lunes, 18 de noviembre de 2013

LA VIDA DE LA VIRGEN MARÍA


LA VIDA DE LA VIRGEN MARÍA

- Los padres de la Virgen María se llamaban Joaquín y Ana. Eran de la Tribu de Judá y eran descendientes del Rey David.

- La Virgen era una muchacha humilde, bondadosa y sobretodo vivía muy cerca de Dios.
Dedicaba mucho tiempo a orar, y había prometido a Dios servirlo y amarlo a El durante toda su vida.

- Un día, María conoció a José, que era un hombre muy bueno y muy piadoso también. José pidió a María que se casaran.

Cuando estaban ya comprometidos, pero todavía no se casaban ni vivían juntos, un día mientras María estaba rezando, se le apareció un ángel, el Arcángel Gabriel, y le dijo :¨Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres. No temas, María has hallado gracia delante de Dios y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quién pondrás por nombre Jesús. ¨

- Y te preguntarás: ¿Qué hizo María? Pues con toda humildad dijo que SI al ángel con estas palabras:
¨He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra. ¨

- ¡ Qué grande y qué hermoso fue este momento para la humanidad ! Imagínate, Dios que todo lo puede, respetó la libertad de María, le mandó ¨preguntar¨ si quería ser la madre de Jesucristo, el Dios que se iba a hacer hombre para salvarnos.

- Y la Virgen María no pensó si ésto iba a ser muy difícil o le iba a traer mucho sufrimiento, sólo dijo un SÍ GENEROSO a Dios.

- Así deberíamos nosotros de responder a Dios cuando sentimos que nos pide algo, en vez de darle tantas vueltas y poner excusas.

- Luego María no sabía como contarle lo sucedido a José, ¿Cómo ella embarazada antes de casarse con él? Entonces un ángel le dijo a José en sueños que no dudara en recibir a María como esposa, que el hijo concebido en ella era obra del Espíritu Santo.


- Entonces José, que como te dijimos, era un hombre bueno y justo, recibió a María, se casaron y decidió guardar ésto en secreto. Después la Vírgen y San José ofrecieron a Dios guardar CASTIDAD toda su vida. Por eso la Virgen no tuvo ningún otro hijo.
- Aquí queremos explicarte que hay algunas sectas, o personas de otras religiones, que dicen que la Virgen tuvo más hijos. Esto no es cierto por lo siguiente:

- Ellos dicen que en la Biblia está escrito ¨los hermanos¨ de Jesús y ahí se apoyan para decir ésto. Pero fíjate que en la Biblia se habla de ¨los hermanos¨ de Jesús, porque en el idioma hebreo, arameo y árabe, se les llamaba ¨hermanos¨ a los primos hermanos y a los parientes. Y claro que Jesús tenía parientes, pero no hermanos, porque María permaneció vírgen siempre. ¡No te dejes confundir!

- La Vírgen vivió en un pueblo llamado NAZARET con José y con Jesús.

¿Cómo era la vida de la Virgen María?

Ella, como cualquier madre, trabajaba en su hogar, pero de una manera especial; sería imposible decir todas las VIRTUDES , o sea las cosas buenas que tenía la Vírgen. Por mencionar algunas, María era una mujer HUMILDE, es decir sencilla; GENEROSA, que se olvidaba de si misma por los demás; CON UNA GRAN CARIDAD, amaba y ayudaba a todos por igual y una mujer que SERVÍA a José y a Jesús , su familia, con un gran AMOR y una gran ALEGRÍA. La Vírgen era PACIENTE y quizá lo más hermoso que tenía era que ACEPTABA CONTENTA TODO LO QUE DIOS LE PEDÍA EN LA VIDA.

- ¡ Cuánto podríamos aprender todos de la Virgen! Si María fue santa en el hogar, en el trabajo diario, podríamos todos tratar de imitar sus VIRTUDES para santificarnos día tras día nosotros también.

- La Vírgen María estuvo presente en la pasión y muerte de Jesús; estuvo junto a la cruz, llena de dolor pero serena.

EN ÉL ESTÁ NUESTRA ESPERANZA

Autor: P. Eusebio Gómez Navarro | Fuente: Catholic.net
En Él está nuestra esperanza
Dios ofrece y regala la salvación. La respuesta del creyente es acogerla por medio de la fe.
 
En Él está nuestra esperanza
Estamos en las manos de Dios, en Él tenemos puestos los ojos y la esperanza. No debemos temer nada: el poder del mal no triunfará.

Dios sigue hablando, revelándose. Es posible que el concepto o imagen de Dios de un adulto nos quede pequeño, no sea el mismo que el de un niño. No por ello se puede decir que una persona ha perdido la fe, sino más bien que ha evolucionado. Ha descubierto que el verdadero Dios es distinto, lo ha experimentado en su vida como Abrán, como María…

En el pasado, Dios habló de muchos modos a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado a través de su Hijo (Hb 1, 1-2). Todo nos lo ha dicho en Cristo, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra (san Juan de la Cruz). Y lo esencial de este mensaje es: Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tm 2, 4).

Cuando la Biblia habla de la fe, pone ejemplos de personas que se fían de Dios, como Abrán, como María. La fe bíblica está más próxima a una actitud de búsqueda que a una seguridad total.

Abrán debe salir de su tierra sin saber siquiera adónde va (Gn 12, 1), fiándose de la promesa de Dios. El seguidor de Jesucristo debe renunciar a todo, romper con la seguridad del dinero, de la familia, de lo conocido (Lc 9, 3: 57-62).

Dios ofrece y regala la salvación. La respuesta del creyente es acogerla por medio de la fe. La Escritura nos propone dos modelos de fe, de acoger la palabra salvadora de Dios: Abrán y María. Por la fe, Abrán obedeció y salió hacia el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber adónde iba(Hb 11, 8). Gracias a esta fe poderosa, Abrán se convirtió en padre de todos los creyentes, porque supo creer esperando contra toda esperanza (Rm, 4, 18).

De la Iglesia recibe el creyente la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. Quienes caminan con fe y acogen al Dios que se revela en los acontecimientos de cada día, serán felices por siempre. El ser humano ha sido creado por Dios y para Dios; sólo en Dios, que acoge por la fe, encontrará vida y descanso.
Creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador (GS 19, 1).

Dios nos ha bendecido con toda clase de bienes: salud, riqueza, familia, aunque todas las bendiciones se centran en Cristo (Ef 1, 3).

Todo el que cree en él será salvo. El ser humano es capaz de Dios (Karl Rahner), puede llegar a Dios. Al hacernos conscientes de que somos hijos de Dios, se deduce lógicamente que todos somos hermanos y como tales tenemos que vivir.

Frank Borman, un astronauta del Apolo VIII, pronunció a 350.000 km de la tierra una oración llena de confianza:Señor, concédenos la posibilidad de ver tu amor en el mundo a pesar de los defectos humanos. Concédenos la fe, la confianza, la oración a pesar de nuestra ignorancia y flaqueza. Concédenos lucidez para que sepamos seguir orando con corazón comprensivo y muéstranos lo que cada uno de nosotros puede hacer para facilitar que venga a nuestro mundo la paz universal.

  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Eusebio Gómez Navarro 

    domingo, 17 de noviembre de 2013

    EL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN QUE TRANSFORMÓ A LA IGLESIA


    El dogma de la Inmaculada transformó a la Iglesia


    La proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción es un hecho providencial que revigorizó, a mediados del siglo XIX, a «una Iglesia exhausta y contra las cuerdas, al recordar la existencia del pecado original y la redención de Cristo». 
    Vincenzo Sansonetti, que ha trabajado trece años, de 1976 a 1989, en el diario «Avvenire», de la Conferencia Episcopal Italiana, relata en la entrevista los pasos más llamativos de su libro recién publicado en Italia «La Inmaculada concepción. Del dogma de Pío IX a Medjugorje») («L'immacolata concezione. Dal dogma di Pio IX a Medjugorje», Editorial, Piemme).

    ROMA, miércoles, 8 diciembre 2004 (ZENIT.org). 


    ¿Cuándo y por qué, de repente, la Santa Sede da un giro en su postura ante este misterio de fe, objeto de devoción desde los primerísimos años de la Iglesia? 

    Más que un giro, se puede hablar de una progresiva maduración a través de los siglos que llevó a los Papas a «acompañar», con discreción pero atención, la devoción popular y la fiesta litúrgica, ya presentes en la Iglesia desde hace siglos. Los Papas fueron como árbitros en las contiendas, a menudo ásperas, entre «maculistas» e «inmaculistas», guiados por dominicos y franciscanos. 

    De todos modos, queriendo señalar un punto crucial, hay que buscarlo en el exilio forzado del Papa Pío IX, obligado a huir a Gaeta, fortaleza situada en el Reino de las Dos Sicilias, para sustraerse a la feroz persecución anticatólica y antipontificia de la República Romana, liderada por el masón Giuseppe Mazzini. 

    El libro se abre con una escena casi cinematográfica, en una fría mañana de enero de 1849, el Papa Mastai Ferretti se asoma al balcón del palacio que le ha dado hospitalidad, y ve el mar tempestuoso. Preocupado, a su lado el cardenal Lambruschini le dice: «Su Santidad sólo curará al mundo de los males que lo oprimen... proclamando el dogma de la Inmaculada. Sólo esta definición doctrinal restablecerá el sentido de las verdades cristianas». 

    Pocos días después, Pío IX publica, desde Gaeta, la encíclica «Ubi Primum» en la que pide a todos los obispos del mundo que se definan sobre el dogma de la Inmaculada. El resultado será casi plebiscitario y, el 8 de diciembre de 1854, el Papa hace la solemne declaración de que «la beatísima Virgen María, desde el primer instante de su concepción, por especial gracia y privilegio de Dios y en vista de los méritos de Jesucristo, fue preservada inmune de toda mancha de pecado original». 

    La promulgación de este dogma se da en una época hija del Siglo de las Luces, que en Italia hará decir a Giuseppe Mazzini: «Surge una nueva época que no admite el cristianismo» y que está, como usted afirma, marcada por una cierta decadencia de la vida de la Iglesia. ¿Cree que este acontecimiento histórico y eclesial tenga alguna afinidad con lo que ha sucedido, por ejemplo, con la aparición de la Virgen de Guadalupe, y que, por tanto, haya que interpretarla como la respuesta de la Gracia a una situación humana sin salida? 

    La aparición de Guadalupe, en México, completa, en el siglo XVI, la evangelización de América Latina. La proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción devuelve vigor, a mediados del siglo XIX, a una Iglesia exhausta y contra las cuerdas, recordando la existencia del pecado original y la Redención de Cristo. 

    Son hechos providenciales, que corresponden a un misterioso designio divino. Y es sorprendente que cuatro años después de la proclamación del dogma, el 11 de febrero de 1858, Nuestra Señora se aparezca en Lourdes llamándose a sí misma la Inmaculada Concepción, confirmando el dogma. 

    Podía haberlo hecho antes (ha habido decenas, si no centenares, de apariciones marianas que han precedido a Lourdes), pero la Virgen respeta el camino humano, los pasos de la Iglesia. Y se definió «La Inmaculada» sólo «después» de la Bula de Pío IX, de 8 de diciembre de 1854. 

    ¿Nos puede contar algo sobre los acontecimientos sobrenaturales que los cronistas del tiempo escribieron respecto a la promulgación de la Bula «Ineffabilis Deus»? 

    La mañana del 8 de diciembre de 1854, en la basílica de San Pedro del Vaticano, en el momento de la lectura de la Bula «Ineffabilis Deus», sobre Pio IX cayó un rayo de luz. Fenómeno sorprendente, porque en ninguna estación, y mucho menos en vísperas del invierno, desde ninguna ventana de la Basílica Vaticana, podía llegar un rayo de luz al ábside donde se encontraba el Papa. Fue visto como una especie de aprobación celeste, el auspicio de un gozoso porvenir en medio de la atormentada vida de la Iglesia del momento. 

    Unos meses después, el 12 de abril de 1855, el mismo Pío IX visitaba el Colegio de «Propaganda Fide», en Roma. De repente el pavimento se abrió. En ese instante, el Papa gritó: «¡Virgen Inmaculada, ayúdanos!». Todos quedaron ilesos de milagro. Durante un siglo, en aquel Colegio, siguió la costumbre entre los alumnos, en el momento de romper la fila, de repetir la jaculatoria «¡Virgen Inmaculada, ayúdanos!». 

    En la «Ineffabilis Deus», Pio IX , al declarar la doctrina de la Inmaculada Concepción, afirma que está destinada «...a la exaltación de la fe católica y al incremento de la religión cristiana...». ¿Cuáles fueron los beneficios obtenidos con la definición? 

    Fue otro Papa quien describió los beneficios para la vida de la Iglesia: san Pío X, en la encíclica «Ad diem illum laetissimum», publicada en 1904, a los cincuenta años de la proclamación del dogma. 

    Además de «los dones ocultos de gracias» concedidos por Dios a la Iglesia por intercesión de María, el Papa Sarto recuerda: la convocatoria del Concilio Vaticano I, en 1870, con la definición dogmática de la infalibilidad pontificia; el «nuevo y nunca visto fervor de piedad con el que los fieles de toda clase y nación afluyen, desde hace tiempo, a venerar al vicario de Cristo»; la «longevidad del pontificado de Pío IX y de León XIII, sapientísimos pilotos de la Iglesia»; las «apariciones de la Inmaculada en Lourdes y el florecimiento de milagros y de piedad». 

    Volvieron a florecer las misiones, la caridad, la cultura, retornó la presencia y la visibilidad de los católicos en la vida social. Un ejemplo sorprendente: el día de la Asunción de 1895, tras el valiente ejemplo de los católicos de Roubaix, en junio, se reanudan en toda Francia las procesiones eucarísticas que habían sido prohibidas. 

    Durante la visita de Juan Pablo II este año a Lourdes, el día de la Asunción, el portavoz papal, Joaquín Navarro-Valls, afirmó: «El Papa ha venido para pedir una curación no sólo de una enfermedad física, sino de la enfermedad más grave que atenaza al mundo moderno: el olvido del pecado original». 

    En realidad, Juan Pablo II, con su recuerdo del pecado original, no ha hecho otra cosa que repetir algo ya claro a finales del siglo XIX, el siglo de Pío IX y del dogma de la Inmaculada. Y por añadidura, en ambientes que ciertamente no eran clericales. 

    Ya el poeta Baudelaire, que no era por cierto un adulador, a finales del siglo XIX, afirmaba: «¡La más grande herejía de nuestro tiempo es la negación del pecado original!». Esta herejía sigue en pie todavía, y actúa. Pensemos en la cruzada contra el ex ministro italiano Rocco Buttiglione, católico, obligado a renunciar a su candidatura a comisario europeo para la Justicia y las Libertades, por haber usado la palabra «pecado», durante una audición. 

    Se niega el pecado y el pecado original porque se quiere afirmar una idea de hombre totalmente liberado de una dependencia sobrenatural, de un Creador, un hombre que no reconoce sus límites y se pone en el lugar de Dios. 

    Pero el hombre, libre de esta ligazón, sin una referencia religiosa, se convierte en tirano de sí mismo, presa de utopías y totalitarismos. De un hombre sin Dios nacen el nazismo, el comunismo, y el terrorismo actual que usa la palabra «dios» para sus fines sanguinarios. 

    La Inmaculada, con su sonrisa dulce y benévola, tal como ha sido representada pictóricamente, ha aplastado la cabeza de la serpiente y nos conduce de la mano hacia el Paraíso, hacia la condición inmaculada que es su privilegio, aunque prometido a todos nosotros. 

    PRESENCIA DE LA VIRGEN MARÍA


    Presencia de María


    . Cuando la primera comunidad cristiana está dando sus primeros pasos, allí está María. No quiere quedarse al margen de la comunidad de Jesús. De forma discreta, silenciosa, se pone en medio, siempre en medio de la Iglesia.

    . María se mete de lleno en la gran movida del Espíritu. Levanta las manos y el corazón para que todo quede lleno de la bocanada de aire fresco, que es el Espíritu. 

    . María vive en el grupo el amor creciente por el gozo, los abrazos entrañables de unos y otros, los planes misioneros. María contempla gozosa un envío misionero inacabable para hacer presente el reino. 

    Palabra de la Iglesia

    “La Virgen fue en su vida ejemplo de aquel amor maternal con que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres” (LG, 65). 

    “Su presencia discreta, pero esencial, indica el camino del nacimiento del Espíritu. Así la que está presente en el misterio de Cristo como madre se hace –por voluntad del Hijo y por obra del Espíritu Santo- presente en el misterio de la Iglesia” (RM, 24).

    PARA SER UNA PEQUEÑA MARÍA


    Para ser una pequeña María
    Chiara Lubich


    Deseo comunicar una experiencia mía, pequeña, personal, pero que ha incidido en mi alma y quizás puede ser útil a otros.
    Tomé en mis manos, en estos días, un libro que me regalaron. Se titula: El secreto de Madre Teresa de Calcuta, obviamente. Lo abro en la mitad, allí donde habla de “mística de la caridad”. Leo este capítulo y otros. Me sumerjo con gran interés en esas páginas. Todo lo que se refiere a esta próxima santa, me interesa personalmente: fue, por años, mi preciosísima amiga.

    Se me pone en evidencia lampante, la extrema radicalidad de su vida, de su vocación totalitaria, que impresiona, y casi asusta, pero, sobre todo, me empuja a imitarla en el típico compromiso, radical y totalitario, que Dios me pide a mí. De hecho, cada carisma es una maravillosa flor, única, irrepetible, distinta de las demás, como, por otra parte, pensaba Madre Teresa. Cuando teníamos ocasión de encontrarnos me repetía: “Lo que yo hago, tú no lo puedes hacer. Lo que tú haces, yo no lo puedo hacer”.

    Movida por esta convicción, tomo en mis manos el Estatuto del Movimiento, convencida de que allí habría encontrado la medida y el tipo de radicalidad de vida que el Señor me pide a mí. Abro, y enseguida, en la primera página, recibo un pequeño shock espiritual, como por un descubrimiento del momento. ¡Y son casi 60 años que lo conozco! Se trata de la “norma de las normas, premisa de toda regla” de la mía y de nuestra vida: generar –así se expresaba el Papa Pablo VI- y mantener, primero y ante todo, también en las grandes empresas, también en los compromisos extraordinarios, también en los triunfos por el Reino, a Jesús entre nosotros con el amor recíproco.

    Porque, entiendo enseguida, esta es la mía y nuestra tarea más importante, especialmente hoy: ser en la Iglesia una pequeña María, “una presencia suya en la tierra, casi su continuación” sola y con todo el movimiento; ser otra María que ofrece a Jesús al mundo.

    Pero es necesario ese amor ultrafino que no mide, que sabe hacerse espiritualmente nada delante de quien tiene al lado. En nuestra vida, no siempre todo es perfecto: alguna palabra de más, mía o de otros, algún silencio demasiado largo, algún juicio hecho sin razonar, algún pequeño apego, algún sufrimiento mal soportado, ofuscan la presencia de Jesús entre nosotros, si no llegan a impedirla.

    Comprendo que debo ser yo, en primera persona, quien debo darLe espacio, aplanando todo, colmando todo, condimentando todo con la máxima caridad; soportando todo, en quien me está a mí alrededor. Soportar -una palabra que por lo general nosotros no usamos, pero que recomienda el Apóstol Pablo- no es cualquier caridad. Es una caridad especial, la quinta esencia de la caridad.
    Empiezo. Y no va mal, ¡todo lo contrario!
    Siento el deber de hacer primero toda mi parte y tiene efecto. Además me llena el corazón de felicidad, quizás porque, de este modo, vuelve a aparecer la presencia de Jesús entre nosotros y permanece.

    Y es el colmo de mi alegría cuando me llegan las palabras de Jesús: “Misericordia quiero y no sacrificios” (Mt. 9, 13). ¡Misericordia! He aquí la caridad ultrafina que se nos pide y que vale más del sacrificio, porque el mejor sacrificio es este amor que también sabe soportar, que sabe, si es necesario, perdonar y olvidar.

    Para ser pequeñas María, para asegurar a Jesús al mundo, es necesario vivir la “premisa de toda regla”, en esa mutua y continua caridad que florece como misericordia.

    Es ésta la radicalidad, es ésta la totalitariedad que se le pide a nuestra vida.

    Fuente: Movimiento Focolare

    sábado, 16 de noviembre de 2013

    DESCRIPCIÓN DE LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE GUADALUPE

    Descripción de la Imagen de la Virgen de Guadalupe 

    La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe quedó impresa en un tosco tejido hecho con fibras de maguey. Se trata del ayate, usado por los indios para acarrear cosas y no de una tilma, que usualmente era de tejido más fino de algodón. La trama del ayate es tan burda y sencilla, que se puede ver claramente a través de ella, y la fibra del maguey es un material tan inadecuado que ningún pintor lo hubiera escogido para pintar sobre el.

    La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es una maravillosa síntesis cultural, una obra maestra que presentó la nueva fe de manera tal que pudo ser entendida y aceptada inmediatamente por los indios mexicanos. Es imposible de describir aquí la rica y complicada simbología que contiene este cuadro-códice porque cada detalle de color y de forma es portador de un mensaje teológico.

    El rostro impreso en el ayate es el de una joven mestiza; una anticipación, pues en aquel momento todavía no habían mestizos de esa edad en México.



    María asume así el dolor de miles de niños, los primeros de una nueva raza, rechazados entonces tanto por los indios como por los conquistadores. El cuadro que se conserva en la moderna Basílica del Tepeyac mide aproximadamente 66 x 41 pulgadas y la imagen de la Virgen ocupa unas 56 pulgadas del mismo. La Virgen está de pié y su rostro se inclina delicadamente recordando un poco las tradicionales "Inmaculadas". Esta oportuna inclinación evita que el empate que une las dos piezas del tejido caiga dentro de la faz de la Virgen. El manto azul salpicado de estrellas es la "Tilma de Turquesa" con que se revestían los grandes señores, e indica la nobleza y la importancia del portador. Los rayos del sol circundan totalmente a la Guadalupana como para indicar que ella es su aurora. Esta joven doncella mexicana está embarazada de pocos meses, así lo indican el lazo negro que ajusta su cintura, el ligero abultamiento debajo de este y la intensidad de los resplandores solares que aumenta a la altura del vientre. Su pie esta apoyado sobre una luna negra, (símbolo del mal para los mexicanos) y el ángel que la sostiene con gesto severo, lleva abiertas sus alas de águila.

    La Virgen de Guadalupe se presentó ante sus hijos como la Madre del Creador y conservador de todo el universo; que viene a su pueblo porque quiere acogerlos a todos, indios y españoles, con un mismo amor de Madre. Con la prodigiosa impresión en el ayate comenzaba un nuevo mundo, la aurora del sexto sol que esperaban los mexicanos.

    La imagen ha sufrido serios atentados y ha salido incólume de ácidos corrosivos y hasta de una bomba de gran tamaño que, en 1921, un desconocido escondió entre flores que malvadamente le ofrecía. Al explotar la bomba, causó gran destrucción. El crucifijo de metal que estaba cerca de la Virgen quedó retorcido y sin embargo la imagen de la Virgen quedó intacta. El cristal del marco de su imagen no se rompió. 

    ORACIÓN POR LA SALUD DE LOS ENFERMOS


    ORACIÓN NUESTRA SEÑORA,
     SALUD DE LOS ENFERMOS

     María, Madre amadísima, te invoco confiadamente como salud de los enfermos. Eres Madre de bondad, especialmente para quienes están bendecidos con la Cruz, en particular la enfermedad. 

    Humildemente te pido esta gracia 
    (Mencione el favor que desea)

    . Madre del Perpetuo Socorro, te ruego que presentes mi petición a tu Divino Hijo. No será rechazada si te dignas rogar por mí, porque tu intercesión es poderosa ante Dios. Con la confianza de un niño, me abandono a la santa voluntad de Dios. El cuidará de mis deseos. Madre de Misericordia, yo te amo; en ti pongo mi confianza. Por tus manos ofrezco a Dios todos los sacrificios que haya de soportar con todo el amor de mi corazón. Que todas mis penas se conviertan en un acto de amor a Dios, de reparación por mis pecados, y mérito por la salvación de las almas, en particular la mía. Enséñame a tener paciencia y conformidad con la voluntad de Dios, imitándote a ti, Madre Dolorosa. V. Ruega por nosotros, Señora Nuestra, salud de los enfermos. R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

     0remos: Te rogamos, Señor Dios nuestro, que nos bendigas a nosotros tus siervos, con salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada Virgen María, Salud de los enfermos, seamos libres de las tristezas presentes y disfrutemos de las alegrías eternas. Te lo pedimos por Cristo, Nuestro Señor. Amén.

    BAJO TU AMPARO


    ORACIÓN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO


    Oración para las almas 
    del purgatorio

    Padre eterno, yo te ofrezco la preciosísima sangre de tu Divino Hijo Jesús, en unión con las misas celebradas hoy día a través del mundo por todas las benditas animas del purgatorio por todos los pecadores del mundo. 
    Por los pecadores en la iglesia universal, por aquellos en propia casa y dentro de mi familia. Amen.


    El Señor le dijo a Sta. Gertrudis que cada vez que rezara esta oración, pudiese librar 1000 almas del purgatorio.

    AMÓ A DIOS COMO SÓLO UNA MUJER PUEDE AMAR


    Autor: P. Antonio Izquierdo y Florian Rodero | Fuente: Catholic.net
    Amó a Dios como sólo una madre puede amar.
    María es la única mujer a quien Dios puede llamar madre y Jesús es el único Dios a quien una mujer puede llamar Hijo.
     
    Amó a Dios como sólo una madre puede amar.
    Nacer es tener una madre. Así ha sido y es para todo hombre; así ha sido para el mismo Dios, que se hizo hombre en el seno de una Virgen. Por eso, el título mariano de "Madre de Dios" es una de las verdades más consoladoras y más ennoblecedoras de la humanidad. El cristianismo no teme en afirmar que Dios se ha acunado en los brazos de una mujer. Una mujer, María de Nazaret, que es madre en su cuerpo y sobre todo madre en su corazón, como bellamente nos enseña san Agustín.

    1. Al ritmo de la vida de Cristo. Entre la vida de Jesús y la de María hay una estupenda sincronía y un paralelismo magnífico de misterio y de donación. Junto a la Encarnación del Verbo está la Inmaculada Concepción; con el nacimiento de Jesús se relaciona inseparablemente la maternidad de María; a los pies de la cruz del Redentor se halla de pie, firme en su dolor, María, la corredentora; la ascensión de Jesús a los cielos tiene su paralelo en la asunción de María en cuerpo y alma a la gloria celestial.
    Vivir al ritmo de Cristo es vivir a ritmo de redención. Así vivió y vive en el cielo María. Ella se desvivió por Jesús en su vida terrena y vive con Jesús y por Jesús en el cielo. Ella no se pertenece, sino que es toda de su Hijo. Su misión es su Hijo, en la historia y en el siempre de la eternidad.

    2. Múltiples relaciones. María mantiene diversas relaciones con la Iglesia. Es modelo de virtudes para todos los cristianos. Es Madre de la Iglesia, como la proclamó Pablo VI, pues ésta prolonga a Jesucristo místicamente en la historia. Es, al igual que la Iglesia, esposa del Espíritu y virgen fecunda que engendra continuamente hijos para Dios. Es espejo radiante de gracia y santidad, es pastora solícita del rebaño de Cristo, es abogada y protectora de los pecadores. Estas relaciones de María con la Iglesia y con sus hijos son relaciones vivas, ardientes, profundamente enclavadas en el alma cristiana, como se puede ver acudiendo a los santuarios de devoción mariana. ¿Y nuestras relaciones con María?

    La Iglesia nos recomienda una veneración profunda hacia María. Una veneración que entraña una mezcla de algo sagrado y filial, cercano y misterioso. Sí, porque María es nuestra madre, pero al mismo tiempo está toda ella envuelta en el misterio de Dios. Una veneración, por ello, que nace de la profundidad de la fe, pero que toca también la superficie de nuestra sensibilidad. Es toda nuestra persona la que venera a María. Veneramos a María pero no la adoramos, solo se adora a Dios.

    3. Madre del Hijo de Dios. María es la única mujer a quien Dios puede llamar madre y Jesús es el único Dios a quien una mujer puede llamar Hijo. En su seno Dios se instaló, creció, se hizo bebé. En sus brazos se acunó, en sus ojos se miró, sobre su pecho se durmió. Cogido de su mano comenzó a dar los primeros pasos por el mundo. Con sus besos María lo ungió de cariño y ternura, con sus labios le habló y le enseñó el lenguaje de su pueblo. Con su corazón lo amó, como sólo una madre puede amar. 

    viernes, 15 de noviembre de 2013

    LA TILMA DE SAN JUAN DIEGO, VIDENTE DE LA VIRGEN DE GUADALUPE



    Autor: Oscar Schmidt | Fuente: reinadelcielo.org 
    La tilma de Juan Diego

    La conservación de casi 500 años de la tilma original es un verdadero fenómeno inexplicable  

    Investigaciones científicas realizadas en la tilma de Juan Diego 

    En 1929 el fotógrafo Alfonso Marcué González descubre una figura humana microscópica en el ojo derecho de la Virgen. Desde entonces, el misterio de esas pupilas interroga a la ciencia.
    En el año 1936 el Obispo de México hace analizar tres fibras del manto por el que posteriormente sería premio Nobel de Química del año 1938 y 1949, el Dr. Richard Khun (de origen judío). 

    Este descubrió que la pintura no tenía ningún origen vegetal, ni mineral, ni animal, ni ningún otro elemento de los 111 conocidos, por lo que dedujo que la pintura no es de origen conocido.
    Muchos oftalmólogos han analizado los ojos de María desde entonces, y también fotógrafos y científicos. Uno de los hombres que más energías ha dedicado a tratar de dilucidar el misterio que encierran esas imágenes es el científico peruano José Aste Tonsmann, experto de IBM en procesamiento digital de imágenes. Hace 22 años decidió investigar la posible existencia de más figuras, y halló otras doce, en adición a la figura que se había descubierto originalmente.

    Los ojos de Guadalupe constituyen uno de los grandes enigmas para la ciencia en estos momentos, como han constatado los estudios que el ingeniero José Aste Tönsmann realizó para el Centro de Estudios Guadalupanos de México. Este graduado en ingeniería en sistemas ambientales por la Universidad de Cornell, ha estudiado durante más de veinte años la imagen impresa de la Virgen en ese tosco tejido hecho con fibras de maguey de Juan Diego, el indígena que recibió las apariciones que cambiarían decisivamente la historia de México. 

    En febrero de 1979 el Dr. José Aste culminó con dos años de trabajo intensivo y descubrió lo que hasta ahora ha sido uno de los fenómenos inexplicables más grandes de todos los tiempos (¡los que tenemos fe lo llamamos simplemente un milagro!). Por computadora el Dr. Aste agranda la imagen de la pupila del ojo derecho e izquierdo en forma digitalizada, y descubre doce personas que están siendo observadas por los ojos de la Imagen de la Virgen de Guadalupe. Pero allí no termina la sorpresa, ya que al agrandar la pupila del Obispo Juan de Zumarraga otras mil veces más, o sea 1 milímetro de la imagen se agranda primero 2500 veces y luego la pupila del obispo 1000 veces más y allí aparece nuevamente la imagen del indio Juan Diego mostrando la Tilma con la Imagen de la Virgen de Guadalupe, retratada en los ojos del obispo. Dos veces se retrata la imagen: una vez en los ojos de María, y luego en los ojos del obispo retratados en los ojos de María. O sea que esta imagen se observa en el tamaño de un cuarto de micrón, que es la 1/4 parte de un millonésimo de milímetro. 

    ¡Esto hizo que el Doctor Aste Tonsmann no durmiera por varios días maravillado de algo tan increíble! No es para menos, los milagros deben maravillarnos. En caso contrario, ¿qué sentido tiene que Dios los realice?

    Trece personajes en los ojos de la Virgen

    Si bien sus dimensiones son microscópicas, el iris y las pupilas de los ojos de la imagen tienen impresa al menos la imagen sumamente detallada de trece personajes. Las mismas personas están presentes tanto en el ojo izquierdo como en el derecho, con diferentes proporciones, al igual que sucede en los ojos de un ser humano que refleja los objetos que tiene en frente. El reflejo transmitido por los ojos de la Virgen de Guadalupe es la escena en la que Juan Diego mostraba al obispo fray Juan de Zumárraga y a los presentes en la estancia el manto con la misteriosa imagen. Era el 9 de diciembre de 1931.

    La técnica que ha utilizado para su estudio el ingeniero Aste Tönsmann es la del proceso digital de imágenes usado por los satélites y por las sondas espaciales para transmitir informaciones visivas. El científico, de hecho, ha trabajado durante años en IBM en procesamiento digital de imágenes. Según las conclusiones del estudio, nos encontramos ante una imagen «que no ha sido pintada con mano de hombre». Ya en el siglo XVIII varios científicos realizaron pruebas científicas que mostraban cómo era imposible pintar una imagen así en un tejido de esa textura. De hecho, con el pasar del tiempo, las fibras del «ayate» (o tilma) que utilizaban los indios se degradan. Normalmente no deberían durar más de veinte años. Sin embargo, la imagen está impresa desde hace 470 años.
    Richard Kuhn, premio Nobel de Química (recordó Aste Tönsmann), hizo análisis químicos en los que se pudo constatar que la imagen no tiene colorantes naturales, ni animales ni mucho menos minerales. Dado que en aquella época no existían los colorantes sintéticos, la imagen, desde este punto de vista, es inexplicable. En 1979 los estadounidenses Philip Callahan y Jody Smith estudiaron la imagen con rayos infrarrojos y descubrieron con sorpresa que no había huella de pintura y que el tejido no había sido tratado con ningún tipo de técnica. Aste Tönsmann se pregunta, «¿Cómo es posible explicar esta imagen y su consistencia en el tiempo sin colores y con un tejido que no ha sido tratado?. Es más, ¿cómo es posible que, a pesar de que no haya pintura, los colores mantengan su luminosidad y brillantez?».

    El ingeniero peruano explica que «Cahallan y Smith han mostrado cómo la imagen cambia ligeramente de color según el ángulo de visión, un fenómeno que se conoce con el término de iridiscencia, una técnica que no se puede reproducir con manos humanas». El investigador comenzó a desarrollar su estudio en 1979. Agrandó los iris de los ojos de la Virgen hasta alcanzar una escala 2.500 veces superior al tamaño real y, a través de procedimientos matemáticos y ópticos, logró identificar todos los personajes impresos en los ojos de María. En los ojos de la Reina del Cielo –revela– se encuentran reflejados los testigos del milagro guadalupano, el momento en que Juan Diego mostraba la tilma al obispo. Los ojos de la Virgen tienen así el reflejo que hubiera quedado impreso en los ojos de cualquier persona en esa posición, quinientos años atrás.

    Se puede individualizar a un indio sentado, que mira hacia lo alto mientras parece tener entre sus manos un instrumento musical indígena; el perfil de un hombre anciano, con la barba blanca y la cabeza con calvicie avanzada, como el retrato del obispo Juan de Zumárraga realizado por Miguel Cabrera para representar el milagro; un hombre más joven, con toda probabilidad el intérprete Juan González; un indio de rasgos marcados, con barba y bigote y un gorro típicamente indígena, que abre su propio manto ante el obispo: ¡sin dudas se trata de Juan Diego!. Una mujer de rostro oscuro, una sierva negra que estaba al servicio del obispo; un hombre de rasgos españoles que mira pensativo acariciándose la barba con la mano.

    En el centro de las pupilas, además, a escala mucho más reducida se puede ver otra «escena», totalmente independiente de la primera. Se trata de una familia indígena compuesta por una mujer, un hombre, y algunos niños. En el ojo derecho, aparecen otras personas de pie detrás de la mujer.

    Hasta aquí llega la ciencia, fue la conclusión de Aste Tönsmann. Cómo se ha realizado algo así no es posible descifrarlo con métodos científicos. En definitiva, en los ojos de la imagen de la Virgen de Guadalupe está impresa una especie de instantánea de lo que sucedió en el momento en que tuvo lugar el milagro.
    Frente a toda esta evidencia, la ciencia puede mostrar la realidad indiscutible presente en la Imagen, no su origen. ¡Para esto hace falta la fe!


    Milagros alrededor de la tilma, desde siempre 

    El día 26 de Diciembre de 1531 (pocos días después del milagro) iba un grupo transportando la tilma al cerro del Tepeyac. En la misma iban muchos indios festejando, como era la costumbre de los chichimecas, jugando con los arcos y las flechas y danzando. A uno de ellos se le disparó accidentalmente una flecha, con tan mala suerte que atravesó la garganta de un indio que iba caminado acompañando el manto. El mismo murió en el acto en que la flecha le atravesó la yugular.

    Luego de haberle extraído la flecha delante mismo del manto, el indio revivió y sólo le quedo la cicatriz hasta el día en que murió. A raíz de este impresionante hecho 9.000.000 de indios se convirtieron al cristianismo.

    En el año 1751 el retrato fue analizado por Miguel Cabrera junto con José Ibarra, y comprobaron que en la Imagen no hay rastros de pintura mirando por detrás, y por delante era visible la pintura pero no había rastros de pinceladas de ningún tipo. En el año 1791 en el lado derecho superior cae ácido muriático haciendo un agujero de cerca de 10 centímetros de diámetro. En 30 días el sector dañado se reconstituyó sólo sin que nadie hubiera hecho algo para remendarlo, cocerlo o entretejerlo. Hoy en día queda la aureola de la mancha y sólo con instrumental preciso se pueden rastrear  aún restos de ácido muriático en la Tilma.

    En el siglo XVIII se hizo una réplica lo más parecida al original y se pudo comprobar que el poncho confeccionado con las mismas fibras de maguey se hizo polvo en sólo 15 años. La conservación de casi 500 años de la tilma original es un verdadero fenómeno inexplicable.

    El día 14 de noviembre de 1921 el pedrero Luciano Pérez, un español anarquista, depositó un arreglo de flores al lado de la Tilma de Juan Diego.

    En ellas había colocado una carga de dinamita que destruyó todo alrededor, mas la Tilma no sufrió absolutamente ningún daño.
    En el año 1956 el oftalmólogo Dr. Torruela Bueno descubre que al acercarse al ojo para realizarle un fondo de ojo, la pupila se cierra y al apartar la luz se dilata nuevamente, como si fuera el ojo humano de una persona viva. En julio de 1956 el Dr. Lavoignet después de 8 meses de trabajos, descubre el fenómeno óptico de la "triple imagen de Purkinge-Samson", que es el fenómeno óptico que hace que en el ojo humano se formen las tres refracciones del objeto visto.

    Al acercar el lente para hacer un fondo de ojo, observaron una vez más que con la luz la pupila se contraía y al retirarla se dilataba nuevamente.

    El 7 de mayo de 1979 los científicos Jody Brand Smith, profesor de estética y de filosofía en el Pensacola College, y Phillip Serna Callahan, biofísico de la Universidad de Florida y especialista en pintura y miembros de la NASA, analizan la tilma sin encontrar pintura en el original de la imagen. Prueban que no es fotografía pues no ha se ha impresionado al tejido. También descubren que la tilma conserva sin ninguna explicación la temperatura del cuerpo humano, de alrededor de 36,6 a 37º. Al acercarse a ver la tela a menos de 10 centímetros, no se ve nada más que las fibras del manto, los colores ya no son visibles, desaparecen. Es imprescindible alejarse para ver la imagen de María. Los científicos de la NASA descubren también que al pasar un rayo láser por la tela, colocándola de costado, el mismo pasa sin tocar la pintura ni la tela. De este modo comprueban que la pintura está suspendida en el aire, por tres décimas de milímetros, o sea que la misma no está pegada en el manto, sino tan solo suspendida en el aire.
    ¡Suspendida en el aire, sobre la tela de fibra de maguey, pero sin tocarla!

    El 22 de diciembre de 1981 el padre Mario Rojas descubre en el Observatorio Laplace de la ciudad de México, que las estrellas del manto corresponden al Solsticio de invierno del día 12 de diciembre de 1531, que pasó por México a las 10.26 de la mañana. O sea que a esa hora Juan Diego desplegó el poncho y en esa hora de ese día los astrónomos han comprobado tal acontecimiento al analizar la disposición estelar de las estrellas que aparecen en el Manto de María.

    También un ginecólogo, al colocar el estetoscopio debajo de la cinta de armiño donde se ve que la Virgen se encuentra encinta, se da cuenta que siente ruidos de latidos rítmicos. Los cuenta y se lleva la sorpresa de que son de 115 a 120 pulsos en un minuto, que vienen a ser los latidos del corazón del Niño Jesús, y corresponden en dicha cantidad a los de un niño real.

    ¿Qué más debe hacer Dios para convencernos de la Presencia tangible del mundo sobrenatural frente a nosotros?. Estos llamados a la fe son tan rotundos, tan contundentes, que sorprende que el mundo siga su curso como si nada ocurriese. ¡Despertemos, despertemos!. ¿Qué acto de Dios falta para que nos decidamos a poner nuestros ojos EL?


    Entrevista al Doctor José Aste Tonsmann

    Cuando el ojo humano observa, los objetos que está mirando se reflejan en su retina. «Yo estoy reflejado ahora mismo en su ojo», explica el doctor Aste en esta entrevista. «Dependiendo de que el objeto esté más cerca o más lejos del ojo, se reflejará a mayor o menor tamaño en el globo ocular», explica. «Y eso es lo que ocurre con los ojos de la Guadalupana: la imagen que aparece recogida en sus dos retinas es la del momento en que la Virgen se impresionó en la tilma de Juan Diego».

    -Esas figuras, ¿no pueden ser obra humana?
    -José Aste Tonsmann: No, por tres motivos. En primer lugar, no son visibles al ojo humano, salvo una: la del español, que es la más grande. Nadie podría haber pintado unas siluetas tan pequeñas. En segundo lugar, los pigmentos de esas figuras no se sabe qué origen tienen. Ocurre lo mismo con la imagen de la Virgen: no está pintada, y nadie sabe aún cómo se estampó sobre la tilma de Juan Diego.

    -¿Y el tercero?
    -José Aste Tonsmann: Las trece figuras se repiten en los dos ojos. ¿Qué artista haría eso?. Además, su tamaño varía de un ojo al otro, dependiendo de lo cerca que estuviera el personaje del ojo izquierdo o derecho de la Virgen.

    -¿Qué proceso siguió en su experimento?
    -José Aste Tonsmann: Primero se toman unas fotografías de los ojos. Después se digitalizan. Son leídas por el ordenador, y se realizan ampliaciones y filtrado de las imágenes.

    -¿Quiénes aparecen en los ojos?
    -José Aste Tonsmann: Hay un sirviente casi desnudo; un anciano (el obispo Fray Juan de Zumárraga); un joven (el traductor); un indígena con una tilma (Juan Diego); una mujer negra (una esclava); un español con barba; y por último, una familia indígena con padre, madre, tres hijos y dos adultos más, que pueden ser abuelos o tíos.

    -¿Cómo sabe que el resto de figuras corresponde a la esclava, al traductor, etc.? 

    -José Aste Tonsmann: Hay constancia histórica. El anciano que aparece en los ojos de la Virgen guarda gran parecido con los cuadros del obispo Zumárraga que hay de la época. Sobre la esclava negra, Zumárraga dice en su testamento que le da la libertad, e incluso sabemos que se llamaba María. En el Archivo de Indias se conserva el acta de embarque del obispo cuando marchó al Nuevo Mundo. 

    IMÁGENES DEL NIÑO JESÚS

































    IMÁGENES Y GIFS DEL NIÑO JESÚS




























































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