viernes, 30 de mayo de 2014

CON MARÍA, RECORDANDO LA ASCENSIÓN

Autor: María Susana Ratero | Fuente: Catholic.net
Con María, recordando la Ascensión
La Ascensión es final y, al mismo tiempo, comienzo y promesa, camino y esperanza…
 
Con María, recordando la Ascensión

Cuarenta largos y extraordinarios días han trascurrido, Madre querida, desde el glorioso Domingo de Pascua.

Durante este tiempo, tu humilde corazón de madre repasó una y otra vez sus tesoros escondidos. En ése volver del alma cada acontecimiento vivido cobra ahora, sentido diferente. Pero tú, dulce Madre, a pesar de ser la elegida, la llena de gracia, la saludada por los ángeles y por los creyentes, tú no quieres brillar por esos días, pues Aquél cuya luz es inextinguible aún debe terminar la labor por la que había bajado del cielo a habitar en tu purísimo vientre. Por eso te mantienes casi oculta, limitándote a ser una presencia orante en la Iglesia naciente. Así te encuentro en los Evangelios, pero… necesito que me cuentes, Señora, lo que ha sido para ti el día de la Ascensión.

Y cierro los ojos tratando de imaginar tu rostro, tu mirada, tu voz serena que me responde al alma.

El día de la Ascensión fue el final ansiado, presentido, mas nunca totalmente imaginado por mí, de la historia de amor más bella que jamás haya existido. Una historia de amor que comenzó un día, ya lejano, y al mismo tiempo tan cercano, en Nazaret. Una historia que trascurrió durante treinta años, en el silencio y sumisión a mi amor materno, de Aquél por quien el mundo debía salvarse.

- ¡Ah, Señora!, en esa sumisión a ti Jesús glorificó grandemente al Padre, por ello es que tus hijos glorificamos al Padre sometiéndonos a ti (1).

Sonríes…

Tu mirada se pierde ahora en la lejanía.

Como te decía, la Ascensión es final y, al mismo tiempo, comienzo y promesa, camino y esperanza… por esos días Jesús se aparecía a sus amigos y les daba, con la fuerza extraordinaria de quien es la Verdad, los últimos consejos, las últimas recomendaciones, y les regalaba al alma, las más hermosas promesas.

Recuerdo claramente el día de su partida... era casi mediodía, el sol brillaba con fuerza, y hasta casi con alegría. Mi Hijo caminaba cerca de Betania con sus amigos, les pedía que fuesen hasta los confines de la tierra enseñando su Palabra. Su voz sonaba segura, serena, protectora, especialmente cuando les entregó aquella promesa que sería luego manantial de fe y esperanza para tantos hijos de mi alma..." Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo"

Yo presentía la partida… y Él sabía que necesitaba abrazarlo… como cuando era pequeño, como cuando le hallamos en el Templo, luego de aquella lejana angustia. Él lo sabía y vino hasta mí, me miró con ternura infinita y me abrazó fuerte, muy fuerte, y susurró a mis oídos…:

- Gracias Madre, gracias… gracias por tu entrega generosa, por tu confianza sin límites, por tu humildad ejemplar… gracias.

Cuando se alejaba ya de mí se acercó Juan, el discípulo a quien Jesús amaba mucho. Entonces el Maestro le dijo, mirándome:

- Cuídala Juan, cuídala y hónrala… protégela y escúchala. Ella será para ti, y para todos, camino corto, seguro y cierto hasta mi corazón. Hónrala Juan, pues haciéndolo… me honras.

- Lo haré, Maestro, lo haré…- contestó Juan desde lo más profundo de su corazón.

Jesús y Juan volvieron con los demás. En ese momento mi Hijo, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos y subió al cielo ante sus ojos y una nube comenzó a cubrirlo, delicadamente.

Los apóstoles se arrodillaron ante Él.
Mientras yo levantaba mi mano en señal de despedida y mis ojos se llenaban de lágrimas, sentí que me miraba… y su mirada me hablaba…


- ¿Qué te decía, Señora? ¿Qué te decía Jesús mientras partía?

- Espérame, Madre, enviaré por ti… espérame...
Ay! Hija mía, mi corazón rebosaba de gozo. En tanto los amigos de Jesús miraban fijamente al cielo, como extasiados. En ese momento se acercaron a ellos dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: Hombres de Galilea, ¿Por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir( Hch 1,11)

Los hombres tardaron un rato en reaccionar, luego, uno a uno, se fueron acercando a mí.

- Debemos volver a Jerusalén, tal como Él lo pidió- dijo Pedro, quien sentía que debía velar por esa Iglesia naciente, hasta en el más mínimo detalle.

Los demás asintieron. Volvimos y subimos a la habitación superior de la casa. Nos sentamos todos. Pedro comenzó a recitar, emocionado, la oración que Jesús nos enseñó, al finalizar dijo:

- Hermanos, permanezcamos en oración hasta que llegue el día en que, según la promesa de Cristo, seamos bautizados con el Espíritu Santo.

Yo me retiré a prepararles algo para comer. Juan se acercó y me abrazó largamente. Yo sentía que comenzaba a amarlos como a mis hijos… me sentía madre… intensamente madre… y nacía en mí una necesidad imperiosa de repetir a cada hijo del alma, aquellas palabras que pronunciara en Caná de Galilea: ...Hagan todo lo que él les diga( Jn 2,5)

Así nos quedamos, hija, nos quedamos todos esperando Pentecostés, la Iglesia primera, en una humilde casa de Jerusalén.

Espero haber contestado lo que tu alma me preguntó…


-Claro, Madre amada, claro que sí, como siempre, eres para tus hijos modelo de virtud, camino seguro hacia Jesús… compañera y amiga . Una vez más y millones de veces te lo diría, gracias, gracias por haber aceptado ser nuestra mamá, gracias por ocuparte de cada detalle relacionado a la salvación de nuestras almas, gracias por enseñarnos como honrarte, porque haciéndolo, honramos a Jesús... gracias por defendernos en el peligro… gracias por ser compañera, compañera, compañera...

Ahora, Santa Madre, debes enseñarnos a esperar, adecuadamente, Pentecostés.

Amigos que leen estas líneas, María ansía entrar a sus corazones para contarles las maravillas de Pentecostés… háganle sitio... es la mejor decisión que pueden tomar... no lo duden jamás...

___________________________ 

(1) San Luis María Grignon de Montfort “Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen” pag 94. Edit. Esin, S.A. -1999 

miércoles, 28 de mayo de 2014

ORACIÓN A SANTA MARÍA, POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS


ORACIÓN A SANTA MARÍA 
POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS
San Juan Pablo II



Oh Virgen María, Salud de los enfermos,
que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario
y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo,
participando íntimamente de sus dolores,
acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él,
para que las semillas esparcidas durante el Jubileo
sigan produciendo frutos abundantes en los años venideros.

Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti.
Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto,
plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones,
para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo.
Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento
de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro "sí",
seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien
más grande.

Virgen Inmaculada, haz que los frutos del Año Jubilar
sean para nosotros y para nuestros seres queridos,
prenda de un renovado empuje en la vida cristiana,
para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado
encontremos la abundancia de la misericordia de Dios
y la alegría sin fin del Cielo.
Amén!


IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA


Imágenes de la Virgen  María.
Leticia Soberón Mainero


Incontables artistas a lo largo de la Historia han dedicado muchas horas, recursos materiales, esfuerzos e imaginación para plasmar en pintura o escultura a María de Nazareth. Imaginan, llevados por el amor y la veneración a la madre de Dios, a una mujer de rostro joven, dulce, proporcionado y bello. Con estos rasgos desean manifestar la santidad de esta mujer única. 

Nosotros, que acudimos confiados a la intercesión de María, contemplamos estas imágenes y nos sirven de apoyo a la oración. En ellas vemos señalada su amorosa maternidad para con todo seguidor de Cristo. 

Pues bien, esta belleza artística es sólo una representación. Es como el dedo que señala la luna: nos hace mirar el cielo y no debemos quedarnos mirando al dedo. Es ella, María, que tras su asunción a los cielos, intercede por nosotros. Lo más importante no es si la imagen muestra una mujer hermosa; en María lo fundamental es su santidad. Las maravillas que el Señor ha obrado en ella. Su docilidad a Dios Padre, su fidelidad única a Jesús; la hondura de su amor en el Espíritu Santo. 

Por ello podemos encontrar, en la vida cotidiana, otras imágenes de María, más perfectas y más valiosas que las mejores tallas de madera, o los mejores óleos de nuestras iglesias. Mujeres jóvenes, maduras o ancianas, dóciles al Paráclito. Mujeres que aman, perdonan y rezan por los enemigos de Dios y del género humano. Que perseveran en el amor cristiano a todos, a veces con gran heroísmo que queda oculto para muchos. 

Incluso pecadoras, cual la Magdalena , pero arrepentidas, penitentes, y por ello asistidas por la Gracia de Dios. 

Mujeres que van al mercado, arreglan sus casas, trabajan en oficinas o colegios, o asisten a los vecinos. O las que, exhaustas ya y cargadas de años, siguen siendo luz y ternura para quienes les rodean. 

Son imágenes, no hechas por mano del hombre, sino por el mismo Dios que obra maravillas en las personas abiertas a Él. 

Ojalá veneremos también estas otras imágenes de María, más hermosas que las de alabastro o pintadas en lienzos. Son personas vivas y, además, tienen en sí la Gracia de Dios por el Bautismo y los otros Sacramentos. Esta Gracia es la que hermosea el alma verdaderamente y su belleza se refleja hasta en la expresión. 

INVOCACIONES A LA VIRGEN MARÍA


Invocaciones a la Virgen María


Ave, Tú por quien resplandecerá la dicha.
Ave, Tú por quien se renueva la creación.
Ave, iniciada en los misterios de una inefable voluntad.
Ave, fe de acontecimientos que requieren silencio.
Ave, oh puente que de la tierra hace pasar al cielo.
Ave, Tú que inefablemente generaste la luz.
Ave, terreno que germina abundancia de misericordia.
Ave, porque haces reflorecer el jardín de delicias.
Ave, incienso que haces escuchar las súplicas.
Ave, propiciadora del mundo entero,
Ave, benevolencia de Dios por los hombres.
Ave, confianza de los hombres en Dios.
Ave, de los Apóstoles vez perenne.
Ave, de los mártires invencible valor,
Ave, luminoso signo de la gracia.
Ave, Tú por quien fuimos revestidos de gloria.
Ave, rayo de místico día.
Ave, Tú que iluminas los iniciados en los misterios de la Santísima Trinidad.
Ave, alegría de todas las generaciones.
Ave, flor de pureza.
Ave, corona de fortaleza.
Ave, que en Ti resplandece el tipo de la resurrección.
Ave, morada del Dios infinito.
Ave, columna de la virginidad.
Ave, iniciadora de espiritual plenitud.
Ave, Tú que revistes corno esposas
a las almas santas.
Ave, fulgor que ilumina las almas.
Ave, de la Iglesia irremovible torre.
Ave, arca revestida de oro por el Espíritu Santo.


martes, 27 de mayo de 2014

HOY SEMBRARÉ


HOY SEMBRARÉ: 

Hoy sembraré una sonrisa…para que haya más alegría.

Hoy sembraré una palabra consoladora…para cosechar serenidad.

Hoy sembraré un gesto de caridad…para que haya más caridad.

Hoy sembraré una oración…para que el hombre esté más cerca de Dios.

Hoy sembraré palabras y gestos de verdad…para que no crezca la mentira.

Hoy sembraré serenidad de acciones…para colaborar con la paz.

Hoy sembraré un gesto pacífico… para que haya menos nervios.

Hoy sembraré en mi mente una buena lectura…para el gozo de mi espíritu.

Hoy sembraré justicia en mis gestos y palabras…para que reine la verdad.

Hoy sembraré un gesto de delicadeza…para que haya más bondad.

A MI MADRE


A mi madre
Enviado por: Sergio Irizarry


Esta es una historia como muchas, pero más original, porque la vida de cada persona es única e irrepetible, podría tener semejanzas, pero nada se compara.

Hoy, movido por el sentimiento más bello que es el AMOR, me atrevo a escribir este relato; porque un día desperté y mientras muchas personas se dedican a pensar en los triunfos que van atesorar en la vida, yo me di cuenta de que en el momento en que nací de una mujer, alcancé mi mayor ¡VICTORIA!,porque tener una mamita como la mía, no es cualquiera. Y hoy le rindo honor a ella por sacrificarse continuamente, por abstenerse de muchas cosas que realmente se merece y por traerme a este mundo y no haberme abortado.

Dicen por ahí que cuando los hijos crecen, se olvidan de sus padres...Mentira!

¿Es difícil creer que un hijo ame más a su madre que ella a su hijo?

No lo crean imposible, yo por ejemplo, vivo en constante lucha por decidir con mi mamita, cual de los dos se ama más.

Hay veces recuerdo las veces que la he hecho sufrir; ya sea por travesuras, palabras hirientes y actos. Entonces me pregunto: 

¿Cómo puede una persona decir amar a alguien y al mismo tiempo hacerle daño? y al ver la otra posición siempre dispuesta a dar oportunidades, llego a la conclusión de que una madre lo perdona todo. Hoy como otras veces te pido perdón mamita por algún dolor que te haya causado y sin proponerme herirte, lo hice. Yo no tengo el don de la poesía, pero quiero que sepas que en verdad lo que te escribo es desde lo más profundo de mi corazón, sería casi imposible relatar aquí todo lo que has hecho por mí, solo tu y yo lo sabemos.

Dicen que no basta con el amor de los hijos, muchas veces hace falta el de pareja, pero nunca crean que es el más duradero, el amor de un hijo (en este caso el mío) es más sincero, más fiel.

Son amores diferentes, es cierto y como me gustaría poder llenarte solo con el mío, pero aunque se que no puedo, sé también que es el verdadero. Mi amor por ti mamita no tiene límites y aunque nos hayan cortado el cordón umbilical físicamente, éste permanecerá ahí por siempre, así como un botón y su ojal, se necesitan mutuamente. Yo le doy gracias a Dios, porque muchos se pasan la vida entera buscando su alma gemela, y yo te encontré a ti mamita, que eres mi Alma Gemela Maternal. Gracias por ser mi amiga, mamá y muchas cosas más al mismo tiempo, te prometo que tus sacrificios no van a ser en vano, porque algún día te recompensaré.

¿Quieres saber cuanto te amo?

"Si la luna recibiera todo el amor que yo siento por ti...siempre estaría llena"

¡Yo te amo más de lo que tu me amas a mi...Gané!

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA


Oración a la Virgen María
Emma-Margarita R. A.-Valdés


Virgencita mía,
mi amiga del cielo, 
mi Madre adorada,
mi dulce consuelo.

Hoy, como otros días,
te llamo y te ruego
perdones mis faltas,
perdones mis miedos,
el olvido ingrato
de favores viejos,
y mi frialdad...
¡es débil el cuerpo!

Hoy, como otros días,
acudo a tu encuentro,
sabes lo que sufro,
sabes lo que siento,
y si no conviene
cumplir mi deseo
puedes, Virgencita,
mitigar mi duelo.
Yo me acerco a ti,
de quien todo espero,
porque eres mi reina
mi Madre en el cielo.

Y hoy, como otros días,
tu abrazo está abierto,
yo siempre rogando,
siempre recibiendo
de tu caridad...
sin seguir tu ejemplo,
¡perdón, Virgencita,
por mi atrevimiento!.

Sé que tú me amas,
tú sabes te quiero,
y espero de ti,
por tu amor sincero,
ese amor que dio
a tu hijo en precio,
atiendas mis súplicas,
escuches mis ruegos,
y nos des la paz
y al final el cielo.

PENSAMIENTO MARIANO 44


PENSAMIENTO MARIANO

Si quieres ir al cielo, no te olvides que María es la puerta.

PENSAMIENTO MARIANO 43


domingo, 25 de mayo de 2014

PENSAMIENTO MARIANO 42


LA VIRGEN MARÍA NOS ENSEÑA...

María nos enseña mirar a Jesús en Belén, desde ese instante aprendemos a amarlo  y, luego nos formamos como discípulos de su hijo amado. María fue fiel a su Hijo y lo siguió hasta la muerte en la cruz y con su fidelidad nos motiva para seguir a Jesús hasta la misma cruz. María nos enseña a ser obedientes con su Hijo, "Haced lo que El os diga" --- san Juan 2:5 ---. Maria nos muestra con su fidelidad al Padre y su solidaridad con su Hijo, un modelo de vida. Así es, como damos al Padre, Gracias por María, así como decimos al Hijo, gracias por darnos una madre fiel, amorosa. Gracias porque María nos ayuda sentirnos hijos amados del Padre, hermanos de Jesús. Gracias, porque su resplandor de buena mujer y buena madre, brilla ante todos sus hijos, alumbrándonos el camino para llegar a Jesús.

Con gran confianza, con mucha esperanza, acompañados por la Santísima Virgen María, caminamos hacia la luz, hacia la vida, hacia Dios. Maria Madre de Dios, nos ayuda a mantener siempre encendida esa luz que nos ilumina el camino para llegar a Jesús.

LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA ES MEDIADORA



LA SANTÍSIMA VIRGEN ES MEDIADORA 


Reconocer a María como mediadora es una consoladora y entrañable verdad que aparece ya desde la primitiva cristiandad. Los Padres de la Iglesia la comparan con Eva; ésta primera mujer fue causa de la muerte y María es presentada como causa de la vida.

LA MEDIACIÓN DE SANTA MARÍA

La Virgen María es Mediadora entre Dios y los hombres, en cuanto que Ella presenta a su Hijo los bienes y súplicas de nosotros a Dios y, a la vez, transmite la vida divina que se nos ofrece en Cristo Jesús.

Hay que saber, sin embargo, que la mediación de Cristo es única en cuanto que es por virtud propia y exclusiva. Como dice san Pablo: "Porque uno es Dios y uno también el mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Tim. 2,5). En cambio, la mediación de María es, por voluntad de Jesús, participada y subordinada a la de Cristo, pero es verdadera mediación: en virtud de su Maternidad divina que establece una especial unión con la Trinidad, y en virtud de su Maternidad espiritual que establece una relación especial con todos los hombres. Así, es Mediadora en cuanto que se encuentra sirviendo de lazo de unión entre dos extremos: Dios y los hombres (cfr. Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, nn.38?42).

Dice Santo Tomás que nada impide que existan entre Dios y los hombres, por debajo de Cristo, mediadores secundarios que cooperen con Él de una manera dispositiva o ministerial; es decir, disponiendo a los hombres a recibir la influencia de¡ mediador principal o transmitiéndosela, pero siempre en vir tud de los méritos de Jesucristo (cfr. S. Th., III, 26, a.1).

En el Antiguo Testamento eran mediadores los profetas y los sacerdotes del orden levítico. En el Nuevo Testamento son mediadores los Sacerdotes, como ministros del Mediador supremo, pues en su nombre ofrecen el Sacrificio del altar y administran los Sacramentos. La Iglesia enseña que también María es Mediadora en virtud de su plena asociación a la Obra redentora de su Hijo.


ERRORES SOBRE SU MEDIACIÓN

Los principales errores sobre la mediación de María provienen de las doctrinas protestantes y jansenistas.

a) Los protestantes. Estos, citando el texto paulino: "Uno sólo es el mediador entre Dios y los hombres" (1 Tim. 2,5), niegan toda posible mediación creada, sea de la Virgen, de los Sacerdotes o de los Santos.

Ciertamente, Cristo es el único Mediador entre Dios y los hombres, pero ello no impide que haya otros mediadores secundarios. El Señor quizo asociar estrechamente a su Madre en la tarea de la reparación del género humano. Por eso, María es Corredentora y de ahí también proviene su función de Mediadora. En el caso de los sacerdotes católicos, éstos ejercen su oficio ministerial, sobre todo, en el Sacrificio de la Misa y en el sacramento de la Reconciliación, actuando “in Persona Christi” (en la Persona de Cristo); es decir, son "ipse Christus" (el mismo Cristo). Esta semejanza explica o da razón del lugar propio que tienen, como mediadores, entre Dios y los hombres.

b) Los jansenistas. Ellos reducen la mediación de María a un mero papel de orante en favor de los hombres, igual que lo sería el papel de los santos en el cielo como intercesores.

El poder de intercesión de los santos es proporcional a su grado de gloria (cfr. S.Th. II?II, q.83, a.2). Si María tiene la plenitud de la gracia y el mayor grado de gloria, su poder de intercesión es incomparablemente superior a todos los santos. Pero, además, por su función de Corredentora es mediadora y, por lo mismo, su poder de intercesión es omnipotente (cfr. Conc. de Trento, DZ. 984; Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.66).


EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA

De las abundantes citas y declaraciones de la Iglesia, sobre la mediación de María, a modo de ejemplo, destacamos las siguiente:

Pío IX, Bula Ineffabilis Deus;

León XIII, Enc. Fidentem piunique;

San Pío X, Enc. Ad diem illum;

Pío XI, Enc. Caritate Christi compulsi;

Benedicto XV, que aprobó el Oficio y la Misa de Santa María Mediadora de todas las gracias (S.C. de Ritos, 21?I. 1921).

El Concilio Vaticano II, en su Constitución dogmática Lumen gentium, capítulo VIII, números 60 a 62.


11.2 MARIA ES DISPENSADORA UNIVERSAL DE TODAS LAS GRACIAS

La Santísima Virgen es Dispensadora universal de todas las gracias, tanto por su divina Maternidad: que las obtiene de su Hijo, como por su Maternidad espiritual: que las distri buye entre sus otros hijos, los hombres. Esto lo hace subordinada a Cristo, pero de manera inmediata. Y ello por una específica y singular determinación de la voluntad de Dios, que ha querido otorgar a María esta doble función: ser Corre dentora y Dispensadora, con alcance universal y para siem pre (cfr. San Pío X, Enc. Ed diem illum, 2?II?1904).

San Bernardo decía: "Dios quiso que nada consiguiéramos que no nos viniera por manos de María" (Sermo in Nativitate, Sermo 3,10).


11.2.1 RAZONES TEOLÓGICAS

La intercesión universal de María se desprende tanto de su cooperación a la Encarnación como a la Redención, y por su íntima relación con la Iglesia. Esto se explica por las si guiente razones:

la) Si María por la Encarnación nos ha dado la Fuente de todas las gracias (Cristo), es lógico que también coopere en la distribución de todas ellas;

2a) Sí María por ser Corredentora es Madre espiritual de todos los hombres, es conveniente que por su intercesión cui de de la vida sobrenatural de todos sus hijos;

3a) si María es Madre de la Iglesia, y toda gracia se comu nica por la Iglesia, es lógico que toda gracia del cielo pase por sus manos.

Frecuentemente el Magisterio de la Iglesia y la Tradición designan a María con el título de omnipotencia suplicante, porque desde el cielo sigue intercediendo por nosotros, como lo hizo en las Bodas de Caná (Juan 2,5), y con una intercesión eficacísima para obtenernos las gracias ante Dios, de manera que nuestra Madre no pide nunca una gracia que no se obtenga. Sí éstas, a pesar de su intercesión no se logran, será por las pocas o inadecuadas disposiciones del sujeto humano para quien estaban destinadas.

Recordemos aquella locución a Santa Teresa de Avila: "Teresa, Yo quise, pero los hombres no quisieron”.

11.2.2 Su poder de intercesión en la tierra y en el cielo

a) Su intercesión, durante su vida, en la tierra

Consideremos los siguientes ejemplos:

A través de Ella santifica Jesús al Precursor, el Bautista;

Ella se confirma la Fe de los discípulos en Caná de Galilea;

por Ella se confirma la Fe de San Juan en el Calvario;

Ella sostiene la Fe vacilante de los discípulos hasta Pentecostés;

 Ella desciende el Espíritu Santo junto con los Apóstoles.

B) SU INTERCESIÓN EN EL CIELO

La Virgen desde el cielo en su calidad de Madre espiritual de todos los hombres, más que la mejor de las madres, conoce todas las necesidades materiales y espirituales de sus hijos y, en especial, de todo lo que se relaciona con su salvación eterna. Por su inmensa caridad ruega por nosotros y, como es todopoderosa ante el corazón de su Hijo por el mutuo amor que les une, nos obtiene todas las gracias que recibi mos, todas las gracias que llegan a quienes no quieren obstinarse en el mal (cfr. Pablo VI, Exh. Ap. Signum magnum, 13?V?1976).

"María, Maestra de oración. ?Mira cómo pide a su Hijo en Caná. Y cómo insiste, sin desanimarse, con perseverancia. ?Y cómo logra. "Aprende" Josemaría Escrivá de Balaguer, Camino n.502).




Tomado de: www.caminando-con-maria.org

EL CULTO A LA VIRGEN MARÍA



EL CULTO A LA VIRGEN MARÍA

1. ¿DEBEMOS DAR CULTO A LA VIRGEN?

Sí, porque es la Madre de Dios y Madre espiritual de todos los cristianos.

2. ¿RENDIMOS EL MISMO CULTO A DIOS QUE A LA VIRGEN?

No. A Dios, por ser el Supremo Señor de todo lo creado, le rendimos culto de adoración, llamado LATRIA. A la Virgen, en cambio, por su grandeza la veneramos con un culto especial, llamado de HIPERDULIA.

3. ¿POR QUÉ LLAMAMOS MEDIANERA A LA VIRGEN?

Aunque Jesucristo es el único mediador entre Dios y el hombre, no se excluye por eso la existencia de otra mediación secundaria y subordinada la de la Virgen María. La Virgen es medianera de todas las gracias, porque intercede por nosotros delante de su Hijo Divino, y porque nos lleva de la mano a la Patria Celestial.

4. ¿ES NECESARIA LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN?

La devoción a la Virgen es necesaria para salvarnos, pero con necesidad moral, que se apoya en el querer de Dios que nos la dió como Madre.

5. ¿QUÉ CARACTERÍSTICAS HA DE TENER NUESTRA DEVOCIÓN A LA VIRGEN?

Como buenos hijos suyos, hemos de venerarla, invocarla, imitarla y amarla.

6. ¿CÓMO PODEMOS IMITARLA?

Imitamos a la Virgen a través de todas las virtudes, pues todas las vivió en el mayor grado posible.

7. ¿DE QUÉ MANERA PODEMOS DIRIGIRNOS A LA SANTISIMA VIRGEN?

Además de las oraciones que la piedad de cada uno pueda componer, la Iglesia recomienda decir las siguientes: EL AVEMARIA, EL ANGELUS, EL REGINA COELI, LA SALVE, EL ACORDAOS, EL MAGNIFICAT, BENDITA SEA TU PUREZA, JACULATORIAS, y de manera especial porque Ella lo ha pedido, el rezo del Santo Rosario.

8. ¿QUÉ ES EL SANTO ROSARIO?

El Santo Rosario es un conjunto de Avemarías y Padrenuestros en honor de la Virgen, estas oraciones suelen ir acompañadas de piadosas meditaciones acerca de los principales misterios de nuestra fe.

9. ¿POR QUÉ SE LLAMA ROSARIO A ESTAS ORACIONES?

Se llama Rosario porque las oraciones que se enlazan con las meditaciones de los misterios (gozosos, dolorosos y gloriosos) forman una corona de rosas que se ofrece a María Santísima.

10. ¿CUÁL ES EL MES DEDICADO A LA VIRGEN DE UN MODO ESPECIAL?

El mes dedicado a la Virgen es el mes de mayo. Así lo ha dispuesto la Iglesia.

11. ¿CUÁL ES EL DÍA DE LA SEMANA TRADICIONALMENTE DEDICADO A LA VIRGEN?

El día dedicado a la Virgen, por una tradición antiquísima, es el sábado. En este día podemos poner presente a Nuestra Madre de forma especial, ofreciéndole algún pequeño sacrificio y dirigiendo una oración en su honor, por ejemplo la Salve.

12. ¿HEMOS DE PROPAGAR LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN?

Si, porque los buenos hijos hablan de su Madre, y porque la aman propagando su culto.

13. ¿QUÉ DICE EL CONCILIO VATICANO II ACERCA DE LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN?

Advierte a todos los fieles de la Iglesia lo siguiente:

"QUE TENGAN MUY EN CONSIDERACION LAS PRÁCTICAS Y LOS EJERCICIOS HACIA ELLA RECOMENDADOS POR EL MAGISTERIO A LO LARGO DE LOS SIGLOS" (Const. Dogmática LUMEN GENTIUM n. 67).

sábado, 24 de mayo de 2014

LA PUERTA DE LA AMISTAD



 La Puerta de la Amistad...

La puerta de mi amistad está por siempre abierta, en la misma medida, tanto para aquellos hermanos que me odian, como para aquellos que me aman. Consideraré a quien se crea mi enemigo como mi verdadero hermano divino, oculto tras el velo del malentendimiento.

Desgarraré ese velo con la daga del amor, de forma que al ver él mi disposición humilde, comprensiva y magnánima, no pueda ya desdeñar mis expresiones de buena voluntad. Me apiadaré de los demás tal como me apiado de mí mismo. Ganaré mi propia salvación sirviendo a mis semejantes.

(Paramahansa Yogananda)


LA VIRGEN MARÍA


LA VIRGEN MARÍA 

María mira emocionada a Jesús niño. Con ella contemplamos al que es la Vida.

María envuelve a Jesús en pañales. Con ella cuidamos toda vida.

María acoge en su corazón, junto a Jesús, a muchos nombres. Con ella aprendemos a levantar las vidas caídas.

María pone en un pesebre al Salvador. Con ella colocamos en cada corazón la bendición y la ternura de Dios.

María, puesta en manos del Espíritu, permanece siempre abierta a la acción creadora de Dios.
¡Bendita tú, María, mujer, lugar de maternidad, campo en el que la vida emerge y todo lo embellece!

Palabra de la Iglesia:

"Y ahora es a vosotras a las que nos dirigimos, mujeres de todas las condiciones... En este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio podéis ayudar tanto a que la humanidad no decaiga... Estáis presentes en el misterio de la vida que comienza... Nuestra técnica corre peligro de convertirse en inhumana. Reconciliad a los hombres con la vida" (Mensaje del Concilio Vat II a las mujeres).

Fuente: cipecar.org

REPETIR EL CAMINO DE MARÍA EN NUESTRA VIDA



Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
Repetir el camino de María en nuestra vida
Porque repetirlo es seguir el camino de la paz, es seguir el camino de Dios, por donde Él nos vaya llevando.



La Santísima Virgen no es la única que ha sido elegida por Dios; cada uno de nosotros también lo ha sido. La razón por la cual María es bendecida de esta forma extraordinaria por el Señor, es por la misión que a Ella se le iba a entregar: la de ser la Madre del Redentor. La razón por la cual cada uno de nosotros es bendecido por Dios es porque también tenemos una misión muy especial de cara a nuestro mundo, de cara a la propia familia y de cara a la sociedad en la que vivimos.

Ciertamente que, en nuestro caso, el camino es distinto. En María se produce la preservación por parte de Dios. María no es tocada por el pecado; nosotros tenemos que caminar y luchar para corregir esa marca del pecado. Sin embargo, de la misma manera en que María tiene una gracia muy especial por parte del Señor, no olvidemos que también nosotros la tenemos, porque tenemos la gracia de Dios para poder llevar a cabo nuestra misión.

Yo creo que la actitud de la Santísima Virgen ante la misión que se le propone, también la podríamos aplicar a nosotros. María, cuando oye las palabras del ángel, se preocupa mucho y se pregunta qué querría decir semejante saludo. María le pregunta al ángel cómo se va a realizar el plan de Dios, siendo ella virgen. Sin embargo, la Santísima Virgen ofrece su persona a Dios como la esclava del Señor para que se cumpla en Ella lo que se le ha dicho.

Esas tres actitudes de la Santísima Virgen, podrían también ser tres comportamientos nuestros. Cada uno de nosotros, cuando Dios manifiesta su plan en nuestra vida, también puede sentir preocupación, inquietud, incluso miedo. “No temas María”, le dirá el ángel. También en nuestro corazón, cuando vemos lo que Dios nos pide, cuando vemos con claridad el designio de Dios para nuestra vida, puede surgir miedo, porque muchas veces lo que Dios nos pide va en contra de lo que habíamos planeado.

Si reflexionáramos sobre el plan que tenía o el plan que tiene para su existencia, ¿podría decir que es el mismo que Dios le está pidiendo? ¿Acaso lo que me ha sucedido estaba dentro de mis planes? ¿Estaba dentro de mis planes el que mi matrimonio sufriese dificultades? ¿Estaba dentro de mis planes el que mis hijos se comportasen mal? ¿Estaba dentro de mis planes el que Dios me pidiese pasar por la situación por la que estoy pasando?

Nos vamos a dar cuenta de que muchas cosas no estaban dentro de nuestros planes. Y cuando de pronto te encuentras con algo que no está dentro de tus planes, te puede preocupar, te puede incluso molestar. Sin embargo, hay una cosa muy clara: muchas veces perdemos el dominio de nuestra vida y se lo tenemos que dejar a Dios.

¿Qué pasa cuando se lo tienes que dejar a Él? ¿Qué pasa cuando Dios te dice “el control lo quiero yo”? Y quiero que me entregues esto de tu vida...; esto de tus hijos...; esto de tu matrimonio...; esto en el ámbito material...; esto en el ámbito social... A lo mejor, surge en nosotros preocupación, que puede ser una reacción lógica, pero que no sigue el camino de la Santísima Virgen María.

Cuántas veces podemos perder de vista que, ante Dios, la respuesta auténtica es “sí”. Y es un “sí” que le pone a Dios delante todo lo que uno es. María había prometido a Dios vivir en virginidad. Pero incluso esa promesa tan acariciada en el corazón de la Santísima Virgen, Ella la pone ante el Señor y acepta la respuesta de Dios.

El punto importante es si le ponemos a Dios el sí por delante. “¿Cómo va a ser...?” Tú me lo vas a decir, Tú me vas a guiar, Tú vas a estar a mi lado. Sin embargo, cuántas veces pensamos que nuestros planes personales son mejores que los de Dios; que nuestros criterios personales, son mejores que los del Señor. Nos olvidamos de que el camino de María es un camino en el que Ella siempre está dispuesta a decirle a Dios “sí”.

La tercera actitud de la Santísima Virgen María es una actitud de una ofrenda total: “He aquí la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra”. Ante los conflictos internos de más generosidad, más sacrificio, más entrega, más oración, más perdón a los demás, tenemos que repetir las palabras de María Santísima: “Aquí está la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra”.

Dice San Pablo: “Hemos sido elegidos, en Cristo, para ser santos e irreprochables”. ¿Cuál es el camino para lograrlo? Cada uno de nuestros caminos es distinto, cada uno de nuestros modos de caminar es diferente, pero si seguimos el camino de María “aquí está la esclava del Señor, que se haga en mí según tú me dices”, será siempre un camino de gozo y de esperanza, no un camino de miedo.

¡Qué importante es descubrir este camino de María en nuestra vida, porque es un camino -no lo olvidemos-, que lo tenemos que ir repitiendo constantemente! Lo tenemos que repetir cuando nuestra vida es joven, cuando es madura, cuando es anciana; lo tenemos que repetir cuando las cosas económicas van bien o cuando van mal; lo tenemos que repetir cuando hay contrariedades o cuando no las hay. Tenemos que repetir el camino de María, porque repetirlo es seguir el camino de la paz, es seguir el camino de Dios.

Permitamos, entonces, que toda nuestra vida vaya caminando, como en la vida de María, con estas tres actitudes: La actitud de querer encontrar la voluntad de Dios, sea ésta cual sea. La actitud de no poner restricciones a la voluntad de Dios, sea ésta cual sea. Pero sobre todo, la actitud de entregarse con plena y madura libertad al camino de Dios, por donde Él nos vaya llevando.

LOS SIETE PASOS PARA LA FELICIDAD


MARÍA AUXILIADORA, ADVOCACIÓN MARIANA, 24 DE MAYO


Autor: . | Fuente: EWTN.com
María Auxiliadora
Advocación Mariana, Mayo 24


Historia de la devoción a 
María Auxiliadora en la Iglesia Antigua. 

Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en su idioma, el griego, se dice con la palabra "Boetéia", que significa "La que trae auxilios venidos del cielo". Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia). En el año 476 el gran orador Proclo decía: "La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto". San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen "Auxiliadora de los que sufren" y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo. 

El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María "Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles" e insiste en que recemos para que Ella sea también "Auxiliadora de los que gobiernan" y así cumplamos lo que dijo Cristo: "Dad al gobernante lo que es del gobernante" y lo que dijo Jeremías: "Orad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien". En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo". San Juan Damasceno, famoso predicador, año 749, es el primero en propagar esta jaculatoria: "María Auxiliadora rogad por nosotros". Y repite: "La Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte". 

San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: "Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda". 

La batalla de Lepanto. 

En el siglo XVI, los mahometanos estaban invadiendo a Europa. En ese tiempo no había la tolerancia de unas religiones para con las otras. Y ellos a donde llegaban imponían a la fuerza su religión y destruían todo lo que fuera cristiano. Cada año invadían nuevos territorios de los católicos, llenando de muerte y de destrucción todo lo que ocupaban y ya estaban amenazando con invadir a la misma Roma. Fue entonces cuando el Sumo Pontífice Pío V, gran devoto de la Virgen María convocó a los Príncipes Católicos para que salieran a defender a sus colegas de religión. Pronto se formó un buen ejército y se fueron en busca del enemigo. El 7 de octubre de 1572, se encontraron los dos ejércitos en un sitio llamado el Golfo de Lepanto. Los mahometanos tenían 282 barcos y 88,000 soldados. Los cristianos eran inferiores en número. Antes de empezar la batalla, los soldados cristianos se confesaron, oyeron la Santa Misa, comulgaron, rezaron el Rosario y entonaron un canto a la Madre de Dios. Terminados estos actos se lanzaron como un huracán en busca del ejército contrario. Al principio la batalla era desfavorable para los cristianos, pues el viento corría en dirección opuesta a la que ellos llevaban, y detenían sus barcos que eran todos barcos de vela o sea movidos por el viento. Pero luego - de manera admirable - el viento cambió de rumbo, batió fuertemente las velas de los barcos del ejército cristiano, y los empujó con fuerza contra las naves enemigas. Entonces nuestros soldados dieron una carga tremenda y en poco rato derrotaron por completo a sus adversarios. Es de notar, que mientras la batalla se llevaba a cabo, el Papa Pío V, con una gran multitud de fieles recorría las calles de Roma rezando el Santo Rosario. 

En agradecimiento de tan espléndida victoria San Pío V mandó que en adelante cada año se celebrara el siete de octubre, la fiesta del Santo Rosario, y que en las letanías se rezara siempre esta oración: MARÍA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS. 

El Papa y Napoleón. 

El siglo pasado sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica". Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios. 

San Juan Bosco y María Auxiliadora. 

El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna. La Sma. Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia", porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora. 

Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos. Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran Basílica. El santo solía repetir: "Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen". Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares. 

San Juan Bosco decía: "Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, rogad por nosotros". El decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo. 

ORACIONES A MARÍA AUXILIADORA



Oración a María Auxiliadora
(Compuesta por San Juan Bosco)

¡Oh María Virgen poderosa! Tú, la grande e ilustre defensora de la Iglesia; Tú, Auxiliadora del pueblo cristiano; Tú, terrible como un ejército en orden de batalla; Tú, que sola destruyes los errores del mundo, defiéndenos en nuestras angustias, auxílianos en nuestras luchas, socórrenos en nuestras necesidades, y en la hora de la muerte, recíbenos en el eterno gozo. Amén



Oración a María Auxiliadora

Santísima Virgen, Madre de Dios, yo aunque indigno pecador postrado a vuestros pies en presencia de Dios omnipotente os ofrezco este mi corazón con todos sus afectos. A vos lo consagro y quiero que sea siempre vuestro y de vuestro hijo Jesús. Aceptad esta humilde oferta vos que siempre habéis sido la auxiliadora del pueblo cristiano. Oh María, refugio de los atribulados, consuelo de los afligidos, ten compasión de la pena que tanto me aflige, del apuro extremo en que me encuentro. Reina de los cielos, en vuestras manos pongo mi causa. Se bien que en los casos desesperados se muestra más potente vuestra misericordia y nada puede resistir a vuestro poder. Alcanzadme Madre mía la gracia que os pido si es del agrado de mi Dios y Señor. Amén.




Oración a María Auxiliadora

Enséñame, Oh María Auxiliadora, a ser dulce y bueno en todos los acontecimientos de mi vida; en los desengaños, en el descuido de otros, en la falta de sinceridad de aquellos en quienes creí, en la deslealtad de aquellos en quienes confié.

Ayúdame a olvidarme de mí mismo para pensar en la felicidad de otros; a ocultar mis pequeños sufrimientos de tal modo que sea yo el único que los padezca.

Enséñame a sacar provecho de ellos, a usarlos de tal modo que me suavicen, no me endurezcan ni me amarguen; que me hagan paciente y no irritable; que me hagan amplio en mi clemencia y no estrecho y despótico. Que nadie sea menos bueno, menos sincero, menos amable, menos noble, menos santo por haber sido mi compañero de viaje en el camino hacia la vida eterna. Amén.

Bajo tu amparo nos refugiamos Santa Madre de Dios, no desatiendas las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo mal y peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Amén

viernes, 23 de mayo de 2014

LOS ROMANOS PONTÍFICES Y EL SANTO ROSARIO


Los Romanos Pontífices y el Rosario.

2. A esta oración le han atribuido gran importancia muchos de mis predecesores. Un mérito particular a este respecto corresponde a León XIII que, el 1 de septiembre de 1883, promulgó la Encíclica Supremi apostolatus officio,(3) importante declaración con la cual inauguró otras muchas intervenciones sobre esta oración, indicándola como instrumento espiritual eficaz ante los males de la sociedad. Entre los Papas más recientes que, en la época conciliar, se han distinguido por la promoción del Rosario, deseo recordar al beato Juan XXIII(4) y, sobre todo, a Pablo VI, que en la Exhortación apostólica Marialis cultus, en consonancia con la inspiración del Concilio Vaticano II, subrayó el carácter evangélico del Rosario y su orientación cristológica.

Yo mismo, después, no he dejado pasar ocasión de exhortar a rezar con frecuencia el Rosario. Esta oración ha tenido un puesto importante en mi vida espiritual desde mis años jóvenes. Me lo ha recordado mucho mi reciente viaje a Polonia, especialmente la visita al santuario de Kalwaria. El Rosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación. A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he encontrado consuelo. Hace veinticuatro años, el 29 de octubre de 1978, dos semanas después de la elección a la Sede de Pedro, como abriendo mi alma, me expresé así: «El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad. [...] Se puede decir que el Rosario es, en cierto modo, un comentario-oración sobre el último capítulo de la Constitución Lumen gentium del Vaticano II, capítulo que trata de la presencia admirable de la Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia. En efecto, con el trasfondo de las Avemarías pasan ante los ojos del alma los episodios principales de la vida de Jesucristo. 

El Rosario en su conjunto consta de misterios gozosos, dolorosos y gloriosos, y nos ponen en comunión vital con Jesús a través -podríamos decir- del Corazón de su Madre. Al mismo tiempo, nuestro corazón puede incluir en estas decenas del Rosario todos los hechos que entraman la vida del individuo, la familia, la nación, la Iglesia y la humanidad. Experiencias personales o del prójimo, sobre todo de las personas más cercanas o que llevamos más en el corazón. De este modo, la sencilla plegaria del Rosario sintoniza con el ritmo de la vida humana».(5)

Con estas palabras, mis queridos hermanos y hermanas, introducía mi primer año de Pontificado en el ritmo cotidiano del Rosario. Hoy, al inicio del vigésimo quinto año de servicio como Sucesor de Pedro, quiero hacer lo mismo. ¡Cuántas gracias he recibido de la Santísima Virgen a través del Rosario en estos años: Magníficat anima mea Dominum! Deseo elevar mi agradecimiento al Señor con las palabras de su Madre Santísima, bajo cuya protección he puesto mi ministerio petrino: Totus tuus!



Autor: S.S. Juan Pablo II | Fuente: Catholic.net 
Juan Pablo II. Rosarium Virginis Mariae
Carta apostólica sobre el Santo Rosario 16 octubre 2002.


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