martes, 18 de agosto de 2020

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 18 DE AGOSTO DE 202


Lecturas de hoy Martes de la 20ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, martes, 18 de agosto de 2020



Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (28,1-10)

Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, di al príncipe de Tiro: "Así dice el Señor: Se hinchó tu corazón, y dijiste: 'Soy Dios, entronizado en solio de dioses en el corazón del mar', tú que eres hombre y no dios; te creías listo como los dioses. ¡Si eres más sabio que Daniel!; ningún enigma se te resiste. Con tu talento, con tu habilidad, te hiciste una fortuna; acumulaste oro y plata en tus tesoros. Con agudo talento de mercader ibas acrecentando tu fortuna, y tu fortuna te llenó de presunción. Por eso, así dice el Señor: Por haberte creído sabio como los dioses, por eso traigo contra ti bárbaros pueblos feroces; desenvainarán la espada contra tu belleza y tu sabiduría, profanando tu esplendor. Te hundirán en la fosa, morirás con muerte ignominiosa en el corazón del mar. Tú, que eres hombre y no dios, ¿osarás decir: 'Soy Dios', delante de tus asesinos, en poder de los que te apuñalen? Morirás con muerte de incircunciso, a manos de bárbaros. Yo lo he dicho."» Oráculo del Señor.

Palabra de Dios


Salmo
Dt 32,26-27ab.27cd-28.30.35cd-36ab

R/. Yo doy la muerte y la vida

Yo pensaba: «Voy a dispersarlos
y a borrar su memoria entre los hombres.»
Pero no; que temo la jactancia del enemigo
y la mala interpretación del adversario. R/.

Que diría: «Nuestra mano ha vencido,
no es el Señor quien lo ha hecho.»
Porque son una nación que ha perdido el juicio. R/.

¿Cómo es que uno persigue a mil,
y dos ponen en fuga a diez mil?
¿No es porque su Roca los ha vendido,
porque el Señor los ha entregado? R/.

El día de su perdición se acerca,
y su suerte se apresura.
Porque el Señor defenderá a su pueblo
y tendrá compasión de sus siervos. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,23-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»
Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.»

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy martes, 18 de agosto de 2020
Edgardo Guzmán, cmf.

Queridos amigos y amigas:

En los capítulos 25–32, la segunda parte del Libro de Ezequiel, encontramos una colección de oráculos contra los pueblos vecinos de Israel que adoran otros dioses. Esos pueblos mostraban sentimientos de orgullo frente a Dios y representaban una constante tentación para el pueblo israelita que lo alejaba de Yahvé, su Dios. La lectura litúrgica de hoy contiene los oráculos dirigidos al príncipe de Tiro y a todo su reino, que constituía una gran potencia marina. El juicio es pronunciado con severidad e ironía. Lo que se denuncia es el orgullo desmesurado hasta el punto de usurpar el puesto de Dios.

El príncipe de Tiro pretende ser una divinidad, pretende dominar no solo las islas, sino incluso el vasto mar. Él se exalta sobre todo de su inteligencia, sabiduría y versatilidad en lo diplomático, se enorgullece de su capacidad para enriquecerse. Su autodivinización, a parte de ser una locura, es un grave atentado contra la gloria de Yahvé único Dios, creador y señor del universo. El orgullo, la exaltación, la autodivinización: es en el fondo el pecado que siempre a amenazado al ser humano desde el inicio. Como aparece en el libro del Génesis, el hombre y la mujer que no saben vivir como creaturas y quieren convertirse en Dios.

En el Evangelio vemos que después de que el joven rico se marcho triste, también Jesús en un tono de lamento comenta: «Les aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos». La imagen elocuente del camello contribuye a dar mayor énfasis a la afirmación. Es comprensible que los discípulos se sorprendieran y quedarán desconcertados. El evangelista coloca un hermoso detalle: «Jesús los quedó mirando», esa mirada de Jesús penetra el corazón de sus discípulos tomando su perplejidad. Han comprendido perfectamente. Seguirle en modo radical es difícil, más aún, imposible con solo las fuerzas humanas, pero no se trata de algo que se alcanza a punta de voluntarismo. El seguimiento de Jesús es una gracia, un don y una tarea. Deben recordar que el sujeto de la vocación recibida no son ellos mismos, sino Dios, para quien no hay «nada imposible».

A este punto, Pedro, con la sinceridad e impulsividad que lo caracteriza, descubre con sorpresa la diferencia entre la situación de ellos y la de aquel joven rico. Ellos han recibido ese don especial, han dejado todo para seguir a Jesús, entonces: «¿qué será de ellos?» (v. 27). El joven rico se fue triste, porque dijo que “no”, pero ¿qué pasa con los que dicen que “sí”? Jesús conociendo la pequeñez del corazón humano y que necesita seguridad y motivaciones, les asegura que la recompensa es grande bien sea en el tiempo, como en la eternidad. De hecho, «Dios es más grande que nuestro corazón» (1 Jn 3,20), no se deja ganar en generosidad, lo poco a lo que hemos renunciado por su amor, vendrá recompensado «cien veces más».

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.
eagm796@hotmail.com

BUENOS DÍAS!!!





lunes, 17 de agosto de 2020

CONOCE LAS 5 VERDADES DE LA VIRGEN MARÍA

RECUERDA A MARÍA


Recuerda a María 
Padre Eusebio Gómez Navarro, OCD



Cuenta una leyenda carmelitana, que se situaba en el convento carmelitano de San Martín de Bolonia, que estando la comunidad cantando la Salve, al llegar al muéstranos a Jesús fruto bendito de tu vientre, se apareció la Virgen con su hijo en los brazos agradeciendo a la comunidad la alabanza que la tributaban, y, mostrando a su hijo, dijo a los religiosos, "cantad devotamente, hijos, que yo os mostraré a mi hijo Jesús, así en el presente como en el siglo futuro”.

            El oficio de María es presentarnos a su Hijo, llevarnos de la mano a Jesús, para que hagamos lo que él nos dice.

Muchas son las advocaciones con las que invocamos a María. La Virgen del Carmen ha sido una de las devociones más populares durante setecientos años. Muchos cristianos se han sentido protegidos por María con el Escapulario. El escapulario es un signo especial de la protección de María, madre y hermana nuestra. El Escapulario del Carmen nos compromete a vivir como María, a ser personas orantes, a estar abiertos a Dios y a las necesidades de los hermanos.

María fue la favorecida de Dios, la “llena de gracia”. Sabía que el Señor estaba con ella, sentía su presencia. Dios se había fijado en su humildad y cuidaba de ella. Estaba arropada por la fuerza de Dios. No podía temer a nada ni a nadie. María conocía el corazón de Dios, sabía de su infinita misericordia. Por eso, lo alababa y adoraba. Vivía de Dios, con Dios y para Dios.

Concibió y dio a luz a su hijo, “el Hijo del Altísimo” a quien puso por nombre Jesús, Salvador de cada pueblo y de todos aquellos que creen en él. En su vientre había llevado a Jesús y facilitó que estuviera en su corazón durante toda su vida.

María fue una mujer sencilla. Se ubicó entre los socialmente considerados inferiores, entre los que no tienen ni voz ni voto. Todos los necesitados tenían cabida en su corazón. Sin demora ni tardanza se puso en camino para atender a su pariente Isabel, para llevarle al Dios de la vida, para asistirla y ayudarla.

María tiene muchos títulos. Entre todos ellos, todos hermosos y grandes, sobresale el de ser  Madre de Cristo y Madre nuestra. María es Madre de la Iglesia. Como dice Pablo, sufre por ella dolores de parto hasta ver a Cristo formado en cada uno de los creyentes. Ella cuida de sus hijos, como buena madre,  durante la vida y en la hora de la muerte. Ella ayuda a caminar con Jesús y a esperar hasta el final.

María estuvo junto a su hijo en todos los momentos de su vida. En las alegrías y, sobre todo, en el momento de la cruz. Lo acompañó hasta la tragedia final del Calvario. Ella, la Dolorosa, también está cercana a nuestras penas y sufrimientos cotidianos. Los pobres, los enfermos, los que sufren, alcanzan de María la fuerza y ayuda para sobrellevar con fe una vida plagada de dificultades.

La historia y la leyenda nos han mostrado a la Virgen del Escapulario siempre cercana a todos aquellos que, viviendo momentos difíciles y amargos, han acudido a ella pidiendo su protección.

            Llevar el Escapulario de la Virgen del Carmen es ponerse, como ella, un vestido nuevo, el ropaje de la fe, de la alegría... Es un símbolo de amor que nos recuerda a María.

Sí, hemos sido revestidos de Cristo y, como María, debemos permanecer fieles a Dios hasta el final. Para ello es necesario acudir e invocar el nombre de María, hermana, madre, amiga. Así nos dice Bostio:

“Nunca olvides sus beneficios. Nunca olvides los múltiples testimonios de su amor de hermana y de madre. Ella nunca cambiará sus disposiciones de amor hacía ti, su fidelidad es irreversible.

Que no pase, pues, un solo día, que no transcurra una noche, que no vayas a ninguna parte, que ningún pensamiento ni conversación alguna tengan lugar, que no te sobrevenga trabajo ni descanso, sin que traigas afectuosamente a la mente el recuerdo de María. Que en el vestíbulo de tu memoria ella ocupe siempre un puesto de vanguardia.

De corazón, vuélvete a menudo hacia María, y nunca te canses de invocarla con estas palabras de la Biblia: Hermana mía, amiga mía, inmaculada mía, ábreme tu corazón, morada de misericordia. Tú, María, eres el amor de mi corazón, más aún, mí propio corazón, mi propia alma. Y no dudes en añadir las dulcísimas palabras de Esdras: Abraza, madre, a tus hijos; estréchate al corazón de tus devotos; afianza sus pasos; guíalos en la santa alegría. O la súplica de Abraham: Te ruego que digas que eres mí hermana, para que, gracias a ti, encuentre yo una buena acogida y por causa tuya viva mi alma”.

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 17 DE AGOSTO DE 2020


Lecturas de hoy Lunes de la 20ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, lunes, 17 de agosto de 2020


Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (24,15-24):

Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, voy a arrebatarte repentinamente el encanto de tus ojos; no llores ni hagas duelo ni derrames lágrimas; aflígete en silencio como un muerto, sin hacer duelo; líate el turbante y cálzate las sandalias; no te emboces la cara ni comas el pan del duelo.»
Por la mañana, yo hablaba a la gente; por la tarde, se murió mi mujer; y, a la mañana siguiente, hice lo que se me había mandado.
Entonces me dijo la gente: «¿Quieres explicarnos qué nos anuncia lo que estás haciendo?»
Les respondí: «Me vino esta palabra del Señor: "Dile a la casa de Israel: 'Así dice el Señor: Mira, voy a profanar mi santuario, vuestro soberbio baluarte, el encanto de vuestros ojos, el tesoro de vuestras almas. Los hijos e hijas que dejasteis caerán a espada. Entonces haréis lo que yo he hecho: no os embozaréis la cara ni comeréis el pan del duelo; seguiréis con el turbante en la cabeza y las sandalias en los pies, no lloraréis ni haréis luto; os consumiréis por vuestra culpa y os lamentaréis unos con otros. Ezequiel os servirá de señal: haréis lo mismo que él ha hecho. Y, cuando suceda, sabréis que yo soy el Señor.»

Palabra de Dios


Salmo
Dt 32,18-19.20.21

R/. Despreciaste a la Roca que te engendró

Despreciaste a la Roca que te engendró,
y olvidaste al Dios que te dio a luz.
Lo vio el Señor, e irritado
rechazó a sus hijos e hijas. R/.

Pensando: «Les esconderé mi rostro
y veré en qué acaban,
porque son una generación depravada,
unos hijos desleales.» R/.

«Ellos me han dado celos con un dios ilusorio,
me han irritado con ídolos vacíos;
pues yo les daré celos con un pueblo, ilusorio
los irritaré con una nación fatua.» R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,16-22):

En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: «Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?»
Jesús le contestó: «¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.»
Él le preguntó: «¿Cuáles?»
Jesús le contestó: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo.»
El muchacho le dijo: «Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?»
Jesús le contestó: «Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo– y luego vente conmigo.»
Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy lunes, 17 de agosto de 2020
Edgardo Guzmán, cmf.


Queridos amigos y amigas:

En la primera lectura de hoy vemos cómo Ezequiel recibe la revelación y el mandato de anunciar un evento profético no solo con las palabras, sino con su propia experiencia de vida. Se trata de una experiencia dolorosa: la perdida de una persona muy querida para él, su esposa, «el encanto de sus ojos» (v.16), se le pide que no manifieste ningún signo de luto y dolor. Este extraño comportamiento suscita curiosidad en la gente (v.19).  Es el punto que despierta la profecía. Lo que le ha sucedido a Ezequiel es un signo de lo que vivirán los israelitas en el exilio.

De hecho, será «la hora mas trágica de su historia», su ciudad amada caerá en manos de Babilonia, los hijos que se quedan en el país morirán. La catástrofe será tan fuerte y de forma tan improvisa que no tendrán tiempo para hacer luto, llevarán sus lamentos en silencio (vv.22s). En lugar de derramar las lágrimas de arrepentimiento y de manifestar exteriormente su dolor, será mejor entrar en lo más intimo del corazón para reconocer el mal que ha causado toda esta situación: haberse alejado de Dios, que los ama como un esposo ama a su esposa. Solo un arrepentimiento sincero podrá reanimar la esperanza y reubicarlos en el camino del Señor. Es instintivo reaccionar al dolor con llanto y lamentos, pero las lágrimas no son todo y por sí mismas no pueden cambiar nada. El creyente tiene el desafío de descubrir el poder humanizante y salvífico contenido en el misterio del dolor.

En el Evangelio de hoy encontramos la conocida escena del «joven rico». Es un joven que está en búsqueda, de lo que toda persona humana anhela: vida y felicidad. Este muchacho le pregunta a Jesús que debe hacer para obtener esa vida en plenitud, la vida eterna, quiere traducir en acciones su anhelo más profundo. Jesús se complace de la búsqueda honrada y sincera de este joven y lo guía gradualmente. Con la contra pregunta: «¿Por qué me preguntas qué es bueno?», y la afirmación: «uno solo es Bueno» (v. 17), Jesús le señala que en realidad la búsqueda de la vida eterna es la búsqueda de Alguien no de algo. Lo “bueno” no es un principio ético abstracto, es un rostro, el del Padre.

Solo después de esa premisa, Jesús le indica al joven el camino a seguir. Primero le recuerda el camino tradicional: el cumplimiento de los mandamientos como expresión de la voluntad de Dios. Pero el muchacho no se contenta con lo que le parece obvio, piensa que «todo eso lo he cumplido» (v.20). Busca algo más, algo que vaya más allá de lo que ya es conocido y practicado. Ahora Jesús le hace una propuesta novedosa: «si quieres ser perfecto» (v. 21), dándole unas sugerencias concretas: «vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y sígueme». A pesar de ser un joven bien intencionado no fue capaz de dar ese salto de calidad que le pedio Jesús, al final «se fue triste» (v. 22). La realización plena de nuestra vida no está en tener muchos bienes materiales o una seguridad económica, sino en tener nuestro corazón libre de apegos. ¿Cuáles son mis tesoros? ¿Dónde tengo puesto el corazón? ¡El Señor no se cansa de invitarnos a seguirle!

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.
eagm796@hotmail.com

FELIZ SEMANA




domingo, 16 de agosto de 2020

¿SABÍAS QUÉ? LA ASUNCIÓN DE MARÍA A LOS CIELOS



IMÁGENES DE SANTA CATALINA LABOURÉ















IMÁGENES DE LA MEDALLA MILAGROSA
















LA DORMICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EXPLICADA POR EL PAPA SAN JUAN PABLO II


La “dormición” de la Virgen María explicada por el Papa San Juan Pablo II
Redacción ACI Prensa





En el marco de la Solemnidad de la Asunción, recordamos lo que el Papa San Juan Pablo II explicó en su catequesis del 25 de junio de 1997, sobre la “dormición” de la Virgen María.

El Papa Juan Pablo II, que consagró su pontificado a la Madre de Dios bajo el lema “Totus tuus” (Todo tuyo), recordó que cuando Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de la Virgen María, el 1 de noviembre de 1950, “no pretendió negar el hecho de la muerte; solamente no juzgó oportuno afirmar solemnemente, como verdad que todos los creyentes debían admitir, la muerte de la Madre de Dios”.

“Reflexionando en el destino de María y en su relación con su Hijo divino, parece legítimo responder afirmativamente: dado que Cristo murió, sería difícil sostener lo contrario por lo que se refiere a su Madre”, dijo el santo que consideraba el Rosario como su oración favorita.


San Juan Pablo II citó luego a dos santos que se refirieron a este tema: San Modesto de Jerusalén, fallecido en el 634; y San Juan Damasceno, que murió en el 704.

Este último escribió sobre la Virgen María que “aquella que en el parto superó todos los límites de la naturaleza”, al ser asunta al cielo se despojó “de la parte mortal para revestirse de inmortalidad, puesto que el Señor de la naturaleza tampoco evitó la experiencia de la muerte”.

“Es verdad que en la Revelación la muerte se presenta como castigo del pecado. Sin embargo, el hecho de que la Iglesia proclame a María liberada del pecado original por singular privilegio divino no lleva a concluir que recibió también la inmortalidad corporal. La Madre no es superior al Hijo, que aceptó la muerte, dándole nuevo significado y transformándola en instrumento de salvación”, subrayó el Papa Juan Pablo II.

“Para participar en la resurrección de Cristo, María debía compartir, ante todo, la muerte”, destacó.

San Juan Pablo II también refirió que, si bien “el Nuevo Testamento no da ninguna información sobre las circunstancias de la muerte de María”, este silencio “induce a suponer que se produjo normalmente, sin ningún hecho digno de mención. Si no hubiera sido así, ¿cómo habría podido pasar desapercibida esa noticia a sus contemporáneos, sin que llegara, de alguna manera, hasta nosotros?”.

El Papa peregrino citó luego a San Francisco de Sales, quien consideró que “la muerte de María se produjo como efecto de un ímpetu de amor. Habla de una muerte ‘en el amor, a causa del amor y por amor’, y por eso llega a afirmar que la Madre de Dios murió de amor por su hijo Jesús’”.

En todo caso, “cualquiera que haya sido el hecho orgánico y biológico que, desde el punto de vista físico, le haya producido la muerte, puede decirse que el tránsito de esta vida a la otra fue para María una maduración de la gracia en la gloria, de modo que nunca mejor que en ese caso la muerte pudo concebirse como una ‘dormición’”.

“La experiencia de la muerte enriqueció a la Virgen: habiendo pasado por el destino común a todos los hombres, es capaz de ejercer con más eficacia su maternidad espiritual con respecto a quienes llegan a la hora suprema de la vida”, concluyó.

ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA: PAPA FRANCISCO ANIMA A DAR GRACIAS CADA DÍA A DIOS


Asunción de la Virgen María: Papa Francisco anima a dar gracias cada día a Dios
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco animó a dar gracias a Dios cada día por las maravillas que hace por nosotros y por habernos abierto las puertas del Cielo.

Así lo indicó el Santo Padre antes del rezo del Ángelus este 15 de agosto, Solemnidad de la Asunción de la Virgen María.

Al reflexionar en el pasaje del Evangelio de San Lucas en la que la Virgen María recita la oración del Magnificat, el Papa invitó a preguntarnos: “¿nos acordamos de alabar a Dios? ¿Le damos las gracias por las maravillas que hace por nosotros? ¿Por cada jornada que nos regala, porque nos ama y nos perdona siempre, por su ternura? ¿Y por habernos dado a su Madre, por los hermanos y las hermanas que nos pone en el camino, porque nos ha abierto el Cielo?”.


En esta línea, el Santo Padre advirtió que “si olvidamos el bien, el corazón se encoge. Pero si, como María, recordamos las maravillas que el Señor realiza, si al menos una vez al día lo magnificamos, entonces damos un gran paso adelante. El corazón se dilatará, la alegría aumentará”.

“Pidamos a la Virgen, puerta del Cielo, la gracia de iniciar cada día alzando la mirada hacia el cielo, hacia Dios, para decirle: ¡Gracias!”, exhortó.

Además, el Papa explicó que “María ‘engrandece al Señor’: no los problemas, que tampoco le faltaban en ese momento, sino al Señor” y añadió: “¡Cuántas veces, en cambio, nos dejamos vencer por las dificultades y absorber por los miedos! La Virgen no, porque pone a Dios como primera grandeza de la vida. De aquí surge el Magnificat, de aquí nace la alegría: no de la ausencia de problemas, que antes o después llegan, sino de la presencia de Dios. Porque Dios es grande. Y mira a los pequeños”.

“María, de hecho, se reconoce pequeña y exalta las ‘maravillas’ que el Señor ha hecho en ella. ¿Cuáles? Sobre todo el don inesperado de la vida. María es virgen y se queda embarazada; y también Isabel, que era anciana, espera un hijo. El Señor hace maravillas con sus pequeños, con quien no se cree grande sino que da gran espacio a Dios en la vida. Él extiende su misericordia sobre quien confía en Él y enaltece a los humildes. María alaba a Dios por esto”, destacó el Papa.


En este sentido, el Santo Padre recordó que “cuando el hombre puso un pie en la Luna, se dijo una frase que se hizo famosa: ‘Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad’. De hecho, la humanidad había alcanzado un hito histórico. Pero hoy, en la Asunción de María al Cielo, celebramos una conquista infinitamente más grande. La Virgen ha puesto sus pies en el paraíso: no ha ido solo en Espíritu, sino también con el cuerpo, toda ella”.

“Este paso de la pequeña Virgen de Nazaret ha sido el gran salto de la humanidad. De poco sirve ir a la Luna si no vivimos como hermanos en la Tierra. Pero que una de nosotros viva en el Cielo con el cuerpo nos da esperanza: entendemos que somos valiosos, destinados a resucitar”, advirtió.

Por ello, el Santo Padre concluyó que “Dios no dejará desvanecer nuestro cuerpo en la nada. ¡Con Dios nada se pierde! En María se alcanza la meta y tenemos ante nuestros ojos la razón por la que caminamos: no para conquistar las cosas de aquí abajo, que se desvanecen, sino la patria allá arriba, que es para siempre. Y la Virgen es la estrella que nos orienta”.

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 16 DE AGOSTO DE 2020


Lecturas de hoy Domingo 20º del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Hoy, domingo, 16 de agosto de 2020


Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (56,1.6-7):

Así dice el Señor: «Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar, y se va a revelar mi victoria. A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza, los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.»



Palabra de Dios
Salmo
Sal 66,2-3.5.6.8

R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (11,13-15.29-32):

Os digo a vosotros, los gentiles: Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos. Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida? Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (15,21-28):

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.» Él no le respondió nada.
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando.»
Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: «Señor, socórreme.»
Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»
Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.»
Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»
En aquel momento quedó curada su hija.

Palabra del Señor




+ Rev. D. Joan SERRA i Fontanet (Barcelona, España)

«Señor; (...) también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos»

Hoy contemplamos la escena de la cananea: una mujer pagana, no israelita, que tenía la hija muy enferma, endemoniada, y oyó hablar de Jesús. Sale a su encuentro y con gritos le dice: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo» (Mt 15,22). No le pide nada, solamente le expone el mal que sufre su hija, confiando en que Jesús ya actuará.

Jesús “se hace el sordo”. ¿Por qué? Quizá porque había descubierto la fe de aquella mujer y deseaba acrecentarla. Ella continúa suplicando, de tal manera que los discípulos piden a Jesús que la despache. La fe de esta mujer se manifiesta, sobre todo, en su humilde insistencia, remarcada por las palabras de los discípulos: «Atiéndela, que viene detrás gritando» (Mt 15,23).

La mujer sigue rogando; no se cansa. El silencio de Jesús se explica porque solamente ha venido para la casa de Israel. Sin embargo, después de la resurrección, dirá a sus discípulos: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación» (Mc 16,15).

Este silencio de Dios, a veces, nos atormenta. ¿Cuántas veces nos hemos quejado de este silencio? Pero la cananea se postra, se pone de rodillas. Es la postura de adoración. Él le responde que no está bien tomar el pan de los hijos para echarlo a los perros. Ella le contesta: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos» (Mt 15,26-27).

Esta mujer es muy espabilada. No se enfada, no le contesta mal, sino que le da la razón: «Tienes razón, Señor». Pero consigue ponerle de su lado. Parece como si le dijera: —Soy como un perro, pero el perro está bajo la protección de su amo.

La cananea nos ofrece una gran lección: da la razón al Señor, que siempre la tiene. —No quieras tener la razón cuando te presentas ante el Señor. No te quejes nunca y, si te quejas, acaba diciendo: «Señor, que se haga tu voluntad».
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...