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lunes, 6 de abril de 2015
sábado, 4 de abril de 2015
ORACIÓN DEL SÁBADO SANTO
"Estaba la Madre dolorosa,
junto a la Cruz y lloraba
mientras el Hijo moría.
Su alma triste y amorosa,
traspasaba dolorosa
una espada de agonía.
¡Cuán triste y afligida
se vio la madre querida
de tantos tormentos llena!.
Cuando ante sí contemplaba
y con firmeza aceptaba
del Hijo amado la pena.
¿Y cuál hombre no llorara
si a la Virgen contemplara
sumergida en tal dolor?
¿Y quién no se entristeciera,
si así, Madre, te sintiera
sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo
vio en su tormento tan profundo
a Jesús la dulce Madre.
Vio morir a su Hijo amado,
-que rindió desamparado- ,
el espíritu al Padre.
Oh Madre, fuente de amor
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Que siempre, por Cristo amado
mi corazón abrazado,
más viva en él que conmigo.
Para que a amarle me anime
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar
y poder participar
de sus penas, mientras vivo.
Porque acompañar deseo
en la Cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo.
¡Virgen de vírgenes santa,
llore yo con fuerza tanta,
que el llanto, dulce me sea!.
Que su pasión y su muerte
haga mi alma mas fuerte,
y siempre sus penas vea.
Haz que su cruz me enamore;
que en ella viva y adore,
con un corazón propicio.
Su verdad en mi encienda
y contigo me defienda
en el día del gran Juicio.
Haz que Cristo con su muerte
sea mi esperanza fuerte
en el supremo vaivén.
Que mi cuerpo quede en calma
y con él vaya mi alma
a la eterna gloria.
Amén."
ROSARIO DE LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN MARÍA
Historia del Rosario de los 7 dolores de María
HISTORIA:
La Coronilla Servita de los Siete Dolores es una devoción que recuerda siete episodios tristes en la vida de la Santísima Virgen María. La costumbre originó en la Orden Servita (Siervos de María) probablemente poco después que se fundó la orden en Monte Senario, Italia, en 1233.
Dos fiestas, establecidas muchos años después, conmemoran los Siete Dolores.
Países de habla español rinden honor a la Virgen de la Soledad el día Sábado de Gloria (un día antes de Pascua). La Reina Juana de España inició esta tradición después de la muerte repentina de su marido, el Rey Felipe I, en 1506. La conmemoración recuerda la tristeza profunda de María el día después de la crucifixión y antes de la Resurrección.La segunda fiesta religiosa, que se observa internacionalmente el 15 de septiembre, es de la Virgen de Dolores. Mexicanos asocian esta Virgen con el Día de la Independencia, que se celebra el 16 de septiembre
La llamada que comenzó la guerra de independencia, el "Grito de Dolores", sucedió el 16 de septiembre de 1810, en Dolores, Hidalgo, un pueblo cuya santa patrona es la Virgen de Dolores. El "Grito", pues, significa ambos el clamor por la libertad que ocurrió en ese lugar y el dolor de la Virgen al ver los sufrimientos de los mexicanos.El símbolo tradicional de los Siete Dolores es el Corazón Doloroso de María, o sea un corazón traspasado por siete espadas y encima de todo una llama de fuego que representa su amor hacia a Dios y la humanidad. Las espadas refieren a la profecía de Simeón (Lucas 2: 33-35).
ORACIONES:
El devotado reza un "Padre Nuestro" y siete "Ave Marías" por cada uno de los Siete Dolores. La oraciones de clausura son: tres más "Ave Marías", en honor de las lágrimas de la Virgen Dolorosa; un "Padre Nuestro", una "Ave María", y una "Gloria" por las intenciones del Santo Papa; una jaculatoria dedicada a la Virgen Dolorosa (opcional); y un ofertorio final (opcional).
En México se practican numerosas versiones no servitas de esta devoción.
Algunas requieren solo una "Ave María" por cada uno de los Siete Dolores, en vez de siete, o incrementan el número de siete a diez. Hasta otros agregan una "Gloria: después de cada serie de "Ave Marías." Casi todos los autores agregan sus propias oraciones de inició y apertura. Parece que no hay una versión mexicana estandarizada de la Coronilla de los Siete Dolores.
COLLAR DE CUENTAS:
Igual que en el caso del Santo Rosario, hay un collar de cuentas para rezar los Siete Dolores. El collar de la Coronilla Servita es conveniente para contar las oraciones, pero no se requiere para llevar a cabo la devoción. Hay 49 cuentas en un círculo, organizados en series de siete cuentas.
Cada serie empieza con una medalla que muestra uno de los Siete Dolores.
Las cuentas en el círculo se usan para rezar la "Ave María." Las medallas en el círculo se usan para el "Padre Nuestro." La medalla del Primer Dolor (la profecía de Simeón) cierra el círculo. Está conectada a un colgante de cuatro cuentas que termina con una medalla de la Virgen Dolorosa. Las cuentas del colgante se usan para rezar las oraciones de clausura.
Para rezar los Siete Dolores usando el collar de cuentas: Se empieza con la medalla del Primer Dolor (la que cierra el círculo). Se siguen las cuentas y las medallas hasta regresar a la medalla del Primer Dolor. De ahí se salta a la medalla de la Virgen de Dolores en el colgante. Se reza una "Ave María" en cada uno de las primeras tres cuentas. En la última cuenta del colgante, la que queda más cerca a la medalla del Primer Dolor, se rezan las demás oraciones de clausura.
jueves, 2 de abril de 2015
OFRECIMIENTO A LA VIRGEN MARÍA
Ofrecimiento a la Virgen María
María, Virgen Santísima y Reina de los Mártires, acepta el sincero homenaje de mi amor infantil. Recibe mi pobre alma dentro de tu corazón, traspasado por tantas espadas. Tómala por compañera de tus dolores al pie de la Cruz, donde Jesús murió para redimir al mundo.
Contigo, Virgen de los Dolores, quiero sufrir gustosamente todas las pruebas, sufrimientos y aflicciones que Dios se complazca en mandarme. Los ofrezco en memoria de tus dolores. Haz que todos mis pensamientos y latidos del corazón sean un acto de compasión y amor por ti.
Madre amadísima ten compasión de mí, reconcíliame con Jesús, tu divino Hijo, manténme en su gracia y asísteme en mi última agonía, para que pueda yo encontrarte en el Cielo juntamente con el Hijo.
HIMNO - STABAT MATER
Himno – Stabat Mater
Ante el hórrido Madero
Del Calvario lastimero,
Junto al Hijo de tu amor,
¡Pobre Madre entristecida!
Traspasó tu alma abatida
Una espada de dolor.
¡Cuan penoso, cuán doliente
Ver en tosca Cruz pendiente
Al Amado de tu ser!
Viendo a Cristo en el tormento,
Tú sentías el sufrimiento
De su amargo padecer.
¿Quien hay que no lloraría
Contemplando la agonía
De María ante la Pasión?
¿Habrá un corazón humano
Que no compartiese hermano
Tan profunda transfixión?
Golpeado, escarnecido,
Vio a su Cristo tan querido
Sufrir tortura tan cruel,
Por el peso del pecado
De su pueblo desalmado
Rindió su espíritu El.
Dulce Madre, amante fuente,
Haz mi espíritu ferviente
Y haz mi corazón igual
Al tuyo tan fervoroso
Que al buen Jesús piadoso
Rinda su amor fraternal.
Oh Madre Santa, en mi vida
Haz renacer cada herida
De mi amado Salvador,
Contigo sentir su pena,
Sufrir su mortal condena
Y su morir redentor.
A tu llanto unir el mío,
Llorar por mi Rey tan pío
Cada día de mi existir:
Contigo honrar su Calvario,
Hacer mi alma su santuario,
Madre, te quiero pedir.
Virgen Bienaventurada,
De todas predestinada,
Partícipe en tu pesar
Quiero ser mi vida entera,
De Jesús la muerte austera
Quiero en mi pecho llevar.
Sus llagas en mi imprimidas,
Con Sangre de sus heridas
Satura mi corazón
Y líbrame del suplicio,
Oh Madre en el día del juicio
No halle yo condenación.
Jesús, que al llegar mi hora,
Sea María mi defensora,
Tu Cruz mi palma triunfal,
Y mientras mi cuerpo acabe
Mi alma tu bondad alabe
En tu reino celestial.
Amén, Aleluya.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL SANTÍSIMA SACRAMENTO
Oración a Nuestra Señora del Santísimo Sacramento
Virgen María, Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, gloria del pueblo cristiano, gozo de la Iglesia universal, ruega por nosotros y concede a todos los fieles verdadera devoción a la Sagrada Eucaristía, siendo dignos de recibirla cada día.
Oración
Oh Sagrado Banquete, en el cual recibimos a Cristo, se renueva la Memoria de su Pasión, el alma se llena de gracia y nos es dada en prenda la vida futura!
V. Les has dado pan del cielo
R. Que contiene en sí todo deleite.
Oremos: Oh Dios, Tu nos has dejado el memorial vivo de tu Pasión bajo los velos de este sacramento. Concédenos, te suplicamos, venerar los sagrados misterios de tu Cuerpo y Sangre de manera que podamos siempre gozar de los frutos de tu Redención. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
martes, 31 de marzo de 2015
ORACIÓN A LA VIRGEN DOLOROSA
ORACIÓN A LA VIRGEN DOLOROSA
Madre Santísima de los Dolores, por el intenso martirio que sufristeis al pie de la Cruz durante las tres horas de agonía de Jesús, dignaos en nuestra agonía asistirnos a todos los que somos hijos de vuestros dolores, a fin de que con vuestra intercesión, podamos pasar del lecho de muerte a ser vuestra corona en el santo Paraíso. Amén.
V. De muerte súbita e imprevista.
R. Líbranos, Señor.
V. De las insidias del diablo.
R. Líbranos, Señor.
V. De la muerte eterna.
R. Líbranos, Señor.
Oración final.
Oh Dios, que en la muerte dolorosísima de vuestro Hijo habéis constituido un ejemplo y un auxilio para la salvación del linaje humano: concedednos, os rogamos, que en el peligro último de nuestra muerte merezcamos alcanzar el efecto de tan grande caridad y entrar en la gloria del Redentor. Por el mismo Jesucristo Señor nuestro. Amén.
lunes, 30 de marzo de 2015
ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA, ROSA MÍSTICA
ORACIÓN A LA VIRGEN
MARÍA ROSA MÍSTICA
María, unimos nuestro sí con el tuyo, reina en nuestros corazones Madre de Dios y Madre nuestra. Permítenos reparar con nuestra vida por tantas ofensas cometidas contra tu Inmaculado Corazón.
Virgen Inmaculada, Rosa Mística, en honor de tu Divino Hijo nos postramos delante de ti, implorando la misericordia de Dios. No por nuestros méritos, sino por la bondad de tu corazón maternal concédenos ayuda y gracia con la seguridad de escucharnos.
Dios te salve...
Rosa Mística, Madre de Jesús, Reina del Santo Rosario y Madre de la Iglesia - del Cuerpo Místico de Cristo - Te pedimos concedas al mundo, rasgado por la discordia, la unidad y la paz y todas aquellas gracias que puedan cambiar los corazones de todos tus hijos.
Dios te salve...
Rosa Mística, Reina de los Apóstoles, haz que, alrededor de los altares eucarísticos, surjan muchas vocaciones sacerdotales y religiosas para difundir con la santidad de su vida y con el celo apostólico el Reino de tu Hijo Jesús por todo el mundo. Derrama sobre nosotros tus gracias celestiales.
Dios te salve...
Dios te salve, Reina... Rosa Mística, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros!
ORACIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN POR LOS DIFUNTOS
ORACIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN
POR LOS DIFUNTOS
¡Oh Cristo!, al llegar la hora de partir ya de esta vida, la palma de la victoria, concédeme por María Piadosa Madre del Carmelo, protectora de todos los que sufren y de quienes se purifican para participar en el gozo celestial, escucha nuestras oraciones.
Te encomendamos a nuestros hermanos ya fallecidos y a todas las benditas almas del purgatorio.
Intercede ante tu Hijo Jesucristo nuestro Salvador, para que sea con ellos juez misericordioso y les perdone las culpas que en su fragilidad cometieron.
Vela por quienes seguimos en este mundo y concédenos la gracia de amarte y honrarte para siempre para que tú nos guíes a tu Hijo y con Él participemos de la gloria eterna.
Concédele Señor el descanso eterno a todas las benditas almas. Brille para ellas la luz perpetua. Por la misericordia de Dios descansen en paz todos nuestros hermanos difuntos. Amén.
domingo, 29 de marzo de 2015
LA ENTRADA DE CRISTO A JERUSALÉN
La entrada de Cristo a Jerusalén.
Meditaciones para toda la Cuaresma
Domingo de Ramos. ¿Qué tanto soy capaz de seguir a este Cristo, que como rey, va a ser sacrificado por mí?
Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
El día de hoy para acompañar a Cristo en su pasión, su muerte y su resurrección, vamos a centrar nuestra reflexión en la entrada de Cristo a Jerusalén
La entrada Mesiánica de Jesús en Jerusalén, tal como la presenta San Juan, se encuentra centrada en un contexto muy particular. No hay que olvidar que los evangelios son una carga espiritual, teológica, de presencia de Cristo. Por así decirlo, son un retrato descrito.
San Juan ubica la entrada de Cristo en Jerusalén, por una parte, en el contexto de la unción de Betania, en la que se ha vuelto a hablar de la resurrección. Junto con este aspecto de la resurrección aparece, como sombra constante, la determinación de los sumos sacerdotes para deshacerse de Cristo. Y como un segundo trasfondo de la entrada de Cristo en Jerusalén está el contexto del discurso de Jesús sobre el grano de trigo que tiene que caer y morir para dar fruto.
Dice el Evangelio: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto". En el texto del grano de trigo se vuelve a repetir el mismo dinamismo que se encierra en la voz de "lo he glorificado", junto con la conciencia clara de la presencia inminente de la pasión.
A nosotros nos llama mucho la atención que todo el misterio de la entrada de Jesús en Jerusalén quiera estar enmarcado en este contraluz de muerte y resurrección (el grano de trigo que muere para poder dar fruto), pero, independientemente de que pueda ser un poco literario, este contexto nos permite ver lo que es exactamente la entrada de Cristo en Jerusalén.
Por una parte vemos que el pueblo realiza lo que estaba escrito que tenía que realizar: "Esto no lo comprendieron sus discípulos de momento; pero cuando Jesús fue glorificado, se dieron cuenta de que esto estaba escrito sobre él, y que era lo que le habían hecho".
Por otra parte, la voz del pueblo es un signo que indica lo que Cristo es verdaderamente: "Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel". Sin embargo, como tantas veces sucede con Cristo, los hombres actúan sin saber que están actuando de una forma profética. El pueblo no sabe lo que hace, pero aclama el triunfo y el éxito maravilloso de un taumaturgo que resucitará. Además, las palabras de la gente tienen un total carácter de proclamación mesiánica, por la que Cristo se presenta como liberador de Israel. Y así, Cristo cumple un gesto mesiánico que Zacarías había profetizado: "No temas, hija de Sión; mira que viene tu Rey montado en un pollino de asna". Cristo se sienta en el asno, aceptando con ello el que se le proclame Rey, realizando así la profecía de Zacarías.
Sin embargo, esto no obscurece su conciencia de que su mesianismo no es de tipo mundano, sino que esta unción como Mesías, esta proclamación, es el camino que lo va a llevar a la cruz. No hay que olvidar que el Mesías es el que resume, en sí mismo, todos los símbolos de Israel: el profeta, el sacerdote, el rey. Y como dijo el mismo Cristo, es el profeta que va a morir en Jerusalén, y es el sacerdote que llega hasta donde está el templo para ofrecer el sacrificio.
Pero, junto con esta visión externa que nos puede ayudar a preguntarnos: ¿qué tanto soy capaz de seguir a este Cristo, que como rey, profeta y sacerdote va a ser sacrificado por mí?, yo les invitaría a contemplar el alma de Cristo, el interior de Cristo en su entrada a Jerusalén.
El alma de Cristo tiene ante sí, con una gran claridad, el plan de Dios sobre Él. Cristo sabe que Dios ha querido unir su glorificación con el misterio de la pasión. Es una gloria que pasa a través de la infamia y del rechazo de los hombres, una gloria que pasa por la paradoja de los planes de Dios, una gloria que quiere pasar por la total donación del Hijo de Dios para la salvación de los hombres.
Cristo tiene claro en su alma este plan de Dios, y con toda libertad y con toda decisión, lo acepta. Él sabe que al ser proclamado Rey, y al entrar en Jerusalén como Mesías, está firmando la sentencia que le lleva al sacrificio, y sin embargo, lo hace. Entonces los fariseos comentaban entre sí: "¿Veis cómo no adelantáis nada?, todo el mundo se ha ido tras él". Él sabe que la exaltación real que a Él se le dará cuando sea levantado, es la de la cruz, la del cuerpo para el sacrificio.
La cruz será su gloria de dominio, será su palabra profética de discernimiento y también será la unción con la que su cuerpo será marcado como sacerdote de la Nueva y Eterna Alianza. La cruz será su trono de dominio desde el que Él va a atraer a todos los hombres hacia sí mismo: "Y cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí". En su alma aparece el deseo de donarse, porque ha llegado la hora para la que había venido al mundo, la hora del designio de amor sobre la humanidad, la hora por la que Dios entre, de modo definitivo, en la vida de los hombres por la gracia de la redención.
Sin embargo, todos los sentimientos se van mezclando en Cristo. Así como es consciente de que ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre, es también consciente de que el grano de trigo tiene que caer en tierra para poder dar fruto: "Pero mi alma se turba, ¿y cómo voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero es para esta hora que yo he venido al mundo."
Podríamos terminar con una reflexión sobre nosotros mismos, sin olvidar que nuestra vocación cristiana también es una perspectiva de la luz que pasa a través de la cruz: Mi vocación es luminosa solamente cuando pasa a través de la cruz. Tiene que pasar por el mismo camino de Cristo: la aceptación generosa de la cruz, la aceptación generosa de los signos que nos llevan a la cruz.
Para Cristo, el signo de la entrada de Jerusalén, es el signo que le lleva a la cruz; para nosotros cristianos, nuestro Bautismo es un signo que nos indica, necesariamente, la presencia de la cruz de Cristo. Se trata de ser seguidor de Cristo, marcado con el signo indeleble de la cruz en el corazón y en la vida. El cristiano ha de ser capaz, como Cristo, de recoger los frutos de vida eterna del árbol fecundo de la cruz, para uno mismo y para sus hermanos.
Para quien juzga según Dios, la abnegación es Sabiduría Divina envuelta en el misterio de Cristo crucificado. No existe otro camino para ser seguidor de Aquél que no ha venido para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.
Toda la vida de Cristo, y particularmente su pasión, tiene un profundo significado de servicio para la gloria del Padre y para la salvación de los hombres. El Primogénito de toda criatura -al cual corresponde el primado sobre todas las cosas que son en el cielo y en la tierra-, el que viene en el nombre del Señor, el rey de Israel, se ha hecho siervo de todos los hombres y dado a muerte en rescate de sus pecados.
Cristo entra en Jerusalén; Cristo nos habla del grano de trigo, nos habla de ser exaltados en la cruz, y nos hace una pregunta que tenemos que responder: "¿Puedes beber del cáliz que yo beberé?."
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