tiempo que se contemplan los misterios principales de la vida de Jesucristo y de María Santísima y se renueva el amor a Dios. Es seguramente la forma de oración más importante dedicada a la Santísima Virgen, una escuela de vida espiritual centrada en el Evangelio (Cf Pio XII, Carta Philippinas Insulas de 1946 y Pablo VI, Exhortación apostólica Marialis Cultus, 2 de febrero de 1974, 44).




El Rosario enriquece nuestra vida cristiana con cinco frutos fundamentales:

a. Nos lleva a conocer en profundidad el Misterio de Cristo a través de la persona humana que lo vivió más de cerca, la Santísima Virgen María. Cristo nace de ella y la asocia a su obra redentora. Por ello, la Iglesia tiene en María un modelo continuo del cual extraer enseñanzas para su vida y misión.

b. El Rosario nos enseña a amar a la Santísima Virgen compartiendo con Ella sus alegrías y sus dolores y a expresar nuestro amor en una entrega más generosa a Dios y a los demás siguiendo su ejemplo. El Rosario nos va guiando suavemente, a través de la contemplación y el diálogo amoroso con María, a una relación personal más profunda con Ella. De aquí nace la alegría y la gratitud que compartimos con nuestra Madre del Cielo por los dones de salvación recibidos; comenzamos a apreciar el sacrificio de Cristo y su obra redentora con la misma sensibilidad espiritual de la "llena de gracia".

c. El Rosario es una invitación constante a imitar a María en todas sus virtudes y, especialmente, en la raíz de todas ellas: su fidelidad a la Palabra, a la voluntad de Dios, a la acción del Espíritu Santo (Cf Concilio Vaticano II, Lumen Gentium 64-67).

d. El Rosario se convierte en una invocación constante. Ella, como Madre nuestra, es ante todo intercesora llena de afecto. Por eso, a través de su intercesión, vivimos la comunión de los santos pidiendo unos por otros y encomendándole nuestras peticiones más queridas. e. El Rosario es una celebración gozosa del Misterio de Cristo y de su obra redentora en María. El rezo del Rosario celebra el triunfo de Jesucristo muerto y resucitado, vencedor sobre el pecado y la muerte. El Rosario conjuga la contemplación, la alabanza y la súplica, siguiendo una línea de continuidad en la sucesión de los eventos fundamentales del misterio de la redención realizado por el Verbo y sus efectos en la Iglesia (Pentecostés, la Asunción). La contemplación es muy importante porque, tal y como dice el Papa Pablo VI en el número 49 de la Exhortación apostólica Marialis Cultus, es el alma del Rosario; sin ella, el Rosario se convierte en mecánica repetición de oraciones que contradicen el consejo de Jesucristo: "al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados" (Mateo 6, 7), y fácilmente se cae en la rutina. La contemplación del Rosario une amor, serenidad y reflexión en un recorrido por todos los hechos salvíficos de la vida de Cristo, desde su Concepción Virginal hasta los momentos culminantes de su pasión, muerte y resurrección, viéndolos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca de Él. El Rosario combina esta contemplación de los misterios con la alabanza en el paso de las Avemarías, la adoración en los Glorias, la admiración y la petición humilde en las letanías; todo dentro de un marco de amor y confianza filial hacia nuestra Madre, poniendo en sus manos las intenciones que tenemos en el corazón.


La forma del rezo del Rosario quedó establecida de forma definitiva por San Pio V en la Carta Apostólica Consueverunt Romani Pontifices, del 7 de octubre de 1569. Son 15 misterios divididos en tres grupos que siguen el esquema fundamental de Filipenses 2, 6-11: los misterios del rebajamiento de Cristo (gozosos), los de la muerte (dolorosos) y los de la exaltación (gloriosos). Cada misterio se compone de un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, que cierra cada misterio.

Los misterios gozosos se rezan los lunes y jueves y también se pueden rezar durante el Adviento y la octava de Navidad. Son los misterios de la infancia de Jesús: la Encarnación del Hijo de Dios, la Visitación de María a Santa Isabel, el Nacimiento de Jesús, la Presentación del Niño Jesús en el templo y el Niño Jesús perdido y hallado entre los doctores en el templo. En estos misterios, María es la Virgen oyente que escucha la palabra de Dios con corazón limpio, es la Virgen orante que hace del hogar de Nazaret una casa de oración, es la Virgen oferente que presenta a su Hijo en el templo como víctima de salvación. Es la Virgen que guarda todo y lo medita en su corazón (Cf Lucas 2, 51). En estos misterios, María nos enseña a escuchar con fe la palabra de Dios, a meditarla y a hacerla nuestra en la vida y en la oración que transforma nuestro corazón.

Los misterios dolorosos se rezan los martes y los viernes y se pueden rezar también durante toda la Cuaresma y la Semana Santa. Son los misterios de la Pasión de Cristo y del dolor de su Madre Santísima: la oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní, La Flagelación del Señor, la Coronación de espinas, Jesús carga con la cruz y Jesús muere en la cruz. Se desarrollan en menos de 24 horas y, sin embargo, cambian la historia de cada hombre que nace. Son misterios para acompañar a Jesús en su dolor como lo acompañó María. Son misterios para dar gracias a Dios por su entrega y pedirle perdón por nuestros pecados que son la causa de su sufrimiento. Son misterios para pensar en lo que costó la salvación de nuestra alma y para ofrecer a Jesús todo el amor de nuestros corazones. La unión con María es muy intensa en estos momentos en que Ella ofrece a su Hijo al Padre. Son misterios de ofrecimiento total. Compartimos con María la cruz de Jesucristo aceptando las cruces personales que Dios permita sobre nosotros.

Los misterios gloriosos se rezan los miércoles, sábados y domingos y se pueden rezar también durante toda la Pascua, desde el Domingo de Resurrección hasta el de Pentecostés y el día de la Asunción de la Santísima Virgen. Son los misterios del júbilo desbordante, del "aleluya" pascual: la Resurrección de Cristo, la Ascensión del Señor, la Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, la Asunción de la Santísima Virgen María y la Coronación de María, Madre de la Iglesia, como Reina y Señora de toda la Creación. En estos misterios dejamos en el Sepulcro al hombre viejo que vive según la carne, y resucitamos con Cristo como hombres nuevos que viven según el Espíritu, en una vida de gracia y santidad. Son una invitación constante a orientar nuestra vida hacia el Cielo a donde sube Jesucristo para prepararnos un lugar, a llevar una vida regida por el Espíritu que Cristo envía a la tierra para continuar su obra. Todos estos sucesos maravillosos los vivimos con y desde María que nos guía en el camino hacia la vida eterna junto a Cristo Glorioso.

Después de los cinco misterios se suele rezar las "letanías lauretanas" o "loretanas". Estas letanías provenientes del Santuario mariano de Loreto (de ahí el nombre de lauretanas), en Italia, son invocaciones que honran a la Santísima Virgen, Madre de Dios, con símbolos y figuras tomados sobre todo de la Sagrada Escritura.

Entre las diferentes formas que encontramos para rezar el Rosario, una de las más enriquecedoras es el Rosario en familia.

Dentro del respeto debido a la libertad de los hijos de Dios, la Iglesia ha propuesto y continúa proponiendo a los fieles algunas prácticas de piedad en las que pone una particular solicitud e insistencia. Entre éstas es de recordar el rezo del Rosario: "Y ahora, en continuidad de intención con nuestros predecesores, queremos recomendar vivamente el rezo del Santo Rosario en familia... no cabe duda de que el Rosario a la Santísima Virgen debe ser considerado como una de las más excelentes y eficaces oraciones comunes que la familia cristiana está invitada a rezar. Nos queremos pensar y deseamos vivamente que cuando un encuentro familiar se convierta en tiempo de oración, el Rosario sea su expresión frecuente y preferida". Así, la auténtica devoción mariana, que se expresa en la unión sincera y en el generoso seguimiento de las actitudes espirituales de la Virgen Santísima, constituye un medio privilegiado para alimentar la comunión de amor de la familia y para desarrollar la espiri-tualidad conyugal y familiar. Ella, la Madre de Cristo y de la Iglesia es, en efecto y de manera especial, la Madre de las familias cristianas, de las iglesias domésticas (Juan Pablo II, Exhortación Apostólica post-sinodal Familiaris Consortio del 22 de noviembre de 1981, 61).

En nuestro Papa actual, S. S. Juan Pablo II, tenemos a un fiel hijo de María y a un gran promotor del rezo del Rosario. En sus momentos de descanso caminando por la montaña o en el traslado de un lugar a otro, como vimos, por ejemplo, en su trayecto desde la Nunciatura hasta el Estadio Azteca durante su última estancia en nuestro país, va concentrado rezando con su Rosario en la mano. El Papa reza cada día las tres partes del Rosario, los quince misterios, y en el Ángelus del 29 de octubre de 1978, poco después de ser elegido Papa, dijo que el Rosario era su oración predilecta.

viernes, 7 de agosto de 2020

CONSEJOS PRÁCTICOS PARA REZAR MEJOR EL ROSARIO


8 consejos prácticos para rezar mejor el Rosario
El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad- (JPII, 29 oct 78)


Por: P. Evaristo Sada LC | Fuente: La-oracion.com




El Papa Juan Pablo II dijo: "El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad." (JPII, 29 oct 78) Comenzó a rezarlo desde joven y nunca lo dejó. Él mismo nos cuenta que el Rosario le acompañó en momentos de alegría y de tribulación, y que en él encontró consuelo y le confió sus preocupaciones.

No tan sólo el testimonio de Juan Pablo II y de muchos otros Papas y Santos nos exhortan a rezar el Rosario todos los días, sino la misma Virgen María se ha ocupado en diversas ocasiones de pedirnos recurrir a esta forma de oración contemplativa, especialmente para pedir por la paz del mundo.

Desde mi adolescencia tengo el hábito de rezar el Rosario todos los días, pero debo confesar que a veces caigo en la rutina: no siempre lo rezo bien. A aquellos a quienes les pasa lo mismo que a mí, quisiera compartirles algunos elementos que me ayudan para tratar de rezarlo mejor cada día.

8 consejos para rezar mejor el Rosario

Entre los 8 consejos hay actos, actitudes y reflexiones. Los he ido extrayendo de documentos de la Iglesia, sobre todo del Papa Juan Pablo II, de conversaciones con personas que disfrutan mucho el rezo del Rosario y de mi propia experiencia.

1. Antes de iniciar el Rosario es provechoso guardar unos segundos de silencio para tomar conciencia de lo que vas a hacer y así rezarlo con devoción, no mecánicamente. Adoptar la actitud del hijo que se acerca con mucho cariño a su Madre del cielo y decirle algo así: Aquí me tienes de nuevo, María, quiero estar un rato contigo, mostrarte mi afecto, sentir tu cercanía; quiero que me ayudes a conocer mejor a Tu Hijo, que me enseñes a rezar como Él y a parecerme cada día más a Él.

2. Durante unos minutos o durante todo el rezo del Rosario puedes tener delante una imagen de la Santísima Virgen que te recuerde a la que está en el cielo. A partir de la imagen perceptible con los sentidos, trae a la memoria a tu Madre del cielo y ponte espiritualmente en Sus brazos.

3. Recuerda que el Rosario consiste en meditar y contemplar los principales episodios de la vida de Cristo para conocerlo, amarlo e imitarlo. Mientras rezas las diez Avemarías de cada misterio como si fueran una melodía de fondo que tranquiliza y serena, centras tu oración en Cristo, su vida, sus enseñanzas. Los misterios del Rosario son como un compendio del mensaje de Cristo. Cada misterio tiene sus gracias especiales, grandes temas en qué meditar, grandes enseñanzas. Meditar en los misterios de la vida de Cristo nos ayuda a crecer en nuestra configuración en Él. No es un simple ejercicio intelectual, sino un encuentro vivo con Cristo, pues por las virtudes teologales podemos entrar en contacto real con Cristo.

4. "Contemplar con María el rostro de Cristo" (RVM, 3). Ponte al lado de María junto con Ella recuerda a Cristo. Si rezas así el Rosario, verás que algo sucede en tu alma mientras lo rezas. Experimentas la presencia de María que te dice que Ella está allí, siempre a tu lado, te abraza, te enseña a contemplar a Jesús. Durante el Rosario, María trabaja de manera especial en tu alma, modelándola conforme a la imagen de Jesús. Ella es quien nos conduce de modo más seguro a Cristo y lo hace no sólo con su ejemplo sino con una acción espiritual, profundamente eficaz. Cuando María y el Espíritu Santo trabajan juntos, forman una mancuerna realmente poderosa.

5. Rezar el Rosario es rezar desde el corazón de María. "Aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y la profundidad de su amor". (RVM 1) María es modelo insuperable de contemplación. A partir de la experiencia de María, el Rosario es oración contemplativa; es entrar a la escuela de oración de la Virgen María. Nos enseña mostrándonos a Jesús y permitiéndonos ver cómo ella los vive interiormente.

6. Ten siempre presente que el Rosario es un arma poderosa. Rezándolo con esta certeza de fe, obtenemos abundantes gracias a través de las manos de María. La paz del mundo es una intención particularmente querida por María. Otra intención muy especial y que, como dice Juan Pablo II, requiere hoy "urgente atención y oración", es la familia.

7. Es una oración que ayuda a unificar e integrar toda la vida y a ponerla en manos de Jesús y María, pues a lo largo de los misterios del Rosario podemos ir poniendo en sus manos las personas que más llevamos en el corazón, la familia, los amigos, la Iglesia, la nación, la humanidad, la misión, el trabajo, las preocupaciones e intenciones personales.

8. El hábito de rezar el Rosario todos los días es un modo de asegurar un contacto diario con la Virgen María, de expresarle todo tu afecto, veneración y gratitud. Es bueno tratar de rezarlo cada día mejor, con más atención, disponiéndote con las actitudes correctas, meditando mejor, poniendo más amor.

martes, 30 de junio de 2020

¿CUÁL ES EL ENORME PODER QUE ENCIERRA EL ROSARIO?


¿Cuál es el enorme poder que encierra el Rosario?
¡Cuántas personas han logrado verse libres de pecados y de malas costumbres el dedicarse a rezar con devoción el santo Rosario!


Por: P. Marcelo Rivas Sánchez | Fuente: DiosBendice.org




Cuentan los antiguos que cuando Santo Domingo de Guzmán empezaba a desanimarse al ver que en los sitios donde predicaba la gente no se convertía y la herejía no se alejaba, le pidió a Nuestra Señora le iluminara algún remedio para conseguir la salvación de aquellas personas y que Ella le dijo en una visión:

"Estos terrenos no producirán frutos de conversión sino reciben abundante lluvia de oración".

Desde entonces el santo se dedicó a hacer rezar a las gentes el Padre Nuestro y el Ave María y a recomendarles que pensaran en los misterios de la Vida, Pasión y Muerte de Jesús.

Muy pronto las conversiones fueron muy numerosas y las gentes de aquellas regiones volvieron a la verdadera religión.

Hoy por hoy, después de la Santa Misa, el Rosario es quizás la devoción más practicada por los fieles.

Los adversarios de la religión católica (protestantes, etc.) han dicho y siguen diciendo horrores contra el Santo Rosario pero los católicos han experimentado y siguen experimentando día por día los extraordinarios favores divinos que consiguen con esta santa devoción

¡Cuántas personas han logrado verse libres de pecados y de malas costumbres el dedicarse a rezar con devoción el santo Rosario!

¡Cuántos hay que desde que están rezando el Rosario a la Virgen María han notado como su vida ha mejorado notoriamente en virtudes y en buenas obras!.

Son muchísimos los que por haber rezado con toda fe su Rosario lograron obtener una buena y santa muerte y ahora gozan para siempre en el cielo.

El Santo Rosario y las indulgencias
Ojalá leyéramos algún libro que hable de las maravillas que se consiguen con el rezo del Santo Rosario.

Basta saber que el Rosario ha sido recomendado por muchos Sumos Pontífices y aprobado por la Iglesia Católica en todo el mundo, y que a los que lo rezan se les conceden numerosas indulgencias.

Se llama indulgencia a la rebaja de castigos que tendríamos que sufrir en la otra vida por nuestros pecados.

La Iglesia Católica con el poder que Jesús le dio cuando dijo: "Todo lo que desates en la tierra queda desatado en el cielo", puede conceder a los fieles que por ciertas devociones se les rebaje parte de los castigos que tendrían que sufrir en el purgatorio.

"Se confiere una indulgencia plenaria si el rosario se reza en una iglesia o un oratorio público o en familia, en una comunidad religiosa o asociación pía; se otorga una indulgencia parcial en otras circunstancias"

Condiciones para la Indulgencia plenaria del Santo Rosario:
Que se recen las cinco decenas del Rosario sin interrupción
Las oraciones sean recitadas y los misterios meditados
Si el Rosario es público, los Misterios deben ser anunciados
Además debe cumplirse: Confesión Sacramental, Comunión Eucarística y Oraciones por las intenciones del Papa

Si no se cumplen las condiciones para la indulgencia plenaria, puede aún ganarse indulgencia parcial.

La indulgencia puede ser aplicada a los difuntos. La indulgencia plenaria solo puede ganarse una vez al día (excepto en peligro de muerte).

Lo maravilloso del Santo Rosario no es la repetición de las avemarías o de la mesa bien dispuesta que sostiene la imagen de la Virgen, sino la experiencia de la unidad que se conforma en todo el mundo entero para alabar y bendecir a Dios por los motivos inmensos de su amor para con la humanidad.

Rezar el Rosario es una rica costumbre de la piedad popular donde la Santísima Virgen se hace universal y de mucha importancia para los creyentes.

Rezar el Santo Rosario es la magnífica oportunidad que tenemos todos de experimentar en la fe ese amor a Dios en María Santísima, a la cual le había confiado esa misión salvífica.

Es el santo rosario el lugar para reconocer a María Virgen como la Madre del Señor Jesús y en el plano de la gracia, Madre de todos nosotros. Es a la vez el reconocimiento de que Dios a través de Ella interviene a favor nuestro.

El Rosario es una oración connatural a la gente sencilla que reconoce la elegancia de Dios para hacer nacer a Jesús, el Salvador del vientre inmaculado de la Virgen María.

Por eso en cada decena de las avemarías se medita el sufrimiento, la lucha y el triunfo en ese caminar de Jesús por el camino de la vida, donde la Virgen estuvo presente y actuante para ayudarle a cumplir su misión salvadora.

Mi madre solía decir, que el rosario era tan sagrado porque en el estaba todo Jesús y toda María. Por eso, hoy en día, se hace necesario, que el santo rosario ocupe ese espacio tan vivo en los hogares.

martes, 14 de abril de 2020

¿CÓMO MOTIVAR A NIÑOS A REZAR EL ROSARIO?


¿Cómo motivar a niños a rezar el Rosario?
¿Qué estrategias usó nuestra Sra. de Fátima para lograr que esos tres niños rezaran el Rosario cada día con devoción?


Por: María Lourdes Quinn | Fuente: InfoCatolica.com




A lo largo de los años he intentado animar a mis hijos a rezar el Rosario con una mezcla de éxitos y fracasos, y por tanto admiro a las madres que me dicen que rezan el Rosario todas las noches en familia y también la labor de la Armada Blanca. Uno podría pensar que quizá es demasiado pedir a niños pequeños rezar el Rosario todos los días, pero eso es precisamente lo que hizo la Santísima Virgen María cuando se apareció a tres pastorcillos en Fátima. Cuando empezaron sus apariciones el 13 de mayo de 1917, Lucía tenía 10 años, Francisco 8 años, y Jacinta solo 7 años y no se pasaban todo el día en la iglesia.

¿Qué estrategias usó nuestra Sra. de Fátima para lograr que esos tres niños rezaran el Rosario cada día con devoción?

1) Dar ejemplo de cómo rezar, hasta antes de mencionar el Rosario.

Antes de las apariciones de la Virgen, Dios mandó al Ángel de Portugal para decirles a los niños: “¡Orad conmigo!”. Les dio ejemplo y les enseñó simples oraciones, asegurándoles: “Los Corazones de Jesús y María están atentos a la voz de vuestras súplicas”. Cuando les encontró no rezando al aparecerse a ellos la segunda vez, les exhortó: “¿Qué estáis haciendo? ¡Rezad! ¡Rezad mucho!” y les reveló: “Los corazones de Jesús y de María tienen sobre vosotros designios de misericordia”. En su 3ª. aparición, les demuestra la Presencia del Señor en el Santísimo Sacramento, postrándose ante Él. Ya les demuestra la necesidad de la oración y la actitud que deberían de tener, como podemos hacer los padres con nuestros hijos desde su infancia.

2) Insistir amablemente.

En cada una de sus seis apariciones en Fátima, la Santísima Virgen María repite su petición de que los pastorcillos recen el Rosario todos los días y que continúen a hacerlo. Si la Virgen María no se contentó con decirlo una vez, no deberíamos de desanimarnos si hemos de insistir con cariño una y otra vez para que nuestros hijos tomen la costumbre de rezar el Rosario todos los días.

3) Demostrar que nos importa.

La Virgen se mostró a veces triste, apelando a la compasión de los pastorcillos. Explica Lucía: “Delante de la palma de la mano derecha de nuestra Señora estaba un corazón rodeado de espinas que parecían clavarse en él. Entendimos que era el Corazón Inmaculado de María, ultrajado por los pecados de la humanidad, y que quería reparación.” (2ª. Aparición Virgen) Añade también que en su última aparición a los pastorcillos, la Ssma. Virgen María “tomando aspecto más triste dijo: -‘Que no se ofenda más a Dios Nuestro Señor, que ya es muy ofendido.” Si de verdad nos importa la oración, los niños se darán cuenta de ello.

4) Recordarles la necesidad de reparación para evitar el infierno.

A veces podríamos pensar que hablar sobre el infierno y sobre los pecados podría asustar demasiado a los niños, pero la Santísima Virgen María no se anduvo con rodeos y hasta les mostró una visión del infierno en su tercera aparición, pidiéndoles: “Cuando recéis el rosario, decid después de cada misterio: ‘Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas’”. En su cuarta aparición insistió: “Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quien se sacrifique y rece por ellas". Si la más tierna de las Madres no les evitó a los pastorcillos pensar en el infierno, tampoco deberíamos de tener miedo de hacerlo con nuestros hijos, por su bien.


5) Recordarles que el esfuerzo será premiado.

La Virgen motivó a los pastorcillos también revelándoles lo que podrían obtener rezando el Rosario. En su primera aparición dijo que Francisco iría al Cielo, “pero tiene que rezar antes muchos rosarios” y les animó a todos: “Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra". Dio el mismo fin en su tercera aparición, añadiendo además que se rezara para impedir mayores castigos. En sus cuartas y quintas apariciones prometió hasta la cura física de algunos enfermos. Les alentó con recompensa inmediata, apareciéndose su segunda y tercera vez tras el rezo del Rosario. Para que no se desanimaran, les aseguró: “Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará” (3ª. Aparición).

La Iglesia Católica anima de la misma forma a los fieles, concediendo indulgencia plenaria al rezo del Rosario en la iglesia o en familia, según el “Manual de Indulgencias de la Penitenciaría Apostólica” (1986) bajo las condiciones usuales indicadas en las “Normas sobre las indulgencias” [Si no se cumplen las condiciones, la indulgencia es parcial]:

“1. Basta el rezo de sólo una tercera parte del rosario: pero las cinco decenas deben rezarse seguidas.
2. A la oración vocal hay que añadir la piadosa meditación de los misterios.
3. En el rezo público, los misterios deben enriquecerse de acuerdo con la costumbre admitida en cada lugar; en el rezo privado, basta con que el fiel cristiano junte a la oración vocal la meditación de los misterios. (48)”

De esta forma concreta los fieles están asegurados de que sus oraciones hacen una gran diferencia a sí mismos o a las almas en el Purgatorio (a quienes se les puede aplicar las indulgencias obtenidas). El mismo Señor concedió a la Iglesia por medio de sus apóstoles este poder como administradora de gracia: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” 
(Juan 20, 23).

Confiemos, pues, en los consejos de la Virgen María de rezar el Rosario todos los días y también en el poder de su intercesión ante el Señor.

domingo, 6 de octubre de 2019

10 CONSEJOS PRÁCTICOS PARA REZAR EL ROSARIO TODOS LOS DÍAS


10 consejos prácticos para rezar el Rosario todos los días
Tomados del libro “El Rosario: Teología de rodillas”, de Mons. Florian Kolfhaus


Por: Mons. Florian Kolfhaus | Fuente: ACI Prensa




Próximos a la celebración de la Virgen del Santo Rosario este viernes 7 de octubre, se presenta la oportunidad de redescubrir esta oración, que no solo muestra los misterios de la vida de Jesús y de la Virgen María, sino que fortalece la vida cristiana y concede gracias especiales que la misma Madre de Dios prometió a la humanidad.

Aquí 10 consejos prácticos para rezar el Rosario todos los días, tomados del libro “El Rosario: Teología de rodillas”, del  sacerdote, escritor y funcionario de la Secretaría de Estado del Vaticano, Mons. Florian Kolfhaus:

1. Tener el Rosario en el bolsillo

Todo católico debe tener siempre un Rosario en su bolsillo. Existe el denario con sólo diez cuentas y que puede transportarse fácilmente.

Siempre que busques un pañuelo o una llave antes de salir, recuerda también llevar el Rosario de Jesús y María.


2. Aprovechar el tiempo libre también para rezar

En la vida cotidiana siempre hay un "tiempo libre" que podremos aprovechar para rezar el Rosario: cuando esperamos la consulta médica, un bus, una llamada importante, entre otros.

Y si por alguna razón una persona no desea mostrarse en una “sala de espera” como católico practicante, también puede utilizar sus manos: tenemos diez dedos, para contar con ellos los Avemarías.

3. Rezar mientras se realizan quehaceres y deporte

Muchas actividades no requieren pensar mucho, porque las hacemos mecánicamente. Cuando se pica la cebolla, se tiende la ropa o se lava el auto también se puede rezar el Rosario. Así como cuando las personas que se aman piensan en el otro sin importar la actividad que realicen, el Rosario ayuda a permanecer en sintonía con el corazón de Jesús y María.


Esto también funciona para muchos deportes: correr, andar en bicicleta o nadar son actividades en las que se puede rezar el Rosario al ritmo de la propia respiración (ya sea de forma interna o en voz alta si estás solo en un campo abierto).

4. Las imágenes y la música también pueden ayudar

El Rosario es una oración contemplativa. Más importante que las palabras que usemos, es la predisposición de nuestro corazón para contemplar cada uno de los misterios.

Para este propósito se puede buscar en Internet 5 imágenes que nos ayuden a contemplar cada pasaje de la vida Cristo y María. Por otro lado, la música también puede ser útil si se ejecuta en un segundo plano para encontrar paz.

5. Canalizar nuestras distracciones para rezar

Es difícil una oración en la que no surjan distracciones. Una y otra vez los pensamientos vienen a nuestra mente: la lista de compras, el cumpleaños de un amigo, una enfermedad o una preocupación. Si luchamos contra ella en la oración, a menudo es peor.

Es mejor reunir estas "distracciones" y rezar un Avemaría por las personas, por los amigos y familiares, por uno mismo y los problemas. De este modo la oración se hace sincera y personal.

6. Rezar por el otro mientras nos desplazamos

En el camino al trabajo o a la escuela, ya sea en auto o en bus, en tren o caminando, es posible rezar el Rosario sin bajar la cabeza y cerrar los ojos.

Rezar mientras nos desplazamos significa dedicar los Avemarías a las personas con las que hemos establecido contacto o visto durante el día; también por las empresas e instituciones que están en mi camino.

Por ejemplo, si veo a un doctor en mi camino puedo rezar por las personas que atenderán sus enfermedades con él.

7. Orar de rodillas o peregrinando

El Rosario puede rezarse siempre y en todo lugar. A veces, cuando se reza de rodillas o se peregrina se puede llegar a sentir un "desafío físico". Sin embargo esto no se trata de “torturarse” o aguantar el mayor tiempo posible, sino de tener en cuenta que tenemos un cuerpo y alma para adorar a Dios. Por lo tanto, el rosario es también una oración de peregrinación.

8. Conectar cada misterio con una intención

No siempre se tiene que rezar el Rosario de corrido. A menudo puede ser útil conectar cada misterio con una preocupación particular: mi madre, un amigo, el Papa, los cristianos perseguidos. Cuanto más específico sea, mejor. La alabanza y dar gracias a Dios no deben tampoco estar ausentes.

9. Rezarlo en momentos de sequía espiritual

Nosotros los cristianos no somos “yoguis” que debemos cumplir con prácticas ascéticas para “vaciar” nuestra mente. Si bien nuestra relación con Dios está por encima de cualquier actividad, hay también momentos de sequía y aflicción en los que no se puede orar.

En estos momentos difíciles, tenemos que recogernos con el Rosario y simplemente recitar las oraciones. Esto no es una charla pagana, sino que aquella pequeña chispa de buena voluntad que ofrecemos a Dios, puede fomentar que el Espíritu Santo avive la llama de nuestro espíritu.

En tiempos difíciles, incluso puede ser suficiente sostener el Rosario sin pronunciar una palabra. Este estado desdichado ante Dios y su madre se convierte en una buena oración y ciertamente no permanece sin respuesta.

10. Caer dormido rezando el Rosario

El Rosario no debe estar solo es nuestro bolsillos, sino en cada mesita de noche. Cuando se intenta conciliar el sueño también se pueden rezar los Avemarías y es mejor que contar ovejas.

En ocasiones solo las personas mayores y enfermas se “aferran” al Rosario por la noche debido a las promesas de seguridad, fortaleza y consuelo. Sin embargo, también en los buenos tiempos se debe recurrir a esta oración y pedir especialmente por aquellos que sufren.

sábado, 21 de septiembre de 2019

NO TE AVERGÜENCES DE REZAR EL ROSARIO


No te avergüences de Rezar el Rosario. 
Es la mejor arma contra el demonio 



El rosario es una poderosa arma contra el mal. Sigamos usando esta poderosa arma para contrarrestar las fuerzas malignas  


Cerca de un millón de polacos se reunieron el 7 de Octubre de 2017, en la frontera polaca para rezar el Rosario por la salvación de Polonia y del mundo. El evento atrajo la atención del New York Times, así como el sitio web de la BBC, que vio el evento como "polémico".

Esta manifestación del rosario, organizada por laicos pero respaldada por la jerarquía, tuvo lugar en la fiesta de Nuestra Señora del Rosario y el primer sábado de este mes, en el centenario de las apariciones de Fátima.

Con todas estas cosas viniendo juntas, era una oportunidad demasiado buena como para dejarla pasar. Además, el simbolismo de la oración en la frontera, mostrando a Polonia rodeada de oración y mirando al mundo, era también algo poderoso.

Siempre se nos dice que debemos mantenernos al margen, ¿no? Bueno, allí se encontraba un grupo de personas que hicieron precisamente eso.

¿Un evento polémico?
¿Hasta qué punto debe considerarse este evento como "polémico" para que la BBC utilizara esta hermosa palabra? ¿Era esto una especie de manifestación nacionalista? ¿Fue islamofóbico? Para muchos de los participantes, las preocupaciones nacionales no eran algo de lo que no estuvieran al tanto, ni mucho menos la cuestión de migración musulmana.

Por lo tanto, realmente debemos examinar estas dos cuestiones, y ver si estas preocupaciones son legítimas o no, y ver también si estas preocupaciones son coherentes con la caridad cristiana o no.

Supervivencia de Polonia.
Polonia es un país bastante diferente de, digamos, Gran Bretaña. En la memoria reciente, se ha borrado del mapa en varias ocasiones. En 1939, fue dividida entre los alemanes y los soviéticos, los cuales hicieron todo lo posible para asegurarse de que el país nunca volvería a levantarse.

Una generación antes, después de la Primera Guerra Mundial, Polonia luchó una guerra de supervivencia contra la Unión Soviética. Y nadie, al menos en Polonia, ha olvidado las Particiones, en las que los austriacos, los prusianos y los rusos tallaron efectivamente el país en el siglo XVIII.

Si los polacos parecen más apegados a la soberanía nacional que a la mayoría, ¿quién puede culparlos? Su soberanía ha sido muy disputada. Además, la cuestión de la nacionalidad polaca está profundamente conectada con la fe católica.

Tanto en cuestiones de origen étnico y religión, los polacos han sido firmes en la resistencia a la rusificación. ¿Puedes culparlos?

En la actualidad, Polonia no ha seguido el mismo camino que la República Federal de Alemania en lo que se refiere a la admisión de migrantes. Muchas personas se burlan de esto, mucho menos en Bruselas, pero los polacos tienen derecho a tomar su propia decisión sobre este asunto.

En las sociedades liberales el consentimiento es primordial. Los polacos no han consentido en este asunto. (Muchos alemanes tampoco lo han hecho, pero eso es un asunto diferente). Todo el mundo tiene que respetar su derecho a denegar el consentimiento en este y otros asuntos.

Orar por la salvación es admirable.
Dado lo anterior, todavía no está bien vincular la oración del rosario exclusivamente a estas preocupaciones explícitamente seculares. Uno ora el Rosario por una intención, más que por algo en general. Orar por la salvación de Polonia y del mundo (los dos necesariamente van de la mano) es admirable.

El ejemplo polaco debe estimular a otros a hacer lo mismo. En cuanto al aniversario de Lepanto, esto debe ser visto como algo positivo, en lugar de algo negativo. El estado otomano ya no existe, por lo que marcar el aniversario no está dirigido a otro país.

La victoria de Lepanto contribuyó a la liberación de los pueblos sujetos del Imperio Otomano (aunque esto se tomó bastante tiempo), liberándolos de un régimen cruel, despótico y atrasado. La batalla misma llevó a la liberación inmediata de numerosos esclavos de la galera cristiana. ¿Qué hay que celebrar al respecto?

El Rosario es un arma contra el mal.
El Rosario está íntimamente ligado a la victoria de Lepanto, porque San Pío V animó a los fieles a orar por la victoria de esta manera. Orar por la victoria en la guerra ha sido desde hace mucho tiempo el camino cristiano, ciertamente se hizo bastante entre los años 1939 y 1945, también he visto tarjetas de oración con las palabras: "Den paz y victoria a Gran Bretaña y su Imperio, y a su sirviente George V, nuestro Rey".

Por otra parte, incluso hoy los obispos en Nigeria están instando a la gente a rezar el Rosario en la cara de Boko Haram, que está completamente de acuerdo con la tradición católica. Mucha gente ha estado diciendo lo mismo sobre ISIS.

¿Polémico? No lo creo. Los católicos han estado haciendo estas cosas durante siglos. Esperemos que sigamos haciéndolas durante muchos siglos más. Como nos recuerda el sitio web de los organizadores del evento polaco:

"El rosario es una poderosa arma contra el mal".

¡Sigamos usando esta poderosa arma!

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Información vía: Catholic Herald
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