Oración de gracias a María Auxiliadora
Antonio Rodríguez Mateo
Rendido a tus plantas,
mi corazón te implora,
con un nudo en la garganta
y contrita el alma,
mi dulcísima Señora.
Santa Madre de Dios,
Madre de la Divina Gracia,
Refugio del pecador
Vaso insigne de devoción,
para ti es mi plegaria.
¡Oh!, Virgen Poderosa,
¡oh!, Virgen Clemente,
Virgen Corredentora,
María Auxiliadora,
sé conmigo indulgente.
Ya que vengo a tu presencia,
de méritos escaso,
con pesar en la conciencia,
en busca de tu clemencia
y maternal regazo.
Las manos vacías
y doliente corazón,
triste mi alegría,
¡ay!, Virgen María,
por ser gran pecador.
Y los pies manchados,
de los lodos del camino,
el pecho atribulado
y el cuerpo agrietado,
por avatares del destino.
Por eso vengo a implorar,
tu Auxilio y tu perdón,
amparo y caridad,
para un alma incapaz,
de hallar por sí, la salvación.
Tú, Arca de la Alianza
y Auxilio del desvalido,
Manantial de Esperanza
y Pozo de Templanza,
de este mundo peregrino.
Aboga por mi causa,
delante de tu Hijo,
al estar mi alma,
en su definitiva calma,
y postrer juicio.
Tú, que fuiste impulsora,
de la obra salesiana,
sé Luz en su aurora,
María Auxiliadora,
Santa Virgen Inmaculada.
Y acuérdate de nosotros,
en este valle de lágrimas,
y vuélvenos esos tus ojos,
siempre tan llorosos,
por las ofensas del alma.
Ampara bajo tu manto,
a tus hijos dispersos,
tan llenos de quebrantos,
y henchidos de espanto,
por crucificar al Maestro.
Fruto de tu vientre inmaculado,
y Mesías Salvador,
de un mundo desterrado,
por haber pecado,
contra el Padre, Nuestro Dios.
Y cuando llegue esa hora,
de comparecer ante Él,
intercede Tú Señora,
Santa Madre Auxiliadora,
en el justo castigo que me dé.
De sobras merecido,
por causa de mi maldad,
pero estoy arrepentido,
de los pecados cometidos,
y por eso ahora te digo:
¡Madre!, mi alma aquí está.
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