miércoles, 27 de enero de 2021

MANTENER LA ALEGRÍA



 Mantener la alegría


"No te dejes llevar por la tristeza, ni dejes que tus pensamientos te atormenten. Un corazón alegre es la vida del hombre, y la alegría le alarga la vida. Sosiega tu espíritu, y consuela tu corazón; aleja de ti la tristeza, porque la tristeza ha perdido a muchos, y ningún provecho se saca de ella. El de corazón radiante tiene buen apetito: le aprovecha la comida”, (Ecli 30, 21-25)

Evalúa el nivel de tu alegría y, si lo encuentras algún tanto más bajo de lo conveniente, esboza una sonrisa frente al espejo y mantenla por un minuto, mientras te repites “así quiero estar hoy, y así estaré con tu ayuda, Señor”. Esto es tan efectivo como tomar una aspirina para sacarse el dolor de cabeza. La alegría es una opción. Se cuenta que, cuando Don Bosco estaba más alegre y contento que de costumbre, sus amigos íntimos pensaban: “Pobre Don Bosco, hoy debe tener algún gravísimo problema que resolver”. El santo de la alegría había comprendido la necesidad de gobernar las propias emociones y no dejarse esclavizar por ellas. Intenta pasar una jornada de constante alegría.

Defiende y cultiva la alegría. El sentido del humor te ayudará a encarar las situaciones estresantes de la vida. Ríe, y tus cargas serán aliviadas. Ríe, y tu vida se alargará. Ríe cuando más lo necesites. Si eres capaz de reírte de una situación, por más dolorosa que sea, podrás superarla. Que sepas fomentar hoy tu capacidad de alegría.


* Enviado por el P. Natalio

PAPA FRANCISCO PIDE NO INSTRUMENTALIZAR LA BIBLIA

 



Papa Francisco pide no instrumentalizar la Biblia

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

 Foto: Vatican Media



En la audiencia general de este miércoles 27 de enero, el Papa Francisco pidió no instrumentalizar la Biblia ni acercarse con “segundas intenciones” sino abrir el corazón a las Sagradas Escrituras para convertirnos en “tabernáculos” de las palabras de Dios.

“Es necesario acercarse a la Biblia sin segundas intenciones, sin instrumentalizarla. El creyente no busca en las Sagradas Escrituras el apoyo para la propia visión filosófica o moral, sino porque espera en un encuentro; sabe que estas han sido escritas en el Espíritu Santo y que por tanto en ese mismo Espíritu deben ser acogidas y comprendidas, para que el encuentro se realice”, dijo el Papa.

En esta línea, el Santo Padre explicó que “a través de la oración sucede como una nueva encarnación del Verbo. Y somos nosotros los ‘tabernáculos’ donde las palabras de Dios quieren ser acogidas y custodiadas, para poder visitar el mundo”.

Al continuar con su serie de catequesis sobre la oración, el Pontífice reflexionó en “la oración con las Sagradas Escrituras” y destacó que las palabras en la Biblia “no han sido escritas para quedarse atrapadas en el papiro, en el pergamino o en el papel, sino para ser acogidas por una persona que reza, haciéndolas brotar en su corazón” ya que “la Palabra de Dios va al corazón”.

De este modo, el Papa advirtió que “la Biblia no puede leerse como una novela” sino que la lectura de la Sagrada Escritura “debe ser acompañada por la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre” y reiteró: “porque la oración es un diálogo con Dios”.

Luego, el Santo Padre invitó a pensar que “ese versículo de la Biblia ha sido escrito también para mí, hace siglos, para traerme una palabra de Dios” y agregó que “ha sido escrito para cada uno de nosotros”.

“A todos los creyentes les sucede esta experiencia: un pasaje de la Escritura, escuchado ya muchas veces, un día de repente me habla e ilumina una situación que estoy viviendo. Pero es necesario que yo, ese día, esté ahí, en la cita con esa Palabra, esté ahí, escuchando la Palabra”, dijo.

En este sentido, el Papa recordó que “Dios pasa todos los días y lanza una semilla en el terreno de nuestra vida. No sabemos si hoy encontrará suelo árido, zarzas, o tierra buena, que hará crecer esa semilla. Depende de nosotros, de nuestra oración, del corazón abierto con el que nos acercamos a las Escrituras para que se conviertan para nosotros en Palabra viviente de Dios”.

Además, el Santo Padre alentó a leer “las Escrituras para que estas ‘nos lean a nosotros’” ya que “es una gracia poderse reconocer en este o aquel personaje, en esta o esa situación” y añadió que “la Palabra de Dios, impregnada del Espíritu Santo, cuando es acogida con corazón abierto, no deja las cosas como antes. Cambia algo, y esta es la gracia de la Palabra de Dios”.

“La Biblia no está escrita para una humanidad genérica, sino para todos nosotros, para mi, para ti, hombres y mujeres en carne y hueso, hombres y mujeres que tienen nombre y apellido, como yo, como tú”, indicó.

Asimismo, el Papa señaló que “a través de la oración, la Palabra de Dios viene a vivir en nosotros y nosotros vivimos en ella… Así la Palabra de Dios se hace carne, me permito usar esta expresión, se hace carne en aquellos que la acogen en la oración”.

Por ello, el Santo Padre recordó una “bella expresión” que se encuentra en algunos textos antiguos que describen que “los cristianos se identifican tanto con la Palabra que, incluso si quemaran todas las Biblias del mundo, se podría salvar su ‘huella’ a través de la huella que ha dejado en la vida de los santos”.


Protege del maligno

Asimismo, el Papa destacó que la Palabra de Dios “inspira buenos propósitos y sostiene la acción; nos da fuerza y nos da serenidad, y también cuando nos pone en crisis, nos da paz” y agregó que “en los días ‘torcidos’ y confusos, asegura al corazón un núcleo de confianza y de amor que lo protege de los ataques del maligno”.

En esta línea, el Santo Padre afirmó que “un buen cristiano debe ser obediente, pero debe ser creativo: obediente porque escucha la Palabra de Dios y creativo porque tiene el Espíritu Santo dentro que lo empuja a llevarla hacia adelante”.

Por ello, el Papa reconoció que le molesta un poco cuando escucha a cristianos “recitar versículos de la Biblia como loros: ‘oh, sí, el Señor dice..., así lo quiere ...’” y preguntó: “¿te has encontrado con el Señor, con ese versículo?” porque “no es solo un problema de memoria: es un problema de memoria del corazón, el que te abre al encuentro con el Señor. Y esa palabra, ese versículo, conduce a un encuentro con el Señor”.

“Las Sagradas Escrituras son un tesoro inagotable. Que el Señor nos conceda tomar de ahí cada vez más, mediante la oración”, concluyó el Papa. 

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 27 DE ENERO DEL 2021



 Lecturas de hoy Miércoles de la 3ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, miércoles, 27 de enero de 2021




Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (10,11-18):

Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Esto nos lo atestigua también el Espíritu Santo. En efecto, después de decir: Así será la alianza que haré con ellos después de aquellos días dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones y las escribiré en su mente; añade: Y no me acordaré ya de sus pecados ni de sus crímenes. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.


Palabra de Dios




Salmo

Sal 109,1.2.3.4


R/. Tú eres sacerdote eterno,

según el rito de Melquisedec


Oráculo del Señor a mi Señor:

Siéntate a mi derecha,

y haré de tus enemigos

estrado de tus pies. R/.


Desde Sión extenderá el Señor

el poder de tu cetro:

somete en la batalla a tus enemigos. R/.


Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,

entre esplendores sagrados;

yo mismo te engendré,

como rocío, antes de la aurora. R/.


El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:

Tú eres sacerdote eterno,

según el rito de Melquisedec. R/.



Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,1-20):

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: «Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»

Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»

Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.

Él les dijo: «A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen.»

Y añadió: «¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»


Palabra del Señor





«El sembrador siembra la Palabra»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)



Hoy escuchamos de labios del Señor la “Parábola del sembrador”. La escena es totalmente actual. El Señor no deja de “sembrar”. También en nuestros días es una multitud la que escucha a Jesús por boca de su Vicario —el Papa—, de sus ministros y... de sus fieles laicos: a todos los bautizados Cristo nos ha otorgado una participación en su misión sacerdotal. Hay “hambre” de Jesús. Nunca como ahora la Iglesia había sido tan católica, ya que bajo sus “alas” cobija hombres y mujeres de los cinco continentes y de todas las razas. Él nos envió al mundo entero (cf. Mc 16,15) y, a pesar de las sombras del panorama, se ha hecho realidad el mandato apostólico de Jesucristo.

El mar, la barca y las playas son substituidos por estadios, pantallas y modernos medios de comunicación y de transporte. Pero Jesús es hoy el mismo de ayer. Tampoco ha cambiado el hombre y su necesidad de enseñanza para poder amar. También hoy hay quien —por gracia y gratuita elección divina: ¡es un misterio!— recibe y entiende más directamente la Palabra. Como también hay muchas almas que necesitan una explicación más descriptiva y más pausada de la Revelación.

En todo caso, a unos y otros, Dios nos pide frutos de santidad. El Espíritu Santo nos ayuda a ello, pero no prescinde de nuestra colaboración. En primer lugar, es necesaria la diligencia. Si uno responde a medias, es decir, si se mantiene en la “frontera” del camino sin entrar plenamente en él, será víctima fácil de Satanás.

Segundo, la constancia en la oración —el diálogo—, para profundizar en el conocimiento y amor a Jesucristo: «¿Santo sin oración...? —No creo en esa santidad» (San Josemaría).

Finalmente, el espíritu de pobreza y desprendimiento evitará que nos “ahoguemos” por el camino. Las cosas claras: «Nadie puede servir a dos señores...» (Mt 6,24). 

BUENOS DÍAS!!!





 

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