miércoles, 13 de noviembre de 2013

ORAR CON MARÍA


Orar como María
Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
 

En un artículo aparecido en Selecciones, abril del 88, se narra la historia de un joven de 15 años que sufría de leucemia. Para nada habían servido el cuidado de doctores, enfermeras y el cariño de su madre. La enfermedad y la depresión se habían adueñado seriamente de aquel joven. Sin embargo, un día se le antojó tener flores en la habitación. Su madre encargó un hermoso arreglo floral. Además de la tarjeta de su madre venía otra, escondida entre las flores que decía, “Douglas, fui yo, Laura, quien atendió el pedido de tus flores. De niña, a mis 7 años, padecí también, igual que tú, de leucemia. Hoy tengo 22 años y me siento muy bien. No lo olvides, te puedes curar. Mi corazón está contigo.

“Mi corazón está contigo”. El amor de aquella madre estaba siempre con su hijo, con él estaba, además, la compasión de Laura, quien conocía en carne propia los estragos de la leucemia. Fueron esos dos amores, hechos presencia y oración, los que lograron vencer la depresión y enfermedad de aquel joven. Con la fuerza del amor, Douglas se animó, enfrentó la enfermedad y salió adelante.
Hay muchas definiciones de oración. Orar, es, también estar con él y con los otros. Un gran ejemplo de esta clase de oración fue María, ella siempre supo estar con Dios, con los otros, con su hijo y con nosotros.

María estuvo con Dios. En la soledad descubrió su presencia y su omnipotencia; nada era imposible para el Dios que vivía en ella (Lc 1,36). Y como ella había dejado entrada total al Hacedor de Maravillas, Dios se hace transparencia en sus entrañas y ella se hace portadora de la inmensidad de Dios, del misterio, de la salvación.

María estuvo con los otros. Quien vive en comunión con Dios, logra descubrir a los otros. Quien se rinde a Dios y se abandona en sus manos, ofrece éstas para atender las necesidades de los otros. El ver y sentir por los otros exige ponerse en camino y salir del mundo familiar para ir a la casa del necesitado. La visita de María a Isabel es un llevar el misterio de la sencillez y grandeza que llevaba en sus entrañas; ella es testigo de la transformación que el Todopoderoso ha hecho en su vida, por eso alaba, engrandece y se alegra en el Dios que la ha salvado (Lc 1,46-47).

María estuvo con su hijo. El Dios que llevaba en sus entrañas se hacía ahora más visible, lo podía tener en sus manos, tocarlo, acariciarlo, mostrárselo a los pobres pastores y a los magos ricos.
Fue su misión mostrar la luz a todos, estar cerca de él: recibirle, acompañarle, protegerle y alimentarle.

La Virgen María oró y es modelo de oración para el cristiano. Dice Pablo VI, en la Marialis Cultus, n. 18: “María es la ‘Virgen orante’. Así aparece ella en su visita a la madre del Precursor, donde abre su espíritu en expresiones de glorificación a Dios, de humildad, de fe, de esperanza: tal es el ‘Magnificat’ (Lc, 46-55), la oración por excelencia de María, el canto de los tiempos mesiánicos, en el que confluyen la exultación del antiguo y del nuevo Israel, porque – como parece sugerir San Ireneo– en el cántico de María fluyó el regocijo de Abrahán que presencia el Mesías ( Jn 8,56) y resonó, anticipada proféticamente, la voz de la Iglesia: “Saltando de gozo, María proclamaba proféticamente en nombre de la Iglesia: Mi alma engrandece al Señor…” 

En efecto, el cántico de la Virgen, al difundirse, se ha convertido en oración de toda la Iglesia en todos los tiempos. “Virgen orante” aparece María en Caná, donde, manifestando al Hijo con delicada súplica una necesidad temporal, obtiene además un efecto de la gracia: que Jesús, realizando el primero de sus “signos”, confirme a sus discípulos en la fe en él (Jn 2, 1-12). También el último trazo biográfico de María nos la describe en oración: “los apóstoles perseveraban unánimes en la oración, juntamente con las mujeres y con María, Madre de Jesús, y con sus hermanos” (Act 1, 14): presencia orante de María en la Iglesia naciente y en la Iglesia de todo tiempo, porque ella asunta al cielo, no ha abandonado su misión de intercesión y salvación”.

María, como Abraham, intercede por la humanidad, por los que no tenían vino y manda hacer lo que el Señor dice. Faltaba el vino en aquella boda de Caná de Galilea. El vino es signo de alegría, de fortaleza. Faltar el vino en una boda, en el ambiente judío, significaba el fin de la fiesta. Y María, que se dio cuenta, dijo a Jesús: “no tienen vino”. Y a los sirvientes les mandó: “Hagan lo que él les diga” (Jn 2, 1-11). Su acción fue salvadora. 

María fue y sigue siendo intercesora. Silvano el Archimandrita cuenta cómo san Antonio había orado al Señor que le mostrara a quién se podría parecer. “Dios le hizo comprender que no había alcanzado la medida de un zapatero de Alejandría. Antonio dejó el desierto, se fue a casa del zapatero y le preguntó cómo vivía. Él le respondió que daba un tercio de su renta a la Iglesia, otro a los pobres y que guardaba el resto para él. Esto no le pareció nada extraordinario a Antonio que había abandonado todos sus bienes y vivía en el desierto en la mayor pobreza. Ahí no estaba pues su superioridad. Entonces Antonio le dijo: 

“El Señor me ha enviado para ver cómo vives”. El humilde artesano, que veneraba a Antonio, le confió entonces el secreto de su alma: “No hago nada especial. Solamente, cuando trabajo, miro a todos los que pasan y digo: que todos se salven, sólo yo pereceré”.

PENSAMIENTO MARIANO 21


PENSAMIENTO MARIANO

María es Madre de Dios y Madre nuestra, Madre poderosa y piadosa, que desea ardientemente llenarnos de favores celestiales. 

San Juan Bosco

martes, 12 de noviembre de 2013

EL ESPÍRITU SANTO Y LA VIRGEN MARÍA


El Espíritu Santo y María
Padre Francisco Fernández Carvajal


I. Mientras dura la espera de la venida del Espíritu Santo, Nuestra Señora vive como un segundo Adviento, a la vez muy semejante y muy diferente al primero, el que preparó el nacimiento de Jesús. En ambos se da la oración, el recogimiento, la fe en la promesa, el deseo ardiente de que ésta se realice. En el primero, María llevaba a Jesús oculto en su seno, permanecía en el silencio de su contemplación. Ahora, Nuestra Señora vive profundamente unida a su Hijo glorificado, en compañía de los apóstoles y de las santas mujeres, todos el cenáculo, animados de un mismo amor y de una sola esperanza. La tradición, al meditar esta escena, ha visto la maternidad espiritual de la Virgen sobre toda la Iglesia. Nosotros esperamos la llegada del Paráclito muy unidos a nuestra Señora rezando el Santo Rosario, contemplando sus misterios.

II. El Espíritu Santo, que ha habitado en María desde el misterio de su Concepción Inmaculada y la llenó de su gracia, que la cubrió con su sombra ( Lucas 1, 35) cuando concibió a su Hijo Jesús, ahora, en el día de Pentecostés vino a fijar en Ella su morada de una manera nueva, con una plenitud única. Su corazón era el más puro, el más desprendido, el que de modo incomparable amaba más a la Trinidad Beatísima. La Virgen es la criatura más amada de Dios. Pues si a nosotros, a pesar de tantas ofensas, nos recibe como el padre al hijo pródigo; si a nosotros siendo pecadores, nos ama con amor infinito y nos llena de bienes cada vez que correspondemos a sus gracias, ¿qué hará para honrar a su Madre Inmaculada, Virgo Fidelis, Virgen Santísima, siempre fiel? (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa.

III. Todo cuanto se ha hecho en la Iglesia desde su nacimiento hasta nuestros días, es obra del Espíritu Santo. “Lo que el alma es al cuerpo del hombre, eso es el Espíritu Santo en el Cuerpo de Jesucristo que es la Iglesia. El Espíritu Santo hace en la iglesia lo que el alma hace en los miembros de un cuerpo” ( SAN AGUSTÍN, Sermón.) El Espíritu Santo es también el santificador de nuestra alma. Después de Pentecostés la Virgen es “como el corazón de la iglesia naciente” ( R. GARRIGOU- LAGRANGE La Madre del Salvador.) El Espíritu Santo, que la había preparado para ser Madre de Dios, ahora, en Pentecostés, la dispone para ser Madre de la Iglesia y de cada uno de nosotros. Santa María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros y ayúdanos a preparar la venida del Paráclito en nuestra alma.

Fuente: Colección "Hablar con Dios"  Ediciones Palabra.

RUEGA POR NOSOTROS, VIRGEN MARÍA


Ruega por nosotros, Virgen María.
Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R


Ruega por nosotros, 
Virgen santa, 
porque de Dios eres amada
y de santidad inspiradora.

Ruega por nosotros,
Virgen santa,
porque de Dios eres la sierva
y Él que eleva a los humildes 
a la gloria te ha ensalzado.

Ruega por nosotros, 
Virgen santa, 
porque de Dios luz eres radiante 
en Cristo Muerto y Resucitado.

Ruega por nosotros, 
Virgen santa,
porque en Dios eres puente 
para llevarnos al cielo 
a nosotros pecadores.

Ruega por nosotros, 
Virgen santa,
porque de Dios eres Madre
cuando en ti se hizo Hombre 
y Cristo se embarcó para siempre
en el devenir de la historia.

ROSA MÍSTICA


Rosa Mística
Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv


Rosa Mística, fragancia del Eterno
que perfumas mi templo en tu presencia
aroma suave de su complacencia
que floreces en el frío del invierno.

Eres la flor que adorna mi plegaria
el pensamiento que bendice mi conciencia
la suavidad y el color de la paciencia
la faz de una inocencia legendaria.

Alabo en la mañana tu belleza
la armonía que la gracia te regala
y el cándido fulgor de tu pureza.

Resplandece inmaculada la realeza
pues la luz que de Ti brota no se iguala
y proclama al universo tu grandeza.

lunes, 11 de noviembre de 2013

ORACIÓN A MARÍA DEL ROSARIO DE SAN NICOLÁS


UNA LUZ CLARA

Autor: P.Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Una luz clara
Hay ocasiones en que la vida nos arrastra. Dejamos que los hechos marquen la pauta de nuestras acciones.
 
Una luz clara

Una luz en medio de la oscuridad. Las formas emergen en medio de la noche. Empezamos a ver con algo de nitidez lo que bulle a nuestro alrededor. Un mundo de prisas y angustias trata de absorbernos, mientras el reloj corre y suena el teléfono.

Hay ocasiones en que la vida nos arrastra. Dejamos que los hechos marquen la pauta de nuestras acciones. Empezamos a vivir como despojados de quereres propios y esclavos de voluntades ajenas.

Cuando una luz clara nos hace ver cómo perdemos el tiempo entre actos que nos cansan y que nos destruyen, estamos en condiciones para dar un paso fuera de las tinieblas y de las dudas asfixiantes.

Esa luz vino al mundo, habló a los pobres y a los ricos, visitó a los enfermos, consoló a los tristes, denunció el pecado, anunció la gran fiesta de la misericordia. Esa luz tuvo un rostro y un nombre: Jesucristo.

Queda atrás la noche con sus tinieblas y sus miedos. Rompemos con ambiciones que carcomen lo mejor del alma. Abrimos el corazón a Dios, que nos conoce y ama como Padre bueno. Una luz clara ilumina los ojos de mi alma y me impulsa a pedir perdón, a perdonar, y a buscar la paz que viene de lo alto y que llena la vida de esperanza. 

domingo, 10 de noviembre de 2013

ORACIONES A LA INMACULADA CONCEPCIÓN - 8 DE DICIEMBRE




IMÁGENES DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN PARA COLOREAR
















HIMNO A MARÍA INMACULADA


Himno a María Inmaculada 
José Mª Lorenzo Amelibia


A ti, Virgen del manto azulado,
A ti, Madre del Dios hecho hombre,
Y más limpia que el sol refulgente 
Queremos por siempre con gozo cantar. 

Cantaremos tu excelsa mirada; 
Cantaremos tus manos sagradas;
Tu postura, tus labios benditos
En coloquio con Dios eternal.

Junto a ti pasa el mundo manchado,
Aun el lirio se empolva a tu lado,
Y tú sola en pureza perpetua. 

¡Albricias, Señora, Madre Virginal!
Y por tu pureza, celestial matrona,
Hoy te prometemos con toda ilusión
Pasar por el medio de todas pasiones 
Sin contaminarnos, limpio el corazón.

Tu manto azulado es nuestra bandera;
Y todos nosotros, con fe y decisión,
Te juramos, Madre, morir aunque fuera,
Con tal de que reines en el mundo de hoy.
Hombres y mujeres, sencillos y grandes: 
¡Venid a las filas de bandera azul! 

¡Amor en el pecho! ¡Fe en los corazones! 
¡Pureza y entrega son nuestros blasones!
Luchad con denuedo por que reine siempre 
El manto azulado: María y Jesús.

EL ÁNGELUS


El Ángelus
Esta oración, que en su forma actual ya se conocía en el s. XVI, nos recuerda el gran misterio de la Encarnación, por el cual María fue elevada a la excelsa dignidad de Madre de Dios.
Se reza tres veces al día: al amanecer, al mediodía y al atardecer.
Se debe rezar de rodillas, excepto el Sábado por la tarde y el Domingo, que se reza de pie, en recuerdo de la resurrección de Jesús.

V. El Ángel del Señor Anunció a María.
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve, María...
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María...
V. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María...
V. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

Oremos: 
Infunde, Señor, tu gracia en nuestras almas, a fin de que habiendo conocido por la voz del Ángel el Misterio de la Encarnación de tu divino Hijo, podamos, por los méritos de su Pasión y de su Cruz, alcanzar la gloria de la Resurrección. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

GRACIAS MAMÁ


GRACIAS MAMÁ 

"¿Por que lloras mamá?", le pregunto un niñito a su madre.

"Porque soy mujer", le contestó la mujer.

"Pero yo no entiendo", dijo el niño.

Su madre se inclinó hacia él y abrazándolo le dijo:

"Y nunca lo entenderás".

Mas tarde el niñito le preguntó a su padre: * "¿Por qué mamá llora a veces sin ninguna razón?".

"Todas las mujeres lloran siempre por ninguna razón", era todo lo que el padre le podía contestar.

El pequeño niño creció y se convirtió en todo un hombre preguntándose todavía por qué será que las mujeres lloraban.

Un día el niño convertido en hombre se arrodilló y le preguntó a DIOS:

"DIOS, ¿porque lloran tan fácilmente las mujeres?"."Y DIOS le dijo:

"Cuando hice a la mujer tenía que ser algo especial: hice sus hombros lo suficientemente fuertes como para cargar el peso del mundo entero, pero a la misma vez lo suficientemente suave para confortar".

"Le di una inmensa fuerza interior para que pudiera soportar el dar a luz y hasta el rechazo que muchas veces proviene de sus propios hijos".

"Le di una dureza que le permite seguir adelante y cuidar a su familia a pesar de las enfermedades y la fatiga y sin quejarse aún cuando otros se rinden".
"Le di la sensibilidad para amar a un niño bajo cualquier circunstancia, aún cuando su niño la haya lastimado mucho".
"Esa misma sensibilidad que hace que cualquier tristeza, llanto o dolor del niño desaparezca y que le hace compartir las ansiedades y miedos de la adolescencia.
"Le di la fuerza suficiente para que pudiera perdonar a su esposo de sus faltas y la moldeé de una de sus costillas para que ella pudiera cuidar de su corazón".
"Le di sabiduría para saber que una buena esposa nunca lastimaría a su esposo, y a veces le pongo pruebas para medir su fuerza y su determinación para mantenerse a su lado a pesar de todo".
"Le di las lágrimas y son de ella exclusivamente para usarlas cuando las necesite. Es su única debilidad... una lágrima por la humanidad".

Le doy gracias a DIOS por haber creado a la mujer.

Si es la novia, es sinónimo de alegría; si es esposa, es un ansiado anhelo, y cuando esa mujer se llama MADRE... ¡es el CIELO!...

sábado, 9 de noviembre de 2013

LOS NUEVOS MISTERIOS DEL SANTO ROSARIO: LOS MISTERIOS LUMINOSOS


LOS NUEVOS MISTERIOS DEL ROSARIO:
Los Misterios Luminosos

El 16 de Octubre de 2002, fue presentada la carta apostólica del Papa Juan Pablo II «Rosarium Virginis Mariae» («El Rosario de la Virgen María»). El punto más destacado fue la inclusión de cinco nuevos misterios en el Rosario.

El Papa, al explicar esta decisión en el documento, define el Rosario como un «compendio del Evangelio» orientado «a la contemplación del rostro de Cristo» con los ojos de María a través de la repetición del «avemaría». 

Ahora bien, constata, en los quince misterios del Rosario (cada día se contemplan cinco misterios rezando en cada uno diez avemarías) faltaban hasta ahora momentos decisivos de la vida de Cristo. 


Por este motivo, considera «oportuna una incorporación que, si bien se deja a la libre consideración de los individuos y de la comunidad, les permita contemplar también los misterios de la vida pública de Cristo desde el Bautismo a la Pasión». 

Explica que los llama «misterios de la luz» (los otros eran «misterios de dolor», «misterios de gozo», y «misterios de gloria»), pues en su vida pública, Cristo se manifiesta como «misterio de luz»: «Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo» (Juan 9, 5). 

Juan Pablo II presenta el enunciado de cada uno de los cinco «misterios luminosos» sobre la vida pública de Jesús: 

1. El Bautismo en el Jordán; 

2. La autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná; 

3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión; 

4. La Transfiguración; 

5. La institución de la Eucaristía. 

La carta apostólica explica después el misterio que contempla el cristiano en cada uno de estos pasajes de la vida pública de Jesús. 

«Misterio de luz es ante todo el Bautismo en el Jordán --constata--. En él, mientras Cristo, como inocente que se hace 'pecado' por nosotros (cf. 2 Co 5, 21), entra en el agua del río, el cielo se abre y la voz del Padre lo proclama Hijo predilecto (cf. Mt 3, 17 par.), y el Espíritu desciende sobre Él para investirlo de la misión que le espera».

«Misterio de luz --añade la carta-- es el comienzo de los signos en Caná (cf. Jn 2, 1-12), cuando Cristo, transformando el agua en vino, abre el corazón de los discípulos a la fe gracias a la intervención de María, la primera creyente». 

«Misterio de luz es la predicación con la cual Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión (cf. Mc 1, 15), perdonando los pecados de quien se acerca a Él con humilde fe (cf. Mc 2. 3-13; Lc 47-48), iniciando así el ministerio de misericordia que Él continuará ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia», sigue aclarando. 

«Misterio de luz por excelencia es la Transfiguración --subraya al explicar el cuarto misterio añadido--, que según la tradición tuvo lugar en el Monte Tabor. La gloria de la Divinidad resplandece en el rostro de Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles extasiados para que lo "escuchen"». 

«Misterio de luz es, por fin, la institución de la Eucaristía, en la cual Cristo se hace alimento con su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino, dando testimonio de su amor por la humanidad "hasta el extremo" (Jn13, 1) y por cuya salvación se ofrecerá en sacrificio». 

El Papa sugiere --respetando la libertad del creyente en este campo-- que los «misterios luminosos» sean contemplados el jueves. Propone, entonces, que el lunes y el sábado los cristianos recen a partir de ahora los «misterios gozosos»; el martes y el viernes los «dolorosos»; el miércoles, y el domingo los «gloriosos».
Juan Pablo II ha proclamado el período comprendido entre Octubre de 2002 hasta Octubre de 2003, Año del Rosario. Aclaró que esta convocatoria celebra tres momentos significativos: los 25 años de su pontificado; los 120 años del aniversario de la encíclica «Supremi apostolatus officio» de León XIII que comenzó una serie de documentos sobre el Rosario; y el apéndice del Año Santo de 2000. 

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA ALMUDENA


NUESTRA SEÑORA DE ALMUDENA, ADVOCACIÓN MARIANA, 09 DE NOVIEMBRE


Autor: Xavier Villalta
Nuestra Señora de la Almudena
Advocación mariana, 9 de noviembre




Es tradición, que la primitiva Imagen la trajo consigo el Apóstol Santiago cuando vino de Jerusalén a España a predicar el Evangelio, instaurándose entonces la devoción a tan bella Imagen en la Villa que, más tarde, llegaría a ser Capital de España.

Al conquistar los musulmanes Madrid, hacia los años 714, la Imagen de Nuestra Señora fue escondida por los cristianos en un hueco practicado en las murallas de la Villa, para evitar profanaciones y cumpliendo así el decreto del Arzobispo de Toledo, D. Raimundo. En prueba de devoción, ocultaron, junto con la Virgen, dos velas encendidas, tapiando después el hueco con una gruesa pared de cal y canto.

Alfonso VI conoce la existencia de una Imagen de la Santísima Virgen, escondida por los cristianos siglos atrás, el Monarca hizo -al parecer- voto de buscarla incansablemente para restituirla al culto de los fieles, si Dios le concedía la victoria sobre los Sarracenos, y lograba tomar la Ciudad. Pero, una vez liberada ésta y no obstante sus pesquisas, no lograba localizar el sitio donde la Imagen estaba oculta. Por ello, y en su deseo de que la Virgen Santa María fuese venerada hasta tanto se lograse hallarla, mandó pintar una Imagen, inspirándose en los rasgos que la tradición atribuía a aquélla y, no se sabe si por el deseo del artista o por gusto del propio Rey casado en aquel momento con Doña Constanza, hija de Enrique I de Francia-, pintaron en su mano una flor de lis.

La Imagen fue pintada sobre los muros de la antigua Mezquita musulmana. Tras las ceremonias de purificación y dedicación del Templo, quedó expuesta al culto en el cuadro hoy conocido por Nuestra Señora de la Flor de Lis.

Una vez conquistado Toledo, en mayo de 1085, Alfonso VI volvió a insistir en la búsqueda de la Imagen oculta por los cristianos, celebrándose un piadoso novenario o rogativa por el éxito de las pesquisas que finalizó con una devota procesión presidida por e Monarca y los Prelados; y al pasar la comitiva frente a la alhóndiga o Almudith, establecida por los moros; se desplomaron unas piedras, dejando al descubierto la Imagen llamada desde entonces de la Almudena- que, es tradición, conservaba encendidas dos candelas, con que fue escondida al ser ocultada 369 años antes. Era el día 9 de noviembre de 1085.

Llevada a la Iglesia de Santa María, fue colocada solemnemente en el Altar mayor, donde permaneció hasta el día 25 de octubre de 1868 en que, por demolición del Templo, fue instalada en el Convento de las Religiosas Bernardas del Santísimo Sacramento, en cuya Iglesia estuvo expuesta al culto hasta el 29 de mayo de 1911, fecha en la que se trasladó con la mayor solemnidad a la Cripta de la Nueva Catedral que construía en honor de su Advocación junto al lugar de la muralla donde fue hallada la Imagen por AlfonsoVI, existiendo hoy en el hueco donde la Virgen estuvo oculta, una Imagen de piedra que conmemora el hecho.

Hace pocos años, al hacer una excavación para construir un edificio, se encontraron los restos de la antigua muralla árabe, del entonces llamado Magerit, a pocos metros del lugar donde hoy está la Imagen que recuerda la aparición y, por su carácter histórico, el Ayuntamiento de Madrid tuvo el singular acierto de declarar aquel terreno como "lugar no edificable" para que pueda quedar siempre al descubierto los restos de la citada muralla.

Durante los años 1936-39, periodo en que tuvo lugar la guerra civil española, Nuestra Señora de la Almudena permaneció intacta en la Cripta. De nuevo fue llevada la Imagen a la Iglesia de Las Religiosas Bernardas de la calle del Sacramento (Actualmente Iglesia Arzobispal Castrense) y finalmente, trasladada el 2 de febrero de 1954 a la Santa Iglesia Catedral de San Isidro -en la calle Toledo-.

Obtenidas de Roma las necesarias bulas y como culminación de su patronazgo sobre la Villa de Madrid, Santa María la Real de la Almudena fue coronada Canónicamente en 1948, por mano del Excelentísimo y Reverendísimo Señor Obispo de Madrid-Alcalá y patriarca de las Indias Dr. D. Leopoldo Eloy Garay, siendo madrina la Sra. Carmen Polo de Franco. A la brillante ceremonia asistieron entre innumerables personalidades, el jefe Estado, Francisco Franco y su Excelencia Reverendísima el Nuncio de Su Santidad; fervientes devotos de Santa María la Real de 1a Almudena fueron, entre otros, San Ildefonso de Toledo, San Isidro Labrador, y su esposa, Santa María de la Cabeza, obteniéndose por medio de esta venerada Advocación innumerables favores, que acrecentaron de día en día la confianza de los fieles en esta bellísima Imagen de Nuestra Señora, entre los que se contaron los Monarcas de España, la nobleza y, muy especialmente, el pueblo madrileño.

viernes, 8 de noviembre de 2013

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA EN EL TIEMPO DE ADVIENTO


ORACIÓN A LA
 VIRGEN MARÍA EN ADVIENTO

¡Y qué cortos y qué largos se hicieron los nueve meses! Largos para mi cabeza, para el corazón muy breves. Estaba dentro de mí y aunque a Él no le sentía, sentía cómo mi sangre al rozarle sonreía.

Nadie notó en Nazaret lo que estaba sucediendo: que teníamos dos cielos, uno arriba, otro creciendo. ¡Qué envidia me tuvo el cielo durante los nueve meses! El albergó al Dios eterno. Yo tenía al Dios creciente. ¡Qué fácil le fue todo al buen Gabriel! Vino, dio su mensaje y se fue. Se fue sin aclararme nada de nada, y dejó mil preguntas en mis entrañas. ¿Y quién me las responde si miro al cielo? ¿Este Dios que llevo dentro? ¿Dios está en el cielo? ¿El cielo está en Dios? Y yo por los montes llevando a los dos.

Si estaba hecho de carne ¿era carne de cristal? Y Yo pisaba con miedo, no se me fuera a quebrar. Cuando yo respiraba respiraba Él; cuando yo bebía, bebía también el autor del aire, 
del agua y la sed. 

¿Y cómo podría ser Dios tan sencillo si dentro de mí pesaba poco más que un cantarillo? Yo acariciaba mi seno para tocarle, porque Él estaba allí al tiempo que en todas partes. 

¡Qué fácil le fue todo al buen Gabriel! Dijo que es Dios y es hombre, dijo que es hijo y rey...
Ay en lo demás, Señor, puse la fe.

Si yo no hubiera podido engendrar sin ser mujer ¿por qué los hombres desprecian lo más que se puede ser? Los niños de Nazaret corren y saltan conmigo: son como abejas que buscan miel en el rosal florido.

Cuando yo me alimento, Dios de mi vida, ¿sostengo yo tu sangre o Tú la mía? Cuando miro en la fuente el agua clara, pienso que son tus ojos que se adelantan.

No sé qué dijo el ángel de un dolor y una cruz. Sé que en la noche sangro temiendo que seas Tú. Si yo he sido pobre Tú lo serás más. Porque Dios es pobre si es Dios de verdad. 

Las mujeres con envidia contemplan mi gravidez y no saben que soy madre más que de carne, de fe. Cada noche miro al cielo y recuento las estrellas. Falta una y yo lo sé.
¡Pero qué ganas de verla!

José mira y me dice: ¿Cómo estás? ¿Cómo está Él? Le respondo: Yo esperando y Él ardiendo a todo arder. Antes de que Tú vinieras yo vivía en oración. Ahora ya ¿para qué si somos uno, los dos? Cuando llevo hasta mi boca el tierno pan recién hecho, me parece que comulgo la carne que llevo dentro. Esclava soy, esclava fui, pero mis cadenas yo no las rompí: me las dieron rotas cuando nací.

Cuando escucho cómo saltas de gozo dentro de mí, pienso: ¿En un mundo tan triste le dejarán ser feliz? ¿Y Tú, pequeño mío, cómo vas a poder liberar a este mundo que esclavo quiere ser?

Temo que no será fácil, mi amor, que no será fácil ser Salvador. Con mi  “sí” se abrió Dios mismo, y con su “sí”, mis entrañas, y con un “sí” de los dos se abrió el reino de las almas. 

Lo creo y no me lo creo, no me lo puedo creer, pues sé que Él es más que un hombre siendo sólo yo mujer. Si dicen que fe es no ver las cosas con la mirada, yo sé que no he visto a nadie cuando Él llegó a mis entrañas.

LA PERPETUA VIRGINIDAD DE LA VIRGEN MARÍA



LA PERPETUA VIRGINIDAD DE LA VIRGEN MARÍA 
Dogma Mariano

El dogma de la Perpetua Virginidad se refiere a que María fue Virgen antes, durante y perpetuamente después del parto.

"Ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre será Emanuel" (Cf. Is., 7, 14; Miq., 5, 2-3; Mt., 1, 22-23) (Const. Dogmática Lumen Gentium, 55 - Concilio Vaticano II).

"La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, el nacimiento de Cristo "lejos de disminuir consagró la integridad virginal" de su madre. La liturgia de la Iglesia celebra a María como la 'Aeiparthenos', la 'siempre-virgen'." (499 - catecismo de la Iglesia Católica)

EL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN - 8 DE DICIEMBRE


LA INMACULADA CONCEPCIÓN - 8 DE DICIEMBRE
DOGMA MARIANO 

El Dogma de la Inmaculada Concepción establece que María fue concebida sin mancha de pecado original. El dogma fue proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.

"Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles."

LA MATERNIDAD DE LA VIRGEN MARÍA - DOGMA MARIANO


LA MATERNIDAD DIVINA DE LA VIRGEN MARÍA
Dogma Mariano 

 Madre de DiosEl dogma de la Maternidad Divina se refiere a que la Virgen María es verdadera Madre de Dios. Fue solemnemente definido por el Concilio de Efeso (año 431). Tiempo después, fue proclamado por otros Concilios universales, el de Calcedonia y los de Constantinopla.

El Concilio de Efeso, del año 431, siendo Papa San Clementino I (422-432) definió:

"Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema."

El Concilio Vaticano II hace referencia del dogma así:

"Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con sus súplicas en todos sus peligros y necesidades" (Constitución Dogmática Lumen Gentium, 66)

jueves, 7 de noviembre de 2013

IMÁGENES DE LA VIRGEN DE LOURDES














ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES POR LA SALUD DE UN ENFERMO


ORACIÓN PARA PEDIR 
LA SALUD DE LOS ENFERMOS
 A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra! Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas amargas de la enfermedad a vuestro maternal corazón, para pediros que derraméis a manos llenas el tesoro de vuestras misericordias sobre nosotros.

Indignos somos por nuestros pecados de que nos escuchéis: pero acordaos, os diré con vuestro siervo San Bernardo, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Vos haya sido abandonado de Vos.¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima! Ya que Dios obra por vuestra mano curaciones sin cuento en la Gruta prodigiosa de Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor, guardad también una mirada de bendición para nuestro pobre enfermo… Alcanzadle de vuestro Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para mayor gloria de Dios. Pero  mucho más alcanzadnos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia y resignación en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios prisionero por nosotros en los Sagrarios. Amén.

Virgen de Lourdes, rogad por nosotros.
Consuelo de los afligidos, rogad por nosotros.
Salud de los enfermos, rogad por nosotros.

Rezar tres Avemarías.

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS


ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA
 POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS

Oh Virgen María, Salud de los enfermos,
que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario
y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo,
participando íntimamente de sus dolores,
acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él,
para que las semillas esparcidas durante el Jubileo
sigan produciendo frutos abundantes en los años venideros.

Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti.
Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto,
plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones,
para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo.
Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento
de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro "sí",
seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien
más grande.

Virgen Inmaculada, haz que los frutos del Año Jubilar
sean para nosotros y para nuestros seres queridos,
prenda de un renovado empuje en la vida cristiana,
para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado
encontremos la abundancia de la misericordia de Dios
y la alegría sin fin del Cielo.
Amén!

miércoles, 6 de noviembre de 2013

CON LA VIRGEN MARÍA, HASTA EL FIN



Con la Virgen María, hasta el fin

Los que me honran,
obtendrán la vida eterna. 
Eclo 24, 31.

La verdadera devoción a María que, según el Vaticano II, consiste en «conocer, amar e imitar sus virtudes», constituye una de las mayores señales de predestinación que pueden encontrarse en una determinada persona; entre otros motivos porque:

1º. Dios ha dispuesto que todas las gracias que han de concederse a los hombres pasen por María, como Mediadora y Dispensadora universal de todas ellas. Por lo mismo, el verdadero devoto de María entra en el plan salvífico de Dios, que lo ha dispuesto libremente así. Y, por el contrario, el que se aparta voluntariamente de María, se aparta, por lo mismo, del plan divino de salvación.

2º. La devoción a María es necesaria para la salvación de todos los que conocen la existencia de María y saben que es obligatoria la devoción a Ella. Ahora bien, el verdadero devoto de María cumple esta obligación y muestra, por lo mismo, que está en camino de salvación, a la que llegará infaliblemente si no abandona esta devoción salvadora. Por el contrario, como dice Juan XXIII, «quien, agitado por las borrascas de este mundo, rehúsa asirse a la mano auxiliadora de María, pone en peligro su salvación».

Y el Rosario es, sin discusión alguna, la más excelente de las devociones marianas, como consta por el testimonio de la misma Virgen, el Magisterio de la Iglesia y su contenido teológico.



CONSAGRACIÓN DEL MUNDO A LA VIRGEN MARÍA

Consagración del mundo a la Virgen María 
SS. Juan Pablo II


1) "¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!" (Jn 19, 26).

Mientras se acerca el final de este Año Jubilar,
en el que tú, Madre, nos ha ofrecido de nuevo a Jesús, el fruto bendito de tu purísimo vientre,
el Verbo hecho carne, el Redentor del mundo,
resuena con especial dulzura para nosotros esta palabra suya que nos conduce hacia ti, al hacerte Madre nuestra:

"¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!".

Al encomendarte al Apóstol Juan, y con él a los hijos de la Iglesia, más aún a todos los hombres,
Cristo no atenuaba, sino que confirmaba,
su papel exclusivo como Salvador del mundo.

Tú eres esplendor que no ensombrece la luz de Cristo, porque vives en Él y para Él.
Todo en ti es "fiat": Tú eres la Inmaculada, eres transparencia y plenitud de gracia.
Aquí estamos, pues, tus hijos, reunidos en torno a ti
en el alba del nuevo Milenio.

Hoy la Iglesia, con la voz del Sucesor de Pedro,
a la que se unen tantos Pastores provenientes de todas las partes del mundo, busca amparo bajo tu materna protección e implora confiada tu intercesión
ante los desafíos ocultos del futuro.

2. Son muchos los que, en este año de gracia,
han vivido y están viviendo la alegría desbordante de la misericordia que el Padre nos ha dado en Cristo.

En las Iglesias particulares esparcidas por el mundo
y, aún más, en este centro del cristianismo,
muchas clases de personas han acogido este don.
Aquí ha vibrado el entusiasmo de los jóvenes,
aquí se ha elevado la súplica de los enfermos.
Por aquí han pasado sacerdotes y religiosos,
artistas y periodistas, hombres del trabajo y de la ciencia, niños y adultos, y todos ellos han reconocido en tu amado Hijo al Verbo de Dios, encarnado en tu seno.

Haz, Madre, con tu intercesión, que los frutos de este Año no se disipen, y que las semillas de gracia se desarrollen hasta alcanzar plenamente la santidad,
a la que todos estamos llamados.

3. Hoy queremos confiarte el futuro que nos espera,
rogándote que nos acompañes en nuestro camino.
Somos hombres y mujeres de una época extraordinaria, tan apasionante como rica de contradicciones.
La humanidad posee hoy instrumentos de potencia inaudita.
Puede hacer de este mundo un jardín o reducirlo a un cúmulo de escombros.
Ha logrado una extraordinaria capacidad de intervenir en las fuentes mismas de la vida:

Puede usarlas para el bien, dentro del marco de la ley moral, o ceder al orgullo miope de una ciencia que no acepta límites, llegando incluso a pisotear
el respeto debido a cada ser humano.

Hoy, como nunca en el pasado, la humanidad está en una encrucijada.
Y, una vez más, la salvación está sólo y enteramente,
oh Virgen Santa, en tu hijo Jesús.

4. Por esto, Madre, como el Apóstol Juan,
nosotros queremos acogerte en nuestra casa (cf. Jn 19, 27), para aprender de ti a ser como tu Hijo.

"¡Mujer, aquí tienes a tus hijos!"
Estamos aquí, ante ti, para confiar a tus cuidados maternosa nosotros mismos, a la Iglesia y al mundo entero.
Ruega por nosotros a tu querido Hijo, para que nos dé con abundancia el Espíritu Santo, el Espíritu de verdad que es fuente de vida.
Acógelo por nosotros y con nosotros, como en la primera comunidad de Jerusalén, reunida en torno a ti el día de Pentecostés (cf. Hch 1, 14).

Que el Espíritu abra los corazones a la justicia y al amor, guíe a las personas y las naciones hacia una comprensión recíproca y hacia un firme deseo de paz.

Te encomendamos a todos los hombres,
comenzando por los más débiles: a los niños que aún no han visto la luz y a los que han nacido en medio de la pobreza y el sufrimiento; a los jóvenes en busca de sentido, a las personas que no tienen trabajo
y a las que padecen hambre o enfermedad.
Te encomendamos a las familias rotas, a los ancianos que carecen de asistencia y a cuantos están solos y sin esperanza.

5. Oh Madre, que conoces los sufrimientos y las esperanzas de la Iglesia y del mundo, ayuda a tus hijos en las pruebas cotidianas que la vida reserva a cada uno y haz que, por el esfuerzo de todos,
las tinieblas no prevalezcan sobre la luz.

A ti, aurora de la salvación, confiamos nuestro camino en el nuevo Milenio, para que bajo tu guía
todos los hombres descubran a Cristo, luz del mundo y único Salvador, que reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. 

Amén.
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