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miércoles, 29 de septiembre de 2021
ORACIONES A LOS ARCÁNGELES RAFAEL, GABRIEL Y MIGUEL
Oración a San Rafael
Oh poderoso Príncipe de la gloria San Rafael, llamado medicina de Dios, salud de los enfermos, luz de los ciegos, guía de caminantes, protector de la limosna, del ayuno y de la oración: por aquella caridad con que acompañaste al joven Tobías, te pido, oh glorioso protector mío, me libres de todos los males y peligros, y me acompañes en la peregrinación de esta vida mortal, para llegar felizmente a puerto de salvación en la eterna.
(Padrenuestro)
Oración a San Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
Oración a San Miguel Arcángel creada por el Papa León XIII
HOY ES LA FIESTA DE LOS SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, RAFAEL Y GABRIEL , 29 DE SEPTIEMBRE
EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 29 DE SEPTIEMBRE DE 2021 - LOS SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL
29 de Septiembre:
Los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael
1ª Lectura (Dan 7,9-10.13-14): Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
_________________________
O bien (Ap 12,7-12): En el cielo se trabó una gran batalla: Miguel y sus ángeles pelearon contra el dragón. El dragón y sus ángeles lucharon ferozmente, pero fueron vencidos y arrojados del cielo para siempre. Así, el dragón, que es la antigua serpiente, la que se llama Diablo y Satanás, la que engaña al mundo entero, fue precipitado a la tierra, junto con sus ángeles. Entonces yo, Juan, oí en el cielo una voz poderosa, que decía: «Ha sonado la hora de la victoria de nuestro Dios, de su dominio y de su reinado, y del poder de su Mesías, porque ha sido reducido a la impotencia el que de día y de noche acusaba a nuestros hermanos, delante de Dios. Pero ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el testimonio que dieron, pues su amor a la vida no les impidió aceptar la muerte. Por eso, alégrense los cielos y todos los que en ellos habitan».
Salmo responsorial: 137
R/. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario.
Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu fama; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el oráculo de tu boca; canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande.
Versículo antes del Evangelio (Sal 102,21): Aleluya. Que bendigan al Señor todos sus ejércitos, servidores fieles que cumplen su voluntad. Aleluya.
Texto del Evangelio (Jn 1,47-51): En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
«Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre»
+ Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la S.R.I.
(Città del Vaticano, Vaticano)
Hoy, en la fiesta de los Santos Arcángeles, Jesús manifiesta a sus Apóstoles y a todos la presencia de sus ángeles y la relación que con Él tienen. Los ángeles están en la gloria celestial, donde alaban perennemente al Hijo del hombre, que es el Hijo de Dios. Lo rodean y están a su servicio.
«Subir y bajar» nos recuerda el episodio del sueño del Patriarca Jacob, quien dormido sobre una piedra durante su viaje a la tierra de origen de su familia (Mesopotamia), ve a los ángeles que “bajan y suben” por una misteriosa escalera que une el cielo y la tierra, mientras Dios mismo está de pié junto a él y le comunica su mensaje. Notemos la relación entre la comunicación divina y la presencia activa de los ángeles.
Así, Gabriel, Miguel y Rafael aparecen en la Biblia como presentes en las vicisitudes terrenas y llevando a los hombres —como nos dice san Gregorio el Grande— las comunicaciones, mediante su presencia y sus mismas acciones, que cambian decisivamente nuestras vidas. Se llaman, precisamente, “arcángeles”, es decir, príncipes de los ángeles, porque son enviados para las más grandes misiones.
Gabriel fue enviado para anunciar a María Santísima la concepción virginal del Hijo de Dios, que es el principio de nuestra redención (cf. Lc 1). Miguel lucha contra los ángeles rebeldes y los expulsa del cielo (cf. Ap 12). Nos anuncia, así, el misterio de la justicia divina, que también se ejerció en sus ángeles cuando se rebelaron, y nos da la seguridad de su victoria y la nuestra sobre el mal. Rafael acompaña a Tobías “junior”, lo defiende y lo aconseja y cura finalmente al padre Tobit (cf. Tob). Por esta vía, nos anuncia la presencia de los ángeles junto a cada uno de nosotros: el ángel que llamamos de la Guarda.
Aprendamos de esta celebración de los arcángeles que “suben y bajan” sobre el Hijo del hombre, que sirven a Dios, pero le sirven en beneficio nuestro. Dan gloria a la Trinidad Santísima, y lo hacen también sirviéndonos a nosotros. Y, en consecuencia, veamos qué devoción les debemos y cuánta gratitud al Padre que los envía para nuestro bien.
PAPA FRANCISCO: INVOQUEN A SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL PARA CUMPLIR LA MISIÓN QUE DIOS LES DA
Papa: Invoquen a Santos Miguel, Gabriel y Rafael para cumplir la misión que Dios les da
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
El Papa Francisco recordó la fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael que la Iglesia Católica universal celebra cada año el 29 de septiembre y destacó tres enseñanzas.
En primer lugar, el Santo Padre señaló durante la Audiencia General de este miércoles que cada uno de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael “realizó una misión especial en la historia de la salvación”.
Por ello, el Papa alentó "invoquemos su protección, para que también nosotros, con ayuda de la gracia divina, podamos cumplir la misión que el Señor nos encomienda y seamos testigos de su misericordia a través de nuestras obras y con toda nuestra vida”.
Además, el Santo Padre invitó en esta memoria litúrgica a encomendarnos “de manera especial a la protección de los santos Arcángeles: Miguel, que combate a Satanás y a los espíritus malignos; Gabriel, que trae la buena noticia del Señor; y Rafael, que cura y acompaña en la búsqueda del bien” por lo que animó a que “con su ayuda, sean ustedes también mensajeros de la gracia y la misericordia del Señor”.
Por último, el Papa Francisco destacó a los fieles de lengua italiana presentes en el Aula Pablo VI del Vaticano que “la fiesta de hoy de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, junto con la inminente fiesta de los Santos Ángeles Custodios, es una invitación a estar siempre atentos a los planes divinos y a su manifestación” por lo que recomendó no dudar “en recorrer con confianza los caminos que la Divina Providencia te indica cada día”.
En esta línea, el Santo Padre envió un mensaje a través de su cuenta oficial de Twitter @Pontifex_es en el cual sugirió encomendarse a estos tres “mensajeros de la gracia de Dios” para “que nuestras obras buenas hagan visible el amor de Dios por el mundo”.
ORACIONES PARA EL PRIMER VIERNES DEL MES DE OCTUBRE, SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
lunes, 27 de septiembre de 2021
EL EVANGELIO DE HOY LUNES 27 DE SEPTIEMBRE DE 2021
Lunes 26 del tiempo ordinario
Lunes 27 de septiembre de 2021
1ª Lectura (Zac 8,1-8): En aquellos días, vino la palabra del Señor de los ejércitos: «Así dice el Señor de los ejércitos: Siento gran celo por Sión, gran cólera en favor de ella. Así dice el Señor: Volveré a Sión y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén se llamará Ciudad Fiel, y el monte del Señor de los ejércitos, Monte Santo. Así dice el Señor de los ejércitos: De nuevo se sentarán en las calles de Jerusalén ancianos y ancianas, hombres que, de viejos, se apoyan en bastones. Las calles de Jerusalén se llenarán de muchachos y muchachas que jugarán en la calle. Así dice el Señor de los ejércitos: Si el resto del pueblo lo encuentra imposible aquel día, ¿será también imposible a mis ojos? —oráculo del Señor de los ejércitos. Así dice el Señor de los ejércitos: Yo libertaré a mi pueblo del país de oriente y del país de occidente, y los traeré para que habiten en medio de Jerusalén. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios con verdad y con justicia».
Salmo responsorial: 101
R/. El Señor reconstruyó Sión, y apareció en su gloria.
Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria. Cuando el Señor reconstruya Sión, y aparezca en su gloria, y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones.
Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor. Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte.
Los hijos de tus siervos vivirán seguros, su linaje durará en tu presencia, para anunciar en Sión el nombre del Señor, y su alabanza en Jerusalén, cuando se reúnan unánimes los pueblos y los reyes para dar culto al Señor.
Versículo antes del Evangelio (Mc 10,45): Aleluya. Jesucristo vino a servir y a dar la vida por la salvación de todos. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 9,46-50): En aquel tiempo, se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor».
Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros».
«El más pequeño de entre vosotros, ése es mayor»
Prof. Dr. Mons. Lluís CLAVELL
(Roma, Italia)
Hoy, camino de Jerusalén hacia la pasión, «se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor» (Lc 9,46). Cada día los medios de comunicación y también nuestras conversaciones están llenas de comentarios sobre la importancia de las personas: de los otros y de nosotros mismos. Esta lógica solamente humana produce frecuentemente deseo de triunfo, de ser reconocido, apreciado, agradecido, y falta de paz, cuando estos reconocimientos no llegan.
La respuesta de Jesús a estos pensamientos —y quizá también comentarios— de los discípulos recuerda el estilo de los antiguos profetas. Antes de las palabras hay los gestos. Jesús «tomó a un niño, le puso a su lado» (Lc 9,47). Después viene la enseñanza: «El más pequeño de entre vosotros, ése es mayor» (Lc 9,48). —Jesús, ¿por qué nos cuesta tanto aceptar que esto no es una utopía para la gente que no está implicada en el tráfico de una tarea intensa, en la cual no faltan los golpes de unos contra los otros, y que, con tu gracia, lo podemos vivir todos? Si lo hiciésemos tendríamos más paz interior y trabajaríamos con más serenidad y alegría.
Esta actitud es también la fuente de donde brota la alegría, al ver que otros trabajan bien por Dios, con un estilo diferente al nuestro, pero siempre valiéndose del nombre de Jesús. Los discípulos querían impedirlo. En cambio, el Maestro defiende a aquellas otras personas. Nuevamente, el hecho de sentirnos hijos pequeños de Dios nos facilita tener el corazón abierto hacia todos y crecer en la paz, la alegría y el agradecimiento. Estas enseñanzas le han valido a santa Teresita de Lisieux el título de “Doctora de la Iglesia”: en su libro Historia de un alma, ella admira el bello jardín de flores que es la Iglesia, y está contenta de saberse una pequeña flor. Al lado de los grandes santos —rosas y azucenas— están las pequeñas flores —como las margaritas o las violetas— destinadas a dar placer a los ojos de Dios, cuando Él dirige su mirada a la tierra.
PAPA FRANCISCO ALIENTA A IMITAR EJEMPLO DE SAN VICENTE DE PAÚL
Papa Francisco alienta a imitar ejemplo de San Vicente de Paúl
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa
El Papa Francisco destacó el ejemplo de San Vicente de Paúl para recordar que “un cristianismo sin contacto con el que sufre es un cristianismo desencarnado”.
Así lo dijo el Santo Padre en un mensaje enviado a través de su cuenta oficial de Twitter @Pontifex_es este 27 de septiembre, día en el que la Iglesia Católica recuerda la memoria de San Vicente de Paúl.
“El ejemplo de San Vicente de Paúl nos anime a dar espacio y tiempo a los pobres, a hacer nuestros pensamientos y sus problemas, porque un cristianismo sin contacto con el que sufre es un cristianismo desencarnado, incapaz de tocar la carne de Cristo”, escribió el Papa.
San Vicente de Paúl es considerado el Patrono de las obras de caridad. Fue fundador de la Congregación de la Misión (vicentinos) y de las Hijas de la Caridad (vicentinas).
Breves datos biográficos
Vicente de Paúl de Moras nació en Francia en 1581, en el seno de una familia de campesinos. Dos localidades se disputan aún hoy el lugar de su nacimiento: la aldea de Pouy, que, desde el siglo XIX, se llama Saint-Vincent-de-Paul en su honor; y Tamarite de Litera, donde nacieron sus padres.
De adolescente fue enviado al colegio de los franciscanos en la próspera ciudad de Dax, donde se entregó de lleno a los estudios. Años después, recibiría la tonsura y las órdenes menores, para luego ingresar a la universidad de Toulouse, donde estudiaría teología.
Fue ordenado sacerdote en 1600 con tan solo diecinueve años, e inmediatamente el obispo, dada la madurez del novel sacerdote, quiso encargarle una parroquia que, sin embargo, no llegaría a asumir por su corta edad -el código de derecho canónico le impedía asumir tal responsabilidad-.
El P. Vicente de Paúl renunció a cualquier posible cargo y prefirió continuar sus estudios. Para lograrlo, sabía que necesitaba dinero y que estaba completamente desprovisto de fortuna. Fue entonces que recibió una sorprendente noticia: una dama muy anciana de Toulouse le había dejado una herencia. Para cobrarla, Vicente debía ir rumbo a Marsella. Lamentablemente, cuando se embarcó de regreso, el barco en el que viajaba fue atacado por un grupo de piratas turcos y Vicente fue hecho prisionero.
Después de retomar el ejercicio sacerdotal, Vicente fue nombrado párroco, pero tuvo que pasar por abundantes penurias económicas.
Providencialmente, a través de un amigo suyo, consiguió un empleo como preceptor de los hijos de una ilustre familia lugareña. Es en estas circunstancias de necesidad como Vicente empieza a decantar con más profundidad el Evangelio y las exigencias propias de la vida cristiana. El P. Vicente se propuso pagar con amor todo el amor que había recibido, y quiso hacerlo de manera especial con los más necesitados.
El P. Vicente empezó a estar más disponible para atender moribundos, a los abandonados y enfermos. Empezó a frecuentar lugares remotos con el propósito de atender a quien lo requería. Sabía muy bien que Dios en su ternura no podía olvidarse del más necesitado.
Su experiencia de vida al servicio del Señor le infundió en el corazón el deseo de organizar una congregación que se ocupase de administrar principalmente obras de caridad. Así, Vicente fundó la Congregación de la Misión. Ser misionero para él era algo que solo podía sostenerse en la oración dedicada y constante. Su tiempo como preceptor y la buena formación teológica que recibió lo inspiraron para que los miembros de la nueva congregación se dediquen también a la formación del clero. Después, junto a Santa Luisa de Marillac, fundaría la Compañía de las Hijas de la Caridad. Para San Vicente, además de la oración, era importantísimo el cultivo de la humildad. Esta debería ser la primera virtud y cualidad de los sacerdotes misioneros.
San Vicente conoció a San Francisco de Sales, obispo, quien le encargó la capellanía de las visitandinas (Orden de la Visitación) de París, y la dirección espiritual de Santa Juana de Chantal. Asimismo, se desempeñó como consejero de autoridades y gobernantes.
Vicente fue un verdadero amigo de los desposeídos y un celoso apóstol de su tiempo. Partió a la Casa del Padre el 27 de septiembre de 1660.
domingo, 26 de septiembre de 2021
¿DÓNDE DICE LA BIBLIA QUE MARÍA FUE ASUNTA AL CIELO O QUE FUE CONCEBIDA SIN PECADO ORIGINAL?
¿Dónde dice la Biblia que María fue asunta al cielo o que fue concebida sin pecado original?
El magisterio, según las necesidades de los tiempos y la maduración teológica ha proclamado de modo solemne que, tal o cual verdad, ha sido revelada por Dios
Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org
Pregunta:
¿Adónde dice la Biblia que María fue subida al cielo o que fue concebida sin pecado original y los demás dogmas católicos?
Respuesta:
Ya he dicho reiteradamente, que sostenemos, los católicos, con fundamento, que las fuentes de la Revelación son dos: la Palabra de Dios escrita y oral; Biblia y Tradición. Ya lo hemos probado. Me remito a los argumentos sentados más arriba. En base a ellos, el magisterio, según las necesidades de los tiempos, (en muchos casos las diversas herejías que fueron surgiendo) y la maduración teológica, ha proclamado de modo solemne que tal o cual verdad ha sido revelada por Dios y se encuentra contenida en ciertas afirmaciones bíblicas, y han sido siempre entendidas en este sentido por la Iglesia (la tradición).
Teniendo esto en cuenta, podemos decir que el fundamento para sostener las verdades que en este punto se consideran, ha sido expuesto por los Papas en los documentos en que se han proclamado los referidos dogmas.
En cuanto a la inmunidad de pecado original (inmaculada concepción de María), existen dos puntos de apoyo en la Sagrada Escritura.
El primer texto, es el pasaje clásico de Gn 3,15, (Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: …Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar); si se entiende el pasaje de Cristo –el linaje de la mujer contra el cual se alzará el linaje de la serpiente– entonces hay que ver en la mujer de la cual procede este linaje no sólo a Eva, sino de modo inmediato a María, madre de Jesús. Si la enemistad es total, debe excluir (así lo ha entendido la tradición) toda connivencia con el pecado, puesto que “quien comete pecado es esclavo”, como dice Jesús (cf. Jn 8,34); por tanto, no sólo el linaje de la mujer sino la misma mujer que es madre de ese linaje, debe estar exenta de todo pecado. Esto no lo puede cumplir Eva, pero sí María.
En el Nuevo Testamento, el fundamento es el pasaje de la Anunciación, en la que el ángel llama a María con la palabra griega “kejaritôménê” (Lc 1,28). Esta palabra significa, como indica C. Pozo [1], que María tiene, de modo estable, la gracia que corresponde a su dignidad de Madre de Dios. La reflexión de la fe, sigue diciendo el mismo teólogo, descubrió que esa gracia es una “plenitud de gracia”. Más aun, que la única plenitud que verdaderamente corresponde a la dignidad de Madre de Dios, es aquélla que se tiene desde el primer instante de la existencia, es decir, una santidad total que abarque toda la existencia de María.
Éstos son los fundamentos; evidentemente no bastan por sí solos, ni la Iglesia pretende que así sea; está además la interpretación de toda la tradición de la Iglesia y del magisterio en particular.
Ya desde el siglo II aparecen fórmulas que indican la íntima asociación de María y Cristo, el Redentor, en la lucha contra el diablo. La idea se expresa en el paralelismo Eva-María, asociada al nuevo Adán (que ningún protestante piense que, si el paralelismo es entre Eva y María/Nueva Eva, entonces se está insinuando su pecado por cuanto Eva pecó, pues el mismo paralelismo pone en el otro término a Adán-Cristo; por tanto si Adán es figura de Cristo, pero no en cuanto a su pecado sino en cuanto a ser principio, lo mismo vale para Eva como figura de María, en cuanto madre de los vivientes “en la gracia”). Tenemos textos al respecto ya en el siglo II, de san Justino, san Ireneo, etc. En el siglo IV se cultiva más el tema de la plenitud de gracia en María, con hermosos textos de San Ambrosio, San Agustín, San Máximo de Turín (quien dice, por ejemplo, “María, habitación plenamente idónea para Cristo, no por la cualidad del cuerpo sino por la gracia original”), etc. A medida que pasan los siglos, la conciencia se va haciendo más clara al respecto. Los textos pueden verse en las obras especializadas [2]. Algo digno de consideración, es que hay testimonios de una fiesta consagrada a la Concepción de María a fines del siglo VII o comienzos del VIII.
Es muy importante la controversia entre los teólogos católicos sobre este tema, surgida en torno a los siglos XII-XIV, a raíz de teorías que consideran que la afirmación de la inmaculada concepción de María, implicaría que Nuestra Señora no habría sido redimida. Una inmaculada concepción que se oponga a la redención universal de Cristo no puede ser aceptada por la verdad católica; en razón de esto, algunos teólogos, pensando que ambas verdades eran incompatibles –a menos que el magisterio auténtico declarase el modo misterioso de esta compatibilidad– se inclinaron por negar esta verdad, diciendo que María habría sido concebida con pecado original, pero inmediatamente, en el primer instante, habría sido limpiada del mismo por el Espíritu Santo. Debemos recordar que, paralelamente a esta controversia, el pueblo sencillo, intuyendo el misterio, siguió profesando esta verdad, ajeno a las difíciles especulaciones teológicas. Desde el siglo XV en adelante, volvió a profesarse con serenidad esta verdad, incluso muchas universidades (como las de París, Colonia, Maguncia, etc.) impusieron el juramento de defender la inmaculada concepción antes de la colación de grados académicos. Destacable es también que el concilio cismático de Basiela (año 1439) definió como dogma de fe la doctrina de la Inmaculada Concepción. El Concilio de Trento manifiesta explícitamente, que su decreto admirable sobre el pecado original no intenta tocar el tema particular de María [3]. Finalmente, llega la definición dogmática por parte de Pío IX, aclarando que María es inmaculada y la primera redimida (redimida por anticipación; por aplicación anticipada de los méritos de Cristo, y que tal doctrina está revelada por Dios) [4].
En cuanto a la asunción de María, es decir, la doctrina que dice que María, después de su vida terrestre fue llevada en cuerpo y alma al cielo (sin definir si pasando por la muerte –a lo que se inclinan la mayoría de los teólogos– o por un estado de dormición), encuentra sus fundamentos bíblicos también en el texto de Gn 3,15, ya citado, pues se basa en la asociación perfectísima de María a Cristo en todos sus misterios (la encarnación, donde se pide su consentimiento; el nacimiento; su acompañamiento en la vida pública; el comienzo de sus obras en las bodas de Caná; su presencia al pie de la Cruz; su presencia en Pentecostés, etc.), que invitan a considerar su asociación al misterio de la muerte de su Hijo (para muchos teólogos, como he dicho), su posterior resurrección y ascensión a los cielos y su coronación. También suele aducirse el texto de Apocalipsis 12,1 (Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza), aunque este texto se aplica también a la Iglesia y al Israel de Dios.
Pío XII, en la Constitución Apostólica “Munificentissimus Deus” procedió de modo mixto, por medio de una argumentación que apelaba a: (a) que los Padres desde el siglo II afirman una especial unión de María, la Nueva Eva, con Cristo, el Nuevo Adán, en la lucha contra el diablo; (b) en Gn 3,15 la lucha de Cristo contra el diablo había de terminar en la victoria total sobre el demonio; (c) según san Pablo (cf. Ro 5-6; 1Co 15,21-26; 54-57), la victoria de Cristo contra el diablo fue victoria sobre el pecado y la muerte; (d) por tanto, hay que afirmar una especial participación de María –que debería ser plena, si su asociación con Cristo fue plena– que termine con su propia resurrección y triunfo sobre la muerte.
Esto está corroborado con testimonios de la tradición más antigua, tanto de los Padres como de la liturgia de la Iglesia (la fiesta de la Dormición se celebra en Jerusalén desde el siglo VI y hacia el 600 en Constantinopla), etc. Véase para todos estos testimonios, los textos indicados más arriba.
Los protestantes pueden estar en desacuerdo con estas enseñanzas, pero deberán reconocer que sus negaciones sistemáticas son más recientes en el tiempo que los testimonios de la misma tradición. Por eso, los primeros apologistas los llamaron “novadores”: los innovadores o inventores de doctrinas.
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Bibliografía:
Pozo, María en la obra de la salvación, BAC, Madrid 1974;
José de Aldama, María en la patrística de los siglos I y II, BAC, Madrid 1970;
Gregorio Alastruey, Tratado de la Virgen Santísima, BAC, Madrid 1947;
B. Carrol, Mariología, BAC, Madrid 1964;
Ignace de la Potterie, La anunciación del ángel a María en la narración de San Lucas, en: “Biblia y Hermenéutica”, Actas de las Jornadas Bíblicas, San Rafael 1998, Ed. Verbo Encarnado 1998, pp. 141-166.
[1] Cf. Cándido Pozo, op. cit., p. 298.
[2] Pueden verse las citadas más arriba; por ejemplo, Pozo, pp. 298 ss. Este autor trae también muchas indicaciones bibliográficas.
[3] Cf. DS 1516.
[4] Cf. DS 2803.