Jesús, modelo de piedad mariana
P.H. Pinard De La Boullanye, S.I.
Jesús era Él mismo el modelo de los hijos. Tenga la bondad de decir me cuál fue el amor que concibió por la Madre ideal, a quien el Padre Eterno lo había confiado.
No busquen, por lo tanto, donde nació la devoción a María. Ella tuvo su origen en la primera sonrisa del Niño-Dios, respondiendo a la primera sonrisa de María, inclinada sobre el pesebre. Esta devoción creció de día en día, con cada caricia de María, con cada una de las delicadezas que Ella no cesó de prodigalizar al Niño Jesús, a Jesús adolescente, a Jesús hombre y, finalmente, a Jesús agonizante sobre el madero.
¿Por ventura creen que el Salvador haya hecho esfuerzos por disimular sus sentimientos hacia Ella? Dado que seguramente Él los manifestó, porque nos debía dar ejemplo en este como en todos los puntos, digamos más. Puesto que Él se complacía en hacerlos conocer, ¿piensan que sus discípulos tomarían una actitud de desdén o de indiferencia en relación a esta Madre, a la que ellos veían tratada con tanta reverencia y afecto?
No indaguen más en qué justos límites la devoción mariana se debe contener. He aquí su regla, su medida. Amad a María, si puede ser, tanto cuanto Jesús la amó. Sí, el modelo de la piedad en relación a la Bienaventurada Virgen es el propio Hijo de Dios. Su ejemplo nos dicta nuestro deber.
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