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jueves, 6 de octubre de 2016
TODO ES VANIDAD
Todo es vanidad
1) Para saber
“Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión”, son vanidad. Así lo dice la Sagrada Escritura en el libro del Eclesiastés. Y el Papa Francisco, comentando este pasaje, nos advierte que la vanidad “es como una osteoporosis del alma”, en que se intenta enmascarar el exterior para ocultar el vacío interior, pues los huesos desde afuera parecen buenos, pero dentro están todos corroídos. Y esto enferma el alma, porque enmascara la propia vida para aparentar, para fingir.
2) Para pensar
Samaniego, escritor español, se inspiró en Esopo para escribir sus fábulas. A través de ellas, quiso mostrar enseñanzas morales. Una de las más famosas es la del “Asno disfrazado”.
En ella nos relata cómo un asno encontró una piel de león y discurrió ponérsela para impresionar a su alrededor. Efectivamente, su temible aspecto hacía que todos le huyeran, en el bosque, el prado y en el pueblo. Contento iba el asno creyéndose importante. Sin embargo, un molinero alcanzó a ver la punta de una oreja que se le salía de la piel de león. Tomó entonces un garrote de fierro y a fuerza de palos lo llevó a su casa. Al divulgarse lo que había sucedido, llegaron todos en un instante, y al que habían temido como león reinante, ahora se burlaron de él ferozmente. Y quien más le respetó, ahora más lo despreció. Aprendiendo el asno la lección de conformarse con lo que es, sin pretender engañar a nadie.
3) Para vivir
El Santo Padre advirtió que en el alma pueden producirse dos tipos de inquietudes. Una es “buena, la inquietud que nos da el Espíritu Santo y hace que el alma esté inquieta para hacer cosas buenas. Sin embargo, existe también “la mala inquietud”, la de quien hace el mal y tiene la conciencia sucia y no puede vivir en paz, porque vive con una irritación continua, en una urticaria que no lo deja en paz.
Francisco recordó que “el mal tiene siempre la misma raíz: la codicia, la vanidad y el orgullo. Y los tres no dejan la conciencia en paz, sino inquieta y con miedo.
El Papa indicó que la vanidad “nos infla” y “no tiene larga vida, porque es como una burbuja de jabón. ¿Qué ganancia obtiene el hombre por toda la fatiga con la cual se abruma? Se preocupa por aparentar, por fingir, por parecer y, sin embargo, al morir “serás alimento de los gusanos. Y todo este enmascarar la vida es una mentira, porque te comerán los gusanos y no serás nada. Esta es la vanidad”, señaló.
El Santo Padre lamentó que muchas personas que conocemos viven aparentando. “¡Pero qué buena persona! Da grandes ofrendas a la Iglesia. Esto es lo que se ve, pero la osteoporosis es la corrupción que tienen dentro. ¿Dónde está nuestra fuerza y la seguridad, nuestro refugio? El Señor es el camino, la verdad y la vida. Esta es la verdad, no la máscara de la vanidad”, dijo.
Al finalizar su homilía, el Santo Padre pidió “que el Señor nos libere de estas tres raíces de todos los males: la codicia, la vanidad y el orgullo. Pero sobre todo de la vanidad, que nos hace mucho mal”.
* Pbro. José Martínez Colín
CAE LA TARDE, SEÑOR Y YO ME ACUERDO DE TI
Cae la tarde, Señor y yo me acuerdo de ti...
Vengo ante ti, Señor, que estás solo, siempre esperando, quiero ser tu compañía, y yo necesito la tuya. ¡Cómo te necesito, Señor!
Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
Cae la tarde, Señor, y yo me acuerdo de ti...
Hoy me he sentido especialmente sola. El mundo se agita, corre, sueña, baila, grita, ríe, llora, canta, hay dolor, hay alegría ... pero nada de eso hay en mí, solo la soledad es mi compañera y la tarde se va en un crepúsculo de suave luz... y yo, Señor, me acuerdo de ti.
Vengo ante ti, Señor, que también estás solo, siempre esperando, y quiero ser tu compañía, pero yo necesito la tuya, ¡cómo te necesito, Señor!
Quédate conmigo porque tu eres mi luz y sin ti estoy en tinieblas.
Quédate conmigo, Jesús, porque necesito sentir tu presencia para no olvidarte porque ya ves con cuánta frecuencia te abandono.
Quédate , Señor, conmigo, porque se hace tarde y se vienen las sombras, es decir, se pasa la vida, se acerca la cuenta, la eternidad y es preciso que redoble mis días, mis esfuerzos y que no me detenga en el camino de la oración y de dar más amor... por eso te necesito.
En mi vida se está haciendo tarde, Señor, viene la noche, las tentaciones, sequedades, penas y cruces... y te necesito ¡oh, mi buen Jesús!.
Quédate conmigo porque soy muy débil y necesito de tu fuerza para no caer tantas veces.
Quédate Señor conmigo, porque deseo amarte mucho y con ese mismo amor, amar a mis semejantes.
Quédate, quédate conmigo para no sentir mi soledad, porque tengo frío y a veces todo me da miedo. Necesito tu presencia para sentir el calor de tu amor y tu mirada, la caricia de tus manos cuando lloro...tu dulce sonrisa que me da ánimo para seguir...
Quédate, Señor conmigo, porque Tu solo sabes dar amor, porque solo Tu tienes palabras de vida eterna y nos dices que quien en Ti cree, no muere: Yo soy la luz, la Verdad, el Camino y la Vida.
Soy como un pobre mendigo que implora una limosna, pero limosna de amor, esa que Tu sabes dar con tanta dulzura, con tanta plenitud, sin fijarte en lo poco que valgo, en lo poco que soy y en lo mal que se corresponder a tu gran amor. No tomes en cuenta esto y ¡quédate conmigo, te necesito tanto, oh, Señor!.
Ya se que en tu soledad del Sagrario un día soñaste con este encuentro y siempre me estabas esperando. Pues bien, Señor, aquí estoy, por fin, llegué cansada y triste, Tu lo sabes bien, pero al sentir tu presencia y tu compañía, todo cambió. Una suave serenidad arropa mi alma y el calor y la seguridad de tu amor me hacen mirar de frente a la vida.
¡Gracias mi Jesús Sacramentado!
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 6 DE OCTUBRE
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Octubre 6
Quizá hoy te hayas sentido aplastado y abatido; te habrás ido arrastrando a ras de tierra, sin ánimo de levantar tu mirada. Sin embargo, cuenta la leyenda que Dios creó las aves para que, al oírlas cantar, el hombre levantara sus ojos al cielo.
Así las aves serían embajadoras de Dios; y ¡son tantas y tantas las cosas que pueden ser verdaderamente embajadoras de Dios!
Levanta tus ojos, eleva tu mirada, clávala en el cielo y sigue adelante.
Cuando mañana inicies tu actividad, iníciala con mayor optimismo, con redoblado entusiasmo, con alegría comunicativa y, si acaso vuelves a sentirte abatido, redobla tus esfuerzos para elevarte a las alturas.
De esta forma, sin hablar quizá, tu vida podrá ser un verdadero pregón de Dios.
“Alzo mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá el auxilio? Mi auxilio viene del Señor que hizo el cielo y la tierra… Te cuida el Señor de todo mal; Él cuida tu vida; el Señor cuida tu salida y tu entrada desde ahora y por siempre” (Is 43,10). Si confías en Dios, Él no te faltará; lo que a veces sucede no es que falte la ayuda de Dios, sino tu confianza en Él.
* P. Alfonso Milagro
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