LA ESPERA
Los Cielos Abiertos
Un pobre llama
y tú lo escuchas.
Vas por delante.
Tú amor no tiene límites
e ignora las fronteras.
En la casa del Padre
hay un sitio para muchos.
Vendrán del este y del oeste,
del poniente y del levante,
sin tarjeta de invitación
y sin reservas,
para sentarse a la mesa
que tú mismo preparas.
Tu gloria será como una bóveda,
como un techo de hojas
que nos protege del calor del día,
de la tempestad y de la lluvia.
Sin embargo, lo sé, es verdad,
no soy digno
de que hagas esto por mí.
Todos serán inscritos en Jerusalén y vivirán
Isaías 4,3
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