jueves, 16 de enero de 2014

RUEGO A LA VIRGEN DEL CARMEN


Ruego a la Virgen del Carmen
Noemí Alas


Santa Madre, misericordia 
de aquellos cuyas almas
soñaron horizontes salados
cuerpos a mitad de camino
con sus ojos abiertos 
hacia el lecho marino
de marea y de espuma 
piedad para aquellos hombres 
de la mar ,piedad por las viudas
y por los que hoy yacen en el fondo 
del mar.

ROSA MÍSTICA


Rosa Mística
Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv


Rosa Mística, fragancia del Eterno
que perfumas mi templo en tu presencia
aroma suave de su complacencia
que floreces en el frío del invierno.

Eres la flor que adorna mi plegaria
el pensamiento que bendice mi conciencia
la suavidad y el color de la paciencia
la faz de una inocencia legendaria.

Alabo en la mañana tu belleza
la armonía que la gracia te regala
y el cándido fulgor de tu pureza.

Resplandece inmaculada la realeza
pues la luz que de Ti brota no se iguala
y proclama al universo tu grandeza.

DIEZ CLAVES PARA LA PAZ


Diez claves para la paz


1. Mira a todos con respeto y benevolencia.

2. No hables mal contra nadie, no condenes a ninguna persona a ningún grupo, a ningún pueblo, a ninguna institución.

3. Perdona las injurias presentes y pasadas, líbrate de las garras del odio, guarda la libertad de tu corazón para amar, para convivir, para comenzar una vida nueva cada día.

4. Desea simplemente la paz con todos, la colaboración, la convivencia, el gozo de la fraternidad y del servicio.

5. Trata de simplificar los problemas en vez de agrandarlos; no acumules las sombras, busca en todo los resquicios de luz y los caminos de la esperanza.

6. Ten el valor de negarte a colaborar con cualquier proyecto violento, 
apártate de los que enseñan y practican el odio, la venganza, el amedrentamiento y la violencia.

7. Crea en torno a ti sentimientos y actitudes de paz, de concordia, de
convivencia, de misericordia y de consuelo.

8. Apoya a los que trabajan sinceramente por la paz, en la verdad, libertad y justicia.

9. Dedica algún tiempo a trabajar tú también por la paz, con serenidad,
esperanza y generosidad.

10. Pide a Dios que te dé el espíritu de la sabiduría de la bondad, de la
fortaleza y de la generosidad para ser instrumento de su bondad y de su amor en un mundo renovado donde todos podamos vivir en la verdad, el amor, la libertad y la fraternidad.

SALUDO A JESÚS SACRAMENTADO


Saludo a Jesús Sacramentado


Oh Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, aquí presente en el Santísimo Sacramento del altar, creo todo lo que Vos, mi Señor, me habéis revelado. Arrepentido de todos mis pecados, esperando en Vos que nunca permite que sea confundido, agradeciendo por este don supremo, amándoos sobre todas las cosas en este Sacramento de vuestro amor, adorándoos en el misterio profundo de vuestra humildad, os manifiesto y hago patente todas las heridas y miserias de mi pobre corazón y os pido me deis todo lo que necesito y deseo. Pero tan solo os necesito a Vos, oh Dios mío, tan solo os deseo a Vos, vuestra gracia y la gracia de usar debidamente vuestras gracias, poseeros en esta vida y poseeros en la otra.

Bendito seáis, oh poder divino de vuestro paternal Corazón, que aunque todo lo podéis, sin embargo, no podíais darnos un don más precioso que este Santísimo Sacramento.

   Oh Pan celestial, gran Sacramento, os adoro y os alabo en todo momento. (repítase después de cada alabanza)

   Bendita seáis, oh Sabiduría del Verbo Divino, que todo lo sabéis y lo ordenáis, y sin embargo no sabíais prepararnos una comida más exquisita, que este Santísimo Sacramento.

   Bendito seáis, oh Dios mío, que en vuestra inefable dulzura de amor os habéis transformado en este pan para darnos como el más dulce manjar.

   Bendito seáis, oh Dios mío, que habéis encerrado todos vuestros misterios en esta humilde forma de pan terrenal. ¡Oh Trinidad Santísima!

REZANDO EL PADRE NUESTRO FRENTE A LA EUCARISTÍA

Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
Rezando el Padre Nuestro frente a la Eucaristía
Te pido mi Jesús, que cada vez que rece la oración que tú me enseñaste, lo haga despacio, con calma, con amor.
 
Rezando el Padre Nuestro frente a la Eucaristía
Estoy frente a ti, Señor, en esta mañana de cielo azul y sol resplandeciente. Me dispongo a rezar, después de saludarte y empiezo:

"Padre Nuestro... me detengo y llega hasta mi como un relámpago la escena en que tú, Jesús, les decías a aquel grupo de hombres que habías escogido, que te seguían y que te veían orar.

Te preguntaron cómo debían orar y tú dijiste:

Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. (Mt 6, 9-13)

Y añadiste: Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes. (Mt 6, 9-15)

Me detengo unos momentos para pensar lo que estoy diciendo, ya que generalmente esa oración es una rutina en mi vida.

Su comienzo es toda una maravilla de grandeza, de fuerza, de ternura... y revelada por ti, Señor, porque sino ¿quién se atrevería a llamar PADRE, al Omnipotente, al Creador del cielo y de la tierra, a la Divinidad, al Todopoderoso, al que dijo: "Yo Soy El que Soy"? Pues bien, Jesús, tú que eres su Hijo, dijiste que es así como le podemos llamar, con plena confianza, con respeto pero con mucho amor: Padre

También nos dices que hay que santificar ese NOMBRE, que debemos darle todo el respeto y la gloria de que es merecedor y después añades una petición: Que venga tu Reino, ese Reino por el que Tú te hiciste hombre y es el que viniste a anunciar y que fue el causante de tu muerte y nos sigues pidiendo que recordemos que es también nuestra misión el anunciarlo.

Y lo que sigue, ¡qué bien lo sabes tú, Jesús! Cada día, en todos los rincones de la Tierra hay alguien que te dice, aún con lágrimas en los ojos y el corazón roto de dolor, ¡hágase tu Voluntad! ¡Qué difícil, cómo cuesta dejar todo en tus manos y aceptar tu Voluntad!

Y sigue otra petición: Nuestro pan Señor que no nos falte. ¡Que todos tus hijos, sin distinción de razas y credos, tengan el alimento de cada día, ya que a ti te preocupaba y apenaban aquellos hombres que te seguían y no tenían que comer y que tenían hambre... y lleno de piedad hiciste uno de los milagros más hermosos. Ahora nos toca a nosotros luchar porque llegue el día en que no exista el hambre en esta Tierra.
Y lo más importante, que nunca nos falte TU Pan, la Eucaristía, que siempre podamos recibirla, que aumentes nuestra fe para amar cada día más Tu presencia en ese pequeño pedacito de Pan donde quieres quedarte con nosotros para siempre.

Y luego, la petición de la humildad pidiendo perdón de nuestras ofensas, pero ese perdón, lleva una condición. ¡Ay, Jesús, esa condición, tú lo sabes porque conoces nuestro corazón, cómo nos cuesta! Mira que le ponemos al Padre, el ejemplo de que nos perdone "cómo nosotros perdonamos" y nosotros somos los que siempre decimos: "¡yo eso no lo voy a perdonar, no puedo, me han hecho demasiado daño o es una persona que no la soporto, me cae muy mal y no la voy a perdonar!" o "yo perdono pero... no olvido". ¡Ay, Jesús!, tú que sabes y recuerdas que diste hasta la última gota de tu preciosa sangre para que fuésemos perdonados y sabes también que esa es la condición del amor por nuestros semejantes. Perdonar y olvidar, porque así es el perdón que Dios, nuestro Padre, nos da. Y nosotros sabemos muy bien cómo es nuestro perdón...

Ya voy a terminar la oración más hermosa que nos pudiste enseñar, pidiendo: Que no nos dejes caer en la tentación, qué seamos fuertes para no rendirnos a los mil sortilegios y engaños del enemigo de ese Dios que tanto nos ama y ¡líbranos del mal! Si, líbranos de ese mal y de tantos males para que no echen raíces en nuestro corazón, y nos puedan alejar de nuestro Padre Dios.

Bendita, como ninguna, la oración del Padre Nuestro, que siendo tan hermosa la decimos todos los días pero tan rutinariamente que no le podemos dar todo el maravilloso sentido y poder que ella encierra.

Te pido mi Jesús, que cada vez que rece la oración que tú me enseñaste, lo haga despacio, con calma, con amor, sabiendo que la dirijo a mi Padre Bueno que me escucha y me ama.

Gracias por estar presente en la Eucaristía... gracias por Tu Pan de cada día.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • Ma. Esther de Ariño
     

    PENSAMIENTO MARIANO 27



    PENSAMIENTO MARIANO

    En el Rosario aprendemos de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. 

    Juan Pablo II

    miércoles, 15 de enero de 2014

    ICONOGRAFÍA DEL DOLOR DE LA VIRGEN MARÍA


    Iconografía del dolor de la Virgen
    Padre Tomás Rodríguez Carbajo  



    Una manera de comunicar las experiencias vividas es a través de las representaciones plásticas, así se explica que sean muy variadas las imágenes de María.
    Una experiencia humana común a todos es la del dolor, que tiene causas y tonalidades distintas.
    Al contemplar a los Santos o a la Virgen queremos verlos tan cercanos a nosotros que contemplamos en ellos todas las experiencias por las que nosotros pasamos y también ellos.
    La realidad del dolor es innegable en el ser humano y de él no se libró María a la que llamamos con algunos nombres con los que queremos expresar el dolor por el que pasó sobre todo en ciertos momentos de su vida.
    La dignidad de Madre, que María tuvo, no sólo fue la causa de todos los privilegios, sino también de todos los trances dolorosos por los que pasó en su vida terrena. La condición de madre no sólo conlleva dolor en el momento del parto, sino a través de toda la vida del hijo, unos serán físicos y otros psíquicos, pero nunca le faltarán.
    La maternidad espiritual de María sobre nosotros también le acarreó dolores; como muestra de ello podemos contemplarla en el Calvario, en donde se nos dio por Madre.

    La contemplación de los dolores de María ha existido desde muy antiguo:

    . En devoción tenemos a S. Ildefonso de Toledo (606 -667)

    . En la literatura destacó el rey Alfonso Sabio, en el s. XIII, con "Las Cantigas de Santa María", tiene una dedicada a los "Siete Dolores".
    .En el arte es posible encontrar en el s. XV en Burgos huellas de Vírgenes Dolorosas.

    No faltaron religiosos franciscanos como en el s. XIII San Buenaventura y Jacopone de Todi, éste con su célebre himno "Stabat Mater Dolorosa", y en el s. XV San Bernardino, quienes contribuyeron a fijar y propagar la iconografía de la Virgen Dolorosa.
    Las representaciones plásticas de María en el trance del dolor no ha sido unánime ni en las denominaciones ni en la manera, si bien es verdad que en todas tiene una actitud orante con expresión dolorosa como corresponde a la situación que refleja.

    Nombres de la Dolorosa.

    No están de mutuo acuerdo en cómo llamar a las efigies de la Virgen Dolorosa.
    Podemos hacer tres grupos:

    1.- Virgen de la Piedad.

    Se representa a María sentada en el suelo o sobre una piedra, al pie de la cruz y con el Hijo muerto en su regazo.
    Esta efigie es muy famosa en el Renacimiento, y sobre todo, en Italia, en donde Miguel Ángel hizo sus tres conocidas imágenes de la Piedad, destacándose la que se encuentra en la basílica de San Pedro del Vaticano, con la peculiaridad de que el artista ha puesto su nombre en la cinta que pasa por el corazón de la Virgen.

    En España un representante en el barroco lo tenemos en las tallas de Gregorio Fernández.

    2.- Virgen de los Dolores o de las Angustias.

    Suele aparecer con ambos brazos abiertos y como exclamando, situada al pie de la cruz, aquel grito de dolor: "Oh vosotros, que camináis, atended y ved si hay dolor semejante al mío."
    La imagen suele tener en su corazón siete espadas, representando los dolores que ha fijado la tradición.
    En España se le llama en algunos sitios la Quinta Angustia.

    3.- La Soledad.

    Esta advocación tiene su origen en la capilla frente al Calvario en que, según una tradición, María se quedó viviendo en el Calvario hasta que Jesús resucitó; contemplando los clavos y la corona de espinas... en triste soledad.
    Las características de esta imagen son: La Virgen se viste de negro y llora silenciosamente, las manos atenazadas por el sufrimiento, no necesita espada para declarar el dolor.
    Esta soledad de María impresionó profundamente a nuestros antepasados, como nuestro Lope de Vega nos lo ha trasmitido con los siguientes versos:
    Sin Esposo, porque estaba
    José de la muerte preso;
    sin Padre, porque se esconde;
    sin Hijo, porque está muerto;
    sin luz, porque llora el Sol;
    sin voz, porque muere el Verbo;
    sin alma, ausente la suya;

    sin cuerpo, enterrado el cuerpo;
    sin tierra, que todo es sangre;
    sin aire, que todo es fuego;
    sin fuego, que todo es agua;
    sin agua, que todo es hielo;
    con la mayor soledad...

    Cuántas espadas?

    Se ha tomado como símbolo de dolor en María una espada, teniendo en cuenta la profecía de Simeón: "Una espada te atravesará el alma" (Lc. 2, 35).
    El número simbólico de siete espadas es el que ha predominado sobre todo a partir del s. XV.
    Hay un grabado del s. XVI que tiene 13 espadas.
    El murciano Salzillo (s. XVIII) talló una imagen de la Dolorosa, que sólo lleva clavada una espada, la Virgen de la Purísima Angustia de la iglesia de Santa Catalina, de Cádiz.
    Como los dolores son tan numerosos y variados nunca los autores se pusieron de acuerdo acerca de cuáles eran cada uno, hasta llegó el momento que parecía como si hubiese una competición para ver quién encontraba más en la biografía de la Virgen, hasta el punto que llegaron a contarse hasta 150. Lo que sí sabemos es que María por ser Corredentora con su Hijo y al escoger éste el camino del sufrimiento tuvo que sufrir mucho, nunca el dolor estuvo ausente en su vida.

    BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA


    Bienaventurada
    Camilo Valverde Mudarra


    A ti, la llena de gracia,
    la elegida de Dios,
    la esclava sencilla,
    te llamarán bienaventurada
    todas las generaciones 

    Tú que, sabia,
    aceptaste la voluntad del Señor,
    muéstranos que, quien se humilla,
    tendrá, en su morada,
    un puesto con sus bendiciones. 

    Guíanos tú, la Bienamada,
    a guardar tu amor
    y llevarlo a pueblos y regiones
    y traer la paz a las naciones. 

    TE ACLAMAMOS VIRGEN MARÍA, POR MADRE Y SEÑORA

       
    Te aclamamos por Madre y Señora 
    Himno, Liturgia de las horas


    Te aclamamos por Madre y Señora 
    -eres causa de nuestra alegría-; 
    nuestra Reina, la corredentora 
    que ha querido mostrarse pastora. 
    ¡Oh humildísima Virgen María! 
      
    Has trocado la augusta diadema 
    por sencillo sombrero con flores, 
    amapolas y espigas tu gema, 
    y es un báculo humilde tu emblema 
    de Pastora entre tantos pastores. 
      
    Cual ninguno conoces la fuente, 
    manantial de las aguas tranquilas. 
    A la sombra del Omnipotente 
    no hay oveja que no se apaciente 
    cuando tú, cual Pastora, vigilas. 
      
    ¡Qué feliz es contigo el rebaño!, 
    lo recuestas en verdes praderas 
    lo conduces con gozo y sin daño, 
    lo defiendes del mal, del engaño, 
    en guardarle del lobo te esmeras. 
      
    Quien de ti se ha fiado no falla 
    al cruzar las cañadas oscuras, 
    lo proteges en toda batalla, 
    eres lumbre y escudo y muralla, 
    le hallas pasto en las peñas más duras. 
      
    ¡Gloria a aquel que la quiso tan bella! 
    Gloria al Hijo, su dicha y su encanto 
    -Astro Rey que nació de una estrella-. 
    Por la obra que él hizo con ella, 
    gloria sea al Espíritu Santo.  

    TANTAS VECES, VIRGEN MARÍA ME HAS AUXILIADO


    Tanta veces, María
    Rafael Ángel Marañón


    Tantas veces María me has auxiliado, 
    Que siento la vergüenza, angustia y pena 
    Del que torna de casa hostil y ajena 
    Y volviendo a tu amor, llego turbado. 

    Ignoran las estrellas cuando, helado, 
    En las noches de oscuridad suprema 
    Sin luna, sin lucero, mi gangrena 
    Crecía con el furor de mi pecado 

    Acudo una vez más a tu clemencia 
    Y apelo a tu serena mansedumbre, 
    Más grata cuanto más vil fue mi ausencia. 

    Y sé que tu recibes mi dolencia; 
    Que afable me convidas a tu lumbre 
    Por que es inagotable tu paciencia. 

    CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN MARÍA



    martes, 14 de enero de 2014

    PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO


    REGALOS QUE NO TE CONVIENE RECIBIR

    Hay regalos que no te conviene recibir

    Era un profesor comprometido y estricto, conocido también por sus alumnos como un hombre justo y comprensivo.

    Al terminar la clase, ese día de verano, mientras el maestro organizaba unosdocumentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y en forma desafiante le dijo:

    - Profesor, lo que me alegra de haber terminado la clase es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de verle esa cara aburridora.

    El alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado.

    El profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó:

    - ¿Cuándo alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes?

    El alumno quedó desconcertado por la calidez de la sorpresiva pregunta.

    - Por supuesto que no. -Contestó de nuevo en tono despectivo el muchacho.

    - Bueno, -prosiguió el profesor-, cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo, en este caso una emoción de rabia y rencor, que puedo decidir no aceptar.

    - No entiendo a qué se refiere. -dijo el alumno confundido.

    - Muy sencillo, -replicó el profesor-, tú me estás ofreciendo rabia y desprecio y si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo, y yo, mi amigo, en verdad, prefiero obsequiarme mi propia serenidad.

    - Muchacho, -concluyó el profesor en tono gentil-, tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa, yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón pero de mí depende lo que yo cargo en el mío.

    Cada día, en todo momento, tú puedes escoger qué emociones o sentimientos quieres poner en tu corazón y lo que elijas lo tendrás hasta que decidas cambiarlo.

    Es tan grande la libertad que nos da la vida que hasta tenemos la opción de amargarnos o ser felices.

    ¿Qué escogiste tú?

    LA FLOR DE LA ALEGRÍA

    La flor de la alegría
    Autor:  Padre Justo López Melús


    Sólo encuentra la alegría y la felicidad el que la busca... para los demás. Según una leyenda india, había muchas flores en el jardín de la humanidad, pero faltaba la más hermosa, la flor de la alegría. Un día llegó al jardín un extranjero, vio a los hombres tristes y les dijo: «En la cumbre de la montaña hay una flor preciosa. El que la traiga y la plante en su jardín será feliz».

    Desde entonces todos se decidieron a buscar la flor. El primero, el rey. Pero la corona le pesaba mucho y abandonó. Luego un guerrero, pero le pareció poca cosa y no la vio. Después un sabio, pero entre dudas y vacilaciones se desanimó. Y un día un niño se extravió y se encontró con la flor de la alegría. Con sus ojos limpios la distinguió y le cautivó. Y exclamó gozoso: «Llevaré esta florecita a mi madre y se alegrará». Y fue dichoso al ver la alegría de su madre.

    ¿QUÉ ES LA LECTIO DIVINA?

     Lectio Divina:
    Un itinerario para leer
    la Palabra en Pascua

    La «lectio divina» es una manera de entrar en diálogo con el Dios que nos habla a través de su Palabra.
    Podemos representar gráficamente el itinerario de la «lectio divina»
    de esta manera:

    LECTURA
    ¿Qué dice el texto?
    • Leer el texto de manera atenta y respetuosa.
    • Detenerse (estar-reposar) sobre el texto.
    • Descubrir el mensaje de fe.

    COMPROMISO
    ¿Qué camino de vida me invita a tomar?
    • Ver la realidad con la mirada de Dios.
    • Configuración con Cristo y vida en el Espíritu.
    • Anuncio, compromiso y caridad.

    MEDITACIÓN
    ¿Qué me dice el texto?
    • Ponerse ante el espejo de la Palabra.
    • Interiorizar.
    • Ahondar en la propia vida.

    ORACIÓN
    ¿Qué me hace decirle a Dios?
    • Orar la Palabra: pido, alabo, agradezco, suplico…

    CONTEMPLACIÓN
    • Dios se me da a conocer con la experiencia
    del corazón.
    • Serenidad ante el misterio de Cristo.

    ORIENTACIONES para leer la Biblia

    1) Ambientar la lectura
    La lectura del texto ha de ir precedida de un breve silencio o de una oración para pedir al Señor que nos abra el entendimiento y el corazón para acoger obedientemente su Palabra.
    Los textos deben leerse despacio y sin prisas. No es una novela, ni un periódico, sino un texto muy importante para nosotros. Necesita que le demos tiempo, que la leamos una y otra vez para estar seguros de captar su mensaje.

    2) Leer el texto en su contexto
    La primera pregunta que debe guiar nuestra lectura es: ¿Qué experiencia de fe aparece recogida en este texto? Cuando leemos la Biblia buscamos precisamente eso: una experiencia creyente que nos ayude a entender la nuestra y a ampliar el horizonte de nuestra vivencia de la fe en una situación nueva. Para ello podemos acudir a recursos muy sencillos:

    • Informarnos sobre aquella época: utilizar mapas, ambientar los textos
    históricamente con ayuda de introducciones, comentarios, etc.
    • Tener en cuenta que en la Biblia encontramos modos de hablar y de escribir distintos a los nuestros (parábolas, relatos de milagros, etc.).
    • Recordar siempre que la Biblia es una palabra encarnada y que en ella hay
    que distinguir entre el mensaje perenne y lo que era propio sólo de aquella
    cultura (matanzas, violencia, discriminación de la mujer...). El mejor criterio para saber esto es leer todos los textos desde el mensaje y la vida de Jesús, que es el centro y la clave para leer toda la Biblia.

    3) Leer para entender la vida
    Después de esta primera lectura del texto es necesario exponer nuestra vida a la interpelación del mensaje que hemos descubierto. Nosotros no leemos la Biblia para saber más cosas sobre ella o por mera curiosidad. Leemos la Biblia para entender nuestra vida. En sus páginas no hay recetas, sino pistas fundamentales para orientar nuestra existencia. Esto supone:

    • Tener una mirada penetrante sobre las cosas que pasan a nuestro alrededor: estar atentos a las cosas que nos pasan a nosotros y a la gente que nos rodea, a los signos de cada época.
    • Estar dispuestos a dejarnos interpelar por el texto y por el mensaje que se nos desvela.

    4) Lectura orante
    La Biblia debe ser leída en el espíritu con el que ha sido escrita. A través de ella Dios nos habla, y para escucharle tenemos que estar en la misma sintonía. Esto significa que la lectura debe hacerse en un clima de oración, lo cual nos exige:

    • Abrir sinceramente el corazón para acoger lo que Dios nos dice a través
    de su Palabra.
    • Responder a Dios a través de la súplica, la acción de gracias... completando así el diálogo que él mismo comienza. Porque escuchamos a Dios cuando leemos su Palabra y le hablamos cuando le dirigimos nuestra oración.

    5) Lectura comunitaria
    Es muy importante que la lectura personal se complemente con la comunitaria.
    En la lectura comunitaria se ponen en juego los diversos carismas y sensibilidades para descubrir con más plenitud el mensaje de la Palabra de Dios, porque las diversas aportaciones hechas desde diversas experiencias de vida desvelan la riqueza de la Escritura con mayor claridad que la lectura individual. La lectura litúrgica es la mejor expresión de esta dimensión comunitaria.


    6) Lectura comprometida

    La lectura de la Biblia tiene como meta la vida. Cuando nos acercamos a leer la Biblia, llevamos nuestra vida y la vida de quienes nos rodean. Al descubrir su mensaje y dejarnos interpelar por él, descubrimos que la Palabra de Dios nos ofrece un impulso para la vida, un camino de conversión. Normalmente, cuando nuestra lectura de la Biblia no desemboca en el compromiso, cada vez nos resulta más difícil de entender lo que leemos.

    LA VIDA ES UN SOPLO


    LA VIDA ES UN SOPLO...

    Se dice que todo pasa, es verdad. Pero ¿te parece que todo pasa del todo? Yo creo que no.

    Es verdad que todo pasa y que todos pasamos; pero nosotros, al menos, no pasamos del todo; hay algo que queda detrás de nosotros, como un rastro, como una semilla, como un germen, que a su debido tiempo deberá desarrollarse.

    El poeta Núñez de Arce cantó que:

    “¿Qué es nuestra vida?
    El sueño de un momento;
    onda que pasa, sombra que se aleja;
    ave tímida y muda, que no deja
    ni el rastro de sus alas en el viento.”

    ¿Y las buenas obras? ¿Y las malas obras? ¿No dejan rastros que perduran? ¿Te satisface vivir unos pocos años y luego pasar al vacío infinito y al total olvido? No creo que ningún corazón humano quede satisfecho con esa perspectiva.

    “Recuerda que mi vida es un soplo” (Job 7, 7) Es una necedad poner la meta en esta vida, que es pasajera, que no es la definitiva, que ha de ser superada por aquella que es la verdadera Vida.

    El caminante no se fija tanto en el camino, cuanto en el término al que debe arribar; tu camino es esta vida. Tu meta, la eternidad.


    (Alfonso Milagro. Los cinco minutos de Dios. Editorial Claretiana.)

    BENDICIÓN

    Bendición

    Transformó mi vida hoy pidiendo a Dios que me bendiga!

    A veces tenemos la impresión de que pedirle a Dios que nos bendiga, sería un acto egoísta. Así que expresamos: "Que Dios te bendiga; o Señor bendice estos alimentos." Sin embargo, no muy a menudo decimos: "Señor bendíceme". El pedir a Dios que nos bendiga sin poner un específico no es un acto egoísta en virtud de que Dios, va a decidir cómo nos va a bendecir y no nosotros. Le has pedido a Dios que te bendiga hoy?

    Le doy un giro al día de hoy pidiéndole a Dios que me bendiga. Reconozco que es un hecho verdadero: una vida de bendición esta a mi alcance, mas debo pedir e implorar a Dios para recibir (Mateo 7:8) porque todo el que pide recibe!




    "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se abrirá." Mateo 7:7

    ¿QUÉ ES ORAR?

    ¿Qué es Orar?

    Orar es entrar en sintonía con Dios. Hay muchas maneras de hacerlo, y no se puede decir que ésta es mejor que aquélla.

    Hay oraciones individuales y comunitarias, basadas en fórmulas hechas y espontáneas, cantadas y recitadas. Los salmos, por ejemplo, son oraciones poéticas, de las que casi un centenar expresan lamentación y/o denuncia y otras cincuenta, alabanza.
    No hay que caer en el fariseísmo de creer que mi oración es mejor que la de los otros, como el caso de aquel fariseo frente al publicano (Lucas 18,9-14).

    Los occidentales tenemos dificultad para orar debido a nuestro racionalismo. En general, quedamos en el umbral de la puerta, entregados a la oración que se apoya en los sentidos (música, danza, mirar vitrales o paisajes, etc.) o en la razón (fórmulas, lecturas, reflexiones, etc.).

    Orar es estar en relación de amor. Como sucede en una pareja, hay niveles de profundización entre el fiel y Dios. Jesús sugirió no multiplicar las palabras. Dios conoce nuestros anhelos y necesidades.
    Unos oran como si Dios fuera sordo y distraído. Otros se parecen a esa tía que llama y habla tanto, tanto, que mi madre suelta el teléfono, sirve la comida y regresa, sin que su ausencia haya sido percibida.

    El mismo Jesús, según cuenta el evangelio, prefería retirarse a lugares solitarios para entrar en oración. “Jesús se retiró a la montaña para orar. Y pasó toda la noche en oración a Dios” (Lucas 6,12).
    En la oración es necesario entregarse a Dios. Dejar que él ore en nosotros. Si tenemos resistencia a la oración es porque muchas veces tememos las exigencias de conversión que ella encierra.

    Ponerse ante Dios es ponerse ante uno mismo. Como en un espejo, al orar vemos nuestro verdadero perfil -las dobleces del egoísmo realzadas, congojas acumuladas, envidia enraizada, apegos anquilosados… De ahí la tendencia a no orar o a hacer oraciones que no lleguen a mostrar el reverso de nuestra subjetividad.
    Los místicos, maestros de oración, sugieren que aprendamos a meditar. Vaciar la mente de todas las fantasías e ideas, y dejar fluir el soplo del Espíritu en el silencio del corazón. Es un ejercicio cuyo método enseña la literatura mística.

    Pero es necesario, como Jesús, reservar tiempo para ello. Así como la relación de una pareja se enfría si no hay momentos de intimidad, del mismo modo la fe se debilita si no nos recogemos en oración.

    Oramos para aprender a amar como Jesús amaba. Sólo la fuerza del Espíritu ensancha el corazón. Por lo tanto, una vida de oración obtiene garantía no por los momentos que nos entregamos a ella, sino por los frutos en la vida cotidiana: los valores reseñados como bienaventu-ranzas en el sermón del monte (Mateo 5,1-12). O sea, pureza de corazón, desprendimiento, hambre de justicia, compasión, fortaleza en las persecuciones, etc.

    Quien ora trata de actuar como Jesús actuaría. Sin temer los conflictos derivados de actitudes que contradicen los antivalores de la sociedad consumista e individualista en que vivimos.
    Orar es dejarse amar por Dios. Es dejar que el silencio de Dios resuene en nuestro espíritu. Es permitirle que él haga su morada en nosotros.

    Orar es cuestionarse a sí mismo. Centrado en Dios, el orante se descentra de los otros, e imprime a su vida la felicidad de amar porque se sabe amado.
    Parafraseando a Job, antes de orar se conoce a Dios por “oírle hablar”, después, por experimentarlo. Eso llevó a Jung a exclamar: “Yo no creo. Yo soy”.


    Frei Betto

    lunes, 13 de enero de 2014

    JACULATORIA A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA


    JACULATORIA A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA

    Sagrado Corazón de Jesús, yo me doy a ti por María.

    HOY VOY A APRENDER A SER FELIZ

    Hoy voy aprender a ser feliz

    Voy a amar a las personas por lo que son, seres humanos como yo, no por los malos momentos que me han hecho pasar los voy a odiar, al contrario agradeceré esos momentos de dolor porque gracias a ellos aprendí a madurar y por eso los voy a amar.

    Voy a sonreír ante las situaciones difíciles y ante aquellos que me lleguen a lastimar, en vez de darles una mala palabra o maldición, les daré una sonrisa llena de bendición desde lo más profundo de mi corazón.

    Para ser feliz también debo pensar que no siempre estarán conmigo las personas a las que amo, por eso cuando no esten a mi lado recordaré todos los bellos y felices momentos que pasamos juntos y eso me hará sonreír.
    Y lo más importante, pondré absolutamente toda mi confianza en Dios, él conoce mi condición y sabe lo que es mejor para mi, y sé perfectamente  que me ayudará a ser feliz.

    Espero que tu también logres ser feliz no solo hoy, sino siempre.
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