Liberadora y Misericordiosa, la Virgen de la Merced
La Virgen de la Merced (Nuestra Señora de la Merced), Virgen de la Misericordia, es la Patrona de la República Dominicana. Su devoción por parte de la población católica del país se inicia casi desde el descubrimiento de la isla. El título mariano de la Merced se remonta a la fundación de la Orden religiosa de los mercedarios el 10 de agosto de 1218, en Barcelona, España. Siendo Gobernador de La Española Don Diego Gómez de Sandoval, el 8 de septiembre de 1615 ocurrió un fuerte terremoto (de grado IX en la escala de Mercalli) en la isla, con numerosas réplicas durante por lo menos 40 días. La ciudad de Santo Domingo fue severamente afectada, muriendo alrededor de 24 personas. Entonces el Cabildo de Santo Domingo declaró a la Virgen de las Mercedes "Patrona de La Española".
Dios es Padre de Misericordia, María es Madre de Misericordia. Ella refleja la misericordia de Dios, sufriéndolo todo por sus hijos. Los cristianos debemos también reflejar la misericordia de Dios sufriéndolo todo por amor. "Mirad la hondura o cavidad del lago de donde habéis sido tomados, las entrañas de la Madre de Dios" Las obras de misericordia que la Virgen pidió incluyen la visita, el acompañamiento y la ayuda a los que salen de la cárcel.
San Juan Juan Pablo II, expresaba el 23 de mayo de 1980 a los religiosos de la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced, comprometidos apostólicamente en 19 países de diversos continentes.
"...La misión que vuestro Fundador San Pedro Nolasco os confió, en la obra directa de redención y ayuda a los cautivos, y que impregnó toda su actuación apostólica en parroquias, hospitales para pobres, enseñanza y misiones, se halla hoy prolongada en un carisma de servicio a la fe, para proyectar un rayo de esperanza y ofrecer la asistencia de la caridad de Cristo a cuantos se encuentran sometidos a nuevas formas de cautiverio en nuestra sociedad: en centros penitenciarios, en suburbios de pobreza y hambre, en ambientes de droga, en zonas de materialismo en las que se persigue a la Iglesia o se la reduce al silencio, etc.
Se trata de un vasto campo en el que ha de volcarse sin reserva vuestro espíritu religioso y la disponibilidad total a la que os abre la vivencia generosa de los consejos evangélicos y la profesión de vuestro cuarto voto. Esa será la manera de ser fieles hoy a vuestro carisma, en la línea trazada por San Pedro Nolasco y recogida ya en las primitivas constituciones de 1272.
Tomad de la “Madre de la Misericordia” y “Consuelo de los afligidos” el ejemplo e inspiración en cada instante. Ella os guiará a su Hijo y os enseñará el valor de cada alma, a la que prodigar celosamente el cuidado de vuestro ministerio..."
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