lunes, 7 de abril de 2014

LA PAZ



La Paz

La paz es un valor muy fundamental para las vidas de las personas, las familias y las naciones del mundo.

¿Cómo puede entonces cultivarse este gran valor desde nuestro interior? ¿Qué pasos debemos seguir para alcanzar este valor y que el mismo sea fuente fundamental de permitirnos obtener la paz tanto para nosotros como para el resto del mundo? 
Con la paz se puede vivir la fraternidad y la armonía entre los seres humanos son los ideales de paz que más se predican, en contraposición al desastre, la guerra y a todo género de conflictos.

Pero la paz no comienza desde fuera, sino desde muy dentro del individuo.

No depende de las decisiones de altos funcionarios sino de lo que llevamos en el interior dentro de nuestro corazón y en nuestro cerebro. 

La paz es un valor que suele perderse fácilmente de vista por múltiples razones.

Cuando una nación entra en conflicto con otra y tenemos que vivir sus guerras ó las consecuencias o cuando en la familia los problemas o pleitos comienzan a surgir y comenzamos a apreciar el valor que tiene la paz verdadera. 

La paz puede verse a nivel internacional o a nivel personal, pero en cualquier perspectiva debemos entender que no surge como producto de un "no meterse con nadie", con un dejar hacer a los demás para que me dejen "vivir en paz".

La calma y tranquilidad tampoco se da, necesariamente, como producto de convivir con personas afines.

Las dificultades entre los seres humanos suele ser algo muy común.

Quien no sabe vivir en paz generalmente lo identificamos como una persona conflictiva porque:

- Es imposible llegar a un acuerdo, aunque sea pequeño y de poca importancia.

- Tiene una marcada tendencia a buscar en las palabras y actitudes un doble propósito a todo, normalmente es negativo.

- Se siente aludido y agredido ante cualquier circunstancia, y más si esta en contra de sus intereses personales.

- Busca por todos los medios "salirse con la suya" aunque este equivocado.

- En el trabajo o los negocios crea dificultades inexistentes.

- Discute con mucha facilidad.

Vivimos en una época en la que se habla mucho de armonía y paz interior.

Sin embargo pocos mencionan que una de las mejores formas de alcanzar estos ideales es mediante el espíritu de servicio hacia los demás.

La paz es el fruto de saber escuchar, de entender las necesidades ajenas antes de las propias. 

Mucho de la paz que podamos vivir con los demás radica en nuestra forma de expresarnos.

En algunos momentos tenemos el impulso de hacer notar los errores de nuestros interlocutores sin saber todo lo que tienen que decir, provocando discusiones y resentimientos innecesarios.

Expresar nuestro punto de vista en el momento oportuno, facilita la comunicación y aumenta las posibilidades de superar las dificultades, pues ambas partes se sienten escuchadas.

Del mismo modo ocurre cuando se hace necesaria la corrección de una actitud: el disgusto nos mueve a reprender en el momento sin medir las palabras que utilizamos en ese preciso momento oportuno.

¿Cuántas veces nos hemos arrepentido por la excesiva dureza que tuvimos con nuestros subalternos, hijos o compañeros? ¿A veces pensamos que tratamos a los demás con mucha brusquedad? ¿Somos muy bruscos en la mayoría de las veces?

La pérdida de la paz interior consecuente, se debe a la intolerancia e incomprensión que mostramos, generando una imagen negativa y tal vez altanera de nuestra persona.

Por eso es muy importante pensar con serenidad y con calma antes de tomar cartas en el asunto.

Una de las grandes fuentes de la paz, o de la guerra, está prácticamente en la familia.

Por eso se aplica: "La famillia que reza unida permanece unida".

Los esposos deben ser conscientes que al crear el vínculo conyugal, se comienza a dar la fusión de distintas costumbres y formas de pensar.

El arte de convivir, olvidarse del afán de dominio y buscar el justo medio entre las diferencias, trae la armonía como consecuencia.

En otras palabras: es necesario aprender a conversar y obtener propósitos de mejora concretos que beneficien a todos en la familia.

En cuanto a la paz familiar, no olvidemos que todas las actitudes de los padres se reflejan en los hijos, por eso es importante saber:

- No discutir o quejarse de los demás delante de ellos.

- Saber sonreír aún en las dificultades.

- Evitar que todos sufran las consecuencias de nuestro mal humor.

- Enseñar a disculpar.

- Crear las condiciones apropiadas para hacer agradables todos los momentos de convivencia.

De igual manera, en las relaciones de amistad debe procurarse la buena convivencia.

En una reunión de amigos que ven un partido de fútbol es fácil ver discusiones que comienzan sobre la decisión que tuvo el árbitro en alguna jugada en particular.

En pocos minutos puede crecer la molestia, la palabrería descuidada y al cabo de pocos minutos: el fin de la reunión. A veces la paz es así de muy frágil.

Como en todos los valores, se requiere la iniciativa personal para lograr vivirlos.

La paz interior surge como un producto del conocimiento propio: aprender a dominar nuestro egoísmo y el deseo de tener siempre la razón en todo lo que hagamos en la vida cotidiana.

Saber escuchar con atención y comprender las debilidades propias y ajenas.

Pero sobre todo: pensar en los demás siempre, y no en nosotros.

Cuando esto ocurre conciliamos de verdad la paz con nosotros mismos y con nuestros semejantes.

EL CONSEJO MATERNAL


El consejo maternal

Ven para acá, me dijo dulcemente mi madre cierto día.
(Aún parece que escucho en el ambiente de su voz la dulce melodía)
- Ven y dime qué causas tan extrañas te arrancan esa lágrima, hijo mío, que cuelga de tus trémulas pestañas como gota cuajada de rocío.

Tú tienes una pena y me la ocultas; ¿no sabes que la madre más sencilla sabe leer en el alma de sus hijos como tú en la cartilla?

¿Quieres que te adivine lo que sientes? 
ven acá pilluelo, que con un par de besos en la frente disiparé las nubes de tu cielo.

Yo prorrumpí a llorar. Nada le dije.

- La causa de mis lagrimas ignoro, ¡pero de vez en cuando se me oprime el corazón y lloro!..........

Ella inclinó la frente pensativa, se turbó su pupila, y enjugando sus ojos y los míos, me dijo más tranquila:
- Llama siempre a tu madre cuando sufras, que vendrá muerta o viva; si está en el mundo, a compartir tus penas; y si no, a consolarte desde arriba.

Y lo hago así cuando la suerte ruda, como hoy, perturba de mi hogar la calma, invoco el nombre de mi madre amada, ¡y entonces siento que se me ensancha el alma!

Olegario Víctor Andrade

EL ALMA


El alma
El alma no es el cuerpo

Nos enseñaron desde niños cómo se forma un cuerpo.
Sus órganos, sus huesos, sus funciones sus sitios.
Pero nunca supimos de qué estaba hecha el alma.
¿Será de sentimientos, de ensueños, de esperanzas?
¿De emociones, de tirrias, de estupores.?
Lo cierto es que, ignorada, el alma arde en su fuego.
Tiene espasmos oscuros, punzadas de ternuras, suburbios de delirio.
¿Será tal vez una inquilina del corazón? ¿O viceversa?
Entre ellos no hay fronteras ¿O será la asesora principal de la mente?
¿O viceversa?
Entre ellas no hay disputa. O será capataz de la pobre conciencia?
¿O viceversa?
Entre ellas no hay acuerdo.
El alma tiene hambres y cuando está famélica
Puede herir, puede armarse de enconos o de furias.
No hay que pensar que el alma es un tul de inocencia
ajeno a los agravios que sufren cuerpo y alma
En el alma se forman abscesos de rencores,
tumores de impaciencia, hernias de desamparo
El problema es que no hay cirujanos del alma, ni siquiera herbolarios
El alma es un secreto, una noción, una nube que suele anunciar llanto
Pero después de tantas búsquedas, de pesquisas inútiles y de adivinaciones
Nos queda apenas una certidumbre:
Que el alma no es el cuerpo
Que el cuerpo muere....
Y... el alma?...

LA FORTALEZA DE UN HOMBRE



LA FORTALEZA DE UN HOMBRE

La fortaleza de un hombre no está en el ancho de sus hombros..
Está en el tamaño de sus brazos cuando abrazan.

La fortaleza de un hombre no está en lo profundo del tono de su voz...
Está en la gentileza que usa en sus palabras.

La fortaleza de un hombre no está en la cantidad de amigos que tiene...
Está en lo buen amigo que se vuelve de sus hijo.

La fortaleza de un hombre no está en como lo respetan en su trabajo...
Está en como es respetado en casa.

La fortaleza de un hombre no está en su cabello o su pecho...
Está en su corazón.

La fortaleza de un hombre no está en lo duro que puede golpear...
Está en lo cuidadoso de sus caricias.

La fortaleza de un hombre no está en las mujeres que ha amado...
Está en poder ser verdaderamente de una mujer.

La fortaleza de un hombre no está en el peso que pueda levantar...
Está en las cargas que pueda llevar a cuestas.

sábado, 5 de abril de 2014

RIESGOS


 Riesgos...

Reír es correr el riesgo de parecer tonto.
Llorar es arriesgarse a parecer sentimental.
Acercarse a otro ser es arriesgarse a comprometerse.
Mostrar emoción es arriesgar que se te conozca.
Someter a la gente tus ideas y sueños, es ponerlos en riesgo.
Amar es correr el riesgo de no ser correspondido.

Vivir es arriesgarse a morir.
En toda esperanza hay el riesgo del desespero.
En todo intento, el riesgo de fracasar.
Pero los riesgos se han de tomar, porque el mayor peligro en esta vida, es no arriesgar nada.

Porque el que nada arriesga, nada hace...nada tiene...nada es.
Tal vez pueda ahorrar el sufrimiento y dolor, pero a fin de cuentas, no puede aprender, ni sentir, ni cambiar, ni crecer, ni amar, ni vivir.
Encadenado por las certidumbres será un esclavo, sacrificará el ser libre.
Sólo arriesgando se consagra la libertad.

OBEDIENCIA A LA VIRGEN MARÍA

Las Virtudes de María
Obediencia de María
San Alfonso María de Ligorio



Por el amor que María tenía a la virtud de la obediencia, cuando recibió la Anunciación del ángel san Gabriel no quiso llamarse con otro nombre más que con el de esclava: "He aquí la esclava del Señor". Sí, dice santo Tomás de Villanueva, porque esta esclava fiel ni en obras ni en pensamiento contradijo jamás al Señor, sino que, desprendida de su voluntad propia, siempre y en todo vivió obediente al divino querer. Ella misma declaró que Dios se había complacido en esta su obediencia cuando dijo: "Miró la humildad de su esclava" (Lc 1,48), pues la humildad de una sierva se manifiesta en estar pronta a obedecer. Dice san Agustín que la Madre de Dios, con su obediencia, remedió el daño que hizo Eva con su desobediencia. La obediencia de María fue mucho más perfecta que la de todos los demás santos, porque todos ellos, estando inclinados al mal por la culpa original, tienen dificultad para obrar el bien, pero no así la Virgen. Escribe san Bernardino: María, porque fue inmune al pecado original, no tenía impedimentos para obedecer a Dios, sino que fue como una rueda que giraba con prontitud ante cualquier inspiración divina. De modo que, como dice el mismo santo, siempre estaba contemplando la voluntad de Dios para ejecutarla. El alma de María era, como oro derretido, pronta a recibir la forma que el Señor quisiera.

Bien demostró Maria lo pronto de su obediencia cuando por agradar a Dios quiso obedecer hasta al emperador romano, emprendiendo el viaje a Belén estando en estado y en pobreza, de modo que se vio constreñida a dar a luz en un establo. También, ante el aviso de san José, al punto, la misma noche, se puso en camino hacia Egipto, en un viaje largo y difícil. Pregunta Silveira: ¿Por qué se reveló a José que había que huir a Egipto y no a la Virgen que había de experimentar en el viaje más trabajos? Y responde: Para darle ocasión de ejercitar la obediencia, para la cual estaba muy preparada. Pero, sobre todo, demostró su obediencia heroica cuando por obedecer a la divina voluntad consintió la muerte de su Hijo con tanta constancia. Por eso, a lo que dijo una mujer en el Evangelio: "Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron", Jesús respondió: "Más bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la cumplen" (Lc 11,28). En consecuencia, conforme a Beda el Venerable, María fue más feliz por la obediencia al querer de Dios que por haber sido hecha la Madre del mismo Dios.

Por esto agradan muchísimo a la Virgen los amantes de la obediencia. Se cuenta que se le apareció la Virgen a un religioso franciscano llamado Accorso cuando estaba en la celda, pero en ese instante fue llamado para confesar a un enfermo y se fue. Mas al volver encontró que María lo estaba esperando, alabándole mucho su obediencia. Como, al contrario, reprendió a un religioso que después de tocar la campana se quedó completando ciertas devociones.

Hablando la Virgen a santa Brígida de la seguridad que da el obedecer al padre espiritual, le dijo: La obediencia es la que introduce a todos en la gloria. Porque, decía san Felipe Neri, que Dios no nos pide cuenta de lo realizado por obedecer, habiendo dicho él mismo: "El que a vosotros oye, a mí me oye; el que a vosotros desprecia, a mí me desprecia" (Lc 10,16). Reveló también la Madre de Dios a santa Brígida que ella, por los méritos de su obediencia, obtuvo del Señor que todos los pecadores que a ella se encomiendan sean perdonados.

Reina y Madre nuestra, ruega a Jesús por nosotros, consíguenos por los méritos de tu obediencia ser fieles en obedecer a su voluntad y las órdenes del director espiritual. Amén.

FUENTES DE LA MARIOLOGÍA

Fuentes de la Mariologia
Congregación para el Clero, Vaticano

Obtenemos noticias sobre la Virgen Madre de Dios y de la Iglesia:

De las fuentes de la Revelación: Palabra de Dios escrita (Sagrada Escritura) y Palabra de Dios transmitida de viva voz a través de todas las generaciones (Tradición).

LA SAGRADA ESCRITURA, en el Antiguo Testamento, nos habla de la Virgen de manera misteriosa.

En el GENESIS aparece íntimamente llegada a la promesa del Redentor inmediatamente después del pecado de nuestros progenitores, así como Eva estaba íntimamente ligada con Adán en la comisión de ese pecado. Las palabras de Yahvé:

" Yo pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te aplastará la cabeza mientras tú te abalances a su calcañal " (Gén 3, l5),

Nos hacen ver a Cristo con María triunfando sobre el demonio tentador.

En las personas bíblicas de Rut, Judit, Ester, así como en la Esposa de los Cantares y, sobre todo en la Hija de Sión, se ha visto vislumbrada la figura de María, así como en múltiples textos de los libros sapienciales, que la Iglesia recibe en su liturgia mariana.

Así también aparece, según el mismo entender de los santos padres, la figura del misterio de la Virgen Fecunda en la nube que el profeta Elías divisara desde el Monte Carmelo, y que se convirtió en abundante lluvia (l Re l8, 44), con grandes beneficios para la tierra de Israel esterilizada tras larga sequía.

En el NUEVO TESTAMENTO aparece María aureolada de una sobriedad maravillosa que hace más admirables y llenos de frescor natural los relatos. En los Sinópticos (Evangelios de San Mateo, San Marcos y San Lucas), especialmente en San Lucas, se nos manifiesta la presencia histórica de María en los hechos de la Infancia del Señor. El Evangelio de San Juan nos complementa, por decirlo así, la Mariología del Nuevo Testamento con el relato detallado del papel espiritual de María en las Bodas de Caná y al pie de la Cruz del Señor, en el Calvario. (Jn 2,l2, l9,25-27)

LOS HECHOS DE LOS APOSTOLES nos completan la figura neotestamentaria de María, describiéndonos su presencia en la naciente Iglesia del Cenáculo y Pentecostés y, por fin, en el Apocalipsis se vislumbra, según la constante interpretación de la Iglesia en sus Santos Padres y en la Liturgia, el misterio de la gloria de María.

LA TRADICION, segunda gran fuente de la Palabra de Dios revelada, nos presenta a María, bien sea a través de las decisiones de los concilios y de los Sumos Pontífices acerca de sus diversos misterios, o bien en los comentarios de los Santos Padres y escritores eclesiásticos, así como también en las manifestaciones de la arqueología, del arte cristiano de todos los tiempos, y de la liturgia.

Fuente: Clerus.org

OBSEQUIOS A LA VIRGEN MARÍA


Obsequios a la Virgen María

Que los hijos amantes suelen tributar a su Santísima Madre; y pueden servir de flores  espirituales. 

1) Consagrarle el mes que va desde el 7 de noviembre al 7 de diciembre. 

2) Tener una imagen de María adornada en casa, y obsequiarla lo mejor que se pueda. 

3) Saludarla afectuosamente al pasar delante de alguna iglesia o imagen suya. 

4) Pedirle la bendición al levantarse por la mañana, y al acostarse por la noche. 

5) Al salir de casa pide a la Virgen que bendiga tus pasos y acciones. 

6) Inspirar la devoción de María a otros, sobre todo a los hijos y amigos. 

7) Decir con grande afecto el Avemaría cuando diere el reloj. 

8) En los peligros y tentaciones acogerse al manto de la Virgen invocando su auxilio. 

9) Decir mañana y tarde un Avemaría con alguna oración a la Virgen.
10) Decir con toda confianza el “Acordaos” para alcanzar una buena muerte. 

11) No dejes pasar día alguno sin ofrecer tu familia y tus trabajos a la Virgen. 

12) Hacer a María protectora del hogar y la familia. 

13) Llevar siempre algún escapulario o medalla de la Virgen. 

14) Oír o hacer celebrar Misa en honor a María Santísima. 

15) Visitar alguna Iglesia o altar consagrado a María. 

16) Dar limosna a los pobres en obsequio de nuestra Señora. 

17) Visitar y consolar algún enfermo por amor a María. 

18) Socorrer a las almas del purgatorio más devotas de María rezando por ellas. 

19) Entrar en alguna Congregación de la Virgen y observar fielmente sus estatutos. 

20) Llevar medalla de la Virgen, y, apretándola de cuando en cuando al corazón, decirle: yo te lo  entrego para siempre, oh Madre mía. 

21) Compadecerse de los dolores de la Virgen y rezar en su honor siete Avemarías. 

22) Tener los sentidos, principalmente la vista, recogidos en honor de la Virgen. 

23) Rezar con especial devoción el Angelus. 

24) Ejercitarse en algún trabajo bajo y humilde por amor a María. 

25) Ofrecer de cuando en cuando las penas y trabajos a María. 

26) Imitar las virtudes de la Virgen, y para esto preguntarse a menudo: ¿qué haría María puesta  en las circunstancias en que yo me hallo? 

27) Ofrecer el Corazón a la Virgen. 

28) Trabajar en la conversión de algún pecador. 

29) Frenar la lengua en honor de María. 

30) El principal obsequio y el más agradable a María es perseverar, en su devoción, cualquiera  sea. 

31) Rezar por el Santo Padre. 

32) Hacer comuniones espirituales durante el día. 

33) Rezar con fervor el Santo Rosario. 

34)Hacer alguna mortificación en la comida. 

35)Rezar por las misiones y los misioneros. 

36) Hacer una visita a Jesús sacramentado. 

37) Lectura espiritual sobre la Virgen. 

38) Rezar por nuestro Padre Fundador y sus intenciones.

Fuente: cristorey.org

viernes, 4 de abril de 2014

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO


ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

¡Oh Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos! Por aquella confianza y autoridad de Madre con que podéis presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien empeñad una y otra en favor nuestro. Conseguidnos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de vuestro Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

LA ESCALERA DE LA VIDA


ESCALERA DE LA VIDA

Sube los escalones de tu existencia. Despacio, cauteloso, con mucha calma, inteligencia y  buena voluntad, sube los escalones.
Pensando siempre en la gloria que se encuentra en lo más alto de la escalera que estás subiendo.
No cedas ni un segundo al desánimo; no permitas que la indecisión te domine.

Aprende a superarlos. El mundo pertenece a los seres optimistas, positivos y sinceros; nunca será de los cobardes, quejosos, indecisos, mentirosos y deshonestos, estos últimos se quedan en los primeros escalones de la gran escalera.
Prosigue en línea recta, buscando tus sagrados objetivos, en nombre del Creador a quien debemos la vida, hónrala.
Si alguien no te recibe de buena gana, ni acepta tu buena intención, no pierdas el tiempo en comentarios y sentencias acusatorias, pues tal actitud no soluciona el problema.

Y si te caes antes de llegar al escalón al que te propusiste llegar, no te desanimes, porque el caer es una oportunidad para levantarte y reaccionar, continua subiendo nuevamente con más fuerza y altruismo.
Victoria no es nunca haber caído, sino levantarse de la caída y seguir alegremente, prometiéndote a ti mismo, mirar con orgullo los demás escalones que se encuentran adelante y altivamente seguir subiendo.

Sube, sube siempre con coraje, con firmeza con sabiduría y un fuerte deseo de vencer, imponiéndote el más alto concepto de una vida digna, honrada y bien vivida.
Acuérdate, la victoria es de los que luchan contra las situaciones desfavorables, sin perder el vigor, la fe, y el ideal de la vida.
Si no vences es porque te dejaste contaminar por la ola negra del mal y perdiste el deseo de luchar hasta el final porque, quien lucha, dando el verdadero esplendor a la vida, al bien y persiste sin retroceder... 

¡Vencerá!
TODOS LOS QUE CREEN EN SUS IDEALES Y  SE ESFUERZAN

POR ALCANZARLOS... VENCEN

IMÁGENES DE SEMANA SANTA PARA COLOREAR


5 PASOS PARA UNA BUENA CONFESIÓN PARA COLOREAR


IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA PARA COLOREAR



miércoles, 2 de abril de 2014

SEÑOR, PERMITE ...


QUINCE MINUTOS CON MARÍA AUXILIADORA


Quince minutos con María Auxiliadora

María Auxiliadora¡María! ¡María! ¡Dulcísima María, Madre querida y poderosa Auxiliadora mía! Aquí me tienes; tu voz maternal ha dado nuevos bríos a mi alma y anhelosa vengo a tu soberana presencia... Estréchame cariñosa entre tus brazos... deja que yo recline mi cansada frente sobre tu pecho y que deposite en él mis tristes gemidos y amargas cuitas, en íntima confidencia contigo, lejos del ruido y bullicio del mundo, de ese mundo que sólo deja desengaños y pesares.

Mírame compasiva... estoy triste, Madre, bien lo sabes, nada me alegra ni me distrae, me hallo enteramente turbada y llena de temor...
Abrumada bajo el peso de la aflicción, sobrecogida de espanto, busco un hueco para ocultarme, como la tímida paloma perseguida por el cazador... y ese hueco, ese asilo bendito, ese lugar de refugio es, ¡oh Madre Augusta! tu corazón.

A ti me acerco llena de confianza... no me deseches ni me niegues tus piedades. Bien comprendo que no las merezco por mis muchas infidelidades; dignas de tus bondades son las almas santas e inocentes que saben imitarte y a las cuales yo tanto envidio sinceramente, mas Tú eres la esperanza y el consuelo, por eso vengo sin temor.

¡Madre mía! Permite que yo no toque, sino que abra de par en par la puerta de tu corazón tan bueno y entre de lleno en él, pues vengo cansada y sé que Tú no sabes negarte al que afligido viene a postrarse a tus pies.

¡Virgen Madre! Tu trono se levanta precisamente donde hay dolores que calmar, miserias que remediar, lágrimas que enjugar y tristezas que consolar... por eso, levantándome del profundo caos de mis miserias en que me encuentro sumergida imitando al Pródigo del Evangelio, digo también: "Me levantaré e iré a mi dulce Madre y le diré: ¡Madre buena, aquí está tu hija que te busca! perdona si en algo te he sido infiel, soy tu pobre hija que llora, aquí me tienes aunque indigna a tus favores... te pertenezco y no me separaré de Ti, hasta no llevar en mi pecho el suave bálsamo del consuelo y del perdón.

¿Me abandonarás dulce María? ¿No herirán tus oídos mis clamores? ¡Oh, no! tu apacible rostro ensancha mi confianza, tus castos ojos me miran compasivamente disipando las densas nubes de mi espíritu y de mi abatimiento y zozobra desaparecen con tu materna sonrisa.
Si majestuosa empuñas tu cetro en señal de poder, como eres mi Madre, es tan sólo para manifestarme que eres la dispensadora de las gracias y mercedes del cielo para derramarlas con abundancia sobre esta tu pobre hija que sólo desea amarte y agradecerte.

¡Oh sí! Tú eres el Océano, Madre, y yo el imperceptible grano de arena arrojado en él... Tú eres el rocío y yo la pobre flor mustia y marchita que necesita de Ti para volver a la vida. Que nada me distraiga, que nadie me busque... Yo estoy perdida en el mar inmenso de tu bondad, estoy escondida en el seno misterioso de mi bendita Madre.

Reina mía, confiando en tu Auxilio bondadoso y tierno quiero hablarte con la confianza del niño... quiero acariciarte, quiero llorar contigo... traer a mi memoria dulces recuerdos... derramar mi alma en tu presencia para pedirte gracias, arráncame, en una palabra el
corazón para regalártelo en prenda de mi amor.

Escucha pues, tierna María, mi dulce Auxiliadora, una a una todas mis palabras y deja que cual bordo de fuego penetre en tu corazón, porque quiero conmoverte... quiero rendirlo y quiero en fin que tu Jesús, que tan amable abre sus bracitos sonriendo con dulzura, repita en mi favor nuevamente aquella consoladora palabra que alienta al desvalido y hace temblar al demonio: "He aquí a tu Madre, he aquí a tu hija".

Sí, aquí estoy... aquí está tu pobre hija a quien has amado y amas aún con predilección y que te pertenece por todos títulos... la que descansó en tus brazos antes de reposar en el regazo maternal... la que probó tus caricias mucho antes que los maternos besos... ¿lo recuerdas? Yo dormí en tu seno el dulce sueño de la inocencia, viví tranquila bajo tu manto sin conocer ni sospechar siquiera los escollos de la vida, amándote con ardor y gozando de tus caricias con las que preparaste mi alma y corazón para los rudos ataques de mis enemigos y sinsabores de la vida. Tu mano salvadora no sólo me apartó del abismo en que tantas almas han perecido, sino que me regaló con gracias particularísimas y especiales, dones que reservas tan sólo para tus amados.

Todo... todo lo confieso para mayor gloria tuya y quisiera tener mil lenguas para cantar tus alabanzas, digna y elocuentemente, en fervorosos y tiernos himnos de santa gratitud.

¡Ah cuando me hallo cercada de tinieblas y sombras de muerte, sobrecogida de angustioso quebranto... cuando mi corazón tiembla ante la presencia del dolor, este pensamiento dulcísimo de tus tiernas muestras de predilección viene a ser el rayo luminoso que hace surgir mi frente, dándome alas para remontarme hasta lo infinito... ¡Oh recuerdo consolador! ¡Bendito seas! Eres la escala por la cual subo hasta el trono de la clemencia y del amor santo y verdadero.

Mas ¡ay!... pronto pasaron de aquella alma los días de encanto... con la velocidad del relámpago se disiparon mis goces infantiles y llegó para mí la hora del desamparo... Madre, no puedo soportar su peso... siento quebrantar al mismo tiempo todas mis fuerzas interiores y necesito que tu mano me sostenga para no sucumbir en la lucha... Ansiosa te busco como el pobre náufrago busca su tabla salvadora...

Levanto a Ti mis ojos y mi pesada frente como el marino en busca de la estrella que debe señalarle el puerto. Me siento como abandonada, semejante a una nave sin piloto a merced del oleaje tempestuoso e incesante... ¡Tengo miedo! mucho miedo de perecer, entre las turbias ondas del agitado mar del pecado... Tengo miedo de la justicia divina a quien soy deudora de tantas y tan especialísimas gracias... pero sobre todo tengo miedo... ¡Oh no quisiera ni decirlo... tengo miedo de serte ingrata, abandonándote algún día y olvidando tus ternuras, pagarlas con ingratitud!

¡Jamás lo permitas, Reina mía! Haz que viva siempre unida a Ti, como la débil yedra vive asida fuertemente a la robusta encina defendiéndose del furioso huracán... ¿Qué sería de ésta tu hija, ¡oh Madre!, sin Ti? Mil enemigos me acechan redoblando a cada paso sus infernales astucias... acosada me siento por todas partes y si Tú no me amparas, ¿quién se dolerá de mí? No me alejes, por piedad, sálvame... muestra que eres mi Madre Auxiliadora; olvida por piedad las veces que te he contristado, reduce a polvo mis pecados, lávame con tus lágrimas y límpiame más y más.

Tus brazos son el trono de la misericordia, en ellos descansa tu Jesús... sujétame entre ellos para que no haga uso de la justicia contra mí... dile que acepto el dolor que redime si Tú me lo envías, que venga, si es preciso, el sufrimiento aun cuando mi pobre carne
tiemble ante él, con tal que mi alma se torne blanca como la nieve.

Sí, dile a tu amado hijo que yo quiero desagraviar para alcanzar su clemencia, dile que eche un velo sobre mis faltas y miserias y que olvide para siempre lo mala que he sido... ¡María de mi vida! No resta más que la última etapa... mis ensangrentadas huellas van marcando mis pasos en la senda escabrosa de la vida que está por cortarse... mi cansado corazón late aún, sí, porque Tú les das vida y aliento, pero
derrama las últimas lágrimas que manan de él cual candente lava.

Terminará mi existencia y ¿qué será de mí, si mi Auxiliadora no viene en ese momento terrible? ¿A quién volveré mis ojos si te alejas en ese instante? La gracia que te he pedido y tanto deseo para mi agonía, es grandísima y no la merezco, pero la espero con plena confianza y tu sonrisa me alentará. Estoy segura de que aun cuando el demonio ruja a mi derredor, preparando su último asalto, tu mano maternal me acariciará y con sin par solicitud me prodigará los últimos consuelos en mi despedida de este triste valle de lágrimas.

Esto lo sé cierto, lo siento en mí y no fallará mi esperanza... ni un momento lo dudo. Los ángeles santos, al ver las ternuras de que seré objeto en el terrible trance exclamarán también enternecidos: "Mirad cómo la ama nuestra Reina". Esta es la gracia de las gracias, mi último anhelo, mi petición suprema. Haz ¡oh Madre mía! que tu dulcísimo nombre, que fue la primera palabra que supieron balbucir mis infantiles labios entre las caricias de mi buena madre, sea también la última expresión que suavice y endulce mi sedienta boca al entregar mi alma. ¡Madre!... que mi tránsito sea el postrer tributo de mi amor hacia Ti... que sea la última nota de mis cantos que tantas veces se elevaron en tu loor y el ósculo moribundo que te envíe sea el preludio de mi eterna e íntima unión con la Majestad divina y contigo, ¡oh mi dulce, mi santa y tierna Madre Auxiliadora...!

LA MADRE, LA MEJOR OBRA DE DIOS


LA MADRE, LA MEJOR OBRA DE DIOS

Dios que estaba ocupado en crear a las madres, llevaba ya seis días trabajando horas extraordinarias, cuando un ángel se le presentó y le dijo:“TE  AFANAS DEMASIADO SEÑOR”.

El Señor repuso: pero no te das cuenta que esta criatura tiene que ser lavable de pies a cabeza, sin ser de plástico y que tiene que llevar cien piezas movibles, todas reemplazables funcionar a base de café negro y de las sobras de comida, que tiene que poseer un regazo capaz de desaparecer cuando se ponga de pie, un beso capaz de curar todo, desde una pierna rota hasta un amor frustrado y tener seis pares de manos

Y el ángel confundido observó: ¿Seis pares de manos Señor? ¡Eso no es posible! no son las manos el problema, agregó el Señor, sino los tres pares de ojos

¿Y eso es para el modelo normal? Preguntó el ángel.

Y el Señor le explicó: uno para ver a través de la puerta siempre que pregunte ¿niños, que están haciendo ahí adentro? Aunque ya lo sepa muy bien; otro detrás de la cabeza para ver lo que más le
valiera ignorar, pero que precisa saber; y desde luego los de adelante, para mirar a un niño en apuros y decirle, sin pronunciar siquiera una palabra: “te entiendo hijo y te quiero mucho”.

El ángel le tiró de la manga y advirtió mansamente: vale más que te vayas a la cama señor, mañana será otro día.
... No puedo... y además creo que me falta poco. dijo el Señor agregando:
ya hice una que se cura por si sola cuando enferma; que es capaz de alimentar a una familia con un poco de frijol y de persuadir a un niño de cuatro años que se esté quieto mientras lo baña.

Lentamente, el ángel dio la vuelta en torno a uno de los modelos maternales diciendo: me parece demasiado delicada, comentó con un suspiro.

Pero es muy resistente aseguró Dios emocionado, no tienes idea de lo que es capaz de hacer y sobrellevar.

¿Podrá pensar? preguntó el ángel.
Claro, y razonar también, respondió el Señor.

Por último el ángel se inclinó y pasó un dedo por la mejilla del modelo, diciendo: ¡tiene una fuga! 
y dijo Dios: no es una fuga, es una lágrima.

¿Y... para qué sirve? Dijo el ángel.
Para expresar gozo, aflicción, desengaño, pesadumbre, soledad y orgullo.

Eres un genio Señor, comentó el ángel.
Y Dios, con un perfil de tristeza observó y dijo: “yo no se la puse.”

domingo, 30 de marzo de 2014

ORACIONES QUE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA ENSEÑÓ A LOS NIÑOS



ORACIONES QUE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
ENSEÑÓ A LOS NIÑOS


La Hermana Lucia cuenta en la 4ta Memoria, que Nuestra Señora, en la aparición del 13 de julio de 1917, les recomendó:

«Sacrificaos por los pecadores, y decid muchas veces, en especial cuando hagais algun sacrificio: Oh Jesús, es por vuestro amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María.»

En la misma aparición. Nuestra Señora volvió a insistir:

«Cuando receis el rosario decid, al final de cada misterio: Oh Jesús mío, perdonadnos, libradnos del fuego del infierno, llevad al Cielo a todas las almas, especialmente las más necesitadas de vuestra misericordia.»

CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


CONSAGRACIÓN AL
 CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, a vuestro Corazón Inmaculado nos consagramos, en acto de entrega total al Señor. Por Vos seremos llevados a Cristo, y por Él y con El seremos llevados a Dios Padre. Caminaremos a la luz de la fe, y haremos todo para que el mundo crea que Jesucristo es el Enviado del Padre. Con Él queremos llevar el Amor y la Salvación hasta los confines del mundo. Bajo la maternal protección de vuestro Corazón Inmaculado, seremos un solo pueblo con Cristo. Seremos testimonio de su Resurrección. Por Él seremos llevados al Padre, para gloria de la Santísima Trinidad, a quien adoramos, alabamos y bendecimos. Amen.

IMÁGENES DEL ROSTRO DE LA VIRGEN MARÍA






ORACIÓN EUCARÍSTICA


Oración Eucarística:

Santísima Trinidad, te adoro, Dios mío, te amo en el Santísimo Sacramento.

IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA Y EL NIÑO JESÚS












ORACIÓN A LA MEDALLA MILAGROSA

INVOQUEN A LA VIRGEN MARÍA


A MAL TIEMPO, BUENA CARA

La Magia del entusiasmo
A mal tiempo buena cara
Autor: Padre Mariano de Blas, L.C.


Fuera hace frío, mucho frío; se ve el aliento de las personas al respirar, mientras caminan envueltos en abrigos y bufandas y las manos en los bolsillos. Quizá las crestas de los montes estén cubiertas de nieve o de hielo, pero hay gente que tiene su corazón caliente, y no importa el frío de las calles; personas que tienen una razón para vivir, gentes felices y que saben amar, que saben convertir todas las cosas duras de la vida en algo bueno, algo positivo, tienen esperanza, confían en Dios, aman a su prójimo y se esfuerzan por mantener un clima de paz y calor en sus hogares, en su trabajo.

Pero, ¡qué duro debe ser que ahí fuera haga frío y que el corazón esté congelado, hecho hielo, también! Frío por fuera y frío por dentro; Hielo es la desesperanza, dejarse arrancar día a día los restos de confianza a los que uno se agarra para seguir viviendo. Hielo es el rencor y el odio que va pudriendo poco a poco de modo irremediable tantos corazones. ¡Qué hielo tan duro, es el miedo a la vida, al futuro, a la vejez, a la enfermedad y a la soledad!

Necesitamos que salga el sol dentro de nosotros mismos, el sol de la esperanza, del amor, del optimismo, de la paz interior; tenemos que forzarnos a nosotros mismos y, antes que nada, obligarnos a creer que el sol puede salir en nuestra vida.

El que desespera de todo, puede tener muchas razones y excusas, pero también algo de culpa porque penas, sufrimientos, apuros económicos, contratiempos, están repartidos en la vida de todos, pero ahí esta también la mente, nuestra mente, para buscar soluciones a los problemas, y unos la usan y otros no.

Ahí están nuestras manos para trabajar, y unos les dan uso y otros no, ahí está Dios que sí ayuda a los que confían, pero unos le rezan a ese Dios y otros le dan la espalda; ahí están las oportunidades que ofrece la vida, pero unos las buscan y otros se excusan diciendo que nada se puede hacer.

El sol de la esperanza puede salir y de hecho sale en la vida de todos los que se fuerzan a sí mismos a creer en Dios y en sí mismos, que se fuerzan a esperar lo mejor, a luchar por salir adelante a pesar de todo.

PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO


LA FUERZA DE LA VIRGEN MARÍA


LA FUERZA DE MARÍA..


¿Qué fuerza puede arrancarnos del Corazón de María si confiamos plenamente en Ella y en su poder? Ninguna fuerza de este mundo, ni siquiera todo el Infierno, aunque se ponga en nuestra contra, podrá algo contra el amor de María por nosotros. Es necesario que tengamos cada vez más confianza en la Virgen y en su protección, pues Ella no deja abandonado a las fauces salvajes de los demonios a sus hijos predilectos. Tenemos que estar convencidos de que María camina a nuestro lado, que está siempre con nosotros, incluso cuando nos parece que estamos abandonados de Ella. Porque la Virgen tiene un cuerpo glorioso como el de su Hijo Jesús y por ello puede también estar en todas partes al mismo tiempo, y así está siempre a nuestro lado, y en el momento de mayor sufrimiento, tanto mayor será su presencia de Madre amorosa. ¡Confiemos en María!

UNA PEQUEÑA ROSA ROJA


Una pequeña rosa roja


Caminaba un día por la calle, cuando observé  como unas nubes oscuras se juntaban en el cielo, y vi luego como la lluvia empezó a caer,  rápidamente busqué refugio, al mismo tiempo que la suave lluvia se convertía poco a poco en tormenta.Encontré refugio bajo una cornisa,  a la entrada de una casa, en el momento en que la tormenta caía con más fuerza y estruendo.

Vi entonces una pequeña rosa roja, golpeada y encorvada
por las grandes gotas de agua que constantemente le azotaban;
y a pesar de esto no se rompía, sino que soportaba con increíble resistencia el gran embate de la lluvia y cada uno de sus golpes;
manifestado en grandes y pesadas gotas de agua.

Me sorprendí al ver como a pesar del viento y lluvia,
la pequeña rosa roja soportaba el gran castigo, sin ceder ni un ápice.
En muchos momentos, pensé verla caer, derrotada por la furia del agua, mas sin embargo, volvía a enderezar su ya doblado tallo por la lluvia.

Al pasar la lluvia, y ver como el sol salía de entre las oscuras nubes,
noté con asombro como la pequeña y frágil rosa roja, estaba aún en su lugar, con su tallo erguido hacia el cielo, mostrando con orgullo sus bellos pétalos rojos, en señal de su victoria ante las fuerzas de la misma naturaleza, a la cuál pertenece.

Esto me hizo reflexionar acerca de mi vida;
pues al recordar como la indefensa rosa luchaba por seguir en pié ante la tempestad,  y después de observar cuán dura había sido su lucha,  me recordó las dificultades que había tenido en mi vida,
y de como muchas veces, había sentido que ya no podía más,
pero al ver la rosa roja, en pié y victoriosa,recordé aquel pasaje de la Biblia, donde Jesús nos dice que nosotros valemos más que las flores del campo y los pajarillos del cielo, y pensé:

"Si Jesús dio fuerza a esa pequeña rosa roja para pasar la tempestad;
¿por qué he yo de temer a las adversidades? Pues si Jesús no dejó que esa rosa que no ama, no camina y no tiene razón soportara la tormenta, ¿cuánto más cuidará de mí, hijo de Dios y heredero de la vida eterna?”.

Desde entonces no dejo que nada me asuste,atemorice o desanime,
y cada vez que siento desfallecer; recuerdo aquella pequeña rosa roja, la cuál me mostró cuánto valgo y lo duro que he de pelear en este mundo,pero también recuerdo el amor que me tiene Aquel que dio fuerza a la rosa, para que pudiera resistir.

sábado, 29 de marzo de 2014

HUELLAS EN LA ARENA

Huellas en la Arena

        Una noche tuve un sueño... soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida.

        Por cada escena que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran las mías y las otras del Señor.

        Cuando la última escena pasó delante nuestro, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas en la arena.

        Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me perturbó y pregunté entonces al Señor: "Señor, Tu me dijiste, cuando resolví seguirte, que andarías conmigo, a lo largo del camino, pero durante los peores momentos de mi vida, había en la arena sólo un par de pisadas.

        No comprendo porque Tu me dejaste en las horas en que yo más te necesitaba". Entonces, El, clavando en mi su mirada infinita me contestó: "Mi querido hijo.

        Yo te he amado y jamás te abandonaría en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas fue justamente allí donde te cargué en mis brazos".


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