domingo, 2 de febrero de 2020

HOY SE INICIA LA NOVENA A LA VIRGEN DE LOURDES, DEL 2 AL 10 DE FEBRERO


Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a la festividad 
(2 al 10 de febrero)





Primer Día de la Novena a la Virgen de Lourdes



En el nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero y a quien amo sobre todas las cosas; humildemente postrado ante vuestra divina majestad, os pido me perdonéis todas las ofensas e ingratitudes que he cometido contra Vos. Conozco, Señor, que soy indigno de parecer ante vuestra presencia; por lo cual vengo a Vos por medio de vuestra amantísima Madre, a la que ruego interceda por mí, para alcanzarme el perdón de los pecados que yo de corazón aborrezco, y propongo con vuestra gracia no volver a cometer. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseando hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder al llamamiento que en persona de la humilde Bernardita, habéis hecho a todos vuestros hijos, me postro a vuestro pies para escuchar con atención vuestra voz, exponeros mis necesidades y solicitar vuestros amorosos cuidados. No me desechéis, Madre mía, a pesar de mi indignidad; atended únicamente al arrepentimiento que tengo por haber afligido vuestro maternal corazón y renovado la pasión de vuestro amantísimo Hijo, acudid en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por vuestra intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad y dar gracias a la misma, por todos los beneficios recibidos (y especialmente por el que es motivo de estos obsequios) Amén.

Meditación

Los designios de Dios son incomprensibles. Precisamente en un siglo de soberbia y orgullo, en un siglo de racionalismo, que pretendía haber concluido con todo lo sobrenatural y divino; en una nación donde más se trabajaba por extender y propagar todos los errores, que tiene por fundamento no admitir más que el orden puramente natural, razón por la cual se negaba no sólo el pecado original, sino hasta la elevación de la naturaleza humana; donde no se quería admitir la intervención divina en las cosas de. los hombres; precisamente en esa época y en esa nación, es donde Dios Nuestro Señor quiso destruir el fundamento de todos los errores; y para ello, se sirvió del instrumento al parecer más despreciable. De una niña pobre, débil e ignorante, que no sabía otra cosa que rezar el Sto. Rosario, es de quien se valió Dios para vencer al mundo, confundir a los soberbios, humillar a los sabios y conseguir tan señalada victoria. En Lourdes el hecho sobrenatural es permanente, puesto que la fuente misteriosa que allí brota y los efectos asombrosos que sus aguas producen lo evidencian; allí ha recibido el naturalismo su más rudo golpe y la fe una confirmación maravillosa. Guardémonos de todos los errores, que puedan mancillar en lo más mínimo nuestra fe, avivémosla más y más cada día y repitamos con el Profeta respecto de la Iglesia, lo que él decía de Jerusalén: ¡Séquese, Señor mi mano derecha y quede pegada mi lengua al paladar antes que dejar de amarte y alabarte, oh Iglesia Santa!.

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

Parte histórica

Hace pocos años apenas era conocida en el mundo una población situada en la falda de los Pirineos; nadie la nombraba, permaneciendo en la oscuridad del olvido y entre las nieves que coronan sus montañas.

Pero ¡qué cambio más asombroso no se ha verificado! Hoy su nombre corre de boca en boca, ha traspasado los montes, ha salvado las distancias, y es pronunciado con entusiasmo y amor en América como en Europa, en Africa como en Asia, y en la dilatada Oceanía, y singularmente en Filipinas. ¿ Qué prodigo se ha obrado?

Era el once de febrero de mil ochocientos cincuenta y ocho, cuando una sencilla y humilde niña, por nombre Bernardita, al intentar pasar el Gave que corre al oeste de Lourdes para recoger, como su hermana María y otra amiga de ésta, un poco de leña, entre las sinuosidades de las rocas de Massabielle, oyó un ruido como de suave brisa, que lentamente agitaba las ramas de los árboles. Levanta su vista, y sus ojos no distinguen objeto alguno; se reproduce la agitación en las ramas y vuelve a mirar; a sus ojos aparece entonces una visión celestial. Una Señora rodeada de una claridad que brilla más que el sol, pero que ni daña ni ofusca como éste, sino que por el contrario atrae y admira; una Señora de incomparable hermosura, cubierta con un velo blanquísimo, mas que la nieve que se halla en la cima de las próximas colinas, y ceñida con un cinturón azul. Los pies de tan admirable hermosura descansan en la roca, rozando ligeramente el ramaje de un rosal silvestre, dejando ver sobre cada uno de ellos una rosa de oro. Sus manos cruzadas tenían un rosario, cuyas cuentas de alabastro, engarzadas con cadena de oro, se deslizaban entre sus dedos, guardando, sin embargo, un silencio misterioso. Los ojos de la excelsa Señora se habían fijado llenos de benignidad en la niña, que se hallaba asombrada, extasiada y como fuera de sí. Aquella hizo la señal de la cruz, y la niña entonces tomando su rosario, empezó a rezarlo, durando la visión celestial hasta que lo terminó; y concluido, la celestial Aparición volvió a la eterna morada, de donde había venido, dejando en pos de sí un rayo luminoso, que al poco tiempo también se desvaneció.

Primer Día

¡Oh Inmaculada María! Os pido humildemente la gracia de que se acreciente más y más cada día nuestra fe, y que obtengáis un rayo de luz divina para los que están sentados en las tinieblas del pecado. Extended más el reino de Dios, desterrad de entre nosotros todos los errores, y haced que Filipinas, y esta ciudad principalmente, tengan siempre como su mayor gloria vivir en la fe de vuestro Smo. Hijo y que sus habitantes permanezcan unidos a la Santa Iglesia Romana hasta el último suspiro. Con este objeto os rezamos las siguientes Avemarías y deprecaciones.

Tres AVEMARÍAS, añadiendo después de cada una "VIRGEN, DE LOURDES, ROGAD POR NOSOTROS".

Oración de San Bernardo

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos; animado con esta confianza a Vos también acudo, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a parecer ante vuestra presencia soberana; no desechéis, Madre de Dios, mis humildes súplicas, antes bien escuchadlas y dignaos acogerlas benignamente. Amén.

Se rezan las Avemarías como el primer día y después la oración final: Inmaculada Señora etc.

Oración Final

Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que mostrasteis a los hombres, dignándote aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita, os ruego me hagáis merced de alegrar mi corazón con vuestras influencias soberanas. Y así, Señora, como hicisteis brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derramad sobre mi pobre alma las dulcísimas y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno de los goces purísimos del cielo. Amén.



Segundo Día de la Novena a la Virgen de Lourdes


En el nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero y a quien amo sobre todas las cosas; humildemente postrado ante vuestra divina majestad, os pido me perdonéis todas las ofensas e ingratitudes que he cometido contra Vos. Conozco, Señor, que soy indigno de parecer ante vuestra presencia; por lo cual vengo a Vos por medio de vuestra amantísima Madre, a la que ruego interceda por mí, para alcanzarme el perdón de los pecados que yo de corazón aborrezco, y propongo con vuestra gracia no volver a cometer. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseando hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder al llamamiento que en persona de la humilde Bernardita, habéis hecho a todos vuestros hijos, me postro a vuestro pies para escuchar con atención vuestra voz, exponeros mis necesidades y solicitar vuestros amorosos cuidados. No me desechéis, Madre mía, a pesar de mi indignidad; atended únicamente al arrepentimiento que tengo por haber afligido vuestro maternal corazón y renovado la pasión de vuestro amantísimo Hijo, acudid en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por vuestra intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad y dar gracias a la misma, por todos los beneficios recibidos (y especialmente por el que es motivo de estos obsequios) Amén.

Meditación

Uno de los documentos más importantes de la vida cristiana es la práctica de la oración. Ella es el medio ordinario que Dios ha puesto en manos del hombre para conseguir el remedio de todas sus necesidades. Sube al cielo nuestra oración y baja sobre nosotros la divina compasión y misericordia en forma de mil favores y gracias soberanas. "Pedid y recibiréis," nos tiene dicho nuestro Divino Salvador, "Buscad y encontraréis, llamad, y se os abrirá."

No hay cosa que así purifique de ignorancias el entendimiento y de afectos desordenados el corazón como la oración, la cual inflama a este con el fuego del divino amor y llena a aquel de divina claridad y luz celestial: es agua de bendición, cuyo riego hace reverdecer y florecer las plantas de los buenos deseos, y lava nuestras almas de las pasiones que tiene el corazón.

"Oremos" dijo Bernardita "y pasemos el rosario". Oremos también nosotros con ella y seamos constantes en la oración, pues sólo así podremos vernos libres de los lazos y asechanzas que continuamente nos está armando nuestro infernal enemigo. Oremos sin intermisión, como nos lo aconseja el Apóstol, y oremos con fervor, porque los tiempos en que vivimos son malos, y la tempestad arrecia por momentos y sólo con la oración podremos salir ilesos de entre tantos peligros a que estamos expuestos.

Medítese sobre lo leído y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta novena.

Parte Histórica

El domingo siguiente al primer día de la aparición, habiendo obtenido el permiso la niña Bernardita de su piadosa madre, para volver a la gruta, se dirigió a ella a la hora de medio día, acompañada de su hermana y otras niñas. El grupo juvenil comenzó por entrar en la Iglesia para orar un instante y llenar de agua bendita un frasquito que llevaban preparado.

Pónense después en camino y llegan al sitio tan deseado; el sol estaba radiante: "Oremos", dijo Bernardita, "y pasemos el rosario…" De repente, su rostro aparece transfigurado, su mirada se ilumina, se conmueven sus facciones: era que la maravillosa aparición acababa de manifestarse a sus ojos. Veía a la misma Señora resplandeciente de una gracia celestial, de una belleza sin igual. Sus pies descansaban en la roca dentro del nicho.

"Mirad, exclama Bernardita, ahí está". Pero ¡ay! a sus amigas no les era dado contemplar tanta hermosura, y no pudieron ver lo que extasiaba a Bernardita. Recibiendo ésta de una de sus amigas el agua bendita, roció a la Aparición, diciendo: "Si venís de parte de Dios, acercaos". A estas palabras, la Virgen graciosamente se inclina varias veces y se adelanta casi hasta el borde de la roca, pareciendo que se sonreía.

"Si venís de parte de Dios, acercaos!" repetía Bernardita; y luego prosternándose, como subyugada por aquella inefable hermosura, continuó rezando el rosario, que la Virgen parecía escuchar, deslizando ella también el suyo entre sus dedos. Concluido el rosario, la visión desapareció.

Segundo Día

¡Oh Virgen Inmaculada, Santísima Madre mía! Ya veo las lecciones de vida eterna que me dais en la gruta de Lourdes. Me enseñáis la práctica de la oración tan recomendada por vuestro Santísimo Hijo; y en la especial complacencia con que pasáis las cuentas del rosario que pende de vuestras manos, mientras Bernardita pasa devotamente las del suyo, me dais a entender el agrado con que miráis esta hermosa devoción y cuánto os place que vuestros siervos os honren e invoquen con ella. Así lo haré Señora, y desde hoy me propongo no pasar día alguno sin rezar una parte al menos del santo rosario. Os ruego me mantengáis constante en este mi propósito y que lo rece siempre con fervor y devoción, os saludo ahora con las siguientes Avemarías y deprecaciones.

Se rezan las Avemarías como el primer día y después la oración final: Inmaculada Señora etc.

Oración Final

Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que mostrasteis a los hombres, dignándote aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita, os ruego me hagáis merced de alegrar mi corazón con vuestras influencias soberanas. Y así, Señora, como hicisteis brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derramad sobre mi pobre alma las dulcísimas y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno de los goces purísimos del cielo. Amén.



Tercer Día de la Novena a la Virgen de Lourdes


En el nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero y a quien amo sobre todas las cosas; humildemente postrado ante vuestra divina majestad, os pido me perdonéis todas las ofensas e ingratitudes que he cometido contra Vos. Conozco, Señor, que soy indigno de parecer ante vuestra presencia; por lo cual vengo a Vos por medio de vuestra amantísima Madre, a la que ruego interceda por mí, para alcanzarme el perdón de los pecados que yo de corazón aborrezco, y propongo con vuestra gracia no volver a cometer. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseando hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder al llamamiento que en persona de la humilde Bernardita, habéis hecho a todos vuestros hijos, me postro a vuestro pies para escuchar con atención vuestra voz, exponeros mis necesidades y solicitar vuestros amorosos cuidados. No me desechéis, Madre mía, a pesar de mi indignidad; atended únicamente al arrepentimiento que tengo por haber afligido vuestro maternal corazón y renovado la pasión de vuestro amantísimo Hijo, acudid en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por vuestra intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad y dar gracias a la misma, por todos los beneficios recibidos (y especialmente por el que es motivo de estos obsequios) Amén.

Meditación

Grande y sublime es el interés y solicitud de María para con los hombres. "No sólo no me opongo", le dice a Bernardita, "a que vengan contigo tus compañeras, sino que deseo venga mucha gente". La criatura mas excelsa, la Reina de los Cielos, la Madre de Dios, llama a los hombres, les invita y desea que se le acerquen y le expongan sus necesidades con la más viva confianza, porque poderosa es ante su Santísimo Hijo para obtener el remedio de todas ellas. Hijos de los hombres ¿os negaréis a acudir al llamamiento de tan amorosa madre? Si vuestra inteligencia está ofuscada por las tinieblas del error, si vuestra voluntad está aficionada a objetos pecaminosos, si vuestro corazón es juguete de viles y abominables pasiones, si os halláis en grandes necesidades y aflicciones o gemís bajo el peso de molestas e importunas tentaciones, ¿por qué no acudís a María que os llama con aquellas dulcísimas palabras de su Divino Hijo: "Venid a mí todos los que trabajáis y estáis cansados, que yo os aliviaré?.

Mas aunque la Virgen Santísima llama a todos los hombres, y a todos los ama, Ella ha manifestado especial predilección por los congregantes que la honran conformando su vida con las reglas de las Asociaciones o Cofradías a que pertenecen;. y ciertamente pueden prometerse de Ella especiales favores y más particular protección. Afiliados a sus banderas, mostrémonos en todo tiempo verdaderos siervos suyos, no nos avergoncemos jamás de parecer devotos de esta Señora ni de ostentar visiblemente en las ocasiones oportunas el distintivo de tales, pues en verdad no nos rebaja ni envilece, antes sí nos ensalza y dignifica. Ella lo ha dicho: "Yo amo a los que me aman. Los que me esclarecen, obtendrán la vida eterna."

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

Parte Histórica

Después de oír la Santa Misa el día 18 de Febrero a las seis de la mañana, Bernardita se dirigía a la Gruta con una señora de Lourdes y una joven de la Congregación de María. Llegada primera la niña, se arrodilla, empieza a rezar el Rosario, y al poco tiempo ve una luz clarísima que iluminaba el hueco de la peña, y al momento la celestial Visión. Oye la voz que llama, y ve que la aparición con su mano le hace señas para que se aproxime. "Ahí está, dice a sus compañeras, (que ya lo habían imaginado, al ver su rostro transfigurado por el éxtasis) y me hace señas para que me acerque". "Pregúntala si le molesta que estemos aquí contigo".

Bernardita mira a la Virgen y después de breve rato contestó: "Podéis quedaros". Las dos mujeres se arrodillaron y encendieron un cirio bendito, que habían llevado consigo. Adelantándose la niña, a instancia de sus compañeras, recibiendo de éstas el papel, la tinta y la pluma que le daban presentó estos objetos a la Aparición, diciéndole: Señora mía, si tenéis algo que comunicarme, quisiera que tuvieseis la bondad de escribir en este papel quién sois y qué deseáis. La Virgen se sonrió al oír tan sencilla petición y entreabriendo sus labios dijo: "Lo que tengo que deciros no es necesario escribirlo. Hacedme únicamente el favor de venir aquí durante quince días." Os lo prometo, respondió Bernardita.

"Y yo a mi vez te prometo hacerte dichosa, repitió la Virgen, no en este mundo, sino en el otro". Bernardita, sin perder de vista la Aparición, se volvió hacia sus compañeras, pero notó que la Virgen fijó su mirada y detuvo largo rato su vista con complacencia en la joven que pertenecía a la Congregación de María. "La Señora te mira en este momento." Antonia, así se llamaba la joven, oyó con sumo gozo y como enajenada estas palabras y vivió siempre con este recuerdo.

"Pregúntala si la molestará que vengamos a acompañarte."

"Pueden venir contigo, respondió la Santísima Virgen, no sólo ellas sino otras personas; deseo ver aquí mucha gente."

Tercer Día

¡Virgen Santísima de Lourdes! agradecido a los innumerables beneficios que por vuestra mediación he recibido, y especialmente al de haber descendido del cielo a la tierra para llamarme, me ofrezco de nuevo a vuestro servicio, y os consagro mis potencias y sentidos, prefiriendo mil veces morir antes que ofender a vuestro divino Hijo, mi Redentor y todo mi bien. Confirmad Señora este mi buen deseo, y haced que sea fiel devoto vuestro en la tierra, para reinar eternamente con vos en el cielo. Y a fin de alcanzar este favor, os saludo con las siguientes Avemarías y deprecaciones.

Se rezan las Avemarías como el primer día y después la oración final: Inmaculada Señora etc.

Oración Final

Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que mostrasteis a los hombres, dignándote aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita, os ruego me hagáis merced de alegrar mi corazón con vuestras influencias soberanas. Y así, Señora, como hicisteis brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derramad sobre mi pobre alma las dulcísimas y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno de los goces purísimos del cielo. Amén.




Cuarto Día de la Novena a la Virgen de Lourdes



En el nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero y a quien amo sobre todas las cosas; humildemente postrado ante vuestra divina majestad, os pido me perdonéis todas las ofensas e ingratitudes que he cometido contra Vos. Conozco, Señor, que soy indigno de parecer ante vuestra presencia; por lo cual vengo a Vos por medio de vuestra amantísima Madre, a la que ruego interceda por mí, para alcanzarme el perdón de los pecados que yo de corazón aborrezco, y propongo con vuestra gracia no volver a cometer. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseando hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder al llamamiento que en persona de la humilde Bernardita, habéis hecho a todos vuestros hijos, me postro a vuestro pies para escuchar con atención vuestra voz, exponeros mis necesidades y solicitar vuestros amorosos cuidados. No me desechéis, Madre mía, a pesar de mi indignidad; atended únicamente al arrepentimiento que tengo por haber afligido vuestro maternal corazón y renovado la pasión de vuestro amantísimo Hijo, acudid en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por vuestra intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad y dar gracias a la misma, por todos los beneficios recibidos (y especialmente por el que es motivo de estos obsequios) Amén.

Meditación

Deseo grande es el de la Santísima Virgen, que se ruege por los pecadores. Y ciertamente no puede menos de ser así: creado el mundo por Dios para su gloria; hecho el hombre a su imagen y semejanza, y redimido después a costa de la sangre preciosísima de su Santísimo Hijo, está en el deber de honrarle, servirle y reverenciarle; pero, ¡oh dolor!, los hombres se han vuelto contra su Dios y Señor y continuamente le ofenden. No se puede oír sin angustiarse tantas blasfemias horribles; no se puede mirar, sin exhalar un grito de dolor, la profanación de los santos días del Señor, convertidos hoy por la perversión de los hombres, en días de labor, de bacanales inmundas y orgías sangrientas. Las naciones se han levantado contra Cristo y su Iglesia: el error y la impiedad dominan por todas partes, y la sensualidad sube como una ola, sobre la generación presente, amenazando sumergirla. ¿Qué hacer? Rogar a Dios... Se pierden tantas almas todos los días… y ¿ habremos de estar ociosos? Este es uno de los fines de esta Cofradía; pedir a Dios por los pecadores. ¿ Lo cumplimos fielmente? ¿Dedicamos todos los días un rato de oración por la disminución de las culpas? Meditemos en la tristeza que demostró en esta Aparición la Santísima Virgen, y propongámonos disminuir los pecados en nosotros y en nuestros prójimos y especialmente la blasfemia y la profanación de los días festivos.

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

Parte Histórica

La noticia de las apariciones, así como la promesa que había hecho Bernardita de ir al lugar de las manifestaciones durante quince días, se había extendido por toda la comarca. De todas partes acudían a la Gruta, y millares de personas al salir el sol, el día 21 de Febrero se hallaban reunidas, esperando ver lo que en las rocas de Massabielle se verificaba.

La niña por su parte, cumpliendo la promesa hecha a la Señora, y atravesando por medio de la multitud, sin afectación pero también sin perturbarse, llega a las proximidades del nicho. A los pocos momentos desfigúrase su rostro, volviéndose radiante; todas sus facciones se elevan, y como si penetrase en una región superior, expresaban sentimientos que no son de este mundo. La boca entreabierta, estaba como petrificada de admiración; sus ojos fijos y bienaventurados contemplaban una hermosura divina que ningún otro veía pero que todos presentían, viéndola, por decirlo así, en la reverberación de la cara de la niña.

A su lado se hallaba el Dr. Dozous y al verla en esta situación, la observa detenidamente, la toma el pulso, y después de un rato exclama: "No, esta no es la rigidez de la catalepsia; aquí no hay excitación febril, ni el éxtasis inconsciente de los alucinados; aquí hay un hecho extraordinario completamente para la medicina."

En aquel momento, la niña arrodillada da algunos pasos, y avanza en esta actitud, hacia el interior de la Gruta. La Madre de la misericordia pareció recorrer con mirada triste la tierra. Bernardita, al verla llena de dolor, exclama: ¿ Qué tenéis? ¿ Qué es preciso hacer?

Responde la excelsa Madre de Dios: "Rezar por los pecadores". Entretanto el corazón de la inocente pastorcilla se llena de amargura, por ver el dolor que manifiesta la santísima Virgen; y la fisonomía que antes aparecía radiante, se cubre de una indecible tristeza, al tiempo que de sus ojos se desprenden dos gruesas lágrimas que ruedan por sus mejillas, donde se detienen sin caer hasta la tierra.

Cuarto Día

¡Oh Madre del amor hermoso, del temor y de la santa esperanza! A vuestros pies vengo lloroso, avergonzado y confuso. Yo soy el que con mis pecados llené de amargura vuestro corazón y de tristeza vuestro rostro. Mas no quiero desesperar sabiendo que sois toda benigna y que recibís con entrañas de misericordia a todo el que acude a Vos arrepentido. A Vos acudo, Señora, con el corazón desgarrado por el dolor de mis culpas y resuelto a morir mil veces antes que volver a cometerlas. Volved hacia mí esos vuestros ojos misericordiosos y salvadme. Mirad también compasiva a todos los pecadores y atraedlos a la gracia de vuestro Santísimo Hijo. Por la conversión y salvación de ellos os rezo las siguientes Avemarías y deprecaciones:

Se rezan las Avemarías como el primer día y después la oración final: Inmaculada Señora etc.

Oración Final

Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que mostrasteis a los hombres, dignándote aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita, os ruego me hagáis merced de alegrar mi corazón con vuestras influencias soberanas. Y así, Señora, como hicisteis brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derramad sobre mi pobre alma las dulcísimas y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno de los goces purísimos del cielo. Amén.


Quinto Día de la Novena a la Virgen de Lourdes



En el nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero y a quien amo sobre todas las cosas; humildemente postrado ante vuestra divina majestad, os pido me perdonéis todas las ofensas e ingratitudes que he cometido contra Vos. Conozco, Señor, que soy indigno de parecer ante vuestra presencia; por lo cual vengo a Vos por medio de vuestra amantísima Madre, a la que ruego interceda por mí, para alcanzarme el perdón de los pecados que yo de corazón aborrezco, y propongo con vuestra gracia no volver a cometer. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseando hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder al llamamiento que en persona de la humilde Bernardita, habéis hecho a todos vuestros hijos, me postro a vuestro pies para escuchar con atención vuestra voz, exponeros mis necesidades y solicitar vuestros amorosos cuidados. No me desechéis, Madre mía, a pesar de mi indignidad; atended únicamente al arrepentimiento que tengo por haber afligido vuestro maternal corazón y renovado la pasión de vuestro amantísimo Hijo, acudid en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por vuestra intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad y dar gracias a la misma, por todos los beneficios recibidos (y especialmente por el que es motivo de estos obsequios) Amén.

Meditación

Ya nos lo tiene dicho Jesucristo. "Si el mundo os aborrece, sabed que antes me aborreció a Mí." Todo el que quiera vivir y ser de Cristo, ha de pasar por la tribulación y por las amarguras de la persecución. El mundo no puede conformarse con las máximas del Señor porque son opuestas a las suyas. De aquí las ironías y escarnios de que son objeto de parte de los mundanos los que se entregan a la devoción, y procuran santificar su alma llevando una vida conforme a los principios del Evangelio. No obstante, en esta lucha del mal contra el bien, no habemos de desmayar; si el mundo nos critica, nos ridiculiza y zahiere, tenemos en cambio en nosotros mismos el testimonio de la buena conciencia y la aprobación y complacencia de Dios y de toda la corte celestial.

Nunca miró la Virgen a Bernardita con ojos más benignos y complacientes, que cuando la vio perseguida y calumniada.

El Señor envía a sus siervos las tribulaciones para probar su fidelidad, para purificarlos más y más de sus imperfecciones y para darles ocasión de ganar mayores méritos para la vida eterna. Las penas y trabajos de esta vida son como el sello de las complacencias de Dios sobre un alma. Nadie amó a Dios en el mundo ni de Dios fue tan amado como Jesús y María, pero nadie tampoco sufrió en esta vida tanto como ellos sufrieron.

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

Parte Histórica

Los sucesos acaecidos en la Gruta eran tan públicos y extraordinarios que nadie pudo permanecer indiferente. La impiedad, viendo progresar el entusiasmo religioso, y deseosa de concluir con aquella manifestación de lo sobrenatural, que eran su palmaria condenación, quiso valerse de la fuerza y de la amenaza, como en efecto lo hizo llevando a Bernardita por los tribunales y conminándola con penas y castigos incluso con encerrarla en la cárcel. A la edad que tenía la niña, bien podía creer la impiedad seguro su triunfo; pero ignoraba lo que es el poder y la gracia de Dios, que se complace en escoger la más débil para confundir lo más fuerte según el mundo. Así es, que a pesar de las prohibiciones que se habían hecho a la niña, sintiendo ésta una fuerte inspiración que la llamaba hacia la gruta, en la mañana del veintitrés de febrero, se dirigió a ella. Arrodillada, con un cirio en una mano y el rosario en la otra, empezó a rezarlo, cuando al poco tiempo, la multitud advierte la súbita transformación de su rostro. La augusta Soberana del Paraíso detuvo sobre la pobre niña una mirada llena de inexplicable ternura, pareciendo amarla más desde que había sufrido. Luego la llamó amorosamente por su propio nombre:- "¡Bernardita! -Aquí estoy", respondió la niña Y la Virgen Sma. entabló con ella una conversación íntima, y aun pudiera decirse familiar. En aquella misteriosa intimidad le reveló un secreto para ella sola. "Y ahora," le dijo, "id a decir a los sacerdotes que quiero se me edifique aquí una capilla." Y al pronunciar estas palabras, la fisonomía de la Virgen Sma., su mirada y su ademán parecían prometer que allí repartiría gracias sin cuento. Bernardita cumplió fielmente el encargo que se la había hecho.

Quinto Día

¡Santísima Virgen María, Madre mía! A vos me llego fatigado y sin fuerzas de tanto luchar con las adversidades de la vida. Mi corazón, cual frágil navecilla, es llevado por los vientos de las tribulaciones a merced de las olas desenfrenadas de los vaivenes del mundo y corre a cada momento peligro de dar en los escollos del pecado o en el abismo de la desesperación. A vos levanto mis ojos que sois la Estrella de los mares; mostradme el rumbo seguro, guiad vos misma la nave para que no naufrague en el mar proceloso de las tentaciones y trabajos, sino que llegue al feliz puerto de la salvación eterna. Para conseguir esta gracia os saludo con las siguientes Avemarías y deprecaciones:

Se rezan las Avemarías como el primer día y después la oración final: Inmaculada Señora etc.

Oración Final

Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que mostrasteis a los hombres, dignándote aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita, os ruego me hagáis merced de alegrar mi corazón con vuestras influencias soberanas. Y así, Señora, como hicisteis brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derramad sobre mi pobre alma las dulcísimas y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno de los goces purísimos del cielo. Amén.



Sexto Día de la Novena a la Virgen de Lourdes



En el nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero y a quien amo sobre todas las cosas; humildemente postrado ante vuestra divina majestad, os pido me perdonéis todas las ofensas e ingratitudes que he cometido contra Vos. Conozco, Señor, que soy indigno de parecer ante vuestra presencia; por lo cual vengo a Vos por medio de vuestra amantísima Madre, a la que ruego interceda por mí, para alcanzarme el perdón de los pecados que yo de corazón aborrezco, y propongo con vuestra gracia no volver a cometer. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseando hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder al llamamiento que en persona de la humilde Bernardita, habéis hecho a todos vuestros hijos, me postro a vuestro pies para escuchar con atención vuestra voz, exponeros mis necesidades y solicitar vuestros amorosos cuidados. No me desechéis, Madre mía, a pesar de mi indignidad; atended únicamente al arrepentimiento que tengo por haber afligido vuestro maternal corazón y renovado la pasión de vuestro amantísimo Hijo, acudid en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por vuestra intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad y dar gracias a la misma, por todos los beneficios recibidos (y especialmente por el que es motivo de estos obsequios) Amén.

Meditación

Después de recomendarnos la Sma. Virgen que roguemos por los pecadores nos recomienda también que nos arrepintamos y hagamos penitencia de nuestros pecados. Es muy digna de consideración aquella insistente repetición de la palabra: "Penitencia, penitencia, penitencia." Es como el grito amoroso de alarma salido del corazón de una madre, que ve en grave peligro a su amado hijo. Viendo en efecto desde la eterna morada los pecados e iniquidades que continuamente se cometen en el mundo; oprimido su corazón, de un lado por las ofensas que se hacen a Dios, y de otro por los castigos a que se hacen acreedores los hombres; viendo ya la divina diestra levantada para descargar el golpe sobre los miserables pecadores, se adelanta, baja a la tierra y nos advierte con solicitud maternal que hagamos penitencia de nuestros pecados, pues sólo haciéndola muy humilde y dolorosa, podremos vernos libres de los castigos que nos amenazan. Tal vez a ninguna otra época se puedan aplicar con más propiedad que a la presente las palabras del Bautista: "Haced penitencia, porque ya está el hacha puesta a la raíz del árbol, y todo árbol que no lleve buen fruto será cortado y arrojado al fuego." Grabemos en nuestro corazón estas palabras del Bautista, y hagamos una verdadera y digna penitencia de nuestros pecados.

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

Parte Histórica

Los sucesos milagrosos se imponían a todos en Lourdes y sus cercanías. La multitud que acudía continuamente a la Gruta y las admirables transformaciones que se referían de Bernardita, habían excitado la curiosidad aún de aquellos que hasta entonces por un soberano desdén hacia lo que ellos llamaban superstición, no habían querido mezclarse con la multitud para examinar de cerca los hechos; resolvieron, pues, acudir en adelante a la Gruta, siquiera fuese para presenciar la decepción popular. Uno de esos espíritus fuertes o librepensadores, que no creía en nada de lo sobrenatural acudió a la Gruta el día siguiente a aquel en que la Santísima Virgen había encargado se le edificase una capilla. El mismo nos va a referir sus impresiones nada sospechosas.

"Llegué," dice el Sr. Estrada, "muy dispuesto a examinarlo todo, y para ser franco a burlarme y reírme, esperando encontrarme con una comedia o con una farsa grotesca. Una inmensa multitud se iba reuniendo poco a poco alrededor de aquellos lugares, admirándome interiormente la sencillez de tantos necios y riéndome de la credulidad de una porción de mujeres que se habían arrodillado devotamente delante de las rocas. A la hora acostumbrada, hacia la salida del sol llegó Bernardita. Gracias a los esfuerzos que hice, pude, no sin harto trabajo, ponerme en primera fila, cerca de ella. Arrodillóse con naturalidad sin turbarse ni aturdirse por la muchedumbre que la rodeaba, sacó un rosario y principió a rezarlo. Bien pronto sus ojos parecieron recibir y reflejar una luz desconocida, quedándose fija, y deteniéndose maravillada, extasiada, radiante de felicidad, en la abertura de la roca. Miré en aquella dirección y nada vi, a no ser las desnudas ramas del rosal silvestre. Y no obstante ¿qué os diré? Ante la transfiguración de la niña, todas mis preocupaciones anteriores, todas mis objeciones filosóficas, todas mis negaciones preconcebidas cayeron de un golpe, haciendo lugar a un sentimiento extraordinario que me sobrecogió a mi pesar. Sentí la certidumbre de que allí se encontraba, un ser misterioso. Súbita y completamente transfigurada Bernardita, no era ya Bernardita; era un ángel del cielo. Su actitud, sus movimientos, sus menores ademanes, su manera, por ejemplo, de hacer la señal de la cruz, tenían una nobleza, una dignidad, una grandeza tan admirable, que si en el cielo se persignasen, solo pueden hacerlo como Bernardita en éxtasis. Yo estaba profundamente conmovido; procuraba retener el aliento para oír el coloquio entablado entre la Virgen y la niña, expresando ésta de ordinario a la par que un profundo respeto una inmensa alegría, aunque a veces una nube de tristeza venía a velar momentáneamente su rostro. Durante todo aquel tiempo conservaba su rosario en la mano, ora inmóvil abismada en la contemplación de aquel ser divino, ora pasándolo irregularmente entre sus dedos, o ya tomando el movimiento ordinario." Hasta aquí el Sr. Estrada.

En un momento dado Bernardita se adelantó andando sobre sus rodillas desde el punto donde rezaba, es decir, desde las orillas del Gave hasta el fondo de la Gruta, que se hallaba a unos quince metros. Mientras subía aquella pendiente algo escarpada; oyó de los labios benditísimos de la Virgen Santísima estas palabras: "Penitencia, penitencia, penitencia," las cuales repetidas por Bernardita, fueron oídas muy distintamente por las personas que se hallaban a su lado.

Sexto Día

Postrado ante el trono de vuestra majestad, Dios mío, yo imploro vuestra piedad y misericordia. Vengo a Vos arrepentido, como el hijo pródigo, por haberme alejado de Vos por el pecado, y quisiera borrar con mis lágrimas y aún con mi sangre las ofensas que os he hecho. ¡Perdón! Señor; no lo merezco, porque muchas veces he despreciado vuestra gracia y reincidido en las mis culpas; pero en este día siento movido mi corazón con especial arrepentimiento de mis pecados, y deseos de no volverlos a cometer jamás. Vos, Madre de misericordia, que no queréis la muerte del pecador, sino que se convierta y viva; Vos que me amonestáis por medio de Bernardita que haga penitencia de mis pecados, Vos ayudadme a hacerla digna y cumplida de todos ellos. Y para que me alcancéis la gracia de no volverlos a cometer, os rezo las siguientes Avemarías y deprecaciones.

Se rezan las Avemarías como el primer día y después la oración final: Inmaculada Señora etc.

Oración Final

Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que mostrasteis a los hombres, dignándote aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita, os ruego me hagáis merced de alegrar mi corazón con vuestras influencias soberanas. Y así, Señora, como hicisteis brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derramad sobre mi pobre alma las dulcísimas y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno de los goces purísimos del cielo. Amén.



Séptimo Día de la Novena a la Virgen de Lourdes



En el nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero y a quien amo sobre todas las cosas; humildemente postrado ante vuestra divina majestad, os pido me perdonéis todas las ofensas e ingratitudes que he cometido contra Vos. Conozco, Señor, que soy indigno de parecer ante vuestra presencia; por lo cual vengo a Vos por medio de vuestra amantísima Madre, a la que ruego interceda por mí, para alcanzarme el perdón de los pecados que yo de corazón aborrezco, y propongo con vuestra gracia no volver a cometer. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseando hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder al llamamiento que en persona de la humilde Bernardita, habéis hecho a todos vuestros hijos, me postro a vuestro pies para escuchar con atención vuestra voz, exponeros mis necesidades y solicitar vuestros amorosos cuidados. No me desechéis, Madre mía, a pesar de mi indignidad; atended únicamente al arrepentimiento que tengo por haber afligido vuestro maternal corazón y renovado la pasión de vuestro amantísimo Hijo, acudid en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por vuestra intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad y dar gracias a la misma, por todos los beneficios recibidos (y especialmente por el que es motivo de estos obsequios) Amén.

Meditación

Muy grande y soberano es el premio que está prometido a la obediencia. Bernardita ve el agua cenagosa, que en pequeña cantidad manaba en el hoyo que había hecho en la tierra; oye el mandato de la Visión de beber aquella agua y lavarse con ella y cumpliéndolo fielmente merece que la Virgen fije en ella una mirada benignísima pagándole así con creces el esfuerzo que hizo al cumplir su mandato. Nada costará quizás tanto a nuestro orgullo, como habernos de humillar a confesar nuestros pecados al ministro de Dios. Mas, ¡Oh! Si los pecadores supiesen las delicias que están escondidas en la piscina saludable de la penitencia, ciertamente se apresurarían a lavarse en ella y purificarse de todas sus culpas; si conociesen el riquísimo don que Jesús les ofrece; si acudiesen a la invitación que les hace Jesús diciéndoles: "bebed de esta agua", se convencerían de que la alegría y paz interior que se halla en sacramento de la penitencia, excede a toda paz y alegría humana, y que los consuelos que proporciona, son sobre todo encarecimiento. Haced la prueba, pecadores, y lo experimentaréis.

Que sea el principal fruto, que saquemos de esta Novena, el hacer en obsequio a la Virgen Sma. una buena confesión antes de terminarla.

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

Parte Histórica

Cada día crecía el inmenso oleaje de personas, que acudían a la Gruta. Arrastrados por la universal admiración habían ido muchos escépticos, librepensadores y curiosos, con el objeto de burlarse o de hallar alguna superchería indigna. En esta disposición de ánimo se hallaban, cuando el 25 de febrero se presentó Bernardita, en cumplimiento de la promesa que había hecho a la celestial Visión, de ir a la Gruta durante quince días; y sobrecogidos por una emoción inexplicable, al ver a la niña, se descubrieron y se arrodillaron como todos los demás. La favorecida pastorcilla, sin cuidarse de nada de cuanto la rodeaba, y pensando sólo en la celestial Aparición, se arrodilló y se puso en oración. Al poco tiempo su faz se transforma y todos creen ver a la Santísima Virgen, en los rayos de luz que se reflejaban en las facciones de Bernardita, a la manera que por los rayos de luz que iluminan las cumbres de las montañas, conocemos que el sol está presente en nuestro horizonte.

Una misteriosa conversación se advierte entre la Reina de los cielos y la humilde pastorcita de la tierra, no desdeñando aquella comunicar a ésta un tercer secreto, Y ahora, añadió la Virgen después de una pausa, ve a beber y lavarte en la fuente y come la yerba que brota junto a ella. Bernardita se quedó suspensa al oír la palabra fuente, y sin apartar los ojos de la Virgen, se dirigió hacia el río, pues por aquellos parajes no había más agua que la que arrastraba el Gave a algunos pasos de las rocas.

Una palabra y un ademán de la Aparición la detuvieron en su camino. "No es ahí" le dijo; "yo no te he dicho que bebas en el Gave sino en la fuente que está aquí". Bernardita empezó a escarbar en la tierra, en el lugar que le indicaba la Aparición. De improviso el fondo de aquella cavidad abierta por la niña tornóse húmedo. Una agua misteriosa comenzó a filtrarse gota a gota bajo las manos de Bernardita, y a llenar aquel hueco del tamaño de un vaso que acababa de formarse.

Aquella agua, al mezclarse con la tierra removida por las manos de la niña, no formaba en un principio más que barro. Bernardita trató por tres veces de llevar a sus labios aquel cenagoso líquido; pero por tres veces fue tan fuerte su aversión, que lo arrojó sin tener fuerzas para tragarlo. No obstante quería ante todo obedecer a la radiante Aparición, y a la cuarta vez, venció su repugnancia, bebió, se lavó, y comió un poco de la planta campestre que brotaba al pié de la roca.

Cuando Bernardita cumplió todas las órdenes que había recibido, la Virgen fijó en ella una mirada llena de satisfacción y a los pocos instantes desapareció.

Séptimo Día

Santísima Virgen María, Madre mía! Acercándome ya al final de este novena que estoy celebrando en obsequio y honor vuestro, no quiero resistir más a los llamamientos interiores que me incitan a sellarla con una buena confesión de todas mis culpas. Sí, quiero confesarme bien para recibir dignamente a Vuestro Santísimo Hijo el último día de la Novena. Vos, Señora que me inspiráis este deseo, alcanzadme gracia para practicarlo, a fin de que mi confesión sea grata a los divinos ojos, y mi alma quede enteramente purificada, y lleve en adelante una vida perfectamente cristiana y conforme con los preceptos de la ley divina. Con este objeto os rezo las siguientes Avemarías y deprecaciones:

Se rezan las Avemarías como el primer día y después la oración final: Inmaculada Señora etc.

Oración Final

Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que mostrasteis a los hombres, dignándote aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita, os ruego me hagáis merced de alegrar mi corazón con vuestras influencias soberanas. Y así, Señora, como hicisteis brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derramad sobre mi pobre alma las dulcísimas y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno de los goces purísimos del cielo. Amén.




Octavo Día de la Novena a la Virgen de Lourdes



En el nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero y a quien amo sobre todas las cosas; humildemente postrado ante vuestra divina majestad, os pido me perdonéis todas las ofensas e ingratitudes que he cometido contra Vos. Conozco, Señor, que soy indigno de parecer ante vuestra presencia; por lo cual vengo a Vos por medio de vuestra amantísima Madre, a la que ruego interceda por mí, para alcanzarme el perdón de los pecados que yo de corazón aborrezco, y propongo con vuestra gracia no volver a cometer. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseando hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder al llamamiento que en persona de la humilde Bernardita, habéis hecho a todos vuestros hijos, me postro a vuestro pies para escuchar con atención vuestra voz, exponeros mis necesidades y solicitar vuestros amorosos cuidados. No me desechéis, Madre mía, a pesar de mi indignidad; atended únicamente al arrepentimiento que tengo por haber afligido vuestro maternal corazón y renovado la pasión de vuestro amantísimo Hijo, acudid en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por vuestra intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad y dar gracias a la misma, por todos los beneficios recibidos (y especialmente por el que es motivo de estos obsequios) Amén.

Meditación

Digna de consideración es la manera de brotar el agua de la fuente milagrosa. Primeramente empieza el agua a abrirse paso gota a gota, poco después es ya un hilito apenas perceptible; y creciendo sin cesar llega a formarse una fuente que arroja diariamente más de cien mil litros de agua. La oración tiene que ser perseverante. Por eso dejan de recibirse muchas veces las gracias y favores que se piden al Señor y a la Santísima Virgen, porque no se piden con constancia, pues por razones misteriosas no se conceden de ordinario sino después de instar y de perseverar en la oración. Las gracias que uno recibe a la manera de la fuente milagrosa, generalmente no producen cambios repentinos, por cuya razón se ha dicho que nadie de repente se hace santo, así como ninguno llega de un solo golpe a ser sumamente malo. Puede Dios nuestro Señor en un solo momento concedernos gracias eficacísimas, que produzcan en nosotros una transformación súbita, pero de ordinario nos las concede según es nuestra cooperación y correspondencia a ellas. En todos los días ¡cuántas veces habrá Dios tocado, nuestros corazones!... ¿Y será posible que permanezcamos sordos y no acudamos a sus llamamientos...? Una fuente abundante de todas las gracias tenemos en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Es el Autor de todo bien, Jesús, quien desde la sacratísima Hostia nos dice: "Venid a Mí todos." Acerquémonos a esta fuente del amor divino para apagar la sed que sentimos por las cosas de la tierra, y no desear sino las celestiales y eternas.

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Novena.

Parte Histórica

El agua que al principio tan tenuemente brotaba de las entrañas de la tierra iba paulatinamente aumentándose hasta llegar a ser una fuente caudalosa. Las gentes, impulsadas por una secreta inspiración, acudían a beber de aquella agua, y hasta los enfermos, reputados por la ciencia muchos de ellos, incurables, al ser bañados, sanaban de sus dolencias. Con estos prodigios, el entusiasmo religioso y la devoción se acrecentaban por momentos; y el pueblo, a pesar de que la Aparición no había dicho quién era, creía que no podía ser otra que la Madre de Dios. Bernardita, que ansiaba también saber quién era la hermosa Señora, al verla el 25 de Marzo, como siempre, rodeada de luz indescriptible y con una bondad sin igual, se atrevió a decirla:

"Señora, ¿tendréis la bondad de decirme quién sois y cuál es vuestro nombre?".

La bendita Aparición sonrió sin contestar, Animada por su benevolencia, Bernardita insistió: "oh Señora! ¿queréis tener la bondad de decirme vuestro nombre?" Los resplandores de la Aparición aumentaron, como si fuese creciendo en alegría; pero tampoco respondió. Bernardita, extasiada ante esta hermosura, redobló sus instancias, pronunciando por tercera vez estas palabras: "Señora, ¿queréis tener la bondad de decirme cuál es vuestro nombre?" A pesar de tantas instancias, la Aparición permanecía silenciosa. La niña, como si una inspiración superior la guiara, por cuarta vez dijo: "¡Oh Señora! os lo suplico, queréis tener la bondad de decirme quién sois y cómo os llamáis? A esta última súplica, la Aparición desplegó las manos, suspendió del brazo derecho el rosario, abrió los brazos y los inclinó al suelo, corno para indicar las bendiciones que derramaría sobre la tierra. Después elevándolos hacia el cielo, pronunció con una gratitud indecible: "Yo soy la Inmaculada Concepción."

Octavo Día

¡Oh Inmaculada María; toda hermosa, pura y sin mancha desde el primer instante de vuestra Concepción! Alcanzadme la pureza de alma y cuerpo, y la limpieza de toda culpa, para que pueda acercarme dignamente al Santísimo Sacramento del altar. Si el ciervo sediento corre presuroso a las aguas cristalinas para apagar su sed, sedienta se halla mi alma, por acercarse a ese Sacramento de bondad y de amor. Obtenedme, Virgen Santa, tal gracia al recibir mañana a vuestro Santísimo Hijo en la comunión, que jamás llegue a echarlo de mi alma por el pecado, porque sin Jesús, que es mm vida, mi dicha y todo mi consuelo, no puedo vivir, ni tener paz en mi corazón. Para conseguir esto os saludo con las siguientes Avemarías y deprecaciones.

Se rezan las Avemarías como el primer día y después la oración final: Inmaculada Señora etc.

Oración Final

Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que mostrasteis a los hombres, dignándote aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita, os ruego me hagáis merced de alegrar mi corazón con vuestras influencias soberanas. Y así, Señora, como hicisteis brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derramad sobre mi pobre alma las dulcísimas y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno de los goces purísimos del cielo. Amén.



Noveno Día de la Novena a la Virgen de Lourdes



En el nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero y a quien amo sobre todas las cosas; humildemente postrado ante vuestra divina majestad, os pido me perdonéis todas las ofensas e ingratitudes que he cometido contra Vos. Conozco, Señor, que soy indigno de parecer ante vuestra presencia; por lo cual vengo a Vos por medio de vuestra amantísima Madre, a la que ruego interceda por mí, para alcanzarme el perdón de los pecados que yo de corazón aborrezco, y propongo con vuestra gracia no volver a cometer. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseando hacer esta novena con la mayor devoción de mi alma, y responder al llamamiento que en persona de la humilde Bernardita, habéis hecho a todos vuestros hijos, me postro a vuestro pies para escuchar con atención vuestra voz, exponeros mis necesidades y solicitar vuestros amorosos cuidados. No me desechéis, Madre mía, a pesar de mi indignidad; atended únicamente al arrepentimiento que tengo por haber afligido vuestro maternal corazón y renovado la pasión de vuestro amantísimo Hijo, acudid en mi ayuda durante esta santa novena, en la cual me propongo purificar mi alma y conseguir por vuestra intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad y dar gracias a la misma, por todos los beneficios recibidos (y especialmente por el que es motivo de estos obsequios) Amén.

Meditación

Gran consuelo es para nosotros el considerar la solicitud maternal de María para con los hombres. Nadie puede llegar a comprender en esta vida, todo lo que María ha hecho y hace para salvarnos. Siendo Ella la Madre de la misericordia, como la llama la Iglesia, es el medio por donde nos vienen todas las gracias que Dios quiere dispensarnos.

Con gran ternura las comunica al justo, para que persevere en el servicio del Señor; con gran solicitud las procura y se las envía al pecador, para que, aún en medio dé sus extravíos, no se endurezca su corazón, y vuelva en sí, y se convierta y se salve. Si alguno se pierde, no eche a nadie más que a sí mismo la culpa de su perdición, porque Dios nos ha descubierto en su Madre en estos últimos tiempos por medio de Bernardita, todos los tesoros de su gracia y de su amor. Nosotros que tenemos la dicha de ser el objeto de la solicitud maternal de María y que nos hemos consagrado a Ella ingresando en su Cofradía, conduzcámonos como verdaderos hijos y devotos suyos, cumpliendo con las obligaciones que contrajimos al ser regenerados en las aguas del bautismo; pues en esto consiste la verdadera y principal devoción a María. Huyamos con sumo cuidado y diligencia de todo aquello que puede apartarnos del recto camino que nos conduce al cielo; de las malas lecturas, de los falsos amigos, de las reuniones peligrosas, pues guardándonos a nosotros mismos, Dios también nos guardará y nos sostendrá para que no caigamos de su divina gracia.

Medítese sobre lo dicho y pida cada uno la gracia que desea alcanzar por medio de esta Noveno.

Parte Histórica

Dieciocho veces se había aparecido la Sma. Virgen a Bernardita, siendo la última en el día que la Iglesia dedica en honor de Nuestra Señora del Carmen. Multitud de gentes en muchas ocasiones habían presenciado la admirable transformación, que causara en la niña la Aparición. Una fuente misteriosa había brotado bajo las manos de la pastorcita, guiada por las indicaciones de la Señora; muchos enfermos de alma y cuerpo habían recobrado la salud; y a pesar de todo los librepensadores se obstinaban en negarlo todo sin someterse a las pruebas, a que los católicos les provocaban. Siempre han sido los mismos los impíos; ellos que tanto claman por los fueros de la razón, son los que menos los respetan en cuanto dejan de serles favorables. Mas en, lo que a la Aparición de la Santísima Virgen de Lourdes se refiere, aún cuando hubiesen querido perseverar en seguir su sistema sobredicho, de nada les hubiera servido, pues los sucesos se habían verificado de una manera tan prodigiosa, que sin remedio tuvieron que verse humillados y confundidos sin recurso de apelación.

Desde el fondo de una roca desierta, y anunciada por la voz de una niña, lo sobrenatural se había abierto camino, derribando todos los obstáculos, arrastrando a las muchedumbres y conquistando a su paso todos los corazones que de buena fe buscaban la verdad. El Sr. Obispo de Tarbes, después de la más escrupulosa depuración de los hechos confirmó la verdad de las apariciones por un decreto de 18 de Enero de 1862. Desde entonces el mundo entero católico, ansioso de corresponder a los deseos de la Santísima Virgen, ha acudido a su llamamiento y todos los años llegan a Lourdes muchos millares de peregrinos de las cinco partes del mundo. Nosotros en esta Novena hemos procurado también honrar a la que descendió de los cielos para nuestro bien.

Noveno Día

¡Inmaculada y Santísima Madre de Dios! Altísimas lecciones me habéis dado en esta Novena; saludables y amorosas invitaciones he recibido; no quiero ser ingrato ni obstinado. Decididamente me propongo servir a Dios con fidelidad, amarle con todo el afecto de mi alma, y honraros a Vos como a Madre mía queridísima. Imprimid estos efectos en mi corazón para que jamás los olvide; obtenedme la gracia de perseverar constantemente en estos Santos pensamientos hasta exhalar el último suspiro de mi vida, mereciendo, ahora y siempre vuestra protección, hasta que tenga la dicha de gozar en el cielo de las infinitas delicias, que Dios tiene preparadas para los que le aman. Y a fin de que estos mis propósitos os sean más aceptables, os saludo con las siguientes Avemarías y deprecaciones

Se rezan las Avemarías como el primer día y después la oración final: Inmaculada Señora etc.

Oración Final

Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que mostrasteis a los hombres, dignándote aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita, os ruego me hagáis merced de alegrar mi corazón con vuestras influencias soberanas. Y así, Señora, como hicisteis brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derramad sobre mi pobre alma las dulcísimas y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno de los goces purísimos del cielo. Amén.

LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO, 2 DE FEBRERO


2 de Febrero
 La Presentación de Jesús en el Templo




La Presentación de Jesús El relato de este hermoso hecho lo podemos leer en San Lucas, Capítulo 2, vs. 22-39.

La Ley de Moisés mandaba que a los 40 días de nacido un niño fuera presentado en el templo. Hoy dos de febrero se cumplen los 40 días, contando desde el 25 de diciembre, fecha en la que celebramos el nacimiento de Jesús.

Los católicos hemos tenido la hermosa costumbre de llevar los niños al templo para presentarlos ante Nuestro Señor y la Santísima Virgen. Esta es una costumbre que tiene sus raíces en la Santa Biblia. Cuando hacemos la presentación de nuestros niños en el templo, estamos recordando lo que José y María hicieron con el Niño Jesús.

La Ley de Moisés mandaba que el hijo mayor de cada hogar, o sea el primogénito, le pertenecía a Nuestro Señor y que había que rescatarlo pagando por él una limosna en el templo. Esto lo hicieron María y José.

Por mandato del Libro Sagrado, al presentar un niño en el templo había que llevar un cordero y una paloma y ofrecerlos en sacrificio al Señor (el cordero y la paloma son dos animalitos inofensivos e inocentes y su sangre se ofrecía por los pecados de los que sí somos ofensivos y no somos inocentes. Jesús no necesitaba ofrecer este sacrificio, pero quiso que se ofreciera porque El venía a obedecer humildemente a las Santas Leyes del Señor y a ser semejante en todo a nosotros, menos en el pecado).

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 2 DE FEBRERO DE 2020, FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR


Lecturas de hoy Presentación del Señor
Hoy, domingo, 2 de febrero de 2020


Primera lectura
Lectura del libro de Malaquías (3,1-4):

Así dice el Señor: «Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar –dice el Señor de los ejércitos–. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos.»

Palabra de Dios



Salmo
Sal 23

R/. El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra. R/.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. R/.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (2,14-18):

Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera como esclavos. Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,22-40):

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy domingo, 
2 de febrero de 2020
Fernando Torres cmf


Día de la Vida Religiosa

      Este domingo, en toda la Iglesia, se celebra el día de la vida religiosa. Para entendernos, el día de los frailes, las monjas, los religiosos, las religiosas, los monjes y las monjas. Son aproximadamente 15 siglos de historia de la Iglesia en la que han ido surgiendo grupos de hombres y mujeres que, atentos a la voz del Espíritu, han ido sirviendo a las diversas necesidades del pueblo de Dios, que no es solo la gente que va a la Iglesia sino toda la humanidad. Órdenes, congregaciones, institutos religiosos, con los más diversos hábitos o sin hábito, sin un uniforme que les identifique, en todas las partes del mundo han dedicado su vida a los demás: han sido faros de oración y espiritualidad, han atendido a los enfermos, ancianos y moribundos, han educado a generaciones y generaciones de jóvenes, han dedicado su vida al mundo de la cultura, han predicado la palabra de Dios a tiempo y a destiempo, han vivido en medio de los creyentes y de los increyentes. A todos han servido y a todos han atendido. Pero siempre con un estilo de vida marcado por la fraternidad y los votos de castidad, pobreza y obediencia, como su forma concreta de vivir al estilo de Jesús. 

      No han sido perfectos. Han cometido fallos y errores. Pero hay en todas las órdenes y congregaciones un caudal de buena voluntad, de entrega generosa y de servicio al Evangelio que no se puede negar. Han sido muchos los que han entregado su vida, hasta el final, al servicio de su vocación, de su misión. 

      En un día como hoy, hay mucho que celebrar, hay mucho por lo que dar gracias. Son muchas órdenes y congregaciones. De hombres y de mujeres. Algunas nacieron, crecieron, realizaron su misión y murieron a lo largo de los siglos. Hay muchas que están actualmente vivas y trabajando, como siempre lo han hecho, al servicio de su misión evangelizadora, sirviendo a los hombres y mujeres de este mundo sin distinción de razas ni géneros ni credos: simplemente haciendo el bien. Y otras nuevas congregaciones siguen naciendo hoy en día. Porque el Espíritu de Jesús es libre y sigue llamando hoy a hombres y mujeres para que generosamente, lo dejen todo y entreguen su vida al servicio del Evangelio. Preparando el camino a todos para que se encuentren con Dios mismo, con Jesús, siendo testigos del amor de Dios en nuestro mundo. 

      Ellos no son toda la Iglesia. Pero son una parte muy importante de ella. Me atrevería a decir que una parte imprescindible. Demos gracias a Dios por ellos, porque en su vida, en su generosidad, entrega y buena voluntad, a pesar de sus fallos y limitaciones –son como los demás, hechos de carne y hueso– todos podemos ver reflejado al Salvador Jesús, al que Dios mismo presentó ante todos los pueblos, luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel, como dice el Evangelio de hoy en esta fiesta de la Presentación. 



      No estaría mal que si hoy nos encontramos con alguna religiosa o religioso, les felicitásemos y les pidiésemos que nos contasen algo de su estilo de vida. 

FELIZ DOMINGO!!




viernes, 31 de enero de 2020

¿QUÉ ES LA MUERTE PARA LOS CATÓLICOS?


¿Qué es la muerte para los católicos?
La muerte no tiene que ser vista como algo desagradable. ¡Es el encuentro definitivo con Dios!


Por: Mario Santana Bueno | Fuente: diocesisdecanarias.es






¿Cómo entendemos los católicos la muerte?
De lo único que tenemos certeza es que algún día moriremos. La realidad de la muerte está presente en nuestra vida cada día, cada momento.


1.- ¿Cómo entiende la sociedad la muerte?
La muerte en la sociedad es para muchas personas un tabú. La gente no quiere siquiera que se nombre la palabra "muerte", piensan que así se ignora esa realidad.
Por otro lado, estamos siempre viendo la muerte como espectáculo, en la televisión, en los accidentes. Vemos que la muchas personas disfrutan viendo una y otra vez las imágenes donde hay personas que mueren...

 ¿Tienes miedo a la muerte?
 ¿Por qué?
 ¿Qué experiencias tienes de la muerte de otras personas?

2.- La muerte para los católicos
Para los católicos, la muerte forma parte de la vida; no es una ruptura especialmente importante. Nosotros nos fiamos de Jesús que dio su vida por nosotros para que nosotros tengamos vida eterna.

Creemos que Jesús resucitó y también nosotros resucitaremos con Él.

* ¿Te fías tú de Jesús y de lo que Jesús dijo sobre la muerte, de su propia muerte y de la nuestra?

3.- ¿Por qué existe la muerte? ¿Por qué tenemos que morir?
La respuesta nos la da la Biblia:

"Así pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo, y con el pecado la muerte, y la muerte pasó a todos porque todos pecaron." (Romanos 5, 12).

"El pago que da el pecado es la muerte; pero el don que da Dios es vida eterna en unión con Cristo Jesús, nuestro Señor."

La muerte existe en el mundo como consecuencia del pecado. Como nosotros también somos pecadores, un día moriremos. Desde la fe vemos que en la muerte unidos a Cristo también resucitaremos con Él.

 ¿Crees que el pecado produce "muerte" en distintos aspectos de la vida?
 ¿Produce el pecado muerte física? ¿En qué casos? ¿Por qué?

4.- ¿Cómo afrontamos los católicos la muerte?
Con serenidad, con confianza. Para nosotros la muerte no es "nada del otro mundo". Nos fijamos en Jesús cuando vio que su muerte se aproximaba y tratamos de tener sus mismas actitudes y su confianza en el Padre Dios:

"Adelantándose unos pasos, se inclinó hasta el suelo, y oró diciendo: Padre mío, si es posible, líbrame de esta copa de amargura; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú." (Mateo 26, 39)

Hay que aprender a aceptar la muerte como algo que forma parte de la vida. Esto se logra poco a poco, fiándonos de Dios, poniendo en Él nuestra confianza. Los cristianos sabemos que todo no acaba con la muerte. Sabemos que el amor es más fuerte que la muerte.
Cuando muere una persona que queremos, nuestro amor hacia ella permanece intacto y, aunque pasen los años, el amor no muere nunca. Si hemos amado a Jesús con toda nuestra vida y con todo nuestro corazón, podemos decir con el apóstol san Pablo:
"Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte ganancia. Pero si viviendo en este cuerpo puedo seguir trabajando para bien de la causa del Señor, entonces no sé qué escoger. Me es difícil decidirme por una de las dos cosas: por un lado, quisiera morir para ir a estar con Cristo, pues eso sería mucho mejor para mí; pero por otro lado, es más necesario por causa de ustedes que siga viviendo." (Filipenses 1, 21-24).

 ¿Te fías de verdad de lo que dice la Palabra de Dios? ¿Por qué?

5.- Los Católicos ¿Creemos en la reencarnación?
No. Los cristianos en general no creemos en la reencarnación. La Palabra de Dios nos dice:

"Y así como todos han de morir una sola vez y después vendrá el juicio." (Hebreos 9, 27)

No hay reencarnación después de la muerte. Tenemos la seguridad tal y como nos dice la palabra de Dios:
"Esto es muy cierto: Si morimos con Él, también viviremos con Él; si sufrimos, tendremos parte en su reino." (2 Timoteo 2, 11).

 ¿Por qué crees tú que hay personas que piensan que la reencarnación es posible?
 ¿Piensas que las personas tenemos con una sola vida la posibilidad de llegar a ser felices con Dios?

6.- ¿Qué hay después de la muerte?
Ya hemos dicho que para los cristianos la muerte es sólo el final de la vida terrena, pero no el final de la vida. Lo que creemos los católicos es lo siguiente:
Creemos que tenemos un alma inmortal creada por Dios que no muere con la muerte sino que pervive en una vida eterna.
No es que seamos dos cosas distintas. El ser humano es una unidad. Yo soy alma y cuerpo a la vez. Mi cuerpo muere, pero mi "yo" pervive eternamente.

¿Qué es para ti el "alma"?
¿Puede ir alma y cuerpo por separado?
¿Crees que el ser humano está formado por dos partes distintas o más bien es una unidad?

7.- ¿Qué es eso de la "Vida Eterna"?
La vida eterna no es igual a esta vida.
Cada persona que muere vivirá en la vida eterna lo que ha elegido previamente en esta vida. Jesús nos da la salvación (la vida eterna), pero no nos obliga a aceptarla. Eres tú quien tiene que aceptarlo en tu vida de una manera voluntaria, amorosa.
En la vida eterna, una vez muertos, los católicos creemos que hay tres posibilidades para el ser humano. Tu "yo personal", lo que llamamos "el alma", pasará a una de estas tres opciones:

1. El cielo, contemplando a Dios.
2. El purgatorio, purificándose para poder entrar en comunión con Dios.
3. El infierno, quedará definitivamente separada de Dios.

 ¿Cómo te imaginas lo que es la "vida eterna"?
 ¿Disfrutamos en esta vida ya de algo de la "vida eterna"?
 ¿Cómo puede entrar una persona en la "vida eterna"?

8.- ¿Qué es el Juicio Final después de la Muerte?
Los católicos creemos que una persona cuando muere queda sometido a un juicio inmediato del Señor, que decidirá definitivamente su suerte. En el Nuevo Testamento hay varios ejemplos donde se nos habla de que la persona nada más morir, recibirá su retribución según hayan sido sus obras en la tierra:

Lc 16, 19-22: parábola de Epulón y Lázaro.
 Lc 23,43: Jesús al buen ladrón.
Cada persona, al morir, recibe en su alma inmortal la "herencia" según en su vida haya aceptado a Jesús como su salvador y su vida haya sido coherente con el mensaje de su salvador.

 ¿Cómo te imaginas el juicio final?
 Si Dios es tan bueno ¿Cómo nos va a hacer un "juicio"?
 ¿Qué nos salva: sólo la fe o sólo las obras?

9.- ¿Qué es "el Cielo"?
Para los cristianos, el cielo es la vida definitiva junto a Dios, para siempre, para toda la eternidad. Mientras estamos en esta vida caemos y nos alejamos de Dios con frecuencia. El cielo es el estar con Dios para toda la eternidad. En el cielo seremos totalmente felices y de una manera definitiva, una felicidad absoluta. San Pablo nos dice:
"Ni ojo vio, ni oído oyó, ni el hombre pudo pensar lo que Dios ha preparado para los que le aman." (1 Cor 2,9).
Al cielo llega inmediatamente una persona que acaba de morir en gracia y amistad con Dios.
"Cuando vaya y les prepare sitio, vendré de nuevo y les acogeré conmigo; así, donde estoy yo estarán también ustedes. Y para ir adonde yo voy, ya saben el camino. " (Jn 14,3-4)
Vivir en el cielo es estar con Cristo. La Palabra de Dios nos habla del cielo dándole varios nombres distintos: vida, luz, banquete de bodas, vino del reino, casa del Padre, Jerusalén celeste, paraíso...
Ten en cuenta que el cielo no es "un lugar" al que vamos, es un estado en el que se encontrará nuestra vida (el alma).

 ¿Cómo te imaginas el cielo?
 ¿Crees que el cielo es un lugar? ¿Por qué?
 ¿Cielo y felicidad son lo mismo?

10.- ¿Qué es el "Infierno"?
Es la condenación eterna. Es cuando una persona rechaza conscientemente en su vida terrenal a Dios. Dios nos invita a salvarnos, nos invita al cielo, pero los seres humanos somos libres para elegir. Si rechazamos a Dios, si no lo tenemos en cuenta en nuestra vida, estamos autocondenándonos.
"Tampoco tengan miedo de los que matan el cuerpo pero no pueden matar la vida; teman si acaso al que puede acabar con vida y cuerpo en el fuego." (Mt 10,28).
En el Evangelio se puede presuponer por las palabras de Jesús que existen y existirán personas condenadas en el infierno:

 "el hijo de la perdición": Jn 17,12
 "vayan malditos al fuego eterno..." Mt 25,41
La Iglesia católica nunca ha dicho que haya alguien condenado, aunque sí ha dicho que las almas de quienes mueren en pecado mortal son llevadas inmediatamente al infierno, donde son atormentadas con penas inacabables.
"Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y saben que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él." (1 Jn 3,15)
Los católicos no creemos en el destino. Nosotros no creemos que la vida de cada persona "esté ya escrita". Cada ser humano es libre de elegir el estado que quiere para su vida.
Los católicos creemos que para ir al "estado de infierno" (recuerda que el infierno no es tampoco "un sitio" al que vamos después de morir...) la persona tiene que tener una voluntaria aversión a Dios (un pecado mortal) y persistir en ese pecado hasta el final.

 ¿Cuál es el motivo por el cual una persona puede acabar en el "estado de infierno"?
 ¿Es fácil o difícil ir al infierno? ¿Por qué?
 ¿Que quiere decir la gente cuando afirma que "el infierno está aquí..."?

11.- ¿Qué es el "Purgatorio"?
Es un estado, tampoco es un "lugar" o espacio físico.
La Iglesia siguiendo el consejo de la Escritura (2 Macabeos 12,46) siempre rezó por los difuntos. Creemos que los que mueren en gracia y amistad con Dios sin estar, sin embargo, plenamente purificados o con algún resto de pecado, sufrirán una purificación antes de llegar a Dios.
El rezar por los difuntos, y de una manera especial la santa misa, ofrecida por los difuntos pueden ayudar a su pronta purificación.

12.- ¿Qué es la "Resurrección de la Carne"?
Los cristianos católicos creemos que al final de los tiempos resucitaremos todos. Creemos que del mismo modo que Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos, y vive para siempre, igualmente los justos después de su muerte vivirán para siempre con Cristo resucitado y que Él los resucitará en el último día:
"Y éste es el designio del que me envió: que de todo lo que me ha entregado no pierda nada, sino que lo resucite el último día. Porque este es el designio de mi Padre, que todo el que reconoce al Hijo y le presta adhesión tenga vida definitiva, y lo resucite yo el último día. " (Jn 6, 39-40).
Creer en la resurrección de los muertos ha sido desde sus comienzos el elemento esencial de la fe cristiana:
"Ahora bien, si nuestro mensaje es que Cristo ha resucitado. ¿cómo dicen algunos de ustedes que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, el mensaje que predicamos no sirve para nada, ni tampoco sirve para nada la fe que tienen. Pero lo cierto es que Cristo ha resucitado. Él es el primer fruto de la cosecha. Ha sido el primero en resucitar." (1 Cor. 15 12-14.20)
"¡Y Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos!" (Mc 12,27)
Jesús liga la fe en la resurrección a la fe en su propia persona:
"Jesús le dijo entonces: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y ninguno de los que viven y creen en mí morirá jamás. ¿Crees esto?" (Jn 11,25)

13.- ¿Cómo resucitan los muertos?
¿Qué es resucitar?
No es volver de nuevo a esta vida material. En la muerte, separación del alma y del cuerpo, el cuerpo de la persona cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios en su infinito poder dará a nuestros cuerpos la vida incorruptible uniéndolos a nuestras almas, por la virtud de la resurrección de Jesús.

¿Quién resucitará?
Todas las personas que han muerto: "No se admiren de esto, porque va a llegar la hora en que todos los muertos oirán su voz y saldrán de las tumbas. Los que hicieron el bien, resucitarán para tener vida; pero los que hicieron el mal, resucitarán para ser condenados." (Jn 5, 28-29).

¿Cómo resucitaremos?
Cristo resuitó con su propio cuerpo: "Vean mis manos y mis pies: ¡soy yo mismo! Tóquenme y miren: un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo." (Lc 24,39)
Pero Jesús no volvió a la vida terrenal. Del mismo, en Él: "Nosotros somos ciudadanos del cielo, y estamos esperando que del cielo venga el Salvador, el Señor Jesucristo, que cambiará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso como el suyo. Y lo hará por medio del poder que tiene para dominar todas las cosas." (Filpenses 3, 20-21)
Será un "cuerpo espiritual": "Tal vez alguno preguntará: "¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Qué clase de cuerpo tendrán?" ¡Es una pregunta tonta! Cuando se siembra, la semilla tiene que morir, para que tome vida la planta. Lo que se siembra no es la planta que ha de brotar, sino el simple grano, sea de trigo o de otra cosa. Lo mismo sucede con la resurrección de los muertos: lo que se entierra es corruptible y lo que resucita es incorruptible. Pues nuestra naturaleza corruptible se revestirá de lo incorruptible, y nuestro cuerpo mortal se revestirá de inmortalidad." (1 Corintios 15, 35-37 42.53).
Nosotros no sabemos el "cómo" será ese cuerpo, porque ese conocimiento va mucho má allá de lo que como humanos podemos imaginar y no lo sabemos sino por la fe.

14.- ¿Cuándo resucitaremos?
Sin duda, en el último día, al fin del mundo.
Participar en la misa es también participar en la resurrección de Jesús:
"Jesús les dijo: Les aseguro que, si no comen el cuerpo del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré el último día. Porque mi cuerpo es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, vive unido a mí; y yo vivo unido a él. El Padre , que me ha enviado, tiene vida, y yo vivo por él. De la misma manera, el que me coma vivirá por mí. Hablo del pan que ha bajado del cielo. Este pan no es el que comieron sus antepasados, que a pesar de haberlo comido murieron. El que coma de este pan, vivirá para siempre." (Jn 6, 53-58).
El Bautismo también nos hace participar en la resurrección de Cristo:
"Al ser bautizados, fueron sepultados con Cristo y resucitados también con él, porque creyeron en el poder de Dios que le resucitó. Por lo tanto, ya que han sido resucitados con Cristo, busquen las cosas del cielo, donde está Cristo sentado a la derecha del Padre". (Colosenses 2, 12; 3,1)
El creyente espera la resurrección, esperamos "en Cristo":
"...el cuerpo es para el Señor, y el Señor es para el cuerpo. Y así como Dios resucitó al Señor, también nos resucitará a nosotros por su poder. ¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que Dios les ha dado, y que el Espíritu Santo vive en ustedes? No son ustedes sus propios dueños, porque Dios les ha comprado por un precio. Por eso deben honrar a Dios en el cuerpo." (1 Corintios 6, 13-15. 19-20).

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY VIERNES 31 DE ENERO DE 2020



Lecturas de hoy San Andrés, apóstol
Hoy, viernes, 31 de enero de 2020


Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10,9-18):

Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.» Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.» Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: «¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!» Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así, pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los limites del orbe su lenguaje.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 18,2-3.4-5

R/. A toda la tierra alcanza su pregón

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,18-22):

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores.
Les dijo: «Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy viernes, 31 de enero de 2020
Severiano Blanco, cmf


Queridos hermanos:

Ignoramos el criterio seguido por Jesús al buscarse discípulos y seguidores. Lo que tenemos claro son sus “desaciertos” (¿?), pues no llamó al mejor de cada casa: uno le venderá, otro le negará, otros, a la hora de la verdad (la del proceso), le abandonarán y huirán cobardemente (Mc 14,50). Desde nuestros cálculos, habríamos esperado más perspicacia. Pero Jesús no vino precisamente a llamar a los justos, sino a los pecadores (Mc 2,17). La suya es una “política peculiar”: no es un Mesías justiciero, sino que se fía de los pecadores y comparte con ellos su tarea, los hace “pescadores de hombres”.

Pero esto no era nuevo. Ya entre los elegidos por Yahvé en el AT para ser sus grandes mediadores hubo de todo. Junto al intachable Samuel, y profetas heroicos y mártires, encontramos a Moisés y Aarón castigados a no entrar en la tierra prometida por no haber sido modelos de confianza en el Dios que los guiaba (Nm 20,12). ¿Y qué decir de David? Se afirma que Dios le eligió fijándose en su corazón (1Sam 16,7), pues “se había buscado un hombre según su corazón” (1Sam 13,14; Hch 13,22); será el gran depositario de las promesas mesiánicas. Pero la Biblia no disimula su condición de pecador; y no la afirma de pasada, sino en detalle. Dios elige lo que no cuenta para humillar a lo que cuenta, dirá S. Pablo (1Co 1,28); y esto se aplica incluso en el campo de lo moral, de la virtud y del pecado, para que no quede resquicio a la autosuficiencia humana o religiosa. David, encargado de guiar al pueblo elegido, es adúltero y asesino.

Cambiando de tema, el evangelio nos presenta a Jesús afanado en infundir esperanza en sus adeptos. Estamos seguramente en la primera época de su ministerio, la “primavera galileana”, la de las Bienaventuranzas, cuando aún apenas hay signos de oposición. Pero los seguidores van cayendo en la cuenta de sus propias ruindades y rencillas. ¿Tiene sentido que Jesús anuncie que llega el Reino de Dios? ¿Que, a partir de aquel grupito de miserables, pueda siquiera despuntar algo grandioso? Ante tales dudas, él los invita a creer en el Dios que, según una oración que ellos conocen, “lo da a sus amigos mientras duermen” (Sal 127,2). Deben confiar en la acción, callada pero eficaz, del Padre, en “su gran amor que todo lo engrandece”, como dice un himno de vísperas. ¡De una semilla imperceptible hace surgir todo un árbol! Es algo superior a cualquier esfuerzo o poder humano; falla toda comparación o cálculo.

A veces nos falta profundidad en la mirada. Jesús, perspicaz y reflexivo, se fijaba en los pequeños detalles, e invitaba a sus seguidores a mirar así. Debían intuir lo contenido potencialmente en una semilla minúscula, en un poquito de levadura…, quizá también en pequeños actos de servicio entre sus discípulos, en gestos de perdón, en sentimientos de compasión. Eso era ya el despuntar de un mundo nuevo y grandioso, gracias a los corazones de los discípulos ya renovados por la palabra de Jesús mismo.

Vuestro hermano

Severiano Blanco cmf

HOY ES LA FIESTA DE SAN JUAN BOSCO, 31 DE ENERO


San Juan Bosco
Debemos acostumbrarnos a vivir siempre en la presencia de Dios, puesto que Él está presente en todo.


Por: Pedro García, Misionero Claretiano |




Un Santo tan popular, tan universalmente venerado, tan querido de todos. Un hombre tan grande, con una idea fija: ¡Señor, dame almas!... Almas, almas, sobre todo de niños y de jóvenes, para llevarlas a ti.

Al hablar de San Juan Bosco hay que empezar por su madre, la famosa mamá Margarita, porque la madre dejó impresa en Juan una huella indeleble, de mucha trascendencia en su vida y en su misión educadora. Margarita forma a su hijo en el temor santo de Dios, y le dice con gravedad:

- Dios nos ve; Dios está en todas partes; Dios es nuestro Padre, nuestro Redentor y nuestro Juez, que de todo nos tomará cuenta, que castigará a los que desobedecen sus leyes y mandatos, y premiará con largueza infinita a los que le aman y obedecen. Debemos acostumbrarnos a vivir siempre en la presencia de Dios, puesto que Él está presente en todo.

Esto dice una madre cristiana, tan amorosa pero tan seria, que sabe poner un fundamento indestructible. Juan aprende bien la lección, y ese temor de Dios será la base de su sistema educativo.

Pronto descubre el niño Juan, a sólo nueve años de edad, lo que va a ser su vida.

Tiene una visión extraordinaria. Contempla en una pradera a muchos niños que gesticulan, blasfeman, roban y se entregan a toda suerte de fechorías. Entonces él, Juan Bosco, se tira en medio de ellos, y empieza a repartir golpes y bastonazos furiosos... Hasta que le detiene el Señor, que se le aparece y le amonesta:

- ¡No; así no se hace! Ponte en medio de ellos, y enséñales lo feo que es el pecado y lo bella que es la vida cristiana.

Aparece también la Señora, que le muestra una manada de animales extraños y feroces, cambiados después en corderos juguetones y que balan amorosos, mientras la Señora le dice:

- ¡Mira lo que te espera! Hazte bien humilde, fuerte, bueno, y verás lo que vas a hacer.
Juan se echa a llorar. Pero sigue la Señora:
- Llegará un tiempo en que lo comprenderás todo.

Y desapareció la visión. En ella está encerrada la misión que le espera a Juan Bosco: Jesucristo y la Virgen le encomiendan la salvación de los niños y los jóvenes. En vez de ser unos maleantes y unos perdidos en la sociedad, como los animales aquellos, serán ciudadanos dignos y unos cristianos ejemplares, como corderitos mansos.

Ya sacerdote, Juan Bosco está en la sacristía y ve cómo el sacristán golpea sin compasión a un muchacho de quince años porque no sabe ayudar a Misa. Juan Bosco se enternece.

- Ven, muchacho. Vamos a rezar.
- Yo no sé rezar, Padre.
- No tengas miedo, ya lo harás conmigo.
Se arrodillan los dos, y rezan a la Virgen. Don Bosco le encarga:
- Vente aquí el domingo por la tarde.

Y allí que se presenta el chico con otros compañeros. ¡Nacía entonces en Turín la obra de los Ora-torios festivos, y con ella toda la obra inmensa de Don Bosco! Los Salesianos, las Hijas de María Auxiliadora... Y por doquier, oratorios, escuelas, templos de fuerte espiritualidad...

Nos hemos acostumbrado a pensar en un Don Bosco que pasa la vida riendo y haciendo reír. Pero hay que adentrarse en aquella alma de santo troquelada en la pobreza, el abandono y la comprensión de los principios del Oratorio, que era emigrante hasta que se asentó de manera estable. Los chicos le vieron por primera vez llorar. Y su madre, la clásica mamá Margarita, mujer santa de veras, aunque vivía feliz en el seno del hogar con su hijo José y sus nietecitos, abandona decidida todo para vivir en plenitud la pobreza y las angustias de su hijo Juan, el sacerdote de quien está tan orgullosa. La madre de Don Bosco es también la madre también de cientos y de miles de muchachos del Oratorio bendito.

¿Dónde está el secreto de Don Bosco? Está en su Sistema Preventivo, que se ha hecho famoso.
Al niño, al joven, hay que darle Religión, Temor santo de Dios, Sacramentos, Oración. Para cuando el demonio venga, llegará tarde.

Después, meter grandes convicciones en el niño y en el joven, para que actúen siempre con sentido de responsabilidad, por sí mismos, y no por miedo.

Y, finalmente, tratarlos con mucho amor. La familiaridad con ellos, les llevará al amor. El amor, les inspirará confianza. Con la confianza en el educador, se tiene todo ganado.

Así lo hacía Don Bosco. Su mejor alumno, Domingo Savio, que con sus quince años está en los altares, dirá: -Nosotros aquí hacemos consistir la santidad en mucha alegría.

En 1887, poco antes de morir, Don Bosco llega a Roma para inaugurar la Basílica del Sagrado Corazón, hasta quince veces interrumpe la Misa con el llanto. ¿Por qué llora?... Le han venido a la mente las palabras de la Virgen en aquella visión: -A su tiempo lo entenderás todo. Así es. Tantos niños y jóvenes como se hubieran perdido, son en sus oratorios y escuelas una gloria de la sociedad y de la Iglesia. ¡Miles y miles de jóvenes en camino de salvación!... Su sed de almas está saciada...

Don Bosco, San Juan Bosco, es uno de los hombres más providenciales suscitados por Dios en la Iglesia de nuestros días.


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