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jueves, 12 de diciembre de 2013
ROSARIO A LA VIRGEN GUADALUPANA
CANCIONES GUADALUPANAS
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ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE
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NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE, ADVOCACIÓN MARIANA, 12 DE DICIEMBRE
miércoles, 11 de diciembre de 2013
SU NOMBRE: MARÍA
Su nombre: María
Padre Pedro García
María, cuyo Nombre cantan los cielos y la tierra, ¡bendita seas!...
¡Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre!...
¿Por qué tributamos alabanzas tan especiales al Nombre de María? ¿Por qué el Nombre de María nos dice tanto? ¿Por qué repetimos sin más, sola ella, la palabra ¡MARIA!...
Hemos oído tantas veces el Evangelio de la Anunciación en las Misas de la Virgen, que nos sabemos más que de memoria estas palabras: Y la Virgen se llamaba María.
El nombre de MARIA, junto con el Nombre adorable de Jesús, es lo más entrañable que tenemos metido en nuestras almas. ¿Será preciso desatarnos ahora en alabanzas al Nombre de María?
Porque podríamos hacerlo con el romanticismo cariñoso de años atrás, cuando tenía éxito seguro el canto con una letra como ésta:
- Es más dulce tu nombre, María, - que el arrullo de tierna paloma, - es más suave que el plácido aroma - que en su cáliz encierra la flor...
Y muchos cantos por el estilo, hoy pasados totalmente de moda, y que casi nos excitan un poquito la hilaridad y nos arrancan una sonrisa compasiva con los soñadores de años atrás...
Nosotros, sin dejar los encantos de una piedad mariana así de soñadora y tierna, lo miramos desde otra perspectiva, y nos preguntamos: ¿Qué significa para María su nombre? ¿Qué significa, sobre todo, para nosotros?..
Dejemos a los estudiosos de la Biblia que se entretengan desentrañando las raíces de un nombre tan hermoso. María, como ya se llamó la hermana de Moisés, era un nombre muy común de mujer en Israel cuando los tiempos de Jesús. Y nos dicen los filólogos que puede significar hermosa, señora, princesa, excelsa, encumbrada, y no sé cuántas cosas más, a cada cual más bella y sugerente...
A poco que leamos la Biblia, sabemos que cuando Dios elegía a uno para una misión especial, Dios le escogía el nombre o le cambiaba el que ya tenía. Valga por todos los casos el de Simón. Jesús lo mira de hito en hito, y le dice:
- Tú te llamas Simón. En adelante te llamarás Pedro, piedra, roca, porque sobre esta roca yo edificaré mi Iglesia.
María venía al mundo con la misión más alta, como era el ser La Madre de Dios, y, sin embargo, ni escoge ni le cambia el nombre. Se llamará, simplemente, MARIA, el nombre que le pusieron sus padres.
Ni tan siquiera ha triunfado el nombre --aunque haya triunfado la realidad-- con que le llamó el Angel: La Agraciada, La Llena de Gracia, la colmada con todos los dones y gracias de Dios...
¿Pero, qué ha hecho la piedad cristiana? Le ha dado tantos nombres a la Virgen, que ya no sabemos ni con cuál llamarla.
- Y la llamamos con el nombre de los misterios de su vida: Inmaculada, Concepción, Natividad, Purificación, Presentación, Anunciación, Encarnación, Soledad, Dolores, Asunción...
- Y la llamamos con el nombre de sus advocaciones: Carmen, Mercedes, Rosario, Socorro, Patrocinio, Auxiliadora, Consuelo...
- Y la llamamos con el nombre de sus santuarios y apariciones: Loreto, Lourdes, Fátima, Pilar, Guadalupe, Montserrat, Luján, Aparecida, Begoña, Nuria...
Y sigamos y sigamos contando, porque la llamamos también con nombres locales nuestros, tan queridos: Marielos, Suyapa, María Paz...Y cada una de nuestras Repúblicas nos dictaría una lista bien interesante.
Todos ellos son el mismo Nombre de María, pero desdoblado, como la luz en el prisma, tal como lo siente y vive nuestra devoción a la Madre de Dios y Madre nuestra.
Más importante es, sin embargo, la invocación constante que hacemos del Nombre de María.
Las veces que la llamamos con gritos del corazón.
Las veces que nos dirigimos a Ella, diciéndole sólo ¡MARIA! Que unas veces es un grito de júbilo. O un grito de amor. O un grito de auxilio.
Porque ¡María! es un grito que se acomoda a todos los sentimientos de nuestro corazón y a todas las situaciones de nuestra vida.
¿Cómo responde María a nuestro saludo, cuando pronunciamos su Nombre? Nadie nos lo ha dicho, pero no necesitamos mucha imaginación para suponerlo... ¡Con qué ojos y con qué sonrisa que nos debe mirar! ¡Con qué cariño que se debe volcar sobre nosotros!...
Como lo hiciera un día con San Bernardo, el monje que pasa como el mayor devoto de María. Cuando caminaba por los claustros de su monasterio, al pasar delante de una imagen de la Virgen le inclinaba la cabeza y la saludaba: ¡Salve, María!. Y así siempre. Hasta que un día ve cómo la imagen se anima, y responde muy educada al saludo: ¡Salve, Bernardo!...
Valdría la pena seguir, ¿verdad?... Pues, aquí nos vamos a quedar hoy. Dándole a Ella el gusto de recordarle su Nombre: y el nombre de la Virgen era María.
Aquí nos quedamos, saboreando la miel que destila en nuestra boca el dulce Nombre de María. Y afinamos el oído, a ver si oímos su respuesta, y nos contesta también: ¡Salve, Chelita! ¡Salve, Javier! ¡Salve, Manolo! ¡Salve, Lineth!....
SERVIDORA
Servidora
Patricio García Barriuso
Decirle sí al Señor es ponerse en camino. Y esta vez es a través de las montañas. El amor es capaz de superar montañas. Nosotros que gustamos de las cosas sencillas nos imaginamos el viaje de Nuestra Señora así. Salió la Virgen María una tarde de Nazaret a buena hora. Descendió primero a la llanura de Esdrelón; después, sorteando los montes de Samaría, por Silo, llegó a Ain-karim donde vivía Isabel. Bajó antes hasta Hebrón y seguramente bebió en la fuente de Karim. Su prima Isabel estaba esperándola, pues tenía necesidad de Ella. Y María pasa unos meses sirviendo a Isabel.
María vive ya el mandamiento nuevo de Jesús. Porque en la comunidad de los seguidores de Jesús no es la igualdad de todos ante la ley la norma que vige sino el ponerse a los pies de los demás para servirles a todos. María ha iniciado la civilización del amor, de lo gratuito, de lo inútil, de lo dado con un corazón generoso. Cristiano es el que da la mano. El que no da la mano ése no es cristiano. Vivir es hacer vivir. Hay que crear otras felicidades para ser feliz, María la primera en vivir la revolución de Jesús en el servicio a los demás, ha abierto un camino hacia la felicidad. La felicidad que es dar amor. ¡Qué diferente es todo gracias al amor!
SANTA MARÍA DEL SILENCIO
Santa María del Silencio (Nazaret)
Santuario de Angosto, PP Pasionistas, Vilanañe, Alava, España
"Reina del Silencio: Ruega por nosotros"
Apenas terminadas las entrañables fiestas de la Navidad y metidos de lleno en el camino "ordinario" de la vida, también la Comunidad creyente levanta la vista y desea y quiere otear en el horizonte la luz que le ilumina, que le "señale" el CAMINO. En esa búsqueda, yo os invito a mirar a MARÍA en NAZARET, en esa vida singular y cargada de misterio, de luces (supongo), pero también de sombras. De ahí que me animo a denominarla SANTA MARÍA del SILENCIO.
No sé lo que a cada uno de vosotros le impresiona de ese camino recorrido por María durante tantos años, porque, –no olvidemos-, que fueron en torno a 30 años. Éste es el dato frío y que puede asustarnos. A mí, personalmente, me impacta profundamente su silencio, el que ha tenido que vivir en la sencilla vida de Nazaret. Y... ¡es que un silencio tan prolongado...! Son muchos años
para vivir en pura fe y esperanza.
Sí, ya lo sé; es verdad: había un montón de PROMESAS; Ella se ha fiado del proyecto de Dios; ahí está el Hijo amado de la promesa. Pero... ¡todo es tan "normal"...! Día a día, acontecimiento a acontecimiento, seguir creyendo que Dios estaba llevando adelante su plan de salvación en esas circunstancias...
Aquí está Santa María del SILENCIO, "meditando estas cosas (y más) en el silencio del corazón" (Lc 2, 20). Así lo hace notar el evangelista Lucas, el
que más escribe en su evangelio acerca de María. ¡Es impresionante!
¿Por qué es impresionante? Simplemente porque el tiempo prolongado es machacón, pone en crisis todo, hasta las convicciones más profundas. Y ese
tiempo de silencio en María duró muchos años, muchísimos. La alegría del nacimiento, la novedad de la presencia del niño con todas sus circunstancias, su ir creciendo "en sabiduría, estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres" ( Lc 2, 52), sin duda, fueron fuente de gozo y de alegría profundas, pero... ¡tantos años de silencio...!
Sin duda, Ella la llena de gracia, estaba inmersa en Dios, y enamorada profundamente de Dios y aceptaba sus planes con plena confianza, pero...
cuando pasan los días, los meses y los años, y resulta que el Hijo de la promesa no da muestras de "nada especial"... ¡qué largo se hace el silencio!
¿Qué sintió el corazón de la Madre? ¿Qué experimentó la fe de aquella gran creyente que fue María? ¡Cómo tuvo que agarrarse, desde lo más profundo, a su Dios y "hacerse" a aquellas formas extrañas de su Señor! ¡Cómo tuvo que ir
curtiéndose su interior y su fe, y adaptándose a esos caminos tortuosos de su Dios, por otro lado, siempre FIEL! ¡Cómo tuvo que rumiar aquella PALABRA
y estrujarla y sacarle el jugo que alimentara su esperanza! ¡Cómo tuvo que ser su ORACIÓN para trabajar cada día y cada momento los planes de Dios!
Ahí está mi admiración por esta estampa familiar, sencilla y callada de Nazaret. Ahí la veo a Ella, con su hermosa sonrisa, pero –al mismo tiempo-
interrogándose en su corazón: "Dios mío, ¿hasta cuándo?". Y Dios calla y va madurando el fruto de fe de la Madre, y van clarificándose los caminos del
Hijo amado.
¡Toda una ESCUELA la de Nazaret! Toda una escuela del SILENCIO.
"SANTA MARÍA del SILENCIO. Ruega por nosotros".
martes, 10 de diciembre de 2013
NUESTRA SEÑORA DE LORETO, ADVOCACIÓN MARIANA, 10 DE DICIEMBRE
Autor: . | Fuente: Corazones.org Nuestra Señora de Loreto | |||
Advocación Mariana, 10 de diciembre | |||
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lunes, 9 de diciembre de 2013
LA DEVOCIÓN A LA INMACULADA
Autor: Llucià Pou Sabaté | Fuente: Catholic.net
La devoción a la Inmaculada
La devoción a la Inmaculada: nos humaniza, nos hace más delicados en el amor
La devoción a la Inmaculada
“¿Quién es esta, que se levanta como la aurora, que es hermosa como la luna, y resplandece como el sol?”, proclama la Iglesia. La tierra y el cielo, la Iglesia entera, celebra gran fiesta, y nosotros también. Esta fiesta se extendió desde Oriente donde comenzó, por muchos sitios desde el siglo VII, y desde el siglo XIII ya se vivió como fiesta por todo el pueblo cristiano.
La Virgen no padeció mancha de pecado alguno, ni el original que nos legaron Adán y Eva, ni otro alguno. En este misterio celebramos que quedó constituida libre del pecado original desde el primer instante de su vida. Ella es la "plena de gracia", en virtud de un singular privilegio de Dios y en consideración de los méritos de Cristo. Fue constituida libre de cualquier egoísmo y atadura al mal. Convenía que la que tenía que ser Virgen María fuera la maravilla de la creación, la obra maestra.
Nos conviene contemplar a la más perfecta, la más bella de las mujeres. “Tota pulchra est Maria”: es la criatura más hermosa que ha salido de la mano de Dios. Reina del cielo y de la tierra, es superior por su gracia a todos los ángeles. Fue en 1854 cuando Pío IX dijo en la Bula “Ineffabilis Deus: “Declaramos, Proclamamos y Definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles”. Muchos pueblos sienten la devoción a la Inmaculada como algo muy suyo, basta pensar las imágenes que presiden muchas iglesias, grandes obras de arte del renacimiento o del barroco (por citar algunas, en escultura “La cieguecita”, de Juan Martínez Montañés y la “Virgen de la Oliva” en Lebrija, de Alonso Cano; en pintura, las de Murillo lo resumen todo); la devoción a la Inmaculada atrae a los jóvenes a cantarle (como en el caso de la imagen de Sevilla, que está al lado de la catedral), y también recuerdo la fiesta que se organiza en la plaza de España en Roma, donde el Papa Juan Pablo II solía ir a visitar piadosamente rodeado de multitudes, ante otra Inmaculada, también coronando una columna.
Esta devoción abarca aspectos muy cotidianos, como la costumbre de tantos sitios de saludarnos al entrar a una casa, con un: “ave María purísima”; y la respuesta de quien nos recibe dentro: “sin pecado concebida”. Es también muy bonito emplear este saludo inicial al ir a confesar. Y qué alegría oírlo cuando se oye o ve algo malo, que ofende el buen sentir, como un modo de reparar a la Virgen, de rectificar con amor aquella falta de amor...
También –y eso siglos antes de la proclamación dogmática – con juramentos proclamaban los ayuntamientos la fe en la Inmaculada Concepción, asimismo no se podía ser doctor en las universidades de Salamanca, Hispalense y otras muchas, si no se juraba como requisito defender esta verdad, al recibir el título universitario se hacía testimonio de esta fe.
En fin, que es devoción muy popular y muy arraigada. El corazón del pueblo cristiano -guiado por el espíritu Santo- tiene razones profundas, es el “sensus fidei”, el sentido de la fe. No serán razones muy razonadas, sino la expresión sencilla de la verdad, del corazón, el buen hijo que demuestra el amor a su madre. Como decía san Josemaría Escrivá, ¿como escogeríamos a nuestra Madre si hubiésemos podido hacerlo? Hubiéramos escogido la que tenemos, llenándola de todas las perfecciones y gracias. Así lo ha hecho Dios.
Convenía que la que tenía que ser Madre del Hijo de Dios fuera liberada del poder de Satanás y del pecado, de aquel pecado original que se borra por el bautizo. Por esto, debemos hacer propaganda de bautizar los niños cuanto antes, los padres tienen derecho, y los niños lo necesitan como el pecho de la madre para poder alimentarse. ¿Cómo vamos a decir a un niño que escoja tomar alimento cuando sea mayor? Sería una aberración, pues la madre quiere darle lo mejor, por eso le da alimento, y por eso le da la fe del bautismo por la que somos hijos de Dios. Este aniversario nos recuerda también la batalla que hay en el mundo a favor de la vida: Santa Ana concibe su hija María, y no la rechaza, como hacen muchos hoy dejándose llevar por una cultura del egoísmo y de la muerte: la recibe en sus entrañas como un don de Dios, recibe un tesoro privilegiado, recibe el don de la vida, que es sagrado. Y pensar que algunas personas están ciegas ante este don... Por esto nos viene tan bien la devoción a la Inmaculada: nos humaniza, nos hace más delicados en el amor.
BENDITA SEAS, MADRE INMACULADA.... RUEGA POR NOSOTROS
Bendita seas , Madre Inmaculada .... ruega por nosotros
Madre de Dios y Madre nuestra, tenemos la certeza que nos escuchas y atiendes... ¡Cómo una madre no va a oír a sus hijos!
Este mes, Señor, vamos a conmemorar en la Noche del 24 tu llegada al mundo como el Hijo de Dios.
Tanto nos amó Dios que nos entrega a su único Hijo para que nazca y muera como hombre sin dejar de ser Dios por la remisión de todos los pecados de la Humanidad, los pasados, los presentes y los futuros.....
Y para que sucediera esto no lo hace presentándonos un Hijo lleno de esplendor y poderío sino de una manera natural y ligada a una "concepción" en una joven virgen por medio del amor del Espíritu Santo.
Va en busca de ti, María. Y Tu, le dices... : QUE SI.
Era necesario buscarte limpia, pura, sin mancha, fresca y serena como la misma mañana en que naciste porque habías tenido una inmaculada concepción en el seno de tu madre Ana y por eso te conocemos y veneramos como la Inmaculada Concepción.
La Iglesia y los católicos del mundo entero, hoy día 8 de diciembre, haremos fiesta para implorar tu protección y decirte con las palabras del P. Ignacio Larrañaga: ....hoy queremos decirte "muchas gracias", Señora, por tu "Fiat", por tu completa disponibilidad de esclava, por tu pobreza y por tu silencio, por el gozo de tus siete espadas, por el dolor por todas tus partidas que fueron dando la paz a tantas almas. Muchas gracias por haberte quedado con nosotros a pesar del tiempo y la distancia.....
Inmaculada Virgen María, Madre purísima, Madre sin mancha, Madre Virgen, Reina concebida sin pecado original, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos.... así decimos cuando nos dirigimos a Ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y tenemos la certeza que nos escuchas y atiendes... ¡Cómo una madre no va a oír a sus hijos!.
Tu, que supiste ser la madre más amorosa pero también supiste de renuncias y dolores. Por eso tu corazón está abierto a todas nuestra llamadas y súplicas.
Tu quisiste que te conociéramos con este bendito y glorioso nombre al decirle a la pequeña Bernardita . - " YO SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN", ella nada sabía de estas palabras pero dichas por Ti fueron toda una revelación.
¡Bendita seas, Madre Inmaculada! Ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte y por todos tus hijos sin distinción de razas, credos y colores, tan necesitados de tener una Madre, en este mundo tan desorientado y convulso, como Tu, Puerta del Cielo, Salud de los enfermos y Refugio de los pecadores.
No nos dejes, Madre y se nuestra compañía a lo largo de nuestro camino por esta vida. Que siempre tengamos tu apoyo y tus brazos amorosos si llega a nosotros el desaliento. Junto a la alegría de sabernos tan amados por Ti.
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Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
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