lunes, 9 de junio de 2014

DIOS ME BUSCA SIN DESCANSO


Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Dios me busca sin descanso
También hoy, en medio de mis prisas y mis miedos, entre mis distracciones y trabajos.



Me sorprendes continuamente con tu espera. No entiendo por qué me buscas sin descanso. ¿Qué ganas con mi amor pequeño y frágil? ¿Qué conquistas cuando pienso en Ti y dejo mi egoísmo? 

No te entiendo, Dios mío. Tu Amor es infatigable. No lo merezco, pero ahí sigue. A veces te olvido, pero Tú no dejas de buscarme. 

Me lo han dicho tantas veces: soy hijo tuyo. Pero un hijo pecador, un hijo infiel, un hijo ingrato. ¿Por qué, entonces, insistes? ¿Por qué no me dejas a un lado para atender a otro que sí Te escuche y Te ame? 

Lo sé: el amor es como un torrente incontenible. Nada puede destruirlo. Y Tú eres Amor: Amor divino, infinito, fiel, incansable, misericordioso. 

Por eso sigues tras mis huellas. Por eso me buscas si he pecado. Por eso me recoges si estoy caído. Por eso me arropas cuando el frío del mundo envuelve mi alma. 

Me sorprende tanto amor, tanta paciencia, tanta ternura. Pero no puedo cambiarte, mientras que Tú anhelas que yo cambie. 

¿De verdad crees que puedo abandonar el pecado, romper con mi pasado, dejar atrás pasiones dañinas, perdonar y pedir perdón? ¿Crees que mi alma llegará un día a brillar de esperanza y me dejaré purificar con la Sangre que derramó Tu Hijo en el Calvario? 

Dios, me buscas siempre. También hoy, en medio de mis prisas y mis miedos, entre mis distracciones y trabajos. Estás en lo más dentro de mi alma (me lo recuerda tu amigo Agustín de Hipona), como un Enamorado bueno que sólo encontrará alegría cuando el hijo lo mire y se deje abrazar. 

Sólo entonces podré iniciar, contigo, una vida nueva, bella; una vida que inicia en este mundo inquieto y sigue, para siempre, en el encuentro eterno de los cielos. 

LAS VIRTUDES DE LA VIRGEN MARÍA


Las Virtudes de la Virgen María
Obediencia de María

San Alfonso María de Ligorio

Por el amor que María tenía a la virtud de la obediencia, cuando recibió la Anunciación del ángel san Gabriel no quiso llamarse con otro nombre más que con el de esclava: "He aquí la esclava del Señor". Sí, dice santo Tomás de Villanueva, porque esta esclava fiel ni en obras ni en pensamiento contradijo jamás al Señor, sino que, desprendida de su voluntad propia, siempre y en todo vivió obediente al divino querer. Ella misma declaró que Dios se había complacido en esta su obediencia cuando dijo: "Miró la humildad de su esclava" (Lc 1,48), pues la humildad de una sierva se manifiesta en estar pronta a obedecer. Dice san Agustín que la Madre de Dios, con su obediencia, remedió el daño que hizo Eva con su desobediencia. La obediencia de María fue mucho más perfecta que la de todos los demás santos, porque todos ellos, estando inclinados al mal por la culpa original, tienen dificultad para obrar el bien, pero no así la Virgen. Escribe san Bernardino: María, porque fue inmune al pecado original, no tenía impedimentos para obedecer a Dios, sino que fue como una rueda que giraba con prontitud ante cualquier inspiración divina. De modo que, como dice el mismo santo, siempre estaba contemplando la voluntad de Dios para ejecutarla. El alma de María era, como oro derretido, pronta a recibir la forma que el Señor quisiera.

Bien demostró Maria lo pronto de su obediencia cuando por agradar a Dios quiso obedecer hasta al emperador romano, emprendiendo el viaje a Belén estando en estado y en pobreza, de modo que se vio constreñida a dar a luz en un establo. También, ante el aviso de san José, al punto, la misma noche, se puso en camino hacia Egipto, en un viaje largo y difícil. Pregunta Silveira: ¿Por qué se reveló a José que había que huir a Egipto y no a la Virgen que había de experimentar en el viaje más trabajos? Y responde: Para darle ocasión de ejercitar la obediencia, para la cual estaba muy preparada. Pero, sobre todo, demostró su obediencia heroica cuando por obedecer a la divina voluntad consintió la muerte de su Hijo con tanta constancia. Por eso, a lo que dijo una mujer en el Evangelio: "Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron", Jesús respondió: "Más bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la cumplen" (Lc 11,28). En consecuencia, conforme a Beda el Venerable, María fue más feliz por la obediencia al querer de Dios que por haber sido hecha la Madre del mismo Dios.

Por esto agradan muchísimo a la Virgen los amantes de la obediencia. Se cuenta que se le apareció la Virgen a un religioso franciscano llamado Accorso cuando estaba en la celda, pero en ese instante fue llamado para confesar a un enfermo y se fue. Mas al volver encontró que María lo estaba esperando, alabándole mucho su obediencia. Como, al contrario, reprendió a un religioso que después de tocar la campana se quedó completando ciertas devociones.

Hablando la Virgen a santa Brígida de la seguridad que da el obedecer al padre espiritual, le dijo: La obediencia es la que introduce a todos en la gloria. Porque, decía san Felipe Neri, que Dios no nos pide cuenta de lo realizado por obedecer, habiendo dicho él mismo: "El que a vosotros oye, a mí me oye; el que a vosotros desprecia, a mí me desprecia" (Lc 10,16). Reveló también la Madre de Dios a santa Brígida que ella, por los méritos de su obediencia, obtuvo del Señor que todos los pecadores que a ella se encomiendan sean perdonados.

Reina y Madre nuestra, ruega a Jesús por nosotros, consíguenos por los méritos de tu obediencia ser fieles en obedecer a su voluntad y las órdenes del director espiritual. Amén.

domingo, 8 de junio de 2014

NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: DOMINGO 8 DE JUNIO DEL 2014


Nardo del 8 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, que enviaste al Espíritu Santo!

Meditación: Jesús que nos enviaste tu Santo Espíritu, que nos permitiste por Tu inmenso Amor ser templos del mismo Dios, para así vivir en Ti y recibir a la Divinidad en nuestra pobre casa, llenándola de gracias. Que seamos vasijas de barro, purificadas por el Fuego ardiente de Dios, para que Sus dones se derramen en nuestras almas. ¡Oh que sublime posesión sería ésta, ser poseídos por el Espíritu Divino que nos guía y renueva como verdadera Iglesia!.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Pidamos la efusión del Espíritu Santo sobre cada uno de nosotros y sobre toda la Iglesia.

"Ven, Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, Tu Amadísima Esposa, ven¨" (se repite tres veces).

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

BESITOS


Besitos. 

La historia cuenta que hace algún tiempo un hombre castigó a sus hijita de 5 años por desperdiciar un rollo de papel dorado para envolver regalos. 

Estaban apretados de dinero y se molestó mucho cuando la niña pegó todo el papel dorado en una cajita que puso debajo del árbol de Navidad. 

Sin embargo, la mañana de Navidad, la niña le trajo la cajita envuelta con el papel dorado a su papá: "ésto es para tí papá". 

El papá se sintió avergonzado por haberse molestado tanto la noche anterior, pero su molestia resurgió de nuevo cuando comprobó que la caja estaba vacía y le dijo en tono molesto: "¿que no sabe usted señorita que cuando uno dá un regalo debe haber algo dentro del paquete? ". La niña volteó a verlo con lágrimas en sus ojitos y le dice:

" Pero papi, no está vacía. Le puse besitos hasta que se llenó ".
El papá estaba conmovido, cayó de rodillas, abrazó a su hijita y pidió que le perdonara su desconsiderado coraje.

Un tiempo después, un accidente tomó la vida de la niña, se dice que el papá conservó la cajita dorada junto a su cama por el resto de su vida. 

Cuando se sentía sólo y desanimado, metía su mano en la cajita dorada y sacaba un besito imaginario de ella.

IMÁGENES DEL ESPÍRITU SANTO EN PENTECOSTÉS








































EL HIMNO AL ESPÍRITU SANTO



EL HIMNO AL ESPIRITU SANTO 


Ven Espíritu Creador, 
visita las almas de tus fieles, 
Llena de gracia celestial 
Los pechos que tu creaste. 

Te llaman Paráclito, 
Don de Dios altísimo, 
Fuente viva, fuego, amor 
Y unción espiritual. 

Tú, don septenario, 
Dedo de la diestra del Padre, 
Por ]El prometido a los hombres 
Con palabras solemnes. 

Enciende luz a los sentidos 
Infunde amor en los corazones, 
Y las debilidades de nuestro cuerpo 
Conviértelas en firme fortaleza. 

Manda lejos al enemigo, 
Y danos incesantemente la paz, 
Para que con tu guía 
Evitemos todo mal. 

Danos a conocer al Padre, 
Danos a conocer al Hijo 
Y a Ti, Espíritu de ambos, 
Creamos en todo tiempo. 

Que la gloria sea para Dios Padre, 
Y para el Hijo, de entre los muertos 
Resucitado, y para el Paráclito, 
Por los siglos de los siglos. Amén.

LOS REGALOS DE DIOS




Autor: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net
Los regalos de Dios
Las Tres Divinas Personas se nos han dado las tres, cada una a su manera, y se han dado del todo en forma asombrosa.



Cuando hablamos del Espíritu Santo en nuestros mensajes parece que se anima el Programa. Ese día estamos pensando en Dios más que nunca. Y esto a lo mejor es lo que nos va a pasar hoy... 

Un himno de la Liturgia se dirige al Espíritu Santo y le dice: Eres el regalo grande del Dios altísimo. Tan grande, que Dios echó el resto con el Espíritu Santo y se quedó sin nada más que darnos. 

Parece mentira cómo hace Dios las cosas. Todas las hace en grande, como Dios que es. En Él no cabe hacer nada pequeño. Y así es cómo se nos ha dado Dios desde el principio. Ha ido escalonando las cosas que daba, y al fin se ha quedado sin nada más. 

¿Y el Cielo?, preguntarán algunos. Sí, Dios a estas horas nos ha dado ya también el Cielo. Porque incluso el Cielo ya lo llevamos dentro. Lo único que falta es que se rompa el velo de la carne mortal para que podamos disfrutar en gloria lo que ya poseemos en gracia. 

Las Tres Divinas Personas se nos han dado las tres, cada una a su manera, y se han dado del todo en forma asombrosa. Aunque, cuando se nos daba una Persona, se nos daban las otras por igual, cada una según es en el seno de la Santísima Trinidad. 

El primero que se nos dio fue el Padre con la creación. Toda la obra inmensa que contemplan nuestros ojos salió de sus manos amorosas y la puso en las manos nuestras para que la disfrutemos a placer. Nos creó en inocencia y nos dio su gracia, de modo que desde el principio éramos hijos suyos. 

Se nos daba después el Hijo en la obra de la Redención. Cuando cometimos la culpa y perdimos la gracia, Dios manda su Hijo al mundo para que nos salve, y ya sabemos cómo se nos dio Jesús. Desde la cuna de Belén y desde Nazaret hasta el Calvario, y a través de todos los caminos de Galilea, ¡hay que ver cómo se entregaba Jesús! Y cuando había de marchar de este mundo, se las ingenió para irse y quedarse a la vez. Porque, si no, ¿qué otra cosa es la Eucaristía?... Y, ya en el Cielo, nos va a hacer junto con el Padre el regalo de los regalos. 

Finalmente, le tocaba el turno al Espíritu Santo. 
Sentado a la derecha del Padre, Jesús, con todo el poder que tiene como Dios, nos manda el Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, para que tome posesión de nuestros corazones, derrame en nosotros el Amor increado de Dios, nos llene de su santidad, nos colme con todos sus dones, produzca en nosotros todos los frutos del Cielo, y sea la prenda de nuestra vida eterna. 

Así Dios, el Dios Uno en las Tres divinas Personas de la Santísima Trinidad, siendo infinitamente rico, se queda sin nada más que darnos... 

El Espíritu Santo es el resto, el colmo, el regalo grande del Dios altísimo, que ya no puede inventar nada mayor para poderlo regalar. 

Son muchas las personas que en nuestros días, volviendo a la devoción que la Iglesia de los primeros siglos tuvo al Espíritu Santo, nos han dado una verdadera lección de felicidad. ¡Hay que ver cómo disfrutan del Espíritu Santo en sus asambleas! Parecen tener la feliz enfermedad de un Felipe de Neri, el Santo más simpático que llenó la Roma del siglo dieciséis. 

Se preparaba para celebrar la fiesta de Pentecostés, porque era muy devoto del Espíritu Santo, cuando se sintió de repente abrasado por un fuego devorador. 
- ¡Que no puedo más! ¡Que no puedo más!... 
Los que le rodeaban empezaron a buscar agua fría, le aplicaban al pecho paños mojados, y nada... El corazón palpitaba como un tambor. Hasta las costillas se levantaban como para estallar. 
Felipe no podía aguantar el gozo inexplicable que le invadía: 
- ¡Basta! ¡Que no puedo con tanta felicidad!... 
Aquel fenómeno místico no se lo explicaba nadie, porque aquel calor le duraba como duraban las llagas a San Francisco de Asís o al Padre Pío... 
Llegaba el invierno y tenía que descubrirse la ropa del pecho para que el calor del amor no se sintiera tan intenso. Y como nadie sabía de qué procedía, el Santo, como hacía con todas sus cosas, lo tomaba a risa delante de los demás. Caminaba así descubierto en pleno invierno por las calles de Roma, por mucho frío que hiciese, y se les reía a los jóvenes: 
- ¡Vamos! A vuestra edad, ¿y no aguantáis el poco frío que hace? 
Los médicos, que tampoco entendían nada, le daban medicinas equivocadas y no conseguían nada tampoco. Ni disminuían las palpitaciones, ni se arreglaban las costillas. El Santo seguía riéndose: 
- Pido a Dios que estos médicos puedan entender mi enfermedad... 

Pues, bien. Eso que ni los jóvenes ni los médicos entendían, es lo que hace en nosotros el Espíritu Santo que se nos ha dado. Así estalla su amor en el corazón. Dios lo quiso manifestar externamente en Felipe Neri para que nosotros entendiéramos la realidad mística y profunda que llevamos dentro. 

El Espíritu Santo es el Huésped de nuestras almas y el que santifica nuestros cuerpos. El Espíritu Santo es el que ilustra nuestras mentes para que entendamos la verdad y penetremos en las intimidades de Dios. El Espíritu Santo es quien nos empuja hacia Dios con la oración que suscita en nosotros. 

El Espíritu Santo, don grandísimo de Dios, lo último que le quedaba a Dios... Eso, eso es lo que Dios nos ha dado...  

sábado, 7 de junio de 2014

CONSAGRACIÓN DEL HOGAR Y LA FAMILIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


Consagración del hogar y la familia 
al Inmaculado Corazón de María


¡Oh Virgen María!, queremos consagrar hoy nuestro hogar y cuantos lo habitan a vuestro Purísimo Corazón.
Que nuestra casa, como la tuya de Nazaret, llegue a ser un oasis de paz y felicidad por:

   -  el cumplimiento de la voluntad de Dios,
   -  la práctica de la caridad,
   -  y el abandona a la Divina Providencia,

¡Que nos  amemos  todos como Cristo  nos enseñó!. Ayúdanos a vivir siempre cristianamente y envuélvenos en tu ternura.

Te pido por los hijos que Dios nos ha dado (se citan los nombres) para que los libres de todo mal y peligro de alma y cuerpo, y los guardes dentro de Tu Corazón Inmaculado. Dígnate, Madre nuestra, transformar nuestro hogar en un pequeño cielo, consagrados todos a vuestro Corazón Inmaculado. Amén.

¡Corazón Inmaculado de María, sálvanos! 

CÓMO PEDIR FAVORES A LA VIRGEN MARÍA DE FORMA EFECTIVA



CÓMO PEDIR FAVORES A LA VIRGEN MARÍA
DE FORMA EFECTIVA


 San Antonio María Claret, gigante espiritual que llena todo el siglo XIX de la Iglesia española, nos cuentan sus biógrafos infinidad de anécdotas y sucesos relacionados con su ardentísima devoción a la Virgen. No olvidemos que es uno de los mayores santos marianos que han existido. Desde niño destacaba ya por su amor y piedad para con la Virgen. Nos fijamos ahora en el siguiente relato recogido en una de sus documentadas biografías:

Siendo todavía joven seglar hubo de hacer un viaje en compañía de un buen caballero, quien observó los claros signos de devoción mariana de que, tanto en sus conversaciones como en su conducta, daba muestras el joven Claret.

El señor Portellas –así se llamaba el acompañante- admirado de su piedad, le habló de esta manera: - "Paréceme, Antonio, que eres muy devoto de la Virgen". 
La respuesta fue contundente: "¿Cómo no, si todo cuanto le pido me lo alcanza?" 
–"¿Qué me dices? Explícame el modo de pedírselo". 
Claret le contestó: "Le pido lo que deseo con amor y confianza. Y si veo que no me escucha, me acerco más a Ella, la cojo del manto y le digo: si no me lo alcanzáis, a fuerza de tiraros, rasgaré el manto. Y entonces ya me escucha". Hasta aquí la anécdota narrada por el diligente biógrafo.

COMENTARIO BREVE. Aquí tenemos una hermosa lección sobre cómo debemos orar y suplicar a María. Se nos ofrecen tres requisitos esenciales: amor, confianza y perseverancia. Esta última condición nos falla muy a menudo, pues cuando nos dirigimos a la Virgen queremos obtener un determinado favor o gracia con la mayor prontitud, y nos ponemos impacientes si no sucede así. ¿Y qué decir del amor y la confianza, como clave del fruto de la oración?

La Iglesia nos enseña a ejercitar la oración perseverante y se muestra insistentemente repetitiva en muchas de sus plegarias. Ha aprendido el aviso del Señor en la parábola del amigo importuno (Lc 11,5-8). El Padre nuestro, que es la oración por antonomasia del cristiano, nos enseña a orar y el orden que han de seguir nuestras peticiones. Jesús nos ha recordado con encarecimiento: "Pedid y se os dará. Buscad y hallaréis. Llamad y se os abrirá". Eso mismo nos susurra la Virgen. Ella nunca desoye nuestras súplicas y las encauza hacia lo que verdaderamente nos conviene, si pedimos algo no conforme con los designios divinos.

Aprendamos de San Antonio María Claret a "tirar del manto" de María, hermosa metáfora que tanto nos dice a todos. Y sobre todo procuremos introducirnos en su Corazón Inmaculado para oír –si fuera posible- sus dulces latidos. Ninguna petición a la Virgen se perderá en el camino, aunque Ella se vea obligada a cambiar, con solicitud materna, el curso de nuestras plegarias. Supliquemos su amorosa y poderosa intercesión en todas nuestras necesidades espirituales, corporales y temporales. María se hará siempre presente con su auxilio oportuno. Pero no dejemos de insistirle, como hacía con tanto amor y confianza el joven Claret, extraordinario y ejemplar devoto de María.

NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: SÁBADO 7 DE JUNIO DEL 2014


Nardo del 7 de Junio:
¡Oh Sagrado Corazón, qué sensible y sencillo sos!

Meditación: Me parece entrever por una ranura de la casa de Nazaret a un Joven trabajador que con habilidad modelaba un rústico trozo de madera; en el aire se percibe un rico olor a viruta fresca…parece absorto. De repente y ante una suave voz levanta Su cabeza…es el Rostro de Mi Señor, que diligente y obediente responde al llamado de Su Madre. En la otra habitación, en su lecho un anciano agonizante respira agitadamente…es el pobre papá José. En la Mirada Amorosa de aquel Joven Niño se reflejan tanto amor, tanto dolor, tanta paz. Entre tiernos cuidados y santas lágrimas José inicia su marcha, hasta que se abra la Puerta de la Morada Santa.

¿Somos capaces de imitar la sencillez y el amor que el Señor prodigó a todos los que tocó en Su vida terrena?. ¿O escapamos en el mundo de hoy del cuidado de los ancianos y necesitados?. Justificándonos en que tenemos nuestro trabajo y en que no podemos angustiarnos tanto, ni siquiera podemos dar una sonrisa para aquel que agoniza. ¡Tenemos que vivir…vivir para morir!. Amar de verdad es dar todo hasta desgarrar nuestro mísero corazón en ofrenda al Señor, como lo hizo el Redentor.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Demos cuidado y amor a un anciano necesitado, como lo hizo y lo hace el Señor.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

ORACIÓN PARA PEDIR LOS DONES AL ESPÍRITU SANTO




ORACIÓN PARA PEDIR 
LOS DONES AL ESPÍRITU SANTO

Ven, Espíritu Creador, visita las almas de los fieles; e inunda con tu gracia los corazones que Tú creaste.

Espíritu de Sabiduría, que conoces mis pensamientos más secretos, y mis deseos más íntimos, buenos y malos; ilumíname y hazme conocer lo bueno para obrarlo, y lo malo para detestarlo sinceramente.

Intensifica mi vida interior, por el don de Entendimiento.

Aconséjame en mis dudas y vacilaciones, por el don de Consejo.

Dame la energía necesaria en la lucha contra mis pasiones, por el don de Fortaleza.

Envuelve todo mi proceder en un ambiente sobrenatural, por el don de Ciencia.

Haz que me sienta hijo tuyo en todas las vicisitudes de la vida, y acuda a Ti, cual niño con afecto filial, por el don de Piedad.

Concédeme que Te venere y Te ame cual lo mereces; que ande con cautela en el sendero del bien, guiado por el don del santo Temor de Dios; que tema el pecado más que ningún otro mal; que prefiera perderlo todo antes que tu gracia; y que llegue un día a aquella feliz morada, donde Tú serás nuestra Luz y Consuelo, y, cual tierna madre; enjugas “toda lágrima de nuestros ojos”, donde no hay llanto ni dolor alguno, sino eterna felicidad. Así sea.

viernes, 6 de junio de 2014

PENSAMIENTO MARIANO 48


PENTECOSTÉS Y EL APOCALIPSIS HABLAN DE MARÍA


Autor: P. Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net
Pentecostés y el Apocalipsis hablan de María
P. Antonio Rivero. Nos fijaremos en los Hechos de los Apóstoles y en el Apocalipsis, de donde entresacamos notas sobre María.
 
María en Pentecostés

La obra y la acción de María no acaba en el Calvario. ¿Qué les parece si entramos también nosotros al Cenáculo, donde están reunidos los apóstoles con María en espera del E.S.? Los apóstoles formaban la primera Iglesia. Y María era la madre de esa Iglesia . ¿Cómo no iba a estar María ahí?

Para esto nos servirá el texto de los Hechos 1, 12-14; 2,1: “Todos perseveraban unánimes en la oración con algunas mujeres, con María la madre de Jesús”.

Ciertamente María no pertenece al grupo de los Apóstoles, pues no ocupa un lugar jerárquico, pero es presencia activa y animadora primera de la oración y la esperanza de la comunidad.

¿Qué notas, qué rasgos podemos descubrir en este texto de los hechos de los apóstoles?


María Madre, alma y aliento de la Iglesia naciente

La presencia de María en el Cenáculo es solidaridad activa con la comunidad de su Hijo. Ella es la que no mayor anhelo y fuerza implora la venida del Espíritu.

María era una mujer del espíritu. Su vida está jalonada de intervenciones del E.S. El E.S. fue quien la cubrió con su sombra y obró en ella la Eucaristía del Hijo de Dios. El E.S. santificó a Juan Bautista en el seno de su madre Isabel, y maría e Isabel se llenaron de gozo en el Espíritu. El espíritu revelo al anciano Simeón la misión de su Hijo Jesús y profetizo a María la espada de dolor.

Por tanto, toda la vida de María se desarrolla en la fuerza del espíritu.

Al recibir una vez más María al E.S en Pentecostés, recibe la fuerza para cumplir la misión que de ahora en adelante tiene en la historia de la salvación: María Madre de la Iglesia. Todo su amor y todos sus desvelos son ahora para los apóstoles y discípulos de su Hijo, para su Iglesia que es la continuación de la obra de Jesús.

Ella acompaña la difusión de la Palabra, goza con los avances del Reino, sigue sufriendo con los dolores de la persecución y las dificultades apostólicas.

María en el Cenáculo es la Reina de los apóstoles y los protegía; el Trono de Sabiduría que les enseñaba a orar y a implorar la venida del Espíritu, era la Causa de la alegría y el Consuelo de los afligidos, y por eso les animaba.

Pentecostés con la venida del E.S. sobre aquella comunidad cristiana congregada en el Cenáculo marca el comienzo de los hechos de los Apóstoles, el comienzo de la evangelización, de la difusión y propagación de la Iglesia.

Este crecimiento y expansión eran debidos a la fuerza del Espíritu, que habían recibido los apóstoles, pero María estaba allí presente con su oración y fe. Y lo mismo que participó en la formación de Cristo en Nazareth, participa ahora con su presencia orante en el nacimiento y expansión de la Iglesia y en su misión evangelizadora.

Por eso, podemos sacar un segundo rasgo de María, aquí en Pentecostés: María mujer evangelizadora desde el primer momento de la Iglesia.

Es una constante de la historia de la Iglesia María ha estado presente en la evangelización de todos los pueblos en los diversos continentes, como lo muestran las historias de las misiones.

Por ejemplo en África y en América.

Los misioneros portugueses, con la fe en Cristo, llevaron a los pueblos de África una tierna devoción a la Virgen María y sembraron las tierras evangelizadoras de nombres de Santa María. El mismo San Francisco Javier, que manejaba en barcos portugueses a lo largo de la costa de África, decía: “He constatado que en vano se predicaba el nombre de Jesús antes de haberles mostrado la imagen de su madre”

En el campo, el P. Benaventura de Alessamo, superior de los capuchinos que evangelizó en el siglo XVII, solía convocar a los fieles una o dos veces al día en la Iglesia o junto a un árbol. Allí cantaban las letanías y rezaban el rosario, al mismo tiempo que les hablaban de la devoción de la virgen y de su poderosa intercesión ante Dios a favor de los hombres.

Mucho más fue el influjo de María en la evangelización de América. Los misioneros llevaban siempre consigo una imagen de María. También los soldados solían llevar imágenes o estampas de María que les habían regalado sus madres, hijas o esposas, para que fueran su salvaguardia en los múltiples peligros que les aguardaban.

Es un hecho comprobable que en todas partes surgieron santuarios célebres de la Virgen, que pronto se convirtieron en lugares de peregrinación y centros de evangelización, de piedad e identidad cristiana. “La América no ha llegado a Jesús sino en brazos de María”. El caso más espectacular ha sido el de México. Después de las apariciones de la Virgen de Guadalupe al indio San Juan Diego, las conversiones se multiplicaron con tanta rapidez que se tenían hasta 15000 bautizos al día. Fray Toribio de Benavente narra en su crónica que a los misioneros se les caían los brazos de cansancio de tanto bautizar.

Con toda razón, los obispos de Latinoamérica, reunidos en Puebla en 1979, reconocían que la devoción y culto a María pertenece a la identidad propia de estos pueblos, señalando además el influjo que María ha tenido en su evangelización.

“Ella cuida de que el Evangelio nos penetre, conforme nuestra vida diaria y produzca frutos de santidad. Ella tiene que ser cada vez más la pedagoga del Evangelio en América Latina”

Lo mismo podemos decir de los grandes santuarios marianos que hoy día se han convertido en los centros más significativos de irradiación de vida cristiana. Fátima y Lourdes, son lugares de encontró con Dios, de conversiones, de catequesis y de evangelización.

Y todo esto comenzó en Pentecostés.



María en el Apocalipsis
Apocalipsis 12, 1 ss

“Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza, y estaba en cinta y gritaba en su angustia y dolores de parto”.

¿Cuál es el contexto?

Sabemos que el Apocalipsis no en un libro fácil de leer. Recordemos que se escribió alrededor del año 95, cuando la Iglesia afrontaba una dura situación. La sangrienta persecución romana pone a prueba su fe y su entrega.

San Juan se dirige a la comunidad cristiana para esclarecerle el sentido de los sucesos y animarla en la tribulación. En la persecución está obrando el poder del demonio, quien odia a Cristo y a los cristianos, aquellos que perseveran hasta el final participarán en el triunfo de Cristo. Tal es el mensaje primero e inmediato del libro del Apocalipsis. Pero los acontecimientos de su tiempo sirven a san Juan para ampliar la interpretación de la historia universal: el acontecer de todos los tiempos es una lucha permanente entre el poder de Dios y las fuerzas demoníacas. Esta lucha se resuelve con la victoria incuestionable de Dios, en virtud de la muerte de Cristo.

Hagamos ahora el análisis de este capítulo 12 del Apocalipsis.

Esta visión puede dividirse en tres partes.

  • La presentación de los personajes simbólicos: la mujer y la serpiente (1-4)
  • La persecución del dragón al Hijo varón de esa mujer, y la victoria de éste (4-12)
  • La persecución contra la mujer y el resto de sus hijos (v. 13-17)

    ¿Quién esa mujer vestida de sol con la luna bajo sus pies?

    La mujer está vestida de luz, símbolo de benevolencia de Dios y de la participación en su vida. Sobre su cabeza tiene “una corona de doce estrellas”, imagen igualmente luminosa como las anteriores que simbolizan a las doce tribus de Israel.

    Aparece una segunda señal, el otro personaje: “Una gran serpiente roja, con siete cabezas y diez cuernos”.


    ¿Quién es está serpiente?

    Se trata de la serpiente antigua, clara alusión a la imagen del demonio en el paraíso. Se le llama Diablo y Satanás, el seductor del mundo eterno.

    Las siete cabezas evocan a Roma, ciudad de las siete colonias. Los diez cuernos y las siete diademas son el poder real del imperio.

    Esta señal expresa que el demonio utiliza el poder del imperio Romano en su intento de aniquilar al Hijo de la mujer y a sus seguidores, los cristianos.

    La cola que arrastra la tercera parte de las estrellas alude a la caída de los ángeles malos, arrastrados por Satanás.


    ¿Quién es esta mujer?

    La mujer es susceptible de varias significaciones simultáneas, autorizadas por el pensar simbólico y representativo propio de San Juan.
  • En una primera significación, es el Pueblo de Dios. Simboliza a Israel, pueblo escogido del cual proviene el Mesías - y al nuevo Pueblo - la Iglesia -, sometida a la persecución y a las insidias del demonio.
  • En una segunda significación, es María Santísima. Ambas significaciones - eclesial y mariana - se complementan y enriquecen mutuamente, porque Juan contempla a la Iglesia con los rasgos de María, y a María insertada en el misterio de la Iglesia.
  • Esa mujer dio a luz, ¿a quién? A un Hijo Varón, Cristo, que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro (v.5).
  • Pero también se puede interpretar ese Hijo como a los cristianos: dio a luz a los cristianos, pues la profunda unidad entre Cristo y los cristianos es mensaje permanente en los escritos de Juan.

    La lucha entre la Mujer y la serpiente es fuerte. La serpiente pretende devorar al Hijo, pero este “fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono,” alusión inequívoca a la exaltación de Jesús por su elevación en la cruz, donde derrota al demonio, y por su Ascensión a los cielos. La mujer huye entonces al desierto, lugar preparado por Dios para su protección y refugio. Allí se la alimenta - alusión al maná y a la Eucaristía- durante 1260 días, tiempo alegórico que tipifica la duración de una persecución larga, pero a la vez limitada por la voluntas divina.


    ¿Qué rasgo de María sobresale en este texto del Apocalipsis?


    María vencedora del mal, la que pisa la cabeza de Satanás, la inmaculada, la sin pecado. Y como María es madre de la Iglesia, la Iglesia también triunfará en esta terrible lucha que durará desde la Pascua hasta la Parusía o Segunda Venida de Cristo.

    Aunque ya se libró en el Calvario la batalla definitiva, las potencias del mal continúan ofreciendo resistencia. El demonio sabe que le queda poco tiempo y ya fue derrotado irremediablemente por Cristo, pero busca vengarse y causar daños a los seguidores de Cristo y apartarlos de Cristo y de la Iglesia.

    Pero no tengamos miedo, María está a nuestro lado, ella, la vencedora. Y con ella vencemos nosotros, vence la Iglesia. El demonio no puede contra María ni contra la Iglesia, que goza de la protección y del alimento de Cristo victorioso. Dios es el vencedor.

    Por eso el cristiano aun en medio de las persecuciones- está llamado a vivir alegre en la esperanza y seguro de la victoria. María está presente en la lucha a nuestro favor. Enemiga perpetua del poder de las tinieblas, participa en las tribulaciones de sus hijos - de nosotros - y es para nosotros señal de victoria.

    La mujer del Apocalipsis es la misma del Calvario y del Paraíso, testimonio de la presencia de María en las entregas decisivas de la historia de la salvación. Y así termina el versículo 12, de este capítulo 12: “Por tanto, regocijaos, oh Cielos y los que en ella moráis”...

  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Antonio Rivero LC

    PENSAMIENTO MARIANO 47


    PENSAMIENTO MARIANO 46


    jueves, 5 de junio de 2014

    PENSAMIENTO MARIANO 45


    PENSAMIENTO  MARIANO

    Oigamos a María para que nos enseñe, como hizo con su Hijo Jesús, a ser mansos y humildes de corazón, y de esta manera poder dar gloria a nuestro Padre que está en los cielos.

     Madre Teresa de Calcuta

    LA IMPORTANCIA DEL TIEMPO


    La importancia del tiempo

    Imagínate que existe un banco que cada mañana acredita en tu cuenta la suma de $ 86.400 . No arrastra tu saldo día a día. Cada noche borra cualquier cantidad de tu saldo que no usaste durante el día ¿Que harías? Retirar hasta el último centavo,... ¡¡¡por supuesto!!!
    Cada uno de nosotros tiene ese banco. Su nombre es tiempo. Cada mañana este banco te acredita 86.400 segundos. Cada noche este banco borra y da como pérdida cualquier cantidad de ese crédito que no has invertido en un buen propósito.

    Este banco no arrastra saldos ni permite sobregiros. Cada día te abre una nueva cuenta. Cada noche elimina los saldos del día.
    Si no usas tus depósitos del día la pérdida es tuya. No se puede dar marcha atrás. No existen los giros a cuenta del depósito de mañana.

    Debes vivir en el presente con los depósitos de hoy. Invierte de tal manera que puedas conseguir lo mejor en salud, felicidad, éxito. El reloj sigue su marcha. Consigue lo máximo del día.

    Para entender el valor de un año, pregúntale a algún estudiante que perdió el año de estudios. Para entender el valor de un mes, pregúntale a una madre que dio a luz a un bebé prematuro. Para entender el valor de una semana, pregúntale al editor de un semanario.

    Para entender el valor de una hora, pregúntale a los amantes que esperan para encontrarse. Para entender el valor de un minuto, pregúntale a una persona que perdió el tren. Para entender el valor de un segundo, pregúntale a una persona que por un pelo evitó un accidente.

    Para entender el valor de una milésima de segundo, pregúntale a una persona que ganó una medalla de plata en las olimpíadas.

    Atesora cada momento que vivas. Y atesóralo más si lo compartiste con alguien especial, lo suficientemente especial como para dedicarle tu tiempo. Recuerda que el tiempo no espera por nadie.

    Ayer es historia. Mañana es misterio. Hoy es dádiva. ¡Por eso es que se le llama "el presente"!

    ¿QUÉ ES PENTECOSTÉS?


    Autor: Eduardo Cáceres Contreras | Fuente: Conferencia Episcopal de Chile 
    ¿Qué es Pentecostés?
    Una festividad cristiana que data del siglo primero y estaba muy estrechamente relacionada con la Pascua


    Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv 23 15-21; Dt 169). Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (= cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex 34 22 se celebraba al término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de cuándo llegaba cada año la cosecha a su sazón, pero tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía un sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho de la alianza y el don de la ley.

    En el marco de esta fiesta judía, el libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch 2 1.4). A partir de este acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana de primera categoría (Hch 20 16; 1 Cor 168).


    PENTECOSTÉS, algo más que la venida del espíritu...

    La fiesta de Pentecostés es uno de los Domingos más importantes del año, después de la Pascua. En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de Egipto.

    Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta fue llamada por el pueblo segunda Pascua, la liturgia actual de la Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad después de la festividad de Pascua, no pretende hacer un paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de la cincuentena pascual. Vale decir como una fiesta de plenitud y no de inicio. Por lo tanto no podemos desvincularla de la Madre de todas las fiestas que es la Pascua.

    En este sentido, Pentecostés, no es una fiesta autónoma y no puede quedar sólo como la fiesta en honor al Espíritu Santo. Aunque lamentablemente, hoy en día, son muchísimos los fieles que aún tienen esta visión parcial, lo que lleva a empobrecer su contenido.

    Hay que insistir que, la fiesta de Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tenemos la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.

    Es bueno tener presente, entonces, que todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.


    Culminar con una vigilia:

    Entre las muchas actividades que se preparan para esta fiesta, se encuentran, las ya tradicionales, Vigilias de Pentecostés que, bien pensadas y lo suficientemente preparadas, pueden ser experiencias profundas y significativas para quienes participan en ellas.

    Una vigilia, que significa “Noche en vela” porque se desarrolla de noche, es un acto litúrgico, una importante celebración de un grupo o una comunidad que vigila y reflexiona en oración mientras la población duerme. Se trata de estar despiertos durante la noche a la espera de la luz del día de una fiesta importante, en este caso Pentecostés. En ella se comparten, a la luz de la Palabra de Dios, experiencias, testimonios y vivencias. Todo en un ambiente de acogida y respeto.

    Es importante tener presente que la lectura de la Sagrada Escritura, las oraciones, los cantos, los gestos, los símbolos, la luz, las imágenes, los colores, la celebración de la Eucaristía y la participación de la asamblea son elementos claves de una Vigilia.

    En el caso de Pentecostés centramos la atención en el Espíritu Santo prometido por Jesús en reiteradas ocasiones y, ésta vigilia, puede llegar a ser muy atrayente, especialmente para los jóvenes, precisamente por el clima de oración, de alegría y fiesta.

    Algo que nunca debiera estar ausente en una Vigilia de Pentecostés son los dones y los frutos del Espíritu Santo. A través de diversas formas y distintos recursos (lenguas de fuego, palomas, carteles, voces grabadas, tarjetas, pegatinas, etc.) debemos destacarlos y hacer que la gente los tenga presente, los asimile y los haga vida.

    No sacamos nada con mencionarlos sólo para esta fiesta, o escribirlos en hermosas tarjetas, o en lenguas de fuego hechas en cartulinas fosforescentes, si no reconocemos que nuestro actuar diario está bajo la acción del Espíritu y de los frutos que vayamos produciendo.

    Invoquemos, una vez más, al Espíritu Santo para que nos regale sus luces y su fuerza y, sobre todo, nos haga fieles testigos de Jesucristo, nuestro Señor.

    LOS JUICIOS HUMANOS


    LOS JUICIOS HUMANOS


    Había una vez un matrimonio con un hijo de doce años que tenían un burro. Decidieron viajar, trabajar y conocer el mundo. 

    Así, al pasar por el primer pueblo, la gente comentaba: "¡Mira ese chico mal educado!. Él arriba del burro y los pobres padres, ya grandes, llevándolo de las riendas!".

    Entonces, la mujer le dijo a su esposo: "No permitamos que la gente hable mal del niño." El esposo lo bajó y se subió él.

    Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba: "¡Mira qué sinvergüenza es ese tipo!. Deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va muy cómodo encima!".

    Entonces, tomaron la decisión de subirla a ella al burro mientras padre e hijo tiraban de las riendas.

    Al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba: "¡Pobre hombre!. Después de trabajar todo el día, debe llevar a la mujer sobre el burro!. ¿Y el pobre hijo?. ¡Qué le espera con esa madre!".

    Se pusieron de acuerdo y decidieron subir al burro los tres para comenzar nuevamente su peregrinaje.

    Al llegar al pueblo siguiente, escucharon que los habitantes decían: 
    "¡Son unas bestias, más bestias que el burro que los lleva, van a partirle la columna!".

    Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro. Pero al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces decían sonrientes: "¡Mira a esos tres idiotas: caminan, cuando
    tienen un burro que podría llevarlos!"

    Moraleja:
    Siempre te criticarán, hablarán mal de ti y será difícil que encuentres alguien a quien le conformen tus actitudes. Entonces: ¡Vive como creas!, haz lo que te parezca correcto a ti, lo que te dicte tu conciencia y tu corazón.

    NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: JUEVES 5 DE JUNIO DEL 2014


    Nardo del 5 de Junio:
    ¡Oh Sagrado Corazón, qué tierno sos!

    Meditación: Dicen que una vez la Santísima Virgen a un niño se le presentó, le habló del Amor y de su Corazón, pero el niño que sorprendido la escuchaba se atrevió a preguntarle por el Niño Dios. De tal modo, una conversación parecida a ésta se escuchó:
    Perdón, Virgen María, ¿pero si voy al Cielo voy a poder jugar con el Niño Jesús?. La Virgen sonriendo contestó: "Sí, en el Cielo se te da todo lo que buscas con un corazón de niño". El pequeño prosiguió: ¿Al fútbol también podré jugar con El?. La Virgen contestó: Si así lo deseáis... El niño: Ah, pero siempre va a ganar Jesús, porque El es el mejor, es Dios. La Virgen, llena de ternura, contestó: "No, mi amor, porque en el Cielo no hay competencia y mi Jesús siempre deja ganar…". A lo que el niño, poniéndose a llorar respondió: "Entonces yo no quiero ganar, sólo quiero ser como Jesús...".
    ¡Qué lección la de la Madre de Dios!. Ella nos muestra la humildad y la ternura del Corazón de Su Hijo, que todo nos da, nos deja hasta querer ¨ganar¨ para que podamos aprender a ser como El, y ver que el Rey, todo Poder, trabaja en la pequeñez. ¿Qué nos queda entonces a nosotros?.

    Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

    ¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

    Florecilla: Que tratemos de ser niños guiados por la voz de nuestra Madre, practicando la humildad.

    Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
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