Unidos a María
La vida cristiana en definitiva se reduce a amar: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a nosotros mismos. ¿Pero quién nos enseñará cómo amar a Dios? ¿Y quién nos adiestrará en el amor a los hermanos?
Pues María Santísima es quien nos debe enseñar a amar, porque no hay criatura que haya amado y ame más a Dios y a los hombres.
Busquemos en cielo y tierra una criatura que ame más que la Virgen, y no la hallaremos jamás. Pues entonces pidámosle que, ya que Ella es la Amante por excelencia de Dios y de los hombres, que nos enseñe cómo se los debe amar.
María jamás alzó la voz para quejarse, para hacer valer sus derechos. Por eso si miramos a la Virgen, aprenderemos muchas cosas de Ella, que nos llevarán al verdadero amor, y, adiestrados por María, comenzaremos a dar pequeños vuelos en el camino del amor.
Ya dicen los santos que quien halla a María, ha hallado la Vida. Y se puede decir que quien encuentra a María y se entrega a Ella, ha hallado el amor, y sabe practicarlo perfectamente, porque no tiene más que mirar a esta Estrella del Mar, para saber qué es lo que le agrada a Dios y a los hombres, para hacerlo por ellos.
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