domingo, 31 de diciembre de 2023

EN EL ÚLTIMO DÍA DEL 2023, EL PAPA FRANCISCO ANIMA A NO ACOSTUMBRARSE A LO ORDINARIO DE LAS COSAS



En el último día del 2023, el Papa Francisco anima a “no acostumbrarse a lo ordinario de las cosas”

Por David Ramos

31 de diciembre de 2023


En sus palabras previas al rezo del Ángelus este 31 de diciembre, en la fiesta de la Sagrada Familia, el Papa Francisco alentó a los fieles a pedir “la gracia del asombro” y “no acostumbrarse a lo ordinario de las cosas”

En sus palabras previas al rezo del Ángelus este 31 de diciembre, en la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, el Papa Francisco alentó a los fieles a pedir “la gracia del asombro” y “no acostumbrarse a lo ordinario de las cosas”.

El Santo Padre recordó que hoy el Evangelio muestra a la Sagrada Familia “en el templo de Jerusalén, para la presentación del Niño al Señor”.

Jesús, María y José, indicó, llegan al templo y presentan “la más humilde y sencilla de las ofrendas como testimonio de su pobreza”, y luego “María recibe una profecía: ‘Una espada traspasará tu alma’”.

“Llegan en’ la pobreza y se van con una carga de sufrimiento. Esto suscita sorpresa: ¡pero cómo, la Familia de Jesús, la única familia en la historia que puede presumir en sí misma de la presencia de Dios en carne y hueso, en lugar de ser rica es pobre! ¡En lugar de ser aliviada, parece ser obstaculizada! ¡En lugar de estar libre de fatiga, está inmersa en un gran dolor!”.

El Papa luego señaló: “¿Qué dice a nuestras familias, este modo de vida, la historia de la Sagrada Familia, pobre, obstaculizada, con gran dolor? Nos dice algo muy bello: Dios, que muchas veces imaginamos que está más allá de los problemas, ha venido a habitar nuestras vidas con sus problemas”. 

Dios, continuó, “nos ha salvado así: no vino adulto, sino muy pequeño; vivía en una familia, hijo de madre y padre; allí pasó la mayor parte de su tiempo, creciendo, aprendiendo, en una vida de cotidianidad, de escondite y de silencio”.

“Y no evitó las dificultades, al contrario, eligiendo una familia, una familia ‘experta en sufrimiento’, y dice a nuestras familias: ‘Si os encontráis en dificultades, sé lo que sentís, lo he vivido: Yo, mi madre y mi padre lo probamos para decírselo también a su familia: ¡no están solos!’”.

El Papa Francisco resaltó que “José y María ‘se asombraban de las cosas que se decían de Jesús’, porque no creían que fueran el anciano Simeón y la profetisa Ana quienes decían estas cosas. Quedaron asombrados”.

“Y quiero centrarme en esto hoy: en la capacidad de asombro. La capacidad de asombro es un secreto para avanzar bien en la familia. No acostumbrarse a lo ordinario de las cosas. Ante todo, saber dejarse asombrar por Dios, que nos acompaña”, alentó.

“Y luego, sorprenderse en familia. Creo que es bueno que una pareja sepa sorprenderse de su propio cónyuge, por ejemplo tomándolo de la mano y mirándolo a los ojos durante algunos momentos por la noche, con ternura: el asombro siempre lleva a la ternura”, señaló el Papa, resaltando que “es bella la ternura en el matrimonio”.

Además, animó a los padres a “maravillarse ante el milagro de la vida, de los hijos, encontrar tiempo para jugar con ellos y escucharlos. Les pregunto a ustedes, padres y madres: ¿encuentran tiempo para jugar con sus hijos? ¿Para sacarlos a pasear? Ayer hablé por teléfono con una persona y le pregunté: ‘¿Dónde estás?’. – ‘Estoy en la plaza, saqué a mis hijos a caminar’. Es una hermosa paternidad y maternidad, esta”.

“Y luego, maravillarse de la sabiduría de los abuelos”, exhortó, y lamentó que “muchas veces sacamos a los abuelos de la vida. No, los abuelos son fuentes de sabiduría. Aprendamos a asombrarnos de la sabiduría de los abuelos, de su historia”.

Tras resaltar que “los abuelos que devuelven la vida a lo esencial”, el Santo Padre animó a los fieles a asombrarse de su “propia historia de amor”, pues “cada uno de nosotros tiene la propia: el Señor nos hizo caminar con amor, asombrarse de esto”.

“Nuestra vida ciertamente tiene aspectos negativos, pero también nos asombra la bondad de Dios al caminar con nosotros, aunque seamos tan inexpertos”, aseguró.

“María, Reina de la familia, ayúdanos a asombrarnos: hoy te pedimos la gracia del asombro. Que Nuestra Señora nos ayude a asombrarnos cada día del bien y a saber enseñar a los demás la belleza del asombro”, concluyó. 

¡FELIZ FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA!


SAGRADA FAMILIA


Terminamos el año celebrando a La Sagrada Familia, figura del cielo en la tierra. Y vi en esta imagen, el mejor mensaje para terminar el año y volver a empezar.

Es voluntad de nuestro Padre que nuestras familias se consagren a su corazón ardiente y a los sagrados corazones de la Sagrada Familia. El deseo más grande de Dios, Padre de todos, es entregarnos su corazón que arde de amor por nosotros, que nos sepamos y sintamos amados por Él, muy amados, aún, cuando hagamos el papel de hijos rebeldes, imperfectos al fin, pero en el fondo necesitados de Él.

Ver morir a un hijo es tristísimo, duele saber que ya no le veremos, que se truncaron sus sueños y los nuestros con él. Para Dios Padre, también es tristísimo no volver a ver a sus hijos, por eso, insiste tanto en que consagremos nuestros corazones a Él. Porque quien decide dar la espalda a su ofrecimiento en esta vida, en la nueva, no le verá.

En cambio, se alegra muchísimo cuando sus hijos amados que vivieron deseosos de su amor, dejan esta vida esperando el dulce encuentro con Él.

Dios bendiga a nuestras familias, perfectamente imperfectas, pero simplemente perfectas para la gloria de Dios. Que nuestros corazones se fundan con Él.

¡Gracias Padre por este año!  

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 31 DE DICIEMBRE DE 2023 - SAGRADA FAMILIA



La Sagrada Familia (B)

Domingo 31 de diciembre de 2024



1ª Lectura (Eclo 3,3-7.14-17a): El Señor honra al padre en los hijos y respalda la autoridad de la madre sobre la prole. El que honra a su padre queda limpio de pecado; y acumula tesoros, el que respeta a su madre. Quien honra a su padre, encontrará alegría en sus hijos y su oración será escuchada; nel que enaltece a su padre, tendrá larga vida y el que obedece al Señor, es consuelo de su madre. Hijo, cuida de tu padre en la vejez y en su vida no le causes tristeza; aunque se debilite su razón, ten paciencia con él y no lo menosprecies por estar tú en pleno vigor. El bien hecho al padre no quedará en el olvido y se tomará a cuenta de tus pecados.

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O bien: (Gn 15,1-6; 21,1-3): En aquel tiempo, el Señor se le apareció a Abram y le dijo: «No temas, Abram. Yo soy tu protector y tu recompensa será muy grande». Abram le respondió: «Señor, Señor mío, ¿qué me vas a poder dar, puesto que voy a morir sin hijos? Ya que no me has dado descendientes, un criado de mi casa será mi heredero».

Pero el Señor le dijo: «Ése no será tu heredero, sino uno que saldrá de tus entrañas». Y haciéndolo salir de la casa, le dijo: «Mira el cielo y cuenta las estrellas, si puedes». Luego añadió: «Así será tu descendencia». Abram creyó lo que el Señor le decía y, por esa fe, el Señor lo tuvo por justo.

Poco tiempo después, el Señor tuvo compasión de Sara, como lo había dicho y le cumplió lo que le había prometido. Ella concibió y le dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios había predicho. Abraham le puso por nombre Isaac al hijo que le había nacido de Sara.



Salmo responsorial: 127

R/. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.

Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.


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O bien: Sal 104

R/ El Señor nunca olvida sus promesas.

Aclamad al Señor y dadle gracias, relatad sus prodigios a los pueblos. Entonad en su honor himnos y cantos, celebrad sus portentos.

Del nombre del Señor enorgulleceos y siéntase feliz el que lo busca. Recurrid al Señor y a su poder y a su presencia acudid.

Recordad los prodigios que Él ha hecho, sus portentos y oráculos, descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de Jacob, su predilecto.

Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que un día le hiciera.


2ª Lectura (Col 3,12-21): Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos.

La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

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O bien: (Heb 11,8.11-12.17-19): Hermanos: Por su fe, Abraham, obediente a la llamada de Dios, y sin saber a dónde iba, partió hacia la tierra que habría de recibir como herencia. Por su fe, Sara, aun siendo estéril y a pesar de su avanzada edad, pudo concebir un hijo, porque creyó que Dios habría de ser fiel a la promesa; y así, de un solo hombre, ya anciano, nació una descendencia, numerosa como las estrellas del cielo e incontable como las arenas del mar.

Por su fe, Abraham, cuando Dios le puso una prueba, se dispuso a sacrificar a Isaac, su hijo único, garantía de la promesa, porque Dios le había dicho: De Isaac nacerá la descendencia que ha de llevar tu nombre. Abraham pensaba, en efecto, que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos; por eso le fue devuelto Isaac, que se convirtió así en un símbolo profético.

Versículo antes del Evangelio (Col 3,15a.16a): Aleluya. Que en sus corazones reine la paz de Cristo; que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. Aleluya.

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O bien: (Heb 1,1-2): Aleluya. En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos tiempos, nos ha hablado por medio de su Hijo. Aleluya.


Texto del Evangelio (Lc 2,22-40): Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.

Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción —¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!— a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.





«Llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor»

Rev. D. Joan Ant. MATEO i García

(Tremp, Lleida, España)


Hoy, celebramos la fiesta de la Sagrada Familia. Nuestra mirada se desplaza del centro del belén —Jesús— para contemplar cerca de Él a María y José. El Hijo eterno del Padre pasa de la familia eterna, que es la Santísima Trinidad, a la familia terrenal formada por María y José. ¡Qué importante ha de ser la familia a los ojos de Dios cuando lo primero que procura para su Hijo es una familia!

San Juan Pablo II, en su Carta apostólica El Rosario de la Virgen María, destaca una vez más la importancia capital que tiene la familia como fundamento de la Iglesia y de la sociedad humana, y nos pide que recemos por la familia y que recemos en familia con el Santo Rosario para revitalizar esta institución. Si la familia va bien, la sociedad y la Iglesia irán bien.

El Evangelio nos dice que el Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría. Jesús encontró el calor de una familia que se iba construyendo a través de sus recíprocas relaciones de amor. ¡Qué bonito y provechoso sería si nos esforzáramos más y más en construir nuestra familia!: con espíritu de servicio y de oración, con amor mutuo, con una gran capacidad de comprender y de perdonar. ¡Gustaríamos —como en el hogar de Nazaret— el cielo y la tierra! Construir la familia es hoy una de las tareas más urgentes. Los padres, como recordaba el Concilio Vaticano II, juegan ahí un papel insubstituible: «Es deber de los padres crear un ambiente de familia animado por el amor, por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, y que favorezca la educación íntegra personal y social de los hijos». En la familia se aprende lo más importante: a ser personas.

Finalmente, hablar de familia para los cristianos es hablar de la Iglesia. El evangelista san Lucas nos dice que los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor. Aquella ofrenda era figura de la ofrenda sacrificial de Jesús al Padre, fruto de la cual hemos nacido los cristianos. Considerar esta gozosa realidad nos abrirá a una mayor fraternidad y nos llevará a amar más a la Iglesia. 

ORACIÓN A DIOS PARA LOGRAR LOS PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO 2024

  



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