El Magníficat
Cuando la Santísima Virgen, con Jesús en su seno, fue a visitar a su prima Isabel, fue recibida por ésta con palabras tales como “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno”. Fue entonces que María encendió su espíritu con un canto de alabanza a Dios:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario