viernes, 10 de enero de 2014

LA JOVEN MARÍA LIBRADA DEL DEMONIO


La joven María librada del demonio


Refiere el P. Rho en su libro de los Sábados, y el P. Lireo en su Trisagio Mariano, que hacia el año 1465, vivía en Güeldres una joven llamada María. Un día la mandó un tío suyo a la ciudad de Nimega a hacer unas compras, diciéndole que pasara la noche en casa de otra tía que allí vivía. Obedeció la joven, pero al ir por la tarde a casa de la tía, ésta la despidió groseramente. La joven desconsolada, emprendió el camino de vuelta. Cayó la noche por el camino, y ella, encolerizada, llamó al demonio en su ayuda. He aquí que se le aparece en forma de hombre, y le promete ayudarla con cierta condición. “Todo lo haré”, respondió la desgraciada. “No te pido otra cosa –le dijo el enemigo– sino que de hoy en adelante no vuelvas a hacer la señal de la cruz y que cambies de nombre”. “En cuanto a lo primero, no haré más la señal de la cruz –le respondió–, pero mi nombre de María, no lo cambiaré. Lo quiero demasiado”. “Y yo no te ayudaré”, le replicó el demonio. Por fin, después de mucho discutir, convinieron en que se llamase con la primera letra del nombre de María, es decir: Eme. Con este pacto se fueron a Amberes; allí vivió seis años con tan perversa compañía, llevando una vida rota, con escándalo de todos.

Un día le dijo al demonio que deseaba volver a su tierra; al demonio le repugnaba la idea, pero al fin hubo de consentir. Al entrar los dos en la ciudad de Nimega, se encontraron con que se representaba en la plaza la vida de Santa María. Al ver semejante representación, la pobre Eme, por aquel poco de devoción hacia la Madre de Dios que había conservado, rompió a llorar. “¿Qué hacemos aquí? –le dijo el compañero–. ¿Quieres que representemos otra comedia?” La agarró para sacarla de aquel lugar, pero ella se resistía, por lo que él, viendo que la perdía, enfurecido la levantó en el aire y la lanzó al medio del teatro. Entonces la desdichada contó su triste historia. Fue a confesarse con el párroco que la remitió al obispo y éste al Papa. Éste, una vez oída su confesión, le impuso de penitencia llevar siempre tres argollas de hierro, una al cuello, y una en cada brazo. Obedeció la penitente y se retiró a Maestricht donde se encerró en un monasterio para penitentes. Allí vivió catorce años haciendo ásperas penitencias. Una mañana, al levantarse vio que se habían roto las tres argollas. Dos años después murió con fama de santidad; y pidió ser enterrada con aquellas tres argollas que, de esclava del infierno, la habían cambiado en feliz esclava de su libertadora.

Fuente: Las Glorias de María. San Alfonso María de Ligorio

LA APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA A UN DEVOTO SUYO



La Aparición de la Virgen María a un devoto suyo


Refiere el P. Silvano Razzi que un devoto clérigo, muy amante de nuestra reina María, habiendo oído alabar tanto su belleza, deseaba ardientemente contemplar, siquiera una vez, a su señora, y humildemente le pedía esta gracia. La piadosa Madre le mandó a decir por un ángel que quería complacerlo dejándose ver de él, pero haciendo el pacto de que en cuanto la viera se quedaría ciego. El devoto clérigo aceptó la condición. Un día, de pronto, se le apareció la Virgen; y él, para no quedar ciego del todo, quiso mirarla tan sólo con un ojo; pero enseguida, embriagado de la belleza de María, deseó contemplarla con los dos, mas antes de que lo hiciera desapareció la visión.

Sin la presencia de su reina estaba afligido y no cesaba de llorar, no por la vista perdida de un ojo, sino por no haberla contemplado con los dos. Por lo que la suplicaba que se le volviera a aparecer aunque se quedara ciego del todo. Y le decía: Feliz y contento perderé la vista, oh señora mía, por tan hermosa causa, pues quedaré más enamorado de ti y de tu hermosura. De nuevo quiso complacerle María y consolarlo con su presencia; pero como esta reina tan amable no es capaz de hacerle mal a nadie, al aparecerse la segunda vez no sólo no le quitó la vista del todo, sino que le devolvió la que le faltaba.

Fuente: Las Glorias de María. San Alfonso María de Ligorio

AMOR A MARÍA


Amor a María...
Cardenal Suenes


Nuestro amor por maría puede revestir distintos grados, desde el recuerdo en los momentos difíciles para solicitar su socorro, hasta la imitación de su vida. Esta devoción arranca de su maternidad: primero Madre de Jesús y en El y con El Madre de todos los hombres y, más en concreto, de la Iglesia. 

Ella es quien nos invita a participar de su misión maternal y a prolongar su obra. Quiere que penetremos en sus intenciones a fin de amar mejor a su Hijo en el prójimo. Nos pide que le sirvamos con un respeto infinito bajo las apariencias del prójimo, y que veamos siempre, como ella, a Jesús en cada hombre, aproximándonos a él no como un superior o un igual, sino como un inferior que se acerca al maestro. Quiere que amemos al prójimo con su misma delicadeza y tacto, con aquella perseverancia propia de una madre que no abandona jamás a su hijo. 


ORACIÓN PARA PEDIR LA SALUD DE LOS ENFERMOS A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES


ORACIÓN PARA PEDIR 
LA SALUD DE LOS ENFERMOS A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra! Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas amargas de la enfermedad a vuestro maternal corazón, para pediros que derraméis a manos llenas el tesoro de vuestras misericordias sobre nosotros.

Indignos somos por nuestros pecados de que nos escuchéis: pero acordaos, os diré con vuestro siervo San Bernardo, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Vos haya sido abandonado de Vos.¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima! Ya que Dios obra por vuestra mano curaciones sin cuento en la Gruta prodigiosa de Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor, guardad también una mirada de bendición para nuestro pobre enfermo… Alcanzadle de vuestro Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para mayor gloria de Dios. Pero  mucho más alcanzadnos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia y resignación en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios prisionero por nosotros en los Sagrarios. Amén.

Virgen de Lourdes, rogad por nosotros.
Consuelo de los afligidos, rogad por nosotros.
Salud de los enfermos, rogad por nosotros.

Rezar tres Avemarías.

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES


ORACIÓN A NTRA. DE LOURDES

Dóciles a la invitación de tu voz maternal, oh Virgen Inmaculada de Lourdes, acudimos a tus pies en la humilde gruta donde aparecisteis para indicar a los extraviados el camino de la oración y penitencia, dispensando a los que sufren las gracias y prodigios de tu soberana bondad.

Recibid, oh reina compasiva, las alabanzas y súplicas que pueblos y naciones, unidos en la angustia y la amargura, elevan confiados a Ti.

¡Oh blanca visión del paraíso, aparta de los espíritus las tinieblas del error con la luz de la fe! ¡Oh mística rosa, socorre las almas abatidas, con el celeste perfume de la esperanza! ¡Oh fuente inagotable de aguas saludables, reanima los corazones endurecidos, con la ola de la divina caridad!

Haz que nosotros tus hijos, confortados por Ti en las penas, protegidos en los peligros, apoyados en las luchas, amemos y sirvamos a tu dulce Jesús, y merezcamos los goces eternos junto a Ti. Amén.

Oración compuesta por Pío XII

jueves, 9 de enero de 2014

NOVENA DE LA CONFIANZA A MARÍA AUXILIADORA


NOVENA DE LA CONFIANZA A MARÍA AUXILIADORA 


Madre mía de mi vida,
auxilio de los cristianos, 
la pena que me atormenta, 
pongo en tus benditas manos. 
(Ave María)

Tú que sabes mis secretos, 
pues todos te los confío, 
da la paz a los turbados 
y alivio al corazón mío. 
(Ave María)

Y aunque tu amor no merezco, 
nadie recurre a Ti en vano, 
pues eres Madre de Dios 
y Auxilio de los cristianos. 
(Ave María)
Finalmente, se reza la oración de San Bernardo:


Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes! Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente.

AMOR BONDADOSO


Amor bondadoso
Autor: Gonzalo Gallo González


Se cuenta que algunas personas criticaban a San Francisco de Sales por ser tan indulgente y bondadoso con los pecadores, y él respondió: "Si existiera una virtud más alta que la bondad, Dios nos la habría enseñado. Lo que sabemos es que a nada exhortó tanto Jesús como a ser mansos y humildes de corazón. El amor se muestra en la bondad". 

San Francisco de Sales solía repetir esta frase: "Estoy convencido de que la mejor manera de predicar a los que hacen el mal es mediante el amor, aún sin decir una sola palabra". La bondad es un estupendo fruto del amor que te tienes y que compartes, y de la verdad que sigues y proclamas. Los antiguos decían que una vida bien vivida es aquella en la que nuestra mente se identifica con la verdad, y nuestra voluntad con la bondad.

A PESAR DE TODO


A pesar de todo...


    SONRÍO....
Aunque la vida me golpee,
Aunque no todos los amaneceres sean hermosos,
Aunque se me cierren las puertas. Sonrío...

    SUEÑO....
Porque soñar no cuesta nada y alivia mi pensamiento,
Porque quizás mi sueño pueda cumplirse,
Porque soñar me hace feliz.

    LLORO...
Porque llorar purifica mi alma y alivia mi corazón,
Porque mi angustia decrece, aunque sólo sea un poco,
Porque cada lágrima es un propósito de mejorar mi existencia.

    AMO...
Porque amar es vivir,
Porque si amo, quizás reciba amor,
Porque prefiero amar y sufrir, que sufrir por no haber amado nunca.

    COMPARTO....
Porque al compartir crezco,
Porque mis penas, compartidas, disminuyen,
Y mis alegrías se duplican.

¡¡¡Sonrío, sueño, lloro, amo, comparto, vivo.!!! Y por esto cada día doy
gracias a Dios que me da un día más...

A MI MADRE


A mi madre


¡Oh, cuan lejos están aquellos días
en que cantando alegre y placentera,
jugando con mi negra cabellera,
en tu blando regazo me dormías!

¡Con que grato embeleso recogías
la balbuciente frase pasajera
que, por ser de mis labios la primera
con maternal orgullo repetías! 

Hoy, que de la vejez en el quebranto,
mi barba se desata en blanco armiño,
y contemplo la vida sin encanto,
al recordar tu celestial cariño,
de mis cansados ojos brota el llanto,
porque, pensando en ti, me siento niño.

Un golpe di con temblorosa mano
sobre su tumba venerada y triste;
y nadie respondió... Llamé en vano
porque ¡la madre de mi amor no existe!

Volví a llamar, y del imperio frío
se alzo una voz que dijo: ¡Si existe!
Las madres, nunca mueren ... Hijo mío
desde la tumba te vigilo triste...

¡Las madres, nunca mueren!
Si dejan la envoltura terrenal,
suben a Díos, en espiral de nubes...
¡La madre, es inmortal!

LA ESTRELLA


La estrella 
Autor: Ángel Luis Martín


¡El cielo sonríe!
la estrella brilla para todos. 
¡Miremos al cielo! 
Saludo de Dios, 
a los pueblos. 
Invitándonos a dejar, 
todas las miserias. 
Adiós a las tinieblas, 
dudas y tristezas. 
¡Gocemos de la luz! 
Encendamos el corazón 
y llenos de esperanza,
brindemos por la belleza. 
¡El cielo sonríe! 
Dios descubre el velo, 
Cristo, es la estrella. 

miércoles, 8 de enero de 2014

MAMITA NO ME MATES


Mamita no me mates
Autor: Monseñor Jorge Monastoque Valero 



Mamita, Mamita, desde esta adorable casita en que vivo con todo el cariño del alma te escribo.

Recibe esta carta dulce Madrecita como una plegaria, como una oración. Soy alguien que al fondo de tu alma palpita. Alguien, que es pedazo de tu corazón.  
Floreciste Virgen como los rosales y el sol de verano maduró tu cuerpo
y yo como fruto de tus esponsales florecí en tu vientre, como aquel lucero, que brilla en las altas cumbres celestiales como la promesa del mejor Enero.

Desde aquí te escribo desde aquí te abrazo, con toda la fuerza vital de mi ser, y soy la semilla de este tu embarazo que quiere en tus brazos de madre nacer.

Mi ser es tan frágil como un rayo de Luna. La más leve sombra la puede dañar, todo me hace presentir que en una noche en tu vientre me van a matar.

Cuídate Mamita! Esos festivales... y esas trasnochadas... te hacen mucho mal. Todo a mi me daña. A los madrigales los queman los soles de pasión fatal.

Cuando yo sea grande y tu seas viejita cubriré de rosas tu camino verde.
Tu serás el cielo y yo la estrellita que en los blancos lirios de tu sien se pierde.

Lámpara encendida cerca de tu frente, seré yo en las noches cuando estés enferma: de tus alegrías, yo seré la fuente. Y el que no se canse y el que no se duerma.

Y cuando tu sufras y el dolor te hiera, con mis muchos besos secaré tu llanto. Te daré las flores de mi primavera, porque soy el hijo que te quiere tanto.

Si tu amor me lleva hasta tus rodillas con mis puros besos besaré tu boca. Y oirás mis gritos y las maravillas que tendrán los tonos de mi risa loca.

Pero... no me mates en tu misma entraña. Déjame Mamita, déjame nacer. Retira muy lejos, lo que a mí me daña. Soy como el rocío del amanecer.

No soy un extraño.
No soy tu enemigo.
El amor más bello me engendró la vida.
Soy tu propia sangre.
Tu mejor amigo.
Lo que tu cintura tiene florecida.

Quizás tus amigos te dirán que ahora destruyo tu vida, rompo tu futuro.
Pero de tu noche, yo seré la aurora y de tus trigales, el trigo maduro.

Desde lo profundo de tu ser suspiro vago por tu sangre, corro por tus venas. Por el claro cielo de tus ojos miro y en todo tu cuerpo reviento azucenas.

Desde tus entrañas, Madrecita mía. Te escribo esta carta, la escribo llorando. Tu respuesta espero... cuando llegue el día... Pero aunque me mates...
Yo te sigo amando!.

¡DAME CALMA, SEÑOR¡


¡Dame calma, Señor!


Déjame sentir la honda paz presente en cada experiencia, la armonía de vivir.

Dame calma, Señor, de manera que pueda entrar en la honda paz dentro de mi corazón.

Dame paz de manera que vea la bendición escondida en todas las cosas.

Guárdame de palabras ociosas y vanas fantasías. Calma la carrera de mi mente para que mis pensamientos tengan la claridad y movimiento fácil del fresco aire que respiro. Busco la serenidad de un lago tranquilo, la fuerza de un roble, el incambiable sólido poder de las montañas.

Dame calma, Señor, para que pueda emplear tiempo en gozar la paz, en la belleza que has creado a mi alrededor.

Necesito tiempo para pensar, tiempo para considerar soluciones a problemas; tiempo para confortar mi interno ser y mi vida en amor y divino.

Amén.

DA GRACIAS


Da gracias...


Da gracias, por la vida misma
aunque la tuya no sea la más perfecta,
Dios te la dio y el tenerla es ya un milagro.
Aprende a valorarla para hacerla llevadera,
no hagas de ella algo vano y vacío.

Da gracias por el aire que respiras,
es tan natural y vital y ni cuenta te das
de que sin él con seguridad no vivirías.
Por cada respiro que des, recuerda y ten presente
que Dios lo creó pensando en ti.

Da gracias por la luz del sol,
es la que te permite que veamos el día en esplendor,
la que da vida a la hermosura de la creación
y da calor a los seres vivos de la tierra.

Da gracias por la noche,
Dios la hizo para darnos descanso
para que la tierra repose del afán del día,
y es cuando realmente puedes relajarte y meditar
para poder reponer fuerzas para seguir adelante.

Da gracias por el agua que cae del cielo,
Dios la envía para hacer de nuestro suelo
uno fértil y productivo,
y es la misma agua que al estar sedientos
calma nuestra sed.

Da gracias por las pruebas que llegan a ti,
no te lamentes cuando éstas llegan,
más bien tómalas de un modo positivo,
las pruebas purifican tu espíritu
y te hacen más fuerte para enfrentarte a la vida.

Da gracias por todo lo que eres,
no te quejes de que no siempre es como quieres.
Dios permite todo lo que llega a tu vida,
pero lo permite porque tiene su razón de ser.
Nada pasa sólo porque sí,
al final verás y entenderás la razón.

Da gracias a Dios por todo,
por las cosas grandes y aún por pequeñeces,
Él, muy agradecido nos recompensará.

Da siempre gracias...
sentirás alivio y paz si las das de corazón.

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA


ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA
ORACIÓN DE SAN ILDEFONSO DE TOLEDO
Arzobispo de Toledo. +667
23 de enero

Señora mía, dueña y poderosa sobre mí, madre de mi Señor, sierva de tu Hijo, engendradora del que creó el mundo, a ti te ruego, te oro y te pido que tenga el espíritu de tu Señor, que tenga el espíritu de tu Hijo, que tenga el espíritu de mi Redentor, para que yo conozca lo verdadero y digno de ti, para que yo hable lo que es verdadero y digno de ti y para que ame todo lo que sea verdadero y digno de ti. Tú eres la elegida por Dios, recibida por Dios en el cielo, llamada por Dios, próxima a Dios e íntimamente unida a Dios. Tú, visitada por el ángel, saludada por el ángel, bendita y glorificada por el ángel, atónita en tu pensamiento, estupefacta por la salutación y admirada por la anunciación de las promesas.

He aquí que tú eres dichosa entre las mujeres, íntegra entre las recién paridas, señora entre las doncellas, reina entre las hermanas. He aquí que desde ese momento te dicen feliz todas las gentes, te conocieron feliz las celestes virtudes, te adivinaron feliz los profetas todos y celebran tu felicidad todas las naciones. Dichosa tú para mi fe, dichosa tú para mi alma, dichosa tú para mi amor, dichosa tú para mis predicciones y predicaciones. Te predicaré cuanto debes ser predicada, te amaré cuanto debes ser amada, te alabaré cuanto debes ser alabada, te serviré cuanto hay que servir a tu gloria. Tú, al recibir sólo a Dios, eres posterior al Hijo de Dios; tú, al engendrar a un tiempo a Dios y al hombre, eres antes que el hombre hijo, al cual, al recibirle solamente al venir, recibiste a Dios por huésped, y al concebirle tuviste por morador, al mismo tiempo, al hombre y a Dios. En el pasado eres limpia para Dios, en el presente tuviste en ti al hombre y a Dios, en el futuro serías madre del hombre y de Dios; alegre por tu concepción y tu virginidad, contenta por tu descendencia y por tu pureza y fiel a tu Hijo y a tu esposo. 

Conservas la fidelidad a tu Hijo, de modo que ni El mismo tenga quien le engendre; y de tal modo conservas fidelidad a tu esposo, que él mismo te conozca como madre sin concurso de varón. Tanto eres digna de gloria en tu Hijo cuanto desconoces todo concurso de varón, habiendo sabido lo que debías conocer, docta en lo que debías creer, cierta en lo que debías esperar y confirmada en lo que tendrías sin pérdida alguna.

CONECTAR CON DIOS

Autor: P. Evaristo Sada LC | Fuente: la-oracion.com
Conectar con Dios
Don de Dios que sale a buscarnos y se desborda con aquellos que se detienen y se sientan a escucharle.
 
Conectar con Dios

Fui a un mercado de frutas y verduras: gente por todas partes, como en los aeropuertos. Un buen anciano salió de su puesto y vino a saludarme. Me dio a probar una de sus mandarinas. Me senté a conversar con él, de su vida, su familia, su salud, sus creencias, sus temores e ilusiones. Se interesó por las mías. Eligió con cuidado y cariño una buena variedad de frutas, las puso en una bolsa y me las dio para el camino. Nos abrazamos y nos despedimos. El anciano y yo conectamos, nuestro encuentro fue encuentro humano que no tuve con los cientos de personas con quienes me crucé por los pasillos del mercado.

A Jesucristo le gusta salir al paso de las personas y detenerse con ellas. Se detiene con la mujer samaritana, con el joven rico, con Zaqueo, con Nicodemo, con el ciego de nacimiento, con la hemorroísa, con los dos de Emaús. No se hace de rogar, sino más bien mendiga nuestra atención: "Si alguno oye mi voz y me abre, cenaremos juntos." (Apoc 3,20) y si le damos tiempo, le damos acogida y le ofrecemos nuestro amor, nos conduce a la soledad y nos habla al corazón (cfr. Os 2,16) y se nos revela: "Si alguno me ama, yo le amaré, y me manifestaré a él." (Jn 14,21)

La experiencia de Dios en esos encuentros va más allá del conocimiento intelectual, es un conocimiento de primera mano de orden sobrenatural. Cuando Dios nos concede la gracia de hacer la experiencia de su amor, es su presencia personal la que nos interpela. En palabras del Card. Ratzinger: "somos alcanzados por el dardo de la Belleza". Esto nos permite alcanzar un conocimiento más real y profundo de Él. Experimentamos confianza, seguridad, plenitud, misericordia, que no son simples sentimientos, sino certezas profundas, certezas de fe, experiencia del amor de una Persona; don de Dios que sale a buscarnos y se desborda con aquellos que se detienen y se sientan a escucharle. Pero andamos siempre de prisa... Las prisas, de cuánto nos perdemos por las prisas, especialmente en la oración.

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Cuando oramos, de eso se trata: de conectar con Dios. Orar es tomar conciencia de la presencia de Dios, detenernos con él, someternos a su atracción, dejarnos iluminar por él. Cuando oramos percibimos con la fe algo invisible que nos mueve, una fuerza espiritual dentro de nosotros. Es el Espíritu Santo.

A la oración hay que ir abiertos, deseosos de encontrar a Dios, suplicándole con fuerza: "Entra a tu jardín" Señor (Cant 1,5), quiero estar contigo y escucharte: "Habla, Señor, que tu siervo escucha" (1 Sam 3,9), "Muéstrame tu rostro" (Cant 2,14).

Todos los días, de una u otra forma, Dios sale a nuestro encuentro, como el anciano de la frutería. Podemos detenernos con Él y vivir la experiencia de un encuentro de fe y amor. Siempre saldremos de allí reconfortados y con una bolsa llena de provisiones, como Elías a quien Dios le mandó su ángel y le dijo: "Levántate y come porque el camino es demasiado largo para ti" (1 Re, 19,7) y con la fuerza de la gracia de Dios podremos reemprender el camino con ganas de volver a encontrarlo. 

martes, 7 de enero de 2014

ORACIÓN A LA VIRGEN DE FÁTIMA


Oración a la Virgen de Fátima


¡Oh santísima Virgen María, vaso insigne de devoción!, que te apareciste en Fátima teniendo pendiente de vuestras manos el santo Rosario, y que insistentemente repetías: «Orad, orad mucho», para alejar por medio de la oración los males que nos amenazan. Concédenos el don y el espíritu de oración, la gracia de ser fieles en el cumplimiento del gran precepto de orar, haciéndolo todos los días, para así poder observar bien los santos mandamientos, vencer las tentaciones y llegar al conocimiento y amor de Jesucristo en esta vida y a la unión feliz con Él en la otra. 

APARICIONES DE LA VIRGEN DE FÁTIMA


Fátima, 13 de mayo de 1917


Relata Lucía Dos Santos:

Estando jugando con Jacinta y Francisco en lo alto, junto a Cova de Iría, haciendo una pared de piedras alrededor de una mata de retamas, de repente vimos una luz como de un relámpago.

- Está relampagueando- dije. Puede venir una tormenta. Es mejor que nos vayamos a casa.

- ¡Oh si está bien! contestaron mis primos. Comenzamos a bajar el cerro llevando las ovejas hacia el camino. Cuando íbamos por mitad de la pendiente, cerca de una encina, que aun existe, vimos otro relámpago, y habiendo dado algunos pasos más vimos sobre la encina una Señora vestida de blanco, más brillante que el sol, esparciendo luz más clara e intensa que un vaso de cristal lleno de agua cristalina atravesado por los rayos más ardientes del sol. Estábamos tan cerca que quedamos dentro de la luz que Ella irradiaba. Entonces la Señora nos dijo:

- "No tengáis miedo. No os hago daño."
- Yo le pregunte: ¿De dónde es usted?
- "Soy del Cielo."
- ¿Qué es lo que usted me quiere?
- "He venido para pediros que vengáis aquí seis meses seguidos el día 13 a esta misma hora. Después diré quién soy y lo que quiero. Volveré una séptima vez."

Pregunté entonces:
- ¿Yo iré al cielo?
- "Si iras"
- ¿Y Jacinta?
- "Irá también"
- ¿Y Francisco?
- "También irá, pero tiene que rezar antes muchos rosarios"

Entonces me acordé de dos amigas de mi hermana que habían muerto hacia poco.
- ¿Está María de las Nieves en el cielo?
- "Sí, está"
- ¿Y Amelia? de 18 ó 20 años
- "Estará en el purgatorio hasta el fin del mundo".

Y entonces dijo:
-"¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quisiera enviaros como reparación de los pecados con que Él es ofendido y de suplica por la conversión de los pecadores?"
- Si queremos.
- "Tendréis, pues, mucho que sufrir, pero la gracia de Dios os fortalecerá"

Diciendo esto la Virgen abrió sus manos por primera vez, comunicándonos una luz muy intensa que parecía fluir de sus manos y penetraba en lo más íntimo de nuestro pecho y de nuestros corazones, haciéndonos ver a nosotros mismos en Dios, más claramente de lo que nos vemos en el mejor de los espejos. Entonces, por un impulso interior que nos fue comunicado también, caímos de rodillas, repitiendo humildemente: 

- Santísima Trinidad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento.

Después de pasados unos momentos Nuestra Señora agregó:
-"Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra".

Acto seguido comenzó a elevarse serenamente, mientras la luz que la circundaba parecía abrirle el camino.

Fuente: corazones.org

EL MAGNIFICAT


El Magníficat


Cuando la Santísima Virgen, con Jesús en su seno, fue a visitar a su prima Isabel, fue recibida por ésta con palabras tales como “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno”. Fue entonces que María encendió su espíritu con un canto de alabanza a Dios:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Amén.

ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL


Oración a San Miguel Arcángel

San Miguel Arcángel
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo contra la perversidad
y acechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú, Príncipe de la Milicia Celestial
arroja en el infierno con tu divino poder
a satanás y demás espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para perdición de las almas.
Amén

LA VIRGEN MARÍA Y EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA


La Virgen María  y el sacramento de la Penitencia


La Virgen María ocupa un lugar muy particular para los creyentes en Cristo. Ella fue concebida inmaculada. Ella aceptó plenamente la voluntad de Dios en su vida. Ella, como Puerta del cielo, dio permiso a Dios para entrar en la historia humana. Ella estuvo al pie de la Cruz de su Hijo. Ella oraba con la primera comunidad cristiana en la espera del Espíritu Santo.

Por eso María está presente, de un modo discreto pero no por ello menos importante, en el sacramento de la Eucaristía. Las distintas plegarias la mencionan, pues no podemos participar en el misterio pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo sin recordar a la Madre del Redentor.

¿Está también presente la Virgen en el sacramento de la confesión? En el ritual de la Penitencia no hay menciones específicas de María. Ni en los saludos, ni en la fórmula de absolución, ni en la despedida.

En algunos lugares, es cierto, se conserva la devoción popular de iniciar la confesión con el saludo “Ave María purísima. Sin pecado concebida”. Pero se trata de un saludo no recogido por el ritual, y que muchos ya no utilizan.

Sin embargo, aunque el rito no haga mención explícita de la Virgen, Ella está muy presente en este sacramento.

En la tradición de la Iglesia María recibe títulos y advocaciones concretas que la relacionan con el perdón de los pecados. Así, la recordamos como Refugio de los pecadores, como Madre de la divina gracia, como Madre de la misericordia, como Madre del Redentor y del Salvador, como Virgen clemente, como Salud de los enfermos.

A lo largo del camino cristiano, Ella nos acompaña y nos conduce, poco a poco, hacia Cristo. La invitación en las bodas de Caná, “haced lo que Él os diga” (cf. Jn 2,5) se convierte en un estímulo para romper con el pecado, para acudir al Salvador, para abrirnos a la gracia, para iniciar una vida nueva en el Hijo.

Por eso, en cada confesión la Virgen está muy presente. Tal vez no mencionamos su nombre, ni tenemos ninguna imagen suya en el confesionario. Pero si resulta posible escuchar las palabras de perdón y de misericordia que pronuncia el sacerdote en nombre de Cristo es porque María abrió su corazón, desde la fe, a la acción del Espíritu Santo, para acoger el milagro magnífico de la Encarnación del Hijo.

La Virgen, de este modo, acompaña a cada sacerdote que confiesa y a cada penitente que pide humildemente perdón. Su presencia nos permite entrar en el mundo de Dios, que hizo cosas grandes en Ella, que derrama su misericordia de generación en generación (cf. Lc 1,48-50), hasta llegar a nosotros también en el sacramento de la Penitencia.

Autor: P. Fernando Pascual LC
Fuente: Catholic.net

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