Servidora
Patricio García Barriuso
Decirle sí al Señor es ponerse en camino. Y esta vez es a través de las montañas. El amor es capaz de superar montañas. Nosotros que gustamos de las cosas sencillas nos imaginamos el viaje de Nuestra Señora así. Salió la Virgen María una tarde de Nazaret a buena hora. Descendió primero a la llanura de Esdrelón; después, sorteando los montes de Samaría, por Silo, llegó a Ain-karim donde vivía Isabel. Bajó antes hasta Hebrón y seguramente bebió en la fuente de Karim. Su prima Isabel estaba esperándola, pues tenía necesidad de Ella. Y María pasa unos meses sirviendo a Isabel.
María vive ya el mandamiento nuevo de Jesús. Porque en la comunidad de los seguidores de Jesús no es la igualdad de todos ante la ley la norma que vige sino el ponerse a los pies de los demás para servirles a todos. María ha iniciado la civilización del amor, de lo gratuito, de lo inútil, de lo dado con un corazón generoso. Cristiano es el que da la mano. El que no da la mano ése no es cristiano. Vivir es hacer vivir. Hay que crear otras felicidades para ser feliz, María la primera en vivir la revolución de Jesús en el servicio a los demás, ha abierto un camino hacia la felicidad. La felicidad que es dar amor. ¡Qué diferente es todo gracias al amor!
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