Lectio Divina:
Un itinerario para leer
la Palabra en Pascua
La «lectio divina» es una manera de entrar en diálogo con el Dios que nos habla a través de su Palabra.
Podemos representar gráficamente el itinerario de la «lectio divina»
de esta manera:
LECTURA
¿Qué dice el texto?
• Leer el texto de manera atenta y respetuosa.
• Detenerse (estar-reposar) sobre el texto.
• Descubrir el mensaje de fe.
COMPROMISO
¿Qué camino de vida me invita a tomar?
• Ver la realidad con la mirada de Dios.
• Configuración con Cristo y vida en el Espíritu.
• Anuncio, compromiso y caridad.
MEDITACIÓN
¿Qué me dice el texto?
• Ponerse ante el espejo de la Palabra.
• Interiorizar.
• Ahondar en la propia vida.
ORACIÓN
¿Qué me hace decirle a Dios?
• Orar la Palabra: pido, alabo, agradezco, suplico…
CONTEMPLACIÓN
• Dios se me da a conocer con la experiencia
del corazón.
• Serenidad ante el misterio de Cristo.
ORIENTACIONES para leer la Biblia
1) Ambientar la lectura
La lectura del texto ha de ir precedida de un breve silencio o de una oración para pedir al Señor que nos abra el entendimiento y el corazón para acoger obedientemente su Palabra.
Los textos deben leerse despacio y sin prisas. No es una novela, ni un periódico, sino un texto muy importante para nosotros. Necesita que le demos tiempo, que la leamos una y otra vez para estar seguros de captar su mensaje.
2) Leer el texto en su contexto
La primera pregunta que debe guiar nuestra lectura es: ¿Qué experiencia de fe aparece recogida en este texto? Cuando leemos la Biblia buscamos precisamente eso: una experiencia creyente que nos ayude a entender la nuestra y a ampliar el horizonte de nuestra vivencia de la fe en una situación nueva. Para ello podemos acudir a recursos muy sencillos:
• Informarnos sobre aquella época: utilizar mapas, ambientar los textos
históricamente con ayuda de introducciones, comentarios, etc.
• Tener en cuenta que en la Biblia encontramos modos de hablar y de escribir distintos a los nuestros (parábolas, relatos de milagros, etc.).
• Recordar siempre que la Biblia es una palabra encarnada y que en ella hay
que distinguir entre el mensaje perenne y lo que era propio sólo de aquella
cultura (matanzas, violencia, discriminación de la mujer...). El mejor criterio para saber esto es leer todos los textos desde el mensaje y la vida de Jesús, que es el centro y la clave para leer toda la Biblia.
3) Leer para entender la vida
Después de esta primera lectura del texto es necesario exponer nuestra vida a la interpelación del mensaje que hemos descubierto. Nosotros no leemos la Biblia para saber más cosas sobre ella o por mera curiosidad. Leemos la Biblia para entender nuestra vida. En sus páginas no hay recetas, sino pistas fundamentales para orientar nuestra existencia. Esto supone:
• Tener una mirada penetrante sobre las cosas que pasan a nuestro alrededor: estar atentos a las cosas que nos pasan a nosotros y a la gente que nos rodea, a los signos de cada época.
• Estar dispuestos a dejarnos interpelar por el texto y por el mensaje que se nos desvela.
La Biblia debe ser leída en el espíritu con el que ha sido escrita. A través de ella Dios nos habla, y para escucharle tenemos que estar en la misma sintonía. Esto significa que la lectura debe hacerse en un clima de oración, lo cual nos exige:
• Abrir sinceramente el corazón para acoger lo que Dios nos dice a través
• Responder a Dios a través de la súplica, la acción de gracias... completando así el diálogo que él mismo comienza. Porque escuchamos a Dios cuando leemos su Palabra y le hablamos cuando le dirigimos nuestra oración.
Es muy importante que la lectura personal se complemente con la comunitaria.
En la lectura comunitaria se ponen en juego los diversos carismas y sensibilidades para descubrir con más plenitud el mensaje de la Palabra de Dios, porque las diversas aportaciones hechas desde diversas experiencias de vida desvelan la riqueza de la Escritura con mayor claridad que la lectura individual. La lectura litúrgica es la mejor expresión de esta dimensión comunitaria.
La lectura de la Biblia tiene como meta la vida. Cuando nos acercamos a leer la Biblia, llevamos nuestra vida y la vida de quienes nos rodean. Al descubrir su mensaje y dejarnos interpelar por él, descubrimos que la Palabra de Dios nos ofrece un impulso para la vida, un camino de conversión. Normalmente, cuando nuestra lectura de la Biblia no desemboca en el compromiso, cada vez nos resulta más difícil de entender lo que leemos.