Reflexión Mariana
Pensemos frecuentemente en el dolor de María, al ver a su Hijo suspendido de la Cruz, durante esas tres largas horas de agonía. ¿Qué habrá sentido la Madre? Si nos da lástima a veces ver sufrir a un pobre animalito, y a veces siendo hombres duros y recios, tenemos compasión por el que sufre, ¿qué habrá sentido el Corazón sin mancha de María, que es todo ternura y compasión, al ver a su Divino Hijo sufriendo tanto? Nosotros debemos meditar en los dolores de la Virgen porque son causa de salvación para nosotros y para nuestros hermanos, porque meditando en ellos, consolamos a María, y por ende, consolamos a Jesús, porque no se puede consolar a María sin también consolar a Jesús, ya que lo que se hace a Uno se hace a la Otra. Que en nuestros dolores presentes siempre tengamos esos tremendos dolores de la Virgen, para que nos de fuerzas y valentía y confianza en Dios, y no ser así presas de la desesperación.
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