El mensaje de la naturaleza
La naturaleza es un buen trampolín para subir hasta el Señor del universo. La contemplación del mar, la montaña, los dilatados horizontes, los bosques y los momentos clásicos de la alborada o el atardecer da paz al espíritu, nos hace encontrar con lo mejor de nosotros mismos. La oración que te ofrezco hoy puede orientarte en esta meditación.
Padre, tú has creado este universo para que me ayude a conocerte mejor y a amarte mejor. Cada rayo de luz, cada flor, cada nuevo paisaje a la vuelta del camino es un mensajero oportuno que me invita, por senderos fáciles, a subir hasta ti. El rocío de la noche y el gallo que canta por la mañana, el viento que murmura al pasar y el pan sobre la mesa, todo me habla de tu bondad. Pero me falta la atención del corazón para encontrarte en todas las cosas. Ayúdame a descubrir bajo los colores y los sonidos tu pensamiento divino, como el lector encuentra, bajo las letras del libro, el pensamiento del autor.
Pide al Espíritu de Dios, que según el Génesis “aleteaba sobre las aguas primordiales” de la creación, te conceda la atención del corazón, para hacer de las bellezas naturales peldaños de una escalera que te sube al Creador. “Nunca se cansen de mirar tus ojos, el perpetuo milagro de la vida”. Hasta mañana.
* Enviado por el P. Natalio
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