sábado, 12 de marzo de 2016

ESTAS TRISTE? QUIZÁS PREOCUPADO?


¿Estás triste? ¿Quizás preocupado?
¿Qué sucedería si por un solo día aceptáramos que Dios maneje nuestros problemas, y Dios se hace cargo de ellos?


Por: Juan Rafael Pacheco | Fuente: Catholic.net 




Las preocupaciones son el pan nuestro de cada día. Muchas vienen de situaciones muy reales que enfrentamos en el diario vivir. Otras, sin embargo, surgen de la nada, por así decirlo.

¿Qué sucedería si por un solo día aceptáramos que Dios maneje nuestros problemas, y Dios se hace cargo de esa gerencia?

Llevemos este experimento a la práctica. Supongamos que recibimos el siguiente correo de parte de Dios:

“Hoy, yo, Dios, estaré manejando todos tus problemas. Si enfrentas una situación que no puedes manejar, no intentes resolverla. Colócala en la bandeja “Algo que sólo Dios puede hacer.” Me encargaré del asunto en mi tiempo, no en el tuyo. Una vez lo hagas, no te aferres más al problema, o pretendas retirarlo, pues tan sólo retrasarás la solución. Si crees que puedes solucionarlo, consúltalo conmigo. Asegúrate que tomarás la decisión adecuada.

Yo no duermo nunca. No hay razón que pierdas tu sueño a causa de las preocupaciones. Descansa en mí. Para contactarme, estoy a la distancia de una oración, de un diálogo, que eso es la oración. ¡Basta con que lo conversemos!

Piensa bien lo siguiente: sé feliz con lo que tienes.

Si te desesperas y peleas cuando estás metido en un gran tapón, recuerda que hay gente para quien tan sólo manejar es un privilegio.

¿Tuviste un mal día en el trabajo? Piensa en todos esos que están años sin poder conseguir uno.

¿Tienes el corazón roto por una relación sentimental deteriorada? Son muchos los que no saben qué es amar y que jamás han sido amados.

¿Luchas la que parece ser una batalla perdida con el hijo que te causa problemas? ¡Cuánto desearían tener ese reto los padres y madres que no han logrado tener un hijo!

¿A tu edad te faltan fuerzas para enfrentar una terrible pérdida, y te preguntas cuál es el propósito de esta prueba? Se agradecido. Existieron muchos que no vivieron hasta tu edad para averiguarlo.

¿Te encuentras en un momento en que eres objeto de la amargura, ignorancia, pequeñez o envidia de la gente? Las cosas podrían ser peores. ¡Tú podrías ser uno de ellos!

¿El amigo ese te ha dado la espalda cuando más lo necesitas? ¡Cristo, el amigo que nunca falla, está a tu lado, ahí mismito, pidiendo tan sólo que le abras tu corazón!

¿Por qué te confundes y te agitas y te deprimes ante los problemas? Déjame al cuidado de todas tus cosas. Todo te irá mejor. Lo que más daño te hace es tu propio razonar y tus propias ideas y el querer resolver tus cosas a tu manera.

Confía en mí. Ahora bien, no seas como el paciente que pide al médico que lo cure y luego le indica el modo de hacerlo. Déjate llevar en mis brazos, no tengas miedo. Yo te amo.

Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de tu oración, sigue confiando. Cierra los ojos del alma y confía. Continúa diciéndome a toda hora: yo confío en ti.”

Hasta ahí el correo de Dios. Prepara tu respuesta y envíasela lo más pronto posible. Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, entonces estás peor que antes. Espero ese no sea tu caso.

Bendiciones y paz.

DIEZ IDEAS PARA UNA BUENA CUARESMA


10 ideas para una buena Cuaresma




1. Retirarnos a una iglesia para saborear el silencio y la presencia de Dios. En un mundo que nos roba la serenidad son necesarios espacios de tranquilidad y oasis de paz para valorar, reflexionar y hacer una autocrítica sobre la vida que llevamos
El silencio es el único rumor que hace Dios cuando pasa por el mundo (Víctor Manuel Arbeloa)

2. Escuchar la Palabra del Señor. Estamos totalmente asediados y asaeteados por multitud de cuñas publicitarias y verdades a medias que son grandes mentiras. El Señor, con su Palabra, nos orienta para tomar la dirección adecuada sin alejarnos de Él.
Que nadie diga: "¿Para qué voy a ir a la iglesia? Mira los que van todos los días..., no practican lo que oyen"... Sin embargo hacen algo: oír... Así algún día podrán hacer las dos cosas: oír y practicar... Pero tú..., ¿cómo vas a llegar a practicar si estás huyendo de escuchar? (San Agustín de Hipona)

3. Salir al encuentro de los demás. El tren de las prisas, con sus correspondientes vagones de estrés, nos hace individualistas y pasar de largo de ciertas situaciones de dolor que nos rodean. La Cuaresma nos invita a abrir los ojos, el corazón (y los bolsillos si hace falta) para que no olvidemos que la Fe exige compromiso.
La caridad es una letra de cambio a largo plazo a favor del que la practica, aceptada por una firma de crédito ilimitado: Dios (Anónimo)

4. Amar y trabajar por la Iglesia. Hoy, tal vez, no está de moda el decir "yo soy iglesia y la quiero". Lo cierto es que, en los períodos de dificultades, es donde de verdad salen a relucir y se manifiestan los valientes y grandes en la fe.
¡La Iglesia de hoy no necesita cristianos a tiempo parcial, sino cristianos de una pieza! (San Juan Pablo II)

5. Retomar o, incluso, iniciar el gusto por la oración. El Papa San Juan Pablo II, en su mensaje con motivo de Cuaresma, nos invitaba a recorrer este camino hacia la Semana Santa intensificando nuestra relación con Dios. El silencio, entre otras cosas, es el ruido que Dios hace cuando pasa cerca de nosotros.
"Ora cuando te sientas solo, la oración te traerá la compañía de Dios"

6. Guardar la vigilia y el ayuno. Cuando uno/a ama a alguien es capaz de hacer cualquier cosa por él/ella. Cada viernes de cuaresma, siendo sobrios y distintos en nuestra alimentación, recordamos que Jesús sigue siendo importante en nuestras casas y... por ello mismo realizamos este gesto.
Libremos al cuerpo de sus toxinas, alimentémoslo correctamente y estará hecho el milagro de la salud (Dr. Arbuthnot)

7. Eucaristía diaria. Zarandeados por una constante y pertinaz secularización, los cristianos necesitamos tomar fuerza y vitalidad de esa gran fuente de energía que emerge en el altar. ¿Por qué no hacer extraordinario cada atardecer o cada amanecer con nuestra participación en la Eucaristía?
La Eucaristía, el auténtico pesebre donde adorar a Jesús (Padre Raniero Cantalamessa OFMCap)

8. Promover dentro de nuestras familias el apetito por Dios. No hace falta ir lejos, ni mucho menos a otros continentes, para dar razón de nuestra fe. ¿Cuánto hace que no hemos recordado a nuestros familiares más directos su pertenencia a una iglesia que les dio a Jesús y que, como madre, los necesita?
La familia es el seno espiritual donde se fomentan las creencias y las costumbres.

9. Dar gracias a Dios por los valores que el Evangelio nos propone. En medio del relativismo moral que nos sacude, lejos de desertar, hemos de ser agradecidos para con Dios porque nos hace diferentes a muchas personas que creen que en el "todo vale" reside la felicidad.
Leer y hacer lo que dice el Evangelio, ayuda a aspirar a una libertad más grande (J.Vallmajor)

10. Hablar bien y con delicadeza. No podemos olvidar que se consigue más "con miel que con hiel". La Cuaresma es un buen momento para corregir las blasfemias en nuestro lenguaje y las ofensas o el juicio duro hacia los que nos rodean.
Suprimid y gritad contra Dios y se habrá hecho la noche en el alma humana (Lamartine)


*P. Javier Leoz

CON MARÍA, CAMINO AL CALVARIO


Con María, Camino del Calvario
Ayúdame, Señora, a comprender el significado de la Pasión de Cristo, desde el fondo del alma... ¿Por dónde empiezo?.


Por: María Susana Ratero | Fuente: Catholic.net 




Es sábado en la mañana. Llueve. Los niños duermen aún, es temprano, tengo un momento para mí.

Mientras pongo la pava al fuego para tomar unos mates, siento que me miras detrás de tu imagen. Te invito a mi mesa, sencilla, humilde mesa argentina, desayuno de mates con pan y manteca... y tú vienes, como siempre...y te sientas junto a mí, toda una reina, toda una mamá.

- María, amiga mía del alma, hoy necesito conversar contigo sobre este tiempo tan especial que ya se acerca, difícil y aleccionador de la vida de tu Hijo como fue, es y será por siempre la Semana Santa… quisiera saber.

- No, amiga, no, "saber" quizás no sea la palabra, debes... debes sentirlo y comprenderlo en tu corazón. Puedes conocer el relato de los hechos de memoria, y, al mismo tiempo, no comprenderlos, y si no los comprendes no te ayudan en la salvación de tu alma, y si no te ayudan en esto, pues, de nada te sirven.

- Ayúdame, Señora, a comprender el significado de la Pasión de Cristo, desde el fondo del alma... ¿Por dónde empiezo?.

- Por tu propia vida

- ¿Mi vida... dices?...

- Mira tu historia- y comenzamos a transitar juntas por los caminos de mi propia existencia (bueno, la verdad es que me hubiese gustado llevar conmigo unos cuantos metros de tela y tijeras, para cortarlos y tapar las escenas de las que me avergüenzo... pero es tarde), ¿Recuerdas cuántas veces entraste triunfante a Jerusalén?

- Sí- y recuerdo las veces en las que la vida me sonreía, en las que tenía muchos amigos, en las que recibí aplausos y todo parecía estar perfecto- sí amiga, muchas veces sentí que la vida cortaba ramas de olivo y los ponía a mis pies.

- Y tú te creías importante por ello-la voz de María se pone muy triste, apenas si puedo yo soportar su mirada, no está enojada, ¡Está triste!-¿Verdad Susana?, ¿Te sentiste importante sólo porque el mundo te sonreía? ¿No pudiste reconocer que era temporal, que con la misma rapidez con que te sonreía, te olvidaría, pues ya habría logrado su objetivo, que era hacer brillar tu orgullo, palidecer tu humildad, entristecer a mi Hijo?

Comienzo a llorar, es demasiado, y recién comenzamos. Nunca pensé tener esta conversación contigo, María, pero tanto te amo que no me importa cuánto me reprendas, te sigo, María, te sigo.

- Bien, Susana querida, vamos ahora a la noche del jueves, a la noche de la cena… ¿Tuviste oportunidad en tu vida de lavar los pies de tus amigos?

- Sí- y mi voz es apenas un susurro

- Pero... ¿No las aprovechaste todas, verdad? ¡Claro! ¿Cómo tú ibas a rebajarte a lavarles los pies? ¿Cómo tú, con todo lo que crees saber, con todo lo que crees ser, ibas a rebajarte? Amiga, cada vez que no lo hiciste, no sólo perdiste una oportunidad de doblegar tu orgullo, de ejercer la humildad, sino que es como si dijeses que Cristo sí podía, pero ¡Tú no! Porque ¡Claro! Mi Hijo es una persona de la Santísima Trinidad y, como todo lo puede, resulta que también todo lo es fácil, pero... ¿Has olvidado que se hizo hombre para ser igual a ti?¿Sabes que igual significa eso: igual?¿Crees que Él no tenía conciencia de quién era?¿No tenía Jesús un millón de veces más derecho que tú a no arrodillarse ante los demás y lavar sus pies?... amiga mía querida, de ahora en adelante, aprovecha cada oportunidad que tengas de lavar los pies, recuerda que Jesús lavó también los de Judas. Recuerda eso cuando tu orgullo y vanidad se alcen a gritos mientras tú tomas jabón y toalla.

- María, querida madre mía, me comprometo aquí y ahora a poner todo de mí para no desaprovechar esas oportunidades, tú... tú sólo pídele a tu Hijo amado que me dé luz suficiente como para reconocerlas.

- La tendrás amiga, todos la tienen, si la piden... todos. Pasemos ahora a la escena de Judas. ¿Cuántas veces has besado hipócritamente a quienes no considerabas tus amigos? ¿Cuántas veces has sonreído, siniestramente, mientas sabías que estabas traicionando? ¿Acaso no retumbaron en tus oídos, al besar con falsía, las palabras de mi Hijo "Judas, con un beso entregas al Hijo del Hombre?"(Lc. 22,48) Amiga mía, no te digo esto porque esté enojada contigo, de ninguna manera, no te digo esto porque te ame poco, no, si te amara poco, pues poco me importaría de ti, y te dejaría a la deriva o, lo que es peor aún, te dejaría a merced de ti misma...

- María querida, es cierto todo lo que dices, pues ves mi alma en toda su dimensión y conoces que, muchas veces, mi conducta ha lastimado el corazón de tu Hijo. ¿Qué decir? ¿Qué argumentar? Nada, pues, con sólo mirar tus ojos entristecidos se desarman todos mis argumentos ¡Pensar que me aferré tanto a ellos y ahora no pueden sostenerme, ahora veo que, en realidad, sus raíces se alimentaban de mi orgullo y vanidad, sus raíces eran débiles!

- ¡Bien, hija bien! Estás comprendiendo... ¿Te das cuenta? Ese es el mensaje, comprenderlo desde tu propia vida.

- María, temo seguir... temo seguir...

- Pues debes hacerlo, es duro, difícil, sobre todo llegar al tiempo de la muerte de Jesús, pero debes aferrarte a su resurrección, es la única manera.

- Sigamos entonces...

- ¿Recuerdas el anuncio de las negaciones de Pedro?, Jesús sabía lo que iba a pasar en el alma de su amigo. Sabía también que debía suceder, para que Pedro aprendiese hasta que punto podía caer y desde donde podía levantarse... ¿Cuántas veces Jesús te anunció que tú también le negarías, quizás no con las palabras, pero sí con tu conducta?

- Demasiadas, Señora, demasiadas...

- Bien, acompañemos ahora al Salvador mientras ora en el Huerto. Está triste y solo. Le pide a sus amigos que lo esperen despierto, es sólo un momento, mas ellos se duermen. ¿Cuántas veces te encontró a ti dormida, amiga? ¿Cuántas veces dejaste para más tarde, para más adelante, el replanteo serio de ciertas actitudes sólo dictadas por tu orgullo y vanidad, y Jesús te encontró en medio de ellas?. Mientras Él estaba orando y necesitaba de ti, tú dormías ¡Más tarde te despertarías, más adelante, ya tendrías tiempo...! Nunca sabes cuando Jesús vendrá por ti ¿Por qué dejas el cuidado de tu alma para más adelante? ¿Por qué te duermes en el mullido colchón que te ofrece el mundo?

- Señora, ¡Cuánto tiempo he perdido!...

- Ya vienen por Jesús, ya vienen por Él. Judas lo besa. Un amigo saca su espada y mi Hijo lo detiene. Deben cumplirse las Escrituras. Él podría solicitar al Padre "...doce legiones de ángeles" (Mt. 26,53) pero calla, Él podría eliminarlos a todos sólo con una mirada, pero no lo hace... Jesús obedece la Voluntad del Padre, sabiendo que le pide el mayor de los sacrificios, su propia vida… pues el alma de Jesús era un solo grito: "Padre mío...no se haga mi voluntad, sino la tuya!"( Mt 26,39) ¿Cuántas veces no aceptaste la Voluntad de Dios en tu propia vida y terminaste lastimada? Hija mía del alma, la voluntad de Dios es siempre el mejor y más seguro de los caminos, aunque tú no lo comprendas prontamente.

- Lo sé, y ahora veo con claridad de que he tenido más caminos a mi alcance de los que yo misma tengo conciencia…quisiera, Señora, borrar todos los pecados de mi vida si pudiera. Si pudiera volver a nacer y hacer todo otra vez ...

- Puedes hija, puedes. Recuerda las Escrituras. Recuerda la canción que te enseñaron esas religiosas que tanto amas "Hay que nacer del agua y del Espíritu de Dios, hay que nacer del Amor..." Puedes nacer de nuevo. Debes nacer de nuevo. Cristo borra tus pecados con su Preciosísima Sangre, si tú los confiesas en el sacramento de la Reconciliación. ¡Puedes hacerlo amiga! ¿Qué estas esperando?. Sigamos con Jesús y su dolor, las espinas marcan su cabeza, que tantas veces acaricié. El látigo lastima su espalda sobre la que cargará la salvación del mundo. El camino del Calvario comienza. Pero se le siguen agregando espinas, pobre hijo... ¿Sabes cuáles? Las que nacen de los pecados de los que, debiendo recordarle a cada instante, lo olvidan, porque... ¡Y bueno! Porque dicen, a veces, que la religión es una cosa y esta situación otra, o que no podemos meter a Jesús en todo... ¡Cuán equivocados están! Jesús “es” todo, y las circunstancias de la vida son sólo disfraces del pecado para tentar a cada uno donde más débil es.

- Hoy quiero nacer de nuevo. Hoy quiero nacer de nuevo, Señora, por Jesús.

- La cruz ya pesa sobre sus espaldas, carga sobre sí los pecados del mundo ¡Qué pesada le resulta! Cae, bajo el peso de la cruz y un dolor que le ciega... se levanta ¿Cuántas veces, amiga, te tiró abajo el peso de tu cruz y allí te quedaste? Gimiendo, llorando y lamentándote que Dios te había olvidado... por ello, perdiste de tomar su mano, que la extendía desde la Eternidad para sostenerte. ¡Ay, mi buena amiga!.. hubiese bastado con que levantaras los ojos, en lugar de mirar solamente el lugar de tu caída. Era tan simple. Es tan simple.

Sigamos. La cruz deja huellas en la arena, una línea que se mezcla con las huellas de sus pies y la sangre Preciosísima. Simón de Cirene le ayuda. ¿Cuántas veces tuviste la oportunidad de ser Simón de Cirene para tu hermano, para un Cristo cansado y agobiado que se escondía tras el desesperado rostro de tu hermano? Recuerda, amiga, que hay oportunidades que pasan ante ti una sola vez, que el hermano a quien no ayudaste pasó, siguió su camino, ya no tendrás oportunidad de ayudarlo, quizás a otro, pero a ése... a ése ya no. Simón de Cirene, amiga, recuérdalo cada vez que tu hermano te mire en silencio, cada vez que el dolor le nuble el alma. No hace falta que se arrodille ante ti, ni que inicie un expediente para solicitar tu ayuda, ni que espere a que tú "tengas tiempo", ni siquiera que juzgues si "merece o no" tu ayuda. Sólo carga su cruz unos metros, sólo unos metros, verás que, cuando él siga su camino, tu propia cruz será más liviana.

- Simón de Cirene- y recuerdo que demasiadas veces mi hermano me miró con desesperación, pero no llenaba los "requisitos" exigidos por mi orgullo y vanidad para prestarle ayuda. Siento, a esta altura, un gran dolor por mis pecados, un gran dolor.

- Hija querida, mi alma también está llena de dolor al recordar estos momentos.

- Calla, entonces, Señora.

- No, amiga, mi misión es conducirte a mi Hijo. Seguiremos, si mi dolor te da luz entonces tiene sentido. Mira, le han clavado en la cruz. Estoy a su lado... habla... habla...

- ¿Qué dice Jesús, Señora? ¿Qué dice?

- Él dice... dice... tu nombre... tu nombre y el de todos... los nombra, uno a uno, como si nombrarlos le diera la fuerza que necesita para llegar al final. Luego, luego dice a Juan y a mí... "Mujer, aquí tienes a tu hijo”""Aquí tienes a tu madre" Jn 19,26-27)… el resto es sólo un susurro. ”Todos, todos, todos”... Él te nombró, amiga, los nombró a todos, eso los hace hermanos... hermanos...

Te miro, tus ojos están llenos de lágrimas. Tienes ojeras, eres ahora la Dolorosa. La Dolorosa… quiero abrazarte, pero...no soy digna. Lo notas. Te me adelantas, me abrazas, lloramos juntas largo rato, yo, por mis pecados, tú... tú por mí, por todos...


NOTA de la autora:

"Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna."

IMÁGENES DE JESÚS EUCARISTÍA

















jueves, 10 de marzo de 2016

POR QUÉ LOS CATÓLICOS DECIMOS QUE MARÍA ES MADRE DE LA MISERICORDIA?


¿Por qué los Católicos decimos que María es Madre de Misericordia?
María es Madre del amor en el perdón. Ella brota del amor misericordioso de Cristo y está al servicio de la Misericordia de Cristo.


Por: Fr. Carlos Lledó López O.P. | Fuente: Cofradiarosario.net 




María es Madre del perdón en el amor, y del amor en el perdón. Brota del amor misericordioso de Cristo y María está al servicio de la Misericordia de Cristo. Es lo que recordamos y vivimos en el Rosario.

Cristo es el eterno amor misericordioso

Porque contempla la situación de la humanidad por el pecado original y ofrece la única solución posible: la redención centrada en la Pasión y muerte.

La misericordia es la constante de la vida de Jesucristo. Al paralítico le ofrece la solución de alma y de cuerpo: “Confía, hijo: tus pecados te son perdonados”(Mt.9,2). Igualmente a la mujer hemorroísa: “Hija, ten confianza; tu fe te ha sanado. Y quedó sana la mujer desde aquel momento” (Mt.9,22) En la Cruz nos ofrece la gran solución: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (Lc.23,34) y abre las puertas del Cielo al buen ladrón suplicante: Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc.23, 40-44).

María, objeto preferencial de misericordia

María diciendo orden al pecado original, no lo contrae de hecho porque es objeto preferencial de la misericordia de Cristo. Por ello, es privilegiada y excepcionalmente redimida. Es la Inmaculada Concepción.

María, objeto preferencial de la misericordia de Cristo, es también la llena de gracia, de toda la gracia que necesita para ser la Madre de Dios, Madre-Virgen.

Entonces... ¿Por qué María es madre de misericordia?

Tan sencillo como el hecho de que es la Madre de Cristo, quien es el manantial divino de la eterna misericordia. María es Madre de la misericordia desde el misterio de la Encarnación, la gran misericordia del Verbo que se hace hombre al calor del corazón de María por obra del Espíritu Santo.

María es Madre de Misericordia proyectando su amor sobre Cristo en la cruz con ternura de madre. Lo sigue proyectando sobre la Iglesia, Cuerpo de Cristo y por lo tanto, sobre nosotros, pecadores.

María es Madre de Misericordia que perdona a Pedro que niega su Hijo, también a Judas el traidor y a los que crucifican a Cristo. Pienso que Ella repite con su Hijo: “Padre, perdónalos…” María nos ofrece la Misericordia de Cristo y nos orienta hacia Él.

María es camino del perdón. Por eso, nos conduce al Confesionario, a la Eucaristía... El Rosario es camino de oración para alcanzar la misericordia de Cristo y experimentar el amor misericordioso de la Madre.

En María triunfa la Misericordia. Por eso, es privilegiadamente asunta al Cielo en cuerpo y alma, y coronada Reina y Madre de Misericordia.

*San Juan Pablo II nos dejó una gran enseñanza sobre Maria Madre de misericordia, en la Encíclica "Veritaris Splendor" aquí un pequeño extracto:

"El privilegio especial que Dios otorgó a la toda santa nos lleva a admirar las maravillas realizadas por la gracia en su vida. Y nos recuerda también que María fue siempre toda del Señor, y que ninguna imperfección disminuyó la perfecta armonía entre ella y Dios. Su vida terrena, por tanto, se caracterizó por el desarrollo constante y sublime de la fe, la esperanza y la caridad. Por ello, María es para los creyentes signo luminoso de la Misericordia divina y guía segura hacia las altas metas de la perfección evangélica y la santidad.

María es Madre de Misericordia porque Jesucristo, su Hijo, es enviado por el Padre como revelación de la Misericordia de Dios (cf. Jn 3, 16-18). El ha venido no para condenar sino para perdonar, para derramar misericordia (cf. Mt 9, 13). Y la misericordia más grande radica en su estar en medio de nosotros y en la llamada que nos ha dirigido para encontrarlo y proclamarlo, junto con Pedro, como «el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16). Ningún pecado del hombre puede cancelar la Misericordia de Dios, ni impedirle poner en acto toda su fuerza victoriosa, con tal de que la invoquemos. Más aún, el mismo pecado hace resplandecer con mayor fuerza el amor del Padre que, para rescatar al esclavo, ha sacrificado a su Hijo: Su misericordia para nosotros es redención. Esta misericordia alcanza la plenitud con el don del Espíritu Santo, que genera y exige la vida nueva. Por numerosos y grandes que sean los obstáculos opuestos por la fragilidad y el pecado del hombre, el Espíritu, que renueva la faz de la tierra (cf. Sal 104 [103], 30), posibilita el milagro del cumplimiento perfecto del bien. Esta renovación, que capacita para hacer lo que es bueno, noble, bello, grato a Dios y conforme a su voluntad, es en cierto sentido el colofón del don de la misericordia, que libera de la esclavitud del mal y da la fuerza para no pecar más. Mediante el don de la vida nueva, Jesús nos hace partícipes de su amor y nos conduce al Padre en el Espíritu."

Aplicación

Nos acogemos a la misericordia maternal de María en nuestra debilidad, con el Rosario en el corazón, en los labios y en las manos. El Rosario marca el camino de la misericordia y lo aplica. Recemos el Rosario.

NOVENA EN HONOR A SAN JOSE, DEL 10 AL 18 DE MARZO 2016



Primer Día de la Novena a San José

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús así como consolaste a tu padre amado en las perplejidades e incertidumbres que tuvo, dudando si abandonar a tu Santísima Madre su esposa, así te suplicamos humildemente por intercesión de San José nos concedas mucha prudencia y acierto en todos los casos dudosos y angustias de nuestra vida, para que siempre acertemos con tu santísima voluntad.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.




Segundo Día de la Novena a San José
Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu padre amado en la pobreza y desamparo de Belén, con tu nacimiento, y con los cánticos de los Angeles y visitas de los pastores, así también te suplicamos humildemente por intercesión de San José, que nos concedas llevar con paciencia nuestra pobreza y desamparo en esta vida, y que alegres nuestro espíritu con tu presencia y tu gracia, y la esperanza de la gloria.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.




Tercer Día de la Novena a San José

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu amado padre en el doloroso misterio de la Circuncisión, recibiendo de él el dulce nombre de Jesús, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, nos concedas pronunciar siempre con amor y respeto tu santísimo nombre, llevarlo en el corazón, honrarlo en la vida, y profesar con obras y palabras que tú fuiste nuestro Salvador y Jesús.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.





Cuarto Día de la Novena a San José

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu padre amado de la pena que le causó la profecía de Simeón, mostrándole el innumerable coro de los Santos, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José que nos concedas la gracia de ser de aquellos para quienes tu sirves, no de ruina, sino de resurrección, y que correspondamos fielmente a tu gracia para que vayamos a tu gloria.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.




Quinto Día de la Novena a San José

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús, así como tu amado padre te condujo de Belén a Egipto para librarte del tirano Herodes, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que nos libres de los que quieren dañar nuestras almas o nuestros cuerpos, nos des fortaleza y salvación en nuestras persecuciones, y en medio del destierro de esta vida nos protejas hasta que volemos a la patria.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.




Sexto Día de la Novena a San José

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús así como tu padre amado te sustentó en Nazaret, y en cambio tú le premiaste en tu santísima compañía tantos años, con tu doctrina y tu dulce conversación, así te rogamos humildemente, por intercesión de San José nos concedas el sustento espiritual de tu gracia, y de tu santa comunión, y que vivamos santa y modestamente, como tú en Nazaret.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.





Séptimo Día de la Novena a San José

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús, así como por seguir la voluntad de tu padre celestial permitiste que tu amado padre en la tierra padeciese el vehementísimo dolor de perderte por tres días, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que antes queramos perder todas las cosas y disgustar a cualquier amigo, que dejar de hacer tu voluntad; que jamás te perdamos a ti por el pecado mortal, o que si por desgracia te perdiésemos te hallemos mediante una buena confesión.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.




Octavo Día de la Novena a San José

Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús, que en la hora de su muerte consolaste a tu glorioso padre, asistiendo juntamente con tu Madre su esposa a su última agonía, te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que nos concedas una muerte semejante a la suya asistido de tu bondad, de tu Santísima Madre y del mismo glorioso Patriarca protector de los moribundos, pronunciando al morir vuestros santísimos nombres, Jesús, María y José.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.






Noveno Día de la Novena a San José




Por la señal, de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, libranos Señor Nuestro. En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para empezar todos los días

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.

Oración del día correspondiente

Oh benignísimo Jesús, así como has elegido por medio de tu Vicario en la tierra a tu amado padre para protector de tu Santa Iglesia Católica, así te suplicamos humildemente por intercesión de San José, nos concedas el que seamos verdaderos y sinceros católicos, que profesemos sin error la fe católica, que vivamos sin miedo una vida digna de la fe que profesamos, y que jamás puedan los enemigos ni aterrarnos con persecuciones, ni con engaños seducirnos y apartamos de la única y verdadera religión que es la Católica.

Oración final para todos los días

Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Jesús José y María
os doy mi corazón y el alma mía

Jesús, José y María
asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María
con Vos descanse en paz el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Antífona

Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración final

Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.


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