martes, 31 de diciembre de 2019

IMÁGENES Y GIFS DE MARÍA, MADRE DE DIOS

























































LECTURAS BÍBLICAS DEL MIÉRCOLES 1 DE ENERO DE 2020, SANTA MARÍA MADRE DE DIOS


Lecturas de Santa María Madre de Dios
Miércoles, 1 de enero de 2020


Primera lectura
Lectura del libro de los Números (6,22-27):

EL Señor habló a Moisés:
«Di a Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con la que bendeciréis a los hijos de Israel:
“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor te muestre tu rostro
y te conceda la paz”.
Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 66

R/. Que Dios tenga piedad y nos bendiga.

V/. Que Dios tenga piedad nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.

V/. Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

V/. Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (4,4-7):

Hermanos:
Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos la adopción filial.
Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡“Abba”, Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Palabra de Dios


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,16-21):

EN aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio del miércoles, 1 de enero de 2020
Luis Manuel Suarez, cmf


Queridos amigos:

Para entender bien algunas cosas, hay que remontarse a los orígenes. Por ejemplo, para comprender cómo se comporta una persona, es muy útil conocer qué es lo que más recibió de pequeña –abrazos, caprichos o golpes-, o para entender lo que hace un grupo en el presente, es bueno saber de dónde viene, en qué contexto surgió, quién estuvo en sus comienzos. El origen condiciona el presente, siendo la base desde donde se desarrolla la libertad.

Hoy el Evangelio nos remonta a los orígenes: “En el Principio…”. Y si damos crédito a esta palabra, lo que hubo en el principio nos podrá aclarar algo sobre el presente.

Y ¿qué hubo “en el Principio”?

“En el Principio” había Silencio. Porque para que resuene algo, tiene que haber silencio. El silencio de un universo aún sin proyecto, sin comienzo. El gran silencio donde se sueñan los grandes sueños… para que un día puedan llegar a ser realidad. El silencio del amor con el que se miran los enamorados, con esa mirada cómplice donde no hacen falta las palabras. El Silencio del Amor del Dios trinitario.

“En el Principio” había Palabra. La palabra, el contenido, que irrumpe y crea la realidad. Crea, organiza, recrea… La Palabra que deshace el caos y que ordena la vida. La Palabra que expresa lo que Dios soñó, que no es otra cosa que la imagen acabada de su ser en relación: el Hijo.

“En el Principio” había Vida. La Vida en abundancia es el proyecto de Dios para el mundo. Personificada en su Hijo, esa Vida está llamada a desarrollarse, en todas sus dimensiones, entre nosotros. Y para ello, Dios ha venido a nosotros y nos ha hecho co-creadores de vida.

“En el Principio” había Luz. Luz que alumbra, que ilumina, que da seguridad, que orienta, que quita las cegueras… Luz para vivir…

Si “en el Principio” hubo Silencio, Palabra, Vida y Luz, es porque estamos llamados al silencio, a la palabra, a la vida y a la luz. No te conformes con menos. No vivas del ruido, de la incomunicación, de la muerte ni de las tinieblas. Ni dejes que otros lo hagan. Díselo de manera que lo entiendan. Como Juan Bautista en su tiempo: “no era la luz, sino testigo de la luz”. También a ti se te ha dado ser, a tu medida y en tu contexto, “testigo de la luz”. ¡Qué grande! Que en el año que comienza mañana puedas avanzar en este camino personal y misionero.

Vuestro hermano en la fe:

Luis Manuel Suárez CMF ( luismanuel@claretianos.es)

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MARTES 31 DE DICIEMBRE DE 2019


Lecturas de hoy 31 de Diciembre. Octava de Navidad
Hoy, martes, 31 de diciembre de 2019


Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,18-21):

Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 95,1-2.11-12.13-14

R/. Alégrese el cielo, goce la tierra

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria. R/.

Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campo y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque. R/.

Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra: r
egirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R/.


Evangelio de hoy
Comienzo del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy martes, 
31 de diciembre de 2019
Luis Manuel Suarez, cmf


Queridos amigos:

Para entender bien algunas cosas, hay que remontarse a los orígenes. Por ejemplo, para comprender cómo se comporta una persona, es muy útil conocer qué es lo que más recibió de pequeña –abrazos, caprichos o golpes-, o para entender lo que hace un grupo en el presente, es bueno saber de dónde viene, en qué contexto surgió, quién estuvo en sus comienzos. El origen condiciona el presente, siendo la base desde donde se desarrolla la libertad.

Hoy el Evangelio nos remonta a los orígenes: “En el Principio…”. Y si damos crédito a esta palabra, lo que hubo en el principio nos podrá aclarar algo sobre el presente.

Y ¿qué hubo “en el Principio”?

“En el Principio” había Silencio. Porque para que resuene algo, tiene que haber silencio. El silencio de un universo aún sin proyecto, sin comienzo. El gran silencio donde se sueñan los grandes sueños… para que un día puedan llegar a ser realidad. El silencio del amor con el que se miran los enamorados, con esa mirada cómplice donde no hacen falta las palabras. El Silencio del Amor del Dios trinitario.

“En el Principio” había Palabra. La palabra, el contenido, que irrumpe y crea la realidad. Crea, organiza, recrea… La Palabra que deshace el caos y que ordena la vida. La Palabra que expresa lo que Dios soñó, que no es otra cosa que la imagen acabada de su ser en relación: el Hijo.

“En el Principio” había Vida. La Vida en abundancia es el proyecto de Dios para el mundo. Personificada en su Hijo, esa Vida está llamada a desarrollarse, en todas sus dimensiones, entre nosotros. Y para ello, Dios ha venido a nosotros y nos ha hecho co-creadores de vida.

“En el Principio” había Luz. Luz que alumbra, que ilumina, que da seguridad, que orienta, que quita las cegueras… Luz para vivir…

Si “en el Principio” hubo Silencio, Palabra, Vida y Luz, es porque estamos llamados al silencio, a la palabra, a la vida y a la luz. No te conformes con menos. No vivas del ruido, de la incomunicación, de la muerte ni de las tinieblas. Ni dejes que otros lo hagan. Díselo de manera que lo entiendan. Como Juan Bautista en su tiempo: “no era la luz, sino testigo de la luz”. También a ti se te ha dado ser, a tu medida y en tu contexto, “testigo de la luz”. ¡Qué grande! Que en el año que comienza mañana puedas avanzar en este camino personal y misionero.

Vuestro hermano en la fe:

Luis Manuel Suárez CMF ( luismanuel@claretianos.es)

¿QUÉ DESEO EN UN AÑO NUEVO?


¿Qué deseo en un año nuevo?
Este año será distinto si te abres a Dios, si rompes con tu egoísmo, si empiezas a vivir no para ti mismo, sino para tantos corazones que te encontrarás este año.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net




La pregunta me deja un poco inquieto. Porque sé que el "año nuevo" es simplemente una hoja de calendario, un cambio en los números, una simple tradición humana. Porque el tiempo escapa a nuestro control, y fluye sin cesar.

Pero casi todos, al llegar el año nuevo, damos una mirada al año que termina y soñamos en el año que comienza.

Lo pasado queda allí: fijo, inmodificable, casi pétreo. Con sus momentos buenos y sus fracasos, con sus sueños realizados y con los sueños que se evaporaron en el vacío, con las ayudas que me ofrecieron y con las ayudas que pude ofrecer a otros, con mis omisiones y mis cobardías.

Lo futuro inicia, como inició ayer, como inició hace un mes, como iniciará mañana.

Cada instante se presenta como una oportunidad que en parte depende de mi prudencia y de mis decisiones. En otra buena parte, depende de las decisiones de otros. En los dos casos, y aunque no siempre nos demos cuenta, depende de Dios.

De nuevo, ¿qué deseo en un año nuevo? Desearía la paz en Tierra Santa. Para que nadie privase a nadie de su tierra, de su casa, de su familia. Para que las religiones fueran vividas como lo que son: un camino para unir a los hombres bajo la luz de Dios. Para que la tierra donde vivió, murió y resucitó Cristo testimoniase con un estilo de vida nuevo la gran belleza del Evangelio.

Luego, desearía la paz en tantos lugares del planeta. Especialmente en África, donde todavía unos poderosos venden armas para la muerte pero no ofrecen comida para los hambrientos.

Querría, además, que desapareciese el aborto en todos los países del mundo. Lo cual no es ningún sueño imposible: basta con aprender a vivir responsablemente la vocación al amor para que ningún hijo sea visto como un “enemigo” o un obstáculo en el camino de la propia vida. Porque lo mejor que podemos hacer es vivir para los demás. Porque cada niño pide un poquito de amor y de respeto. Porque cada madre que ha empezado a serlo merece ayuda y apoyo, para que no le falten las cosas que más necesite durante los meses de embarazo y los primeros años de su hijo.

En este nuevo año me gustaría dialogar con quien piensa de modo distinto en un clima de respeto, sin insultos, sin desprecios, sin zancadillas. Porque si él y si yo somos humanos, porque si él y si yo queremos encontrar la verdad, podemos ayudarnos precisamente con una palabra nacida desde los corazones que saben escucharse y, más a fondo, que saben amarse...

El año que inicia querría tener más energías, más entusiasmo, más convicción, para enseñar a los otros lo que para mí es el tesoro verdadero: mi fe católica. Enseñarla, sobre todo, con mi vida. Querría ser, en ese sentido, más coherente, más bueno, más abierto, más disponible, más cercano. Especialmente cuando me encuentre con un pobre, con un enfermo, con una persona triste o desesperada, con quien llora porque sabe lo que muchos no se atreven a reconocer: que ha pecado. Porque sólo cuando me pongo ante mis faltas con honestidad clara y completa, descubro mi miseria y comprendo la de los otros. Y porque cuando reconozco mi miseria y la ajena puedo entender que necesitamos al único que puede limpiarnos con su palabra llena de perdón y de esperanza: Dios.

¿Qué deseo en un año nuevo? Quizá deseo demasiado. Quizá he soñado despierto. Quizá me he dejado llevar por una emoción inconsistente. Mientras, el reloj sigue su marcha, y, sin saberlo, me dice: este año será un poco distinto si te abres a Dios, si rompes con tu egoísmo, si empiezas a vivir no para ti mismo, sino para tantos corazones que encontrarás en los mil cruces de camino de este año que está iniciando...
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