Intercesión de María
Fray Ángel Martín Fernández
Madre de Dios que acoges amorosa
nuestra piedad,
tú que estás a la diestra
de Jesús, y conoces
su lado bueno, atiende
a quien acude a ti, cansado
de tanto andar, no siempre
por las piedras más llanas del camino.
Hoy me llego hasta ti, Madre, seguro
de tu favor. Nadie mejor, Señora,
para mediar ante la bondadosa
mano del Hijo.
Pon un beso
en mi nombre en la llaga desangrada
que le clavó al madero
encarnizado de mi ingratitud.
Necesito sentirme tan cercano
a su dolor, que el mismo clavo
que destrozó su mano, clave el pulso
desconcertado de mi sufrimiento.
Tú que estás a la diestra
de Jesús, no distraigas
la mirada de amor con que mirabas
sus ojos, protegiendo
sus días claros y sus claras noches.
Fray Ángel Martín Fernández
Madre de Dios que acoges amorosa
nuestra piedad,
tú que estás a la diestra
de Jesús, y conoces
su lado bueno, atiende
a quien acude a ti, cansado
de tanto andar, no siempre
por las piedras más llanas del camino.
Hoy me llego hasta ti, Madre, seguro
de tu favor. Nadie mejor, Señora,
para mediar ante la bondadosa
mano del Hijo.
Pon un beso
en mi nombre en la llaga desangrada
que le clavó al madero
encarnizado de mi ingratitud.
Necesito sentirme tan cercano
a su dolor, que el mismo clavo
que destrozó su mano, clave el pulso
desconcertado de mi sufrimiento.
Tú que estás a la diestra
de Jesús, no distraigas
la mirada de amor con que mirabas
sus ojos, protegiendo
sus días claros y sus claras noches.
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