miércoles, 15 de enero de 2014

TE ACLAMAMOS VIRGEN MARÍA, POR MADRE Y SEÑORA

   
Te aclamamos por Madre y Señora 
Himno, Liturgia de las horas


Te aclamamos por Madre y Señora 
-eres causa de nuestra alegría-; 
nuestra Reina, la corredentora 
que ha querido mostrarse pastora. 
¡Oh humildísima Virgen María! 
  
Has trocado la augusta diadema 
por sencillo sombrero con flores, 
amapolas y espigas tu gema, 
y es un báculo humilde tu emblema 
de Pastora entre tantos pastores. 
  
Cual ninguno conoces la fuente, 
manantial de las aguas tranquilas. 
A la sombra del Omnipotente 
no hay oveja que no se apaciente 
cuando tú, cual Pastora, vigilas. 
  
¡Qué feliz es contigo el rebaño!, 
lo recuestas en verdes praderas 
lo conduces con gozo y sin daño, 
lo defiendes del mal, del engaño, 
en guardarle del lobo te esmeras. 
  
Quien de ti se ha fiado no falla 
al cruzar las cañadas oscuras, 
lo proteges en toda batalla, 
eres lumbre y escudo y muralla, 
le hallas pasto en las peñas más duras. 
  
¡Gloria a aquel que la quiso tan bella! 
Gloria al Hijo, su dicha y su encanto 
-Astro Rey que nació de una estrella-. 
Por la obra que él hizo con ella, 
gloria sea al Espíritu Santo.  

TANTAS VECES, VIRGEN MARÍA ME HAS AUXILIADO


Tanta veces, María
Rafael Ángel Marañón


Tantas veces María me has auxiliado, 
Que siento la vergüenza, angustia y pena 
Del que torna de casa hostil y ajena 
Y volviendo a tu amor, llego turbado. 

Ignoran las estrellas cuando, helado, 
En las noches de oscuridad suprema 
Sin luna, sin lucero, mi gangrena 
Crecía con el furor de mi pecado 

Acudo una vez más a tu clemencia 
Y apelo a tu serena mansedumbre, 
Más grata cuanto más vil fue mi ausencia. 

Y sé que tu recibes mi dolencia; 
Que afable me convidas a tu lumbre 
Por que es inagotable tu paciencia. 

CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN MARÍA



martes, 14 de enero de 2014

PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO


REGALOS QUE NO TE CONVIENE RECIBIR

Hay regalos que no te conviene recibir

Era un profesor comprometido y estricto, conocido también por sus alumnos como un hombre justo y comprensivo.

Al terminar la clase, ese día de verano, mientras el maestro organizaba unosdocumentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y en forma desafiante le dijo:

- Profesor, lo que me alegra de haber terminado la clase es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de verle esa cara aburridora.

El alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado.

El profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó:

- ¿Cuándo alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes?

El alumno quedó desconcertado por la calidez de la sorpresiva pregunta.

- Por supuesto que no. -Contestó de nuevo en tono despectivo el muchacho.

- Bueno, -prosiguió el profesor-, cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo, en este caso una emoción de rabia y rencor, que puedo decidir no aceptar.

- No entiendo a qué se refiere. -dijo el alumno confundido.

- Muy sencillo, -replicó el profesor-, tú me estás ofreciendo rabia y desprecio y si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo, y yo, mi amigo, en verdad, prefiero obsequiarme mi propia serenidad.

- Muchacho, -concluyó el profesor en tono gentil-, tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa, yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón pero de mí depende lo que yo cargo en el mío.

Cada día, en todo momento, tú puedes escoger qué emociones o sentimientos quieres poner en tu corazón y lo que elijas lo tendrás hasta que decidas cambiarlo.

Es tan grande la libertad que nos da la vida que hasta tenemos la opción de amargarnos o ser felices.

¿Qué escogiste tú?

LA FLOR DE LA ALEGRÍA

La flor de la alegría
Autor:  Padre Justo López Melús


Sólo encuentra la alegría y la felicidad el que la busca... para los demás. Según una leyenda india, había muchas flores en el jardín de la humanidad, pero faltaba la más hermosa, la flor de la alegría. Un día llegó al jardín un extranjero, vio a los hombres tristes y les dijo: «En la cumbre de la montaña hay una flor preciosa. El que la traiga y la plante en su jardín será feliz».

Desde entonces todos se decidieron a buscar la flor. El primero, el rey. Pero la corona le pesaba mucho y abandonó. Luego un guerrero, pero le pareció poca cosa y no la vio. Después un sabio, pero entre dudas y vacilaciones se desanimó. Y un día un niño se extravió y se encontró con la flor de la alegría. Con sus ojos limpios la distinguió y le cautivó. Y exclamó gozoso: «Llevaré esta florecita a mi madre y se alegrará». Y fue dichoso al ver la alegría de su madre.

¿QUÉ ES LA LECTIO DIVINA?

 Lectio Divina:
Un itinerario para leer
la Palabra en Pascua

La «lectio divina» es una manera de entrar en diálogo con el Dios que nos habla a través de su Palabra.
Podemos representar gráficamente el itinerario de la «lectio divina»
de esta manera:

LECTURA
¿Qué dice el texto?
• Leer el texto de manera atenta y respetuosa.
• Detenerse (estar-reposar) sobre el texto.
• Descubrir el mensaje de fe.

COMPROMISO
¿Qué camino de vida me invita a tomar?
• Ver la realidad con la mirada de Dios.
• Configuración con Cristo y vida en el Espíritu.
• Anuncio, compromiso y caridad.

MEDITACIÓN
¿Qué me dice el texto?
• Ponerse ante el espejo de la Palabra.
• Interiorizar.
• Ahondar en la propia vida.

ORACIÓN
¿Qué me hace decirle a Dios?
• Orar la Palabra: pido, alabo, agradezco, suplico…

CONTEMPLACIÓN
• Dios se me da a conocer con la experiencia
del corazón.
• Serenidad ante el misterio de Cristo.

ORIENTACIONES para leer la Biblia

1) Ambientar la lectura
La lectura del texto ha de ir precedida de un breve silencio o de una oración para pedir al Señor que nos abra el entendimiento y el corazón para acoger obedientemente su Palabra.
Los textos deben leerse despacio y sin prisas. No es una novela, ni un periódico, sino un texto muy importante para nosotros. Necesita que le demos tiempo, que la leamos una y otra vez para estar seguros de captar su mensaje.

2) Leer el texto en su contexto
La primera pregunta que debe guiar nuestra lectura es: ¿Qué experiencia de fe aparece recogida en este texto? Cuando leemos la Biblia buscamos precisamente eso: una experiencia creyente que nos ayude a entender la nuestra y a ampliar el horizonte de nuestra vivencia de la fe en una situación nueva. Para ello podemos acudir a recursos muy sencillos:

• Informarnos sobre aquella época: utilizar mapas, ambientar los textos
históricamente con ayuda de introducciones, comentarios, etc.
• Tener en cuenta que en la Biblia encontramos modos de hablar y de escribir distintos a los nuestros (parábolas, relatos de milagros, etc.).
• Recordar siempre que la Biblia es una palabra encarnada y que en ella hay
que distinguir entre el mensaje perenne y lo que era propio sólo de aquella
cultura (matanzas, violencia, discriminación de la mujer...). El mejor criterio para saber esto es leer todos los textos desde el mensaje y la vida de Jesús, que es el centro y la clave para leer toda la Biblia.

3) Leer para entender la vida
Después de esta primera lectura del texto es necesario exponer nuestra vida a la interpelación del mensaje que hemos descubierto. Nosotros no leemos la Biblia para saber más cosas sobre ella o por mera curiosidad. Leemos la Biblia para entender nuestra vida. En sus páginas no hay recetas, sino pistas fundamentales para orientar nuestra existencia. Esto supone:

• Tener una mirada penetrante sobre las cosas que pasan a nuestro alrededor: estar atentos a las cosas que nos pasan a nosotros y a la gente que nos rodea, a los signos de cada época.
• Estar dispuestos a dejarnos interpelar por el texto y por el mensaje que se nos desvela.

4) Lectura orante
La Biblia debe ser leída en el espíritu con el que ha sido escrita. A través de ella Dios nos habla, y para escucharle tenemos que estar en la misma sintonía. Esto significa que la lectura debe hacerse en un clima de oración, lo cual nos exige:

• Abrir sinceramente el corazón para acoger lo que Dios nos dice a través
de su Palabra.
• Responder a Dios a través de la súplica, la acción de gracias... completando así el diálogo que él mismo comienza. Porque escuchamos a Dios cuando leemos su Palabra y le hablamos cuando le dirigimos nuestra oración.

5) Lectura comunitaria
Es muy importante que la lectura personal se complemente con la comunitaria.
En la lectura comunitaria se ponen en juego los diversos carismas y sensibilidades para descubrir con más plenitud el mensaje de la Palabra de Dios, porque las diversas aportaciones hechas desde diversas experiencias de vida desvelan la riqueza de la Escritura con mayor claridad que la lectura individual. La lectura litúrgica es la mejor expresión de esta dimensión comunitaria.


6) Lectura comprometida

La lectura de la Biblia tiene como meta la vida. Cuando nos acercamos a leer la Biblia, llevamos nuestra vida y la vida de quienes nos rodean. Al descubrir su mensaje y dejarnos interpelar por él, descubrimos que la Palabra de Dios nos ofrece un impulso para la vida, un camino de conversión. Normalmente, cuando nuestra lectura de la Biblia no desemboca en el compromiso, cada vez nos resulta más difícil de entender lo que leemos.

LA VIDA ES UN SOPLO


LA VIDA ES UN SOPLO...

Se dice que todo pasa, es verdad. Pero ¿te parece que todo pasa del todo? Yo creo que no.

Es verdad que todo pasa y que todos pasamos; pero nosotros, al menos, no pasamos del todo; hay algo que queda detrás de nosotros, como un rastro, como una semilla, como un germen, que a su debido tiempo deberá desarrollarse.

El poeta Núñez de Arce cantó que:

“¿Qué es nuestra vida?
El sueño de un momento;
onda que pasa, sombra que se aleja;
ave tímida y muda, que no deja
ni el rastro de sus alas en el viento.”

¿Y las buenas obras? ¿Y las malas obras? ¿No dejan rastros que perduran? ¿Te satisface vivir unos pocos años y luego pasar al vacío infinito y al total olvido? No creo que ningún corazón humano quede satisfecho con esa perspectiva.

“Recuerda que mi vida es un soplo” (Job 7, 7) Es una necedad poner la meta en esta vida, que es pasajera, que no es la definitiva, que ha de ser superada por aquella que es la verdadera Vida.

El caminante no se fija tanto en el camino, cuanto en el término al que debe arribar; tu camino es esta vida. Tu meta, la eternidad.


(Alfonso Milagro. Los cinco minutos de Dios. Editorial Claretiana.)

BENDICIÓN

Bendición

Transformó mi vida hoy pidiendo a Dios que me bendiga!

A veces tenemos la impresión de que pedirle a Dios que nos bendiga, sería un acto egoísta. Así que expresamos: "Que Dios te bendiga; o Señor bendice estos alimentos." Sin embargo, no muy a menudo decimos: "Señor bendíceme". El pedir a Dios que nos bendiga sin poner un específico no es un acto egoísta en virtud de que Dios, va a decidir cómo nos va a bendecir y no nosotros. Le has pedido a Dios que te bendiga hoy?

Le doy un giro al día de hoy pidiéndole a Dios que me bendiga. Reconozco que es un hecho verdadero: una vida de bendición esta a mi alcance, mas debo pedir e implorar a Dios para recibir (Mateo 7:8) porque todo el que pide recibe!




"Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se abrirá." Mateo 7:7

¿QUÉ ES ORAR?

¿Qué es Orar?

Orar es entrar en sintonía con Dios. Hay muchas maneras de hacerlo, y no se puede decir que ésta es mejor que aquélla.

Hay oraciones individuales y comunitarias, basadas en fórmulas hechas y espontáneas, cantadas y recitadas. Los salmos, por ejemplo, son oraciones poéticas, de las que casi un centenar expresan lamentación y/o denuncia y otras cincuenta, alabanza.
No hay que caer en el fariseísmo de creer que mi oración es mejor que la de los otros, como el caso de aquel fariseo frente al publicano (Lucas 18,9-14).

Los occidentales tenemos dificultad para orar debido a nuestro racionalismo. En general, quedamos en el umbral de la puerta, entregados a la oración que se apoya en los sentidos (música, danza, mirar vitrales o paisajes, etc.) o en la razón (fórmulas, lecturas, reflexiones, etc.).

Orar es estar en relación de amor. Como sucede en una pareja, hay niveles de profundización entre el fiel y Dios. Jesús sugirió no multiplicar las palabras. Dios conoce nuestros anhelos y necesidades.
Unos oran como si Dios fuera sordo y distraído. Otros se parecen a esa tía que llama y habla tanto, tanto, que mi madre suelta el teléfono, sirve la comida y regresa, sin que su ausencia haya sido percibida.

El mismo Jesús, según cuenta el evangelio, prefería retirarse a lugares solitarios para entrar en oración. “Jesús se retiró a la montaña para orar. Y pasó toda la noche en oración a Dios” (Lucas 6,12).
En la oración es necesario entregarse a Dios. Dejar que él ore en nosotros. Si tenemos resistencia a la oración es porque muchas veces tememos las exigencias de conversión que ella encierra.

Ponerse ante Dios es ponerse ante uno mismo. Como en un espejo, al orar vemos nuestro verdadero perfil -las dobleces del egoísmo realzadas, congojas acumuladas, envidia enraizada, apegos anquilosados… De ahí la tendencia a no orar o a hacer oraciones que no lleguen a mostrar el reverso de nuestra subjetividad.
Los místicos, maestros de oración, sugieren que aprendamos a meditar. Vaciar la mente de todas las fantasías e ideas, y dejar fluir el soplo del Espíritu en el silencio del corazón. Es un ejercicio cuyo método enseña la literatura mística.

Pero es necesario, como Jesús, reservar tiempo para ello. Así como la relación de una pareja se enfría si no hay momentos de intimidad, del mismo modo la fe se debilita si no nos recogemos en oración.

Oramos para aprender a amar como Jesús amaba. Sólo la fuerza del Espíritu ensancha el corazón. Por lo tanto, una vida de oración obtiene garantía no por los momentos que nos entregamos a ella, sino por los frutos en la vida cotidiana: los valores reseñados como bienaventu-ranzas en el sermón del monte (Mateo 5,1-12). O sea, pureza de corazón, desprendimiento, hambre de justicia, compasión, fortaleza en las persecuciones, etc.

Quien ora trata de actuar como Jesús actuaría. Sin temer los conflictos derivados de actitudes que contradicen los antivalores de la sociedad consumista e individualista en que vivimos.
Orar es dejarse amar por Dios. Es dejar que el silencio de Dios resuene en nuestro espíritu. Es permitirle que él haga su morada en nosotros.

Orar es cuestionarse a sí mismo. Centrado en Dios, el orante se descentra de los otros, e imprime a su vida la felicidad de amar porque se sabe amado.
Parafraseando a Job, antes de orar se conoce a Dios por “oírle hablar”, después, por experimentarlo. Eso llevó a Jung a exclamar: “Yo no creo. Yo soy”.


Frei Betto

lunes, 13 de enero de 2014

JACULATORIA A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA


JACULATORIA A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA

Sagrado Corazón de Jesús, yo me doy a ti por María.

HOY VOY A APRENDER A SER FELIZ

Hoy voy aprender a ser feliz

Voy a amar a las personas por lo que son, seres humanos como yo, no por los malos momentos que me han hecho pasar los voy a odiar, al contrario agradeceré esos momentos de dolor porque gracias a ellos aprendí a madurar y por eso los voy a amar.

Voy a sonreír ante las situaciones difíciles y ante aquellos que me lleguen a lastimar, en vez de darles una mala palabra o maldición, les daré una sonrisa llena de bendición desde lo más profundo de mi corazón.

Para ser feliz también debo pensar que no siempre estarán conmigo las personas a las que amo, por eso cuando no esten a mi lado recordaré todos los bellos y felices momentos que pasamos juntos y eso me hará sonreír.
Y lo más importante, pondré absolutamente toda mi confianza en Dios, él conoce mi condición y sabe lo que es mejor para mi, y sé perfectamente  que me ayudará a ser feliz.

Espero que tu también logres ser feliz no solo hoy, sino siempre.

JAMÁS OLVIDES


Jamás olvides...
Que tu presencia es un regalo para el mundo,
que eres una persona única y diferente a todas las demás.
Que tu vida puede ser lo que tu quieres que sea -
Vívela un día a la vez.

Cuenta tus bendiciones, no tus problemas,
y verás cómo irás saliendo adelante.
Hay tantas respuestas dentro de ti,
Comprende, sé valiente, sé fuerte.

No te impongas límites,
tus sueños están esperando hacerse realidad.
No dejes tus decisiones importantes al azar -
esfuérzate por llegar a la cima, a tu meta, y a tu premio.

Nada hace perder más energía que las preocupaciones -
Mientras más tiempo llevas un problema, más pesado se vuelve.
No te tomes las cosas demasiado en serio -
Vive la vida con serenidad, no con lamentaciones.

Recuerda que un poco de amor puede durar mucho tiempo -
Recuerda que bastante amor puede durar para siempre.
Recuerda que la amistad es una sabia inversión,
Los tesoros de la vida son las personas... cuando están juntas.

Que tengas salud, y esperanza, y felicidad,
Tómate el tiempo para pedir un deseo a una estrella.
Y no te olvides, ni por un día...
¡Lo especial que TÚ eres!

(Desconozco Autor)

A VECES, ES MEJOR



A veces, es mejor...

Hay cosas que nos pasan en la vida que encontramos difíciles de aceptar. Los recuerdos regresan y nos perturban una y otra vez.

Cuando algo sucede en nuestras vidas que encontramos difícil de aceptar, tenemos que decidir si hay algo que podamos hacer para cambiar las cosas. Si lo hay, debemos hacer lo que podamos para que todo esté de nuevo bien. Pero si hemos hecho todo lo posible, y en nuestro corazón sabemos que ahora no hay nada más que hacer, entonces, dejemos que se vaya lo que nos quita la tranquilidad.

Después de haber repasado los "qué hubiera pasado si" y los "por qué", quizás aprendamos una lección valiosa. Y descubramos que si bien fue doloroso, crecimos por la experiencia. Aprender a dejar ir las cosas, en vez de preocuparnos por lo que pido haber sido, con el tiempo podría ser más valioso que aquello que hemos dejado ir.


Bárbara Cage

ORACIÓN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO


Oración para las almas 
del purgatorio

Padre eterno, yo te ofrezco la preciosísima sangre de tu Divino Hijo Jesús, en unión con las misas celebradas hoy día a través del mundo por todas las benditas animas del purgatorio por todos los pecadores del mundo. 
Por los pecadores en la iglesia universal, por aquellos en propia casa y dentro de mi familia. Amen.

El Señor le dijo a Sta. Gertrudis que cada vez que rezara esta oración, pudiese librar 1000 almas del purgatorio.

IMÁGENES DE SANTA BERNARDITA DE LOURDES












ORACIÓN A SANTA BERNARDITA, VIDENTE DE LA VIRGEN DE LOURDES


ES EL GRAN TIEMPO DE LA MISERICORDIA

Autor: Papa Francisco | Fuente: es.radiovaticana.va
¡Este es el gran tiempo de la misericordia!
Seguir a Cristo en la vía de la fe y de la caridad, la vía trazada por nuestro Bautismo
 
¡Este es el gran tiempo de la misericordia!
¡Este es el gran tiempo de la misericordia!
Queridos hermanos y hermanas,

hoy es la fiesta del Bautismo del Señor, y esta mañana he bautizado a treinta y dos recién nacidos. Agradezco con ustedes al Señor por estas criaturas y por cada nueva vida. Cada niño que nace es un don de alegría y esperanza, y cada niño que es bautizado es un prodigio de la fe y una fiesta para la familia de Dios.

La página del Evangelio de hoy subraya que cuando Jesús recibió el bautismo de Juan en el río Jordán, "se abrieron para Él los cielos" (Mt 3,16). Esto realiza las profecías. De hecho, hay un invocación que la liturgia nos hace repetir en el tiempo de Adviento: "¡Si tú abrieras el cielo y descendieras!" (Is 63,19). Si los cielos quedan cerrados, nuestro horizonte en esta vida terrena es oscuro, sin esperanza. En cambio, celebrando la Navidad, la fe, una vez más, nos ha dado la certeza de que los cielos se han abierto con la venida de Jesús. Y en el día del Bautismo de Cristo todavía contemplamos los cielos abiertos.

La manifestación del Hijo de Dios en la tierra marca el comienzo del gran tiempo de la misericordia, después que el pecado había cerrado los cielos, elevando como una barrera entre el ser humano y su Creador. ¡Con el nacimiento de Jesús los cielos se abren! Dios nos dá en Cristo la garantía de un amor indestructible. Desde cuando el Verbo es hizo carne es pues posible ver los cielos abiertos. Ha sido posible para los pastores de Belén, para los Magos de Oriente, para el Bautista, para los Apóstoles de Jesús, para San Esteban, el primer mártir, que exclamó: "¡Contemplo los cielos abiertos!" (At 7,56). Y es posible también para cada uno de nosotros, si nos dejamos invadir por el amor de Dios, que nos es donado la primera vez en el Bautismo, por medio del Espíritu Santo.

¡Dejémonos invadir por el amor de Dios! ¡Este el gran tiempo de la misericordia! ¡No nos olvidemos!

Cuando Jesús recibió el Bautismo de penitencia de Juan el Bautista, solidarizando con el pueblo penitente – Él sin pecado y sin necesidad de conversión - Dios Padre hizo sentir su voz en el cielo: "¡Éste es mi Hijo amado en quien me complazco!" (v 17). Jesús recibe la aprobación del Padre celeste, que ha lo enviado justamente para que acepte compartir nuestra condición, nuestra pobreza. Compartir es el verdadero modo de amar. Jesús no se separa de nosotros, nos considera hermanos y comparte con nosotros. Y así nos hace hijos, junto con Él, de Dios Padre. Ésta es la revelación y la fuente del verdadero amor. Y este es el gran tiempo de la misericordia.

¿No les parece que en nuestro tiempo haya necesidad de un suplemento de comunión fraterna y de amor? ¿No les parece que todos tenemos necesidad de un suplemento de caridad? No aquella que se conforma de la ayuda improvisada que no involucra, no pone en juego, sino de aquella caridad que comparte, que se hace cargo del malestar y del sufrimiento del hermano. ¡Cuál sabor adquiere la vida, cuando se deja inundar por el amor de Dios!

Pidamos a la Virgen Santa que nos sostenga con su intercesión en nuestro compromiso de seguir a Cristo en la vía de la fe y de la caridad, la vía trazada por nuestro Bautismo. 

domingo, 12 de enero de 2014

VERSE EN EL ESPEJO


Verse en el espejo

Un hombre que tenía un grave problema de miopía se consideraba un experto en evaluación de arte. Un día visitó un museo con algunos amigos. Se le olvidaron los lentes en su casa y no podía ver los cuadros con claridad, pero eso no lo detuvo de ventilar sus fuertes opiniones.

Tan pronto entraron a la galería, comenzó a criticar las diferentes pinturas. Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo. Con aire de superioridad dijo: "El marco es completamente inadecuado para el cuadro. El hombre está vestido en una forma muy ordinaria y andrajosa. En realidad, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su retrato. Es una falta de respeto".

El hombre siguió su parloteo sin parar hasta que su esposa logró llegar hasta él entre la multitud y lo apartó discretamente para decirle en voz baja: "Querido, estás mirando un espejo".

Muchas veces nuestras propias faltas, las cuales tardamos en reconocer  y admitir, parecen muy grandes cuando las vemos en los demás. Debemos mirarnos en el espejo más a menudo, observar bien para detectarlas, y tener el valor moral de corregirlas es más fácil negarlas que reconocerlas, por eso es necesario hacer a un lado el orgullo pues solo con humildad podremos ver nuestros defectos y corregirlos.

El que encubre sus faltas no prosperará, más el que las admite y se 
aparta alcanzará misericordia. Proverbios 28:13

SUFRIR SONRIENDO



Autor: Antonio Aldrette | Fuente: Buenas Noticias
Sufrir sonriendo
Afrontar el dolor con alegría


Hace unos días salieron a la luz pública algunos textos del diario de Madre Teresa de Calcuta. Todos los medios se hicieron eco de la noticia: Madre Teresa vivió en el ansia y la dolor los últimos 50 años de su vida. Una noche oscura de su alma, en la que ya no percibía sensiblemente la presencia de Dios.

¡Es impresionante!, cuando lo leí no podía creerlo, lo tuve que leer dos veces: ¡50 años son más de la mitad de su vida! −murió a los 87−. Es decir, Madre Teresa ya vivía en un intenso sufrimiento interior cuando fundó su congregación de las Misioneras de la Caridad. Todavía más impresionante es el hecho de que nunca se le vio en el rostro ni una sola pizca de dolor, ni una sola queja. Por el contrario: siempre una sonrisa en los labios, una mirada sosegada y serena para todos. Sólo verla transmitía, como por irradiación, una inmensa paz.

Este ejemplo de Madre Teresa me hizo pensar en aquello que Franco Richo quiso expresar cuando escribió «Sufrir llorando es humano; sufrir callando es heroico; pero sufrir sonriendo es glorioso». He de confesar que por mucho tiempo yo había pensado que llorar, dejar escapar una queja, desesperarse o ¡hacer lo que sea!, con tal de no callar, era la única manera de afrontar los sufrimientos de la vida.

Siempre me había parecido que callar ante el dolor era una especie de cobardía, camuflada de resignación. Esa resignación a la que siempre le tuve “alergia”, precisamente porque me parecía indigna de alguien que se precie de ser humano. Una resignación que no es auténtica, que no habla de virtud sino que, más bien, se disfraza de virtud siendo en realidad mero temor. Ya lo decía Martín Descalzo: «Yo puedo aceptar esa resignación, que es aceptación serena del dolor y de los hechos, pero me repugna cualquier resignación que amortigüe las ansias de vivir y de mejorar» y añadiría yo que, este segundo tipo de “resignación” –entre comillas–, ni siquiera se puede llamar resignación.

Pero quizás el heroísmo se sitúe más allá del simple “no-quedarse-callado” ante el dolor. Acaso esté justamente en aquellos niveles en los que se alcanza tal grado de dominio que los sufrimientos no logran afectarnos en lo más íntimo de nuestro ser. Sufrimos sin que se note que sufrimos. Un “sufrir-callando” o mejor todavía un “sufrir- sonriendo”. No hablo de masoquismo, hablo de amor heroico.

Acontecimientos come este de Madre Teresa y el rumiar la frase de Richo me hicieron caer en la cuenta de que tenía que existir esta forma más elevada de hacer frente las congojas cotidianas. Ese nivel en el cual el callar o el sonreír ante las dificultades dejan de ser cobardía para transformarse en auténticas piezas de heroísmo. Callar no es fruto del miedo sino del amor. Sonreír no es fruto del nerviosismo o la angustia, sino muestra de felicidad interior. Esto es lo que hace que los 50 años de sufrimiento íntimo en Madre Teresa, llevados con alegría y dignidad, revelen todavía más hermosa y valiente su entrega a los demás −a los más pobres de los pobres−.
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