Los cinco minutos de María
Mayo 20
Cuando el ángel se apareció a María, seguramente la encontró de rodillas, meditando la palabra de Dios proclamada por los profetas.
Adoptó esa actitud humilde que fue la que le mereció las complacencias del Altísimo; y, una vez que conoció el contenido del mensaje angélico, no se enorgulleció, antes bien ahondó más y más en sus sentimientos de humildad y se llamó a sí misma “la esclava, la servidora del Señor”.
Empequeñecerse a los ojos de Dios es la mejor forma de ganar su voluntad y de conseguir sus bendiciones.
Madre digna de ser admirada por las maravillas que Dios realizó en ti, queremos imitar tu admirable correspondencia a la gracia del Espíritu.
* P. Alfonso Milagro