jueves, 26 de marzo de 2020

JESÚS HUMILDE Y MARÍA... MÁS


Jesús humilde y María....más
Padre Mariano de Blas, L.C.



Dios puesto en la fila de pecadores. En la fila había ladrones, asesinos, adúlteras, fariseos podridos, soldados...Jesús metiendo los pies en la charca del pecado. Él, el tres veces santo. Besó el suelo podrido de las almas, y no sintió náusea. Sabía que podía limpiar todas las almas, todos los basureros, todas las cloacas. ¿Qué te costaba convertir los basureros en jardines, las ruinas en castillos donde Tú te sintieras divinamente a gusto? Cada santo es un pecador reconstruido como santo sobre sus propias ruinas. María se enteró porque se lo contaron. “Si Él se humilla así, yo... esclava del Señor. Yo quiero imitarlo sufriendo el castigo de los hombres –luego serán mis hijos- para ayudar a salvarlos.” Tal vez a nosotros no nos ha impresionado ver a Jesucristo bautizado en el Jordán; a ti, María, te debió impresionar muchísimo, porque tú sabías, como nadie, que Él era Dios. ¡Qué humillación! Tu humildad te parecía pequeña, muy pequeña junto a la suya. Él no se había hecho esclavo, sino pecador. Y Tú, que a todo le buscabas la razón y el sentido, preguntarías: ¿Por qué Jesús se ha querido bautizar por Juan como un pecador más, ¿por qué? La pregunta sigue todavía en el aire...

Juan había sido el primer hombre que había reconocido a Jesús como el Hijo de Dios y trató de comunicárselo a los demás. Pero muy pocos lo aceptaron. Un día dijo a Andrés y a su amigo: “He ahí el cordero de Dios”. Y éstos sí le siguieron, para su bien. Los demás no le hicieron caso, para su mal. Posteriormente Jesús se lo reclamaría: “¿El bautismo de Juan venía de Dios o de los hombres?” Le respondieron: “No lo sabemos, es decir, no lo queremos saber”.

Jesús venía del desierto donde había realizado una dura penitencia: oración y ayuno muy fuertes. Ella aprendió que la oración es muy importante para un cristiano. Ella oraría con más fervor a partir de entonces, si se podía. Aprendió que la humildad y el sacrificio eran muy propios del cristianismo. Ella no pensaba como muchos cristianos y aún sacerdotes, que estas cosas están pasadas de moda y que no ayudan mucho para lo esencial, que es vivir la alegría pascual. Se han olvidado de que se llega a la alegría de la resurrección pasando por la humillación y el sufrimiento de la cruz. “¿No era necesario que el Cristo sufriera esto para entrar en su gloria?”

“Este es mi Hijo muy amado en quien tengo mis complacencias”. Jesús era Hijo del Padre e Hijo suyo. Cómo recordaría la pérdida a los doce años-“¿No sabéis que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?” Ahora lo había dejado ir, para que se ocupara de las cosas de su Padre. Ella lo devolvía al Padre; sacrificaba su amor de madre. Dolor que sería total en la muerte en el Calvario. Muchas madres de posibles hijos sacerdotes no han sabido sacrificar el amor al hijo y no le han dejado trabajar en las cosas del Padre. Se trataba de un amor equivocado.

El Espíritu Santo descendió sobre Él para investirlo de la misión que le esperaba.
Un nuevo tema de meditación de María, sobre su Hijo. Aquí ya no es la sencillez del Jesús que parecía un simple hombre. Aquí interviene el cielo en pleno: El Padre celestial, Yahvé (con todo lo que significaba para un israelita) y el Espíritu Santo que ya había intervenido en Ella. “El Espíritu Santo descenderá sobre ti”. Ahora sobre Él. La imagen de su Hijo crecía a sus ojos; y Ella se sentía pequeñita junto a Él. Como Juan, el hombre humilde por excelencia, Ella también se decía a sí misma: “Es necesario que Él crezca y que yo disminuya”. 

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY JUEVES 26 DE MARZO DE 2020


Lecturas de hoy Jueves de la 4ª semana de Cuaresma
Hoy, jueves, 26 de marzo de 2020



Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (32,7-14):

EN aquellos días, el Señor dijo a Moisés:
«Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”».
Y el Señor añadió a Moisés:
«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo».
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios:
«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Por qué han de decir los egipcios: “Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre”».
Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 105,19-20.21-22.23

R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo

V/. En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R/.

V/. Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R/.

V/. Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (5,31-47):

EN aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí.
Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no lo creéis.
Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ese sí lo recibiréis.
¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy jueves, 26 de marzo de 2020
José Luis Latorre, cmf



Queridos amigos.

Vivimos en un ambiente bastante indiferente; ambiente en el cual Dios parece no existir ni contar para nada; ambiente en que el camino señalado por el mismo Dios no parece interesar mucho a una gran mayoría, prefieren otras cosas más interesantes e importantes –el becerro de oro-. La fe prácticamente está en descrédito. Grandes sectores de bautizados viven como si Dios ya no les dijera nada y han dejado de practicar sus enseñanzas. Son cristianos de nombre, pero no de hecho. Hoy hay mucha gente que tal vez no entienda nuestro lenguaje sobre la fe e incluso tal vez la puede llegar a malinterpretar, pero se quedan cuestionados por las obras de amor de muchos cristianos.

El evangelio de hoy nos ha narrado una disputa de Jesús con los judíos. También Jesús se sintió incomprendido, rechazado y atacado; no comprendían sus palabras. Por eso él apela a las obras que hace, pues ellas hablan de quién es Él y quién le envía. Las obras son irrefutables y las personas de recta intención las entienden y comprenden.

Para vivir una vida auténtica y profundamente religiosa se necesita haber tenido la experiencia de “sentirse dependiente de Dios”, unidos a Él con un vínculo indisoluble, como el hijo se siente unido con sus padres. Cuando uno se siente profundamente hijo de Dios brotan en él actitudes espirituales y prácticas que caracterizan la vida de la persona y la diferencian de los demás. El creyente, por ejemplo, en la prueba no abandona a Dios como si fuera la causa del mal, sino que se vuelve más hacia Él con una insistencia invencible como Moisés que intercedió por su pueblo cuando esté se construyó el becerro de oro ofendiendo gravemente al Señor. Por otra parte el creyente adulto en la fe siente como prueba personal las pruebas de sus hermanos próximos o lejanos; ora por todos y es un intercesor universal dispuesto a cargar con las debilidades de los demás y sufrir para que los otros sean aliviados, como hizo Moisés por su pueblo, y sobre todo Jesús el inocente muerto como pecador por nosotros, injustos.

La existencia de un Dios que es Amor no se demuestra más que dejando transparentar que vive en los corazones de quienes le acogen; Jesús será creído cuando los que creemos en Él vivamos con autenticidad sus enseñanzas: “vosotros sois mis discípulos si hacéis lo que Yo os mando”. Ante personas que entregan su vida a los más débiles, que no acusan sino que suplican y perdonan a quienes les ofenden, suele surgir la pregunta: ¿por qué actúan así? Y es que las obras tienen un valor incuestionable e irrefutable; ante una persona de bien no cabe más que la admiración y la imitación. Como dice Jesús “si no me creéis a Mí, creed a las obras que hago”. Hoy más que nunca el testimonio coherente de los cristianos cambiará el mundo y lo hará un poco más humano.

José Luis Latorre

Misionero Claretiano

¿CÓMO ORAR CUANDO ES DE NOCHE?


¿Cómo orar cuando es "de noche"?
La oración es una contemplación radiante de Cristo pero también puede ser un grito en la noche en busca de su amor.


Por: P. Guillermo Serra, L.C. | Fuente: la-oracion.com




La oración es una contemplación radiante de Cristo pero también puede ser un grito en la noche en busca de su amor. Puede ser un diálogo amistoso, cordial, sereno o también un esperar madurado en la soledad aparente de su ausencia.
No siempre experimentamos, sentimos la cercanía de Dios. Al entrar en la oración nos disponemos a caminar junto a Él pero a veces su presencia no es tan tangible. Aparentemente nos abandona, o también puede darse, le abandonamos por el pecado. ¿Cómo rezar cuando es "de noche" en nuestro interior?


La noche no interrumpe la historia de salvación y de amor

La noche no interrumpe la historia de Dios con el hombre. La noche es tiempo de salvación:• De noche Abraham contaba tribus de estrellas; de noche prolongaba la voz de la promesa (Gn. 15, 5).


• De noche descendía la escala misteriosa de Dios hasta la misma piedra donde Jacob dormía (Gn. 28, 12).

• De noche celebraba Dios la Pascua con su pueblo, mientras en las tinieblas volaba el exterminio (Ex. 12, 1-14).

• De noche, por tres veces, oyó Samuel su nombre; de noche eran los sueños la lengua más profunda de Dios (1Sm. 3, 1-10).

• De noche, en un pesebre, nacía la Palabra; de noche lo anunciaron el ángel y la estrella (Lc. 1; Mt. 2).

• La noche fue testigo de Cristo en el sepulcro; la noche vio la gloria de su resurrección (Mt. 27, 57-61; 28, 1-6).


¿Cuándo experimentamos que es "de noche" en nuestro interior?

Hay diversos modos de experimentar la noche en la vida espiritual.

• Me siento solo: Es un llamado para vivir escondidos con Cristo en Dios (Col 3,3). La noche es fin del día pero también inicio del amanecer. Es ausencia de luz, no tiene entidad, es negación de la realidad luminosa. Así cuando nos sentimos solos en la noche tenemos que aprender a mirar arriba. La noche está presidida por las estrellas, por el silencio que habla al corazón. Se escuchan ruidos nuevos, gritos, deseos, intimidades que brotan de una situación desconocida o prolongada a veces. La soledad nos debe llevar a alzar la vista, dejar que este sentimiento de abandono aparente sea iluminado por la luz de la promesa. Alaba al Señor, bendícelo, dale gracias por los infinitos regalos con los que te ha revestido. Atrévete a contar estrellas, regalos y verás cómo no alcanzas. Así es Él, te ha acompañado cada día de tu existencia, del mismo modo que lo hizo con Abraham. Tú eres heredero de esa promesa y Dios es siempre fiel. El cielo te recordará la promesa y las estrellas serán su voz. ¡No estás solo, levántate y camina!

• No encuentro a Cristo, me siento como en el desierto: La noche en un desierto es fría, constante, silenciosa pero a la vez habitada por ruidos desconocidos. La ausencia de Cristo en mi interior me recuerda esta experiencia. Nada me llena porque Cristo no está conmigo. Mi alma se ha vaciado, se ha enfriado. Tiene sed del Dios vivo (Sal. 42, 3) pero Él aparentemente no se hace presente. Duermo muchas veces soñando despertar en sus brazos, pero no está. Sin embargo, Él vela mi sueño con su sueño. Está dormido en mi interior pero su Corazón vela, como una Madre con su hijo (Is 49.15). Y de noche, en ese aparente desierto interior desciende una escala misteriosa hasta mi corazón. Esta escala me enseña que mi oración tiene que ser sencilla y confiada. Buscar subir un peldaño cada día. Aunque parezca que no avanzo. Este aparente sueño de Dios es para que despierte a una vida de mayor generosidad, para que vea desde lo alto de la escalera mi vida, mi corazón y mi futuro. ¡Despierta alma mía, sube, camina, confía!

• Mis sentimientos van por un lado y la Voluntad de Dios por otro: la salvación nos llega a través del paso de Dios por nuestra vida. Esta es la noche santa en la que Dios se hizo presente en la vida de Israel, en su Iglesia y también en la tuya. Es una noche en la que salimos del Egipto seductor, dejamos una vida de esclavitud para encontrarnos con Dios. Deja a tus "faraones", aquellos que te oprimen y te esclavizan. Sal de tu "Egipto" con confianza, Dios hará milagros en tu camino. Aunque sientas oscuridad, aunque te presentes delante de un mar inmenso de dudas, temores y debilidades, Él quiere ser tu Camino, tu Vida y tu Verdad. ¡Levántate, camina, cruza el mar rojo camino de la tierra prometida! ¡Vive para Dios, aliméntate del Cordero inmolado que fortalecerá tu voluntad para caminar hacia la tierra prometida del cielo!

• El pecado me tiene atado: desde el cielo desciende la Palabra. Se esconde en medio del silencio de la noche. Aparece en Belén. En la oscuridad de mi alma manchada por el pecado nace una nueva esperanza. "Os anuncio una buena nueva, os ha nacido un Salvador" (Lc. 2, 10-11). Para entrar en Belén y encontrar a la luz del mundo tienes que ser humilde, agacharte. Sí, reconocer tu pecado reconociendo a tu Salvador. Él vino por ti y por mí. Por todos. Quizás no te sientas digno, pero puedes todavía ofrecerle el oro de tu corazón, el incienso de tu voluntad y la mirra de tus pensamientos. Deja que el niño en Belén te renueve y te lleve a su corazón. Te transportará hasta la cruz y allí encontrarás ese costado abierto que te sanará. ¡Agáchate con humildad, entra, adora y confiesa tu miseria para ser iluminado por la ternura de Dios!

• Vivo un momento de purificación interior: la mano de Dios nos envuelve con cariño. En su pedagogía a veces puede ser que con una caricia tierna nos cubra la vista interior para que nos purifiquemos. Nos ayuda así a "no ver" para escuchar más atentamente. Purifica el amor para que vivamos en el Amor y por el amor. Sin ver en esta noche, siendo purificado, escucharás tu nombre mejor, con mayor nitidez, no sólo una vez sino hasta tres veces, como Samuel. Y entenderás entonces que Dios tiene una misión para ti, que te ama y que te envía. ¡Despierta, escucha, no duermas, Dios te envía con amor para predicar el Amor!

• Experimento un dolor, una pérdida, una cruz pesada: las tinieblas envolvieron el Calvario. La naturaleza quiso manifestar su luto ante la muerte del Hijo de Dios. También tu naturaleza humana ante el dolor se transforma. Se llena de tinieblas, se une al dolor de Cristo, al silencio de la vida. Pero no te olvides en tu oración, en tu dolor, que en medio de este silencio, de esta oscuridad brotó agua y sangre del costado. Déjate limpiar por el agua de la vida, que tu sed de amor, de consuelo, de infinitud sea saciada por el agua del amor de Dios. Y que tu fe, esperanza y caridad resuciten cada día escondido en el costado de Jesús. Allí espera la resurrección, allí medita tu dolor, la muerte. Allí contémplate en lo alto de la cruz junto a tu Redentor. Así, serás también llevado al sepulcro. Será también de noche, habrá silencio, pero al tercer día, muy temprano escucharás un tremendo estruendo: la piedra ha sido removida porque el sepulcro no puede contener al que es la Vida. ¡Despierta, camina, sal y vive el gozo de la resurrección!



PARA LA ORACIÓN

¿Has escuchado alguna vez una lágrima caer? El silencio te dejará escuchar su voz.

¿Has visto alguna vez un latido del corazón? El silencio te hará mirar en tu interior y ver el color de un latido.

¿Has tocado alguna vez una estrella? El silencio de permitirá sentir la luz y la fuerza de las estrellas, testigos vivos de la fidelidad divina.

El silencio es el lenguaje de las almas enamoradas. El silencio te permite escucharte para escuchar a Cristo. Es sentir tu dolor, sequedad, necesidad para reconocerte en el corazón del Amado. "En el mío no te encuentro, iré al tuyo para encontrarte y encontrándote me habré encontrado!"

EL PAPA FRANCISCO ALERTA SOBRE LA IDOLATRÍA EN EL CORAZÓN


El Papa Francisco alerta sobre la idolatría en el corazón
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media




El Papa Francisco advirtió contra la idolatría y, en especial, contra las idolatrías del corazón fruto de la mundanidad que llevan a una religiosidad errónea.

Así lo señaló el Santo Padre durante la homilía de la Misa celebrada este jueves 26 de marzo en la Casa Santa Marta.

El Pontífice comentó la Lectura del Éxodo en la que se narra cómo el pueblo de Israel no es capaz de esperar a Moisés, que había subido al Monte donde Dios le entregó la Ley escrita por su dedo en piedra, y le pide a Aarón que construya un becerro para adorarlo.

El Papa narró cómo “Aarón, que luego sería sacerdote de Dios, pero que entonces fue sacerdote de la estupidez, de los ídolos, actuó así: ‘Dadme todos la plata y el oro que tenéis’. Y ellos le dan todo y hace ese becerro de oro”.

En el Salmo, señaló Francisco, “hemos escuchado el lamento de Dios: ‘Se fabricaron un becerro, se postraron ante un metal fundido, y cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come heno’”.

Entonces, Dios le dice a Moisés que baje porque el pueblo se ha pervertido y se ha postrado y ofrecido sacrificios a un ídolo de metal.

Se trata de “una verdadera apostasía del Dios viviente a la idolatría”, señaló el Papa. “No tuvieron paciencia para esperar a que volviera Moisés. Querían novedades, algo, el espectáculo litúrgico, lo que fuera”.

El Santo Padre explicó que la facilidad con que el pueblo de Israel se apartó del camino de Dios a pesar de lo que Dios hizo por el pueblo se deben, en primer lugar, a una “nostalgia idolátrica”. “Es una nostalgia de regresar a los ídolos, de volver a lo peor. De no saber esperar al Dios viviente”.

El Papa advirtió que “esta nostalgia es una enfermedad, también nuestra. Se empieza a caminar con el entusiasmo de ser libre, pero luego empiezan los lamentos: ‘Sí, esto es muy duro, el desierto, tengo sed, quiero agua, quiero carne… En Egipto comíamos cebollas, cosas buenas, y aquí no hay…’”.

Señaló que “la idolatría siempre es selectiva. Te hace pensar en las cosas buenas que te da, pero no te hace ver las cosas malas. En este caso, ellos pensaban cómo se sentaban a la mesa con esa comida tan buena que les gustaba tanto, pero olvidaban que se encontraban a la mesa de la esclavitud. La idolatría es selectiva”.

En segundo lugar, “la idolatría te hace perder todo. Aarón, para hacer el becerro, les pide ‘dadme oro y plata’, pero era el oro y la plata que el Señor les había dado”. “Es un don del Señor, y con el don del Señor hacen el ídolo. Esto es feísimo”.

“Este mecanismo también nos sucede a nosotros, cuando nosotros adoptamos actitudes que nos llevan a la idolatría, nos apegamos a cosas que nos alejan de Dios porque creamos otro dios con los dones que el Señor nos dio: con la inteligencia, con la voluntad, con el amor, con el corazón…”.

Es decir, “son los propios dones del Señor los que empleamos para hacer idolatría. Sí, alguno de vosotros puede decirme: ‘Pero yo en casa no tengo ídolos. Tengo el crucifijo, la imagen de la Virgen que no son ídolos’. No, en tu corazón. Y la pregunta que hoy nos deberíamos hacer es cuál es el ídolo que tienes en tu corazón, en mí corazón. Esa salida escondida donde me siento bien y que me aleja del Dios viviente”.

“Nosotros también tenemos una actitud con la idolatría muy astuta. Sabemos esconder los ídolos, como hizo Raquel cuando escapó de su padre y los escondió en la tienda del camello entre los vestidos”.

“También nosotros, entre nuestros vestidos del corazón escondemos muchos ídolos. Y una pregunta que quisiera hacer hoy es cuál es mi ídolo. Cuál es mi ídolo de la mundanidad. También la idolatría llega a la piedad. Porque estos querían un becerro de oro no para montar un circo, no para hacer adoración. Se postraron ante él”.

El Pontífice hizo hincapié en que “la idolatría te lleva a una religiosidad errónea. Muchas veces la mundanidad que es una idolatría te hace cambiar la celebración de un sacramento en una fiesta mundana”.

Puso un ejemplo: “Pensemos en una celebración de una boda, y tú no sabes si es un sacramento donde de verdad los nuevos esposos lo dan todo y se aman ante Dios y prometen ser fieles ante Dios y reciben la gracia de Dios, o es un desfile de modelos: cómo va vestido uno, otro, otro…, la mundanidad. Es una idolatría. Es solo un ejemplo, esto”.

“Pero la idolatría no se para. Siempre avanza. Hoy la pregunta que quisiera hacer, a todos nosotros, es cuáles son mis ídolos. Cada uno tiene los suyos. Cuáles son mis ídolos. Dónde los escondo. Y que el Señor no nos encuentre al final de la vida y diga de cada uno de nosotros: ‘Te has pervertido. Te has alejado del camino que yo había indicado. Te has postrado ante un ídolo’”.

El Papa concluyó su homilía pidiendo “al Señor la gracia de conocer nuestros ídolos. Y si no podemos expulsarlos, por lo menos tenerlos arrinconados”.

Lectura comentada por el Papa Francisco:


Éxodo 32:7-14

7 Entonces habló Yahveh a Moisés, y dijo: «¡Anda, baja! Porque tu pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto, ha pecado.

8 Bien pronto se han apartado el camino que yo les había prescrito. Se han hecho un becerro fundido y se han postrado ante él; le han ofrecido sacrificios y han dicho: "Este es tu Dios, Israel, el que te ha sacado de la tierra de Egipto."»

9 Y dijo Yahveh a Moisés: «Ya veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz.

10 Déjame ahora que se encienda mi ira contra ellos y los devore; de ti, en cambio, haré un gran pueblo.»

11 Pero Moisés trató de aplacar a Yahveh su Dios, diciendo: "¿Por qué, oh Yahveh, ha de encenderse tu ira contra tu pueblo, el que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y mano fuerte?

12 ¿Van a poder decir los egipcios: Por malicia los ha sacado, para matarlos en las montañas y exterminarlos de la faz de la tierra? Abandona el ardor de tu cólera y renuncia a lanzar el mal contra tu pueblo.

13 Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel, siervos tuyos, a los cuales juraste por ti mismo: Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; toda esta tierra que os tengo prometida, la daré a vuestros descendientes, y ellos la poseerán como herencia para siempre.»

14 Y Yahveh renunció a lanzar el mal con que había amenazado a su pueblo.

¡QUÉDATE EN CASA!







miércoles, 25 de marzo de 2020

IMÁGENES DE LA ORACIÓN DEL ÁNGELUS












LA ANUNCIACIÓN A MARÍA, 25 DE MARZO


LA ANUNCIACIÓN A MARÍA
25 de marzo




La Anunciación a María representa mucho más que ese particular episodio evangélico, por otro lado fundamental: contiene todo el misterio de María, toda su historia, su ser, y al mismo tiempo habla de la Iglesia, de su esencia para siempre; como también de cada creyente en Cristo, de cada alma cristiana llamada. En este punto debemos tener presente que no hablamos de personas del pasado. Dios, el Señor, nos ha llamado a cada uno de nosotros, cada uno es llamado por su nombre. 

Dios es tan grande que tiene tiempo para cada uno de nosotros, me conoce, nos conoce a cada uno por el nombre, personalmente. Es una llamada personal a cada uno de nosotros. Pienso que debemos meditar varias veces este misterio: Dios, el Señor, me ha llamado a mí, me llama, me conoce, espera mi respuesta como esperaba la respuesta de María, esperaba la respuesta de los Apóstoles. 

Dios me llama: este hecho debería hacernos estar atentos a la voz de Dios, atentos a su Palabra, a su llamada hacia mí, para responder, para realizar esta parte de la historia de la salvación para la que me ha llamado»



(Benedicto XVI)

EL SÍ DE MARÍA


El “Sí” de María




Cuando pensamos en el "Sí" de María a la propuesta de Dios, lo podemos imaginar en un ambiente casi de novela "romántica", y olvidar que con ese "Sí", toda su vida quedó comprometida. La respuesta que ella dio no era algo espontáneo o "lógico". María dirá que sí, más por confianza y fe, que por conocimiento. Ella apenas podía entender lo que le había sido explicado... y sin embargo, dice que "Sí". Además, la fe de María será puesta a prueba cada día. Ella quedará encinta. No sabe bien cómo, pero lo cierto es que su corazón está inundado por una luz especial. Aunque su querido José dude, ella vive inmersa en el misterio sin pedir pruebas, vive unida al misterio más radical que existe: Dios. Él sabrá encontrar las soluciones a todos los problemas, pero hacía falta fe, hacía falta abandono total a su voluntad.

María se dejó guiar por la fe. Ésta la llevó a creer a pesar que parecía imposible lo anunciado. El Misterio se encarnó en ella de la manera más radical que se podía imaginar.

Sin certezas humanas, ella supo acoger confiadamente la palabra de Dios. María también supo esperar... ¿Cómo vivió María aquellos meses, y las últimas semanas en la espera de su Hijo? Sólo por medio de la oración y de la unión con Dios podemos hacernos una pálida idea de lo que ella vivió en su interior. También María vivió con intensidad ese acontecimiento que transformó toda su existencia de manera radical. Ella dijo "Sí" y engendró físicamente al Hijo de Dios, al que ya había concebido desde la fe. Estas son experiencias que contrastan con nuestro mundo materialista. Por ello, como cristianos, ¿cómo no centrar más nuestra vida al contemplar este Misterio inefable? ¿Cómo no dar el anuncio a todos los que no han experimentado ese Dios-Amor?

No olvidemos que un día ese Dios creció en el seno de María, y también puede crecer hoy en nuestros corazones, si por la fe creemos, y si en la espera sabemos dar sentido a toda nuestra vida mirando con valor al futuro.

Dios mío, gracias por quedarte en la Eucaristía y por darme a María como madre y modelo de mi vida. Contemplar su gozo, su actitud de acogida y aceptación, su humildad, me motivan a exclamar con gozo: heme aquí Señor, débil e infiel, pero lleno de alegría por saber que con tu gracia, las cosas pueden y van a cambiar.



* Catholic.net

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MIÉRCOLES 25 DE MARZO DE 2020, LA ANUNCIACIÓN DEL ÁNGEL A MARÍA


Lecturas de hoy Miércoles de la 4ª semana de Cuaresma
 Hoy es: Anunciación del Señor (25 de Marzo)
“ Hágase en mi según tu palabra ”




Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 7, 10-14; 8, 10b
En aquellos días, el Señor habló a Acaz y le dijo:
«Pide una signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».
Respondió Acaz:
«No lo pido, no quiero tentar al Señor».
Entonces dijo Isaías:
«Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, porque con nosotros está Dios».



Salmo
Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 11 R/. 
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,
entonces yo digo: «Aquí estoy». R/.

«-Como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R/.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. R/.

No me he guardado en el pecho tu justicia,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos 10, 4-10

Hermanos:
Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados.
Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dice:
«Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas,
pero me formaste un cuerpo;
no aceptaste holocaustos
ni víctimas expiatorias.
Entonces yo dije: He aquí que vengo
-pues está escrito en el comienzo del libro acerca de mi-
para hacer, ¡oh, Dios!, tu voluntad».
Primero dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos, ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley.
Después añade: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad».
Niega lo primero, para afirmar lo segundo.
Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.


Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque “para Dios nada hay imposible”».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra».
Y el ángel se retiró.



Reflexión del Evangelio de hoy
El Señor os dará una señal


Los intereses partidistas y políticos llevan a Asaz, rey de Judá, a querer aliarse con los asirios y a no hacer caso al profeta Isaías. Aunque el profeta insiste en que pida a Dios un milagro, Asaz se mantiene en sus trece diciendo que él no pondrá a prueba al Señor. Una manera de decir: No cuento con Él, con su ayuda.

Isaías había insistido: Pídele una señal, ya sea abajo en lo más profundo o arriba en lo más alto; es decir, en cualquier lugar Dios puede enviarte una señal de su presencia y de lo que Él quiere que veas y descubras. Solo hace falta pedírselo con fe y esperar. Porque si se pierde la esperanza -tentación que todos tenemos- estamos desconfiando de Dios.

Isaías persiste e insiste. “Escuchad. El Señor os dará una señal: La joven está encinta y va a tener un hijo, al que pondrá por nombre Enmanuel”. Ese nombre es muy significativo: Dios con nosotros. Y es en ese niño en el que habrá que poner la esperanza de un nuevo amanecer para el pueblo; y, por supuesto, para cada uno de nosotros. Las primitivas comunidades cristianas vienen en este texto una clara prefiguración de lo que había de ser y ya era, Jesús: Dios con nosotros.

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
Poner en el Señor, una vez más, toda la esperanza porque Él escucha nuestro grito. Él nos salva, impide hundirnos, nos da firmeza al caminar por sus sendas.

Descubrir su voluntad no es fácil, pero no podemos dejarnos arrastrar por la impaciencia. Hay que tener los ojos, la mente y el corazón muy abiertos y disponibles para vislumbrar lo que Él desea de cada uno. Por eso, no hemos de cejar en la súplica, para que no nos niegue -que no lo hará- su ternura y compasión.

He aquí que vengo para hacer tu voluntad
Cambiar la antigua forma de pensar y de agradar a Dios es uno de los propósitos del autor, judío converso al cristianismo, de esta carta. Al autor mismo le costaba este cambio de actitud y de forma de pensar. Él había sido sacerdote cumplidor de la ley antigua.

Dar paso a la nueva forma de concebir el encuentro con Dios, suponía dar un giro total a su corazón y a su mente. Era la conversión, la orientación nueva que Dios pedía. Dejar atrás los sacrificios rituales, las ofrendas y holocaustos, no era tarea fácil. Había que descubrir, como actitud primera, cuál podía ser la voluntad de Dios para nosotros y, después, ponerla en práctica. Cuesta cambiar de mentalidad -a mí el primero-, pero hay que intentarlo.

Hágase en mi según tu palabra
Lucas es un artista en el arte descriptivo de lo que pudo ser aquel encuentro silencioso entre Dios y una muchacha orante, confiada. ¡Qué bien hilvana textos, qué bello tejido nos muestra en aquella anunciación llena de recato, encanto y silencio interior! Fra Angelico ha contribuido tanto o más que Lucas a ayudarnos a imaginar aquel encuentro entre María y el ángel Gabriel, que significa en hebreo “Dios es mi fortaleza”.

La sorpresa de María tuvo que ser enorme. ¡Como para no sorprenderse; ella es sincera: no ha conocido varón! Pero Dios actúa más allá de nuestras ignorancias, dudas y sorpresas. Sorprenderse, asombrarse, es comenzar a entender, decía Ortega y Gasset. Y María comenzó a entender… y quizá comprendió que desde ese momento, “la cosa, que empezó en Galiliea”, no iba a ser fácil para ella. Gusto de citar a M. Legaut cuando dice en una de sus meditaciones:

Lo esencial no se enseña. Se revela a cada uno en lo íntimo, como una anunciación que la esperanza murmura. Sólo lo descubre aquél que secretamente tiene una gran intuición, y a menudo desde que se es joven.

Porque ahí está la clave: en la intuición juvenil, en la intimidad de uno mismo, en la esperanza murmuradora, susurrante. Ahí es donde se descubre lo esencial. Y así lo descubrió María.

Todo parece poético y bello; sin duda, lo es. Pero queda el final trágico de este evangelio de Lucas, donde pone de manifiesto que “para Dios nada hay imposible”. Cierto. La respuesta de María es bella, pero trágica. “he aquí la esclava (la disponible) del Señor. Hágase en mí según tu palabra”. Respuesta juvenil confiada, decidida, sin pensarlo mucho, como casi toda decisión juvenil. Pero el evangelio termina: “Y la dejó el ángel”. El ángel se retiró y la dejó sola. Nunca más volvió a tener “anunciaciones”, ni consuelos interiores.

Ahí, a mi parecer, está la gran tragedia de aquella escena: en el abandono posterior, en el silencio siguiente que fue muy largo y duro para María. Nunca más el que era “fortaleza de Dios” (Gabriel) se le hizo presente. Triste final de la anunciación. Inicio de un caminar de fe y confianza hasta llegar a los pies de la cruz, con muchos días de confusión e incertidumbre con aquel Hijo de sus entrañas. ¿Para esto vino el ángel, para dejarme sola, sin nada más que la fe a la que asirme, sin más consuelo que un Hijo entre mis brazos que pronto se marcharía a anunciar él mismo el reino de Dios y que tan mal terminó…? ¿No hubiera sido mejor…?

No sabemos lo que hubiera sido mejor. Pero lo cierto es que gracias a ella, nosotros hemos conocido al Salvador.



Fr. José Antonio Solórzano Pérez
Fr. José Antonio Solórzano Pérez
Casa San Alberto Magno (Madrid)

HOY ES LA ANUNCIACIÓN DEL ÁNGEL A MARÍA, 25 DE MARZO








martes, 24 de marzo de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MARTES 24 DE MARZO DE 2020


Lecturas de hoy Martes de la 4ª semana de Cuaresma
Hoy, martes, 24 de marzo de 2020




Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (47,1-9.12):

EN aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo del Señor.
De debajo del umbral del templo corría agua hacia el este —el templo miraba al este—. El agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.
Me hizo salir por el pórtico septentrional y me llevó por fuera hasta el pórtico exterior que mira al este. El agua corría por el lado derecho.
El hombre que llevaba el cordel en la mano salió hacia el este, midió quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta las rodillas. Midió todavía otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta la cintura. Midió otros quinientos metros: era ya un torrente que no se podía vadear, sino cruzar a nado.
Entonces me dijo:
«¿Has visto, hijo de hombre?»,
Después me condujo por la ribera del torrente.
Al volver vi en ambas riberas del torrente una gran arboleda. Me dijo:
«Estas aguas fluyen hacia la zona oriental, descienden hacia la estepa y desembocan en el mar de la Sal, Cuando hayan entrado en él, sus aguas serán saneadas. Todo ser viviente que se agita, allí donde desemboque la corriente, tendrá vida; y habrá peces en abundancia. Porque apenas estas aguas hayan llegado hasta allí, habrán saneado el mar y habrá vida allí donde llegue el torrente.
En ambas riberas del torrente crecerá toda clase de árboles frutales; no se marchitarán sus hojas ni se acabarán sus frutos; darán nuevos frutos cada mes, porque las aguas del torrente fluyen del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 45,2-3.5-6.8-9

R/. El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob

V/. Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. R/.

V/. Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R/.

V/. El Señor del universo está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (5,1-16):

SE celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.
Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:
«¿Quieres quedar sano?».
El enfermo le contestó:
«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».
Jesús le dice:
«Levántate, toma tu camilla y echa a andar».
Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:
«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla».
Él les contestó:
«El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”».
Ellos le preguntaron:
«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?».
Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.
Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:
«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».
Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.
Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy martes, 24 de marzo de 2020
José Luis Latorre, cmf



Queridos.

Las lecturas de hoy nos ofrecen dos imágenes muy hermosas: el torrente de agua cada vez más abundante que mana del santuario de Dios y que a su paso todo lo transforma en vida, y la piscina de Siloé que cura a los enfermos que pueden sumergirse en ella. Dos imágenes que simbolizan la sobreabundancia de vida que procede Dios y de Jesús, el Hijo de Dios.

El Evangelio nos presenta a un paralítico que es curado treinta y ocho años después por el poder de la Palabra de Jesús y no por haber entrado en la piscina. Este hombre se curó por haber entrado en contacto con el Señor; y le curó de la parálisis y de algo peor “el pecado” que nos desconecta de Dios y de su proyecto, y es causa de otras parálisis personales: el egoísmo, el odio, el rencor, la envidia, la injusticia… que nos destruyen como personas.

Cuando Jesús sale al encuentro del paralítico se interesa primero por su voluntad “¿quieres?”. Después pronuncia su palabra poderosa que le pone en pie. Dios, en Jesús, se ha acercado a los enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, a los deseosos de sanar, de caminar, de anunciar, de cuestionar el mundo que los quiere postrados. El hecho de que Jesús ordene al paralítico curado que cargue con su camilla en sábado lo introduce en un ámbito nuevo, en el que lo importante no es saber qué trabajos puede hacer en sábado, sino liberar a las personas de todo aquello que les paraliza y les impide ser felices y vivir con dignidad y libertad. Por eso Jesús se opone con fuerza y valentía a que el pecado, las críticas o la legislación lo bloqueen en su proyecto de vida, de resurrección y salvación.

Al hombre de hoy, y de siempre, sentado en los límites de la esperanza sin poder comprometerse con la vida, desilusionado de los demás y con frecuencia también de la religión, es al que Cristo viene a buscar allí donde se encuentre, paralizado por el sufrimiento, el pecado o por las distintas circunstancias de la vida. A este hombre Jesús le pregunta sencillamente “¿Quieres curarte? Y si como el paralítico le dice “Señor, no tengo a nadie que me eche una mano”, oirá de Jesús “Levántate y echa a andar”. No son los ritos vacíos o alguna agua milagrosa la que cura, sino el poder de la Palabra de Jesús que recrea, rompe las ataduras que nos aprisionan, y sobre todo nos libera del pecado y sus consecuencias. Jesús en el corazón del hombre es “el surtidor de agua que salta hasta la vida eterna”, como él mismo le dijo a la Samaritana. La presencia de Jesús transforma el corazón de las personas y las hace vivir con ilusión y esperanza. Por eso el hombre vive en plenitud cuando Dios está en él.

José Luis Latorre

Misionero Claretiano
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...