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jueves, 4 de diciembre de 2014
GRACIAS POR TU SÍ, MARÍA
Gracias por tu sí, María
Hna. Teresa del Carmen Rodríguez Perez
Por tu humildad y pequeñez
Dios se enamoró de ti.
Tu sencillez y transparencia
cautivó su corazón,
Y encontrando en ti María
esa tienda para estar
decidió bajar seguro
a tu noble corazón,
y encarnádose en tu seno
entre nosotros acampó.
Puso sus ojos en ti,
te pidió que no temieras
que a sus palabras creyeras
todos los días hasta el fín,
pues su Espíritu vendría
a cubrirte con su sombra
y al hijo del Altísimo
concebirías en esa hora.
Tu Espíritu se turbó
y admirada preguntaste:
¿Cómo podrá suceder
pues no conozco varón?
Y el ángel te respondió
después de aclarar tus dudas:
para Dios no hay imposibles;
y sin demora respondiste:
HÁGASE en mí lo que has dicho
soy la esclava del Señor.
Tu humilde corazón
y todo tu ser sagrado
no podía contener
a todo un Dios palpitando
en tu seno, en tu vientre,
en tu cuerpo de mujer
y corriendo hasta Isabel
proclamaste la noticia,
te adelantaste al Bautista:
“Ya está el que ha de nacer”
Profetizaste María
con tu canto del Magnificat,
reconociendo el poder
de Aquel que solicitó
tu ayuda, tu corazón,
tu disponibilidad, tu vida,
para bajar desde el cielo
y darnos la salvación.
El ha hecho grandes cosas
por tu bondad y humildad,
por tu confianza sin igual,
por tu obediencia y entrega.
¡Enséñame Madre Buena
a ser yo también la tienda
donde nuestro Jesús more
para que siga alumbrando
a esta humanidad sedienta
que a Dios hoy sigue esperado!
GLORIA A MARÍA BENDITA
Gloria a María bendita
Rafael Ángel Marañón
Gloria a María bendita
La madre del salvador
Que nos satura de amor
Calmando temor y cuita.
No merma el hijo su gloria
Sino que se envuelve en ella,
Y por ser tan buena y bella
Le acompaña en su victoria.
De María el profundo arcano
Alabemos consecuentes,
Sin pecar de renuentes
Que es émula del cristiano.
Gloria a Cristo en su bondad;
Por que ante nuestra malicia
Nos reviste de justicia,
Salvación y santidad.
A María sin reserva,
Rindamos nuestra alabanza,
Con respeto y con templanza,
Que es sol de Jesús, y sierva.
PAPA FRANCISCO EN SANTA MARTA: LOS SANTOS ESCONDIDOS EDIFICAN SOBRE LA ROCA
Francisco en Sta Marta:
los santos escondidos edifican sobre la roca
El Santo Padre, en la homilía de este jueves, recuerda la santidad cotidiana y pide no poner nuestra esperanza en cosas que hoy están pero mañana no
Ciudad del Vaticano, 04 de diciembre de 2014 (Zenit.org)
El santo padre Francisco ha querido recordar hoy a los santos escondidos, hombres, mujeres, padres y madres de familia, enfermos, sacerdotes que ponen en práctica todos los días el amor de Jesús y esto "da esperanza". Así lo ha recordado durante la homilía matutina en la misa celebrada en Santa Marta.
De este modo, el Papa ha comentado el Evangelio de la casa construida sobre la roca o sobre la arena, recordando que el verdadero cristiano es el que pone en práctica la Palabra de Dios, no basta decir que tiene fe. Por eso, el Pontífice ha invitado a no ser "cristianos de apariencia", cristianos maquillados, porque cuando llega la lluvia el maquillaje se va.
A propósito, el Santo Padre ha advertido que no basta pertenecer a una familia muy católica o a una asociación o ser un benefactor, si no se sigue después la voluntad de Dios. Así, el Papa ha observado que "muchos cristianos de las apariencias" "caen ante las primeras tentaciones", porque "no hay sustancia ahí", han construido sobre la arena.
Sin embargo, hay otros ejemplos. Muchos santos "en el pueblo de Dios -no necesariamente canonizados, pero santos- muchos hombres y mujeres que ponen en práctica el amor de Jesús. Muchos". Y estos son, según ha explicado Francisco, los que construyen la casa sobre la roca, que es Cristo.
De este modo, el Papa ha invitado a pensar en los más pequeños, en los enfermos que ofrecen sus sufrimientos por la Iglesia o por otros. También ha pedido pensar en muchos ancianos que están solos, que rezan y ofrecen. O en madres y padres de familia que llevan adelante con mucho esfuerzo a su familia, la educación de los hijos, el trabajo cotidiano, los problemas, ... pero lo hacen siempre "con la esperanza en Jesús, que no presumen, pero hacen lo que pueden", ha explicado. Son los "santos de la vida cotidiana", según ha afirmado el Papa.
Al respecto, el Obispo de Roma ha invitado de nuevo a pensar en todos los sacerdotes que no se hacen ver pero que trabajan en sus parroquias con amor, "la catequesis a los niños, el cuidado a los ancianos, a los enfermos, la preparación a los recién casados..." Tal y como ha recordado Francisco, todos los días "es lo mismo", pero ellos "no se aburren porque en su fundamento está la roca. Es Jesús, es esto que da santidad a la Iglesia, es esto que da esperanza", ha exclamado en la homilía.
A continuación el Santo Padre ha pedido pensar mucho en la santidad escondida que hay en la Iglesia, "cristianos que permanecen en Jesús", y son "pecadores" porque todos lo somos.
Y a veces, alguno de estos cristianos comente un pecado grave, pero se arrepiente, pide perdón y esto es grande: "la capacidad de pedir perdón, de no confundir pecado con virtud, saber bien donde está la virtud y donde el pecado", ha subrayado el Papa. Y estos están fundados --ha proseguido-- en la roca y la roca es Cristo. "Siguen el camino de Jesús, le siguen a Él".
Por otro lado, el papa Francisco ha hablado de "los soberbios, los vanidosos, los cristianos de apariencia" que "serán abatidos, humillados" mientras que "los pobres serán los que triunfarán, los pobres de espíritu, los que delante de Dios no se sienten nada, los humildes, y llevan adelante la salvación poniendo en práctica la Palabra del Señor".
El Obispo de Roma ha recordado que "hoy estamos, mañana no estaremos". Y citando a san Bernardo ha precisado: "Piensa, hombre, qué será de ti: pasto de gusanos". "Nos comerán los gusanos, a todos" "si no tenemos esta roca, acabaremos pisoteados", ha añadido Francisco en su homilía.
Para finalizar, el Pontífice ha invitado a pedir al Señor, en este tiempo de preparación a la Navidad, "estar firme en la roca que es Él, nuestra esperanza es Él". Y ha recordado que "nosotros somos todos pecadores, somos débiles, pero si ponemos la esperanza en Él, podremos ir adelante. Y esta es la alegría de un cristiano: saber que en Él hay esperanza, está el perdón, está la paz, está la alegría. Y no poner nuestra esperanza en cosas que hoy están y mañana no estarán".
(04 de diciembre de 2014) © Innovative Media Inc.
PRIMER VIERNES DEL MES DE DICIEMBRE, SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DICIEMBRE 5
PRIMER VIERNES DEL MES DE DICIEMBRE
DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
5 DE DICIEMBRE DEL 2014
Breve Consideración.- Jesús a su Apóstol Santa Margarita María de Alacoque:
"Es preciso que me sirva de dócil instrumento para atraer las almas al amor de mi Divino Corazón.
Este ama en tanto grado a los hombres, que no pudiendo contener por más tiempo los incendios de su caridad, ha querido comunicarlo por tu medio.... Te he elegido como un abismo de indignidad y de flaqueza, pero, si eres fiel, serás el poder de mi Corazón y de todos sus tesoros en el tiempo y en la eternidad, otorgándote su libre uso, según tus deseos, y asegurándote que sólo entonces te faltará mi asistencia cuando falte poder a mi Sagrado Corazón".
ORACIÓN A NUESTRO SEÑOR,
EN CALIDAD DE REY, EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Yo te adoro, ¡Oh Jesús, Rey poderoso!, en este trono de amor y de misericordia. Recíbeme por vasallo tuyo y perdona mis rebeldías en contra del soberano dominio que tienes sobre mi alma. ¡Ah Rey benigno!..., acuérdate de que no podrías ser misericordioso si carecieses de súbditos indigentes. Alarga, te lo ruego, tu mano liberal y remedia mi extrema necesidad con el precioso tesoro de tu amor, que al fino no es otra cosa sino Tú mismo; despójame de mi amor propio y de todos estos vanos respetos humanos que me tienen como asido y condenado. Ven. ¡Rey Mío!, a romper mis ataduras y a librarme de esta mala servidumbre y a establecer tu imperio en mi corazón. Quiero reinar en el tuyo por una ardiente caridad con mi prójimo, por una humildad sincera, por un celo y un fervor a toda prueba. Así no habrá cosa que me turbe, para que mi Rey halle en mi un imperio de paz, en una perfecta conversión. Abomino el pecado con tanto horror, que escogería mil muertes antes que volver a pecar. ¡Ah!, y si quiere condenarme a las llamas, sean las de tu amor las que me consuman eternamente. Arrójame en esa ardiente hoguera, en castigo de mis culpas de malicia o de flaqueza. ¡Viva yo para siempre en tu Sagrado Corazón!
(De Santa Margarita María de Alacoque)
PROMESA QUE SE CUMPLE
EN EL MES DE DICIEMBRE:
DUODÉCIMA PROMESA:
Te prometo, en el exceso de misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá la gracia de la penitencia final a los que comulgaren nueve primeros viernes seguidos; que no morirán en mi desgracia, ni sin recibir los Sacramentos, y en su última hora encontrarán asilo seguro en mi Divino Corazón.
Agradezcamos al Sagrado Corazón esta Gran Promesa y roguémosle la cumpla en nosotros todos, recitando las Letanías del Sagrado Corazón de Jesús.
LETANÍAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS:
V: Señor, ten piedad de nosotros.
R: Señor, ten piedad de nosotros.
V: Cristo, ten piedad de nosotros.
R: Cristo, ten piedad de nosotros.
V: Señor, ten piedad de nosotros.
R: Señor, ten piedad de nosotros.
V: Cristo, óyenos.
R: Cristo, óyenos.
V: Cristo, escúchanos.
R: Cristo, escúchanos.
V: Dios, Padre celestial,
R: ten piedad de nosotros.
V: Dios Hijo, Redentor del mundo,
R: ten piedad de nosotros.
V: Dios Espíritu Santo,
R: ten piedad de nosotros.
V: Trinidad Santa, un solo Dios,
R: ten piedad de nosotros.
V: Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre.
R: Ten piedad de nosotros.
V: Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el
seno de la Virgen María, R/.
Corazón de Jesús, unido substancialmente al
Verbo de Dios, R/.
Corazón de Jesús, de majestad infinita, R/.
Corazón de Jesús, templo santo de Dios, R/.
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, R/.
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, R/.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y amor, R/.
Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad, R/.
Corazón de Jesús, asilo de justicia y de amor, R/.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, R/.
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, R/.
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza, R/.
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, R/.
Corazón de Jesús, en quien están todos los tesoros
de la sabiduría y la ciencia, R/.
Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud
de la divinidad, R/.
Corazón de Jesús, en quién el Padre halló sus
complacencias, R/.
Corazón de Jesús, en cuya plenitud todos hemos recibido, R/.
Corazón de Jesús, deseo de los eternos collados, R/.
Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia, R/.
Corazón de Jesús, rico para todos los que te invocan, R/.
Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad, R/.
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, R/.
Corazón de Jesús, despedazado por nuestros delitos, R/.
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, R/.
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, R/.
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, R/.
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, R/.
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, R/.
Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti esperan, R/.
Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren
y esperan, R/.
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, R/.
V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: perdónanos, Señor.
V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: óyenos, Señor.
V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: ten piedad y misericordia de nosotros.
V: Jesús, manso y humilde de corazón,
R: haz nuestro corazón semejante al Tuyo.
V: Sagrado Corazón de Jesús,
R: en Vos confío.
V: Sagrado Corazón de María,
R: salvad el alma mía.
V: Jesús y María os quiero con toda mi alma,
R: salvad almas y salvad el alma mía.
UNA PALABRA SE SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE A SUS HERMANOS ASOCIADOS:
"¿Con que pagaremos al Señor los beneficios incalculables de su inagotable largueza? Nos ha hecho comer en el lugar de honor de su mesa y nos ha servido las viandas que reserva a sus Santos... ¡Ah!, secundemos, pues, en espíritu de reparación y en reconocimiento de tantas mercedes recibidas, los designios de Jesús en la devoción a su Sagrado Corazón, y conforme a nuestra vocación santifiquémonos en ese amor y démosle por él infinita gloria.
Un Padrenuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores.
ACTO DE CONSAGRACIÓN
DE SOR MARÍA DEL DIVINO CORAZÓN
Amabilísimo Jesús, yo me consagro de nuevo y sin reserva a tu Divino Corazón. Te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos, mi alma con todas sus potencias y mi ser todo entero. Te consagro mis pensamientos, palabras, obras, todos mis sufrimientos y trabajos, todas mis esperanzas, consuelos y alegrías. Especialmente te consagro mi pobre corazón para que no ame sino a Ti y se consuma como víctima en las llamas de tu amor. Acepta, !oh Corazón divino!, el deseo que tengo de consolarte y de pertenecerte para simpre. Toma de tal manera posesión de mí, que yo no tenga otra libertad que la de amarte, ni otra vida que sufrir y morir por Ti. Pongo en Ti toda mi confianza, una confianza sin límites, y espero de tu misericordia infinita perdón de todos mis pecados. Deposito en tus manos todos mis intereses, principalmente el de mi salvación eterna.
Prometo amarte y honrarte hasta el último momento de mi vida, y ayudado de tu divina gracia, prometo propagar con celo ardiente el culto de tu Sacratísimo Corazón. !Oh divino Corazón de Jesús!, dispón de mí como te agrade, no quiero más recompensa que tu mayor gloria y tu santo amor. Concédeme la gracia de hacer mi morada en tu Sacratísimo Corazón; allí es donde quiero pasar los días de mi vida y exhalar mi último suspiro.
Haz también de mi corazón tu morada y el lugar de tu reposo, para quedarnos así íntimamente unidos, hasta que un día pueda yo alabarte, amarte y poseerte por toda la eternidad y cantar para siempre las misericordias de tu dulcísimo Corazón. Amén
Corazón Divino de Jesús, ten misericordia de nosotros
(Tres veces)
Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.
San José, Ruega por nosotros.
Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.
miércoles, 3 de diciembre de 2014
ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN BREVE A JESÚS POR MARÍA
ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN BREVE
A JESÚS POR MARÍA
Yo N... pecador infiel, renuevo y ratifico hoy en vuestras manos los votos de mi bautismo.
Renuncio para siempre a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y me entrego enteramente a Jesucristo, Sabiduría encarnada, para llevar mi cruz tras El, todos los días de mi vida; y a fin de que le sea más fiel de lo que he sido hasta ahora, os escojo hoy, ¡oh, María!, en presencia de toda la corte celestial, por mi Madre y Señora; os entrego y consagro en calidad de esclavo, mi cuerpo y mi alma, mis bienes interiores y exteriores, y aun el valor de mis buenas acciones
pasadas, presentes y futuras, otorgándoos entero y pleno derecho de mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción, a vuestro agrado, a la mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad.
Amén.
LA CONSAGRACIÓN A JESÚS POR MARÍA
LA CONSAGRACIÓN A JESÚS POR MARÍA
Hay que escoger un día señalado para entregarse y consagrarse; y esto ha de ser voluntariamente y por amor, sin encogimiento, por entero -y sin reserva alguna; cuerpo y alma,bienes exteriores y fortuna, como casa, familia, rentas; bienes interiores del alma, a saber: sus méritos, gracias, virtudes y satisfacciones.
Suele escogerse una fiesta señalada de Nuestra Señora: la Anunciación, La Natividad de Nuestra Señora, La Asunción, La Inmaculada...
Se aconseja realizarla después de la comunión de la misa de ese día, durante la acción de gracias.
¿EN QUÉ CONSISTE LA CONSAGRACIÓN A JESÚS POR MARÍA?
¿EN QUÉ CONSISTE LA CONSAGRACIÓN A JESÚS POR MARÍA?
Consiste en darse todo entero, como esclavo filial de amor, a María y a Jesús por Ella; y además en hacer todas las cosas con María, en María, por María y para María.
Esclavo es palabra que suena mal en el siglo XXI, siglo de independencia y siglo también de anarquía. Sin embargo, con la humildad y obediencia de la santa esclavitud es como se aplastala cabeza de la serpiente del orgullo, causa de tantos pecados. Y ¡además no son tan raros los esclavos en el siglo XXI! ¿No hay esclavos del respeto humano, de un vicio, del dinero, del
poder?.
Ser Esclavo de María es ser esclavo de la palabra dada en el bautismo y ratificada después; ser esclavo del honor divino de que estamos investidos por la gracia; ser esclavo de la conciencia, voz de Dios y del deber religiosamente aceptado y cumplido. Nos consagrarnos a Dios por medio de María del modo más perfecto con que puede una criatura consagrarse a su Creador.
La práctica esencial de esta devoción consiste en hacer todas las acciones con María; es decir, tomar a la Virgen Santísima por modelo acabado en todo lo que se ha de hacer. Por eso antes
de hacer cualquier cosa hay que desnudarse de sí mismo y de nuestros mejores modos de ver.
Ponernos delante de Dios, como quien de su cosecha es incapaz de todo bien sobrenatural y de toda acción útil para la vida eterna; hay que recurrir a la Virgen Santísima y unirse a sus intenciones, aunque no se conozcan; hay que unirse por María a las intenciones de Jesucristo, es decir, ponerse en manos de la Virgen Santísima como instrumento, para que Ella obre en nosotros, y haga de nosotros lo que bien le parezca, para gloria de su hijo Jesucristo, para gloria del Padre: de suerte que no hay vida interior, ni operación del Espíritu que de ella no dependa.
Hay que hacer todas las cosas en María. "En" indica un descanso y una intimidad en la unión, que llega hasta la unidad. Según la expresión del Luis María, hay que «entrar y morar» dentro
de María, en sus intenciones y sentimientos.
Por la dependencia que para con ella guardamos, por el influjo de su acción, que nos rodea, viene a ser María como nuestra atmósfera, nuestro mundo, el sitio en que vivimos y respiramos, y si esta disposición del alma es habitual, tenemos en ella nuestra morada. Ella será para el alma oratorio en que dirija a Dios sus plegarias, sin temor de ser desechada. Torre de David para ponerse en seguro contra los enemigos.
Lámpara encendida para alumbrar las entrañas del alma y abrasarla en amor divino. Recámara sagrada para ver a Dios en Ella y con Ella.
María, en fin, será únicamente para esta alma su recurso universal y su todo. Si ruega será en María; si recibe a Jesús en la Sagrada Comunión lo entregará a María para que allí tenga El
sus complacencias. Si algo hace será en María; y en todas partes y en todo hará actos de desasimiento de sí misma. Hemos de acudir a Nuestro Señor, por medio de María, por su intención y su crédito para con él, de suerte que nunca le hallemos solo cuando vayamos a
pedirle.
Obrar por María significa hacerlo todo por sus manos y poner en ellas todo lo que hagamos con más o menos perfección pero con mucho amor.
Finalmente, hay que hacer todas las acciones para María, es decir, que como esclavos que somos de esta augusta Princesa, no trabajemos más que para Ella, para su provecho y gloria,
como fin próximo y para gloria de Dios, como fin último.
Debemos en todo lo que hacemos renunciar al amor propio, que casi siempre, aun sin darse cuenta, se toma a sí mismo por fin, y
repetir muchas veces en el fondo del corazón: por Vos, mi amada Señora, hago esto o aquello, voy aquí o allá, sufro tal pena o tal contratiempo u ofensa.
No significa que no pueda uno dirigirse directamente a Nuestro Señor para contemplarle, rogarle, etc. pero Monfort observa aquí que al hacer todo por medio María la obra no será nuestra , sino de María en nosotros, y será por consiguiente, purificada y muy digna de Dios.
ALÉGRATE TÚ, MARÍA
Alégrate tú, María
Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R.
Alégrate tú, María,
de Dios mujer agraciada,
el Señor está contigo
favorecida y amada.
De Jesús eres la Madre
la Virgen más venerada
pues antes de hacerte madre
fuiste la mujer colmada
de gracia y de bendición,
que Dios contigo contaba
para hacer la Redención.
Por eso el pueblo te canta
Virgen gloriosa María
y tus virtudes ensalza
rebosante de alegría.
Por ser la llena de Gracia
mujer tan buena y sencilla
te abrimos con gozo el alma.
Ruega por tus hijos, Madre,
que en este valle de lágrimas
imploran tu protección
y con la misma alabanza
de aquella mujer de pueblo
hoy también la gente aclama:
feliz vientre que llevó
al que es del mundo esperanza
y los pechos que criaron
al Dios de la nueva Alianza.
PENSAMIENTO MARIANO 68
PENSAMIENTO MARIANO
La devoción a María es señal cierta de predestinación. Amemos, pues a María, invoquemos a María, honremos y obsequiemos a María Madre de Dios y Madre de mi alma, Madre mía de mi corazón.
Autor desconocido
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
“Ven Espíritu Santo, para que pueda reconocer que mi vida vale la pena, que yo no existo por casualidad o por fatalidad. Ven y hazte presente en el preciso instante en que yo fui concebido. Sopla con tu poder y llena de vida ese instante. Tócame y derrama toda tu potencia en el seno de mi madre.
Penetra con tu bendición en el momento en que comencé a existir, lléname de vida, y enséñame a amar mi vida como tú la amas. Ven Espíritu Santo, y ayúdame a descubrir que yo no existo porque sí; existo porque fui querido, fui amado y llamado a la vida por tu amor.
En el momento de mi concepción estabas tú, presente con todo tu poder. Gracias. Ven Espíritu Santo, y bendice mi vida con tu mirada, ayúdame a sentir la fortaleza de tu presencia.
ADVIENTO, ALGUIEN LLEGA
Adviento. Alguien llega
En cada adviento revivimos, con la fe, y volvemos hacer presente en la esperanza la primera venida de Cristo.
Por: P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Catholic.net
Adviento. Sí, llegada de Alguien importante, para algo importante, por algo importante, a un lugar importante. Descubramos el sentido profundo de este tiempo litúrgico tan sencillo, austero y propicio para la meditación y la esperanza.
En cada adviento revivimos, con la fe, y volvemos hacer presente en la esperanza la primera venida de Cristo en su carne sencilla, prestada por María, hace más de dos mil años. Y al mismo tiempo ese adviento, todo adviento, nos lanza y nos proyecta y nos hace desear la última venida de Cristo al final de los tiempos en toda su gloria y majestad, como nos describe san Mateo en el capítulo 25: “Ven, Señor Jesús”. Pero también en cada adviento, si vivimos en clave de amor y de fe, podemos recibir y descubrir la venida intermedia de Cristo en su Eucaristía –detrás de ese pan y vino, que ya no es pan ni vino, sino el Cuerpo y la Sangre de Cristo-, en el prójimo necesitado –pregunten, si no, a san Martín de Tours cuando dio la mitad de su manto a ese pobre aterido de frío en pleno invierno francés hace ya muchos, muchos años, y en la noche Cristo se le apareció vestido con esa mitad del manto para agradecerle ese hermoso gesto de caridad-, o también descubrir el rostro de Cristo detrás de ese dolor o adversidad de la vida. Cristo continúa viniendo. El adviento es continuo y eterno. El hombre vive en perpetuo adviento. Cristo viene siempre, cada año, cada mes, cada semana, cada día, cada hora y cada minuto. Basta estar atento y no embotado en las mil preocupaciones.
Quién llega: Es Jesucristo, nuestro Señor, nuestro Salvador, el Redentor del mundo, el Señor de la vida y de la historia, mi Amigo, El Agua viva que sacia mi sed de felicidad, el Pan de vida que nutre mi alma, el Buen Pastor que me conoce y me ama y da su vida por mí, la Luz verdadera que ilumina mi sendero, el Camino hacia la Vida eterna, la Verdad del Padre que no engaña, la Vida auténtica que vivifica.
Cómo llega: Llegó humilde, pobre, sufrido, puro hace más de dos mil años en Belén. Llega escondido en ese trozo de pan y en esas gotas de vino en cada Eucaristía, pero que ya no son pan ni vino, sino el Cuerpo sacrosanto y la Sangre bendita de Cristo resucitado y glorioso. Y llega disfrazado en ese prójimo enfermo, pobre, necesitado, antipático, a quien podemos descubrir con la fe límpida y el amor comprensivo. Y llega silencioso o con estruendo en ese accidente en la carretera, en esa enfermedad que no entiendemos, en esa muerte del ser querido, para recordarnos que Él atravesó también por esas situaciones humanas y les dio sentido hondo y profundo.
Por qué llega: porque quiere hacernos partícipes de su amor y amistad. Quiere renovar una vez más su alianza con nosotros. El amor es el motor de estas continuas venidas de Cristo a nuestro mundo, a nuestra casa, a nuestra alma. No hay otra razón.
Para qué llega: para dar un sentido de trascendencia a nuestra vida, para decirnos que somos peregrinos en este mundo y que hay que seguir caminando y cantando. Llega para enjugar nuestras lágrimas amargas. Llega para agradecernos esos detalles de amor que con Él tenemos a diario. Llega para hablarnos del Padre, a quien Él tanto ama. Llega para alimentar nuestras ansias de felicidad. Llega para curar nuestras heridas, provocadas por nuestras pasiones aliadas con el enemigo de nuestra alma. Llega para recordarnos que no estamos solos, que Él está a nuestro lado como baluarte y sostén. Llega para pedirnos también una mano y nuestros labios y nuestro corazón, porque quiere que prediquemos su Palabra por todos los rincones del mundo.
Dónde llega: llega a nuestro mundo convulso y desorientado y hambriento de paz, de calor, de caridad y de un trozo de pan; a nuestras familias tal vez divididas o en armonía; a nuestros corazones inquietos como el de san Agustín de Hipona, corazón que sólo descansó en Dios. Quiere llegar a todos los parlamentos internacionales y nacionales para dar sentido y moralidad a las leyes que ahí se emanan. Quiere llegar al palacio del rico, como a la choza del pobre. Quiere llegar junto al lecho de un enfermo en el hospital, como también a ese salón de fiestas, dónde él no viene a aguar nuestras alegrías humanas sino a purificarlas y orientarlas. Quiere llegar al mundo de los niños, para cuidarles su inocencia y pureza. Quiere llegar al mundo de los jóvenes, para sostenerles en sus luchas duras y enseñarles lo que es el verdadero amor. Quiere llegar al mundo de los adultos para decirles que es posible la alegría y el entusiasmo en medio del trabajo agotador y exhausto de cada día. Quiere llegar a cada familia para llevarles el calor del amor, reflejo del amor trinitario. Quiere llegar al mundo de los ancianos para sostenerles con el báculo del aliento y la caricia de la sonrisa. Quiere llegar al mundo de los gobernantes para decirles que su autoridad proviene de Dios, que deben buscar el bien común y que deberán dar cuenta de ella.
Cuántas veces llega: si estamos atentos, no hay minuto en que no percibamos la venida de Cristo a nuestra vida. Basta estar con los ojos de la fe bien abiertos, con el corazón despierto y preparado por la honestidad, y con las manos siempre tendidas para el abrazo de ese Cristo que sabe venir de mil maneras. Por tanto, podemos decir que siempre es adviento. Es más, nuestra vida debe ser vivida en actitud de adviento: alguien llega. No vayamos a estar somnolientos y distraídos.
Cómo prepararnos: nos ayudará en este tiempo leer al profeta Isaías, meditar en san Juan Bautista que encontramos al inicio de los evangelios y contemplar a María. Isaías con su nostalgia del Mesías nos prepara para la última venida de Cristo. San Juan Bautista nos prepara para esas venidas intermedias de Cristo en cada acontecimiento diario y sobre todo en la Eucaristía. Y María nos hará vivir, rememorar en la fe ese primer adviento que Ella vivió con tanta esperanza, amor y silencio, para poder abrazar a ese Niño Jesús sencillo, envuelto en pañales y recostado en un pesebre.
Adviento, tiempo de gracia y bendición. Llega alguien, sí. Llega Dios. Y Dios es todo. Dios no quita nada. Dios da todo lo que hace hermosa a una vida. Y hay que abrirle la puerta y Él entrará y cenará con nosotros y nosotros con Él. Y nos hará partícipes de su amor y felicidad. ¡Qué triste quien no le abra la puerta a Cristo, dejándolo fuera, helándose y despreciado, con sus Dones entre sus Manos benditas! ¿Habrá alguien así, desalmado y sin sentimientos? ¡No lo creo! Al menos no lo quiero creer.
P. Antonio Rivero LC
lunes, 1 de diciembre de 2014
ORACIÓN POR LA PAZ
Para estos doce días de oración, los obispos de la Conferencia Episcopal Mexicana proponen la siguiente oración
Oración por la paz
Señor Jesús, tu eres nuestra paz,
mira nuestra Patria dañada por la violencia
y dispersa por el miedo y la inseguridad.
Consuela el dolor de quienes sufren.
Da acierto a las decisiones de quienes nos gobiernan.
Toca el corazón de quienes olvidan
que somos hermanos
y provocan sufrimiento y muerte.
Dales el don de la conversión.
Protege a las familias,
a nuestros niños, adolescentes y jóvenes,
a nuestros pueblos y comunidades.
Que como discípulos misioneros tuyos,
ciudadanos responsables,
sepamos ser promotores de justicia y de paz,
para que en ti, nuestro pueblo tenga vida digna.
Amén.
mira nuestra Patria dañada por la violencia
y dispersa por el miedo y la inseguridad.
Consuela el dolor de quienes sufren.
Da acierto a las decisiones de quienes nos gobiernan.
Toca el corazón de quienes olvidan
que somos hermanos
y provocan sufrimiento y muerte.
Dales el don de la conversión.
Protege a las familias,
a nuestros niños, adolescentes y jóvenes,
a nuestros pueblos y comunidades.
Que como discípulos misioneros tuyos,
ciudadanos responsables,
sepamos ser promotores de justicia y de paz,
para que en ti, nuestro pueblo tenga vida digna.
Amén.
DOZAVARIO A NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE - DEL 1 AL 11 DE DICIEMBRE
Dozavario a Nuestra Señora de Guadalupe
Devocionario. Novenas
Preparación a su fiesta del día 12 de diciembre.
Por: María Modelo Nuestro | Fuente: www.virgendeguadalupe.org.mx
Para estos doce días de oración, los obispos de la Conferencia Episcopal Mexicana proponen la siguiente oración
Oración por la paz
Señor Jesús, tu eres nuestra paz,
mira nuestra Patria dañada por la violencia
y dispersa por el miedo y la inseguridad.
Consuela el dolor de quienes sufren.
Da acierto a las decisiones de quienes nos gobiernan.
Toca el corazón de quienes olvidan
que somos hermanos
y provocan sufrimiento y muerte.
Dales el don de la conversión.
Protege a las familias,
a nuestros niños, adolescentes y jóvenes,
a nuestros pueblos y comunidades.
Que como discípulos misioneros tuyos,
ciudadanos responsables,
sepamos ser promotores de justicia y de paz,
para que en ti, nuestro pueblo tenga vida digna.
Amén.
mira nuestra Patria dañada por la violencia
y dispersa por el miedo y la inseguridad.
Consuela el dolor de quienes sufren.
Da acierto a las decisiones de quienes nos gobiernan.
Toca el corazón de quienes olvidan
que somos hermanos
y provocan sufrimiento y muerte.
Dales el don de la conversión.
Protege a las familias,
a nuestros niños, adolescentes y jóvenes,
a nuestros pueblos y comunidades.
Que como discípulos misioneros tuyos,
ciudadanos responsables,
sepamos ser promotores de justicia y de paz,
para que en ti, nuestro pueblo tenga vida digna.
Amén.
1 de diciembre. Mujer de fe ante el proyecto de Dios: Anunciación
Introducción
Vamos, hermanos, a los pies de la Santísima Virgen de Guadalupe, a iniciar el dozavario de preparación a su fiesta del día 12 de este mes, y siempre la Basílica intenta aprovechar esta ocasión para brindarnos alguna enseñanza, alguna motivación sobre lo que debe representar para nosotros, en nuestro cotidiano vivir, nuestra Madre Santísima.
María ejemplo nuestro
Este año nos fijaremos en algo que quizá no tomamos muy en cuenta: en Ella como Santa, que es lo mismo que decir en Ella como ejemplo. O sea: fijémonos que la palabra "santo" nos suena como algo diferente, lejano y superior a nosotros mismos... ¡Los santos son superiores! ¡Los santos están muy por encima de nuestra humana miseria! ¡Los santos son muy virtuosos..! ¡Yo no soy santo. No puedo, porque soy pecador..! Pero esto es erróneo, esto no es así: Todos los bautizados somos santos. Podremos ser pésimos santos, oprobio de santos, pero no podemos no serlo, porque "santo" significa "marcado", "señalado", y todos llevamos el sello de Jesucristo, porque "hemos sido bautizados, hechos santos, rehabilitados por la acción del Señor, Jesús el Salvador, y mediante el Espíritu de nuestro Dios" (1 Cor. 6, 11).
María es "santísima", así la llamamos con todo derecho y con todo amor; por lo tanto, debiéramos ver en Ella al ejemplo máximo de nuestra condición de cristianos. Ahora bien, todo "santo" lo más elemental que debe tener para poder ser nuestro ejemplo es que sea imitable, que sea como nosotros. No podemos imitar a quien sea incompatible, diferente, ajeno, sino a quien es como nosotros, uno de nosotros, de manera, si de veras nuestra Madre es "Santísima", es lo mismo que decir que es imitabilísima, lo cual -por lo demás- es lo típico de toda madre, que sus hijos puedan aprender de ella. En estos once días antes de su fiesta, trataremos un poco de ver en qué y por qué podemos y debemos decir que es nuestro modelo, que es nuestro ejemplo.
Y la verdad es que Ella tuvo dificultades como las nuestras. Es más: mucho peores que las nuestras. Problemas, angustias, frustraciones como las nuestras... y su mérito estuvo en que las enfrentó y resolvió en forma diferente a como suele ser la nuestra, porque fue heróicamente entregada a Dios. Desde luego que la principal ayuda que puede ofrecernos, -y con la que más nos consuela saber que contaremos siempre- es su intercesión ante su Hijo, pero en lo que más debiéramos fijarnos es en su ejemplo, que nos está diciendo: "Yo que tuve tus problemas, yo que viví lo que tú vives, yo que conocí por experiencia propia tu situación, te pido que seas imitador mío, como yo lo soy de Dios, como yo lo soy de mi Hijo" (Cfr. 1 Cor. 4, 16; Fil. 3, 17; Ef. 5, 1). Hoy no contamos con tiempo para extendernos sobre esto; simplemente introduzcámoslo y pensemos quién fue María bajo el punto de vista en que quizá menos la consideramos, pero en el que más nos atañe y nos importa, es decir: en Ella en cuanto humana, en cuanto alguien como todos nosotros.
Un matrimonio ejemplar
Fue alguien que nació como todos nacemos, con la sola diferencia de no tener pecado original, cosa que no es ninguna ventaja, sino por el contrario: una carga más pesada todavía que las nuestras, por ser inmaculada en medio de pecadores. Crece como todas las muchachas de su pueblo y de su tiempo, y -aparentemente- tiene el mismo destino y anhelo de cualquier muchacha de entonces: casarse, tener muchos hijos, esperar con todo el ímpetu de su corazón poder ser instrumento de Dios para bien de sus hermanos y, sobre todo, para que llegase el Mesías a la tierra. Todo, hasta donde podemos ver, es normal para Ella, hasta que Dios, que la había preparado desde su concepción, de improviso interviene pidiéndole un cambio drástico y total en todo su plan de vida:
Ella ya está casada. La ceremonia judía del matrimonio tenía varias etapas, la final era llevar a la esposa a la casa del esposo para iniciar la convivencia, pero el compromiso quedaba hecho antes. María y José, aunque aún no convivieran, eran ya legalmente esposos, y debemos suponerlos dos chicos sanos y normales, aunque nada comunes y corrientes, pues María era la mujer más femenina, más perfecta en su feminidad que ha pisado la tierra, ya que al no tener pecado todas sus cualidades de mujer estaban completas e intactas. Jamás ha habido otra mujer tan acabadamente femenina, tan acabadamente mujer como ella, salvo quizá Eva en un principio, antes de su pecado. De José, sin que sepanos gran cosa, lo sabemos todo, porque nos basta saber que Ella lo amó y, sobre todo, porque tenemos su obra: la educación de Jesús, y no ha habido jamás varón más acabadamente hombre que Jesús, por lo que debemos suponer en José el dechado de cualidades que lo hicieron el novio más amante y el esposo más perfecto de la tierra, por lo que no podemos dejar de pensar en esos dos jóvenes, María y José, como la pareja más bella, más ideal, de la historia.
¿Cómo puede ser esto?
Viven, los dos, en un pueblo pequeño, perdido allá en Galilea y todo parece que su vida será la de una normalísima felicidad conyugal, cuando, de repente, Dios interviene en forma tan maravillosa cuanto desquiciantemente costosa, pidiéndole a María nada menos que acepte ser madre de un hijo que no será de José, sino directamente suyo, de Dios. Esto, siendo sublime, siendo excelso, siendo divino, es martirizantemente dramático para una mujer totalmente enamorada de su esposo. No le cabe pensar que sea pecado, puesto que lo pide Dios, pero sí que implicará renunciar a cuanto Ella más ama, a todo su plan de vida. Además, por ser totalmente clara su inteligencia libre de pecado, advierte que ese hijo va a ser Dios: "El Espíritu te cubrirá con su sombra... quien va a nacer de tí será llamado Hijo de Dios" (Luc. 1, 35). Ella, siendo judía, capta de inmediato que, de aceptar, la relación de Dios y de la Humanidad, de la que Ella es parte, cambiará radicalmente y para siempre. Para el judió Dios era "el Altísimo" (Cfr. Deut. 32, 8, et passim), "el Señor de los Ejércitos" (1 Rey. 25, 2, et passim), alguien tan grande que ni siquiera se podía pronunciar su nombre... Que ese Dios, pues, le pida hacerse su hijo, su hijo biológico, que Ella deba gestar a Dios, amamantar a Dios, cambiarle los pañales a Dios no puede ser más bello, pero, al mismo tiempo, no podía ser más contrario a lo que Ella siempre había aceptado y amado como su religión.
Contesta, pues, no de inmediato con un sí, sino con un prudente reparo: "¿Cómo puede ser esto?" (Luc. 1, 34). Cuando el ángel le reafirma que es voluntad de Dios, Ella nos da un conmovedor ejemplo de como deberíamos siempre contestar a toda solicitud divina. Su respuesta es: Si Dios quiere eso, yo nada más tengo que decir. "Soy la esclava del Señor. Hágase en mí lo que tú dices". (Luc. 1, 38). Ella bien hubiera tenido todo el derecho de objetar: "¡No! ¡Yo no puedo aceptar eso! ¡No me parece justo! ¡Va contra el amor a mi esposo! ¡Va contra la tradición de mi pueblo! ¡Va contra toda la educación que he recibido de mis padres; contra toda la forma como se me ha enseñado que Dios quiere ser honrado y venerado!" Sin embargo, emitió un sí, un sí prudente, pues primero preguntó y aclaró, pero un sí pleno e incondicional.
Renuncia a lo que más se ama
Nuestro Padre de la Patria, Juan Diego, a través de quien Dios unió a los peores enemigos para que fuesen nuestros padres, también tuvo que renunciar a cuanto amaba para poder bautizarse, para poder marcarse con ese sello que lo hizo santo, como santos somos todos nosotros. Muy antes de que María le entregase sus tan consoladoras palabras, él -hombre de profundísima fe- entendió, y correspondió a la gracia de aceptar, que Dios le pedía renunciar a lo que más amaba, a la religión de sus padres, que se bautizara, que cambiara todos sus valores aceptando lo que a otros les parecía injusto e inaceptable.... ¡Y lo aceptó! Años después, cuando María le asigna el espinoso encargo de que no él, sino el Obispo español, construya en templo para en él ella pudiera entregarnos "a su Hijo que es su amor, su mirada compasiva, su auxilio, su salvación" (Nican Mopohua v. 28), (un encargo del todo fuera de su capacidad pesonal), él también responde poniendo todo su esfuerzo, enfrentando rechazos y dificultades, y, a la postre, él y Ella lo consiguen, y crean así nuestra Patria.
A veces en nuestra vida pueden ocurrir cosas semejantes, incluso muy similares a las que vivió María. Por ejemplo, una chica es violada con lujo de brutalidad y de injusticia, y queda embarazada... Tiene todas las razones para detestar eso, pero Dios le pide aceptar y amar al hijo inocente que va a nacer de ella, porque a ese niño, no planeado, no deseado como en cierta forma fue Jesús, Dios lo llamá -como a todos los niños del mundo- a ser salvador del mundo, e implora a esa madre que acepte brindárselo...
Conclusión
Pidámosles pues, a El Señor, a nuestra Madre María de Guadalupe y a nuestro Padre en la fe Juan Diego que sepamos aquilatar, agradecer e imitar sus ejemplos, y hacer de nuestra vida un ejemplo para todos los demás. Como nación vamos a empezar una etapa nueva, que deseamos todos sea mejor pero que bien puede resultar peor si no cooperamos... Y una cosa en la que nadie podemos pretextar incapacidad de cooperar es en eso: en orar, en pedir al Padre de los Cielos, por intercesión de nuestra Madre Santísima, que "venga a nosotros su Reino." (Mt. 6,10; Luc. 11, 2).
Dozavario a Nuestra Señora de Guadalupe
Vamos, hermanos, a los pies de la Santísima Virgen de Guadalupe, a iniciar el dozavario de preparación a su fiesta del día 12 de este mes, y siempre la Basílica intenta aprovechar esta ocasión para brindarnos alguna enseñanza, alguna motivación sobre lo que debe representar para nosotros, en nuestro cotidiano vivir, nuestra Madre Santísima.
María ejemplo nuestro
Este año nos fijaremos en algo que quizá no tomamos muy en cuenta: en Ella como Santa, que es lo mismo que decir en Ella como ejemplo. O sea: fijémonos que la palabra "santo" nos suena como algo diferente, lejano y superior a nosotros mismos... ¡Los santos son superiores! ¡Los santos están muy por encima de nuestra humana miseria! ¡Los santos son muy virtuosos..! ¡Yo no soy santo. No puedo, porque soy pecador..! Pero esto es erróneo, esto no es así: Todos los bautizados somos santos. Podremos ser pésimos santos, oprobio de santos, pero no podemos no serlo, porque "santo" significa "marcado", "señalado", y todos llevamos el sello de Jesucristo, porque "hemos sido bautizados, hechos santos, rehabilitados por la acción del Señor, Jesús el Salvador, y mediante el Espíritu de nuestro Dios" (1 Cor. 6, 11).
María es "santísima", así la llamamos con todo derecho y con todo amor; por lo tanto, debiéramos ver en Ella al ejemplo máximo de nuestra condición de cristianos. Ahora bien, todo "santo" lo más elemental que debe tener para poder ser nuestro ejemplo es que sea imitable, que sea como nosotros. No podemos imitar a quien sea incompatible, diferente, ajeno, sino a quien es como nosotros, uno de nosotros, de manera, si de veras nuestra Madre es "Santísima", es lo mismo que decir que es imitabilísima, lo cual -por lo demás- es lo típico de toda madre, que sus hijos puedan aprender de ella. En estos once días antes de su fiesta, trataremos un poco de ver en qué y por qué podemos y debemos decir que es nuestro modelo, que es nuestro ejemplo.
Y la verdad es que Ella tuvo dificultades como las nuestras. Es más: mucho peores que las nuestras. Problemas, angustias, frustraciones como las nuestras... y su mérito estuvo en que las enfrentó y resolvió en forma diferente a como suele ser la nuestra, porque fue heróicamente entregada a Dios. Desde luego que la principal ayuda que puede ofrecernos, -y con la que más nos consuela saber que contaremos siempre- es su intercesión ante su Hijo, pero en lo que más debiéramos fijarnos es en su ejemplo, que nos está diciendo: "Yo que tuve tus problemas, yo que viví lo que tú vives, yo que conocí por experiencia propia tu situación, te pido que seas imitador mío, como yo lo soy de Dios, como yo lo soy de mi Hijo" (Cfr. 1 Cor. 4, 16; Fil. 3, 17; Ef. 5, 1). Hoy no contamos con tiempo para extendernos sobre esto; simplemente introduzcámoslo y pensemos quién fue María bajo el punto de vista en que quizá menos la consideramos, pero en el que más nos atañe y nos importa, es decir: en Ella en cuanto humana, en cuanto alguien como todos nosotros.
Un matrimonio ejemplar
Fue alguien que nació como todos nacemos, con la sola diferencia de no tener pecado original, cosa que no es ninguna ventaja, sino por el contrario: una carga más pesada todavía que las nuestras, por ser inmaculada en medio de pecadores. Crece como todas las muchachas de su pueblo y de su tiempo, y -aparentemente- tiene el mismo destino y anhelo de cualquier muchacha de entonces: casarse, tener muchos hijos, esperar con todo el ímpetu de su corazón poder ser instrumento de Dios para bien de sus hermanos y, sobre todo, para que llegase el Mesías a la tierra. Todo, hasta donde podemos ver, es normal para Ella, hasta que Dios, que la había preparado desde su concepción, de improviso interviene pidiéndole un cambio drástico y total en todo su plan de vida:
Ella ya está casada. La ceremonia judía del matrimonio tenía varias etapas, la final era llevar a la esposa a la casa del esposo para iniciar la convivencia, pero el compromiso quedaba hecho antes. María y José, aunque aún no convivieran, eran ya legalmente esposos, y debemos suponerlos dos chicos sanos y normales, aunque nada comunes y corrientes, pues María era la mujer más femenina, más perfecta en su feminidad que ha pisado la tierra, ya que al no tener pecado todas sus cualidades de mujer estaban completas e intactas. Jamás ha habido otra mujer tan acabadamente femenina, tan acabadamente mujer como ella, salvo quizá Eva en un principio, antes de su pecado. De José, sin que sepanos gran cosa, lo sabemos todo, porque nos basta saber que Ella lo amó y, sobre todo, porque tenemos su obra: la educación de Jesús, y no ha habido jamás varón más acabadamente hombre que Jesús, por lo que debemos suponer en José el dechado de cualidades que lo hicieron el novio más amante y el esposo más perfecto de la tierra, por lo que no podemos dejar de pensar en esos dos jóvenes, María y José, como la pareja más bella, más ideal, de la historia.
¿Cómo puede ser esto?
Viven, los dos, en un pueblo pequeño, perdido allá en Galilea y todo parece que su vida será la de una normalísima felicidad conyugal, cuando, de repente, Dios interviene en forma tan maravillosa cuanto desquiciantemente costosa, pidiéndole a María nada menos que acepte ser madre de un hijo que no será de José, sino directamente suyo, de Dios. Esto, siendo sublime, siendo excelso, siendo divino, es martirizantemente dramático para una mujer totalmente enamorada de su esposo. No le cabe pensar que sea pecado, puesto que lo pide Dios, pero sí que implicará renunciar a cuanto Ella más ama, a todo su plan de vida. Además, por ser totalmente clara su inteligencia libre de pecado, advierte que ese hijo va a ser Dios: "El Espíritu te cubrirá con su sombra... quien va a nacer de tí será llamado Hijo de Dios" (Luc. 1, 35). Ella, siendo judía, capta de inmediato que, de aceptar, la relación de Dios y de la Humanidad, de la que Ella es parte, cambiará radicalmente y para siempre. Para el judió Dios era "el Altísimo" (Cfr. Deut. 32, 8, et passim), "el Señor de los Ejércitos" (1 Rey. 25, 2, et passim), alguien tan grande que ni siquiera se podía pronunciar su nombre... Que ese Dios, pues, le pida hacerse su hijo, su hijo biológico, que Ella deba gestar a Dios, amamantar a Dios, cambiarle los pañales a Dios no puede ser más bello, pero, al mismo tiempo, no podía ser más contrario a lo que Ella siempre había aceptado y amado como su religión.
Contesta, pues, no de inmediato con un sí, sino con un prudente reparo: "¿Cómo puede ser esto?" (Luc. 1, 34). Cuando el ángel le reafirma que es voluntad de Dios, Ella nos da un conmovedor ejemplo de como deberíamos siempre contestar a toda solicitud divina. Su respuesta es: Si Dios quiere eso, yo nada más tengo que decir. "Soy la esclava del Señor. Hágase en mí lo que tú dices". (Luc. 1, 38). Ella bien hubiera tenido todo el derecho de objetar: "¡No! ¡Yo no puedo aceptar eso! ¡No me parece justo! ¡Va contra el amor a mi esposo! ¡Va contra la tradición de mi pueblo! ¡Va contra toda la educación que he recibido de mis padres; contra toda la forma como se me ha enseñado que Dios quiere ser honrado y venerado!" Sin embargo, emitió un sí, un sí prudente, pues primero preguntó y aclaró, pero un sí pleno e incondicional.
Renuncia a lo que más se ama
Nuestro Padre de la Patria, Juan Diego, a través de quien Dios unió a los peores enemigos para que fuesen nuestros padres, también tuvo que renunciar a cuanto amaba para poder bautizarse, para poder marcarse con ese sello que lo hizo santo, como santos somos todos nosotros. Muy antes de que María le entregase sus tan consoladoras palabras, él -hombre de profundísima fe- entendió, y correspondió a la gracia de aceptar, que Dios le pedía renunciar a lo que más amaba, a la religión de sus padres, que se bautizara, que cambiara todos sus valores aceptando lo que a otros les parecía injusto e inaceptable.... ¡Y lo aceptó! Años después, cuando María le asigna el espinoso encargo de que no él, sino el Obispo español, construya en templo para en él ella pudiera entregarnos "a su Hijo que es su amor, su mirada compasiva, su auxilio, su salvación" (Nican Mopohua v. 28), (un encargo del todo fuera de su capacidad pesonal), él también responde poniendo todo su esfuerzo, enfrentando rechazos y dificultades, y, a la postre, él y Ella lo consiguen, y crean así nuestra Patria.
A veces en nuestra vida pueden ocurrir cosas semejantes, incluso muy similares a las que vivió María. Por ejemplo, una chica es violada con lujo de brutalidad y de injusticia, y queda embarazada... Tiene todas las razones para detestar eso, pero Dios le pide aceptar y amar al hijo inocente que va a nacer de ella, porque a ese niño, no planeado, no deseado como en cierta forma fue Jesús, Dios lo llamá -como a todos los niños del mundo- a ser salvador del mundo, e implora a esa madre que acepte brindárselo...
Conclusión
Pidámosles pues, a El Señor, a nuestra Madre María de Guadalupe y a nuestro Padre en la fe Juan Diego que sepamos aquilatar, agradecer e imitar sus ejemplos, y hacer de nuestra vida un ejemplo para todos los demás. Como nación vamos a empezar una etapa nueva, que deseamos todos sea mejor pero que bien puede resultar peor si no cooperamos... Y una cosa en la que nadie podemos pretextar incapacidad de cooperar es en eso: en orar, en pedir al Padre de los Cielos, por intercesión de nuestra Madre Santísima, que "venga a nosotros su Reino." (Mt. 6,10; Luc. 11, 2).
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