miércoles, 2 de abril de 2014

LA MADRE, LA MEJOR OBRA DE DIOS


LA MADRE, LA MEJOR OBRA DE DIOS

Dios que estaba ocupado en crear a las madres, llevaba ya seis días trabajando horas extraordinarias, cuando un ángel se le presentó y le dijo:“TE  AFANAS DEMASIADO SEÑOR”.

El Señor repuso: pero no te das cuenta que esta criatura tiene que ser lavable de pies a cabeza, sin ser de plástico y que tiene que llevar cien piezas movibles, todas reemplazables funcionar a base de café negro y de las sobras de comida, que tiene que poseer un regazo capaz de desaparecer cuando se ponga de pie, un beso capaz de curar todo, desde una pierna rota hasta un amor frustrado y tener seis pares de manos

Y el ángel confundido observó: ¿Seis pares de manos Señor? ¡Eso no es posible! no son las manos el problema, agregó el Señor, sino los tres pares de ojos

¿Y eso es para el modelo normal? Preguntó el ángel.

Y el Señor le explicó: uno para ver a través de la puerta siempre que pregunte ¿niños, que están haciendo ahí adentro? Aunque ya lo sepa muy bien; otro detrás de la cabeza para ver lo que más le
valiera ignorar, pero que precisa saber; y desde luego los de adelante, para mirar a un niño en apuros y decirle, sin pronunciar siquiera una palabra: “te entiendo hijo y te quiero mucho”.

El ángel le tiró de la manga y advirtió mansamente: vale más que te vayas a la cama señor, mañana será otro día.
... No puedo... y además creo que me falta poco. dijo el Señor agregando:
ya hice una que se cura por si sola cuando enferma; que es capaz de alimentar a una familia con un poco de frijol y de persuadir a un niño de cuatro años que se esté quieto mientras lo baña.

Lentamente, el ángel dio la vuelta en torno a uno de los modelos maternales diciendo: me parece demasiado delicada, comentó con un suspiro.

Pero es muy resistente aseguró Dios emocionado, no tienes idea de lo que es capaz de hacer y sobrellevar.

¿Podrá pensar? preguntó el ángel.
Claro, y razonar también, respondió el Señor.

Por último el ángel se inclinó y pasó un dedo por la mejilla del modelo, diciendo: ¡tiene una fuga! 
y dijo Dios: no es una fuga, es una lágrima.

¿Y... para qué sirve? Dijo el ángel.
Para expresar gozo, aflicción, desengaño, pesadumbre, soledad y orgullo.

Eres un genio Señor, comentó el ángel.
Y Dios, con un perfil de tristeza observó y dijo: “yo no se la puse.”

domingo, 30 de marzo de 2014

ORACIONES QUE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA ENSEÑÓ A LOS NIÑOS



ORACIONES QUE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
ENSEÑÓ A LOS NIÑOS


La Hermana Lucia cuenta en la 4ta Memoria, que Nuestra Señora, en la aparición del 13 de julio de 1917, les recomendó:

«Sacrificaos por los pecadores, y decid muchas veces, en especial cuando hagais algun sacrificio: Oh Jesús, es por vuestro amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María.»

En la misma aparición. Nuestra Señora volvió a insistir:

«Cuando receis el rosario decid, al final de cada misterio: Oh Jesús mío, perdonadnos, libradnos del fuego del infierno, llevad al Cielo a todas las almas, especialmente las más necesitadas de vuestra misericordia.»

CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


CONSAGRACIÓN AL
 CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, a vuestro Corazón Inmaculado nos consagramos, en acto de entrega total al Señor. Por Vos seremos llevados a Cristo, y por Él y con El seremos llevados a Dios Padre. Caminaremos a la luz de la fe, y haremos todo para que el mundo crea que Jesucristo es el Enviado del Padre. Con Él queremos llevar el Amor y la Salvación hasta los confines del mundo. Bajo la maternal protección de vuestro Corazón Inmaculado, seremos un solo pueblo con Cristo. Seremos testimonio de su Resurrección. Por Él seremos llevados al Padre, para gloria de la Santísima Trinidad, a quien adoramos, alabamos y bendecimos. Amen.

IMÁGENES DEL ROSTRO DE LA VIRGEN MARÍA






ORACIÓN EUCARÍSTICA


Oración Eucarística:

Santísima Trinidad, te adoro, Dios mío, te amo en el Santísimo Sacramento.

IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA Y EL NIÑO JESÚS












ORACIÓN A LA MEDALLA MILAGROSA

INVOQUEN A LA VIRGEN MARÍA


A MAL TIEMPO, BUENA CARA

La Magia del entusiasmo
A mal tiempo buena cara
Autor: Padre Mariano de Blas, L.C.


Fuera hace frío, mucho frío; se ve el aliento de las personas al respirar, mientras caminan envueltos en abrigos y bufandas y las manos en los bolsillos. Quizá las crestas de los montes estén cubiertas de nieve o de hielo, pero hay gente que tiene su corazón caliente, y no importa el frío de las calles; personas que tienen una razón para vivir, gentes felices y que saben amar, que saben convertir todas las cosas duras de la vida en algo bueno, algo positivo, tienen esperanza, confían en Dios, aman a su prójimo y se esfuerzan por mantener un clima de paz y calor en sus hogares, en su trabajo.

Pero, ¡qué duro debe ser que ahí fuera haga frío y que el corazón esté congelado, hecho hielo, también! Frío por fuera y frío por dentro; Hielo es la desesperanza, dejarse arrancar día a día los restos de confianza a los que uno se agarra para seguir viviendo. Hielo es el rencor y el odio que va pudriendo poco a poco de modo irremediable tantos corazones. ¡Qué hielo tan duro, es el miedo a la vida, al futuro, a la vejez, a la enfermedad y a la soledad!

Necesitamos que salga el sol dentro de nosotros mismos, el sol de la esperanza, del amor, del optimismo, de la paz interior; tenemos que forzarnos a nosotros mismos y, antes que nada, obligarnos a creer que el sol puede salir en nuestra vida.

El que desespera de todo, puede tener muchas razones y excusas, pero también algo de culpa porque penas, sufrimientos, apuros económicos, contratiempos, están repartidos en la vida de todos, pero ahí esta también la mente, nuestra mente, para buscar soluciones a los problemas, y unos la usan y otros no.

Ahí están nuestras manos para trabajar, y unos les dan uso y otros no, ahí está Dios que sí ayuda a los que confían, pero unos le rezan a ese Dios y otros le dan la espalda; ahí están las oportunidades que ofrece la vida, pero unos las buscan y otros se excusan diciendo que nada se puede hacer.

El sol de la esperanza puede salir y de hecho sale en la vida de todos los que se fuerzan a sí mismos a creer en Dios y en sí mismos, que se fuerzan a esperar lo mejor, a luchar por salir adelante a pesar de todo.

PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO


LA FUERZA DE LA VIRGEN MARÍA


LA FUERZA DE MARÍA..


¿Qué fuerza puede arrancarnos del Corazón de María si confiamos plenamente en Ella y en su poder? Ninguna fuerza de este mundo, ni siquiera todo el Infierno, aunque se ponga en nuestra contra, podrá algo contra el amor de María por nosotros. Es necesario que tengamos cada vez más confianza en la Virgen y en su protección, pues Ella no deja abandonado a las fauces salvajes de los demonios a sus hijos predilectos. Tenemos que estar convencidos de que María camina a nuestro lado, que está siempre con nosotros, incluso cuando nos parece que estamos abandonados de Ella. Porque la Virgen tiene un cuerpo glorioso como el de su Hijo Jesús y por ello puede también estar en todas partes al mismo tiempo, y así está siempre a nuestro lado, y en el momento de mayor sufrimiento, tanto mayor será su presencia de Madre amorosa. ¡Confiemos en María!

UNA PEQUEÑA ROSA ROJA


Una pequeña rosa roja


Caminaba un día por la calle, cuando observé  como unas nubes oscuras se juntaban en el cielo, y vi luego como la lluvia empezó a caer,  rápidamente busqué refugio, al mismo tiempo que la suave lluvia se convertía poco a poco en tormenta.Encontré refugio bajo una cornisa,  a la entrada de una casa, en el momento en que la tormenta caía con más fuerza y estruendo.

Vi entonces una pequeña rosa roja, golpeada y encorvada
por las grandes gotas de agua que constantemente le azotaban;
y a pesar de esto no se rompía, sino que soportaba con increíble resistencia el gran embate de la lluvia y cada uno de sus golpes;
manifestado en grandes y pesadas gotas de agua.

Me sorprendí al ver como a pesar del viento y lluvia,
la pequeña rosa roja soportaba el gran castigo, sin ceder ni un ápice.
En muchos momentos, pensé verla caer, derrotada por la furia del agua, mas sin embargo, volvía a enderezar su ya doblado tallo por la lluvia.

Al pasar la lluvia, y ver como el sol salía de entre las oscuras nubes,
noté con asombro como la pequeña y frágil rosa roja, estaba aún en su lugar, con su tallo erguido hacia el cielo, mostrando con orgullo sus bellos pétalos rojos, en señal de su victoria ante las fuerzas de la misma naturaleza, a la cuál pertenece.

Esto me hizo reflexionar acerca de mi vida;
pues al recordar como la indefensa rosa luchaba por seguir en pié ante la tempestad,  y después de observar cuán dura había sido su lucha,  me recordó las dificultades que había tenido en mi vida,
y de como muchas veces, había sentido que ya no podía más,
pero al ver la rosa roja, en pié y victoriosa,recordé aquel pasaje de la Biblia, donde Jesús nos dice que nosotros valemos más que las flores del campo y los pajarillos del cielo, y pensé:

"Si Jesús dio fuerza a esa pequeña rosa roja para pasar la tempestad;
¿por qué he yo de temer a las adversidades? Pues si Jesús no dejó que esa rosa que no ama, no camina y no tiene razón soportara la tormenta, ¿cuánto más cuidará de mí, hijo de Dios y heredero de la vida eterna?”.

Desde entonces no dejo que nada me asuste,atemorice o desanime,
y cada vez que siento desfallecer; recuerdo aquella pequeña rosa roja, la cuál me mostró cuánto valgo y lo duro que he de pelear en este mundo,pero también recuerdo el amor que me tiene Aquel que dio fuerza a la rosa, para que pudiera resistir.

sábado, 29 de marzo de 2014

HUELLAS EN LA ARENA

Huellas en la Arena

        Una noche tuve un sueño... soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida.

        Por cada escena que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran las mías y las otras del Señor.

        Cuando la última escena pasó delante nuestro, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas en la arena.

        Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me perturbó y pregunté entonces al Señor: "Señor, Tu me dijiste, cuando resolví seguirte, que andarías conmigo, a lo largo del camino, pero durante los peores momentos de mi vida, había en la arena sólo un par de pisadas.

        No comprendo porque Tu me dejaste en las horas en que yo más te necesitaba". Entonces, El, clavando en mi su mirada infinita me contestó: "Mi querido hijo.

        Yo te he amado y jamás te abandonaría en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas fue justamente allí donde te cargué en mis brazos".


LAS SIETE PRENDAS DE LA VIRGEN MARÍA


LAS SIETE PRENDAS DE LA VIRGEN

La vestimenta de la Santísima Virgen, en su aparición en Sabana Grande, es todo un meditar sobre el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo de forma sencilla y elocuente. Su corona tiene siete estrellas que simbolizan el tesoro de nuestra Iglesia Católica, que son los siete Sacramentos y las siete virtudes (Humildad, Generosidad, Castidad, Paciencia, Templanza, Caridad y Diligencia), que nos invita a vivir y que se contraponen a los siete pecados capitales.
Su manto azul representa la protección maternal de la Virgen a todos sus hijos. Su túnica blanca simboliza nuestro apostolado y la pureza y limpieza que debemos mantener en el alma para alcanzar el Reino de Dios. Su rosario simboliza la oración y el sacrificio al que estamos llamados todos, para conseguir nuestra conversión interna en una búsqueda genuina de Dios y la transformación de la humanidad, que cada vez se aleja más de Él. Su broche, simboliza el pequeño reinado de María sobre hombres y mujeres que, saliendo de la indiferencia, deciden ayudar a nuestra Madre Santísima para que las almas regresen a Dios.

Su cinturón, simboliza la obediencia que debemos a la Iglesia Verdadera. Su sandalia, simboliza la diligencia con la que debemos obrar, para que el propósito de su aparición se cumpla.

1 CORONA DE SIETE ESTRELLAS

Su corona de siete estrellas, una grande al frente, tres a la derecha y tres a la izquierda simboliza los siete Sacramentos de nuestra Iglesia. La primera estrella simboliza el sacramento del Bautismo; la segunda la Confirmación; la tercera la Penitencia; la cuarta y más grande la Eucaristía; la quinta la Unción de Enfermos; la sexta el Orden Sacerdotal; la séptima el Matrimonio. La Santísima Virgen, como formadora perfecta, nos recalca la importancia del sacramento de la Eucaristía, el Cuerpo y la Sangre de su Amadísimo Hijo en la más reluciente y hermosa de todas, la cuarta estrella.

En cada una de las estrellas de su corona también se encuentran simbolizadas las virtudes de la Santísima Virgen: humildad, generosidad, castidad, paciencia, templanza, caridad y diligencia. Diferente a otras apariciones, en la aparición de Sabana Grande la Santísima Virgen se presenta con su hermosa corona de forma horizontal la forma en que se coronan los reyes de la tierra porque Ella viene en este tiempo como Reina de todos los hombres, Reina de toda la humanidad. Es necesario participar de su reinado, convirtiéndonos en sus súbditos y esclavos, en perfectos apóstoles de estos tiempos.
La Santísima Virgen, como Madre perfecta, quiere mostrarnos el Verdadero Camino y nos deja su corona de siete estrellas visibles que continuamente nos recuerdan que debemos frecuentar los Sacramentos, fuente de gracia que nos mantendrá cerca de su Hijo Jesús. Por la recepción frecuente de los Sacramentos e imitando a Nuestra Madre en sus virtudes se logrará alcanzar el crecimiento espiritual que Ella pide a sus hijos nuevos, la nueva estirpe que con su ejemplo y santidad transformará la humanidad.

2 MANTO AZUL

El manto de la Santísima Virgen siempre significa confianza, protección. Es esa protección especial que Ella nos promete y nos recuerda en cada unos de sus tres primeros mensajes. María nos promete en su primer mensaje, “Las gracias necesarias para la salvación”; en su segundo mensaje nos dice “protéjanse debajo de mi manto y vivan en mis virtudes”; en su tercer mensaje, “prometo mi protección maternal cubriendo con mi manto…” y nos repite “protéjanse debajo de mi manto….” Ella nos conseguirá todas las gracias necesarias…todo cuanto le pidamos y sea para beneficio de nosotros. De su manto recibiremos toda la protección y guía necesaria para alcanzar la plenitud pedida por su Amadísimo Hijo Jesús.

Cierto es, que aunque en nuestro caminar habrá muchos tropiezos, estos fortalecerán nuestro espíritu. Aún en momentos en que nos sintamos perdidos y en la oscuridad, Ella estará muy cerca de nosotros, su protección no nos ha de faltar. Lo importante es confiar, entregarnos y caminar sabiendo que Ella camina a nuestro lado y nos cubre con su manto guiándonos de su mano.

Cuando una Madre está enseñando a su bebe a caminar, se mantiene cerca del bebe. Al principio le toma de las manitas y le ayuda, le enseña como se dan los primeros pasos; luego le suelta una mano y ya el bebe dará sus primeros pasitos solo, pero cuando tropieza y cae, inmediatamente puede sentir las manos de su madre que le levanta y conforta. El niño sabe que si se cae, mamá le levantará. Aún cuando cae y no ve a mamá, sabe que ella está cerca, que llamándola acudirá en su ayuda, Así es la Virgen María con nosotros, una Madre llena de amor, que siempre se mantiene a nuestro lado; que con sólo llamarla acudirá a nuestro auxilio. La Santísima Virgen María, con su manto azul, nos promete la protección que brindará a todo aquel que promulgue su nombre como Madre del Verdadero Camino hacia el Padre.

3 TÚNICA BLANCA

Su túnica blanca simboliza el apostolado. Ese apostolado constante que es un deber de todo cristiano no importa sexo, condición social, si se está casado o soltero con o sin hijos.
Los laicos estamos llamados a ponernos a disposición de nuestros sacerdotes, ayudarlos y asumir la responsabilidad del apostolado en nuestra comunidad. La Santísima Virgen, en su segundo mensaje, nos invita a ser cristianos dinámicos, como lo fue su Amadísimo Hijo. Jesús caminó y cumplió con su misión, con la voluntad del Padre, aún a costa de su propia Sangre. Nuestra Iglesia nos pide un apostolado activo y constante. En el concilio Vaticano II se nos exhorta a ello.
Como hijos fieles de la Madre Iglesia tenemos que vestirnos con la túnica blanca y convertirnos en los apóstoles de estos tiempos.

BROCHE, ROSARIO, CORREA Y SANDALIA

Estas cuatro prendas de vestir color café o tierra son símbolo de la participación activa del hombre. Según el pedido que le hizo su Hijo, la Santísima Virgen por medio de estas cuatro prendas nos invita a actuar para alcanzar la plenitud.

4 BROCHE

El broche simboliza el pequeño reinado de María, una nueva generación de cristianos que proclamen sin miedo a María como Madre del Verdadero Camino hacia el Padre.
Este reinado de María es el resultado de la misión a la que fue predestinada: La misión de Madre del Creador y de todas las criaturas y mediadora e intercesora ante su Hijo Jesús.
Por esto, entre otras cosas, llamamos a la Santísima Virgen:

-Reina de la belleza, por su singular hermosura.
-Reina de la Santidad, por la plenitud de su Gracia, principio de virtudes y de méritos Incalculables.
-Reina de todos los Santos, porque a todos superó en santidad.
-Reina de los Ángeles, porque supera a todos en la agudeza del entendimiento.
-Reina de los Patriarcas, porque a todos supera en el Don de la Profecía.
-Reina de los apóstoles, porque los supera en el cielo.
-Reina de los Mártires, porque supera a todos en fortaleza.
-Reina de los confesores, porque supera a todos en la confesión de fe.

María Santísima empezó a ser Reina en el momento mismo en que concibió, por obra del Espíritu Santo, a Jesucristo Rey.

Reafirmó su realeza por derecho, al pie de la cruz de Jesús; ejerció su reinado sobre la Iglesia primitiva, sobre los Apóstoles y primeros discípulos del Señor y sigue y seguirá, ejerciéndolo eternamente en el Cielo sobre todos los seres creados.

Este reinado de María no es uno temporal y terreno, sino más bien un reinado eterno y universal: Reina de la Verdad, de Vida, de Santidad. De Gracia. De Justicia. De Amor y de Paz.
Este reinado lo componen cristianos que se dediquen a la oración, al sacrificio y al apostolado. Está al alcance de nuestras manos. Este reino es uno sobrenatural, el fin último del mismo es la salvación eterna. Por lo tanto, la ley en este reino espiritual es la gracia para la salvación eterna. La gracia es la mueve a los súbditos de este reino a aceptar la Voluntad del Padre.

Ella es la dispensadora de todas las gracias y nos promete, en su primer mensaje dejado en Sabana Grande, unas gracias especiales para la salvación, gracias que nos ayudarán a formar parte de este reinado de María simbolizado con su broche.

Como Madre perfecta, nos muestra las herramientas, los medios para lograr el pedido de formar esta nueva generación que son: sus virtudes, los Sacramentos de la Verdadera Iglesia, el rosario como arma infalible, y la oración, el sacrificio y la penitencia.

5 EL ROSARIO


La Santísima Virgen traía entre sus manos un rosario color café. Color que como ya hemos dicho, nos recuerda la participación activa del hombre en este mensaje.
En todas sus visitas al mundo del hombre, la Madre de Dios ha pedido sin cesar, el rezo del Santo Rosario. Sabana Grande no es una excepción. En su visita a tierra puertorriqueña la Santísima Virgen nos trae el rosario como prenda segura de salvación. Muchos Santos le han llamado, y con razón…”la oración más perfecta después de la Santa Misa”.
El Santo Padre continuamente nos exhorta al rezo del Santo Rosario y nos recuerda su importancia.
Con el rezo del Santo Rosario meditamos continuamente sobre los hechos más importantes de la obra salvífica de Nuestro Señor Jesucristo y de la participación corredentora de nuestra Santísima Madre, desde la Anunciación hasta la Resurrección.

El Santo Rosario no es solo oración sino también sacrificio, especialmente si lo rezamos de rodillas. No podemos olvidar que la Santísima Virgen nos dice en su segundo mensaje que….”la oración y el sacrificio serán mandatorios”. Y en su tercer mensaje nuestra Santísima Madre promete una protección muy especial a todo aquel que rece diariamente cinco misterios del Santo Rosario. Confiados en nuestra Madre Celestial cumplamos con este importante pedido.

6 CINTURÓN O CORREA

¿Cómo vamos a caminar hacia un mayor crecimiento espiritual? La Santísima Virgen nos lo indica por medio del cinturón que simboliza la obediencia. Caminaremos en obediencia a Pedro y a sus sucesores, es decir, al Santo Padre. Tenemos que ser obedientes a los dogmas y doctrinas de la verdadera Iglesia. Tosa la vida de nuestra Señora es un ejemplo vivo de obediencia.
Todos sabemos que por la desobediencia de Eva entró el pecado en el mundo y con el pecado las tinieblas y la muerte. Todos heredamos de nuestros primeros padres, Adán y Eva, esta tendencia al mal, a la desobediencia. Y es por la obediencia de una mujer, la Santísima Virgen María, que llega el Salvador.

Los apóstoles pertenecientes al reinado de la Virgen María viven sumisos y obedientes a Ella, a ejemplo de Jesucristo, quien, de sus 33 años de vida empleó 30 años en entera sumisión a su Madre. “El que honra a su madre se parece a un hombre que atesora.” 1 Como la Santísima Virgen es Madre de la Iglesia, todos tenemos que ser obedientes a Nuestra Señora y a la Iglesia. Siendo obedientes, esto es ciñéndonos el cinturón, perteneceremos a su reinado.
La obediencia de la Santísima Virgen fue continua, pronta y total. Continua es sin interrupción; pronta es sin titubeos; total es sin restricciones de ningún tipo, Así debe ser nuestra obediencia. Veamos un ejemplo de obediencia que nos relata Santa Gema Galgani:

Dados los muchos regalos espirituales que esta Santa obtenía durante su vida, inclusive el que el mismo Jesús le prestara su corona de espinas, recibió órdenes de su director espiritual de acostarse a dormir a cierta hora de la noche. Una noche se le aparece su Ángel de la guarda para comunicarle que la Santísima Virgen vendría a visitarla. Y la santa, que conoce lo importante de la obediencia, le pide al Ángel que le diga a la Santísima Virgen María que vuelva al día siguiente más temprano, porque a esa hora ya no podría recibir más visitas por obediencia. El Ángel sonrió complacido y se marchó.

Jesús le repetía a Santa Gema: “obedece, hija mía, obedece prontamente y alegremente y, para mejor lograrlo y salir victoriosamente es esta hermosa virtud, pídeselo a mi Madre, que tanto te quiere.”
Aprendamos de María, siempre obediente a los deseos del Padre. Es la obediencia lo que distingue y caracteriza el Espíritu de Cristo, por ende, a los cristianos.

7 SANDALIA


La sandalia que calzaba la Santísima Virgen en el pie derecho es símbolo de nuestro peregrinar hacia la Patria Celestial. Es ese primer paso de nuestra entrega a Cristo. Por eso se reconoce en su primer mensaje como Madre del Verdadero Camino hacia el Padre.

Al calzar esta sandalia la Santísima Virgen nos invita a ser diligentes, a actuar con prontitud y alegría. Toda su vida Ella nos demuestra diligencia. La vemos en su visita a su prima Santa Isabel….en su huida a Egipto…Y en las bodas de Cana.

Nuestra Santísima Madre es caminante. Aún hoy sigue su camino por diversas partes del mundo. Sigue estimulando a sus hijos a caminar hacia el Padre. Sin miedo y con diligencia debemos comenzar a peregrinar por este mundo sabiendo siempre que “De la mano de María el camino hemos de recorrer, que por la enseñanzas de Jesucristo su Hijo, al Padre hemos de ver”.

ORACIÓN DEL ABANDONO - SAN IGNACIO DE LOYOLA

EN ELSILENCIO


EN EL SILENCIO...

Cuantas veces he deseado rendirme y dejarte mi Dios,
cuantas veces el silencio no es favorable para mi;
pienso que no estas, que no me oyes,
que ya Tu presencia se ha marchado
y no puedo sentirla, muchas veces se va la alegría,
se pierde la fe por instantes,  que parecen siglos.

Me hago a la idea que no pasa nada,
que estoy sola y me invade la tristeza
y es ahí cuando tu zumbido se hace eco en mis oídos y llega al corazón, dejándome ver que es en el silencio donde las grandes cosas crecen
y TÚ eres muy grande en mi vida.

Termino agradeciéndote por lo que estas haciendo en mis silencios.
Gracias mi Padre,porque me miras en el silencio,
me acaricias en el silencio y me recuerdas en todo momento.///Te amo MI DIOS///

BENDICIÓN CATÓLICA PARA LA CASA


BENDICIÓN CATÓLICA PARA LA CASA.

Que la bendición de Dios descienda sobre esta casa y sobre todos los que en ella viven.  
Que la gracia del Espíritu Santo los santifique a todos!
Que el nombre en el que esta toda la salvación,
el Santísimo y dulce nombre de Jesús,
derrame en rica medida salvación
y bendición sobre esta casa
y sobretodo lo que existe en ella.
 
La Virgen santísima y Madre de Dios, María,
 cele con cuidado maternal por todos
 y los preserve de todo mal
del cuerpo y del alma.
 
Que la intercesión poderosa del glorioso San José
conceda a nuestros trabajos feliz prosperidad
y muchas compensaciones por nuestros sufrimientos.
 
Que los santos ángeles de la guarda quieran proteger a todos en esta casa contra las celadas del enemigo maligno y que eleven con seguridad a todos a la patria celestial.
 
Que la bendición de Dios omnipotente,
 Padre, Hijo y Espíritu Santo,
descienda sobre nosotros y
permanezca para siempre con nosotros.
 
Amen.

viernes, 28 de marzo de 2014

NO TE RINDAS

 No te rindas

No te rindas, aún estás a tiempo
de abrazar la vida y comenzar de nuevo,
aceptar tu sombra,
liberar el lastre y retomar el vuelo.

No te rindas, que la vida es eso,
continuar el viaje, perseguir tus sueños,
abrir las esclusas, destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor, no cedas,
aunque el frío queme, aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se acalle el viento,
aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tu seno.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque yo te quiero,
porque existe el vino y el amor es cierto,
porque no hay herida que no cure el tiempo.

Abrir las puertas, quitar los cerrojos,
bajar el puente y cruzar el foso,
abandonar las murallas que te protegieron,
volver a la vida y aceptar el reto.

Recuperar la risa, ensayar un canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida, remontar los cielos.

No te rindas, por favor, no cedas,
aunque el frío queme, aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se acalle el viento,
aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tu seno.

Porque cada día es un comienzo nuevo,
porque ésta es la hora y el mejor momento,
porque tienes alas y puedes hacerlo,
porque no estás solo y porque yo te quiero.

LLAMADOS A REMAR MAR ADENTRO


Autor: SS Juan Pablo II | Fuente: Catholic.net
Llamados a remar mar adentro
Confía en Él, escucha sus enseñanzas, mira su rostro, escucha su Palabra. Deja que sea Él quien oriente tus búsquedas, aspiraciones, ideales y anhelos de tu corazón.
 
Llamados a remar mar adentro
Mensaje de SS Juan Pablo II. Enero del 2005.


Queridos Hermanos y Hermanas:

«Duc in altum!» Al comienzo de la carta apostólica «Novo millennio ineunte» cité las palabras con las que Jesús anima a los primeros discípulos a echar las redes para una pesca que sería milagrosa. Dice a Pedro: «Duc in altum – Remar mar adentro» (Lucas 5, 4). «Pedro y los primeros compañeros se fiaron de las palabras de Cristo, y echaron las redes» («Novo millennio ineunte», 1).


«Duc in altum!» La llamada de Cristo resulta especialmente actual en nuestro tiempo, en el que una difusa manera de pensar propicia la falta de esfuerzo personal ante las dificultades.

La primera condición para «remar mar adentro» requiere cultivar un profundo espíritu de oración, alimentado por la escucha diaria de la Palabra de Dios. La auténtica vida cristiana se mide por la hondura en la oración, arte que se aprende humildemente «de los mismos labios del divino Maestro», implorando casi, «como los primeros discípulos: "¡Señor, enséñanos a orar!" (Lucas 11, 1). En la plegaria se desarrolla ese diálogo con Cristo que nos convierte en sus íntimos: "Permaneced en mí, como yo en vosotros" (Juan 15, 4)» («Novo millennio ineunte», 32).

La orante unión con Cristo nos ayuda a descubrir su presencia incluso en momentos de aparente desilusión, cuando la fatiga parece inútil, como les sucedía a los mismos apóstoles que después de haber faenado toda la noche exclamaron: «Maestro, no hemos pescado nada» (Lucas 5, 5). Frecuentemente en momentos así es cuando hay que abrir el corazón a la onda de la gracia y dejar que la palabra del Redentor actúe con toda su fuerza: «Duc in altum!» (Cf. «Novo millennio ineunte», 38).

Quien abra el corazón a Cristo no sólo comprende el misterio de la propia existencia, sino también el de la propia vocación, y recoge espléndidos frutos de gracia. Primero, creciendo en santidad por un camino espiritual que, comenzando con el don del Bautismo, prosigue hasta alcanzar la perfecta caridad (Cf. ibid, 30). Viviendo el Evangelio «sine glossa», el cristiano se hace cada vez más capaz de amar como Cristo, a tenor de la exhortación: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mateo 5, 48). Se esfuerza en perseverar en la unidad con los hermanos dentro de la comunión de la Iglesia, y se pone al servicio de la nueva evangelización para proclamar y ser testigo de la impresionante realidad del amor salvífico de Dios.

Particularmente a vosotros, queridos adolescentes y jóvenes, os repito la invitación de Cristo a «remar mar adentro». Os encontráis en un momento en que tenéis que tomar una decisión importante para vuestro futuro. Guardo en mi corazón el recuerdo de numerosos encuentros en años pasados con jóvenes, convertidos hoy en adultos, tal vez en padres de algunos de vosotros, en sacerdotes, religiosos, religiosas, vuestros educadores en la fe. Los vi alegres, como deben ser los jóvenes, pero también reflexivos, por el empeño en dar un «sentido» pleno a su existencia. Cada vez estoy más convencido de que, en el ánimo de las nuevas generaciones es mayor la atracción hacia los valores del espíritu, mayor el ansia de santidad. Los jóvenes necesitan de Cristo, pero saben también que Cristo quiere contar con ellos. 

Queridos hermanos y hermanas, confiad en Él, escuchad sus enseñanzas, mirad su rostro, perseverad en la escucha de su Palabra. Dejad que sea Él quien oriente vuestras búsquedas y aspiraciones, vuestros ideales y los anhelos de vuestro corazón. 
A ustedes queridos padres y educadores cristianos, a los amados sacerdotes, consagrados y catequistas. Dios os ha confiado el quehacer peculiar de guiar a la juventud por el camino de la santidad. Sed para ellos ejemplo de generosa fidelidad a Cristo. Animadles a no dudar en «remar mar adentro», respondiendo sin tardanza a la invitación del Señor. Él llama a unos a la vida familiar, a otros a la vida consagrada o al ministerio sacerdotal. Ayudadles para que sepan discernir cuál es su camino, y lleguen a ser verdaderos amigos de Cristo y sus auténticos discípulos. Cuando los adultos creyentes hacen visible el rostro de Cristo con la palabra y con el ejemplo, los jóvenes están dispuestos más fácilmente a acoger su exigente mensaje marcado por el misterio de la Cruz. 

¡No olvidéis, además, que hoy también se necesitan sacerdotes santos, personas totalmente consagradas al servicio de Dios! Por eso querría repetir una vez más: «Es necesario y urgente enfocar una vasta y capilar pastoral de las vocaciones que llegue a las parroquias, los centros educativos, a las familias, suscitando una reflexión más atenta a los valores esenciales de la vida, los cuales se resumen claramente en la respuesta que cada uno está invitado a dar a la llamada de Dios, especialmente cuando pide la entrega total de sí y de las propias fuerzas para la causa del Reino» («Novo millennio ineunte», 46). 

A los jóvenes les vuelvo a decir las palabras de Jesús: «Duc in altum!» Al repetir de nuevo esta exhortación, pienso también en las palabras dirigidas por María, su Madre, a los servidores en Caná de Galilea: «Haced lo que Él os diga» (Juan 2, 5). Cristo, queridos jóvenes, os pide «remar mar adentro» y la Virgen os anima a no dudar en seguirle. 

DEJÉMONOS QUERER POR LA VIRGEN MARÍA

Dejémonos querer por María
Padre Tomás Rodríguez Carbajo

. Se nos propone como prototipo del amor, el de l madre, persona con la que primero tuvimos contacto sensible en esta vida y quien siempre llevaba ella la iniciativa en las muestras de amor, besos, caricias, abrazos, etc...

. De “pequeñines” nos dejábamos querer por la nuestra madre, después ya iba buscando que tuviéramos nosotros la iniciativa en las muestras de amor y cariño.

. En nuestros años infantiles nuestra piedad mariana venía arropada por el ambiente del hogar y de la escuela: Las Tres avemarías rituales al levantarnos y al acostarnos. En fechas señaladas como en Mayo se respiraba un ambiente mariano con el “ejercicio de las flores” ante el altar construido dentro del aula, en cuya parte más alta se había colocado una imagen o cuadro de la Virgen.

. Al llegar a la adolescencia se nos proponía a María como guía, modelo para nuestra vida de acercamiento a Cristo. Con el entusiasmo de la entrega le cantábamos: “Mientras mi vida alentare todo mi amor para Ti...”

. Los años pasaban y aquellos fervores se iban debilitando o apagando. Se seguía a falaces sirenas, que prometían una felicidad inmediata, pero que nunca llegaba a llenar plenamente nuestras ansias de felicidad. Fueron los años de alejarse de la mayoría de las prácticas religiosas, de la incoherencia entre lo que pedíamos a los otros y lo que nosotros nos exigíamos.

. Como hay tiempo para todo, cuando se llega a la adultez no sólo de los años, sino también del interior, uno echa una mirada retrospectiva para ver las cosas que han cambiado a nuestro alrededor con el paso de los años y también de lo que nosotros hemos cambiado.

. Descubrimos que siempre estuvo pendiente de nosotros María, nuestra Madre,, vamos recorriendo nuestra historia y le tenemos que decir con la canción:
¡ Cuántas veces siendo niño te recé, con mis besos te decía que te amaba! Poco a poco con el tiempo olvidándome de Ti por caminos que se alejan, me perdí
Hoy he vuelto, Madre, a recordar ¡cuántas cosas dije ante tu altar! y al rezarte puedo
comprender que una madre no se cansa de esperar.

. La tónica del comportamiento de María es la de estar siempre cerca de nosotros para llevarnos a su Hijo.. Ella nos ha contemplado con gozo y alegría, cuando de pequeños acudíamos a su regazo; nos ha mirado con tristeza al vernos que nos alejábamos. Ella siempre ha sido la Madre de la misericordia, siempre pronta a salir a nuestro encuentro para ayudarnos a levantarnos y a limpiarnos:
“Aunque el hijo se alejara del hogar, una madre siempre espera su regreso.

Que el regalo más hermoso, que a los hijos da el Señor,
es su Madre y el milagro de su amor”.
. Los años para una madre no cuentan, siempre seremos los hijos de María y mientras más niños nos sintamos, con mayor presteza y confianza acudiremos a su regazo. No es necesario que le contemos nuestros equívocos, errores, fallos, etc... sólo hace falta caer en sus brazos y dejarnos querer por Ella.
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