viernes, 6 de diciembre de 2013

DEVOCIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


Autor: Teresa Fernández del Castillo | Fuente: Catholic.net 
Inmaculado Corazón de María



La devoción al Inmaculado Corazón de María, junto con la del Sagrado Corazón de Jesús, fue promovida por San Juan Eudes en el siglo 17.

El Papa Pío VII y Pío IX sugirieron su celebración como Purísimo Corazón de María.
En 1944, el Papa Pío extendió esta devoción a toda la Iglesia fijando la celebración del Inmaculado Corazón de María el 22 de agosto, ocho días después de la Asunción.

Con la renovación litúrgica, se le restó importancia a esta fiesta para dársela a las principales fiestas marianas y, se cambió la fecha para un día después de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. 

San Juan Eudes, decía que el Corazón de María es la fuente y el principio de todas las grandezas y excelencias que la adornan y que la hacen estar por encima de todas las creaturas; por ser hija predilecta de Dios Padre, madre muy amada de Jesús y esposa fiel del Espíritu Santo. 
Y que ese santísimo Corazón de María es fuente de todas las virtudes que practicó.

También San Antonio María Claret, fundador de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, profesó un inmenso amor a esta advocación.
Quiso que sus misioneros, salieran por todo el mundo extendiendo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Fue un profeta de Fátima, porque en Fátima la Virgen personalmente nos manifestó que Dios quería salvar al mundo, por medio de su Inmaculado Corazón. 

La fiesta del Inmaculado Corazón de María sigue a la del Sagrado Corazón de Jesús. El corazón expresa y es símbolo de la intimidad de la persona. La primera vez que se menciona en el Evangelio el Corazón de María es para expresar toda la riqueza de esa vida interior de la Virgen: “María conservaba estas cosas en su corazón” 

El corazón de María conservaba como un tesoro el anuncio del Ángel sobre su Maternidad divina; guardó para siempre todas las cosas que tuvieron lugar en la noche de Belén, o la adoración de los pastores ante el pesebre, y la presencia, un poco más tarde, de los Magos con sus dones,... y la profecía del anciano Simeón, y las preocupaciones del viaje a Egipto. 

Más tarde, el corazón de María sufrió por la pérdida de Jesús en Jerusalén a los doce años de edad, según lo relata San Lucas en el evangelio de hoy. 
Pero María conservaba todas estas cosas en el corazón.... 
Jamás olvidaría los acontecimientos que rodearon a la muerte de su Hijo en la Cruz, ni las palabras que le oyó decir: “Mujer, he ahí a tu hijo”. Y al mirar a Juan ella nos vio a todos nosotros. Vio a todos los hombres. Desde aquel momento nos amó con su Corazón de madre, con el mismo Corazón que amó a Jesús. 

Pero María ejerció su maternidad desde antes que se consumase la redención en el Calvario, pues Ella es madre nuestra desde que prestó su colaboración a la salvación de los hombres en la Anunciación. 

En el relato de las bodas de Cana, San Juan nos revela un rasgo verdaderamente maternal del Corazón de María: su atenta disposición a las necesidades de los demás. Un corazón maternal es siempre un corazón atento, vigilante. 

La devoción al Corazón de María no es una devoción más. Nos lleva a aprender a tratar a nuestra Madre con más confianza, con la sencillez de los niños pequeños que acuden a sus madres en todo momento: no sólo se dirigen a ellas cuando están en gravísimas necesidades, sino también en los pequeños apuros que le salen al paso. Las madres les ayudan a resolver los problemas más insignificantes. Y ellas – las madres – lo han aprendido de nuestra Madre del Cielo. 

Hoy queremos encontrarnos con María, con nuestra madre. Si recurrimos confiados a ella, ella nos va a decir qué debemos hacer y sentiremos su amor por nosotros. Ese mismo amor que Jesús tiene por cada uno de nosotros. y ella nos dirá que nos quiere, que nos quiere con toda su alma. 

Pidamos a Dios que preparó en el Corazón de María, una morada digna al Espíritu Santo, que haga que nosotros, por intercesión de la Santísima Virgen lleguemos a ser templos dignos de su gloria.

Consagración al Sagrado Corazón de María

Oh Corazón Inmaculado de María, por tu perfecta comunión de amor con el Corazón de Jesús, eres la escuela viviente de total consagración y dedicación a Su Corazón. 

En tu Corazón, Oh Madre, queremos vivir para aprender a amar, sin divisiones, al Corazón de Jesús; a obedecerle con diligencia y exactitud; servirle con generosidad y a cooperar activa y responsablemente en los designios de Su Corazón.

Deseamos consagrarnos totalmente a tu Corazón Inmaculado y Doloroso que es el camino perfecto y seguro de llegar al Corazón de Jesús. Tu Corazón, es también refugio seguro de gracia y santidad, donde nos vamos liberando y sanando de todas nuestras oscuridades y miserias. 

Deseamos pertenecer a tu Corazón, Oh Virgen Santísima, sin reservas y en total disponibilidad de amor a la voluntad de Dios, que se nos manifestará a través de tu mediación maternal. 

En virtud de esta consagración, Oh Inmaculado Corazón, te pedimos que nos guardes y protejas de todo peligro espiritual y físico. Qué nuestros corazones ardan con el fuego del Espíritu como arde tu Corazón. 

Qué unidos a ti, que eres la portadora por excelencia de Cristo para el mundo, y ungidos por el poder del Espíritu Santo, seamos instrumentos para dar a un mundo tan árido y frío, el amor, la alegría y la paz del Corazón de Jesús.


LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA



LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA
8 DE DICIEMBRE

En el año 1854, Pío IX, con la Bula Ineffabilis Deus, proclamó solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción:
«...Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser, por tanto, firme y constantemente creída por todos los fieles»..."

NOVENA DE CONFIANZA A LA MARÍA AUXILIADORA


NOVENA DE LA CONFIANZA
A LA VIRGEN MARÍA AUXILIADORA


Madre mía de mi vida,
auxilio de los cristianos, 
la pena que me atormenta, 
pongo en tus benditas manos. 
(Ave María)

Tú que sabes mis secretos, 
pues todos te los confío, 
da la paz a los turbados 
y alivio al corazón mío. 
(Ave María)

Y aunque tu amor no merezco, 
nadie recurre a Ti en vano, 
pues eres Madre de Dios 
y Auxilio de los cristianos. 
(Ave María)
Finalmente, se reza la oración de San Bernardo:


Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes! Y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente.

7 PENSAMIENTOS MARIANOS PAR AUNA SEMANA



7 PENSAMIENTOS MARIANOS
PARA UNA SEMANA 

1.    Vive como María: mirando a la tierra y sin olvidar que, Dios, te guía desde el cielo. Sólo así podrás vivir con intensidad tu existencia. “Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en el tiempo que están más secas las esperanzas” (M.Cervantes)

2.    Vive como María: diciendo “sí” cuando, de verdad, alguien te necesite para sembrar vida e ilusiones. “Estoy convencido de que en un principio Dios hizo un mundo distinto para cada hombre, y que es en ese mundo, que está dentro de nosotros mismos, donde deberíamos intentar vivir” (O.Wilde)
3.     Vive como María: presenta la opción de tu vida cristiana como algo alegre y vigoroso. Sin imposición pero con convencimiento "Las ideas no se imponen, se proponen". Juan Pablo II (visita a España, mayo 2003)
4.     Vive como María: saliendo al paso de las necesidades de los necesitados. Comprobarás que Dios siempre te empuja a darte un poco más. “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir juntos como hermanos” (M.L. King)
5.    Vive como María: dando gracias a Dios por haberse fijado en ti. Por haberte hecho su hijo/a en el día de tu bautismo. “Cuando un pueblo trabaja Dios lo respeta. Pero cuando un pueblo canta, Dios lo ama” (F.Cabral)
6.    Vive como María: creyendo aún lo imposible. Dios siempre se las apaña para abrirnos el entendimiento. “Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas” (San Agustín)
7.    Vive como María: sintiéndote débil pero, a la vez, fuerte por estar en manos de Dios.“Aquel que tiene fe nunca está sólo ni se encuentra derrotado” (T. Carlyle)

jueves, 5 de diciembre de 2013

CARTA AL NIÑO JESÚS



Carta al Niño Jesús


Querido Niño Dios:

¿Cómo están por allá arriba en el cielo?  Por aquí, tú sabes cómo estamos.  Creo que no hace falta contarte los desastres, las injusticias, la violencia y todas las tragedias que dejan su huella en este mundo que es tu mundo.

Además, Navidad no es ocasión de hacer lista de desgracias sino lista de ilusiones.

Por eso te escribo esta carta.  Como las que escribía la niña y como las que escriben los niños cuando no se ha ensombrecido su mirada.

Ya no pido juguetes.  Pero no creas que he dejado de ser pedigüeña.  Quiero pedirte muchas, muchísimas cosas.

Quiero pedirte una tregua a la violencia que desangra a nuestra patria y al mundo: tú puedes cambiar los corazones de los violentos para que no empuñen las armas de la muerte.

Y una tregua a la injusticia que nos está destruyendo: tú puedes cambiar los corazones de los hombres y las mujeres para que sientan como propias las necesidades de los hermanos.

También sería buenísima una tregua a la irresponsabilidad y a la inconciencia: tú puedes cambiar los corazones de los irresponsables para que caigan en cuenta de los disparates que cometen, del daño que se hacen ellos y le hacen a otros.

Otra cosa que quiero pedirte es una tregua a las caras largas: tú puedes cambiar los corazones de jóvenes y viejos para que puedan sonreír.

Por favor, tráenos en esta Navidad una tregua a la agresividad que hace insoportables las calles: tú puedes cambiar los corazones de los agresivos para que se acerquen unos a otros sin miedo, para que se respeten, para que se ayuden.

También nos está haciendo falta una tregua al silencio y las palabras duras en los hogares: tú puedes cambiar los corazones de los esposos, de los padres y de los hijos, para que descubran, los unos, lo que los otros quieren decir con su silencio, para que las palabras expresen el amor y la necesidad de amor.

No se te olvide una tregua a la intolerancia: tú puedes cambiar los corazones de los intolerantes para que sean capaces de comprender y perdonar y olvidar.

Y una tregua al egoísmo: tú puedes cambiar los corazones de los egoístas para que sean capaces de amar y de acercarse a la necesidad del amigo, del vecino, del familiar, del desconocido e incluso del que les cae mal.

No sobraría una tregua a la desesperanza y al escepticismo que nos están carcomiendo: tú puedes cambiar los corazones de los aplanchados y los pesimistas para que miren la vida con optimismo.

También te pido que pongas a los pies de las camas de los niños y en el árbol de Navidad de todos: sueños y esperanzas que podamos realizar; fe en nosotros mismos y en los que nos rodean; fe en la vida y, sobre todo, fe en ti; amor que construya la armonía en los hogares y la paz en nuestra patria; tu amor para poder amar.

Ese es, tal vez, el verdadero regalo de Navidad, el que nos hace seguir siendo niños a pesar de todos.

Con una caricia para tu alma.

Autor: Graciela Baquerizo

LA VIRGEN MARÍA EN ADVIENTO


LA VIRGEN MARÍA EN ADVIENTO

María, tú fuiste agradecida al don que recibiste: la vida; la vida de tu Hijo, tu vida.

María, tú me ayudas a luchar por la vida, a considerar la vida como un gran don que Dios nos hace.

María, tu ejemplo me ayuda a llevar adelante el plan que Dios tiene sobre mí.

María, tú viviste con alegría: “Alégrate, llena de gracia” te decía el ángel al revelarte que habías sido elegida para ser la madre del Salvador.

“Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador” exclamaste al encontrarte con tu prima Isabel.

María, desearía tener ante la vida la misma actitud que Tú tuviste, para poder vivirla con alegría y en plenitud.

Ayúdame a ser siempre agradecido al don de Dios para poder servir a los demás con generosidad.

Que mi corazón esté abierto y sea sensible a las necesidades de los que sufren y de los que me necesitan, para que el testimonio de mi vida los ayude a vivir en plenitud y con alegría.


M. Bravo

MEDITACIÓN SOBRE EL ADVIENTO


MEDITACIÓN SOBRE EL ADVIENTO

El adviento significa despertar a todos los sueños diarios, despertar a la realidad.  La palabra "vigilar" alude a "estar fresco, atento", y quien está atento, quien vive con conciencia cada momento está completamente presente, vivo y sobrio.  Aquel que no se embriaga con el ajetreo está despierto.

No tenemos que dedicarnos a responder todas las cartas que hemos dejado de lado durante el año, no tenemos que dejarnos arrastrar por el estado de exaltación propio del consumismo, y tampoco tenemos que darnos a la tarea de cumplir con nuestros deseos.  La atención y el estar despierto nos enseñan lo que realmente importa en la navidad. 

Vigilar no es solamente la actitud fundamental del adviento.  La historia de navidad habla de los pastores que estaban de guardia por la noche y precisamente porque vigilaban, les es anunciado el alegre mensaje del nacimiento del Mesías. 

Quién está despierto, está abierto y es receptivo al secreto que quiere capturar nuestra atención.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

LA VIRGEN MARÍA MADRE


LA VIRGEN MARÍA MADRE
 
La Virgen,
sonríe muy bella.
¡Ya brotó el Rosal,
que bajó a la tierra
para perfumar!

La Virgen María
canta nanas ya.
Y canta a una estrella
que supo bajar
a Belén volando
como un pastor más.

Tres Reyes llegaron;
cesa de nevar.
¡La luna le ha visto,
cesa de llorar!
Su llanto de nieve
cuajó en el pinar.

Mil ángeles cantan
canción de cristal
que un Clavel nació
de un suave Rosal.

Gloria Fuertes

¿POR QUÉ MARÍA?


¿Por qué María?
María Velázquez Dorantes


Cuando decidimos hacer una oración y sentirnos que tocamos las manos de Dios, pero no sabemos como empezar, ni siquiera que decirle, porque le tememos, porque estamos avergonzados, porque no sabemos hablarle al Padre de todo el mundo, la clave principal se encuentra en esa mujer perfecta de nombre Maria, que en su bondad, pobreza, castidad y enorme firmeza se manifestó todo el esplendor de Dios Padre.

Ella es una mujer dispuesta a darnos la inspiración buscada para entablar una verdadera comunicación con Dios mismo, ella no sabe decir que no, porque es el puente magnifico para cruzar los torbellinos que azotan al alma, porque ella es la venda que cubre nuestras heridas y el agua que alivia nuestra fiebre.

Maria es y será la mujer perfecta, el ideal de perfección femenina a seguir, es la estrella más luminosa en medio del desierto, en medio de los pastores y de la noche. Maria es madre y reina de todos los corazones, fue ascendida a los cielos para vigilar a todos los que creen y para amar con mayor fuerza a los que no creen, a los que se resisten al poder de Dios, a los que no saben decir: María cómo comienzo esta pequeña oración.

A María le podemos pedir que intervenga ante Jesús para ser sanos de mente y espíritu, de cuerpo y alma, para no sentirnos solos, para decirle a su hijo que deseamos transformarnos en hombres y mujeres perfectas y obedientes a la voluntad de Dios.

Es a María porque en ella vamos a encontrar todo lo que hemos perdido, porque en ella podemos depositar todos los secretos que a veces atormentan, porque en ella podemos confiar plenamente y seguramente; le podemos cantar y hablar como la mejor amiga, la mejor madre y la mejor virgen.

A LA VIRGEN MARÍA INMACULADA


A la Inmaculada
Florian Rodero


El barro se volvió estrella, 
la sangre se volvió gracia 
en la arcilla de tu cuerpo. 
¡Oh Virgen Inmaculada! 

Y la savia de la muerte 
que a la vida alimentaba, 
se secó en tu carne limpia 
cuando el Señor te hizo el alma. 

La presencia creadora 
vino al Edén de tu casa, 
y en las manos te traía 
¡oh Virgen Inmaculada!

A BELÉN FUE MARÍA, JESÚS NACERÍA


A Belén fue María, Jesús Nacería
Pedro Sergio Antonio Donoso 


Augusto publico un decreto
Quirino Siria gobernaba 
Había que hacer un censo
La gente se preparaba.

Así todos, pues, a moverse empezaron 
para ser registrados 
en Galilea se movilizaron
para en su ciudad natal ser anotados. 

José que moraba en Galilea, 
en la ciudad de los Nazarenos
a su animal puso correas
para salir a Judea y sus caminos. 

El era de Belén y allí iría
porque era descendiente de David; 
allí se inscribió con María, 
su esposa, que estaba en cinta. 

Mientras en Belén estaban 
María sintió el momento 
El parto que esperaban
Y ellos si alojamiento. 

En un pesebre con animales
Dio a luz al Hijo
Lo envolvió en pañales 
Y su sonrisa lo bendijo. 

En el pesebre lo acostó
no había lugar para ellos
pero la felicidad llego
en la estrella había destellos. 

Pastores allí que vivían
por la noche sus rebaños cuidaban 
ellos presentían
que noticias buenas rondaban. 

Así un ángel del Señor apareció
Al principio se asustaron
la gloria del Señor los rodeó
es su claridad se asombraron. 

Del ángel escucharon
No tengan miedo
La buena noticia les comunicaron
alegría para todo el pueblo. 

El angel con mucho amor
Les contó que a ciudad de David,
ha nacido para el Salvador, 
que es el Mesías y el Señor. 

Que todo el mundo se alegre
hallarán a un niño recién nacido, 
allá en el pesebre
en pañales y recién parido. 

Por todas partes ángeles llegaron
Cuidaban del pesebre con celo
Todos a Dios alabaron
Gloria a Dios en lo más alto del cielo. 

En la tierra paz a los hombres: 
ésta es la hora de su gracia
al mundo llego el nombre
que todo lo sacia. 

Los ángeles al cielo volvieron
Los pastores estaba emocionados
Al pesebre ellos acudieron
Para adorar al niño amado. 

Vayamos, pues, hasta Belén
y veamos lo que ha sucedido
el Señor nos ha dado a bien
el redentor ha venido. 

Llegaron apresurados
Ha Jose y Maria hallaron
Y al recién nacido acostado
A el se le arrodillaron. 

A María y Jose los pastores comentaron
los que ángeles les habían dicho del niño
todos se emocionaron
todos se maravillaron. 

María atesoraba los acontecimientos 
y los volvía a meditar en su interior.
Que bello era ese momento
Todo era amor. 

Todo esto fue en Belén
Allí era donde nacería
Todo nuestro bien
Jesús se llamaría. 

LA VIRGEN MARÍA Y LAS ALMAS DEL PURGATORIO


martes, 3 de diciembre de 2013

IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA EN ADVIENTO
































EL ESPÍRITU SANTO, NUESTRO GUÍA EN ADVIENTO


Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
El Espíritu Santo, nuestro guía en Adviento


Únicamente los sencillos pueden reconocer la voz del Espíritu Santo en su interior, sólo ellos son capaces de dejarse guiar por Él.

Durante el Adviento no podemos olvidar la presencia del Espíritu Santo que primero actúa profetizando la venida del Mesías, y después, en Jesucristo. Esto es para nosotros una muy especial indicación por parte de Dios Nuestro Señor de que las necesidades que posee el hombre sólo pueden realizarse desde una perspectiva: la del Espíritu Santo. Sin embargo, tampoco podemos olvidar que esto únicamente es posible para el alma que se convierte en dócil instrumento del Espíritu Santo, pues es Él quien nos permite ir llegando con paso firme a todas y cada una de las metas que Dios nos va poniendo a lo largo de la vida. No estamos solos, el Señor no nos abandona. La presencia de Jesucristo en nuestras vidas no es nada más una compañía, es también una guía, una luz. Y nunca olvidemos que esta iluminación quien la realiza es el Espíritu Santo.

El profeta Isaías nos habla de un momento, en los tiempos mesiánicos (cuando venga el Mesías), en que todo será paz, y cómo el Espíritu de Dios colmará el mundo. Dice el Profeta: “Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la Tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar”.

En la Encarnación es el Espíritu Santo el que cubre con su sombra a la Santísima Virgen para que sea engendrado el Hijo de Dios. Y es también el Espíritu Santo el que, cada vez que queremos tener a Cristo en nuestra alma, se hace presente para construir en nosotros la presencia, la vida de Cristo. El Espíritu Santo es el Santificador, es el que realiza en el alma la función de dar vida en el Señor. Es Él quien nos aconseja, guía e ilumina, fortaleciéndonos para que el mensaje que la Navidad viene a traer a nuestras almas se pueda cumplir.

En este Adviento, en este camino hacia la Navidad, hacia la presencia plena de Cristo en nuestra alma, no estamos guiados por una estrella, estamos guiados por el Espíritu de Dios Nuestro Señor. Esto tiene que ser para nosotros una grandísima certeza, tiene que darnos una gran paz y una gran serenidad. Sin embargo, exige de nosotros un entrenamiento que consiste en aprender a escuchar lo que el Espíritu Santo va diciendo a nuestra conciencia, el someter nuestro juicio a lo que Él nos va pidiendo y el ser capaces de amar el modo concreto con el cual va educando nuestro corazón.

Únicamente los sencillos pueden reconocer la voz del Espíritu Santo en su interior, sólo ellos son capaces de dejarse guiar por Él. Si tuviéramos dentro de nosotros esta presencia constante del Espíritu Santo podríamos participar de la acción de gracias que Jesucristo hace al Padre: “Te doy gracias Padre del Cielo y de la Tierra, porque has revelado estas cosas, no a los sabios y entendidos, sino a los sencillos”.

¡Cuántas veces nuestra forma de ver las cosas y nuestros juicios son los que gobiernan nuestras vidas! ¡Cuántas veces pretendemos entender todas las cosas según la cuadrícula de nuestra sabiduría, y nos olvidamos que la sabiduría de Dios es la que tiene que regir nuestra vida!

Cuando leemos las profecías de Isaías, donde aparece el lobo habitando con el cordero, la pantera con el cabrito, el novillo y el león pastando juntos, podría aparecer la pregunta: ¿Todo eso existe? ¿Es un sueño o es una realidad? Lo que el profeta nos está diciendo es que aun aquello que parece imposible al hombre, que en la lógica humana jamás podría llegar a darse, el Espíritu Santo lo puede realizar.

En este Adviento, aprendamos a romper las lógicas humanas, a deshacer nuestras cuadrículas, nuestras formas de ver muchas situaciones, de vernos, incluso, a nosotros mismos. Dejemos a un lado tantas y tantas cosas que clasifican nuestra existencia de una manera determinada y que, en definitiva, la alejan de Dios. Permitamos al Espíritu Santo hablar en nuestra vida, guiarnos e inspirarnos. No es tan difícil, es cuestión de aprender a escuchar, de no hacer ruido en nuestra alma, de ponernos delante de Dios y no oír otra cosa más que a Él, para que nada interrumpa esa comunicación de amor entre Dios y cada uno de nosotros.

Nuestro corazón debe estar dispuesto a escuchar a Dios, para que este tiempo de Adviento, en el que se produce la mayor alegría para el hombre, que es el encuentro con el Señor, no pase con las hojas del calendario, sino que sea un tiempo que permanezca en el corazón. Con una gran apertura interior, permitámosle al Espíritu Santo hablar, para así poder ir quitando todo aquello que nos impiden tener paz en el alma, junto a Cristo en Belén.

El profeta Isaías nos dice: “Aquel día, la raíz de Jesé se levantará como bandera de los pueblos, la buscarán todas las naciones”. ¿Hay en mi alma avidez de Dios? ¿Hay en mi corazón sed de este Cristo, que es la raíz de Jesé? ¿Hay en mi interior el anhelo de encontrarme con Jesús? Si no lo hay, permitamos que el Espíritu Santo vaya cambiando nuestro corazón hasta que Él lo llene. Y pidámosle que en este período de Adviento, Él vaya transformando nuestra existencia de tal manera que nunca nos sintamos solos, para que se pueda cumplir en nosotros la profecía de que somos dichosos porque vemos la presencia de Cristo en nuestra vida, vemos su influjo en la sociedad: “Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis”. 

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