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lunes, 20 de noviembre de 2017
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 20 NOVIEMBRE
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 19 NOVIEMBRE
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sábado, 18 de noviembre de 2017
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 18 NOVIEMBRE
Los cinco minutos de María
Noviembre 18
Gracias Dios mío, por haber sido tan bueno que nos has dado por Madre a la Virgen María, tu propia Madre.
Gracias por habernos dado en ella la fuente de la gracia, la indulgencia bondadosa del perdón de todas nuestras culpas, la luz para las almas, la suave esperanza de nuestro corazón.
Gracias, Señor, te damos por tan solícita Madre, que a todos nos procura la eterna salvación. Gracias porque la hiciste tan grande y tan hermosa, gracias por su purísimo e inmaculado Corazón.
Te pedimos, Madre, que tu bondad nos aliente a vivir nuestra vocación cristiana en permanente acción de gracias.
* P. Alfonso Milagro
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 17 NOVIEMBRE
Los cinco minutos de María
Noviembre 17
Pasaste por el mundo en medio de tinieblas, sufriendo cada paso la noche de la fe, sintiendo cada día la espada del silencio, a oscuras padeciste el riesgo de creer.
Guardaste bajo llave las dudas y batallas, formándose el misterio al pie del corazón, debajo de tu pecho de amor inagotable, la historia se escribía de nuestra redención.
Nuestra Señora, Madre de los creyentes, enséñanos tu confianza, enséñanos a crecer en la fe.
* P. Alfonso Milagro
jueves, 16 de noviembre de 2017
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 16 NOVIEMBRE
Los cinco minutos de María
Noviembre 16
Hermosa costumbre la de ofrecer a Dios las oraciones matinales, para saludar a nuestro Padre celestial. Y si en las oraciones de la mañana saludamos al Padre que está en los cielos, ¿cómo no vamos a presentar también nuestro saludo a la Madre celestial?
¿Cómo no ofrecerle todas las obras del día, nuestros trabajos, el cumplimiento de nuestros deberes, los sufrimientos y las alegrías, nuestros deseos y nuestras ansias?
¿Cómo no encomendarnos a la buena Madre, pidiéndole que en el día no se olvide de nosotros, sobre todo en los momentos de mayor apuro o de más grave peligro? Como el niño que está en peligro llama a su madre, llamemos nosotros a la Madre del cielo y ella acudirá a socorrernos.
Virgen María, acrecienta nuestra fe en el amor del Padre, en la gracia de Jesús y en la presencia del Espíritu. Danos confianza en tu protección de Madre y guárdanos en tu corazón.
* P. Alfonso Milagro
PAPA FRANCISCO PIDE QUE INVITES A UN POBRE A COMER EL DOMINGO 19 DE NOVIEMBRE
El Papa te pide que invites a un pobre a comer el domingo 19 de noviembre
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
VATICANO, 15 Nov. 17 / 11:05 am (ACI).- El domingo 19 de noviembre se celebrará la I Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el Papa Francisco, por esa razón el Santo Padre animó a todos, católicos, fieles de otras religiones y no creyentes, a tener un gesto con los más necesitados como, por ejemplo, invitarlos “a nuestra mesa como invitados de honor”.
El Pontífice realizó esta invitación en el mensaje con motivo de la Jornada, en el que señala que “en ese domingo, si en nuestro vecindario viven pobres que solicitan protección y ayuda, acerquémonos a ellos: será el momento propicio para encontrar al Dios que buscamos”.
De esa manera, los pobres “podrán ser maestros que nos ayuden a vivir la fe de manera más coherente”.
Los pobres, “con su confianza y disposición a dejarse ayudar, nos muestran de modo sobrio, y con frecuencia alegre, lo importante que es vivir con lo esencial y abandonarse a la providencia del Padre”.
De otro lado, Mons. José Octavio Ruiz Arenas, Secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización afirmó que “lo importante es que, en la medida de lo posible, desarrollemos esa conciencia específica de la necesidad de ayudar a una persona concreta”. Esa persona concreta puede ser “un familiar, un amigo o un desconocido”.
El Prelado explicó que “el Papa quiso establecer esta Jornada Mundial de los Pobres para que tomemos conciencia de que la pobreza es una realidad presente a la que no podemos dar la espalda”.
“La pobreza está en todo el mundo. Somos conscientes de que la principal fuente de la pobreza es la mala distribución de las riquezas, el egoísmo, el acaparamiento de los bienes materiales, el olvido de los demás”.
La Jornada Mundial de los Pobres se celebrará en el Vaticano con una Misa en la que participarán miles de personas en situación de exclusión social.
Posteriormente, unos 1.500 pobres participarán en un almuerzo festivo con el Papa Francisco en el Aula Pablo VI, mientras que otras 2.500 personas en situación de pobreza serán recibidas en diferentes seminarios y colegios católicos de la capital italiana para participar también en un almuerzo.
Esta iniciativa la impulsó el propio Papa Francisco tras la clausura del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, con el objetivo de que el conjunto de la comunidad cristiana sienta el llamado de ofrecer su mano a los pobres, a los débiles y a los hombres y mujeres cuya dignidad ha sido pisoteada.
miércoles, 15 de noviembre de 2017
QUÉ SIGNIFICA CREER EN DIOS?
¿Qué significa creer en Dios?
Nuestro mayor problema hoy es vivir en una superficialidad, separados de lo profundamente esencial.
Por: Monseñor Jorge De los Santos | Fuente: elpueblocatolico.com
Se habla a veces de manera tan superficial sobre las cuestiones más importantes de la vida, y se opina con tal ignorancia sobre la religión, que ahora se hace necesario aclarar, incluso, las cosas más elementales como el ¿qué significa creer en Dios?
A los cristianos de hoy nos toca vivir en un mundo en el que muchos hombres han desplazado a Dios de su vida y viven como si Dios no existiera; bastantes incluso niegan explícitamente su existencia. La increencia, la indiferencia, el ateísmo, nos rodean y acechan nuestra vida de fe.
Cuando una persona habla “desde fuera”, sin conocer por experiencia personal lo que es creer en Dios, piensa: Creo que Dios existe, pero no lo puedo asegurar. Sin embargo, para el que vive desde la fe, creer en Dios es otra cosa. Cuando el creyente dice a Dios “yo creo en Ti”, está diciendo: “No estoy solo, Tú estás en mi origen y en mi destino último; Tú me conoces y me amas; no me dejarás nunca abandonado, en Ti apoyo mi existencia; nada ni nadie podrá separarme de tu amor y comprensión”.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice “Por su revelación, «Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía» (DV 2). La respuesta adecuada a esta invitación es la fe.
Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela (cf. DV 5). La sagrada Escritura llama «obediencia de la fe» a esta respuesta del hombre a Dios que revela”.
Entonces, la fe es la respuesta del hombre a la revelación divina. Dios ha querido comunicarse a sí mismo, darse a conocer, para invitar a los hombres a participar de la vida divina. A través de la mediación de la Iglesia, la revelación divina llega a nosotros. En el creer se manifiestan la confianza, la obediencia y la entrega. Esto lo podemos ver reflejado en los grandes personajes de la Sagrada Escritura. Como en Abraham, que al escuchar lo que Dios le pedía lo puso en práctica, en la Virgen María que igualmente escucha y obedece.
Le creemos a Dios. La fe se fundamenta, en la autoridad de Dios que se revela a sí mismo, Dios ni se engaña ni nos engaña, su autoridad es la autoridad de la Verdad. Creemos a Dios y creemos en Dios, porque Él constituye el centro y el contenido de la fe. La revelación divina nos da a conocer, ante todo, el Misterio que es Dios, en el cual el hombre encuentra la salvación.
Por eso, para creer, lo decisivo no son las “pruebas” a favor o en contra de la existencia de Dios, sino la postura interior que uno adopta ante el misterio último de la vida. Nuestro mayor problema hoy es no vivir desde el fondo de nuestro ser. Vivimos por lo general, en una superficialidad, separados de lo profundamente esencial.
CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA EUCARISTÍA COMO ENCUENTRO CON DIOS
TEXTO: Catequesis del Papa Francisco sobre la Eucaristía como encuentro con Dios
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
VATICANO, 15 Nov. 17 / 05:50 am (ACI).- El Papa Francisco ofreció una segunda catequesis sobre la Misa durante la Audiencia General en la Plaza de San Pedro.
El Pontífice explicó que la Eucaristía es la mejor oración y afirmó que hay que “ser humildes, reconocerse hijos, descansar en el Padre, confiar en Él. Para entrar en el Reino de los cielos es necesario hacerse pequeños como niños”.
A continuación, la catequesis completa del Papa:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuamos con las catequesis sobre la Santa Misa. Para comprender la belleza de la celebración eucarística deseo iniciar con un aspecto muy simple: la Misa es oración, es más, es la oración por excelencia, la más alta, la más sublime, y al mismo tiempo la más “concreta”. De hecho, es el encuentro de amor con Dios mediante su Palabra y el Cuerpo y Sangre de Jesús. Es un encuentro con el Señor.
Pero antes debemos responder a una pregunta. ¿Qué cosa es verdaderamente la oración? Ella es sobre todo diálogo, relación personal con Dios. Y el hombre ha sido creado como ser en relación personal con Dios que encuentra su plena realización solamente en el encuentro con su Creador. El camino de la vida es hacia el encuentro definitivo con el Señor.
El Libro del Génesis afirma que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, quien es Padre e Hijo y Espíritu Santo, una relación perfecta de amor que es unidad. De esto podemos comprender que todos nosotros hemos sido creados para entrar en una relación perfecta de amor, en un continuo donarnos y recibirnos para poder encontrar así la plenitud de nuestro ser.
Cuando Moisés, ante la zarza ardiente, recibe la llamada de Dios, le pregunta cuál es su nombre. Y, ¿qué cosa responde Dios?: «Yo soy el que soy» (Ex 3,14). Esta expresión, en sentido original, expresa presencia y gracia, y de hecho enseguida Dios agrega: « El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob» (v. 15). Así también Cristo, cuando llama a sus discípulos, los llama para que estén con Él. Esta pues es la gracia más grande: poder experimentar que la Misa, la Eucaristía es el momento privilegiado para estar con Jesús, y, a través de Él, con Dios y con los hermanos.
Orar, como todo verdadero diálogo, es también saber permanecer en silencio – en los diálogos existen momentos de silencio –, en silencio junto a Jesús. Y cuando nosotros vamos a Misa, tal vez llegamos cinco minutos antes y comenzamos a conversar con quien está al lado nuestro. Pero no es el momento de conversar: es el momento del silencio para prepararnos al diálogo. Es el momento de recogernos en nuestro propio corazón para prepararnos al encuentro con Jesús. ¡El silencio es muy importante! Recuerden lo que les he dicho la semana pasada: no vamos a un espectáculo, vamos al encuentro con el Señor y el silencio nos prepara y nos acompaña. Permanecer en silencio junto a Jesús. Y del misterioso silencio de Dios emerge su Palabra que resuena en nuestro corazón. Jesús mismo nos enseña como realmente es posible “estar” con el Padre y nos lo demuestra con su oración. Los Evangelios nos muestran a Jesús que se retira en lugares apartados para orar; los discípulos, viendo esto su íntima relación con el Padre, sienten el deseo de poder participar, y le piden: «Señor, enséñanos a orar» (Lc 11,1). Hemos escuchado en la Lectura antes, al inicio de la audiencia. Jesús responde que la primera cosa necesaria para orar es saber decir “Padre”. Estén atentos: si yo no soy capaz de decir “Padre” a Dios, no soy capaz de orar. Debemos aprender a decir “Padre”, es decir, ponerse en su presencia con confianza filial. Pero para poder aprender, se necesita reconocer humildemente que tenemos necesidad de estar instruidos, y decir con simplicidad: Señor enséñanos a orar.
Este es el primer punto: ser humildes, reconocerse hijos, descansar en el Padre, confiar en Él. Para entrar en el Reino de los cielos es necesario hacerse pequeños como niños. En el sentido que los niños saben confiar, saben que alguien se preocupará de ellos, de lo que comerán, de lo que se pondrán y otras cosas más (cfr. Mt 6,25-32). Esta es la primera actitud: confianza y familiaridad, como el niño hacia los padres; saber que Dios se recuerda de ti, cuida de ti, de ti, de mí, de todos.
La segunda predisposición, también esta propia de los niños, es dejarse sorprender. El niño hace siempre mil preguntas porque desea descubrir el mundo; y se maravilla incluso de cosas pequeñas porque todo es nuevo para él. Para entrar en el Reino de los cielos se necesita dejarse maravillar. ¿En nuestra relación con el Señor, en la oración – pregunto – nos dejamos maravillar o pensamos que la oración es hablar a Dios como hacen los papagayos? No, es confiar y abrir el corazón para dejarse maravillar. ¿Nos dejamos sorprender por Dios que es siempre el Dios de las sorpresas? Porque el encuentro con el Señor es siempre un encuentro vivo, no es un encuentro de museo. Es un encuentro vivo y nosotros vamos a la Misa, no a un museo. Vamos a un encuentro vivo con el Señor.
En el Evangelio se habla de un cierto Nicodemo (Jn 3,1-21), un hombre anciano, una autoridad en Israel, que donde Jesús para conocerlo; y el Señor le habla de la necesidad de “renacer de lo alto” (Cfr. v. 3). Pero, ¿qué cosa significa? ¿Se puede “renacer”? ¿Volver a tener el gusto, la alegría, la maravilla de la vida, es posible, también ante tantas tragedias? Esta es una pregunta fundamental de nuestra fe y este es el deseo de todo verdadero creyente: el deseo de renacer, la alegría de reiniciar. ¿Nosotros tenemos este deseo? ¿Cada uno de nosotros tiene deseo de renacer siempre para encontrar al Señor? ¿Tienen este deseo? De hecho, se puede perderlo fácilmente porque, a causa de tantas actividades, de tantos proyectos de poner en acto, al final nos queda poco tiempo y perdemos de vista aquello que es fundamental: nuestra vida del corazón, nuestra vida espiritual, nuestra vida que es encuentro con el Señor en la oración.
En verdad, el Señor nos sorprende mostrándonos que Él nos ama incluso en nuestras debilidades. «Jesucristo […] es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero» (1 Jn 2,2). Este don, fuente de verdadera consolación – pero el Señor nos perdona siempre – esto, consuela, es una verdadera consolación, es un don que nos es dado a través de la Eucaristía, de aquel banquete nupcial en el cual el Esposo encuentra nuestra fragilidad. Puedo decir que, ¿Cuándo recibo la comunión en la Misa, el Señor encuentra mi fragilidad? ¡Sí! ¡Podemos decirlo porque esto es verdad! El Señor encuentra nuestra fragilidad para llevarnos a nuestra primera llamada: aquella de ser imagen y semejanza de Dios. Este es el ambiente de la Eucaristía, esta es la oración.
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 15 NOVIEMBRE
Los cinco minutos de María
Noviembre 15
El Evangelio debe ser la norma de tu conducta, el fundamento de tus criterios, la escala de tus valores, al fin y al cabo el Evangelio es Cristo viviendo, enseñando, muriendo, resucitando y salvando a los hombres de todos los tiempos.
En el Evangelio hallamos a su Madre Santísima, la Virgen María. Allí se nos narran las virtudes de la Virgen, ya en su vida privada de Belén y de Nazaret, ya en la vida pública y apostólica de Jesús. Su humildad, su sencillez, su silencio y mansedumbre, su disponibilidad a la voluntad de Dios trazan lo que podríamos llamar “el evangelio mariano”.
María del Evangelio, conviértenos en anuncio viviente del Reino.
* P. Alfonso Milagro
martes, 14 de noviembre de 2017
PAPA FRANCISCO INVITARÁ EL ALMUERZO A 1500 NECESITADOS EN LA JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES
El Papa invitará el almuerzo a 1500 necesitados en la Jornada Mundial de los Pobres
Foto: L'Osservatore Romano
VATICANO, 14 Nov. 17 / 09:38 am (ACI).- Miles de personas en situación de exclusión y pobres participarán en la Misa celebrada por el Papa Francisco con motivo de la I Jornada Mundial de los Pobres que se celebrará en Roma el próximo domingo 19 de noviembre.
Tras la celebración de la Eucaristía, 1.500 personas participarán en una comida festiva en el Aula Pablo VI junto al Santo Padre, mientras que otras 2.500 personas serán recibidas en diferentes seminarios y colegios católicos de Roma para participar también en un almuerzo.
Los necesitados estarán acompañados por el personal de las asociaciones de voluntariado provenientes de Roma, Lazio y de diversas diócesis del mundo, que se reunirán en la Basílica de San Pedro para participar en la Misa.
40 diáconos de la Diócesis de Roma y cerca de 150 voluntarios provenientes de las parroquias de la Diócesis servirán a los pobres.
La Jornada se ha organizada con la colaboración del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización junto con Cáritas, la Comunidad de Sant’Egidio, la Orden de Malta, Nuevos Horizontes, la Comunidad Juan XXIII, la Asociación Fratello 2016, Opere Antoniane de Roma, ACLI Roma, y los Grupos de Cercanía de Voluntariado.
El menú que se servirá en el Aula Pablo VI lo confeccionará el restaurante “Al Pioppeto”, y estará compuesto por diferentes platos tradicionales de la cocina italiana.
La Banda de Música de la Gendarmería Vaticana y el coro “Le Dolci Note” animarán la comida.
La celebración de la Jornada Mundial de los Pobres es el resultado de un fuerte deseo del Papa Francisco tras la conclusión del Jubileo de la Misericordia con el fin de que toda la comunidad cristiana se sienta llamada a tender la mano a los pobres, a los débiles, a los hombres y mujeres cuya dignidad ha sido pisoteada.
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 14 NOVIEMBRE
Los cinco minutos de María
Noviembre 14
El pensamiento afectuoso que cada día ofrecemos a la Virgen en estos cinco minutos con ella, teniéndola presente en nuestra vida, esforzándonos por imitarla en todas nuestras obras, nos elevará sobre todas las cosas de este mundo y nos capacitará y dispondrá para mirar al cielo y vivir de un modo diferente.
Encontraremos a la Estrella de los cielos, la dulce Virgen María, que ilumina y marca el camino para llegar allá, donde ella está.
Virgen María, estrella de la mañana, haz que caminemos en la vida como hijos de la luz nacidos de la Pascua de Jesucristo.
* P. Alfonso Milagro
lunes, 13 de noviembre de 2017
CÓMO REZAR BIEN EL ROSARIO?
¿Cómo rezar bien el Rosario?
No te apene ni te inquiete cosa alguna, ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?
Por: P. Evaristo Sada, L.C. | Fuente: https://la-oracion.com/
Tres angustias radicales del ser humano son: perder el sustento, el miedo a la muerte y no encontrar el descanso eterno.
La Virgen María conoce bien a sus hijos, sabe que estas preguntas nos escuecen por dentro y que se nos presentan con mayor o menor fuerza según las circunstancias, los tiempos, la personalidad y la conciencia de cada uno. Por ello hacemos bien en pedirle: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.”
Al rezar el Rosario desde nuestra realidad de hijos, pecadores y en camino, le presentamos esta súplica 50 veces seguidas.
Pensé que el tema podría venir a cuento ahora que estamos en el mes de Mayo, mes de la Madre.
¿Cómo rezar el santo rosario?
No basta aprender una oración, hay que aprender a orar
Cuando se habla del Rosario, muchas veces la atención se centra en la mecánica del rezo del Rosario. Es fácil encontrar buenas explicaciones de cómo se reza el Rosario (por ejemplo en este devocionario y en la página de la Virgen Peregrina de la Familia). Por ello, como he dicho en otro momento, en este blog quisiera fijarme más en la pedagogía de la oración cristiana que en los rezos, y más en las actitudes que en los contenidos.
“La oración es una actitud interior, antes que una serie de prácticas y fórmulas, un modo de estar frente a Dios, antes que de realizar actos de culto o pronunciar palabras.” (Benedicto XVI, 11 de mayo de 2011)
1.- Un buen orante, al rezar el Rosario, no repite Avemarías como un loro
2.- Un buen orante, al rezar el Rosario, contempla a Cristo con la mirada de María.
3.- El Rosario es una oración mariana centrada en Cristo
4.- En el Rosario, mientras se honra a la Virgen María con el paso de las Avemarías, se contemplan en la mente y en el corazón los grandes momentos y misterios de la vida de Jesús.
La pregunta principal es: ¿cómo se contemplan? Y la respuesta debe ser: como María. Se trata de aprender de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo.
Nos ayuda La Pietà de Miguel Angel: es toda una lección de oración. Allí queda plasmado cómo la Virgen María meditaba la Palabra en su corazón. En su mirada y en toda su postura interior y exterior se ve cómo toma conciencia y cómo profundiza las palabras, los hechos y los misterios de la vida de Su Hijo Jesucristo.
Al iniciar el Rosario debemos detenernos un momento y pensar en lo que vamos a hacer. Debemos actuarnos y en vez de “poner el disco” para que comience su monótono repetir de Avemarías, hemos de suplicar a Dios que nos conceda la gracia de asimilar el modo de ver y de ser de la Virgen María y tratar de apropiar sus actitudes evangélicas en su relación con Cristo. “Así la Madre del Señor ejerce una influencia especial en el modo de orar de los fieles.” (Juan Pablo II, 3 de enero de 1996)
Es necesario hacerlo cada vez que se reza el Rosario. De lo contrario es fácil que no resulte bien y venga el desaliento.
Plegaria maravillosa
Si nos metemos en el corazón de la Virgen María y el Espíritu Santo nos concede la gracia de sentir como Ella, conocer como Ella, amar a Cristo como Ella, el Rosario se puede convertir, también para nosotros, en una plegaria maravillosa.
Juan Pablo II, pocos días después de su elección al pontificado, dijo que el Rosario era su oración preferida y nos explicó cómo había que rezarlo:
“El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad. En esta plegaria repetimos muchas veces las palabras que la Virgen María oyó del Arcángel y de su prima Isabel. Palabras a las que se asocia la Iglesia entera. (…) Con el trasfondo de las Avemarías pasan ante los ojos del alma los episodios principales de la vida de Jesucristo. El Rosario en su conjunto consta de misterios gozosos, dolorosos y gloriosos y nos ponen en comunión vital con Jesucristo a través ?se puede decir? del Corazón de su Madre. Al mismo tiempo nuestro corazón puede incluir en estas decenas del Rosario todos los hechos que entraman la vida del individuo, la familia, la nación, la Iglesia y la humanidad. Experiencias personales o del prójimo, sobre todo de las personas más cercanas o que llevan más en el corazón. De este modo la sencilla plegaria del Rosario sintoniza con el ritmo de la vida humana”. (Angelus, Juan Pablo II, 29 de octubre de 1978)
Las palabras clave aquí son: comunión vital con Jesucristo a través del Corazón de su Madre.
El Rosario: una oración marcadamente contemplativa
María es para nosotros un modelo de oración contemplativa (puedes releer: Un ejercicio de contemplación: la oración de María de la A a la Z). Ella guardaba y meditaba en su corazón todo lo que vivía junto a Jesús. (cf. Lc 2, 19 y 51 b).
«Sin contemplación, el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en mecánica repetición de fórmulas y de contradecir la advertencia de Jesús: “Cuando oréis, no seáis charlatanes como los paganos, que creen ser escuchados en virtud de su locuacidad” (Mt6, 7). Por su naturaleza el rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso, que favorezca en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor, y que desvelen su insondable riqueza» (Rosarium Virginis Mariae, 12)
Entonces ¿cómo sé si rezo bien el Rosario?
Lo rezas bien si en el trasfondo de las cincuenta Avemarías contemplas a Cristo con la mirada de María, Madre de Dios y Madre nuestra.
María, por su parte, te estará viendo a ti y su mirada te llenará de una profunda confianza.
Cuando veo la imagen de la Virgen de Guadalupe siento que María me mira, me toma en sus brazos y me repite como a Juan Diego: “No te apene ni te inquiete cosa alguna, ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás por ventura en mi regazo? Nada has de temer.” (Nican Mopohua)
ESTAR PREPARADOS
Estar preparados
Aquellas muchachas del Evangelio no tenían otra cosa que hacer allí que entrar con unas lámparas encendidas acompañando al novio. No tenían que hacer otra cosa. Era muy fácil el encargo, pero el hecho fue que se olvidaron de llevar aceite de repuesto y al pasar el tiempo y darse cuenta de que se les apagaba su luz, se fueron, y no estuvieron allí en el momento preciso. La voz del esposo es contundente y tremenda: no os conozco, ya no nos veremos. ¿Por qué esa respuesta tan fuerte?, ¿por qué no la misericordia si las otras también se durmieron? Es que hay olvidos que no son falta de memoria, sino falta de interés, falta de amor.
Podría parecer que las otras doncellas no vivieron la caridad con ellas, o que el señor las trata sin compasión, pero es que en el corazón es donde uno decide hacer lo que hace. La jóvenes prudentes realmente fueron prudentes, no sólo en ser previsoras, sino también no quedándose sin aceite, porque si estaban allí era para lo que estaban.
En este mundo estamos para alabar a Dios, no para enredarnos en historias y teorías de tal suerte que al llegar la muerte a uno le pille no estando en gracia. Y eso se decide en el día a día, en el interés o la falta de interés ante las mociones de Dios. Nadie se puede quejar de que Dios le diga en la vida eterna que no le conoce (es lo más terrible que Dios puede decir a una criatura), porque depende de uno mismo el amor a Dios. Cada una de nuestras acciones nos acerca a la vida o nos aleja de Dios, cada una es de vida o muerte.
Dame, Señor, la virtud de la prudencia para acertar en cada caso con lo que debo de hacer y lo lleve a cabo; que quiera comprometerme en lo que Tú me sugieres; que no deje para mañana lo que debo de hacer hoy, pues el mañana no sé si llegará para mí. Quiero estar preparado en todo momento –con la luz encendida, en gracia y en oración–, para que cuando me llames, pueda yo también decir: Aquí estoy porque me has llamado.
© P. Jesús Martínez García
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 13 NOVIEMBRE
Los Cinco Minutos de María,
13 de Noviembre
Si quieres conseguir un boleto de entrada en el cielo, fomenta en tí la verdadera y profunda devoción a la Virgen María.
Ella es la Puerta del cielo; quien desee entrar en el cielo, ineludiblemente debe pasar por esa puerta.
Los santos padres de la Iglesia llamaron a María "la prenda segura de la salvación"; nunca jamás se ha oído que añgún verdadero devoto de María haya sido abandonado por ella; animados por esa confianza, acudamos a María seguros de que no seremos desechados, sino que seremos recibidos y salvados por ella.
Nuestra Señora con su Magníficat anuncia el nuevo Evangelio de Jesucristo; es el preludio del Sermón de la Montaña.
*P. Alfonso Milagro
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