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sábado, 14 de septiembre de 2019
viernes, 13 de septiembre de 2019
LECTURAS BÍBLICAS DE HOY VIERNES 23 DE SEPTIEMBRE DE 2019
Lecturas de hoy Viernes de la 23ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, viernes, 13 de septiembre de 2019
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo
(1,1-2.12-14):
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por disposición de Dios, nuestro salvador, y de Jesucristo, nuestra esperanza, a Timoteo, verdadero hijo en la fe. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 15,1-2a.5.7-8.11
R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R/.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,39-42):
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy viernes, 13 de septiembre de 2019
CR
Amar en vez de juzgar
Antes de comentar el Evangelio de hoy, escuchamos a Jesús que nos dice: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”. Miremos a la Virgen María y digámosle: “Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos”. En fin, pidamos al Padre del cielo que nuestros ojos sean tan claros y piadosos como los del madrigal de Gutierre de Cetina: “Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, si cuanto más piadosos, más bellos parecéis a aquel que os mira…”.
Tres sentencias del Maestro apunta hoy el Evangelio. Un ciego no puede guiar a otro ciego, un discípulo no puede ser más que su maestro, no puede uno fijarse en la mota del ojo ajeno si no repara en la viga del suyo propio. Dicen los comentaristas estudiosos que Jesús reprueba aquí el dominio sobre los otros, el poderío que se sobrepone al hermano y el juicio condenatorio hacia los demás.
Juzgamos con mucha facilidad a los demás, pero no nos colocamos en la piel del otro; tenemos y damos muchas ideas, pero no nos comprometemos, no bajamos a la arena de los hechos; sentenciamos sobre mil problemas, pero no ofrecemos soluciones o no nos mojamos para resolverlos. Incluso, con frecuencia, nos hacemos las víctimas, y gritamos que las causas de todos los males están siempre en los demás. A los que así se comportan Jesús los llama hipócritas. Hasta, por soberbia, proyectamos sobre los otros nuestros propios defectos; qué bien lo dice San Agustín: “Procurad adquirir las virtudes que creéis que faltan en vuestros hermanos, y ya no veréis sus defectos…porque no los tendréis vosotros”. Purifiquemos los ojos de nuestro rostro y de nuestro corazón. Solo nos queda una cosa: vamos a mirar con los ojos de Dios. Así miraremos con ojos limpios. Nada de imponer, nada de dominar, nada de condenar a nadie. Amar, solo amar.
SAN JUAN CRISÓSTOMO, BIOGRAFÍA Y ORACIONES, 19 DE SEPTIEMBRE
Hoy la Iglesia celebra a San Juan Crisóstomo, patrono de los predicadores
Redacción ACI Prensa
Hoy la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Juan Crisóstomo, quién fue llamado así por la gente al ser uno de los más famosos oradores que ha tenido la Iglesia
(Crisóstomo significa “boca de oro”).
San Juan, quien también es Doctor de la Iglesia, nació en Antioquía en el 347. Estando en la escuela ya causaba admiración con sus declamaciones e intervenciones en las academias literarias.
Después de haber vivido como monje en su casa y en el desierto, fue ordenado sacerdote y empezó a deslumbrar con sus maravillosos sermones. Más adelante, el emperador Arcadio lo pide como Arzobispo de Constantinopla.
Estando allí mandó a quitar todos los lujos del palacio y con las cortinas elegantes se fabricaron vestidos para los pobres. Le exigió a sus sacerdotes y monjes ser pobres en el vestir, comer y el mobiliario para dar buen ejemplo.
Sus acciones en favor de los necesitados y desprotegidos no fueron tomadas a bien por algunos. Vivió sus últimos días como desterrado y murió el 14 de septiembre del 407, diciendo: “sea dada gloria a Dios por todo”.
En una ocasión dijo: “Si te encuentras en el camino un sacerdote y un ángel, ve a besar la mano del sacerdote ya que los ángeles aunque quieren ser capaces de administrar el Sacramento de la Eucaristía, no pueden ya que esto pertenece sólo a los seres humanos”.
Datos Generales
Chrisostomos “boca dorada” llamado así debido a su elocuencia. Nació en Antioquía, cerca del año 347; murió en Comana en Ponto el 14 de septiembre de 407.
Antioquía era la segunda ciudad de la parte oriental del Imperio Romano. Durante todo el siglo IV disputas religiosas perturbaron al imperio y encontraron su eco en Antioquia.
Su padre, Segundo, era un oficial de alto rango en el ejército sirio. Murió poco después del nacimiento de Juan, y Antusa, su mujer, de solamente veinte años de edad, se hizo cargo sola de sus dos hijos, Juan y una hermana mayor.
Afortunadamente era una mujer de inteligencia y carácter. No sólo instruyó a su hijo en la piedad, sino que además lo envió a las mejores escuelas de Antioquía, aún cuando se pudieran hacer sobre ellas muchas objeciones con relación a moral y religión.
Además de las clases de Andragatio, un filósofo no conocido en otra parte, Crisóstomo fue alumno de Libanio, al mismo tiempo el más famoso orador de ese período y el más tenaz adherente al paganismo declinante de Roma. Como podemos observar en posteriores escritos de Crisóstomo, obtuvo en ese momento una considerable erudición griega y cultura clásica, que de ningún modo repudió en sus días posteriores.
Lector y Monje
Fue un punto crucial muy decisivo en la vida de Crisóstomo el día que conoció al obispo Melecio (alrededor de 367). El carácter sincero, gentil y encantador de este hombre cautivó a Crisóstomo de tal manera que pronto comenzó a apartarse de los estudios clásicos y profanos y a dedicarse a una vida religiosa y ascética. Estudió las Sagradas Escrituras y frecuentó los sermones de Melecio. Alrededor de tres años después recibió el Santo Bautismo y fue ordenado lector. Pero el joven clérigo, atraído por el deseo de una vida más perfecta, poco después entró en una de las sociedades ascéticas cerca de Antioquía, la que estaba bajo la dirección espiritual de Carterio y especialmente del famoso Diodoro, más tarde obispo de Tarso. La oración, el trabajo manual y el estudio de las Santas Escrituras eran sus principales ocupaciones, y podemos muy bien suponer que sus primeros trabajos literarios datan de aquella época, ya que prácticamente todos sus primeros escritos tratan temas de ascetismo y monaquismo. Cuatro años después, Crisóstomo decidió vivir como anacoreta en una de las cuevas cercanas a Antioquía. Permaneció allí dos años, pero como su salud estaba bastante deteriorada por indiscretas vigilias y ayunos en heladas y frío, prudentemente regresó a Antioquia para recuperar su salud, y reasumió su oficio de lector en la Iglesia.
Diácono y Sacerdote en Antioquia
Como las fuentes sobre Crisóstomo dan una cronología incompleta de su vida, no podemos sino determinar aproximadamente las fechas para este período Antíoco. Muy probablemente a comienzos de 381 Melecio lo ordenó diácono, antes de su propia partida hacia Constantinopla, donde murió como presidente del Segundo Concilio Ecuménico de Constantinopla. El sucesor de Melecio fue San Flaviano. Lazos de simpatía y amistad ligaban a Crisóstomo con su nuevo obispo. Como diácono tuvo que asistir en las funciones litúrgicas, cuidar a enfermos y pobres, y probablemente fue encargado en alguna medida de enseñar a los catecúmenos. Al mismo tiempo continuó con su trabajo literario En el año 386 Crisóstomo fue ordenado sacerdote por San Flaviano, y desde allí data su real importancia en la historia eclesiástica.
Su principal tarea durante los siguientes doce años fue la de predicar, lo que debía ejecutar con el Obispo Flaviano, o en lugar del mismo. Pero no hay dudas que gran parte de la instrucción religiosa popular y la educación recayeron sobre él.
Obispo de Constantinopla
En el curso ordinario de las cosas Crisóstomo debió haberse convertido en el sucesor de Flaviano en Antioquia. Pero el 27 de septiembre de 397, muere Nectario, Obispo de Constantinopla. De esta repentina manera Crisóstomo fue urgido hacia la capital, y ordenado Obispo de Constantinopla el 26 de Febrero de 398. El primer acto del nuevo Obispo fue provocar la reconciliación entre Flaviano y Roma. La misma Constantinopla comenzó pronto a sentir el impulso de una nueva vida eclesiástica.
Cuando ellos habían escasamente dejado Constantinopla, una inmensa conflagración destruyó la catedral, el senado y otros edificios. Los seguidores del obispo exiliado fueron acusado del crimen y perseguidos.
Apresuradamente Arsacio, un anciano, fue designado sucesor de Crisóstomo, pero fue pronto sucedido por el astuto Ático. Quienquiera que rehusara entrar en comunión con ellos era castigado con la confiscación de su propiedad y el exilio. En cuanto a Crisóstomo, fue conducido Cucuso, un aislado y escabroso lugar en la frontera este de Armenia, continuamente expuesto a las invasiones de los isáuricos. En el siguiente año tuvo hasta que huir por cierto tiempo al castillo de Arabiso para protegerse de esos bárbaros. Mientras tanto siempre mantenía correspondencia con sus amigos y nunca abandonó la esperanza de regresar. Cuando las circunstancias de esta deposición fueron conocidas en el Occidente, el Papa y los obispos italianos se declararon en su favor. El emperador Honorio y el Papa Inocencio I intentaron convocar un nuevo sínodo, pero sus delegados fueron apresados y enviados a casa. El Papa rompió toda comunión con los patriarcas de Alejandría, Antioquia (donde un enemigo de Crisóstomo había sucedido a Flaviano), y Constantinopla, hasta que (después de la muerte de Crisóstomo) consintieron admitir su nombre en los dípticos de la Iglesia. Finalmente todas las esperanzas para el exiliado obispo se desvanecieron. Aparentemente el estaba viviendo demasiado para sus adversarios. En el verano de 407 se dio la orden de llevarlo a Pithyo, un lugar en la frontera extrema del imperio, cerca del Cáucaso. Uno de los dos soldado que tuvo que llevarlo le causó todo tipo de sufrimientos posibles. Fue forzado ha hacer largas marchas, fue expuesto a los rayos del sol, a las lluvias y el frío de las noches. Su cuerpo, ya debilitado por varias enfermedades severas, finalmente se quebró. El 14 de septiembre la partida estaba en Comana en Ponto. En la mañana Crisóstomo había pedido descansar allí considerando el estado de su salud. En vano; fue forzado a continuar su marcha. Muy pronto se sintió tan débil que tuvieron que volver a Comana. Algunas horas después Crisóstomo murió.
Importancia teológica
Como Orador
El éxito de Crisóstomo predicando se debe principalmente a su gran facilidad natural de palabra, la que era extraordinaria aún para los griegos, a la abundancia de sus pensamientos como así también a la popular forma de presentarlos y de ilustrarlos, y, por último pero no menos importante, la sinceridad de todo corazón y la convicción con el que entregaba el mensaje el cual sentía le había sido entregado a él. Las explicaciones especulativas no atraían su mente, ni se hubieran adecuado a los gustos de sus oyentes. Ordinariamente prefería materias morales y muy pocas veces seguía en sus sermones un plan regular, ni tampoco se cuidaba de evitar digresiones cuando cualquier oportunidad la sugería. De este modo, no es de ninguna manera modelo para nuestra moderna prédica temática, la cual, aunque podamos lamentarlo, ha suplantado en tan gran medida al viejo método homilético. Pero los frecuentes arrebatos de aplausos entre su congregación pueden haberle dicho a Crisóstomo que estaba en la senda correcta.
Como exégeta
Como exégeta Crisóstomo es de la mayor importancia, ya que es el principal y casi el único exitoso representante de los principios exegéticos de la Escuela de Antioquía. Diodoro de Tarso lo había iniciado en el método gramático-histórico de esa escuela, el que estaba en fuerte oposición a la interpretación excéntrica, alegórica y mística de Orígenes y la Escuela Alejandrina. Pero Crisóstomo correctamente evitó forzar sus principios hasta el extremo al que, más tarde los llevó, su amigo Teodoro de Mopsuestia, el maestro de Nestorio. Él ni siquiera excluyó todas las explicaciones alegóricas o místicas, pero las confino a casos en los cuales el propio autor inspirado sugería este significado.
Como Teólogo Dogmático
Como ya ha sido dicho, Crisóstomo no era una mente especulativa, ni estuvo durante su vida involucrado en grandes controversias dogmáticas. No obstante sería un error menospreciar los grandes tesoros teológicos que esconden sus escritos. Desde los comienzos fue considerado por los griegos y los latinos como un muy importante testigo de la fe. Aún en el Concilio de Éfeso (431) ambos partidos, San Cirilo y los antioquenos, ya lo invocaban en favor de sus opiniones, y en el Séptimo Concilio Ecuménico, cuando un pasaje de Crisóstomo había sido leído en favor de la veneración de imágenes, el Obispo Pedro de Nicomedia exclamó: “Si Juan Crisóstomo habla de ese modo de las imágenes, ¿quién se atrevería a hablar contra ellas?” lo que muestra claramente el progreso que había hecho su autoridad para esa fecha.
Oración a San Juan Crisóstomo
¡Oh doctor insigne, san Juan Crisóstomo!,
tú que siempre alentaste con sabiduría
la práctica de la justicia y de la caridad
y que con tus elocuentes sermones
predicaste con brillantez la Palabra Divina,
ilumínanos con tu obras y palabras
y fortalécenos en los momentos difíciles
con el ejemplo de tu invencible constancia.
Obispo San Juan Crisóstomo
tú que demostraste enorme fortaleza y valor
ante las más duras pruebas a que fuiste sometido,
que fuiste difamado, injustamente acusado,
perseguido, agredido brutalmente y desterrado,
concédenos le energía y el ánimo necesario
para sobrellevar estos momentos difíciles
llenos de amargura y desconsuelo,
haz que no nos abandonen la fe y la esperanza,
para que podamos continuar la lucha
a pesar de las injusticias que nos rodean,
para que, fortalecidos y ayudados
con tu benéfica intercesión
podamos salir victoriosos en:
(hacer la petición)
San Juan Crisóstomo,
tú que fuiste sal de la tierra y luz del mundo,
tú que difundiste con claridad las Enseñanzas,
y con santa paciencia resististe en los infortunios
defiéndenos a todos de la injusticia y el error,
lleva nuestras suplicas a Dios Padre Todopoderoso
y ruégale nos conceda lo que confiadamente solicitamos.
San Juan Crisóstomo,
pídele también que nos ayude a amar al prójimo,
que nos de la gracia de asumir el Evangelio
como camino, regla y vida en nuestro ser y actuar,
y que nos bendiga con los dones y talentos necesarios
para alcanzar la Gloria Celestial.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Rezar con gran fervor el Credo, tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Glorias.
Oración de San Juan Crisóstomo a la Eucaristía
“Cuando les dio pan y sació su hambre, lo llamaban profeta y trataban de hacerle rey; pero cuando los instruía sobre el alimento espiritual, sobre la vida eterna, cuando los desviaba de las cosas sensibles cuando les hablaba de la resurrección y levantaba sus ánimos, cuando más que nunca debieran admirarle, entonces murmuraban y se retiraban de El”.
A) Pan de Vida
“Llamase a sí mismo Pan de vida (Jn 6,48) porque sustenta nuestra vida, tanto la presente como la futura por lo cual añadió El que coma de este pan vivirá para siempre (ibid 51). Y pan llama aquí, o bien a los dogmas saludables y a la fe en El, o bien su propio cuerpo. Pues ambas cosas fortalecen al alma. Pues bien; con ser así que en otra parte, al decir El: Si alguno oyere mi palabra no probará la muerte (Jn 8,52), se escandalizaron; aquí no les sucedió lo mismo, quizá porque todavía le respetaban a causa de los panes (n.1).
B) El Pan que Yo os daré es mi Carne
“Y de cierto, el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Justamente pudiera alguno dudar y preguntar aquí por qué habló en esta ocasión tales palabras, que nada edificaban ni aprovechaban, sino más bien perjudicaban a lo edificado... Y si alguno investigara por qué motivo habló también acerca de los misterios (de la Eucaristía) responderémosle que ésta era una ocasión muy oportuna. Porque la oscuridad de las palabras suele excitar a los oyentes y hacerlos más atentos; por tanto, no debieran escandalizarse; antes bien, preguntar e informarse. Mas ellos se retiraban. Pues si le tenían por profeta, debieran creer sus palabras. Así que el escándalo procedía de su necedad, no de la oscuridad de las palabras. ... Pero ellos, al fin, no sacaron fruto de las palabras; y nosotros, en cambio, gozamos del beneficio de las obras. Por lo cual es necesario que nos informemos del milagro de los misterios (eucarísticos) a saber, en qué consisten, por qué se dieron y cuál es su utilidad. Un cuerpo nos hacemos, dice (el Apóstol), y miembro de su carne y sus huesos (Ef 5,30). Sigan los iniciados este razonamiento” (n. 2)
1) La muestra del amor
“Pués bien, para que esto lleguemos a ser no solamente por el amor, sino también en realidad, mezclémonos con aquella carne; porque esto se lleva a cabo por medio del manjar que El nos dió, queriendo darnos una muestra del vehemente amor que nos tiene. Por eso se mezcló con nosotros y metió cual fermento en nosotros su propio cuerpo, para que llegáramos a formar no todo, como el cuerpo unido con su cabeza. Pues ésta es prueba de ardientes amadores. Y así Job, para darlo a entender, lo decía de sus siervos, de quienes era tan excesivamente amado, que deseaban injerirse en sus carnes; ya que para mostrar su ardiente amor decían: ¡Quién nos diera de sus carnes para hartarnos! (Job 31,31).
“Pues por eso hizo lo mismo Cristo, induciéndonos a mayor amistad y demostrándonos su amor ardentísimo hacia nosotros; ni sólo permitió a quienes le aman verle, sino también tocarle, y comerle, y clavar los dientes en su carne, y estrecharse con El, y saciar todas las ansias del amor. Salgamos, pues, de aquella mesa, como leones, respirando fuego terribles a Satanás, con el pensamiento fijo en nuestro Capitán y en el amor que nos ha mostrado. A la verdad, muchas veces los padres entregan los hijos a otros para que los sustenten: mas yo, dice, no así, antes os alimento con mi propia carne, a mi mismo me presento por manjar deseoso de que todos seáis nobles, y ofreciéndoos buenas esperanza, acerca de los bienes venideros. Porque quien aquí Se os dió a si mismo, mucha más se os dará en la vida venidera. Quise hacerme hermano vuestro; por vosotros participé de la carne y la sangre; de nuevo os entrego la carne y la sangre, por medio de las cuales me hice pariente vuestro"
2) Cristo nos compró con su sangre
“Esta sangre era continuamente prefigurada de antiguo en los altares, en las muertes de los justos. Ella es el precio del mundo; con ella compró Cristo la Iglesia, con ella la hermoseó toda entera, pues, a semejanza de un hombre que para comprar esclavos da oro, y si quiere adornarlos emplea oro, así también Cristo con sangre nos compró y con sangre nos hermoseó. Los que de esta sangre participan asisten a una con los ángeles, con los arcángeles y con las soberanas potestades, vestidos de la misma real estola de Cristo y provistos de las armas espirituales. Mas nada grande he dicho todavía. Vestidos están del mismo Rey”
3) Cómo hay que acercarse a la Sagrada Mesa
“Pero así como es cosa grande y admirable, así mientras te acerques con pureza, te acercas para salud; pero si con mala conciencia, para suplicio y venganza. Porque quien come, dice, y bebe indignamente del Señor, su condenación se corte y se bebe (I Cor 11,29). Si, pues, los que manchan la púrpura imperial son castigados lo mismo que los que la rasgan, ¿qué hay de extraño en que los que reciben el cuerpo de Cristo con impura conciencia sufran el mismo suplicio que los que le desgarraron con los clavos? Considerar, en efecto, cuán terrible castigo dió a entender San Pablo cuando dijo: Uno que atropella la ley de Moisés, muere sin misericordia, sobre el testimonio de dos o tres, ¡De cuánto peor castigo pensáis que será Juzgado digno quien al Hijo de Dios holló, y reputó indigna la sangre del testamento, con la que fué sacrificado! (Heb 10,28 SS.).
Miremos, pues, por nosotros mismos, amados (hijos), ya que de tales bienes gozamos, y cuando nos viniera el pensamiento de decir algo torpe o nos viéramos arrebatar de la ira o de alguna otra pasión, reflexionemos de qué beneficios hemos sido objeto, de qué Espíritu hemos gozado; y este pensamiento será freno de nuestros irracionales apetitos. ¿Hasta cuándo estaremos sin despertar? ¿Hasta cuándo nos hemos de cuidar de nuestra salvación? Consideremos que beneficios se ha dignado hacernos Dios; démosle gracias, glorifiquémoslo, no sólo por la fe, sino también por las obras, para que alcancemos también los bienes venideros, por gracia y benignidad de nuestro Señor Jesucristo, con el cual sea al Padre la gloria, juntamente con el Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén” (n 4).
jueves, 12 de septiembre de 2019
lunes, 9 de septiembre de 2019
QUIERES APRENDER A PERDONAR?
¿Quieres aprender a perdonar?
7 consejos para aprender a perdonar
Por: Pbro. Marcos Alejandro Mancera Ruiz | Fuente: PildorasdeFe.net
A veces tenemos que exigir disculpas a los demás y en otras ocasiones darlas nosotros mismos, son situaciones de la vida en que todos estamos envueltos, puesto que todos tendemos a tener errores.
Pero ¿eres de las personas que no logran deshacerse del pasado, no olvidan, no perdonan, no conocen la compasión, son duras ante la ofensa más mínima, se aferran al resentimiento durante mucho tiempo e incluso toda su vida, alimentando sentimientos negativos? Entonces estás atado a un rencor que te tiene paralizado.
Replantea tus juicios
En lugar de pasar a la siguiente página, le estás dedicando buena parte de tu energía mental y emocional a recordar ofensas, daños e injusticias (reales o imaginarias) de las que has sido objeto, manteniéndolas vivas en ti. Es como si te pasaras la lengua por una muela cariada constantemente, sintiendo las punzadas de dolor, en vez de reparar la lesión dental.
Favorece tu sistema inmune
Sé sincero contigo mismo(a) y contesta esta pregunta: ¿en verdad quieres dejar ese asunto atrás? Si respondiste que sí, entonces necesitas liberarte de tus propias ataduras y aprender a perdonar. Porque librar a los demás de tu desprecio tiene virtudes terapéuticas que te hacen sentir bien. A diferencia del odio que fomenta la depresión, el estrés y el malestar debilitando tu sistema inmunológico, el amor, la tolerancia y la alegría favorecen tu bienestar, fortaleciendo tus defensas inmunológicas.
Tacticas para logra el perdón
En el fondo sientes que no tienes la capacidad de perdonar, puedes aprenderla e incluso potenciarla.
Y para ayudarte a conseguirlo, te damos estas 7 técnicas que te ayudarán a lograr reconciliarte, olvidar y ser consciente de por qué estás eligiendo ese camino:
1.- Comienza por perdonarte a ti mismo
Reflexiona un poco en que nadie es totalmente bueno ni malo, tanto tú como el resto de las personas reaccionan de acuerdo a como están programadas mentalmente, a lo que han aprendido o se les ha inculcado.
Pero todas las personas quieren en última instancia ser felices. Si eres tolerante con tus propias culpas y fallas del pasado, si entiendes y aceptas tus sombras psicológicas, estarás en mejor disposición de hacerlo con los demás.
2.- Saca tu disgusto fuera.
Es preferible exteriorizar tu enojo en el momento en que ha sido provocado, en vez de guardártelo. Pero tampoco excedas la impulsividad ciega o la ira irreflexiva.
El dicho de que “lo que se queda adentro se pudre” es bastante cierto en el caso del rencor.
3.- Aprende a relativizar.
Haz un ejercicio de atención consciente y concédele a cada suceso la importancia que merece. Frecuentemente reaccionamos con exceso ante cosas pequeñas, cuando la mayoría de las cosas no son tan importantes como para no merecer perdón.
Para llegar a esta conclusión, ponte en la situación del otro, seguro que verás las cosas de otra manera.
4.- Identifica tus emociones.
¿Sentimiento de humillación, decepción, tristeza? Toma conciencia de lo que ocultas tras tu máscara de cólera, esto te ayudará a liberarte de ella, al comprender que “el culpable” ha despertado una zona de sufrimiento que ya existía dentro de ti mismo(a).
5.- Descubre la intención del otro.
Encontrar la verdadera motivación de tu ofensor y las razones profundas de su conducta, te llevará a ser más condescendiente con él y a verlo como víctima de sus propios errores y carencias, en lugar de verlo como verdugo.
Por ejemplo, una persona que ofende a otra en público, en realidad puede ser insegura y estar intentando autoafirmarse.
6.- Admite tu responsabilidad.
¿Sin ninguna justificación has puesto demasiadas expectativas en alguien? ¿Has sido poco claro (a) al expresarle tus objetivos o necesidades?
Reconoce tu parte de responsabilidad en el asunto, y la próxima vez habla con claridad y directamente, evitando los malentendidos o suposiciones.
7.- Facilita la reconciliación.
Ante un problema, siempre lo mejor es acercarte a la otra persona para comunicarse. Es importante elegir bien el momento, sentarse a hablar con calma y sin prisas y expresarle que te importa al otro.
Ten siempre una postura conciliadora para aclarar el conflicto y resolver la discusión sin resentimientos. Al final, muchos se dan cuenta de que tal vez, habría sido mejor, hacer frente directa y conscientemente a la experiencia del dolor.
Afrontar un sufrimiento de manera adecuada es la clave para conseguir la paz interior
Perdonar es poner a un prisionero en libertad y descubrir después que ese prisionero... ¡ERES TÚ!
Oración para aprender a perdonar
Tú sabes, Señor, lo que me cuesta perdonar.
Tú sabes, Señor, lo que siento en mi interior.
No puedo perdonar, se me hace muy difícil lograrlo.
Pero Tú sabes que sí quiero hacerlo, porque Tú me lo pides.
Quiero romper con esa atadura que me impide avanzar y ser feliz.
Perdóname Señor, porque no he sabido hacerlo.
Con tu ayuda y tu gracia se que podré y así lo deseo.
Amén
Tú sabes, Señor, lo que siento en mi interior.
No puedo perdonar, se me hace muy difícil lograrlo.
Pero Tú sabes que sí quiero hacerlo, porque Tú me lo pides.
Quiero romper con esa atadura que me impide avanzar y ser feliz.
Perdóname Señor, porque no he sabido hacerlo.
Con tu ayuda y tu gracia se que podré y así lo deseo.
Amén
LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MARTES 10 DE SEPTIEMBRE DE 2019
Lecturas de hoy Martes de la 23ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, martes, 10 de septiembre de 2019
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 2, 6-15
Hermanos:
Ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded según
Arraigados en él, dejaos construir y afianzar en la fe que os enseñaron, y rebosad agradecimiento.
Cuidado con que haya alguno que os capture con esa teoría que es una insulsa patraña forjada y transmitida por hombres, fundada en los elementos del mundo y no en Cristo.
Porque es en Cristo en quien habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y por él, que es cabeza de todo principado y autoridad, habéis obtenido vuestra plenitud.
Por él fuisteis también circuncidados con una circuncisión no hecha por hombres, cuando os despojaron de los bajos instintos de la carne, por la circuncisión de Cristo.
Por el bautismo fuisteis sepultados con él, y habéis resucitado con él, porque habéis creído en la fuerza de Dios que lo resucitó de entre los muertos. Estabais muertos por vuestros pecados, porque no estabais circuncidados; pero Dios os dio vida en él, perdonándoos todos los pecados. Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz, y, destituyendo por medio de Cristo a los principados y autoridades, los ofreció en espectáculo público y los llevó cautivos en su cortejo
Palabra de Dios.
Salmo
Sal 144, 1-2. 8-9. 10-11
R/. El Señor es bueno con todos.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.. R/.
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas R/.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañasR/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según San Lucas (6, 12-19):
Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles.
A Simón, a quien llamó Pedro,
y a su hermano Andrés;
a Santiago y Juan,
a Felipe y Bartolomé,
a Mateo y Tomás,
a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes;
a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.
Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados.
Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy martes,
10 de septiembre de 2019
CR
Para vivir con Él
Qué bien se organiza la vida Jesús. Y sin recurrir a muchos proyectos, papeles, documentos o reuniones. Lo tiene claro y elemental: ora, vive con su comunidad de discípulos y sale a la calle a evangelizar, predicando el Evangelio y haciendo bien a la gente. Así de sencillo, así de fecundo.
Gráficamente, podemos distinguir dos planos, el monte y el valle. El monte es, ante todo, el lugar de la oración, de dirigirse al Padre, de momentos de amistad y de encuentro. Y sin prisas, “paso la noche entera”. En este clima, cuando llega la luz del día, elige a los suyos, a los doce. Gente sencilla, pobre, con escasos recursos personales, tocados de cierto nacionalismo excluyente. Hasta figura el traidor, el Iscariote, que le entregará al enemigo. Luego, poco a poco, los irá cambiando; su presencia, constante y activa, los trasformará. Desde luego, derribando fronteras y murallas para abrirlos a un destino universal. “Con ellos”, con estos apóstoles, bajará al valle. Aquí se escenifica la secuencia: Está Cristo, el Maestro; los apóstoles, el círculo más íntimo; luego, el grupo de discípulos; por fin, el pueblo entero, incluso venidos de lejos, los extranjeros de Tiro y Sidón. Solo falta ya comenzar la actividad evangelizadora: predicar y sanar, con la “fuerza que salía de él y curaba a todos”.
Miramos la escena, y lo tenemos fácil, -parece- a la hora de discernir cómo hemos de componer nuestra vida. Pues, no. Resulta terriblemente arduo y laborioso dar unidad a nuestra vida: saber conjugar la oración, el vivir con los más cercanos y derramarse en actividad, haciendo el bien a todos. La dispersión nos puede; hacemos muchas cosas, pero no somos fecundos, nos falla la raíz. Por lo menos, no nos engañemos y tomemos conciencia de ello. Afirmemos de corazón que “estar con Él”, la adoración, el trato íntimo -como en Jesús- es lo primero; aquí nos alimentamos y tomamos fuerza para lograr algo que ofrecer, algo que decir y la manera de hacerlo. Tengamos confianza: Jesús nos ha elegido, es gesto de amistad personal. Él lo hará todo en nosotros y a través de nosotros.
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