domingo, 11 de febrero de 2018

LAS APARICIONES DE LA VIRGEN DE LOURDES


Las apariciones de la Virgen de Lourdes
Lourdes, Francia


Ahí, en el fondo de la gruta, una maravillosa aparición se destacaba delante de ella


Por: Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María | Fuente: Corazones.org 




El 11 de febrero, de 1858, era el día elegido para que el cielo se hiciera presente en la tierra. Ese día cambiaría para siempre, no solo la vida de Bernardita, sino que marca el comienzo de una fuente de gracia que ha brotado para toda la humanidad. Fuente que solo crece con el tiempo.

La madre de Bernardita permitió a esta ir con su hermana menor llamada María, y con otra niña, al campo a buscar leña seca. El lugar preferido para recoger leña era un campo que había frente a la gruta. Bernardita por su fragilidad física se quedó atrás.

Las compañeritas habían pasado ya el arroyo, pero Bernardita no se atrevía a meterse al agua porque estaba muy fría. Las demás insistían en que lo hiciese y cuando ella empezó a descalzarse, un ruido muy fuerte, parecido a un viento impetuoso, la obligó a levantar la cabeza y mirar hacia todos los lados.

¡Qué es esto! decía. Las hojas de los árboles estaban inmóviles.

El ruido del viento empezó de nuevo y más fuerte en la gruta. Y ahí, en el fondo de la gruta, una maravillosa aparición se destacaba delante de ella. En este mismo momento empezaron a sonar las campanas de la Iglesia parroquial y se oía el canto del Ángelus.

Una luz resplandeciente como la del sol, pero dulce y apacible como todo lo que viene del cielo, una Señora prodigiosamente bella se dejó ver por Bernardita. Vestía un traje blanco, brillante y de un tejido desconocido, ajustado al talle con un cinta azul; largo velo blanco caía hasta los pies envolviendo todo el cuerpo. Los pies, de una limpieza virginal y descalzos, parecían apoyarse sobre el rosal silvestre. Dos rosas brillantes de color de oro cubrían la parte superior de los pies de la Santísima Virgen. Juntas sus manos ante el pecho, ofrecían una posición de oración fervorosa; tenia entre sus dedos un largo rosario blanco y dorado con una hermosa cruz de oro.

Todo en Ella irradiaba felicidad, majestad, inocencia, bondad dulzura y paz. La frente lisa y serena, los ojos eran azul celeste llenos de amor y los labios mostraban suavidad y mansedumbre. La Señora parecía saludarla tiernamente mientras se inclinaba ante Bernardita.

Bernardita buscó su rosario (que traía siempre en su bolsillo) haciendo, como para defenderse, la señal de la cruz, pero su mano quedó paralizada. En ese momento la Virgen tomo la cruz del rosario e hizo la señal de la cruz y le dijo a Bernardita que lo hiciera como ella.

En ese momento su brazo paralizado quedó libre. La Señora empezó a pasar las cuentas del rosario entre sus dedos y Bernardita empezó a rezar el suyo. Al terminar, la Virgen le hizo señas con el dedo para que se acercara y entendiendo el brazo, se inclinó dulcemente y sonrió como despidiéndose de Bernardita. ¡La Visión había desaparecido!

Bernardita preguntó a las otras niñas si habían visto algo y al estas responderle que no, les contó su experiencia y les pidió silencio. Pero la hermana de Bernardita se lo contó a su mamá. La madre no le creyó y ordenó a Bernardita que se dejase de imaginaciones y que le estaba prohibido regresar a la gruta.

Esa noche, mientras rezaban el rosario en familia, Bernardita rompió en llantos, repitiendo su invocación favorita: "Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que acudimos a ti."

Segunda aparición:

El día 14 de febrero, las niñas insistieron en que les dieran permiso para regresar a la gruta. Todos pensaban que lo que le había pasado a Bernardita era un engaño del demonio, y entonces le dijeron que fuera a la gruta y rociara agua bendita. Así huiría el demonio y se quedarían tranquilos.

Cuando llegaron a la gruta, Bernardita les pidió que se arrodillaran a rezar el Rosario. Apareció de nuevo la Virgen. El rostro de Bernardita se transfiguró. Esta tiró el agua bendita y dijo: "Si vienes de parte de Dios, acércate a nosotras." El agua bendita llegó hasta los pies de la Virgen y sonriendo con mas dulzura se acercó a Bernardita. Tomó el rosario y se persignó con el. Empezaron ambas a rezarlo.

Al atardecer ya toda la población comentaba las maravillas que ocurrían en la gruta de Lourdes, pero a los comentarios se unían las burlas, desprecios e insultos.

Tercera Aparición:

Los padres de Bernardita empezaron a creerle ya que ella jamás había mentido y se caracterizaba por su obediencia. Además los convenció la naturalidad con que ella exponía los eventos y sus mas pequeños pormenores.

El 18 de febrero, una señora y una religiosa deseaban acompañar a Bernardita a la gruta. Fueron con ella primero a la Santa Misa de las 5:30 a.m. y de allí se dirigieron a la gruta. Bernardita caminaba tan rápido que parecía como si una fuerza superior la empujase hacia allá.

Se arrodilló y empezó el rezo del rosario, lanzó un grito de jubilo al ver al fondo de la gruta a la Señora. Le preguntó si se podían quedar sus dos acompañantes y la Virgen dijo que sí. Ellas también se arrodillaron y se pusieron a rezar mientras encendían un cirio bendito.

Bernardita le pasó un papel a la Virgen pidiéndole que escribiera cualquier cosa que deseaba comunicarle.

La Virgen le dijo: "Lo que tengo que comunicarte no es necesario escribirlo, hazme únicamente el regalo de venir aquí durante quince días seguidos". Bernardita se lo prometió y la Virgen le respondió: "Yo también te prometo hacerte dichosa, no ciertamente en este mundo, sino en el otro."


La quincena milagrosa:

El rumor de las apariciones se esparció rápidamente y una gran multitud acudió a la gruta.

19 de febrero: Llegó Bernardita a la gruta acompañada de sus padres y un centenar de personas. A partir de este día, iba a todas las apariciones con una vela encendida.


20 de febrero: alrededor de 500 personas la acompañaban.


21 de febrero: Varios miles de personas llenaban todos los alrededores de la gruta. Hubo un momento en que la aparición parecía hacerse hacia atrás, y como hundirse en el interior de la roca. Para no perderla de vista, Bernardita fue acercándose de rodillas. Observó que la Virgen se había puesto triste. Le pregunto, ¿qué te pasa? ¿qué puedo hacer?

La Virgen respondió: "Rogad por los pecadores."

Bernardita era objeto de toda clase de burlas, persecuciones y ofensas. Incluso las autoridades civiles tomaron carta en el asunto. El comisario llegó a recogerla para hacerle un largo examen. Amenazó con llevarla a la cárcel si continuaba yendo a la gruta. Uno de los principales médicos de Lourdes se dedicó a estudiarla,observarla y examinarla. Este llegó a la conclusión que en Bernardita no había ningún signo de alucinación, histeria o escape de la realidad. Dijo así: "Aquí hay un hecho extraordinario, totalmente desconocido a la ciencia y a la medicina."

Sin embargo, las persecuciones no terminaron; la policía continuó tratándola indignamente. El Párroco de Lourdes la defendió enérgicamente. En todo esto Bernardita se mantuvo firme pero con humildad, nunca tomando una posición defensiva, ni de ataque contra nadie.


22 de febrero: La Virgen no se le apareció. Todos se burlaban de Bernardita. Ella lloraba pensando que quizás había cometido alguna falta y que por eso la Virgen no se le había aparecido. Pero tenía la firme esperanza de volver a verla.

Una de las cosas que mas sorprendía a la gente era ver a una humilde y sencilla pastorcita, carente de adecuada educación, saludar con gracia y dignidad a la Virgen al concluir la aparición. Le preguntaron una vez: "Dime ¿quién te ha enseñado a hacer tan graciosos saludos?" "Nadie, contestó, no se como habré saludado, trato de hacerlo como lo hace la Visión y ella me saluda de este modo cuando se marcha."


23 de febrero: Primera vez que la Virgen formula una orden concreta. Ante 10 mil personas la Virgen le da a Bernardita un secreto que solo a ella le concierne y que no puede revelar a nadie. También le enseñó una oración que le hacía repetir, pero que no quiso que la diera a conocer.

La Virgen le dijo: "Y ahora, hija mía, ve a decir a los sacerdotes que aquí, en este lugar, debe levantarse un Santuario, y que a el debe venirse en procesión."

Bernardita se dirigió inmediatamente hacia la Iglesia a darle el mensaje al Párroco. El sacerdote le preguntó el nombre de la Señora, a lo cual Bernardita le respondió que no sabía.

Después de escucharla, el párroco le dijo: "Puedes comprender que yo no puedo bastarme de tu solo testimonio; di a esa gran Señora que se de a conocer; si es la Virgen, que lo manifieste mediante un gran milagro. ¿No dices que se te aparece encima de un rosal silvestre? Entonces dile de mi parte, que si quiere un Santuario, que haga florecer el rosal."

24 de febrero: Toda la gente quiso saber que pasaría con el encargo del Párroco y si la Virgen haría el milagro del rosal. Bernardita como siempre llegó a la gruta y se arrodilló, sin poner atención en absoluto a la gente que iba por curiosidad.

Bernardita le contó a la Virgen lo que el sacerdote le había pedido. La Virgen solo sonrió, sin decir una palabra. Después la mando a rogar por los pecadores y exclamo tres veces: "¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!" Le hizo repetir estas palabras y Bernardita lo hacia mientras se arrastraba de rodillas hasta el fondo de la gruta. Ahí le reveló un secreto personal y después desapareció.

Bernardita por humildad no relató todo los detalles, pero los testigos contaron que también se le vio besar la tierra a intervalos, La Virgen le había dicho: "Rogaras por los pecadores... Besarás la tierra por la conversión de los pecadores." Como la Visión retrocedía, Bernardita la seguía de rodillas besando la tierra.Bernardita se volvió hacia los asistentes y les hacia señas de: "Ustedes también besen la tierra."

Desde entonces se le fue encomendada a Bernardita la penitencia por los pecadores. Un día la Virgen la mandó a subir y bajar varias veces la gruta de rodillas, la Virgen tenía la cara de tristeza.

"La Virgen me lo ha mandado por mi y por los demás" dijo ella.


25 de febrero: "Hija mía", le dijo en la Visión, "quiero confiarte solamente para ti el ultimo secreto; igualmente que los otros dos, no los revelaras a ninguna persona de este mundo"

Y ahora -le dijo la Virgen después de un momento de silencio- ve a beber y lavarte los pies a la fuente, y come de la hierba que hay allí.

Bernardita miro a su alrededor pues no miraba ninguna fuente. Ella pensó que la Virgen la mandaba al torrente y se dirigió hacia allá.

La Virgen la detuvo y le dijo: "No vayas allá, ve a la fuente que está aquí." Le señaló hacia el fondo de la gruta.

Bernardita subió y, cuando estuvo cerca de la roca, buscó con la vista la fuente no encontrándola, y queriendo obedecer, miró a la Virgen. A una nueva señal Bernardita se inclinó y escarbando la tierra con la mano, pudo hacer en ella un hueco. De repente se humedeció el fondo de aquella pequeña cavidad y viniendo de profundidades desconocidas a través de las rocas, apareció un agua que pronto llenó el hueco que podía contener un vaso de agua.

Mezclada con la tierra cenagosa, Bernardita la acerco tres veces a sus labios, no resolviéndose a beberla. Pero venciendo su natural repugnancia al agua sucia, bebió de la misma y se mojó también la cara. Todos empezaron a burlarse de ella y a decir que ahora si se había vuelto loca. Pero, ¡misteriosos designios de Dios! con su débil mano acababa Bernardita de abrir, sin saberlo, el manantial de las curaciones y de los milagros mas grandes que han conmovido la humanidad.

El agua milagrosa de Lourdes ha sido analizada por hábiles químicos: es un agua virgen, muy pura, un agua natural que carece de toda propiedad térmica. Además tiene la peculiaridad que ninguna bacteria sobrevive en ella.(Simboliza la Inmaculada Concepción, en cuyo ser nunca hubo mancha de pecado original ni personal.)


26 de febrero: El agua milagrosa obró el primer milagro. El buen párroco de Lourdes había pedido una señal, y en vez de la muy pequeña que había pedido, la Virgen acababa de darle una muy grande, y no solo a él, sino a toda la población.


El primer milagro de curación.

Había en Lourdes un pobre obrero de las canteras, llamado Bourriette, quien veinte años antes había tenido el ojo izquierdo horriblemente mutilado por la explosión de una mina. Era un hombre muy honrado y muy cristiano. Mandó a la hija a buscarle agua a la nueva fuente y se puso a orar, aunque estaba un poco sucia, se froto el ojo con ella. Comenzó a gritar de alegría. Las negras tinieblas habían desaparecido; no le quedaba mas que una ligera nubecilla, que fue desapareciendo al seguir lavándose. Los médicos habían dicho que el jamás se curaría. Al examinarlo de nuevo no quedo mas remedio que llamarle a lo sucedido por su nombre: milagro. Y lo mas grande era que el milagro había dejado las cicatrices y las lesiones profundas de la herida, pero había devuelto aun así la vista. Muchos milagros siguen sucediendo en Lourdes por lo que en el santuario hay siempre una multitud de enfermos.


La primera vela en la gruta de Lourdes.

Un día al final de la aparición, Bernardita se acerco a su tía que la acompañaba y le dijo: ¿Quieres darme una vela y permitirme dejarla en la gruta? Entonces se dirigió hasta el fondo de la gruta y allí la dejo encendida, apoyándola en la roca.

Esta vela quizás en un momento fue la única; ahora son millones las que arden constantemente ante la imagen de la Virgen. La vela encendida es un hermoso símbolo: la cera blanca y virgen de la que esta formada, siempre ha representado la humanidad que Cristo tomó de María, y que unida a la Divinidad es la luz del mundo. Como la cera de la vela, esta humanidad sagrada se consumirá delante de Dios en adoración, suplicas y acción de gracias. La luz de la vela, resplandeciente y radiante, simboliza la Divinidad del Hijo de María. La vela encendida representa igualmente al cristiano, que iluminado por la fe debe consumirse delante de Dios como víctima de penitencia y amor.

El 2 de marzo, Bernardita fue de nuevo a ver al párroco de Lourdes, recordándole la petición de la Virgen de levantar un Santuario en el lugar de las apariciones. El párroco le contesto que era obra del Obispo quien ya estaba enterado de la petición y sería el encargado de poner por obra el deseo celestial de la Visión.

Ultimo día, 4 de marzo, siguiendo su costumbre, Bernardita, antes de dirigirse a la gruta, asistió a la Santa Misa. Al final de la aparición, tuvo una gran tristeza, la tristeza de la separación. ¿Volvería a ver a la Virgen?

La Virgen siempre generosa, no quiso que terminara el día sin una manifestación de su bondad: un gran milagro, un milagro maternal, coronación de la quincena de apariciones. milagro: un niño de dos años estaba ya agonizando, se llamaba Justino. Desde que nació tuvo una fiebre que iba poco a poco desmoronando su vida. Sus padres, ese día, lo creían muerto. La Madre en su desesperación lo tomó y lo llevó a la fuente. El niño no daba señales de vida. La madre lo metió 15 minutos en el agua que estaba muy fría. Al llegar a la casa, notó que se oía con normalidad la respiración del niño. Al día siguiente, Justino se despertó con tez fresca y viva, sus ojos llenos de vida, pidiendo comida y sus piernas fortalecidas. Este hecho conmocionó a toda la comarca y pronto a toda Francia y Europa; tres médicos de gran fama certificaron el milagro, llamándolo de primer orden.

Entonces el gobernador de Tarbes, ciudad a la que pertenecía Lourdes, reunió a todos los alcaldes de la zona para dar instrucciones precisas de prohibir de inmediato la asistencia a la gruta de todo ciudadano. Todo fue en vano, cada día acudían mas peregrinos de todas partes.

No obstante las persecuciones, las burlas y las injurias, Bernardita continuaba visitando la Gruta. Iba a rezar el Rosario con los peregrinos. Pero la dulce visión no aparecía. Ella ya estaba resignada a no volver a ver a la Virgen.

El 25 de Marzo, día de la Anunciación, Bernardita se sintió fuertemente movida a ir a la Gruta; muy contenta obedeció ese llamado en su corazón, y se fue inmediatamente hacia la Gruta.

Como era una fecha solemne, los peregrinos tenían la esperanza de que la Virgen se aparecería y cuando llego Bernardita se asombró de la cantidad de personas que encontró. Fue este día 25, en la historia de las apariciones, un día de gloria. Bernardita volvió a preguntarle a la Señora: "quieres tener la bondad de decirme quien eres y cual es tu nombre?" (la visión resplandecía mas que nunca; sonriendo siempre, y siendo su sonrisa la única respuesta.)

Bernardita insistió... "¿quieres decirme quien eres? te lo suplico Señora Mía."

Entonces la Señora apartó su vista de Bernardita, separó sus manos, hizo deslizar en su brazo el rosario que tenía en sus dedos, levanto a un mismo tiempo sus manos y su cabeza radiante, en tanto que sus manos se juntaron delante del pecho, su cabeza se afirmo y, mas resplandeciente que la luz del sol, dirigida la vista al cielo dijo: "YO SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN", y así desapareció, dejando en Bernardita esta imagen y ese nombre.

Bernardita, oía por primera vez esas palabras. Mientras se dirigía a la casa parroquial, para contarle al párroco (ya que este le había dado el encargo de preguntar a la visión como se llamaba), iba ella por todo el camino repitiendo "Inmaculada Concepción", esas palabras tan misteriosas y difíciles para una niña analfabeta.

Cuando el párroco oyó el relato de Bernardita, quedó asombrado. ¿Como podía una niña sin ninguna instrucción religiosa saber el dogma que solo unos cuatro años antes había la Iglesia promulgado? En 1854, el Papa Pío IX había definido el dogma de la Inmaculada Concepción.

El sacerdote comprobó que Bernardita no se había engañado, era ella, la Virgen Santísima, la soberana Madre de Dios quien se le aparecía en la Gruta.

5 de Abril: El día lunes de Pascua, volvió a la gruta, rodeada de una verdadera multitud de personas que oraban con ella. Bernardita arrodillada como era de costumbre habitual, tenia en la mano izquierda la vela encendida que le acompañaba en todas las ocasiones y la apoyaba en el suelo. Absorta en la contemplación de la Reina de los cielos, y mas sabiendo ahora con seguridad que era la Virgen Santísima, levanto sus manos y las dejo caer un poco, sin percatarse que las tenia sobre el extremo de la vela encendida; entonces la llama comenzó a pasar entre sus dedos y a elevarse por encima de ellos, oscilando de un lado para el otro, según fuera el leve soplo del viento.

Los que estaban ahí gritaban: "se quema." Pero ella permanecía inmóvil. Un médico que estaba cerca de Bernardita sacó el reloj y comprobó que por mas de un cuarto de hora la mano estuvo en medio de la llama, sin hacer ella ningún movimiento. Todos gritaban ¡milagro! El medico comprobó que la mano de Bernardita estaba ilesa.

Después que terminó la aparición: uno de los espectadores aproximó a la mano de Bernardita la llama de la misma vela encendida, y ella exclamó: "¿Oh que quiere usted, quemarme?"


Última aparición:

Fue el día 16 de Julio, día de la Virgen del Carmen. Bernardita se siente de nuevo movida a ir a la gruta, que esta cercada, vigilada y prohibida. Va acompañado de una tía y unas vecinas. Bajan por praderas contiguas a la gruta. Se arrodillaron lo mas cerca posible de la gruta pero sin poder llegar a ella. Bernardita recibe la ultima visita de la Virgen y diría: "Nunca se había aparecido tan gloriosa."

Bernardita había cumplido su misión, con gran amor y valentía ante todos los sufrimientos que tuvo que sobrellevar y ante todos los obstáculos que el Enemigo puso en su camino. Su confesor dijo repetidamente: "La mejor prueba de las apariciones es Bernardita misma, su vida."


Resumen del mensaje de la Virgen de la Mensaje de la Virgen de Lourdes.

El Mensaje que la Santísima Virgen dio en Lourdes, Francia, en 1858, puede resumirse así:

1-Es un agradecimiento del cielo por la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, que se había declarado cuatro años antes (1854), al mismo tiempo que así se presenta Ella misma como Madre y modelo de pureza para el mundo que esta necesitado de esta virtud.

2-Es una exaltación a las virtudes de la pobreza y humildad aceptadas cristianamente, al escoger a Bernardita como instrumento de su mensaje.

3-Un mensaje importantísimo en Lourdes es el de la Cruz. La Santísima Virgen le repite que lo importante es ser feliz en la otra vida, aunque para ello sea preciso aceptar la cruz.

4-Importancia de la oración, del rosario, de la penitencia y humildad (besando el suelo como señal de ello); también, un mensaje de misericordia infinita para los pecadores y del cuidado de los enfermos.



Algunos puntos de reflexión sobre los signos visibles de la primera aparición:

En ellos hay una gran enseñanza espiritual:

1-Rodeada de luz: es el símbolo de la luz de la fe, a la cual nos abrimos por el Bautismo. La fe es la luz de la vida con que debemos brillar ante el mundo. Debemos hacer resplandecer la fe por la santidad de nuestras vidas.

2-La luz era tranquila y profunda: en la fe cristiana hallaremos el reposo para nuestra alma.

3-De belleza incomparable, no hay nada igual aquí en la tierra: trabajar intensamente por adquirir la verdadera belleza que es la del alma, a fin de que Dios pueda contemplarnos con agrado.

4-Ropaje tan blanco, tan puro, tan delicado que jamas tela alguna pudo imitar: de que pureza tan perfecta y delicada ha de estar revestida delante de Dios, nuestra alma; ya que el pecado mancha nuestro blanco ropaje.

5-Pies desnudos, brillando sobre cada uno de ellos una rosa luminosa: Los pies desnudos nos predican la pobreza evangélica, esta bella y sublime virtud a la cual Jesús ha prometido el mismo Reino de los Cielos. Las rosas luminosas: Jesús nos envía a difundir por todas partes el buen olor de Cristo, el divino perfume del Evangelio.

6-Las manos siempre juntas, con el santo rosario: en ferviente oración, orando siempre y sin interrupción. La oración nuestro alimento constante, la respiración del alma, pues todas las virtudes solo nacen en un alma que ora.

¡Nuestra Señora de Lourdes: Ruega por nosotros!



La piedad de Bernardette vence las pruebas.

Dos virtudes resaltaban en Bernardette: la piedad y la modestia. Para ser piadoso no es necesario ser sabio. Aún cuando se hizo religiosa, ella misma decía que no sabía como orar y sin embargo pasaba largas horas en oración. Y su oración no era mecánica, sino que le hablaba a Dios y a la Virgen como se habla con una persona cara a cara. Era pues una oración del corazón, intensa, honesta y eficaz

Amaba la oración. Ella sabía muy bien como rezar el Santo Rosario el cual siempre llevaba en su bolsillo. Lo tenía en sus manos cuando se le apareció la Virgen. Su primer gesto en momentos de cualquier prueba o dificultad era siempre tomar su rosario y empezar a recitarlo.

La pequeña escogida por la Virgen tendría mucho que sufrir hasta el día de su muerte, tanto sufrimientos morales como físicos; pero nunca debemos olvidar que Dios guía a esta pequeña niña y que ella responde con humildad, abandono, fe y coraje. Bernardette poseía además virtudes que serían criticadas durante toda su vida como "defectos." Por este error de la gente se puso en duda también la autenticidad de las apariciones.

Esta niña de solo 14 años (cumplidos en Enero 7 1858), tuvo que ser sabia, firme, extraordinariamente valiente y saber discernir, para poder enfrentarse con las personas que trataban de disuadirla, entre ellas sacerdotes, obispos, jefes de la policía, procuradores, etc.

Para tener una idea de la fortaleza interior y la capacidad de su juicio, podemos ver algunas de las frases que dijo durante los interrogatorios a los que tuvo que someterse. Después de que el Procurador Imperial, el señor Dutor, hizo quedarse de pie por mucho tiempo a Bernardette y a su mamá, al fin les dijo condescendientemente:

-"Ahí hay sillas. Pueden sentarse"

Bernardette respondió: "No. Pudiéramos ensuciárselas."

En otra ocasión, cuando le preguntaron sobre el idioma en que le habló la Virgen, Bernardette dijo:

-"Ella me habló en dialecto."

-"La Virgen María no pudo haber hablado en dialecto", le respondieron, "Dios y la Virgen no hablan dialecto."

A lo que ella respondió: "¿Cómo podemos saber nosotros dialecto si ellos no lo hablan?"

-"Oh, ¿por qué piensa que me habló en Francés? ¿puedo yo hablar en Francés?"

En la doceava aparición Bernardette le acercó un rosario a la Virgen. Un sacerdote le preguntó después de la aparición: ¿Así que ahora también bendices rosarios?

Bernardette se rió y dijo: "Yo no uso una estola ¿o sí?"

Otro le preguntó: "Así que Bernardette, ahora que la Virgen te ha prometido que irás al cielo, no necesitas preocuparte del cuidado de tu alma".

Bernardette: "Pero Padre, yo solo iré al cielo si me porto correctamente."

Sus interrogatorios serían de largas horas, algunas veces días enteros; y sus interrogadores trataban de engañarla para que contradijera sus declaraciones. Pero ella se mantenía alerta, en guardia, sabiendo que ellos no querían la verdad, sino probar que lo había inventado todo.

Bernardette tuvo que enfrentarse frecuentemente con el párroco de Lourdes, Abbé Peyramale, quién tenía fama por su mal genio. Sin embargo todas las veces que nuestra santa fue a verlo, a pesar del temor que sentía, nunca se echó atrás, sino que siempre vencía su natural miedo. Su voluntad de cumplir con lo que la Virgen le había encargado podía mucho más que el mal genio del sacerdote.

Y así vemos como Bernardette cumple los deseos de la Virgen a pesar de grandes obstáculos y de sus propias flaquezas. Al final, en el último día de las apariciones, el 25 de marzo de 1858, la Virgen revela su identidad dándole a Bernardette la prueba que tanto pedía su párroco para creerle.

Las palabras de la Virgen, "Yo Soy la Inmaculada Concepción" fueron las que derrumbaron de una vez por todas el muro de la incredulidad en el corazón del párroco, quién se convirtió desde ese momento en su más grande defensor y apoyo, usando su mismo temperamento contra los que atacaban a la niña.

A diferencia de otras apariciones, como La Salette, Pointman, Fátima, Knock, Beuraing, exceptuando la Medalla Milagrosa; Bernardette era la única vidente. No tenía otros que corroborasen el testimonio y le sirviesen de apoyo. Su única fuente de fortaleza era la misma Virgen Santísima. Pero esta era suficiente para ella.

Llegaría un tiempo donde sus cualidades, su fuerza interior, su rapidez al contestar, todas usadas para defender las Apariciones de la Virgen, se usarían en su contra. Aquellos que la apoyaban sabían entender sus grandes virtudes, pero para los que la criticaban eran sus grandes defectos. A su fortaleza interna le llamaban terquedad; a su rapidez en responder le llamaban insolencia. Una vez en el Convento de San Gildard, en Nevers, cuando fue acusada de tener amor propio, ella dibujó un círculo y puso la marca del dedo en el centro del mismo y dijo:

"Que el que no tenga amor propio ponga su dedo aquí" (indicando la marca del centro.)

Las apariciones fueron para Bernardette un regalo inmerecido, un regalo que que en si mismo no la hizo santa. Era un regalo para ella y para el mundo. Ella, por su admirable correspondencia a la gracia, llegó a la santidad. Nosotros también podemos.

Hemos de tener claro que Santa Bernardita no fue canonizada por haber visto a la Virgen Santísima, sino por haber subido por la escalera de la santidad a través de enormes pruebas y cruces. Para ser santo no es necesario haber tenido grandes experiencias místicas. Es suficiente tener estas dos cosas: humildad y amor. Es en la asidua oración y en la vida de virtud que el amor se expresa a sí mismo.



Bernardette después de las apariciones.

La humilde jovencita escogida para tan gran misión, permaneció después de las apariciones como era antes, es decir la Virgen se encargo de conservarla sencilla, humilde y modesta. No le gustaban el bullicio ni la popularidad.

Pasaba como una mas, excepto por sus virtudes, por su inocencia, su candor y rectitud en su obrar. Hizo su primera comunión el mismo año 1858, el 3 de junio, día de Corpus Christi. Nada espectacular sucedió excepto que ella había piadosamente recibido a Jesús.

Dios seguía visitándola, no con brillantes apariciones, sino por la prueba amarga de los sufrimientos: de la incomprensión, burla, casi siempre estaba enferma, soportaba dolores de toda clase, recogida y resignada con paciencia. Sufría de asma crónica, tuberculosis, vómitos de sangre, aneurisma, gastralgia, tumor de una rodilla, caries en los huesos, abscesos en los oídos que le ocasionaron sordera, que esta se le quito hasta un poco antes de su muerte.

La Virgen le dijo a Bernardette: "No te prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el próximo." Y estas palabras de la Virgen se cumplieron plenamente en nuestra santa. Mucho tuvo que sufrir durante su vida hasta su muerte a los 35 años. La salud de Bernardette era muy delicada, muchas veces tenía que estar en cama con fiebre; tenía días bien críticos con ataques de asma que muchas veces eran bien dolorosos.

Muchos encontraban cura en la fuente de Lourdes, pero no Bernardette. Un día le preguntaron: "¿No tomas del agua de la fuente? Estas aguas han curado a otros, ¿por qué no a ti? Esta pregunta insidiosa pudo haberse convertido en una tentación para Bernardette en no creer en la aparición, pero ella no se turbó. Le respondió:

"La Virgen Santísima quizás desea que yo sufra. Lo necesito."

¿Porqué tú más que otros?

-"El buen Dios solo lo sabe."

¿regresas algunas veces a la gruta?

-"Cuando el Párroco me lo permite."

¿Porqué no te lo permite todo el tiempo?

-"Porque todos me seguirían."

Antes habías ido aún cuando se te había prohibido

- "Eso fue porque fui presionada."

La Virgen Santísima te dijo que serías feliz en el otro mundo, así que estas segura de ir al cielo.

-"Oh no, eso será solo si obro bien."

¿Y no te dijo Ella que hacer para ir al cielo?

-"Nosotros lo sabemos muy bien; no es necesario que yo lo diga."



Últimos años en Lourdes.

Bernardette no podía recibir en su casa el cuidado que ella necesitaba para su frágil salud y el gran número de visitantes curiosos le causaban fatiga. Viendo esta necesidad, Abbé Peyramale pidió a la Superiora del Hospicio de Lourdes que acogiera a la niña. Le dijo:

"Es con ustedes que la niña debe estar. Ustedes pueden darle el cuidado que ella necesita en todos los aspectos."

En el año 1860, las Hermanas de la Caridad de Nevers, que servían el hospital y la escuela, le ofrecieron un asilo titular. Desde aquel día permaneció bajo su techo, con su salud delicada, pero con su consigna de siempre: no llamar la atención de nadie. Aún cuando sus padres ya se habían mudado de la cárcel y vivían en un molino, le dieron permiso sin dificultades de permanecer con las hermanas. Su madre lloró por su partida pero sabía que era por el bienestar de la niña.

En el hospicio Bernardette fue asignada bajo el cuidado de la Hermana Elizabeth, quien le debía enseñar a leer y escribir mejor. Bernardette tenía 16 años, era julio de 1860. La superiora le dijo a la Hna. Elizabeth: "se dice que ella no es muy inteligente, mira a ver si es posible hacer algo con ella."

La Hna. Elizabeth al entrar en contacto con Bernardette diría: "Encuentro en ella una inteligencia muy viva, un candor perfecto y un corazón exquisito." Ella diría a la madre superiora: "Mi querida Madre, la han engañado. Bernardette es muy inteligente y asimila muy bien la doctrina que se le da."

Sin ser brillante, Bernardette adquirió gran cantidad de conocimiento elemental. En su tiempo en el hospicio, permaneció siendo una niña de su edad. Era recta, sincera, piadosa pero traviesa, muy vivaz, a quien le encantaba reír, jugar y bromear. Muchas veces la ponían a cuidar niños más pequeños, como era la costumbre en las escuelas elementales y Bernardette se mostraba tan joven y juguetona como la más pequeña niña.

Uno de los niños diría mas tarde:

"Bernardette era tan simple. Cuando le pedían que nos cuidara, lo hacía de una manera tal, que parecía otra niña jugando con nosotros, que no nos hacía pensar tanto en su aventura milagrosa. Criados con este pensamiento de que nuestra compañera había visto a la Virgen, lo considerábamos tan natural como un niño de hoy día que ha visto al presidente de la república."

Bernardette era completamente natural en su comportamiento diario, sin embargo era muy seria tocante a su vida Cristiana.

Al crecer, Bernardette tuvo como toda joven, sus momentos de vanidad, queriendo estar arreglada y lucir bien. Pero todas estas vanidades pasaron por ella rápidamente y sin dejar ningún rastro en su corazón.

Decía la Hna. Victorina: "La fiebre pasó rápidamente y no dañó su profunda piedad."

La comunidad contaba con las oraciones de Bernardette. Un día una religiosa, la Madre Alejandrina, sufrió una torcedura y el médico le mandó a tener reposo. Pero ella era muy activa y le pidió a Bernardette que le pidiera a la Virgen que la curara. Bernardette inmediatamente fue a rezar ante la estatua de la Virgen en la capilla. Oró con todo su corazón. ¿Qué pasó? No sabemos nada más que al otro día el doctor encontró a la Madre Alejandrina ocupada en su trabajo, como si nada hubiese pasado.


La vocación religiosa.

La Virgen Santísima le dio una gracia especial al llamarla a la vida religiosa. Parece que nunca Bernardette consideró en serio el matrimonio. A los 19 o 20 años, en 1863, la vocación de ser religiosa se le presentó claramente. Había considerado vagamente ser carmelita, pero no fue difícil hacerle comprender que su salud era muy delicada para enfrentar los rigores del Carmelo.

Fue el Obispo Forcade de Nevers, que tenía en su diócesis la Casa Madre de las Hermanas de la Caridad del hospicio y la escuela de Lourdes, quien contribuyó definitivamente en su orientación. El le preguntó cuáles eran sus intenciones para el futuro y ella le respondió:

"Señor Obispo, todo lo que pido es quedarme en esta casa como una sierva."

Pero hija mía, ¿no has pensado en llegar a ser una religiosa como las hermanas a las que tan apegada estás?

"Oh, Señor Obispo, nunca he creído que esto pudiese ser para una ignorante y pobre niña como yo. Usted sabe bien que soy pobre y no tendría la dote necesaria."

No es la pobreza lo que debe detenerte. Se puede hacer una excepción a la regla y recibir a una joven sin dote, si ella tiene signos claros de vocación."

"Señor Obispo, sus palabras me han tocado profundamente, le prometo que pensaré en ellas."

Bernardette comprendía que una decisión como esta no se hace sin consideración y reflexión. El Obispo estaba muy complacido con su prudencia y le recomendó que se tomara su tiempo e hiciera su decisión con completa libertad y sin apresuramiento.

En Agosto de 1864, Bernardette dijo a la Madre Superiora del Hospicio:

"Madre mía, he orado mucho para saber si estoy llamada a la vida religiosa. Creo que la respuesta es "sí". Yo quisiera entrar en su congregación si soy aceptada. Permítame pedirle que le escriba al Obispo."

En respuesta la superiora abrazó a Bernardette y sus lágrimas de gozo fueron su afectuosa respuesta.

Habiendo hecho su elección, más ataques de enfermedad y la necesidad de tratar varios remedios retardaron la puesta en práctica de su promesa.

En 1866 escribió: "Estoy mas presionada que nunca a dejar el mundo. Ahora he decidido definitivamente y espero dejarlo pronto."

Por fin llegó el gran día a comienzos de Julio de 1866, tenía 22 años de edad. Por última vez fue a la amada gruta donde su despedida fue de todo corazón. "¿Ven la gruta?, era mi cielo en la tierra." Al día siguiente se despidió de su familia y en Julio 4 1866, Bernardette dejó su pueblo natal para nunca más volver.

Antes de partir improvisa una oración tomando como pauta el Magnificat: acción de gracias por la pobreza de su esclava. Se dirige directamente a María: "Sí, Madre querida, tú te has abajado hasta la tierra para aparecerte a una débil niña. Tú, reina del cielo y la tierra, has querido servirte de lo que había de mas humilde según el mundo."


La religiosa, la santa:

Se va para comenzar su noviciado. Llegaron al convento de las Hermanas de la Caridad de Nevers, el 7 de julio de 1866 en la noche. El domingo Bernardette tuvo un ataque de nostalgia que le llevó a estar llorando todo el día. La animaban diciéndole que este era un buen signo ya que su vida religiosa debía empezar con sacrificio. En los anales de la Casa Madre se lee:

"Bernardette es en realidad todo lo que de ella hemos oído, humilde en su triunfo sobrenatural; simple y modesta a pesar de que todo se le ha unido para elevarla. Ella ríe y es dulcemente feliz aunque la enfermedad se la está comiendo. Este es el sello de la santidad, sufrimiento unido a gozo celestial."

HERMANA MARÍA BERNARDA (MARIE BERNARD):

Ni la superiora, la hermana Josefina Imbert, ni la maestra de novicias Madre María Teresa Vausou, entendían el tesoro que se les había confiado. Sí, admitían que la Virgen se le apareció, pero la veían tan "ordinaria", que tenían dificultad en ver santidad en ella. Su idea de santidad aparentemente era diferente a la de la Iglesia.

En el proceso diocesano de Beatificación, el Reverendo P. Peach, profesor de teología dogmática en el seminario de Moulins, les dijo a sus estudiantes:

"El testimonio llegó a esto, que Bernardette era muy ordinaria. Pero cuando se les preguntó si ella era fiel a las reglas, si tenía que ser corregida por desobediencia o en referencia a la pobreza y castidad, todas se apresuraron a decir: "Oh no, nada de eso."

¿Por qué sus superioras la juzgaban tan mal? sólo se puede encontrar respuesta en que era parte de la Providencia Divina para la santificación de Bernardette. De manera particular la Maestra de Novicias, Madre María Teresa Vauzou, quién fue la causante de muchos sufrimientos espirituales de Bernardette durante los 13 años que vivió en el convento. La Madre María, quien era estimada por su ojo agudo y su penetración psicológica, nunca fue capaz de leer en esta alma límpida su íntima unión con Dios, ni tampoco su total abandono a los deseos de su divina voluntad, la cual formaba su vida interior.

Bernardette, sin haber estudiado sobre las formas de oración, pasaba horas en ella, recitando su rosario con gran fervor. Vivía en unión perpetua con la Virgen Santísima y a través de Ella con Jesucristo.

"Bernardette estaba totalmente perdida en Dios."

Al recibir el hábito de postulante, recibió su nombre de religiosa el cual sería su mismo nombre bautismal, Sor María Bernarda.

Profesión anticipada:

Tres semanas después de haber recibido el hábito, Bernardette enfermó de gravedad con un nuevo ataque de tuberculosis y tuvo que ser puesta en la enfermería.

Esta crisis de sofocación asmática y de tos fue tan seria que el médico pensaba que su muerte era inminente.

La Madre Superiora llamó al Obispo y este le administró el Sacramento de Extrema Unción, pero ella no pudo recibir el Viático porque constantemente estaba vomitando sangre. Pensando que Bernardette estaba a punto de morir, la Madre Superiora quiso darle el consuelo de pronunciar sus votos. Habló con el Obispo, y la comunidad dio su aprobación unánime.

Sabiendo lo que iban a hacer, Bernardette respondió con una sonrisa de agradecimiento. Fue el Obispo Forcade quien presidió la ceremonia. Bernardette dio su consentimiento por medio de signos ya que no podía hablar. Entonces le fue dado el velo de profesa. Se pensaba que estaba a punto de morir, pero Bernardette siempre ponía su salud en las manos de la Virgen.

La nueva religiosa se durmió y se despertó a la mañana siguiente en un estado de felicidad que ella declaró a su Superiora: "Mi Reverenda Madre, usted me hizo hacer la profesión religiosa porque pensaba que iba a morir. Bueno, mire no voy a morir."

La Madre Superiora entonces le respondió: "Tonta, tú sabías que no ibas a morir y no nos lo dijiste. En este caso, si no has muerto para mañana en la mañana, te quitaré el velo."

Y la hermana María Bernarda, con admirable sumisión heroica, le respondió simplemente:

"Como usted desee, reverenda Madre." Y a pesar del dolor que esto le causaba, supo aceptar este cáliz que el Señor le enviaba.

Su madre murió en Diciembre 8, 1866, tenía 45 años y esta fue una de las tristezas más grandes que experimentó. En medio de su dolor dijo al Señor:

"¡Mi Dios, tú lo has querido! Yo acepto el cáliz que me das. Que tu Nombre sea bendito."

Durante su noviciado, Bernardette fue tratada más severamente y quizás más cruelmente que las otras novicias. Sus compañeras decían: "No es bueno ser Bernardette." Pero ella lo aceptaba todo y veía en ello la mano de Dios.

Bernardette profesó el 30 de octubre de 1867 con el nombre de Sor María Bernarda. Tenía 23 años. Sin embargo, la felicidad de ese momento fue teñida por una ruda humillación.

Cuando llegó el momento de distribuir a las nuevas profesas los trabajos, la Madre Superiora respondió a la pregunta del Obispo: "¿Y la hermana Marie Bernard? "Oh, Señor Obispo, no sabemos que hacer. Ella no es buena para nada" Y prosiguió: "Si desea, Señor Obispo, podemos tratar de usarla ayudando en la enfermería." A lo cual el Obispo consintió. La hermana Marie Bernard recibió el dolor de esta humillación en su corazón, pero no protestó, ni lloró, simplemente aceptó el cáliz.

Otro cáliz que pronto tomaría fue la muerte de su padre en 1871, 6 años después que su mamá. Supo de la muerte de su papá, a quien no había visto mas desde que dejó Lourdes, pero sabía que había muerto en la fe.

Una hermana la encontró llorando a los pies de la estatua de la Virgen y cuando la hermana la iba a consolar ella le dijo:

"Mi hermana, siempre ten una gran devoción a la agonía de nuestro Salvador. El Sábado en la tarde le oré a Jesús en agonía por todos aquellos que morirían en ese momento, y fue precisamente en el mismo momento en que mi padre entró a la eternidad. Que consuelo para mí el quizás haberle ayudado."

Muchas tribulaciones tuvo que pasar; humillaciones, grandes y pequeñas se apilaban sobre ella y ella decía:

"Cuando la emoción es demasiado fuerte, recuerdo las palabras de nuestro Señor. Soy Yo, no tengan miedo." El rechazo y humillaciones de mis Superioras y compañeras inmediatamente agradezco a nuestro Señor por esta gran gracia. Es el amor de este Buen Maestro el que hará desaparecer el árbol del orgullo en sus malas raíces. Mientras más pequeña me hago, más crezco en el Corazón de Jesús."

A Bernardette se le concedió un gran regalo al comienzo de 1874. Había sido asistente de enfermería, un trabajo que amaba mucho, pero sus fuerzas se diminuían.

Después de un ataque de bronquitis en el otoño de 1873, por el cual tuvo que ir al hospital, se determinó que estaba muy débil para seguir ayudando en la enfermería y se le dio el trabajo de menos esfuerzo físico en el Convento, el cual era al mismo tiempo el más importante, y el cual ella amó mucho más que el de ayudante de enfermería; la nombraron asistente de sacristán.

Su nueva posición le daba la oportunidad de pasar mucho tiempo en la capilla, cerca del Santísimo Sacramento. Estaba casi sin supervisión, lo que le permitía hablarle al Señor en el Tabernáculo, sin que nadie pensara que ella era extraña.

Manejaba todos los artículos sagrados con gran reverencia. El corporal, los purificadores y las albas los trataba consciente que Jesús Encarnado los había tocado durante el Sacrificio de la Eucaristía. Por eso no permitía que nadie le ayudase en este ministerio.

Pero este regalo no duró por mucho tiempo ya que su salud constantemente empeoraba. A partir de 1877 no es más que una inválida. Se le provee cuidado lo más posible y ella obedece todas las prescripciones.

Pronunció sus votos perpetuos el 22 de septiembre de 1878, en un tiempo en que se sentía mejor. Pero no duró mucho. Al siguiente 11 de diciembre, retornó a la enfermería, para nunca más salir. Sus últimos meses fueron muy difíciles, haciéndole pasar por la noche oscura del alma. Perdió confianza, la paz del corazón y la certeza del cielo. Fue tentada al desánimo y desesperación. Pensaba que era indigna de la salvación. Este fue su cáliz más amargo y su sufrimiento mayor.

También sufría mucho físicamente. La cama le causó tener la espalda repleta de llagas. Su pierna tuberculosa se le reventó. Desarrolló abscesos en los oídos, los que la hicieron prácticamente sorda por un tiempo. Si no hubieran sido tan evidentes sus síntomas, nadie se hubiese sospechado que estaba enferma. Su actitud tan serena y gozosa no manifestaba el profundo sufrimiento que padecía. No perdió su fortaleza y su aceptación.

A una hermana le dijo que iba a orar para que el Señor le mandara consolación, ella le respondió:

"No, no, no consolación, sólo fortaleza y paciencia."

Bernardette padeció su pasión durante la Semana Santa de 1879. El día 16 de Abril de 1879 rogó a las religiosas que la asistían que rezaran el rosario, siguiéndolo ella con gran fervor. Al acabar un Ave María, sonrió como si se encontrara de nuevo con la Virgen de la Gruta y murió. Eran las 3:15 PM.

Sus últimas palabras fueron la conclusión del Ave María: "Santa María, Madre de Dios, ruega por mí pobre pecadora... pecadora..."

Su cuerpo fue puesto en la pequeña Capilla Gótica, situada en el centro del jardín del Convento y la que estaba dedicada a San José. Fue en esta Capilla en la que, después de 30 años, en Septiembre 22, 1909, reconocieron el cuerpo, en vista al proceso de Beatificación diocesano. El cuerpo fue hallado en perfecto estado de preservación. Su piel dura, pero intacta, mantuvo su color. Hubo un segundo reconocimiento en Abril 18, 1925, poco antes de su Beatificación el 12 de Junio de 1925.

Bernardette fue Canonizada el 8 de Diciembre de 1933. Y celebramos su fiesta el día en que partió a la casa del Padre, el 16 de Abril.

Lourdes se ha convertido en el santuario Mariano mas visitado de Europa y el segundo en el mundo, después del Santuario de la Virgen de Guadalupe en México. Infinidad de enfermos han sido sanados en las aguas milagrosas de Lourdes, pero el mayor milagro siguen siendo las muchísimas conversiones del corazón.

Santa Bernardette todavía se puede observar incorrupta en su capilla en Nevers, dentro de un féretro de cristal donde parece estar dormida. Su dulzura y paz aun toca los corazones.

¡Santa Bernardette, ruega por nosotros!


Las apariciones de la Virgen de Lourdes y la Iglesia:

El 18 de Enero 1862, el obispo firmó la pastoral aprobando las apariciones. Su carácter sobrenatural y la vida tan auténtica de la vidente.

1874: el Papa Pío IX concedió al santuario el titulo de Basílica.

1876: corono solemnemente la estatua de la Virgen.

León XIII: aprobó el oficio y misa de Lourdes.

Pío X llamo a Lourdes: "sede del poder y de la misericordia de María, donde tuvieron lugar maravillosas apariciones de la Virgen."

1907: este mismo Papa extendió la celebración de la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes a toda la Iglesia universal.

Pío XI: afirmo: "Lourdes, donde la Virgen se apareció varias veces a la bienaventurada Bernardita, donde exhorto a todos los hombres a la penitencia."

Elevó al honor de los altares a Santa Bernardita Soubirous el 8 de Dic 1933.

Pío XII: escribió la encíclica "La peregrinación a Lourdes", el más completo de todos los documentos sobre Lourdes.

Juan XXIII: en la clausura del centenario de las apariciones de Lourdes, recordaba lo siguiente: "La Iglesia, por la voz de sus Papas, no cesa de recomendar a los católicos que presten atención al mensaje de Lourdes."

San Juan Pablo II fue el primer Papa que peregrinó a Lourdes, en el año de 1983, con motivo del 125 aniversario de las apariciones. Allí ofició la Santa Misa el día 15 de Agosto, afirmando dos veces: "Venimos en peregrinación a Lourdes, donde María dijo a Bernardita: "Yo soy la Inmaculada Concepción" y añadió: "Aquí habló con una simple muchachda de Lourdes, rezó con ella el rosario, le dio varios mensajes, y concluyó el Papa diciendo: "la Virgen viene a salvar a los pecadores".

Finalmente, el Papa Benedicto XVI peregrinó en 2008 a Lourdes por el 150 aniversario de las apariciones marianas.

"Aquí, muy cerca de la gruta, y en comunión especial con todos los peregrinos presentes en los santuarios marianos y con todos los enfermos de cuerpo o alma que buscan consuelo, bendecimos al Señor por la presencia de María en medio de su pueblo y a Ella dirigimos con fe nuestra oración:

"Santa María, tú que te apareciste aquí, hace ciento cincuenta años, a la joven Bernadette, ‘tú eres la verdadera fuente de esperanza’ (Dante, Par., XXXIII,12)". (Ángelus en Lourdes por el 150 aniversario de las apariciones)

SI QUIERES PUEDES CURARME


Si quieres puedes curarme
Sabes que quiere y sabes que puede; por eso de un momento a otro sentirás sanos tu cuerpo y tu alma si tienes fe.


Por: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net 




Esta breve y sincera oración quería decir muchas cosas a Jesús: "¿Qué te cuesta, qué le cuesta a quien ha creado un mundo de la nada curar un cuerpo enfermo?"

Hoy te presentas ante Él con el cuerpo y el alma enfermos: Eres la impotencia suplicante de rodillas ante el que lo puede todo. Si quieres... ¿Querrás? ¿Tendrás que pensar mucho si devuelves la salud a un desgraciado? ¿Puede tu amor resistir que un alma salida de tus manos en un gesto de amor, se pierda para siempre? ¿Querrás? ¿Puedes curarme?

Más que decírselo a Él, que lo sabe muy bien, debes decirlo y gritarlo a ti mismo, para estar cada vez más seguro de que puede, de que no le cuesta. Si te piden fe, di que la tienes; no tienes salud pero tienes fe, toda la que necesita el milagro para hacerse realidad, pero auméntala hasta que se convierta en un grano de mostaza; entonces moverás montañas.

Si quieres, puedes curarme. Sabes que quiere y sabes que puede; por eso de un momento a otro sentirás sanos tu cuerpo y tu alma. Quiero, queda limpio" esas palabras anhela tu alma.

Y quedó curado el leproso. Así quieres quedar tú curado, el otro leproso del alma. Quieres sentirte limpio y puro, sentir tu alma de niño, como cuando salió de sus manos un día que te amó infinitamente.

HOY 11 DE FEBRERO SE CELEBRA LA JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO


Hoy 11 de febrero se celebra la Jornada Mundial del Enfermo
Redacción ACI Prensa
 Crédito: Facebook Siervas del Plan de Dios




Cada 11 de febrero, Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Enfermo. Este año el título del mensaje del Papa Francisco es “Ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa” (Jn 19,26-27).

En su mensaje, el Papa dijo que "estas palabras del Señor iluminan profundamente el misterio de la Cruz. Esta no representa una tragedia sin esperanza, sino que es el lugar donde Jesús muestra su gloria y deja sus últimas voluntades de amor, que se convierten en las reglas constitutivas de la comunidad cristiana y de la vida de todo discípulo".

"El dolor indescriptible de la cruz traspasa el alma de María, pero no la paraliza. Al contrario, como Madre del Señor comienza para ella un nuevo camino de entrega. En la cruz, Jesús se preocupa por la Iglesia y por la humanidad entera, y María está llamada a compartir esa misma preocupación", aseguró. 

Asimismo, explicó que "Juan, el discípulo amado, representa a la Iglesia, pueblo mesiánico. Él debe reconocer a María como su propia madre. Y al reconocerla, está llamado a acogerla, a contemplar en ella el modelo del discipulado y también la vocación materna que Jesús le ha confiado".

Más adelante, el Pontífice señaló que la "vocación materna de la Iglesia hacia los necesitados y los enfermos se ha concretado, en su historia bimilenaria, en una rica serie de iniciativas en favor de los enfermos. Esta historia de dedicación no se debe olvidar". Por tanto, afirmó, "la pastoral de la salud sigue siendo, y siempre será, una misión necesaria y esencial".

Francisco invitó a confiar a María, Madre de la ternura, "todos los enfermos en el cuerpo y en el espíritu, para que los sostenga en la esperanza".

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 11 DE FEBRERO 2018


Lecturas de hoy Domingo 6º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
Hoy, domingo, 11 de febrero de 2018



Primera lectura
Lectura del libro del Levítico (13,1-2.44-46):

El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El que haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: "¡Impuro, impuro!" Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 31,1-2.5.11

R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor 
no le apunta el delito. R/.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa» 
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10,31–11,1):

Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios, como yo, por mi parte, procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de la mayoría, para que se salven. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.


Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.» 
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 11 de febrero de 2018
Fernando Torres cmf


Jesús nos cura y nos hace hermanos

      La lepra es una enfermedad que hace que la apariencia externa de la persona sea repugnante. En tiempos antiguos, la lepra era una enfermedad temida. Se temía su aspecto pero se temía más el contagio. Al leproso se le expulsaba de la sociedad. Era mejor no tocarle. Se corría el peligro de contaminarse y hacerse uno mismo leproso. El círculo se cierra sobre el leproso que no tiene escapatoria. Nadie se quiere acercar a él, nadie le ayudará. Es impuro y contamina a los demás. Cualquiera que se acerque a él será también marginado. La sociedad primitiva mostraba así su temor ante una enfermedad frente a la que no tenía medios con los que defenderse. 

      Hoy sabemos como curar la lepra. Pero hay otras “lepras”, otras realidades sociales frente a las que nos sentimos mal y preferimos mirar a otro lado, expulsar de la sociedad a los que las padecen, marginarlos y abandonarlos en la cuneta. Leprosos son ahora los inmigrantes, los que salen de la cárcel, los pobres... Leprosos se nos hacen todos los que son diferentes de nosotros por su raza, cultura, religión o lengua. De todos ellos nos separamos, les marginamos. Marcamos fronteras y límites que no deben pasar. Su presencia cerca de nosotros hace que nos sintamos mal (impuros). Por eso les mantenemos lejos y aparte. 

      Jesús rompe esas barreras artificiales. Cura al leproso. Así demuestra que su enfermedad no es fuente de impureza, no mata. Y lo hace tocándolo. Es un momento clave porque Jesús, al tocar al leproso, se hace oficialmente impuro. Se hace a sí mismo marginado. Así es como Dios nos cura y nos salva. Se hace uno con nosotros. Nos toca y, al tocarnos, rompe las barreras que la sociedad ha establecido entre los buenos y los malos, los puros y los impuros, los justos y los injustos. Dios acerca y une, junta y no divide, convoca a todos a formar la única familia de Dios. 

      Hay que comprender que el leproso no obedeciese a Jesús y contase lo sucedido a todos los que encontró y que la gente buscase a Jesús después de conocer lo sucedido. Hoy nosotros nos acercamos a Jesús para que nos cure la lepra. Y lo hace. Por supuesto. Pero, al mismo tiempo nos recuerda que, igual que nos cura a nosotros, no hay razón para marginar a otros, que no hay casos perdidos, que para Dios todos tenemos futuro. Y que, con la segunda lectura, todo lo debemos hacer para la gloria de Dios, que no es otra que el bien de la persona humana. Para ello lo mejor que podemos hacer es, como Pablo, seguir el ejemplo de Cristo y acercarnos a todos los leprosos de nuestro mundo para curarlos e invitarlos a formar parte de la familia humana. Eso y no otra cosa es ser en Jesús hijo de Dios. 



Para la reflexión

      ¿Nos cura Jesús de nuestras lepras? ¿Hay otras lepras que vemos en los otros que nos dan miedo y que nos hacen alejarnos de ellos? ¿Qué podemos hacer para que no se sientan marginados? ¿Para que se sientan miembros de la familia de Dios?

REZA EN VIVO DESDE LA RUTA DE LOURDES FRANCIA


VIDEO EN VIVO: Reza desde la gruta de la Virgen Lourdes en Francia
Redacción ACI Prensa



Gracias a la tecnología, se puede visitar por video en directo y tiempo real el famoso santuario francés donde la Virgen María se apareció a la humilde Santa Bernardita Soubirous en 1858.

En Lourdes, la Virgen apareció con un largo rosario blanco y dorado en sus manos y se presentó con estas palabras: "Yo soy la Inmaculada Concepción".

En una de sus apariciones, Nuestra Señora pidió a Bernardita rogar por los pecadores y exclamó: “¡Penitencia, penitencia, penitencia!... ¡Ruega a Dios por los pecadores! ¡Besa la tierra en penitencia por los pecadores!”.

FELIZ DOMINGO




sábado, 10 de febrero de 2018

ESTO ES TODO LO QUE DEBE SABER SOBRE LA FAMOSA AGUA DE LOURDES


Esto es todo lo que debe saber sobre la famosa agua de Lourdes
Redacción ACI Prensa




El próximo 11 de febrero se celebrará la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes y la 26 Jornada Mundial del Enfermo, la cual fue celebrada por primera vez en Lourdes en 1993 tras ser instituida un año antes por San Juan Pablo II .

Por tal motivo, el Santuario de Lourdes detalló en su sitio web, todo lo que los peregrinos deben saber sobre el agua que brota de la gruta Massabielle (Francia) y cómo conseguirla; teniendo en cuenta los muchos milagros oficiales que están vinculados al uso del agua luego de ocurridas las apariciones de la Virgen María desde el año 1858.  

El jueves 25 de febrero de 1858 la Virgen María le dijo a Santa Bernardita: "vaya a beber y lavarse en la fuente".

“Lo cual es una invitación para todos los peregrinos hasta el día de hoy”, detalla el sitio web del Santuario de Lourdes.

“El agua de Lourdes no debe confundirse con agua bendita. Es un agua normal, ligeramente calcárea y comparable a cualquier otra agua de manantiales cercanos”, añade.

También se indica que ésta no tiene virtud térmica o propiedad específica: “es completamente independiente del río Gave de Pau y se conduce por unos canales hacia unos depósitos para alimentar los diferentes grifos y piscinas”.

“Aparentemente el medio más frecuente de las curaciones es el empleo del agua de la fuente, ya sea en aplicación directa, tomándola o bañándose en ella. La Iglesia Católica especifica que Dios cura a través de los elementos naturales y los sacramentos, con la ayuda de la Virgen María y la oración de los cristianos”, se indica.

Santa Bernardita Soubirous dijo en una ocasión: "esta agua es considerada como un medicamento... pero tienes que guardar la fe y orar: ¡esta agua no podría hacer nada sin fe!".

“El agua de Lourdes es también el signo del bautismo. Cada vez que alguien hace el gesto del agua, le da un nuevo significado a la vida. Un corazón purifica y se libera”, concluye el sitio web.

El agua de la gruta de Lourdes está a disposición de todos de forma gratuita. Además, puede ser enviada por correspondencia en envases plásticos y solo deberá abonarse los gastos del recipiente, embalaje y envío.

Cuando se solicite el agua se debe escribir la cantidad deseada y la dirección a donde debe ser enviada. Además, se debe adjuntar el dinero correspondiente colocando el dinero en la carta, como valor declarado.

Para realizar el pago desde América Latina se debe enviar el dinero en dólares o euros por giro postal. En este caso, escribir al dorso del giro el motivo del envío.

El Consejo del Santuario indica que la cantidad máxima de agua que se puede pedir por persona es de 2 litros.

Dirección para realizar el pedido:

Santuario de Lourdes
1 avenue Monseigneur Théas
65108 Lourdes Cedex (Francia)
Teléfono: +33 (0)5 62 42 78 78
Correo electrónico: lourdes.water@lourdes-france.com

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 10 DE FEBRERO 2018


Lecturas de hoy Sábado de la 5ª Semana del Tiempo Ordinario
 Hoy, sábado, 10 de febrero de 2018



Primera lectura
Lectura del primer libro de los Reyes (12,26-32;13,33-34):

En aquellos días, Jeroboán pensó para sus adentros: «Todavía puede volver el reino a la casa de David. Si la gente sigue yendo a Jerusalén para hacer sacrificios en el templo del Señor, terminarán poniéndose de parte de su señor, Roboán, rey de Judá; me matarán y volverán a unirse a Roboán, rey de Judá.»
Después de aconsejarse, el rey hizo dos becerros de oro y dijo a la gente: «¡Ya está bien de subir a Jerusalén! ¡Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto!»
Luego colocó un becerro en Betel y el otro en Dan. Esto incitó a pecar a Israel, porque unos iban a Betel y otros a Dan. También edificó ermitas en los altozanos; puso de sacerdotes a gente de la plebe, que no pertenecía a la tribu de Leví. Instituyó también una fiesta el día quince del mes octavo, como la fiesta que se celebraba en Judá, y subió al altar que había levantado en Betel, a ofrecer sacrificios al becerro que había hecho. En Betel estableció a los sacerdotes de las ermitas que había construido. Jeroboán no se convirtió de su mala conducta y volvió a nombrar sacerdotes de los altozanos a gente de la plebe; al que lo deseaba lo consagraba sacerdote de los altozanos. Este proceder llevó al pecado a la dinastía de Jeroboán y motivó su destrucción y exterminio de la tierra.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 105, 6 7a. 19-20. 21-22

R/. Acuérdate de mí, Señor, 
por amor a tu pueblo

Hemos pecado con nuestros padres,
hemos cometido maldades e iniquidades.
Nuestros padres en Egipto
no comprendieron tus maravillas. R/.

En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R/.

Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el pais de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del Evangelio según san Marcos (8,1-10):

Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y, si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos.»
Le replicaron sus discípulos: «¿Y de dónde se puede sacar pan, aqui, en despoblado, para que se queden satisfechos?»
Él les preguntó: «¿Cuántos panes tenéis?»
Ellos contestaron: «Siete.»
Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos cuantos peces; Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también. La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil. Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 10 de febrero de 2018
José Luis Latorre, misionero claretiano


Queridos hermanos:

Nos cuenta Marcos que Jesús al ver tanta gente junto a sí que no tenía que comer dice: “Me compadezco de esta gente, ya llevan tres días junto a mí y no tienen que comer”. La mirada de Jesús ve al hombre en su necesidad real, material o espiritual. Y esta mirada nacida de la compasión se convierte en gesto, y éste en don para la vida del otro. Ante las situaciones de la gente sencilla Jesús tiene una mirada de compasión que le lleva a hacer suya esa realidad y a actuar para solucionarla. No es una compasión emocional y superficial (¡pobrecito, qué pena!), sino práctica que busca eficazmente una pronta y rápida actuación. La compasión de Jesús es fruto de ese amor a Dios que está en él y que le hace acercarse con sencillez y ternura al más necesitado. Es una compasión que no dilata la solución porque el bienestar de la persona es lo primero. Para Jesús la persona es lo primero de todo y lo más importante, ya que es muy consciente de que la gloria de Dios es que el hombre viva plenamente.

Jesús reparte los panes y los pececillos a través de los discípulos para darles a entender que las necesidades materiales son parte de su misión: la salvación que Dios quiere abarca al hombre entero –cuerpo y alma- y la evangelización a la que están llamados los discípulos debe satisfacer las necesidades espirituales y materiales. Un anuncio de la Palabra sin la práctica de la caridad no trasmita fielmente la enseñanza de Jesús, y una caridad que no nazca de la vivencia de la fe es pura filantropía y humanismo. La caridad cristiana es la concreción en obras de la fe. Santiago dice que una fe sin obras está muerta.

San Agustín tiene este pensamiento: “Dos amores han construido dos ciudades: el amor de Dios impulsado hasta el desprecio de uno mismo, ha construido la ciudad celeste; el amor a uno mismo, impulsado hasta despreciar a Dios, ha construido la ciudad terrena” (La ciudad de Dios XIV, 28). Y en otro libro: “De estos dos amores uno es puro e impuro el otro…Uno se muestra solícito en servir al bien común en vistas a la ciudad celeste, el otro está dispuesto a subordinar incluso el bien común a su propio poder en vistas a una dominación arrogante…Uno quiere para el prójimo lo que quiere para él, el otro quiere someter al otro  a sí mismo. Uno gobierna al prójimo para utilidad del prójimo, el otro por su propio interés” (De Genesi ad litteram, XI, 15,20).

BUENOS DÍAS




viernes, 9 de febrero de 2018

PAPA FRANCISCO RESPALDA LA LUCHA CONTRA LAS ESCLAVITUDES MODERNAS


El Papa Francisco respalda la lucha contra las esclavitudes modernas
POR MIGUEL PÉREZ PICHEL | ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El Papa Francisco recibió en audiencia a los integrantes del Grupo Santa Marta este viernes 9 de febrero y mostró su respaldo a la lucha contra las modernas esclavitudes, como es la trata de personas, la explotación laboral o la explotación sexual, e implicó a la Iglesia en el compromiso contra esta lacra.

El Santo Padre se reunió con los miembros de esta organización, constituida por una alianza internacional de jefes de policía y de Obispos para erradicar el tráfico de personas y la esclavitud, en la conclusión de la Conferencia que celebraron para proporcionar una perspectiva mundial sobre la trata de seres humanos y sobre las modernas formas de esclavitud.

“Según mi experiencia –señaló el Santo Padre–, estas jornadas de reflexión y de intercambio de experiencias aportan una luz clara a la interacción de las problemáticas globales y locales de la trata de personas humanas. La experiencia muestra que dichas formas modernas de esclavitud están más difundidas de lo que se puede imaginar, incluso, para nuestra vergüenza y escándalo, en el interior de las sociedades más prósperas”.

Francisco explicó que “el grito de Dios a Caín, que se encuentra en las primeras páginas de la Biblia, ‘¿Dónde está tu hermano?’, nos incita a examinar seriamente las diferentes formas de complicidad con las cuales la sociedad tolera y anima, en especial las dedicadas a la trata con fines sexuales, la explotación de hombres, mujeres y niños vulnerables”.

“Las iniciativas destinadas a combatir la trata de personas humanas con el objetivo concreto de desmantelar redes criminales, deben siempre considerar los más amplios sectores relacionados, como por ejemplo el uso responsable de las tecnologías y de los medios de comunicación, por no hablar del estudio de las implicaciones éticas de los modelos de crecimiento económico que privilegian el beneficio a las personas”, reflexionó.

El Pontífice animó a los miembros del Grupo Santa Marta a implicarse en la ayuda a las víctimas: “Confío en que vuestros debates en estos días ayuden también a incrementar el conocimiento de la creciente necesidad de ayudar a las víctimas de estos criminales, acompañándoles en un camino de reintegración en la sociedad y en el restablecimiento de su dignidad humana”.

En este sentido, recordó que “la Iglesia agradece todo esfuerzo para llevar un bálsamo de misericordia divina a aquellos que sufren, porque esto representa también un paso esencial para la curación y la renovación de la sociedad en su conjunto”.

Finalmente, agradeció a todos los implicados en esta organización y en sus proyectos por su trabajo en la lucha contra la esclavitud: “En calidad de líderes de las fuerzas del orden, de la investigación, de las políticas públicas y de la asistencia pastoral, ofrecéis una contribución esencial para afrontar las causas y los efectos de este moderno flagelo que continúa causando indecibles sufrimientos humanos”.

CÓMO VIVÍA UN DÍA JESÚS?

¿Cómo vivía un día Jesús?
En la vida de una persona no puede faltar el ejercicio de la interioridad, de la oración personal y del encuentro a solas con Dios


Por: Don Ángel Moreno de Buenafuente | Fuente: https://la-oracion.com/ 




Estamos en invierno, cuando los días son más cortos y la noche domina; en la oscuridad, cabe que sintamos el vértigo de la tristeza, del cansancio y hasta desesperanza, como exclama Job: “Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: ¿cuándo me levantaré?”

El salmista alivia la posible crisis cuando asegura que el Señor “sana los corazones destrozados, venda sus heridas”. En los momentos recios, es de gran ayuda encontrar unos parámetros que nos saquen de nosotros mismos y nos sirvan de apoyo para atravesar cada jornada con esperanza.

Hoy el Evangelio nos expone de manera concentrada un programa posible si nos fijamos en el de Jesús. El evangelista ubica al Nazareno a lo largo del día, en cuatro espacios diferentes: la sinagoga, la casa de Simón Pedro, la puerta de la casa y el descampado.

Los cuatro lugares corresponden a relaciones y actividades distintas, pero viéndolos con mirada global, explicitan las dimensiones esenciales de la persona, como es la trascendencia, la alteridad amiga y laboral, y la interioridad. De que se sepan llevar a cabo diferentes relaciones depende el desarrollo maduro de la persona.

En la sinagoga acontece el encuentro comunitario religioso, donde se leen las Escrituras y se comentan, extrayendo enseñanzas para la vida. En el judaísmo se celebra especialmente el sábado, día en que se cumple el deber de piedad para con Dios. En el cristianismo esto corresponde a la celebración dominical, donde se escucha la Palabra de Dios, se participa en la mesa santa, y se convive con los hermanos en la fe.

En la casa de los discípulos Pedro y Andrés, Jesús vive el clima de familia, donde se puede permanecer de forma distendida e íntima. En esta circunstancia se alude a la acción amistosa de Jesús que produce efectos muy significativos, pues la suegra de Pedro, una vez curada, se levanta y comienza a servir. La amistad rehabilita a las personas, mientras que el aislamiento introvertido empobrece y hasta enferma.

La calle llena de enfermos corresponde a la dimensión pastoral, que el mismo Jesús había anunciado en la Sinagoga de Nazaret: “Los ciegos ven, los cojos andan, a los pobres se les anuncia la buena noticia”. Cada uno tenemos una misión o tarea que debemos ejercer para bien de los demás y para perfección propia.

Por último, el texto señala una dimensión importante al describir que el Maestro se retira de manera discreta a un lugar solitario, donde permanecía en oración. En la vida de una persona no puede faltar el ejercicio de la interioridad, del propio conocimiento, de la oración personal y del encuentro a solas con Dios.

Si aplicamos este programa a nuestra vida, podremos combatir el tedio, porque nos ayuda a celebrar relaciones sociales, familiares, laborales y teologales y así llevar una forma de vida equilibrada y plenificadora.

Job 7, 1-4. 6-7; Salmo 146; 1 Corintios 9, 16-19. 22-23; Marcos 1, 29-39
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...