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viernes, 10 de mayo de 2013
MARÍA MADRE
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CURACIÓN MILAGROSA EN LOURDES
Ha dicho el Papa Juan Pablo II recordando su peregrinación a Lourdes en l983: "Donde está la Virgen presente, allí abunda la gracia y allí se registra la curación del hombre: curación en el cuerpo y en el espíritu".
De estas palabras del Papa nos da testimonio ERNEST JUNQUÉ TORT, al que devolvió la vida la Virgen María en sus tiernos años. Reproducimos sus palabras trasmitidas en una conversación con nuestro Consiliario.
Era el mes de julio de l963, cuando contaba yo solamente siete meses. De repente se me presentaron los terribles síntomas de una enfermedad que parecía desconocida. Luego se diagnosticaría como leucemia. ¡Dios mío, leucemia a mis siete meses! Entre tanto la medicación nada conseguía en mi pequeño y débil cuerpo. El mal avanzaba. Cada vez estaba peor. Finalmente al comprobar que los tratamientos médicos nada conseguían para detener el avance del mal, el Dr. Pedrerol, muy buen médico pediatra de Vilafranca, que llevaba mi caso, les dijo a mis padres que hicieran el esfuerzo de llevarme a Barcelona, para que las eminencias del Hospital Clínico de aquella ciudad tal vez encontraran una solución a mi enfermedad y recobrara la salud.
Trasladado urgentemente al Clínico de Barcelona, comenzaron los doctores de aquel centro una larga serie de pruebas para dictar seguros qué enfermedad tenía y el proceso necesario para mi curación. Los resultados fueron fatales. No había posibilidad alguna de curación. Efectivamente la leucemia me consumía. Cada día que pasaba en el Hospital Clínico se arruinaba más mi pequeño organismo de siete meses. Mis padres,
que eran y son unos modestos agricultores –mi padre pastor, que conoce todos los caminos de la montaña y aun del llano de Tarragona– y que nunca se habían visto en un problema semejante pasaron unos días de angustia. ¡Cuánto debo a la bondad de mis padres y a su sacrificio! El caso es que tenían que vivir en Barcelona a mi lado, y entrar en unos gastos muy superiores a lo que ellos podían. Ahora comprendo lo que son los padres con los hijos antes de que tengamos conocimiento. Siguieron las pruebas y al final le dijeron claramente a mi padre, que no había remedio humano y que necesariamente moriría en pocas horas.
Parecía un pequeño cadáver como esos que se ven hoy de los pobres países donde se mueren niños de pura hambre. Mi pobre cuerpo –me dicen mis padres– tenía solamente un hilo de vida. Los médicos aconsejaron a mis padres que ya no se movieran de Barcelona y que si querían llevarme a enterrar a mi pueblo, que podrían hacerlo a las pocas horas. Viajar en este estado era obligarme a morir en el viaje de regreso. Yo, Ernesto, me moría sin remisión a mis siete meses de vida.
El tiempo urgía. Trasladar mi cuerpo muerto desde Barcelona les hubiera costado días, dinero y una larga tramitación de gestiones, pues no es fácil trasladar un cadáver sin muchas cosas previas. Por eso mis padres decidieron que les entregaran a su hijito y en apariencias aún con vida llevarme a enterrar en el sencillo cementerio de mi pueblo. Aunque los doctores del Clínico desaconsejaban el traslado en tales condiciones, gracias a la influencia de un gran sacerdote, mosén.José Bachs Cortina, que era amigo de mi padre y era uno de los fundadores de Asociación Sacerdotal de San Antonio María Claret, se consiguió que entregaran mi cuerpecito a mis padres. Un colaborador de los ministerios de caridad de mosén Bachs, el taxista Marcelino, que luego había de emparentar con mi familia, me tomó en su taxi. Su madre me llevaba en brazos en la parte trasera del coche. Mis padres iban en otro vehículo. Así comenzó el viaje de Barcelona a nuestro pueblo. Pero aquella santa mujer que me llevaba en sus brazos llevaba con ella un tesoro. Una botellita con agua de Lourdes. Pese a darme ya por muerto, invocó a la Virgen Santísima y dejó caer una gotas del agua de la Virgen en mis labios sin vida. Con sorpresa comprobó que entraba el agua en mi garganta. Prosiguió entonces en darme más veces traguitos de agua y empecé a respirar con suavidad y a volver a mí la vida que parecía había huido ya. Cuando llegamos a mi casa el panorama había cambiado completamente. Yo, Ernesto vivía y dentro de mi debilidad vivía sin tratamiento alguno. Nadie podía creerlo. La sorpresa del bueno del Dr. Pedrerol no es para descrita. A pesar de todo y de apreciar mi mejora, como buen médico le pareció muy prudente seguir poniendo los medios humanos, pues el Señor quiere que colaboremos con sus gracias poniendo todos los medios a nuestro alcance. Se me fueron haciendo pequeñas trasfusiones de sangre de mi padre que era el único que podía hacérmela. Pero yo ya lo recibía todo, sin reacciones extrañas porque asimilaba lo que se me administraba, porque en realidad estaba ya curado de mi enfermedad por la Virgen María. Así año tras año, me revisaban los doctores y no encontraron ya residuos de mi antigua leucemia. A mis diez años me examinaron de nuevo muy a fondo y se vio que era un muchacho completamente normal, fuerte, lleno de salud. Fui con mis padres a Lourdes para dar gracias a la Virgen. ¡Qué emoción! Llevo a Lourdes en mi pecho. Siempre que puedo voy allá con mi mujer y mi hija, o solo con los enfermos y para ayudar a los necesitados de consuelo. El pequeño arbolado de nuestra finca familiar está presidido por la imagen de la Inmaculada como en Lourdes. Me siento consagrado a Ella.
Hoy han pasado 36 años de aquel terrible día en el que mis padres escucharon en el Hospital Clínico de Barcelona, que tenía leucemia y que no había curación para mí en la ciencia médica. Vivo en la actualidad feliz con mi esposa Dolores, con mi hija Jesica y con mis padres. A todos los amo de todo corazón. Amo la revista AVE MARIA que me habla de la Virgen. Sigo siendo lo que mi familia ha sido. Un trabajador de bien y honrado. Pero hay algo grande en mi vida. La Virgen me ha curado. A Ella le debo mi vida. Quiero que mi vida y la de los míos sean para Ella también.
Ernest Junqué Tort
La Bisbal del Penedès, Tarragona
La Bisbal del Penedès, Tarragona
ORACIÓN A LA VIRGEN MARIA
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FLORECILLAS A MARIA : 10 DE MAYO DEL 2013
jueves, 9 de mayo de 2013
FLORECILLAS A MARIA: 9 DE MAYO DEL 2013
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MAGNIFICAT - ORACIÓN
Su nombre es Santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos despide vacíos.
Magnificat
Santísima Virgen María
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador,
porque ha mirado la humillación de su esclava.
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador,
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.
Su nombre es Santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo,
dispersa a los soberbios de corazón.
dispersa a los soberbios de corazón.
Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes.
y enaltece a los humildes.
A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo,
acordándose de su santa alianza
según lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
acordándose de su santa alianza
según lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Amén.
CON MIRADAS A MARIA
Con miradas a María
Padre Pedro García, Misionero Claretiano
Recordamos, para empezar, una frase famosa de hace muchos siglos. San Bernardo, que pasa como el gran amante de María, escribió una página ardorosa, en la que va repitiendo como un estribillo: ¡Mira la Estrella, invoca a María!...
Y esta frase del gran Santo y Doctor, nos trae a la memoria una anécdota más cercana a nuestros días. El Papa Pío XI, hombre genial, investigador y artista, tenía su capilla privada llena de cuadros de la Virgen, que él mismo se entretenía en colocar y ordenar según su propio gusto. Cuando las paredes de la capilla quedaron llenas y ya no cabía nada más, los cuadros asaltaron la habitación contigua, mientras el Papa repetía sonriendo:
- ¡Siempre es hermoso mirar a la Señora!...
¡Mirar a la Virgen!... Se pueden gastar nuestros ojos en contemplar muchas maravillas en el mundo. Pero llegar a ver una maravilla mayor que la Mujer más bella salida de las manos de Dios, nos va a ser un imposible. Habrá que esperar al otro mundo, de bellezas muy distintas al nuestro...
Ahora, sin embargo, nos preguntamos: ¿Para qué miramos tanto a María? Alguna razón poderosa debe haber en ello... ¿Por puro gusto estético? No es motivo suficiente... ¿Porque esperamos algo de Ella? Tampoco, pues muchas veces no sentimos necesidad especial... ¿Por qué será?
Y hay que buscar razones más poderosas. La primera de todas, la más convincente, será siempre el amor: María es nuestra Madre, la queremos sin más, y por eso no nos cansamos nunca de mirarla...
Este amor se convertirá para nosotros en una aventura divina. Porque nos va a comprometer toda la vida, que, por ser totalmente mariana, será también totalmente cristiana.
Está muy bien, ante todo, el entusiasmo que sentimos por la Virgen. Porque el entusiasmo se halla siempre en la base de la entrega. San Antonio María Claret, que sabía bien lo que significa amar apasionadamente a María, les hacía repetir con él a los penitentes, cuando habían acabado su confesión:
- ¡Viva la Virgen Santísima! ¡Viva la Virgen Santísima!...
De ese amor entusiasta nacerá después el hacer por la Virgen cualquier cosa en la vida cristiana, por ardua y difícil que sea.
- ¡Viva la Virgen Santísima! ¡Viva la Virgen Santísima!...
De ese amor entusiasta nacerá después el hacer por la Virgen cualquier cosa en la vida cristiana, por ardua y difícil que sea.
Vendrán después las manifestaciones sencillas del amor. Por ejemplo, el llevar colgada al pecho la medalla de la Virgen o su estampa encerrada en la billetera. Por ejemplo, poner ante su imagen una flor o prenderle una vela. Por ejemplo, visitarla en una ermita o capilla suya...
¿Que todo esto son niñerías? No lo creamos. La Virgen, con esas manifestaciones de amor, se lleva muchos besos, y esos besos nacen solamente de los labios de amantes sinceros.
De esos labios nacerán también plegarias fervorosas. No fallarán las tres Avemarías por la noche antes de dormir. Se desgranará el Rosario, la devoción mariana por excelencia. Se le invocará a la Virgen en cualquier apuro, en cualquier necesidad.
De esos labios nacerán también plegarias fervorosas. No fallarán las tres Avemarías por la noche antes de dormir. Se desgranará el Rosario, la devoción mariana por excelencia. Se le invocará a la Virgen en cualquier apuro, en cualquier necesidad.
Con todo esto, se mantendrá siempre el recuerdo y el trato entre Madre e hijos. Y así, se estará viviendo siempre de María, y Ella seguirá dándonos siempre la vida de Dios por la Gracia que nos irá comunicando.
Finalmente, se manifestará en nosotros esa dependencia de María, viviendo como Ella. Si nos hemos consagrado a la Virgen, querremos tener sus mismos sentimientos --que, por otra parte, son los sentimientos de Jesús--; querremos actuar como Ella; querremos que nuestra vida resulte en todo igual que la suya.
Entonces, María se habrá convertido de hecho en el modelo y ejemplar de la vida cristiana para cada uno de nosotros, y llegaremos así a la perfección a que Dios nos ha destinado.
Hemos empezado hoy mirando a María, igual que la miraban un Doctor de la Iglesia y un Papa: como algo hermoso y como Estrella de Salvación.
Hemos empezado hoy mirando a María, igual que la miraban un Doctor de la Iglesia y un Papa: como algo hermoso y como Estrella de Salvación.
Y se me ocurre ahora recordar la mirada de un sentenciado a muerte. El criminal se había obstinado en su crimen. Lo malo no era el no reconocer nada ante los hombres, sino que rehusaba todo el auxilio que le brindaba Dios. Llaman al sacerdote, pero todo resulta inútil. Se niega a la confesión y permanece impenitente. No hace ningún caso del padre que le ofrece el perdón de Dios, aunque le hayan condenado los hombres como criminal.
Pero, mientras el padre le habla sin que él le preste ninguna atención, se pone a mirar la estampa Milagrosa que lleva el mismo sacerdote, la cual presenta al descubierto su Corazón, lo mismo que el Niño sentadito en sus rodillas. Esta mirada a la Virgen se hace cada vez más intensa. Sigue el condenado a muerte sin escuchar al sacerdote, porque su pensamiento lo tiene en otra parte. Hasta que prorrumpe en esta exclamación salvadora:
"Muy hermosa es la Virgen de la estampa, pero más hermosa la voy a ver yo muy pronto en el Cielo."
Recibe la absolución, sube los peldaños del cadalso, y su alma se escapaba hacia las alturas de la Gloria, donde le esperaba una Virgen María radiante de hermosura.
Nuestras miradas a la Virgen no se van a acabar con nuestra vida en la tierra. ¡Hay que ver cómo la miraremos allá arriba, y para siempre!...
MARÍA: CONSUELO DE LOS AFLIGIDOS
María: Consuelo de los afligidos
Padre Tomás Rodríguez Carbajo
. Ante el dolor por el que todos tenemos que pasar en este valle de lágrimas, no hay uniformidad en las reacciones, dependiendo éstas del sentido que le den. Hay quienes se rebelan por considerarse víctimas de un fatal destino, otros intentan pasar por él con una tranquilidad estoica , y no faltan quienes lo asumen como un medio para purificarse, una oportunidad para victimarse en unión con Jesús en la Eucaristía.
. Nuestras limitaciones humanas no nos permiten desentrañar el sentido pleno del dolor, nunca podremos comprender el alcance del mismo, pero hemos de reconocer que algún sentido y grande tiene que tener, cuando Cristo lo asumió y con él nos redimió.
. No podemos tildar de castigo al dolor y al sufrimiento, pues, a todos los que ama Dios no los excluye de este círculo, tenemos el ejemplo claro de María. Ella la amada y la preferida de Dios pasó por el dolor, la amargura y el sufrimiento. Su actitud nos sirve para consolarnos en las penas, sostener nuestro ánimo y alimentar la esperanza de que nuestro sufrimiento puede tener un buen fruto, cuando como Ella lo asumimos y ofrecemos al Señor.
. María sabe lo que es sufrir, estuvo al pie de la cruz (Jn.19,25) en el Calvario.. Su corazón sensible ante el dolor ajeno y su gran pesar por las grandes injusticias, ingratitudes y tormentos por los que estaba pasando su Hijo, le preparaban para doctorarla en la difícil asignatura del dolor salvífico, es decir, hacia el significado cristiano del sufrimiento, pues, lo que para algunos puede ser obstáculo de su felicidad o motivo para alejarse de Dios, para un creyente no puede ser una maldición, ya que Jesús proclamó bienaventurados los que lloran(Mt.5,5).
. Ante un dolor insoportable hay quien se queja, acusando de injusto a Dios; pero la queja muere en los labios de quien contempla a Cristo Crucificado, que sufre voluntaria e inocentemente. No se puede acusar a un Dios solidario con los sufrimientos humanos!
. De María se nos dice varias veces n el Evangelio que guardaba todo en su corazón. Es de suponer que una pregunta fuera ésta : Por qué tanto dolor". A nivel humano no encontramos explicación, pero eso no quiere decir que no lo tenga. Cristo no sólo nos redimió con el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento quedó redimido.
. A las personas se les puede ayudar con palabras y con ejemplos, refiriéndonos al dolor, nos sirve más modelos a imitar que palabras de consuelo. En esta línea tenemos a María, a quien podemos contemplar como una imagen viva del Evangelio del sufrimiento:
- María sufrió pobreza en Nazaret.
- María sufrió humillación en Belén.
- María sufrió estrecheces en la huida a Egipto.
- María sufrió dolor al quedarse viuda.
- María sufrió angustia por la pérdida de su Hijo.
- María sufrió temor, cuando sus parientes tuvieron a su Hijo por loco.
- María sufrió el constante presagio de la espada anunciada por Simeón.
- María sufrió incertidumbre ante el desenlace que tomaría el ritmo de la pasión.
- María sufrió desprecios por ser la Madre del ajusticiado.
- María sufrió soledad, cuando murió su Hijo.
- María culminó todos sus dolores difíciles de imaginar, pero fecundos para la salvación de los hombres en la cima del Calvario.
. María fue preservada del pecado, pero no del sufrimiento. Al contemplar a la Virgen Dolorosa penetramos más íntimamente en el misterio de Cristo y de su dolor salvífico.
BASILICA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
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