jueves, 28 de noviembre de 2013

EL ARQUITECTO DE LA VIRGEN MARÍA


EL ARQUITECTO DE LA VIRGEN MARÍA


A un arquitecto le pidieron construir un templo cuyo titular fuese la Virgen. 

El día de la inauguración los cientos de fieles que asistieron a la celebración, incluso el Obispo, se quedaron sorprendidos y, en cierto modo, decepcionados: la imagen de María no ocupaba ningún retablo. No se encontraba en el centro del altar. Mucho menos cerca del sagrario. 

La estatua de la Virgen, el arquitecto, la diseñó e ideó para ponerla y colocarla sentada en el primer banco.

Ante las protestas de los asistentes, la explicación del arquitecto fue la siguiente: “La Virgen no está para que la contemplemos y admiremos, sino  para que la imitemos. Es la primera, el modelo y nosotros vamos detrás, la seguimos. Su postura ante Dios y los hombres la debemos hacer nuestra. Caminando tras sus huellas llegaremos hasta Jesucristo. Ella, y por eso la he puesto en el primer banco, es la primera oyente de la Palabra de Dios para saber cómo tiene que responder ante El”.

Reflexión:
¿Para qué está la Virgen?
Para llevarnos al encuentro con Jesús. Sin ese horizonte, nuestra devoción hacia Ella, puede convertirse en una contradicción. En algo sin sentido.

¿Para qué está la Virgen?
Para abrir nuestros oídos, como lo hizo Ella, a la Palabra de Dios. Mirar a la Virgen es saber que, es grande, porque cumplió la voluntad del Señor.

¿Para qué está la Virgen?
Para que tomemos ejemplo, nítido y sencillo, de una mujer que –sin grandes riquezas- tuvo el mayor tesoro en su alma: CRISTO
¿Dónde poner a la Virgen?
En el llano (sin adulterarla) y en lo alto (sin perderla). En el término medio está la virtud. 

¿Dónde colocar a la Virgen? 
Cerca de Dios. Ella, recoge nuestras súplicas, nuestros deseos y, como Madre, las susurra al oído del Padre. Luego, sus manos abiertas, nos harán llegar las GRACIAS que vienen del Padre.


J. Leoz

¡EL DOMINGO YA EMPIEZA EL ADVIENTO!


Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
¡El domingo ya empieza el Adviento!


¡El domingo ya empieza el Adviento!
Cuatro domingos de Adviento tendrán que pasar para que ya, una vez más, estemos en Navidad.. 

Este domingo es el primero y el advenimiento que vamos a celebrar es la conmemoración de la llegada del Hijo de Dios a la Tierra. 

Es tiempo de preparación puesto que siempre que esperamos recibir a una persona importante, nos preparamos. 

La Iglesia nos invita a que introduzcamos en nuestro espíritu y en nuestro cotidiano vivir un nuevo aspecto disciplinario para aumentar el deseo ferviente de la venida del Mesías y que su llegada purifique e ilumine este mundo, caótico y deshumanizado, procurando el recogimiento y que sean más abundantes y profundos los tiempos de oración y el ofrecimiento de sacrificios, aunque sean cosas pequeñas y simples, preparando así los Caminos del Señor. 

Caminos que llevamos en nuestro interior y que tenemos que luchar para que no se llenen de tinieblas, de ambición, de lujuria, de envidia, de soberbia y de tantas otras debilidades propias de nuestro corazón humano, sino que sean caminos de luz, senderos que nos conduzcan a la cima de la montaña, a la conquista de nuestro propio yo. 

Hace unos días celebrábamos el día de Cristo Rey. Cristo es un Rey que no es de este mundo. El reino que El nos vino a enseñar pertenece a los pobres, a los pequeños y también a los pecadores arrepentidos, es decir, a los que lo acogen con corazón humilde y los declara bienaventurados porque de "ellos es el Reino de los Cielos".... y a lo "pequeños" es a quienes el Padre se ha dignado revelar las cosas ocultas a los sabios y a los ricos. 

Es preciso entrar en ese Reino y para eso hay que hacerse discípulo de Cristo. 

A nosotros no toca ser portadores del mensaje que Jesús vino a traer a la Tierra. 

Cristo no vivió su vida para sí mismo, sino para nosotros desde su Encarnación. por "nosotros los hombres y por nuestra salvación hasta su muerte, por nuestros pecados" (1Co 15,3) y en su Resurrección "para nuestra justificación (Rm4,1) "estando siempre vivo para interceder en nuestro favor" (Hb 7,25). Con todo lo que vivió y sufrió por nosotros, de una vez por todas, permanece presente para siempre "ante el acatamiento de Dios en favor nuestro" (Hb 9,24). 

Cuatro domingos faltan para que celebremos su llegada. Días y semanas para meditar, menos carreras, menos cansancio del bullicio y ajetreo de compras y compromisos, de banalidades y gastos superfluos.... mejor preparar nuestro corazón y tratar de que los demás lo hagan también para el Gran Día del Nacimiento en la Tierra de Dios que se hace hombre. 


ESTO ES EL ADVIENTO. PREPARÉMOSNOS CON ILUSIÓN Y CON FE. 

ACRÓSTICO EN ADVIENTO


NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES DE KIBEHO (RUANDA), ADVOCACIÓN MARIANA, 28 DE NOVIEMBRE

Autor: Padre Jordi Rivero | Fuente: Corazones.org
Nuestra Señora de los Dolores de Kibeho (Ruanda)
Advocación Mariana, 28 de noviembre
 
Nuestra Señora de los Dolores de Kibeho (Ruanda)
Nuestra Señora de los Dolores de Kibeho (Ruanda)

APARICIONES EN KIBEHO, (RWANDA, AFRICA) 1981-1989

Madre del Verbo

Las apariciones comenzaron el 28 de Noviembre de 1981. Anticiparon el genocidio que ocurrió en 1994. Esta aparición fue aprobada formalmente en el 2001.

Las 3 videntes
La primera en tener las apariciones fue Alphonsine Mumureke, de 16 años. Estas ocurrían en la escuela y los maestros y estudiantes no le creían y muchos se burlaban de ella. Pero mas tarde otras dos muchachas empezaron a ver también a la Virgen. Alphonsine fue filmada durante algunas apariciones. Un doctor de la comisión de investigación de la Iglesia examinó a la joven durante la aparición.

La segunda joven fue Nathalie Mukamazimpaka, 17 años, que comenzó a ver a la Virgen en enero 1982. Vió la Virgen casi 2 años.

La tercera fue Marie Claire Mukamgango, de 21 años. Vió a la Virgen de marzo a septiembre del 1982. Antes no creía en las apariciones. La Virgen le dió la misión de difundir el Rosario de los Siete Dolores de María. (Ella murió en la masacre que relataremos después).

Otros cuatro jóvenes videntes no fueron incluidos en la aprobación eclesiástica
Cuatro jóvenes de Kibeho dijeron que también veían a la Virgen en diferentes ocasiones, pero solo han recibido aprobación oficial las apariciones a los tres arriba mencionados.

Entre las muchachas que reportaron ver la Virgen había una joven musulmana que se convirtió y bautizó. También un joven pagano llamado Sagstashe, quien después de las apariciones se convirtió tomando el nombre Emmanuel. A Emmanuel, Jesús se le apareció en el campo en julio del 1982 y le enseñó el Padre Nuestro y el catecismo. El nunca antes de las apariciones había estado en una iglesia.

Las apariciones terminaron para seis de los videntes en 1983 y solo Alphonsine continuó teniendo apariciones, una vez al año el 28 de noviembre. La última fue en 1989 de esa fecha.

Para ver más sobre los mensajes de la Virgen en Kibeho haz "click" AQUI

miércoles, 27 de noviembre de 2013

NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA , ADVOCACIÓN MARIANA, 27 DE NOVIEMBRE





NUESTRA SEÑORA  DE LA MEDALLA MILAGROSA
27 DE NOVIEMBRE 

El mensaje principal de estas apariciones ocurridas el 18 de julio y el 27 de noviembre de dicho año fue presentar al mundo una medalla en que la Virgen aparece como Inmaculada, Reina, Corredentora y Medianera de las gracias.

La Santísima Virgen en persona presentó a Sor Catalina el modelo de esta medalla:


"Haz acuñar una medalla conforme a este modelo. Las personas que la llevan con confianza recibirán abundantes gracias".

Miremos la Medalla y descubramos en sus dos caras que se complementan el Mensaje esencial del Misterio de la salvación.


ANVERSO DE LA MEDALLA

María Inmaculada, Madre de los hombres.
María, mensajera, de la ternura de Dios, se muestra en pie.
Viene hacia nosotros con las manos abiertas y en actitud de acogida.
María es la sin pecado. Por eso aplasta la cabeza de la serpiente.
Se lee una oración "Oh María sin pecado concebida rogad por nosotros que recurrimos a vos".
Nos da a conocer que es la Inmaculada Concepción.



REVERSO DE LA MEDALLA

El proyecto de amor de Dios hacia los hombres.

La M coronada por la cruz: María esta íntimamente unida al misterio de la Pasión y de la Cruz de su Hijo, desde el Pesebre hasta el Calvario.

Dos corazones: el de Jesús y el de María. Representan la fuerza del amor que llega hasta la entrega total. María entró plenamente en ese Misterio de Amor de nuestra redención.

Doce estrellas: Jesús estableció su Iglesia sobre el fundamento de Pedro y sus Apóstoles.


María Estrella de la Evangelización.
Los fieles la llaman "Medalla Milagrosa" proclamando así que es un signo, el signo de la protección maternal de María.

CORONILLA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


CORONILLA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

En las cuentas del Rosario (utilizar un rosario común de 5 decenas):

En las cuentas grandes:

Corazón ardiente, Corazón herido en la cruz, Corazón que sangra en la Hostia. Me ofrezco voluntariamente para sufrir y para consolar al Corazón de Jesús en el sufrimiento de mis hermanos.
En las cuentas pequeñas (10 veces)

V/ Corazón Inmaculado de María, holocausto perfecto del Divino Amor.
R/ Haz que me hieran las heridas de tu Hijo, que me embriague de su Cruz y de su Sangre.

Al final de la coronilla, repetir 3 veces:
Madre del Corazón doloroso, termina en mi cuerpo lo que falta a la pasión de tu Hijo. Amén.

AFECTOS DE AMOR AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA


AFECTOS DE AMOR AL
 CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

¡Oh María!, Madre mía amabilísima, recibid, os suplico, los desahogos de mi alma herida de vuestro amor, que reconociendo en Vos al ser más amable después de Dios, os dice fervorosa:

Augusta Madre de Dios, os amo con todo mi corazón.

Dulcísima Madre mía, os amo con todo mi corazón.

Reina y Señora mía, os amo con todo mi corazón.

Vida, Dulzura y Esperanza mía, os amo con todo mi corazón.

Corredentora mía, os amo con todo mi corazón.

Protectora y Abogada mía, os amo con todo mi corazón.

Pastora y Maestra mía, os amo con todo mi corazón.

Alegría y gozo de mi alma, os amo con todo mi corazón.

Todo mi Tesoro después de Jesucristo, os amo con todo mi corazón.

Corazón mío y alma mía, os amo con todo mi corazón.

Porque Dios os hizo tan santa, os amo con todo mi corazón.

Porque Dios os hizo tan buena, os amo con todo mi corazón.

Porque Dios os hizo tan bella y agraciada, os amo con todo mi corazón.

Porque Dios os hizo tan amable y compasiva, os amo con todo mi corazón.

Porque Dios os hizo tan clemente y piadosa, os amo con todo mi corazón.

Porque Dios os hizo tan grande y humilde, os amo con todo mi corazón.

Porque Dios os hizo tan sabia y poderosa, os amo con todo mi corazón.

Porque Dios os hizo tan perfecta en todas vuestras virtudes, os amo con todo mi corazón.

Por los infieles que no os conocen, os amo con todo mi corazón.

Por los herejes que han sido siempre vuestros enemigos, os amo con todo mi corazón.

Por los malos cristianos que han perdido vuestra devoción, os amo con todo mi corazón.

Por los infelices réprobos, condenados a no amaros nunca, os amo con todo mi corazón.

Por vuestra eterna predestinación me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.

Por vuestra Inmaculada Concepción y por los privilegios admirables con que en ella fuisteis enriquecida, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.

Por vuestra absoluta preservación de todo pecado, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.

Por vuestra íntegra y perpetua virginidad, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.

Por vuestra divina maternidad, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.

Por la resurrección de vuestro cuerpo y Asunción en cuerpo y alma al Cielo, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.

Por la gloria que gozáis, sólo inferior a la de Jesús, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.

Por el amor que os tienen todos los buenos cristianos en la tierra, y todos los Ángeles y Santos en el Cielo, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.

Por las alabanzas que en el Cielo y en la tierra resuenan en honor vuestro, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.

Por los milagros que Dios hace para glorificar vuestras imágenes y confirmar vuestro culto, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.

Por las excelencias de vuestro Corazón que no alcanzan las inteligencias humanas ni angélicas, me gozo y os felicito, dulcísima Madre mía.

Que me alcancéis amaros mucho, os suplico, dulcísima Madre mía.

Que me alcancéis amaros siempre, os suplico, dulcísima Madre mía.

Que me alcancéis imitaros para ser mejor hijo de vuestro Corazón, os suplico, dulcísima Madre mía.

Que me alcancéis ganar muchos corazones para vuestro amor, os suplico, dulcísima Madre mía.

Que me alcancéis morir con vuestro nombre en los labios y vuestro amor en el corazón, os suplico, dulcísima Madre mía.

Que me alcancéis estar muy cerca de Vos en el Cielo, os suplico, dulcísima Madre mía. 

Oh Jesús, que hicisteis tan amable a María y que en la persona de San Juan nos la disteis por Madre, conceded a los que nos gloriamos de ser sus hijos, que la amemos tierna y fervorosamente, para llegar así con más eficacia y prontitud a amaros a Vos, que con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis por los siglos. Amén.

CONSAGRACIÓN DE LAS FAMILIAS AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


Consagración de las familias al Inmaculado Corazón de María


Oración
Inmaculado Corazón de María, Madre de Dios y Madre nuestra; entrad hoy en esta familia que desea consagrarse para siempre a Vos. ¡Oh la más tierna de las Madres! Al recibiros en nuestra casa, os decimos que queremos ser los más leales, los más obedientes, los más fervorosos de vuestros hijos. Ya que venís a formar parte de esta familia, socorrednos en todas nuestras necesidades, espirituales y corporales; rogad siempre por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte. ¡Oh María!, mostrad que sois nuestra Madre. ¡Oh Madre!, aquí tenéis a vuestros hijos.


Acto de consagración
¡Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra! La familia aquí reunida se consagra hoy a vuestro Inmaculado Corazón, para que reinéis en nuestra casa, con la presencia entre nosotros de vuestra sagrada imagen, con vuestra protección maternal en los días de alegría y dolor, y siempre con vuestro espíritu, modelo de todas las virtudes.

Te consagramos nuestro ser y nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestras almas, nuestro hogar y nuestra familia, cuanto amamos y cuanto tenemos. Deseamos que todo lo que nos rodea pertenezca a Vos y participe de vuestras maternales bendiciones.

Y para que esta Consagración sea eficaz y duradera, renovamos a vuestros pies las Promesas del Bautismo, y nos comprometemos a profesar siempre las verdades de la fe, a vivir como católicos verdaderos, observando los Mandamientos de Dios y de la Iglesia y a santificar nuestra vida con las prácticas de la religión cristiana, especialmente con la frecuente recepción de los Santos Sacramentos.

Dígnate, ¡oh tierna Madre nuestra!, tomar plena posesión de este hogar; estableced en él el reinado de vuestro Inmaculado Corazón, a fin de acelerar y asegurar el reinado del Corazón de vuestro adorable Hijo Jesús. Amén.

ORACIONES A NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA, 27 DE NOVIEMBRE





martes, 26 de noviembre de 2013

IMÁGENES DE NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA












SIGNIFICADO DE LA MEDALLA MILAGROSA


SIGNIFICADO DE LA MEDALLA MILAGROSA
Aparición del 27 de noviembre del 1830

La tarde el 27 de Nov. de 1830, sábado víspera del primer domingo de Adviento, en la capilla, estaba Sor Catalina haciendo su meditación, cuando le pareció oír el roce de un traje de seda que le hace recordar la aparición anterior.

Aparece la Virgen Santísima, vestida de blanco con mangas largas y túnica cerrada hasta el cuello. Cubría su cabeza un velo blanco que sin ocultar su figura caía por ambos lados hasta los pies. Cuando quiso describir su rostro solo acertó a decir que era la Virgen María en su mayor belleza.

Sus pies posaban sobre un globo blanco, del que únicamente se veía la parte superior, y aplastaban una serpiente verde con pintas amarillas. Sus manos elevadas a la altura del corazón sostenían otro globo pequeño de oro, coronado por una crucecita.

La Stma. Virgen mantenía una actitud suplicante, como ofreciendo el globo. A veces miraba al cielo y a veces a la tierra. De pronto sus dedos se llenaron de anillos adornados con piedras preciosas que brillaban y derramaban su luz en todas direcciones, circundándola en este momento de tal claridad, que no era posible verla.

Tenia tres anillos en cada dedo; el mas grueso junto a la mano; uno de tamaño mediano en el medio, y no mas pequeño, en la extremidad. De las piedras preciosas de los anillos salían los rayos, que se alargaban hacia abajo; llenaban toda la parte baja.

Mientras Sor Catalina contemplaba a la Virgen, ella la miró y dijo a su corazón:

Este globo que ves (a los pies de la Virgen) representa al mundo entero, especialmente Francia y a cada alma en particular. Estos rayos simbolizan las gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden.

Con estas palabras La Virgen se da a conocer como la mediadora de las gracias que nos vienen de Jesucristo.

El globo de oro (la riqueza de gracias) se desvaneció de entre las manos de la Virgen. Sus brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de luz seguían cayendo sobre el globo blanco de sus pies.


La Medalla Milagrosa:

En este momento se apareció una forma ovalada en torno a la Virgen y en el borde interior apareció escrita la siguiente invocación: "María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti"

Estas palabras formaban un semicírculo que comenzaba a la altura de la mano derecha, pasaba por encima de la cabeza de la Santísima Virgen, terminando a la altura de la mano izquierda .

Oyó de nuevo la voz en su interior: "Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán mas abundantes para los que la lleven con confianza".

La aparición, entonces, dio media vuelta y quedo formado en el mismo lugar el reverso de la medalla.

En el aparecía una M, sobre la cual había una cruz descansando sobre una barra, la cual atravesaba la letra hasta un tercio de su altura, y debajo los corazones de Jesús y de María, de los cuales el primero estaba circundado de una corona de espinas, y el segundo traspasado por una espada. En torno había doce estrellas.

La misma aparición se repitió, con las mismas circunstancias, hacia el fin de diciembre de 1830 y a principios de enero de 1831. La Virgen dijo a Catalina: "En adelante, ya no veras , hija mía; pero oirás mi voz en la oración".

Un día que Sor Catalina estaba inquieta por no saber que inscripción poner en el reverso de la medalla, durante la oración, la Virgen le dijo: "La M y los dos corazones son bastante elocuentes".

Símbolos de la Medalla y mensaje espiritual:

En el Anverso:

-María aplastando la cabeza de la serpiente que esta sobre el mundo. Ella, la Inmaculada, tiene todo poder en virtud de su gracia para triunfar sobre Satanás.

-El color de su vestuario y las doce estrellas sobre su cabeza: la mujer del Apocalipsis, vestida del sol.

-Sus manos extendidas, transmitiendo rayos de gracia, señal de su misión de madre y mediadora de las gracias que derrama sobre el mundo y a quienes pidan.

-Jaculatoria: dogma de la Inmaculada Concepción (antes de la definición dogmática de 1854). Misión de intercesión, confiar y recurrir a la Madre.

-El globo bajo sus pies: Reina del cielos y tierra.

-El globo en sus manos: el mundo ofrecido a Jesús por sus manos.

En el reverso:

-La cruz: el misterio de redención- precio que pagó Cristo. obediencia, sacrificio, entrega

-La M: símbolo de María y de su maternidad espiritual.

-La barra: es una letra del alfabeto griego, "yota" o I, que es monograma del nombre, Jesús.

Agrupados ellos: La Madre de Jesucristo Crucificado, el Salvador.

-Las doce estrellas: signo de la Iglesia que Cristo funda sobre los apóstoles y que nace en el Calvario de su corazón traspasado.

-Los dos corazones: la corredención. Unidad indisoluble. Futura devoción a los dos y su reinado.

Nombre:

La Medalla se llamaba originalmente: "de la Inmaculada Concepción", pero al expandirse la devoción y haber tantos milagros concedidos a través de ella, se le llamó popularmente "La Medalla Milagrosa".

ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA


Oración a la Virgen de la Medalla Milagrosa

Postrado ante vuestro acatamiento, ¡Oh Virgen de la Medalla Milagrosa!, y después de saludaros en el augusto misterio de vuestra concepción sin mancha, os elijo, desde ahora para siempre, por mi Madre, Abogada, Reina y Señora de todas mis acciones y Protectora ante la majestad de Dios.

Yo os prometo, Virgen Purísima, no olvidaros jamás, ni vuestro culto ni los intereses de vuestra gloria, a la vez que os prometo también promover en los que me rodean vuestro Amor.
Recibidme, Madre tierna, desde este momento y sed para mí el refugio en esta vida y el sostén a la hora de la muerte. Amén.

NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA, 27 DE NOVIEMBRE


Nuestra Señora  de la Medalla Milagrosa
27 de Noviembre - Advocación Mariana

El 27 de noviembre de 1830 la Virgen Santísima se apareció a Santa Catalina Labouré, humilde religiosa vicentina, y se le apareció de esta manera: La Virgen venía vestida de blanco. Junto a Ella había un globo luciente sobre el cual estaba la cruz. Nuestra Señora abrió sus manos y de sus dedos fulgentes salieron rayos luminosos que descendieron hacia la tierra. María Santísima dijo entonces a Sor Catalina:

"Este globo que has visto es el mundo entero donde viven mis hijos. Estos rayos luminosos son las gracias y bendiciones que yo expando sobre todos aquellos que me invocan como Madre. Me siento tan contenta al poder ayudar a los hijos que me imploran protección. ¡Pero hay tantos que no me invocan jamás! Y muchos de estos rayos preciosos quedan perdidos, porque pocas veces me rezan".

Entonces alrededor de la cabeza de la Virgen se formó un círculo o una aureola con estas palabras: "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". Y una voz dijo a Catalina: "Hay que hacer una medalla semejante a esto que estas viendo. Todas las personas que la lleven, sentirán la protección de la Virgen", y apareció una M, sobre la M una cruz, y debajo los corazones de Jesús y María. Es lo que hoy está en la Medalla Milagrosa.

El Arzobispo de París permitió fabricar la medalla tal cual había aparecido en la visión, y al poco tiempo empezaron los milagros (lo que consigue favores de Dios no es la medalla, que es un metal muerto, sino nuestra fe y la demostración de cariño que le hacemos a la Virgen Santa, llevando su sagrada imagen).

lunes, 25 de noviembre de 2013

EL CREDO MARIANO



EL CREDO MARIANO
San Alfonso María Ligorio

Cuando un parecer es de algún modo honroso para la Virgen Santísima, y tiene algún fundamento, y no está en pugna con las verdades de fe y los decretos de la Iglesia, ni con la verdad ciertamente conocida, el no aceptarla o impugnarla, denota poca devoción a la Madre de Dios.


   1.- Creo que la Santísima Virgen fue predestinada desde la eternidad, no a la gracia y a la gloria principalmente, como los demás hombres, sino que fue predestinada principalmente para ser la Madre del Redentor y Corredentora del género humano.

2.- Creo, por consiguiente, que se ha de decir de la Santísima Virgen lo que se dice de Jesucristo, aunque en menor grado y con subordinación a El.

3.- Creo, con San Bernardo, que «por María fueron inspiradas las Sagradas Escrituras y de María nos hablan todas ellas; que por María fue creado el mundo, y porque María fue llena de gracia, por Ella bajó del cielo la majestad de Dios y por Ella es exaltado el hombre hasta los cielos».

4.- Creo que María es verdadera y propiamente Madre de Dios, dignidad infinita en su género, porque no cabe otra más excelente en pura criatura.

 5.- Creo que fue concebida sin mancha de pecado original, ni tuvo jamás pecado personal alguno, ni aun sombra de pecado.

6.- Creo que fue siempre Virgen, antes del parto, en el parto y después del parto.

 7.- Creo en su gloriosa Asunción a los cielos en cuerpo y alma.

8.- Creo que la Virgen Santísima redimió al genero humano en colaboración esencial con su Hijo, por lo que merece con toda verdad y propiedad el título de Corredentora.

9.- Creo que, por esta su colaboración a la Redención, fue constituida por Dios Tesorera y Dispensadora de todas las gracias que se dispensarán a los hombres hasta el fin de los siglos.

10.- Creo, por tanto, que la gracia de la perseverancia final o buena muerte, como las demás, nos viene por las manos de la Santísima Virgen.

11.- Creo que la devoción a la Santísima Virgen es moralmente necesaria para salvarnos.

12.- Creo que no sólo el ser devoto de la Santísima Virgen es señal de predestinación, sino que «haber recibido, a lo menos, la gracia de pensar con frecuencia y con dulzura en María es una gran señal de merecer el cielo».

 13.- Creo que María es nuestra Madre, porque de su libre consentimiento dependió la Encarnación y la muerte de su Hijo, nuestra Vida.

 14.- Creo que la Santísima Virgen nos ama a todos y a cada uno con amor inmenso, del que no es ni sombra el amor de todas las madres juntas a sus hijos.

15.- Creo que la Santísima Virgen es la Reina del Universo, a cuya voluntad obedecen todos y todo en los cielos, en la tierra y en los abismos.

16.- Creo que la Santísima Virgen es abogada y refugio y única esperanza de los pecadores.

17.- Creo que no hay pecador tan lleno de crímenes que si a Ella se encomienda, no alcance el perdón y el cielo.

 18.- Creo que la Santísima Virgen se ofende, no sólo de los que la injurian, sino de los que no se encomiendan a Ella y confían totalmente en su patrocinio.

19.- Creo que es tan benigna y poderosa que "aun al diablo sacaría del infierno y llevaría de nuevo a la gloria si, humillándose, pidiera perdón a Dios e implorase la ayuda de María", lo que, sin embargo, por Soberbia no hará jamás.

 20. Creo, con San Alfonso de Ligorio, que "sólo con que tengamos la dicha de morir delante de una imagen de María pronunciando su nombre o pidiéndole misericordia, iremos ciertamente al cielo".

21.- Creo que la verdadera devoción a la Santísima Virgen consiste en imitar sus virtudes y ejemplos.

 22.- Creo, sin embargo, que aun la devoción imperfecta del pecador que la honra constantemente con algún obsequio, aunque sea pequeño, no se perderá eternamente.

 23.- Creo que, siendo Ella nuestra vida y el camino seguro para ir a Cristo, quien no profesa una devoción singular a María carece de vida espiritual.

24.- Creo que no hay pecador o impío por obstinado que se halle, que si pronuncia con respeto y devoción el nombre de María, no alcance la gracia de la conversión.

25.- Creo que delante de Dios tiene más eficacia un suspiro de la Santísima Virgen que todas las oraciones de los ángeles, bienaventurados y hombres juntos.

 26.- Creo, en fin, que la Santísima Virgen alivia y favorece de modo especial en el purgatorio a las almas que le fueron en esta vida particularmente devotas.

EL MENSAJE DE LA VIRGEN DE LOURDES



El Mensaje de la Virgen de Lourdes


El Mensaje que la Santísima Virgen dio en Lourdes, puede resumirse en los siguientes puntos:

1.- Es un agradecimiento del cielo por la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, que se había declarado cuatro años antes por Pio IX (1854), al mismo tiempo que así se presenta Ella misma como Madre y modelo de pureza para el mundo que está necesitado de esta virtud.

2.- Derramó innumerables gracias de sanaciones físicas y espirituales, para que nos convirtamos a Cristo en su Iglesia.

3.- Es una exaltación a la virtudes de la pobreza y humildad aceptadas cristianamente, al escoger a Bernadette como instrumento de su mensaje.

4.- Un mensaje importantísimo en Lourdes es el de la Cruz. La Santísima Virgen le repite que lo importante es ser feliz en la otra vida, aunque para ello sea preciso aceptar la cruz. "Yo también te prometo hacerte dichosa, no ciertamente en este mundo, sino en el otro".

5.- En todas la apariciones vino con su Rosario: La importancia de rezarlo.

6.- Importancia de la oración, de la penitencia y humildad (besando el suelo como señal de ello); también, un mensaje de misericordia infinita para los pecadores y del cuidado de los enfermos.

7.- Importancia de la conversión y la confianza en Dios.


DIOS LLENÓ EL ALMA DE LA VIRGEN MARÍA



DIOS LLENÓ EL ALMA DE LA VIRGEN MARÍA

Desde el primer momento, Dios llenó el alma de María con su presencia amorosa; y el Corazón de María no vaciló un solo momento; se orientó hacia Dios y nunca se desvió de Él. Lo amó con todas sus energías.

Si María ama a las criaturas, las ama por Dios y para Dios. Será siempre y toda de Dios.

Nuestra ansia de amar y ser amados sólo se podrá satisfacer plenamente con el amor a Dios.

Virgen, flor de nuestra tierra,
perfuma mi alma con el aroma de tus virtudes.



LA VIRGEN MARÍA, POBRE DE BIENES


Los cinco minutos de María 
 Alfonso Milagro


La Virgen fue pobre y vivió pobremente; no poseyó ni ambicionó bienes. María fue pobre de bienes, pero inmensamente rica en dones.
Esta verdad nos enseña que la escala de valores del Evangelio no coincide con la del mundo. Será muy conveniente que, de cuando en cuando, vayamos cotejando nuestra propia escala de valores con la que Cristo nos señala en el Evangelio, la misma que María vivió con fidelidad.



María, que llamada por Dios para ser su Madre, fuiste la "llena de gracia", haz que valoremos las gracias que Dios no deja de regalarnos.

domingo, 24 de noviembre de 2013

LA VIRGEN MARÍA REINA


María Reina
Catequesis de S.S. Juan Pablo II
23 de julio de 1997

1. La devoción popular invoca a María como Reina. El Concilio, después de recordar la asunción de la Virgen «en cuerpo y alma a la gloria del cielo», explica que fue «elevada (...) por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores (cf. Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte» (Lumen gentium, 59).

En efecto, a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el concilio de Éfeso la proclama «Madre de Dios», se empieza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este reconocimiento ulterior de su excelsa dignidad, quiere ponerla por encima de todas las criaturas, exaltando su función y su importancia en la vida de cada persona y de todo el mundo.

Pero ya en un fragmento de una homilía, atribuido a Orígenes, aparece este comentario a las palabras pronunciadas por Isabel en la Visitación: «Soy yo quien debería haber ido a ti, puesto que eres bendita por encima de todas las mujeres tú, la madre de mi Señor, tú mi Señora» (Fragmenta: PG 13, 1.902 D). En este texto se pasa espontáneamente de la expresión «la madre de mi Señor» al apelativo «mi Señora», anticipando lo que declarará más tarde san Juan Damasceno, que atribuye a María el título de «Soberana»: «Cuando se convirtió en madre del Creador, llegó a ser verdaderamente la soberana de todas las criaturas» (De fide orthodoxa, 4, 14: PG 94 1.157).

2. Mi venerado predecesor Pío XII en la encíclica Ad coeli Reginam, a la que se refiere el texto de la constitución Lumen gentium, indica como fundamento de la realeza de María, además de su maternidad, su cooperación en la obra de la redención. La encíclica recuerda el texto litúrgico: «Santa María, Reina del cielo y Soberana del mundo, sufría junto a la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (MS 46 [1954] 634). Establece, además, una analogía entre María y Cristo, que nos ayuda a comprender el significado de la realeza de la Virgen. Cristo es rey no sólo porque es Hijo de Dios, sino también porque es Redentor. María es reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque, asociada como nueva Eva al nuevo Adán, cooperó en la obra de la redención del género humano (MS 46 [1954] 635).

En el evangelio según san Marcos leemos que el día de la Ascensión el Señor Jesús «fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios» (Mc 16, 19). En el lenguaje bíblico, «sentarse a la diestra de Dios» significa compartir su poder soberano. Sentándose «a la diestra del Padre», él instaura su reino, el reino de Dios. Elevada al cielo, María es asociada al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la gracia divina en el mundo.

Observando la analogía entre la Ascensión de Cristo y la Asunción de María, podemos concluir que, subordinada a Cristo, María es la reina que posee y ejerce sobre el universo una soberanía que le fue otorgada por su Hijo mismo.

3. El título de Reina no sustituye, ciertamente, el de Madre: su realeza es un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le fue conferido para cumplir dicha misión.

Citando la bula Ineffabilis Deus, de Pío IX, el Sumo Pontífice Pío XII pone de relieve esta dimensión materna de la realeza de la Virgen: «Teniendo hacia nosotros un afecto materno e interesándose por nuestra salvación ella extiende a todo el género humano su solicitud. Establecida por el Señor como Reina del cielo y de la tierra, elevada por encima de todos los coros de los ángeles y de toda la jerarquía celestial de los santos, sentada a la diestra de su Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, obtiene con gran certeza lo que pide con sus súplicas maternal; lo que busca, lo encuentra, y no le puede faltar» (MS 46 [1954] 636-637).

4. Así pues, los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto no sólo no disminuye, sino que, por el contrario, exalta su abandono filial en aquella que es madre en el orden de la gracia.

Más aún, la solicitud de María Reina por los hombres puede ser plenamente eficaz precisamente en virtud del estado glorioso posterior a la Asunción. Esto lo destaca muy bien san Germán de Constantinopla, que piensa que ese estado asegura la íntima relación de María con su Hijo, y hace posible su intercesión en nuestro favor. Dirigiéndose a María, añade: Cristo quiso «tener, por decirlo así, la cercanía de tus labios y de tu corazón; de este modo, cumple todos los deseos que le expresas, cuando sufres por tus hijos, y él hace, con su poder divino, todo lo que le pides» (Hom 1: PG 98, 348).

5. Se puede concluir que la Asunción no sólo favorece la plena comunión de María con Cristo, sino también con cada uno de nosotros: está junto a nosotros, porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro itinerario terreno diario. También leemos en san Germán: «Tú moras espiritualmente con nosotros, y la grandeza de tu desvelo por nosotros manifiesta tu comunión de vida con nosotros» (Hom 1: PG 98, 344).

Por tanto, en vez de crear distancia entre nosotros y ella, el estado glorioso de María suscita una cercanía continua y solícita. Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia, y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida.

Elevada a la gloria celestial, María se dedica totalmente a la obra de la salvación para comunicar a todo hombre la felicidad que le fue concedida. Es una Reina que da todo lo que posee compartiendo, sobre todo, la vida y el amor de Cristo.

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY: DOMINGO 24 DE NOVIEMBRE DEL 2013


SOLEMNIDAD DE CRISTO REY
Domingo 24 de Noviembre del 2013


Cristo Rey anuncia la Verdad y esa Verdad es la luz que ilumina el camino amoroso que Él ha trazado, con su Vía Crucis, hacia el Reino de Dios. "Si, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz."(Jn 18, 37) Jesús nos revela su misión reconciliadora de anunciar la verdad ante el engaño del pecado. Así como el demonio tentó a Eva con engaños y mentiras para que fuera desterrada, ahora Dios mismo se hace hombre y devuelve a la humanidad la posibilidad de regresar al Reino, cuando cual cordero se sacrifica amorosamente en la cruz.

Esta fiesta celebra a Cristo como el Rey bondadoso y sencillo que como pastor guía a su Iglesia peregrina hacia el Reino Celestial y le otorga la comunión con este Reino para que pueda transformar el mundo en el cual peregrina.

La posibilidad de alcanzar el Reino de Dios fue establecida por Jesucristo, al dejarnos el Espíritu Santo que nos concede las gracias necesarias para lograr la Santidad y transformar el mundo en el amor. Ésa es la misión que le dejo Jesús a la Iglesia al establecer su Reino.

Se puede pensar que solo se llegará al Reino de Dios luego de pasar por la muerte pero la verdad es que el Reino ya está instalado en el mundo a través de la Iglesia que peregrina al Reino Celestial. Justamente con la obra de Jesucristo, las dos realidades de la Iglesia -peregrina y celestial- se enlazan de manera definitiva, y así se fortalece el peregrinaje con la oración de los peregrinos y la gracia que reciben por medio de los sacramentos. "Todo el que es de la verdad escucha mi voz."(Jn 18, 37) Todos los que se encuentran con el Señor, escuchan su llamado a la Santidad y emprenden ese camino se convierten en miembros del Reino de Dios.

"Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tu me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos si están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. ...No te pido que los retires del mundo, sino que los guarde del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad." (Jn 17, 9-11.15-17)

Ésta es la oración que recita Jesús antes de ser entregado y manifiesta su deseo de que el Padre nos guarde y proteja. En esta oración llena de amor hacia nosotros, Jesús pide al Padre para que lleguemos a la vida divina por la cual se ha sacrificado: "Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros." Y pide que a pesar de estar en el mundo vivamos bajo la luz de la verdad de la Palabra de Dios.

Así Jesucristo es el Rey y el Pastor del Reino de Dios, que sacándonos de las tinieblas, nos guía y cuida en nuestro camino hacia la comunión plena con Dios Amor.

ORACIONES A NUESTRA SEÑORA DEL ADVIENTO


Oración a Nuestra Señora del Adviento

Nuestra Señora del Adviento, Madre de todas las esperas humanas, tú que sentiste hacerse carne en tu seno la Esperanza de tu pueblo, el Deseado de las naciones.
Sostén nuestras maternidades y paternidades tanto carnales cuanto espirituales.

Madre de toda nuestra esperanza, que recibiste el poder del Espíritu para encarnar en tu seno las antiguas promesas de Dios concédenos encarnar el amor, en cada palabra y en cada gesto de nuestra vida terrena.

Nuestra Señora del Adviento, Madre de todas nuestras vigilias que has dado un nuevo rostro a nuestro porvenir,
fortalece a quienes van dando luz con dolor un nuevo mundo de justicia y paz.

Tú que contemplaste al Niño de Belén, vuélvenos atentos a los signos imprevisibles de la ternura infinita de Dios, que de tantas maneras, se manifiesta constantemente.

Nuestra Señora del Adviento, madre del Crucificado,
tiende la mano a todos aquellos que parten de este mundo, y acompaña su nuevo nacimiento en los brazos del Padre celestial.

Nuestra Señora del Adviento, madre del Resucitado,
concédenos esa gozosa vigilancia que discierne,
en la trama de lo cotidiano; los pasos y la venida de nuestra Salvador.

Nuestra Señora del Adviento, reaviva la esperanza de tus hijos peregrinos, para que nunca la perdamos y siempre la centremos en la vuelta gloriosa del Señor.

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Oración a Nuestra Señora del Adviento.

“Señora del Adviento, señora de los brazos vacíos, señora de la preñez evidente y extenuante. Cuánto deseamos que camines con nosotros. Cuánto necesitamos de tí. Mujer del pueblo que viajas presurosa y alegre a servir a Isabel, a pesar de tu vientre pesado y fatigoso. Entre las dos tejerán esperanzas y sueños. Señora del Adviento, señora de los brazos vacíos, también nosotros estamos preñados de esperanzas y sueños.

Soñamos con que el canto de las aves no vuelva a ser turbado por el ruido de las balas. Soñamos con nuestros niños sin temores, cantando al fruto de tu vientre ya cercano. Soñamos con todos los niños del mundo, durmiendo tranquilos al arrullo de un villancico. Soñamos que nuestros viejos mueren tranquilos y en paz murmurando una oración.

Soñamos con que algún día podremos volver a tener sueños y utopías y esperanzas. Señora del Adviento, la de los brazos vacíos, visítanos como a tu prima. Monta tu borriquito y ven presurosa. Nuestros corazones son pesebres huecos y fríos donde have falta que nazca tu hijo.

Ven, señora, con tus gritos de parto a calentar nuestros corazones, a seguir tejiendo esperanzas con nosotros, como lo hiciste con Isabel. Solo así, en medio de la noche iluminada por tus brazos, ahora llenos, y por tus pechos que amamantan, podremos volver a soñar…podremos gritar: ¡es Navidad!”.

El Adviento de María duró nueve meses. Nueve meses de espera y de gozosa esperanza, viviendo cada hora, cada minuto, el don de Dios. ¡Qué diálogos sin palabras mantendría con aquel Hijo que llevaba en sus entrañas, y que era, al mismo tiempo, su Dios y Señor!

Su cuerpo todo, hecho templo de Dios; su vientre, todo él grávido de divinidad y de humanidad, al mismo tiempo. Ella, la esclava del Señor es también la Madre del mismo Señor.

Y su alma toda, llena de gracia, sin pecado, inmaculada… porque nuestra Señora del Adviento, iba a ser, también, Nuestra Señora de la Navidad.
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