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martes, 5 de mayo de 2015
LA ADORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA
La "adoración" a María
Hay algunos que piensan que los católicos "adoramos" a María ¿Es eso cierto?
Por: Aci Digital | Fuente: ACI Prensa
Hay algunos que piensan que los católicos "adoramos" a María ¿Es eso cierto?
Primero que nada, hay que decir que los católicos no adoramos a la Virgen María. El culto que le profesamos no es adoración, puesto que ésta corresponde únicamente a Dios. Los católicos veneramos a Santa María, porque Ella es la mujer a quien Dios escogió para que fuera la Madre de Cristo. Es decir, María no es una persona cualquiera, es la Madre del mismo Dios.
María es bienaventurada por el hecho de haber sido escogida por Dios para llevar al Salvador en su seno, y por ello los católicos la hemos llamado así durante "todas las generaciones". El respeto y veneración que le profesamos los católicos a la Santísima Virgen tiene, por lo tanto, bases bíblicas sólidas.
1. Desde el designio divino
Dios manda alabar a María. El ángel Gabriel enviado por Dios saludó a María con estas palabras: "Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo" (Lc 1,28). Dios Padre ha querido asociar a María a la realización de su Plan de Reconciliación. Es así que María está asociada a la obra de su Hijo, el Señor Jesús. No es un simple capricho o exageración el reconocer la maternidad divina de María. El misterio de María está íntimamente unido al misterio de su Hijo. En Ella "todo está referido a Cristo", subordinado a Él. María no tiene naturaleza divina y todos sus dones le vienen por los méritos de su Hijo, y no por ello deja de ser una mujer única, con dones únicos para una misión muy particular en la historia.
La cooperación de María en la obra de la Reconciliación. Para ser la Madre del Salvador, María fue dotada por Dios con dones a la medida de su importante misión; ella es la "Llena de gracia". Sin esta gracia única, María no hubiera podido responder a tan grande llamado. Ella es Inmaculada, libre de todo pecado original, en virtud de los méritos de su Hijo (LG 53).
Los relatos evangélicos presentan la concepción virginal como una obra divina que sobrepasa toda comprensión y posibilidad humanas (Catecismo de la Iglesia Católica n. 497). María es, pues, una mujer muy especial, dotada por Dios para ser Madre del Redentor, Madre de Dios.
2. Testimonio de las Escrituras
Los Evangelios nos la presentan como activa colaboradora en la misión de su Hijo. En Belén da a luz a Jesús, lo presenta a los pastores, a los Magos y en el Templo; convive con Él treinta años en Nazareth; intercede en Caná; sufre al pie de la cruz; ora en el Cenáculo. Por tanto, hacer a un lado a María, separarla de Cristo, no es lo que la revelación enseña. Si los Reyes Magos adoraron a Jesús en brazos de María, ¿será idolatría imitar su ejemplo?
3. En la vida de la Iglesia
La Iglesia nos presenta a María como Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. "Pero todo esto ha de entenderse de tal manera que no reste ni añada nada a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador" (S. Ambrosio). La luna brilla porque refleja la luz del sol. La luz de la luna no quita ni añade nada a la luz del sol, sino manifiesta su resplandor. De la misma manera, la mediación de María depende de la de Cristo, único Mediador.
El culto a María está basado en estas palabras proféticas: "Todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi maravillas el Poderoso" (Lc 1, 48-49). Ella será llamada bienaventurada, no porque su naturaleza sea divina, sino por las maravillas que el Poderoso hizo en ella. Así como María presentó a los pastores al Salvador, a los Magos al Rey, para que lo adoraran, le presentaran dones y se alegraran con el gozo de su venida, así el culto a la Madre hace que el Hijo sea mejor conocido, amado, glorificado y que, a la vez, sean mejor cumplidos sus mandamientos. María nunca busca reducir la gloria de su propio Hijo; todo lo contrario, y así es como lo ha entendido la Iglesia desde los primeros siglos, cuando oraban al Señor los discípulos en el Cenáculo en compañía de la Virgen Madre (Hch 1,14).
Primero que nada, hay que decir que los católicos no adoramos a la Virgen María. El culto que le profesamos no es adoración, puesto que ésta corresponde únicamente a Dios. Los católicos veneramos a Santa María, porque Ella es la mujer a quien Dios escogió para que fuera la Madre de Cristo. Es decir, María no es una persona cualquiera, es la Madre del mismo Dios.
María es bienaventurada por el hecho de haber sido escogida por Dios para llevar al Salvador en su seno, y por ello los católicos la hemos llamado así durante "todas las generaciones". El respeto y veneración que le profesamos los católicos a la Santísima Virgen tiene, por lo tanto, bases bíblicas sólidas.
1. Desde el designio divino
Dios manda alabar a María. El ángel Gabriel enviado por Dios saludó a María con estas palabras: "Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo" (Lc 1,28). Dios Padre ha querido asociar a María a la realización de su Plan de Reconciliación. Es así que María está asociada a la obra de su Hijo, el Señor Jesús. No es un simple capricho o exageración el reconocer la maternidad divina de María. El misterio de María está íntimamente unido al misterio de su Hijo. En Ella "todo está referido a Cristo", subordinado a Él. María no tiene naturaleza divina y todos sus dones le vienen por los méritos de su Hijo, y no por ello deja de ser una mujer única, con dones únicos para una misión muy particular en la historia.
La cooperación de María en la obra de la Reconciliación. Para ser la Madre del Salvador, María fue dotada por Dios con dones a la medida de su importante misión; ella es la "Llena de gracia". Sin esta gracia única, María no hubiera podido responder a tan grande llamado. Ella es Inmaculada, libre de todo pecado original, en virtud de los méritos de su Hijo (LG 53).
Los relatos evangélicos presentan la concepción virginal como una obra divina que sobrepasa toda comprensión y posibilidad humanas (Catecismo de la Iglesia Católica n. 497). María es, pues, una mujer muy especial, dotada por Dios para ser Madre del Redentor, Madre de Dios.
2. Testimonio de las Escrituras
Los Evangelios nos la presentan como activa colaboradora en la misión de su Hijo. En Belén da a luz a Jesús, lo presenta a los pastores, a los Magos y en el Templo; convive con Él treinta años en Nazareth; intercede en Caná; sufre al pie de la cruz; ora en el Cenáculo. Por tanto, hacer a un lado a María, separarla de Cristo, no es lo que la revelación enseña. Si los Reyes Magos adoraron a Jesús en brazos de María, ¿será idolatría imitar su ejemplo?
3. En la vida de la Iglesia
La Iglesia nos presenta a María como Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. "Pero todo esto ha de entenderse de tal manera que no reste ni añada nada a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador" (S. Ambrosio). La luna brilla porque refleja la luz del sol. La luz de la luna no quita ni añade nada a la luz del sol, sino manifiesta su resplandor. De la misma manera, la mediación de María depende de la de Cristo, único Mediador.
El culto a María está basado en estas palabras proféticas: "Todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi maravillas el Poderoso" (Lc 1, 48-49). Ella será llamada bienaventurada, no porque su naturaleza sea divina, sino por las maravillas que el Poderoso hizo en ella. Así como María presentó a los pastores al Salvador, a los Magos al Rey, para que lo adoraran, le presentaran dones y se alegraran con el gozo de su venida, así el culto a la Madre hace que el Hijo sea mejor conocido, amado, glorificado y que, a la vez, sean mejor cumplidos sus mandamientos. María nunca busca reducir la gloria de su propio Hijo; todo lo contrario, y así es como lo ha entendido la Iglesia desde los primeros siglos, cuando oraban al Señor los discípulos en el Cenáculo en compañía de la Virgen Madre (Hch 1,14).
MEDITACIONES DIARIAS DE LA VIRGEN MARÍA: DÍA 5 DE MAYO DEL 2015
Flor del 5 de mayo: Madre de la Divina Gracia
Fiesta de Nuestra Señora de la Gracia
Meditación: “Mujer, ahí tienes a tu hijo, después dijo al discípulo, he ahí a tu Madre” (Juan 19,26-27). Madre no sólo adoptiva sino que nos da la Vida, nos da a Cristo, más exactamente nos da la gracia santificante, la vida sobrenatural, algo físico y real que consiste en la unión con Cristo.
Oración: ¡Oh Madre de la Divina Gracia, que nos llevas a la Vida!. Muéstranos como Manantial de Gracia el camino hacia la verdadera Patria. Tu, llena de Gracia, sed la Salvación de nuestras pobres almas. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Poner los medios para estar en gracia de Dios.
TARDE ANTE LA VIRGEN... EN MAYO MES DE MARÍA
Tardes ante la Virgen ...en mayo mes de María
La devoción a la Virgen María en el alma del cristiano va unida a nuestra fe ya que María es la Madre de Dios y Madre nuestra.
Por: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
Estamos en el mes de mayo, es el mes que la tradición católica consagra a la Virgen María.
La devoción a la Virgen María en el alma del cristiano va unida a nuestra fe ya que María no solamente es la Madre de Dios sino también Madre nuestra.
La Virgen María ocupa un lugar intermedio entre Dios y los Santos, que da origen a un culto del todo propio y especial, muy inferior al de Dios pero superior al de los Santos.
Como nos explica Royo Marín O. P..- A Dios se le venera con culto de adoración o de Latría, en virtud de su excelencia infinita. Este culto de Latría es de tal manera propio y exclusivo de Dios que, tributado a cualquier criatura, constituye, cuando se comete conscientemente uno de los más graves pecados que se pueden cometer: la idolatría.
A los Santos les corresponde el culto de dulía o de simple veneración (sin adoración) por lo que tienen de Dios. En este sentido no solo es lícito invocarlos y reverenciarlos, sino que es muy útil y conveniente.
A la Virgen María por su singular dignidad de Madre Dios, se le da el culto de hiperdulía o de veneración muy superior a la de los Santos, pero muy inferior al culto de latría, que se le debe exclusivamente Dios.
Hay un abismo infinito entre ambas especies de cultos.
María tiene el motivo de su singular dignidad de madre de Dios y esta dignidad la coloca en un orden aparte- el orden hipostático relativo - que está mil veces por encima y es específicamente distinto del orden de la gracia y de la gloria en el que se encuentran todos los Santos. De manera que al hablar de la devoción a la Virgen María, hay que entenderla siempre en el orden del culto de hiperdulía, que es el que corresponde a Ella sola específicamente.
En ese sentido caen por su base toda las objeciones de los protestantes y muchas "sectas" contra el culto a María que profesamos los católicos.
La fórmula ideal que resume y condensa el pensamiento católico sobre la devoción mariana es esta : A JESÚS POR MARÍA.
Y que reconfortante es, en este mundo en que poco a poco las tradiciones se van perdiendo, se van quedando atrás como perdidas en la niebla del pasado, como algo que ya " no toca", que "no va"... ver como las mamás jóvenes, especialmente en la Provincia, llevan a sus pequeños vestidos de blanco y con una flor en la mano a la Iglesia
Para cantarle a la Virgen, a rezarle y poner a sus pies esa sencilla flor que tiene todo el inmenso valor del candor de un alma infantil.
Esas tardes ante la Virgen, esas canciones van a echar raíces que permanecerán ya por siempre en el alma de esos niños y cuando llegue la adolescencia, la juventud arreciando contra ellos vientos de tormenta, sabrán volver sus ojos y su corazón a esa Madre que aprendieron a amar siendo niños y encontrarán en Ella el faro bendito que los llevará a puerto seguro y no les permitirá perder el camino que va hacia Dios.
¿QUÉ ES UN ESCAPULARIO?
¿Qué es un escapulario?
¡Qué fácil es pasar de una devoción legítima a la superstición!
Por: Padre Sergio G. Román | Fuente: www.mariologia.org
Actualmente es común ver a jóvenes lucir al cuello no uno, sino muchos escapularios que cuelgan allí hasta que se caen de viejos y de sucios: de la Virgen, de san Juan Diego, de san Judas y de San Charbel; escapularios rojos, verdes, azules, blancos, amarillos y de todos los colores habidos y por haber.
Y es que no cabe duda: los escapularios están de moda, una moda impuesta por el ingenio y la creatividad de los comerciantes en artículos religiosos para incrementar sus ventas.
Hace tiempo le pregunté a un joven por qué usaba tantos escapularios.
-“Porque me dan protección, son poderosos”, me contestó.
¡Qué fácil es pasar de una devoción legítima a la superstición! Y yo, sacerdote, me sentí culpable por no haber explicado suficientemente a mis fieles el uso de los escapularios, antigua tradición de la Iglesia convertida ahora en práctica de magia y brujería.
Si mis fieles supieran lo que significa un escapulario no usarían tantos y, si aceptaran usar uno solo, lo llevarían con más devoción y respeto.
¿Qué es un escapulario?
Literalmente es una prenda que se lleva sobre los hombros colgando por delante y por detrás. Es una tira de tela que los monjes y monjas llevan sobre el hábito y en la que se borda el escudo de la comunidad a la que se pertenecen. El que lleva un escapulario es porque quiere pertenecer a esa orden o comunidad religiosa.
Cuando surgieron las órdenes religiosas, a finales de la Edad Antigua y principios de la Edad Media, se fundaron la “primera orden”, para varones; la “segunda orden”, para mujeres, y la “tercera orden”, para laicos de ambos sexos, que anhelaba pertenecer a la orden religiosa, pero que querían hacerlo desde su estado de vida propio.
Las “terceras órdenes” agruparon a muchos fieles laicos que se comprometían en un tipo especial de vida, en la pobreza, en la castidad dentro del matrimonio y en la obediencia a Dios y a sus ministros. Mediante la oración, la mortificación y las obras buenas, aunadas a ciertas prácticas características de la orden, buscaban su santificación en medio del mundo. Se organizaban bajo la dependencia de la orden religiosa e incluso hacían una especie de votos que renovaban año con año.
Estos fieles no podían usar el hábito completo de la orden, pero se les concedía usar un “mini hábito”, es decir, el escapulario reducido a su mínima expresión.
Hay escapularios de los dominicos, mercedarios, franciscanos, agustinos, carmelitas y demás órdenes y comunidades religiosas.
Y es que no cabe duda: los escapularios están de moda, una moda impuesta por el ingenio y la creatividad de los comerciantes en artículos religiosos para incrementar sus ventas.
Hace tiempo le pregunté a un joven por qué usaba tantos escapularios.
-“Porque me dan protección, son poderosos”, me contestó.
¡Qué fácil es pasar de una devoción legítima a la superstición! Y yo, sacerdote, me sentí culpable por no haber explicado suficientemente a mis fieles el uso de los escapularios, antigua tradición de la Iglesia convertida ahora en práctica de magia y brujería.
Si mis fieles supieran lo que significa un escapulario no usarían tantos y, si aceptaran usar uno solo, lo llevarían con más devoción y respeto.
¿Qué es un escapulario?
Literalmente es una prenda que se lleva sobre los hombros colgando por delante y por detrás. Es una tira de tela que los monjes y monjas llevan sobre el hábito y en la que se borda el escudo de la comunidad a la que se pertenecen. El que lleva un escapulario es porque quiere pertenecer a esa orden o comunidad religiosa.
Cuando surgieron las órdenes religiosas, a finales de la Edad Antigua y principios de la Edad Media, se fundaron la “primera orden”, para varones; la “segunda orden”, para mujeres, y la “tercera orden”, para laicos de ambos sexos, que anhelaba pertenecer a la orden religiosa, pero que querían hacerlo desde su estado de vida propio.
Las “terceras órdenes” agruparon a muchos fieles laicos que se comprometían en un tipo especial de vida, en la pobreza, en la castidad dentro del matrimonio y en la obediencia a Dios y a sus ministros. Mediante la oración, la mortificación y las obras buenas, aunadas a ciertas prácticas características de la orden, buscaban su santificación en medio del mundo. Se organizaban bajo la dependencia de la orden religiosa e incluso hacían una especie de votos que renovaban año con año.
Estos fieles no podían usar el hábito completo de la orden, pero se les concedía usar un “mini hábito”, es decir, el escapulario reducido a su mínima expresión.
Hay escapularios de los dominicos, mercedarios, franciscanos, agustinos, carmelitas y demás órdenes y comunidades religiosas.
lunes, 4 de mayo de 2015
NOVENA EN HONOR A LA VIRGEN DE FÁTIMA: DEL 4 AL 12 DE MAYO DEL 2015
Novena a la Virgen de Fátima
Devoción popular para pedir a la Virgen por la conversión de los pecadores y en reparación por nuestros pecados. Del 4 al 12 de mayo
Por: Gregorio Martínez de Antoñana, C.M.F. | Fuente: www.devocionario.com
OFRECIMIENTO PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que El es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
ORACIÓN PREPARATORIA
Oh santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.
Rezar la oración del día correspondiente:
REZAMOS AHORA LAS ORACIONES DEL DÍA CORRESPONDIENTE QUE PODEMOS ENCONTRAR MÁS ABAJO.
ORACIÓN FINAL
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
DÍA PRIMERO
Penitencia y reparación
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, Madre de los pobres pecadores!, que apareciendo en Fátima, dejaste transparentar en vuestro rostro celestial una leve sombra de tristeza para indicar el dolor que os causan los pecados de los hombres y que con maternal compasión exhortaste a no afligir más a vuestro Hijo con la culpa y a reparar los pecados con la mortificación y la penitencia. Dadnos la gracia de un sincero dolor de los pecados cometidos y la resolución generosa de reparar con obras de penitencia y mortificación todas las ofensas que se infieren a vuestro Divino Hijo y a vuestro Corazón Inmaculado.
Meditar y rezar la oración final.
DÍA SEGUNDO
Santidad de vida
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, Madre de la divina gracia, que vestida de nívea blancura te apareciste a unos pastorcitos sencillos e inocentes, enseñándonos así cuánto debemos amar y procurar la inocencia del alma, y que pediste por medio de ellos la enmienda de las costumbres y la santidad de una vida cristiana perfecta. Concédenos misericordiosamente la gracia de saber apreciar la dignidad de nuestra condición de cristianos y de llevar una vida en todo conforme a las promesas bautismales.
Meditar y rezar la oración final.
DÍA TERCERO
Amor a la oración
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, vaso insigne de devoción!, que te apareciste en Fátima teniendo pendiente de vuestras manos el santo Rosario, y que insistentemente repetías: «Orad, orad mucho», para alejar por medio de la oración los males que nos amenazan. Concédenos el don y el espíritu de oración, la gracia de ser fieles en el cumplimiento del gran precepto de orar, haciéndolo todos los días, para así poder observar bien los santos mandamientos, vencer las tentaciones y llegar al conocimiento y amor de Jesucristo en esta vida y a la unión feliz con Él en la otra.
Meditar y rezar la oración final.
DÍA CUARTO
Amor a la Iglesia
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, Reina de la Iglesia!, que exhortaste a los pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa, e infundiste en sus almas sencillas una gran veneración y amor hacia él, como Vicario de vuestro Hijo y su representante en la tierra. Infunde también a nosotros el espíritu de veneración y docilidad hacia la autoridad del Romano Pontífice, de adhesión inquebrantable a sus enseñanzas, y en él y con él un gran amor y respeto a todos los ministros de la santa Iglesia, por medio de los cuales participamos la vida de la gracia en los sacramentos.
Meditar y rezar la oración final.
DÍA QUINTO
María, salud de los enfermos
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, salud de los enfermos y consoladora de los afligidos!, que movida por el ruego de los pastorcitos, obraste ya curaciones en vuestras apariciones en Fátima, y habéis convertido este lugar, santificado por vuestra presencia, en oficina de vuestras misericordias maternales en favor de todos los afligidos. A vuestro Corazón maternal acudimos llenos de filial confianza, mostrando las enfermedades de nuestras almas y las aflicciones y dolencias todas de nuestra vida. Echad sobre ellas una mirada de compasión y remediadlas con la ternura de vuestras manos, para que así podamos serviros y amaros con todo nuestro corazón y con todo nuestro ser.
Meditar y rezar la oración final.
DÍA SEXTO
María, refugio de los pecadores
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, refugio de los pecadores!, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar incesantemente al Señor para que esos desgraciados no caigan en las penas eternas del infierno, y que manifestaste a uno de los tres que los pecados de la carne son los que más almas arrastran a aquellas terribles llamas. Infundid en nuestras almas un gran horror al pecado y el temor santo de la justicia divina, y al mismo tiempo despertad en ellas la compasión por la suerte de los pobres pecadores y un santo celo para trabajar con nuestras oraciones, ejemplos y palabras por su conversión.
Meditar y rezar la oración final.
DÍA SÉPTIMO
María, alivio de las almas del purgatorio
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, Reina del purgatorio!, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar a Dios por las almas del purgatorio, especialmente por las más abandonadas. Encomendamos a la inagotable ternura de vuestro maternal Corazón todas las almas que padecen en aquel lugar de purificación, en particular las de todos nuestros allegados y familiares y las más abandonadas y necesitadas; alíviales sus penas y llévalas pronto a la región de la luz y de la paz, para cantar allí perpetuamente vuestras misericordias.
Meditar y rezar la oración final.
DÍA OCTAVO
María, Reina del Rosario
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María!, que en vuestra última aparición te diste a conocer como la Reina del Santísimo Rosario, y en todas ellas recomendaste el rezo de esta devoción como el remedio más seguro y eficaz para todos los males y calamidades que nos afligen, tanto del alma como del cuerpo, así públicas como privadas. Infundid en nuestras almas una profunda estima de los misterios de nuestra Redención que se conmemoran en el rezo del Rosario, para así vivir siempre de sus frutos. Concédenos la gracia de ser siempre fieles a la práctica de rezarlo diariamente para honraros a Vos, acompañando vuestros gozos, dolores y glorias, y así merecer vuestra maternal protección y asistencia en todos los momentos de la vida, pero especialmente en la hora de la muerte.
Meditar y rezar la oración final.
DÍA NOVENO
El Inmaculado Corazón de María
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
ORACIÓN DE ESTE DÍA
¡Oh santísima Virgen María, Madre nuestra dulcísima!, que escogiste a los pastorcitos de Fátima para mostrar al mundo las ternuras de vuestro Corazón misericordioso, y les propusiste la devoción al mismo como el medio con el cual Dios quiere dar la paz al mundo, como el camino para llevar las almas a Dios, y como una prenda suprema de salvación. Haced, ¡oh Corazón de la más tierna de las madres!, que sepamos comprender vuestro mensaje de amor y de misericordia, que lo abracemos con filial adhesión y que lo practiquemos siempre con fervor; y así sea vuestro Corazón nuestro refugio, nuestro consuelo y el camino que nos conduzca al amor y a la unión con vuestro Hijo Jesús.
Meditar y rezar la oración final.
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