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sábado, 6 de diciembre de 2014

LA VIRGEN MARÍA, LA QUE ESPERA



María, la que espera
Adviento
María nos enseña a vivir este tiempo como camino hacia el portal de Belén, lugar de encuentro y adoración del Dios-Niño.
Por: María de Lourdes Rodero Elizondo, o.p. | Fuente: Catholic.net




El adviento es tiempo de espera para la gran celebración de la Navidad. El nacimiento de Jesús es el gran acontecimiento largamente esperado por el Pueblo de Israel que durante tantos años vivió anhelando el cumplimiento de la promesa que Dios le había hecho de que le enviaría un Salvador.

Nuestra cultura no está habituada a esperar y nos es difícil comprender que el Pueblo de Israel haya esperado siglos y siglos para el cumplimiento de esta promesa. La nuestra es la cultura de la prisa, de lo inmediato, de lo "express". Esperar implica acomodarse al tiempo de otro y es realmente difícil aceptar los tiempos de “otro” cuando no coinciden con los nuestros, incluso si son tiempos de Dios.

El Adviento nos invita a esperar el tiempo de Dios; la venida de Jesús.

El adviento no es aún la fiesta, sino espera, preparación y expectación para la gran fiesta.
El gozo propio del adviento es de quien ha recibido una promesa y espera ilusionado su cumplimiento y verificación. Sin embargo, hoy ya no lo vivimos esperando una promesa. Hemos adelantado la fiesta y hemos perdido el clima de "espera", "de promesa", de "don".

Lo anticipamos todo: durante el adviento, nos damos regalos, los abrimos, comemos pavo, dulces, etc. No sabemos esperar. Esta anticipación del festejo nos ha "robado" el tiempo de preparación espiritual propuesto por la Iglesia para una celebración profunda de la Navidad, que tendría que ser para cada cristiano, un encuentro “de corazón a corazón” con el Dios-niño, tan sencillo y pequeño, que se encuentra al alcance de todos. Actualmente hay muchos festejos “navideños” que nada tienen que ver con el misterio de la Navidad y muchas veces para el 24 de diciembre, ya nos encontramos cansados y agobiados; incluso "saturados" de tantos compromisos; agotados por la prisa y el estrés. La forma en la que solemos vivir el adviento, en lugar de prepararnos para celebrar la Fe en un clima de paz y gozo espiritual, muy probablemente nos acelera, dispersa y distrae para lo esencial.

María, la Madre que supo esperar con verdadera esperanza y gran amor, es el gran personaje del Adviento que nos enseña a vivir este tiempo como camino hacia el portal de Belén, lugar de encuentro y adoración del Dios-niño.

Tres actitudes muy hermosas de María que nos pueden ayudar a vivir este adviento son: la espera, la preparación del corazón y la acogida sincera.

1. María espera con gozo, con profunda esperanza, la llegada de Jesús a su vida.

2. María prepara su corazón con vivos sentimientos de ternura para con el Niño Jesús que viene y de gratitud profunda para con Dios que cumple sus promesas.

3. María cultiva en su corazón una acogida generosa, abriéndolo de par en par para que realmente entre Jesús a su vida. Ella lo esperaba sinceramente, no lo acoge sólo de palabra, sino que le ofrece su corazón.

Que María nos enseñe a vivir este adviento en una espera gozosa; a aprovechar este tiempo para preparar nuestro corazón para que Jesús realmente encuentre en él un lugar donde quedarse y desde el cual podamos descubrirlo como verdadero Salvador: como el Dios que viene a iluminar lo que en nuestra vida está oscuro; a sanar lo que en nuestra vida está enfermo; y a liberarnos de todo lo que nos impide vivir en el gozo de su Amor.

viernes, 5 de diciembre de 2014

LA GRANDEZA DE LO PEQUEÑO


La grandeza de lo pequeño
Un par de peregrinos tocarán a la puerta de nuestro corazón pidiendo un lugar para que el Hijo de Dios pueda nacer. 



Por: H. Christian David Garrido F. L.C. | Fuente: Catholic.net




En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: « Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. »
Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: « ¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.
 (Lc. 10. 21-24)

“Yo te alabo, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, y las revelaste a los pequeños.” Estas palabras encierran un misterio y una paradoja para la lógica humana. Los más grandes acontecimientos de su vida, Cristo no los quiso revelar a quienes, según el mundo, son “los sabios y prudentes”. Él tiene una manera diferente para calificar a los hombres.

Para Dios no existen los instruidos y los iletrados, los fuertes y los débiles, los conocedores y los ignorantes. No busca a las personas más capaces de la tierra para darse a conocer, sino a las más pequeñas, pues sólo estas poseen la única sabiduría que tiene valor: la humildad.

Las almas humildes son aquellas que saben descubrir la mano amorosa de Dios en todos los momentos de su vida, y que con amor y resignación se abandonan con todas sus fuerzas a la Providencia divina, conscientes de que son hijos amados de Dios y que jamás se verán defraudadas por Él. La humildad es la llave maestra que abre la puerta de los secretos de Dios. Es la gran ciencia que nos permite conocerle y amarle como Padre, como Hermano, como Amigo.

El adviento es tiempo de preparación, un momento fuerte de ajuste en nuestras vidas. Esforcémonos, pues, por ser almas sencillas, almas humildes que sean la alegría y la recreación de Dios. Cristo niño volverá a nacer en medio de la más profunda humildad como lo hiciera hace más de dos mil años. Un par de peregrinos tocarán a la puerta de nuestro corazón pidiendo un lugar para que el Hijo de Dios pueda nacer. ¿Cómo podremos negarle nuestro corazón a Dios, que nos pide un corazón humilde y sencillo en el cual pueda nacer?


“Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven, porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron, y oír lo que oyen, y no lo oyeron.”

miércoles, 3 de diciembre de 2014

ADVIENTO, ALGUIEN LLEGA


Adviento. Alguien llega
En cada adviento revivimos, con la fe, y volvemos hacer presente en la esperanza la primera venida de Cristo.
Por: P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Catholic.net




Adviento. Sí, llegada de Alguien importante, para algo importante, por algo importante, a un lugar importante. Descubramos el sentido profundo de este tiempo litúrgico tan sencillo, austero y propicio para la meditación y la esperanza.

En cada adviento revivimos, con la fe, y volvemos hacer presente en la esperanza la primera venida de Cristo en su carne sencilla, prestada por María, hace más de dos mil años. Y al mismo tiempo ese adviento, todo adviento, nos lanza y nos proyecta y nos hace desear la última venida de Cristo al final de los tiempos en toda su gloria y majestad, como nos describe san Mateo en el capítulo 25: “Ven, Señor Jesús”. Pero también en cada adviento, si vivimos en clave de amor y de fe, podemos recibir y descubrir la venida intermedia de Cristo en su Eucaristía –detrás de ese pan y vino, que ya no es pan ni vino, sino el Cuerpo y la Sangre de Cristo-, en el prójimo necesitado –pregunten, si no, a san Martín de Tours cuando dio la mitad de su manto a ese pobre aterido de frío en pleno invierno francés hace ya muchos, muchos años, y en la noche Cristo se le apareció vestido con esa mitad del manto para agradecerle ese hermoso gesto de caridad-, o también descubrir el rostro de Cristo detrás de ese dolor o adversidad de la vida. Cristo continúa viniendo. El adviento es continuo y eterno. El hombre vive en perpetuo adviento. Cristo viene siempre, cada año, cada mes, cada semana, cada día, cada hora y cada minuto. Basta estar atento y no embotado en las mil preocupaciones.

Quién llega: Es Jesucristo, nuestro Señor, nuestro Salvador, el Redentor del mundo, el Señor de la vida y de la historia, mi Amigo, El Agua viva que sacia mi sed de felicidad, el Pan de vida que nutre mi alma, el Buen Pastor que me conoce y me ama y da su vida por mí, la Luz verdadera que ilumina mi sendero, el Camino hacia la Vida eterna, la Verdad del Padre que no engaña, la Vida auténtica que vivifica.

Cómo llega: Llegó humilde, pobre, sufrido, puro hace más de dos mil años en Belén. Llega escondido en ese trozo de pan y en esas gotas de vino en cada Eucaristía, pero que ya no son pan ni vino, sino el Cuerpo sacrosanto y la Sangre bendita de Cristo resucitado y glorioso. Y llega disfrazado en ese prójimo enfermo, pobre, necesitado, antipático, a quien podemos descubrir con la fe límpida y el amor comprensivo. Y llega silencioso o con estruendo en ese accidente en la carretera, en esa enfermedad que no entiendemos, en esa muerte del ser querido, para recordarnos que Él atravesó también por esas situaciones humanas y les dio sentido hondo y profundo.

Por qué llega: porque quiere hacernos partícipes de su amor y amistad. Quiere renovar una vez más su alianza con nosotros. El amor es el motor de estas continuas venidas de Cristo a nuestro mundo, a nuestra casa, a nuestra alma. No hay otra razón.

Para qué llega: para dar un sentido de trascendencia a nuestra vida, para decirnos que somos peregrinos en este mundo y que hay que seguir caminando y cantando. Llega para enjugar nuestras lágrimas amargas. Llega para agradecernos esos detalles de amor que con Él tenemos a diario. Llega para hablarnos del Padre, a quien Él tanto ama. Llega para alimentar nuestras ansias de felicidad. Llega para curar nuestras heridas, provocadas por nuestras pasiones aliadas con el enemigo de nuestra alma. Llega para recordarnos que no estamos solos, que Él está a nuestro lado como baluarte y sostén. Llega para pedirnos también una mano y nuestros labios y nuestro corazón, porque quiere que prediquemos su Palabra por todos los rincones del mundo.

Dónde llega: llega a nuestro mundo convulso y desorientado y hambriento de paz, de calor, de caridad y de un trozo de pan; a nuestras familias tal vez divididas o en armonía; a nuestros corazones inquietos como el de san Agustín de Hipona, corazón que sólo descansó en Dios. Quiere llegar a todos los parlamentos internacionales y nacionales para dar sentido y moralidad a las leyes que ahí se emanan. Quiere llegar al palacio del rico, como a la choza del pobre. Quiere llegar junto al lecho de un enfermo en el hospital, como también a ese salón de fiestas, dónde él no viene a aguar nuestras alegrías humanas sino a purificarlas y orientarlas. Quiere llegar al mundo de los niños, para cuidarles su inocencia y pureza. Quiere llegar al mundo de los jóvenes, para sostenerles en sus luchas duras y enseñarles lo que es el verdadero amor. Quiere llegar al mundo de los adultos para decirles que es posible la alegría y el entusiasmo en medio del trabajo agotador y exhausto de cada día. Quiere llegar a cada familia para llevarles el calor del amor, reflejo del amor trinitario. Quiere llegar al mundo de los ancianos para sostenerles con el báculo del aliento y la caricia de la sonrisa. Quiere llegar al mundo de los gobernantes para decirles que su autoridad proviene de Dios, que deben buscar el bien común y que deberán dar cuenta de ella.

Cuántas veces llega: si estamos atentos, no hay minuto en que no percibamos la venida de Cristo a nuestra vida. Basta estar con los ojos de la fe bien abiertos, con el corazón despierto y preparado por la honestidad, y con las manos siempre tendidas para el abrazo de ese Cristo que sabe venir de mil maneras. Por tanto, podemos decir que siempre es adviento. Es más, nuestra vida debe ser vivida en actitud de adviento: alguien llega. No vayamos a estar somnolientos y distraídos.

Cómo prepararnos: nos ayudará en este tiempo leer al profeta Isaías, meditar en san Juan Bautista que encontramos al inicio de los evangelios y contemplar a María. Isaías con su nostalgia del Mesías nos prepara para la última venida de Cristo. San Juan Bautista nos prepara para esas venidas intermedias de Cristo en cada acontecimiento diario y sobre todo en la Eucaristía. Y María nos hará vivir, rememorar en la fe ese primer adviento que Ella vivió con tanta esperanza, amor y silencio, para poder abrazar a ese Niño Jesús sencillo, envuelto en pañales y recostado en un pesebre.

Adviento, tiempo de gracia y bendición. Llega alguien, sí. Llega Dios. Y Dios es todo. Dios no quita nada. Dios da todo lo que hace hermosa a una vida. Y hay que abrirle la puerta y Él entrará y cenará con nosotros y nosotros con Él. Y nos hará partícipes de su amor y felicidad. ¡Qué triste quien no le abra la puerta a Cristo, dejándolo fuera, helándose y despreciado, con sus Dones entre sus Manos benditas! ¿Habrá alguien así, desalmado y sin sentimientos? ¡No lo creo! Al menos no lo quiero creer.


P. Antonio Rivero LC

domingo, 30 de noviembre de 2014

IMÁGENES DE ADVIENTO 2014






















ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA EN ADVIENTO


ORACIÓN DE ADVIENTO 
 A LA VIRGEN MARÍA


¡Dulcísima y amabilísima Madre de Dios y Virgen sacratísima! ya se llega la hora de vuestro bienaventurado parto, parto sin dolor, parto gozoso. Vuestra es esta hora, y nuestra es: vuestra es porque en ella habéis de descubrir al mundo los tesoros divinos que tenéis encerrados en vuestras entrañas, y el sol que le ha de alumbrar, y el pan del cielo que le ha de sustentar, y la fuente de aguas vivas por la cual viven todas la cosas que viven. 

Y vos, Señora, con este sagrado parto habéis de quedar más gloriosa, pues por ser madre no se marchitará la flor de vuestra virginidad, antes cobrará nuevo frescor y nueva belleza, porque sois la puerta de Ezequiel cerrada, huerto cercado y fuente sellada, y todas las gentes os quedarán obligadas, y os reconocerán y adorarán por Madre de su Señor, y reparadora del linaje humano, y emperatriz y princesa de todo lo criado.

Pero también esta hora es nuestra, no solamente por ser para nuestro bien y principio de nuestro bien, sino porque desde que pecó Adán y Dios le dio esperanza con su promesa que le remediaría, todos los patriarcas la han deseado, todos los profetas la han prometido, todos los santos del Antiguo Testamento han suspirado por ella, todas las gentes la han aguardado y todas las criaturas están suspensas y colgadas de vuestro felicísimo parto, en el cual está librada la suma de la salud y felicidad eterna. 

Pues ¡oh esperanza nuestra! ¡oh refugio y consuelo de nuestro destierro!; oíd nuestros clamores, oíd los gemidos de todos los siglos y naciones, y los continuos ruegos y lágrimas del linaje humano, que está sepultado en la sombra de la muerte aguardando esta luz, y que vos le mostréis su Salvador, su Redentor, su vida, su gloria y toda su bienaventuranza. Daos prisa, Virgen santísima, daos prisa, acelerad vuestro dichoso y bienaventurado parto, y manifestadnos a vuestro unigénito Hijo, vestido de vuestra carne, para dar espíritu a los hombres carnales y hacerlos hijos de Dios, al cual sea gloria y alabanza en los siglos de los siglos. Amén.

¿CÓMO ORAR EN ADVIENTO Y EN NAVIDAD?


¿Cómo orar en Adviento y en Navidad?
Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron... ¿Habrá posada para el Verbo encarnado en nuestros días?


Por: P. Evaristo Sada LC | Fuente: la-oracion.com



"Dios puso su morada entre los hombres" (Ez 37,27) "por el gran amor con que nos ha amado." (Ef 2,4) Pero ¿es acogido? "Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron" (Jn 1,11) ¿Habrá posada para el Verbo encarnado en nuestros días? Eso se juega en la libertad de cada uno.

Quisiera sugerir algunas pautas para orar en Adviento:



1. Contemplar el misterio de la encarnación:

La encarnación del Verbo es la entrada de la presencia de Dios en el mundo y en la historia. El mundo de la carne busca a su Creador. El mundo de la Gracia busca al hombre. El Verbo encarnado es el lugar de encuentro de las dos búsquedas. La divinidad habita corporalmente en Jesús de Nazaret y así encuentra descanso la doble búsqueda.

"Se anonadó a sí mismo, tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a un hombre." (Flp 2,7) Nuestra fe se pone a prueba: "esto no puede ser", el Trascendente no puede ser tan cercano, no puede ser que se vuelva tangible, de carne y hueso, un bebé indefenso; es demasiado que Dios llegue al extremo de hacerse siervo. Tenemos aquí la prueba más convincente del gran amor con que Dios nos ama, de su incomprensible predilección por el hombre. Dios prueba su amor, el hombre debe probar su fe.

En Adviento y Navidad contemplamos el rostro de Dios que por amor se acercó a nosotros y vive en medio de nosotros. Más cercano está de quien más se acerque a contemplarle. Estar allí contemplándolo con mucho amor es acercarse; eso es lo que obra el amor: una creciente cercanía.



2. Dar posada al Redentor que ha venido, pero aún debe ser acogido.

La Redención la ha realizado Cristo con su encarnación, muerte y resurrección, pero aún debe verificarse en cada uno y eso depende de la acogida personal. Dios nunca se impone al hombre, siempre pregunta. Dios es mendigo de la acogida por parte del hombre; se toma muy en serio su libertad. La respeta hasta el grado de verse humillado. Con paciencia, nuestro Dios sigue tocando la puerta.

La plenitud de los tiempos ya ha llegado con la venida de Cristo, pero no se ha cumplido del todo: se realiza o no en cada persona, que libremente lo acepta o lo rechaza. Lo acepta cuando permite que el amor de Dios le impregne del todo, cuando su persona se cubre con la sombra luminosa del Espíritu Santo y Él obra su transformación en Cristo, a través de una sinergia de donaciones repitiendo la historia de la Madre de Dios.

El Redentor es acogido cuando cada uno vive una vida cristiana, una vida en Cristo, no una doble vida, donde aún se reserva algo para sí, sin tomar completamente en serio la búsqueda de la santidad. "Cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hacia la verdad completa (Jn 16,13) La radicalidad de la irrupción de Dios en la historia por la encarnación del Verbo es la que Jesucristo pide hoy de cada uno de sus hijos por la aceptación libre e incondicional del Espíritu Santo, la ley del amor, en la propia vida.

En ese sentido, Adviento es tiempo de conversión, por eso el ornamento morado en la misa: "El Padre celestial, que en el nacimiento de su Hijo unigénito nos manifestó su amor misericordioso, nos llama a seguir sus pasos convirtiendo, como él, nuestra existencia en un don de amor. Y los frutos del amor son los «frutos dignos de conversión» a los que hacía referencia san Juan Bautista cuando, con palabras tajantes, se dirigía a los fariseos y a los saduceos que acudían entre la multitud a su bautismo." (Benedicto XVI, 9 de diciembre de 2007)


3. Adorarlo con corazón de pastor y de ángel.

"Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos" (Mt 18,3) Para entrar a la cueva de Belén hay que hacerse pequeño, como niño. Los pastores y los ángeles tienen corazón de niño. El niño tiene una mirada pura, se maravilla de todo, todo lo disfruta, es capaz de dar amor y de recibir amor con humildad y corazón de pobre.

Los pastores y los ángeles se dieron el tiempo para centrarse en lo esencial: la contemplación del hijo de Dios que habita en medio de nosotros. Los pastores dejaron sus ganados, los ángeles dejaron el cielo; todos se juntaron para adorar a Dios en los brazos de María.

Adviento y Navidad deben ser tiempos de más calma para pasar más tiempo junto a Cristo Eucaristía. Sí, hay que tener el valor de romper esquemas y centrarse en lo esencial. Que esta Navidad, Cristo sea el mejor atendido y el más amado.

Y TÚ ¿ABRIRÁS TU CASA AL REY? - PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO -



Y tú ¿Abrirás tu casa al rey?
Y tú ¿Abrirás tu casa al rey?


Marcos 13, 33-37. Adviento.¡Ojalá que le abramos la puerta y le dejemos entrar a nuestra casa esta Navidad! 



Por: P . Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net




Del santo Evangelio según san Marcos 13, 33-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a que hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que legue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta"

Oración introductoria
Señor, gracias por este tiempo del Adviento que me ayuda a prepararme espiritual y apostólicamente al gran acontecimiento de la Navidad. Permite que esta meditación me descubra los medios de perseverancia en lo que tengo que poner más atención.

Petición
¡Ven, Señor, no tardes! ¡Ven que te esperamos! ¡Ven pronto Señor!

Meditación del Papa Francisco
El Señor Jesús se ha donado y sigue donándose a nosotros, para llenarnos de toda la misericordia y la gracia del Padre. Somos nosotros, por tanto, los que podemos convertirnos en cierto sentido en jueces de nosotros mismos, auto condenándonos a la exclusión de la comunión con Dios y con los hermanos, con la profunda soledad y tristeza que esto produce. No nos cansemos, por tanto, de vigilar nuestros pensamientos y nuestras actitudes, para pregustar desde ahora el calor y el esplendor del rostro de Dios.
Será bellísimo ese Dios que en la vida eterna contemplaremos en toda su plenitud. ¡Adelante! Pensando en ese juicio que comienza ahora, que ya ha empezado. ¡Adelante! Haciendo que nuestro corazón esté abierto a Jesús y a su salvación, y ¡Adelante! Sin tener miedo, porque el amor de Jesús es más grande, y si nosotros pedimos perdón por nuestros pecados él nos perdona. Jesús es así. ¡Adelante con esta certeza, que nos llevará a la gloria del cielo!  (S.S. Francisco, 11 de diciembre de 2013).
Reflexión
El domingo pasado celebramos con regocijo la solemnidad de Cristo Rey, y con esta fiesta hemos cerrado el ciclo ordinario del año litúrgico. Hoy iniciamos el Adviento. Adviento –en latín, adventus significa llegada – es el tiempo que va desde el día de Cristo Rey hasta la Navidad, y que nos prepara espiritualmente para celebrar con gozo y con óptimas disposiciones interiores el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo en la tierra, momento maravilloso de nuestra salvación.

En estas semanas previas a la Navidad, la Iglesia entera aguarda con júbilo la nuevallegada del Mesías, del Hijo de Dios, de nuestro Redentor, de nuestro hermano Jesús, hecho Hombre como nosotros y nacido para redimirnos. La virtud propia y más característica de este período es la esperanza.

Y, mientras esperamos su venida gloriosa, el Señor nos recuerda que hemos de estar siempre en vela, "porque no sabemos a qué hora llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o al amanecer", nos dice en el Evangelio.

Hace tres semanas, Jesús nos contaba la parábola de las diez vírgenes, invitándonos a la vigilancia. Y hoy nos vuelve a recordar la necesidad de velar para que, cuando llegue, nos encuentre despiertos y preparados para recibirlo con un nuestro corazón puro, noble y generoso. Un poeta alemán del siglo XVIII decía: "Aunque Cristo naciera mil veces en Belén, si no nace en tu corazón, seguirías siendo un desgraciado".

Se cuenta que un famoso artista pintó un bello cuadro. El día de la presentación al público, asistieron las autoridades locales, fotógrafos, periodistas y una gran concurrencia de espectadores. Llegado el momento, se tiró el paño que cubría el cuadro. Un estallido de aplausos hizo retumbar el salón. Una impresionante figura de Jesús tocaba suavemente la puerta de una casa. Jesús parecía vivo. Con el oído junto a la puerta, pretendía oír si adentro de la casa alguien le respondía. Se pronunciaron discursos y elogios. Todos admiraban aquella preciosa obra de arte. Sin embargo, un observador muy curioso y perspicaz, encontró un fallo en el cuadro y se lo hizo notar a su autor: la puerta no tenía cerradura. Y fue a preguntar al artista, no sin cierta picardía: "Oiga, su puerta no tiene cerradura. ¿Cómo se hace para abrirla?"
- "Así es- respondió el pintor. Usted ha observado bien. Esa casa no tiene puerta porque representa el corazón del hombre. Sólo se abre por el lado de adentro".

Si nosotros queremos que Cristo venga a nuestra alma y nazca en nosotros esta Navidad, tenemos que abrirle nuestra casa desde adentro. Él no obliga a nadie, ni fuerza contra su voluntad a que le abran. Cada uno lo hace libremente. Él nos respeta siempre porque nos ama, incluso aunque en nuestra indiferencia o negación nos hacemos daño a nosotros mismos. Es el misterio del amor de Dios y de la libertad humana. Si queremos que Dios nazca en nosotros, hemos de preparar nuestro nacimiento, nuestro "belén" interior. Y esto exige estar en vela para que el pecado y los vicios del mundo no hagan presa de nuestra vida.

Propósito
¡Ojalá que le abramos la puerta y le dejemos entrar a nuestra casa esta Navidad! Tenemos cuatro semanas de Adviento para preparar nuestra alma.
Comentarios al autor P . Sergio Córdova LC

jueves, 27 de noviembre de 2014

EL DOMINGO 30 DE NOVIEMBRE DEL 2014, YA EMPIEZA EL ADVIENTO


¡El domingo ya empieza el Adviento!
Cuatro domingos de Adviento tendrán que pasar para que ya, una vez más, estemos en Navidad...
Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net



Cuatro domingos de Adviento tendrán que pasar para que ya, una vez más, estemos en Navidad...

El próximo domingoserá el primero y el advenimiento que vamos a celebrar es la conmemoración de la llegada del Hijo de Dios a la Tierra.

Es tiempo de preparación puesto que siempre que esperamos recibir a una persona importante, nos preparamos.

La Iglesia nos invita a que introduzcamos en nuestro espíritu y en nuestro cotidiano vivir un nuevo aspecto disciplinario para aumentar el deseo ferviente de la venida del Mesías y que su llegada purifique e ilumine este mundo, caótico y deshumanizado, procurando el recogimiento y que sean más abundantes y profundos los tiempos de oración y el ofrecimiento de sacrificios, aunque sean cosas pequeñas y simples, preparando así los Caminos del Señor.

Caminos que llevamos en nuestro interior y que tenemos que luchar para que no se llenen de tinieblas, de ambición, de lujuria, de envidia, de soberbia y de tantas otras debilidades propias de nuestro corazón humano, sino que sean caminos de luz, senderos que nos conduzcan a la cima de la montaña, a la conquista de nuestro propio yo.

Hace unos días celebrábamos el día de Cristo Rey. Cristo es un Rey que no es de este mundo. El reino que El nos vino a enseñar pertenece a los pobres, a los pequeños y también a los pecadores arrepentidos, es decir, a los que lo acogen con corazón humilde y los declara bienaventurados porque de "ellos es el Reino de los Cielos".... y a lo "pequeños" es a quienes el Padre se ha dignado revelar las cosas ocultas a los sabios y a los ricos.

Es preciso entrar en ese Reino y para eso hay que hacerse discípulo de Cristo.

A nosotros no toca ser portadores del mensaje que Jesús vino a traer a la Tierra.

Cristo no vivió su vida para sí mismo, sino para nosotros desde su Encarnación. por "nosotros los hombres y por nuestra salvación hasta su muerte, por nuestros pecados" (1Co 15,3) y en su Resurrección "para nuestra justificación (Rm4,1) "estando siempre vivo para interceder en nuestro favor" (Hb 7,25). Con todo lo que vivió y sufrió por nosotros, de una vez por todas, permanece presente para siempre "ante el acatamiento de Dios en favor nuestro" (Hb 9,24).

Cuatro domingos faltan para que celebremos su llegada. Días y semanas para meditar, menos carreras, menos cansancio del bullicio y ajetreo de compras y compromisos, de banalidades y gastos superfluos... mejor preparar nuestro corazón y tratar de que los demás lo hagan también para el Gran Día del Nacimiento en la Tierra de Dios que se hace hombre.

PREPARÉMOSNOS CON ILUSIÓN Y CON FE.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

ESQUEMA PARA ORAR Y ENCENDER LA VELA DE ADVIENTO LOS 4 DOMINGOS



La Corona de Adviento
La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad. El Adviento inicia el 30 de noviembre de 2014



Fuente: Catholic.net



La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad.

La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir VENIDA. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.
Una costumbre significativa y de gran ayuda para vivir este tiempo es La corona o guirnalda de Adviento, es el primer anuncio de Navidad.

Origen: 

La corona de adviento encuentra sus raíces en las costumbres pre-cristianas de los germanos (Alemania). Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida de la primavera. Pero la corona de adviento no representa una concesión al paganismo sino, al contrario, es un ejemplo de la cristianización de la cultura. Lo viejo ahora toma un nuevo y pleno contenido en Cristo. El vino para hacer todas las cosas nuevas.

Nueva realidad:

Los cristianos supieron apreciar la enseñanza de Jesús: Juan 8,12: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.». La luz que prendemos en la oscuridad del invierno nos recuerda a Cristo que vence la oscuridad. Nosotros, unidos a Jesús, también somos luz: Mateo 5,14 «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte."

En el siglo XVI católicos y protestantes alemanes utilizaban este símbolo para celebrar el adviento: Aquellas costumbres primitivas contenían una semilla de verdad que ahora podía expresar la verdad suprema: Jesús es la luz que ha venido, que está con nosotros y que vendrá con gloria. Las velas anticipan la venida de la luz en la Navidad: Jesucristo.

La corona de adviento se hace con follaje verde sobre el que se insertan cuatro velas. Tres velas son violeta, una es rosa. El primer domingo de adviento encendemos la primera vela y cada domingo de adviento encendemos una vela mas hasta llegar a la Navidad. La vela rosa corresponde al tercer domingo y representa el gozo. Mientras se encienden las velas se hace una oración, utilizando algún pasaje de la Biblia y se entonan cantos. Esto lo hacemos en las misas de adviento y también es recomendable hacerlo en casa, por ejemplo antes o después de la cena. Si no hay velas de esos colores aun se puede hacer la corona ya que lo mas importante es el significado: la luz que aumenta con la proximidad del nacimiento de Jesús quien es la Luz del Mundo. La corona se puede llevar a la iglesia para ser bendecida por el sacerdote.

La corona de adviento encierra varios simbolismos:

La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.

Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida. Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.

Las cuatro velas: Nos hacen pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo. Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia.

Las manzanas rojas que adornan la corona: Representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.

El listón rojo: Representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.


BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO

En algunas parroquias o colegios se hace la bendición de las Coronas de Adviento. Si no sepuede asistir a estas celebraciones, se puede hacer la bendición en familia con la siguiente oración:

Señor Dios, bendice con tu poder
nuestra corona de adviento para que, al encenderla, despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo practicando las buenas obras, y para que así, cuando Él llegue, seamos admitidos al Reino de los Cielos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Todos: Amén.
La bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre esta Corona y sobre todos los que con ella queremos preparar la venida de Jesús.


PROPONEMOS ESTE ESQUEMA SENCILLO PARA ORAR AL ENCENDER LA VELA DE ADVIENTO

PRIMER DOMINGO
 

LLAMADA A LA VIGILANCIA
ENTRADA. 


Se entona algún canto.
Saludo.
Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Acto de Contrición.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso...

LITURGIA DE LA PALABRA. Lectura del santo evangelio según san Marcos 13,33:“Estén preparados y vigilando, ya que nos saben cual será el momento”. Palabra del Señor. (Breve pausa para meditar)
Reflexión.

Guía: Vigilar significa estar atentos, salir al encuentro del Señor, que quiere entrar, este año más que el pasado, en nuestra existencia, para darle sentido total y salvarnos.

ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.

Guía:
 Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primer semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen.

Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús!. ¡Ven, Señor Jesús!

PADRE NUESTRO
Guia:
 Unidos en una sola voz digamos: Padre Nuestro...

CONCLUSION

Guía:
 Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvos. Amén.



SEGUNDO DOMINGO

ENTRADA. 
Se entona algún canto. Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Acto de Contrición.
Guía:
 Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso...

LITURGIA DE LA PALABRA.
Lectura de la II carta de San Pedro 3,13-14: ”Nosotros esperamos según la promesa de Dios cielos nuevos y tierra nueva, un mundo en que reinará la justicia. Por eso, queridos hermanos, durante esta espera, esfuércense para que Dios los halle sin mancha ni culpa, viviendo en paz". Palabra de Dios.
Breve pausa para meditar

Reflexión
Guía: 
¿Qué va a cambiar en mí, en nosotros en este Adviento? ¿ Se notará que creemos de veras en Cristo?

ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.

Guía:
 Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne...

Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!

PADRE NUESTRO.
Guía: 
Unidos en una sola voz digamos: Padre nuestro...

CONCLUSION.
Guía:
 Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén.



TERCER DOMINGO

ENTRADA.
Se entona algún canto. Saludo.
Guía: En el nombre del Padre y del Hijo Y del Espíritu Santo. Acto de Contrición.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso...

LITURGIA DE LA PALABRA.
Lectura de la Primera carta a los Tesalonicenses 5,23: ”Que el propio Dios de la paz los santifique, llevándolos a la perfección. Guárdense enteramente, sin mancha, en todo su espíritu, su alma y su cuerpo, hasta la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor”.Palabra de Dios.
Breve pausa para meditar. Reflexión.

Guía: Los hombres de hoy no verán en persona a Cristo en esta Navidad. Pero sí verán a la Iglesia, nos verán a nosotros. ¿Habrá más luz, más amor, más esperanza reflejada en nuestra vida para que puedan creer en El?

ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.

Guía:
 En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! ¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca! Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda. ¡Ya llega el mensajero!. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.

Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!

PADRE NUESTRO.
Guía:
 Unidos en una sola voz digamos: Padre nuestro...

CONCLUSION.
Guía: 
Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén




CUARTO DOMINGO

Todos hacen la señal de la cruz.
Guía: "Nuestro auxilio es en el nombre del Señor"
Todos: "Que hizo el cielo y la tierra"

Liturgia de la Palabra:
Primera lectura: Rm 13,13-14 "Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestios del Señor Jesucristo". "Palabra de Dios"
Todos: "Te alabamos Señor".


Segunda lectura: 2 Tes. 1,6-7 "Es justo a los ojos de Dios pagar con alivio a vosotros, los afligidos, y a nosotros, cuando el Señor Jesús se revele, viniendo del cielo acompañado de sus poderosos ángeles, entre las aclamaciones de sus pueblo santo y la admiración de todos los creyentes." -"Palabra de Dios"
Todos: "Te alabamos Señor".
Guía: "Ven, Señor, y no tardes.
Todos: "Perdona los pecados de tu pueblo".

SE ENCIENDEN LAS CUATRO VELAS
Guía: 
"Bendigamos al Señor"
Todos hacen la señal de la cruz mientras dicen: "Demos gracias a Dios".

Humildad y gloria
El Nacimiento de Jesús

Guía: Lectura del Evangelio según San Lucas (2:6-7)
"Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron
los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito,
le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento."
"Palabra de Dios"

Todos: "Te alabamos Señor".

MEDITACION

La Virgen y San José, con su fe, esperanza y caridad salen victoriosos en la prueba. No hay rechazo, ni frío, ni oscuridad ni incomodidad que les pueda separar del amor de Cristo que nace. Ellos son los benditos de Dios que le reciben. Dios no encuentra lugar mejor que aquel pesebre, porque allí estaba el amor inmaculado que lo recibe.

Nos unimos a La Virgen y San José con un sincero deseo de renunciar a todo lo que impide que Jesús nazca en nuestro corazón.

Tiempo de silencio / Tiempo de intercesión
Padre Nuestro / Ave María.

ORACIÓN FINAL

Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

Todos: "Amén"
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