domingo, 30 de marzo de 2025

VOLVER AL PADRE - MEDITACIÓN DE HOY DOMINGO 30 DE MARZO DE 2025

 


 

Volver al Padre


Acabamos de escuchar la parábola comúnmente llamada del hijo pródigo. Parábola es un relato imaginario, ideado para explicar, de manera fácilmente inteligible, una doctrina o un acontecimiento espiritual que, aunque es real verdaderamente porque sucede en el interior de una persona, no es perceptible por los sentidos ni fácil de comprender con la sola razón.

 

En la parábola de hoy el padre representa a Dios que nos tiene a todos por hijos y nos trata como a tales; que nos protege y nos deleita con su amor incondicional y gratuito. Es el Padre bueno, que perdona a sus hijos sin condiciones previas, no les reprocha las culpas ni les exige la firma de ningún documento que sea garantía infalible de su conversión definitiva. Dios es el Padre que acoge al hijo pródigo con los brazos abiertos, dispuesto a celebrar con gozo festivo el retorno del hijo desencaminado. Aquel esperado retorno es motivo suficiente para una celebración festiva, expresada muy gráficamente con aquellas célebres palabras de Jesús: En verdad os digo que hay más alegría entre los ángeles del cielo por la conversión de un solo pecador, que por la perseverancia de noventa y nueve justos.

 

El hijo pequeño de la parábola nos representa a muchos de nosotros que, de una u otra manera, hemos dejado, a veces, la casa del Padre, para buscar la felicidad por nuestra cuenta fuera del abrigo familiar.

 

Nos han encandilado ciertas promesas fáciles venidas desde fuera y algunas ilusiones y deseos incontrolados de nuestro corazón y, para conseguirlo, nos hemos arriesgado a una vida errante más o menos alejada de Dios; nos hemos construido nuevos altares, donde entronizar ídolos en los que confiar, hasta el momento en que, entristecidos por el error y el fracaso, decidimos llamar de nuevo a la puerta de nuestra casa -la casa del Padre- con ademán humilde y compungido. Después de despilfarrar los bienes espirituales con que el Padre nos había enriquecido y, al darnos cuenta del descalabro, tuvimos fuerza suficiente para tomar la decisión de rehacer el camino y recuperar la dignidad.

 

Para abandonar la casa del Padre, no hace falta haber sido grandes pecadores y haber cometido grandes barbaridades. Ha bastado con volvernos de espaldas a Dios y haber puesto toda la esperanza en nosotros mismos y en las cosas que hemos pretendido poseer. Ni hace falta ningún acto heroico para reparar el daño, porque es suficiente reconocer el error, aceptar nuestra situación con humildad y acercarnos al Padre que nos espera, diciendo como el hijo pródigo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.

 

Hacer el camino de retorno confiados en la bondad del Padre es un gran alivio de conciencia, como un respiro de aire fresco, como un aliento vital hasta entonces desconocido.

 

En la parábola que comentamos está también el hijo mayor, que representa la postura de quienes no se alegran de la vuelta del hermano, que dudan de su sinceridad, que le echan en cara las culpas cometidas, que tal vez sienten envidia por la alegría y la fiesta general por la vuelta, y no quieren compartirla. Son personas fieles al Padre, en principio, pero con una fidelidad interesada y mezquina. También ellos se sentirán felices, si vuelven al Padre con otras disposiciones interiores.

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Mons. Enric Prat 

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 30 DE MARZO DE 2025

 



Domingo 4 (C) de Cuaresma

Domingo 30 de marzo de 2025





1ª Lectura (Jos 5,9a.10-12): En aquellos días, dijo el Señor a Josué: «Hoy os he quitado de encima el oprobio de Egipto». Los hijos de Israel acamparon en Guilgal y celebraron allí la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó. El día siguiente a la Pascua, comieron ya de los productos de la tierra: ese día, panes ácimos y espigas tostadas. Y desde ese día en que comenzaron a comer de los productos de la tierra, cesó el maná. Los hijos de Israel ya no tuvieron maná, sino que ya aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán.



Salmo responsorial: 33

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloria en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.


Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias.


Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. El afligido invocó al Señor, él lo escucha y lo salvó de sus angustias.


2ª Lectura (2Cor 5,17-21): Hermanos: Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo. Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios.

Versículo antes del Evangelio (Lc 15,18): Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti».

Texto del Evangelio (Lc 15,1-3.11-32): En aquel tiempo, viendo que todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos». Entonces les dijo esta parábola. «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde’. Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. Y, levantándose, partió hacia su padre.

»Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado’. Y comenzaron la fiesta.

»Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. El le dijo: ‘Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano’. Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: ‘Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!’ Pero él le dijo: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado’».





«Padre, pequé contra el cielo y ante ti»

Rev. D. Joan Ant. MATEO i García

(Tremp, Lleida, España)



Hoy, domingo Laetare (“Alegraos”), cuarto de Cuaresma, escuchamos nuevamente este fragmento entrañable del Evangelio según san Lucas, en el que Jesús justifica su práctica inaudita de perdonar los pecados y recuperar a los hombres para Dios.


Siempre me he preguntado si la mayoría de la gente entendía bien la expresión “el hijo pródigo” con la cual se designa esta parábola. Yo creo que deberíamos rebautizarla con el nombre de la parábola del “Padre prodigioso”.


Efectivamente, el Padre de la parábola —que se conmueve viendo que vuelve aquel hijo perdido por el pecado— es un icono del Padre del Cielo reflejado en el rostro de Cristo: «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente» (Lc 15,20). Jesús nos da a entender claramente que todo hombre, incluso el más pecador, es para Dios una realidad muy importante que no quiere perder de ninguna manera; y que Él siempre está dispuesto a concedernos con gozo inefable su perdón (hasta el punto de no ahorrar la vida de su Hijo).


Este domingo tiene un matiz de serena alegría y, por eso, es designado como el domingo “alegraos”, palabra presente en la antífona de entrada de la Misa de hoy: «Festejad a Jerusalén, gozad con ella todos los que la amáis, alegraos de su alegría». Dios se ha compadecido del hombre perdido y extraviado, y le ha manifestado en Jesucristo —muerto y resucitado— su misericordia.


San Juan Pablo II decía en su encíclica Dives in misericordia que el amor de Dios, en una historia herida por el pecado, se ha convertido en misericordia, compasión. La Pasión de Jesús es la medida de esta misericordia. Así entenderemos que la alegría más grande que damos a Dios es dejarnos perdonar presentando a su misericordia nuestra miseria, nuestro pecado. A las puertas de la Pascua acudimos de buen grado al sacramento de la penitencia, a la fuente de la divina misericordia: daremos a Dios una gran alegría, quedaremos llenos de paz y seremos más misericordiosos con los otros. ¡Nunca es tarde para levantarnos y volver al Padre que nos ama!

FELIZ DOMINGO!!!

 




 

domingo, 23 de marzo de 2025

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 23 DE MARZO DE 2025

 



Domingo 3 (C) de Cuaresma

Domingo 23 de marzo de 2025



1ª Lectura (Éx 3,1-8a.13-15): En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. Moisés se dijo: «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza».

Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: «Moisés, Moisés». Respondió él: «Aquí estoy». Dijo Dios: «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado». Y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob». Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios. El Señor le dijo: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel».

Moisés replicó a Dios: «Mira, yo iré a los israelitas y les diré: ‘El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros’. Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?». Dios dijo a Moisés: «‘Soy el que soy’; esto dirás a los israelitas: `Yo-soy’ me envía a vosotros». Dios añadió: «Esto dirás a los israelitas: ‘Yahvé (Él-es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Éste es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación’».



Salmo responsorial: 102

R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.

El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles.

2ª Lectura (1Cor 10,1-6.10-12): No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquéllos. No protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.

Versículo antes del Evangelio (Mt 4,17): Convertíos, dice el Señor, porque ya está cerca el Reino de los cielos.

Texto del Evangelio (Lc 13,1-9): En aquel tiempo, llegaron algunos que contaron a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo».

Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?’. Pero él le respondió: ‘Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas’».





«Si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo»

Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la S.R.I.

(Città del Vaticano, Vaticano)



Hoy, tercer domingo de Cuaresma, la lectura evangélica contiene una llamada de Jesús a la penitencia y a la conversión. O, más bien, una exigencia de cambiar de vida.

“Convertirse” significa, en el lenguaje del Evangelio, mudar de actitud interior, y también de estilo externo. Es una de las palabras más usadas en el Evangelio. Recordemos que, antes de la venida del Señor Jesús, san Juan Bautista resumía su predicación con la misma expresión: «Predicaba un bautismo de conversión» (Mc 1,4). Y, enseguida, la predicación de Jesús se resume con estas palabras: «Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1,15).

Esta lectura de hoy tiene, sin embargo, características propias, que piden atención fiel y respuesta consecuente. Se puede decir que la primera parte, con ambas referencias históricas (la sangre derramada por Pilato y la torre derrumbada), contiene una amenaza. ¡Imposible llamarla de otro modo!: lamentamos las dos desgracias —entonces sentidas y lloradas— pero Jesucristo, muy seriamente, nos dice a todos: —Si no cambiáis de vida, «todos pereceréis del mismo modo» (Lc 13,5).

Esto nos muestra dos cosas. Primero, la absoluta seriedad del compromiso cristiano. Y, segundo: de no respetarlo como Dios quiere, la posibilidad de una muerte, no en este mundo, sino mucho peor, en el otro: la eterna perdición. Las dos muertes de nuestro texto no son más que figuras de otra muerte, sin comparación con la primera.

Cada uno sabrá cómo esta exigencia de cambio se le presenta. Ninguno queda excluido. Si esto nos inquieta, la segunda parte nos consuela. El “viñador”, que es Jesús, pide al dueño de la viña, su Padre, que espere un año todavía. Y entretanto, él hará todo lo posible (y lo imposible, muriendo por nosotros) para que la viña dé fruto. Es decir, ¡cambiemos de vida! Éste es el mensaje de la Cuaresma. Tomémoslo entonces en serio. Los santos —san Ignacio, por ejemplo, aunque tarde en su vida— por gracia de Dios cambian y nos animan a cambiar. 

EL PAPA FRANCISCO REAPARECE EN PÚBLICO TRAS CASI 40 DÍAS HOSPITALIZADO Y REGRESA AL VATICANO TRAS RECIBIR EL ALTA MÉDICA



El Papa reaparece en público tras casi 40 días hospitalizado y regresa al Vaticano tras recibir el alta médica 

Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN News



Tras casi 40 días ingresado en el hospital Gemelli, el Papa Francisco ha recibido el alta médica este domingo. Antes de regresar a la Casa Santa Marta, su residencia en el Vaticano, el Pontífice se ha asomado a un balcón del centro sanitario desde el que ha saludado a los fieles y ha impartido la bendición apostólica.


No estaba previsto que pronunciase unas palabras, pues aún sufre las secuelas de la enfermedad, pero el Pontífice ha sacado fuerzas para hablar unos segundos. Con la voz frágil se ha dirigido a una de las mujeres que se habían reunido en el patio del hospital para mostrarle su cercanía.

“¡Esta señora con las flores amarillas, qué brava!”, comentó.

A pesar de haber recibido el alta médica, el Santo Padre no podrá retomar enseguida el alto ritmo de trabajo que seguía antes de ser hospitalizado. La convalecencia proseguirá en el Vaticano durante al menos dos meses, en los cuales los médicos han desaconsejado visitas con grandes grupos que puedan comprometer nuevamente su estado de salud. Además, deberá seguir con la terapia farmacológica, junto con los ejercicios de fisioterapia y rehabilitación motora que ya realizaba antes.





El Papa Francisco le deja un ramo de flores a la Virgen en la basílica de Santa María la Mayor

Por: Victoria Cardiel -  Crédito: Vatican Media



Poco antes de regresar al Vaticano, tras recibir el alta médica, el Papa Francisco ha querido dirigirse a la basílica de Santa María Mayor de Roma, como acostumbra hacer antes y después de cada viaje apostólico, para rezar unos ante el icono de la Virgen, la Salus Populi Romani.


El Santo Padre tiene especial devoción por esta imagen que, según la tradición, llegó a Roma en el año 590 durante el pontificado de Gregorio I y fue venerada por los primeros cristianos.


El Papa entregó al arcipreste coadjutor de la Basílica Papal de Santa María la Mayor, el Cardenal Rolandas Makrickas, un ramo de flores para que lo colocase en el altar.


El Papa Francisco ya está en su residencia en el Vaticano tras recibir el alta médica

Por: Victoria Cardiel



El Papa Francisco ya está de regreso en Casa Santa Marta, su residencia en el Vaticano tras recibir este domingo el alta médica, donde proseguirá con la convalecencia durante al menos dos meses.


En ese tiempo de recuperación, los médicos le han prescrito reposo, por lo que no podrá retomar su agenda a plena rendimiento. Además tiene que continuar con la terapia farmacológica y con los ejercicios tanto de fisioterapia motora como respiratoria.


Esta mañana, antes de asomarse al balcón de la quinta planta del hospital Gemelli para saludar e impartir la bendición a los fieles, el Papa Francisco saludó brevemente al personal sanitario. Según informó la Oficina de prensa del Vaticano, el Santo Padre agradeció el trato médico y los cuidados que le han brindado durante estos 37 días hospitalizado.


Entre las personas a las que ha saludado estaban: la rectora de la Università Cattolica del Sacro Cuore, profesora Elena Beccalli; el presidente de la Fondazione Policlinico Universitario Agostino Gemelli IRCCS, doctor Daniele Franco; el decano de la Facultad de Medicina y Cirugía de la Università Cattolica, profesor Antonio Gasbarrini; el vicepresidente de la Fondazione Policlinico Gemelli, doctor Giuseppe Fioroni; el director general de la Fondazione Policlinico A. Gemelli IRCCS, Profesor Marco Elefanti; el Asistente Eclesiástico General de la Universidad Católica, Monseñor Claudio Giuliodori; el director del Departamento de Ciencias Médico-Quirúrgicas del Policlínico, Sergio Alfieri, y el Director Médico de la Fundación Policlínico Gemelli, Andrea Cambieri.

FELIZ DOMINGO

 





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