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miércoles, 10 de mayo de 2017
DÍA DE LA MADRE - MEDITACIÓN
Día de las Madres
Algo muy encantador deberás haber tenido para que Dios te haya concedido semejante privilegio.
Por: Jorge Enrique Mújica y Pedro Castañera | Fuente: Catholic.net
Este es un gran día en el que contemplamos un misterio, el de una mujer frágil, pequeña y pobre, que eres tú, que es toda mujer a la que se le ha dado el participar como protagonista en la obra de la creación de un nuevo ser, imagen y reflejo del mismo Dios. ¿Quién te ha constituido madre? ¿De qué privilegio gozas que has sido hecha singularísima cooperadora de la vida humana? ¿Qué dignísima nobleza oculta tu cuerpo y tu alma, que toda tu persona se ha transformado en un abrazo cálido a la vida desde el primer instante de su aparición? ¿Qué habrá visto Dios en ti, para que te haya dado esa gracia de ser mamá? Algo muy encantador deberás haber tenido para que Dios te haya concedido semejante privilegio. Algo muy noble y puro debe esconderse en las entrañas de tu ser, para que el Señor haya tenido el “atrevimiento” de confiarte esta misión de cocrear con Él.
¡No sé dónde está el inicio de este misterio incomprensible! Pensaré tal vez que, porque eres tan tierna y delicada, Dios te concedió el ser madre; que porque tu corazón rebosa pureza y amor, por eso puedes ser revestida de ese título glorioso; que porque eres todo paciencia, dulzura y perdón, has sido escogida para anidar a un nuevo ser en tus entrañas; que porque no se halló una capacidad de abnegación y sufrimiento como la tuya en ninguna parte, por eso te asoció el Dios Creador a su obra, porque eso eres, socia de Dios en la creación de tu hijo. En efecto, de qué otra manera se explica este misterio. Porque eres virtuosa, noble, prudente, fiel, detallista, porque sabes donarte sin límites, sin medida, sin esperar nada a cambio, con generoso silencio, con purísimo amor, por eso dijo Dios: ¡ésta es la que yo estaba necesitando!, ¡ésta es la escogida!, ¡sólo ésta puede ser madre!
¿O acaso será de otra manera? ¿O no es verdad que todo hijo tiene derecho a ser recibido en este mundo en un recinto sagrado lleno de ilimitado amor y ese recinto eres tú? ¿No es cierto, que aquél que Dios quiso que existiera necesita el alimento de un corazón así de grande y de maravilloso, y no menos? El Amor con A mayúscula, no se equivoca. Él sabe a quién escoge para llevar adelante su plan. Su gracia para tarea tan inmensa está garantizada. A ti te corresponde meditar como María Santísima, dentro de tu corazón, las cosas grandes que Él ha hecho en ti cuando te hizo madre y corresponder con la donación plena y perfecta.
Que eres madre, es un hecho, es una realidad. Que ser madre es un don maravilloso, inmerecido, extraordinario, es también una verdad indiscutible. Entonces la conclusión es que ser madre te obliga. Dios ha querido hacerse íntimo de ti, mujer, por medio del hijo que llevaste en tus entrañas y eso exige de ti una respuesta. Ya no puedes echarte para atrás, el don se ha derramado sobre ti de una manera absoluta, total, avasalladora.
No puedes cerrar los ojos, no puedes hacerte la loca quitándole importancia a lo sagrado de tu maternidad, no puedes desentenderte de la responsabilidad que implica ser madre, no puedes hacer trivial lo que es santo, no puedes, no debes ser indiferente frente a todo esto. Por eso, todos los días, una buena madre, sorprendida y confundida por tan gran regalo, debería entregarse a la labor de purificar su corazón, de limpiar su mente, de renovarse por dentro para hacerse digna del don que, por anticipado, Dios ya le entregó. Una mujer que tomara conciencia de lo que el Señor ha hecho con ella, al permitirle ser madre, debería matar dentro de sí toda semilla de mal, de rencor, de crítica, de calumnia, de malos pensamientos y deseos, de vanidad y de orgullo, porque todo eso desdice de su vocación de madre, porque ser madre es dar vida y todo eso trae la muerte no sólo para ella, sino también para su propio hijo y para la sociedad entera, porque ser madre es acoger, comprender y perdonar y esas malas semillas dentro del corazón separan, rompen y condenan; porque hablar de una mamá es hablar de ternura, de cariño que nada conviene con la palabra agria y desconsiderada que, con demasiada frecuencia, sale de nuestra boca; y porque ser madre es tener aguante, es no decaer, es soportar sin límites, lo cual está peleado a muerte con un corazón que sólo se ocupa de sí mismo en mil vanidades. No traiciones lo que ya eres. No ensucies la vocación que sin mérito propio se te dio. No destruyas el tesoro hermoso de tu corazón maternal.
El mundo de hoy ha dado culto a la belleza del cuerpo y con eso nos ha querido seducir, pero lo que el mundo necesita son mujeres que destaquen por la hermosura de su alma. No es lo más importante el cuerpo que porta la nueva vida, sino el corazón que la embellece y la santifica. El cordón umbilical se cortó a la hora de dar a luz, pero continuó fortaleciéndose el “cordón cordial”, aquél de trascendental importancia, que ha seguido alimentando el corazón del hijo y que jamás podrá nadie rasgar. Mujer sé lo que tienes que ser. No dejes que nada ni nadie te engañe con sofismas que te alejen de tu grandísima dignidad de madre.
Que María Santísima, la Madre del Amor Hermoso, la Madre purísima, te acompañe siempre en esta santa misión de ser madre y te alcance del fruto de sus entrañas, de su Hijo amadísimo Jesús, la gracia de seguir siendo, hasta el día de tu muerte portadora de amor y de vida.
EL REZO DEL ROSARIO, ORACIÓN QUE ALEGRA EL CORAZÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Ella También
El rezo del rosario, oración que alegra el corazón de la Santísima Virgen.
Por: Nabor Herrera, L.C. | Fuente: Equipo Gama-Virtudes y Valores
Doña Paquita y Doña Soledad vivían en la misma vecindad. Doña Paquita siempre criticaba a Doña Soledad porque rezaba todos los días el rosario. "¡Qué tontería! ¡Qué perdida de tiempo! ¡Cincuenta veces lo mismo!" Aunque Doña Soledad conocía el tamaño de la lengua de Doña Paquita no decía nada.
Por fin un día Doña Paquita se acercó entusiasta a Doña Soledad.
"¡Señora Soledad, no me va a creer!"
"¿Qué?"
"¡Mi hijo ya sabe decir mamá! ¡Me lo ha dicho como treinta o cuarenta veces por lo menos!"
"¡Ah... entonces debe estar usted cansada y aburrida de oír lo mismo tantas veces!"
"¡Claro que no! ¿Pero Doña Soledad, cómo se le ocurre semejante disparate!"
Desde aquel día Doña Paquita comprendió por qué Doña Soledad rezaba todos los días el rosario. Pues claro, Doña Soledad repetía cincuenta veces las palabras que más gustan a Nuestra Madre del Cielo.
Como el niño que apenas sabe balbucear arranca una sonrisa del corazón de la madre cuando dice "mamá", así nosotros con el Ave María alegramos a nuestra Madre. El niño dice "mamá", estira sus tiernos brazos y la madre sin dilación lo coge entre los suyos. Así María. El niño fija los ojos en los de su madre y ella lo acerca a su rostro hasta rozar con la nariz la ternura de su piel. Así María nos acerca a su rostro y roza con su belleza nuestra alma.
Como la mamá estrecha al niño entre sus brazos, lo oprime contra su pecho, porque lo ama, así María, apenas escucha el susurro de nuestra oración, corre, nos abraza, nos acerca hasta su pecho porque nos ama.
¿De que sirve el amor de una madre? No es moneda de cambio, no produce, no consigues nada con él, tampoco con el de María. El amor de una madre da seguridad, orienta tu vida; también el amor de María.
El niño dice mamá, espera la respuesta y siempre la halla. María responde cuando elevamos los ojos del alma y esperamos su respuesta. La madre goza cuando el niño le sonríe y susurra al oído "Te quiero" ¿Acaso María no? La madre ve crecer con santo orgullo a su hijo ¿Acaso María no? La madre ha engendrado con dolores ¿Acaso María no?
Una madre no se cansa de amar, de abrazar, de besar a sus hijos. Tampoco María. Una Madre derrama lágrimas de dolor cuando percibe, aún de lejos, que sus hijos andan tomando decisiones erróneas que los alejan de Dios. ¿Acaso María no? No hay peor dolor para María que el constatar que sus hijos viven distanciados de Dios. Ella les espera pacientemente e intercede día y noche por ellos hasta que como ovejitas descarriadas vuelven al redil en hombros de su Pastor. ¿Y si se olvidan de ella? Ciertamente sufre pero como buena Madre sabe perdonar el olvido.
El corazón de María ama por encima de cualquier olvido. Ama aunque el hijo duerma, cubre su cuerpecito, y acaricia la frente del hijo perdido en sueños.
Así nos ama María. ¿Por qué no repetir una y cien veces su Ave María? Para que así surja una sonrisa en su corazón, nos abrace, acaricie y cubra nuestra alma del frío mientras dormimos.
ORACIONES ENSEÑADAS A LOS VIDENTES DE FÁTIMA
Oraciones enseñadas a los Videntes de Fátima
Fueron enseñadas por la Virgen María o por el Angel de la Paz a los pastorcitos, y las recitaban con ellos
Por: n/a | Fuente: devocionario.com
ORACIÓN PARA OFRECER SACRIFICIOS
¡Oh Jesús, te ofrezco este sacrificio por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados que tanto ofenden al Inmaculado Corazón de María!
ORACIONES ENSEÑADAS POR EL ÁNGEL
¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman! (Tres veces).
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con los que El es ofendido. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores.
(Los niños rezaban estas dos oraciones de rodillas y con la frente inclinada hacia el suelo)
A RECITAR DURANTE EL ROSARIO
¡Oh Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre principalmente a las más necesitadas! (Se dice al fin de cada decena, después del Gloria.)
JACULATORIAS
¡Dios mío, te amo en agradecimiento a las gracias que me has concedido!
¡Oh, Jesús, te amo!... ¡Dulce Corazón de María, se la salvación mía!
MAYO, MES DE MARÍA - DÍA 10 - CAMBIAR CON ELLA
Día 10: Cambiar con ella
Cuenta Anthony de Mehlo una fábula que, más o menos, dice así:
"Durante años fui un neurótico. Era introvertido y egoísta. Y todo el mundo insistía en decirme que cambiara. Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba cambiar, pero no me convencía la posibilidad de hacerlo por mucho que lo intentara.
Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que yo estaba. Y también insistía en la necesidad de que yo cambiara. Y también con él estaba de acuerdo. De manera que me sentía impotente y como atrapado.
Pero un día mi amigo me dijo: no te preocupes si no consigues cambiar, pues yo te quiero porque eres mi amigo, independientemente de cómo seas.
Aquellas palabras sonaron en mis oídos, entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y cambié".
"Cuánta razón se encierra aquí: nadie es capaz de cambiar si no se siente querido, si no siente una fuerza interior suficiente para subirse por encima de sus fallos", comenta un autor espiritual.
Tú no eres neurótico quizás, pero sí tendrás cosas que cambiar. Cuéntaselas a la Virgen. Y que sepas que Ella te dice que te quiere como eres y que cuentas con toda su ayuda, que es bastante, para conseguir cambiar. Te quiere con tus defectos pero luchando por vencerlos. Con Ella puedes, y.. ¡qué fácil! Madre mía, que me sienta amado por ti. Que sepa y me dé cuenta de que me quieres, me conoces, me sigues, que sepa que te importo, que estás pendiente de mí,... ¡Ah! y.. gracias.
Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído.
Después termina con la oración final.
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 10 DE MAYO
Los cinco minutos de María
Mayo 10
María dijo “sí” al enviado de Dios y asumió una vida pobre y humilde, llena de privaciones, y todo el dolor que significaría ser la Madre del Crucificado.
María percibió por la fe que, siendo Madre de Jesús, era la Madre del Mesías, siervo sufriente de su pueblo, con todo lo que eso suponía de dolor, humillación y muerte.
Por la fe, nosotros aceptamos a Cristo, pero debemos cobrar conciencia de que Cristo supone para nosotros sacrificios personales muy dolorosos, negaciones de nuestros gustos y conveniencias, humillaciones muy sentidas, muerte y renuncia a todo lo que no sea Dios.
Si nos abrazamos con Cristo, abracémonos con la cruz de Cristo.
Madre, que eres la omnipotencia suplicante, ruega por nosotros al Padre.
* P. Alfonso Milagro
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