Damiana Natali nos habla sobre su especial devoción a la Virgen
Damiana Natali cuenta su experiencia cercana a la muerte y cómo influye la fe en su vida
Por: Javier Lozano | Fuente: Carri Filli News
Damiana Natali es una mujer que ha dedicado su vida a la música, una pasión que desarrolló junto a la fe que le transmitieron y de la que ahora hace gala orgullosa. Esta italiana del Piamonte es una de las pocas directoras de orquesta que hay en el panorama italiano e internacional, a lo que hay que sumar su vertiente como compositora.
“Cuando dirijo las notas que me llegan de lo Alto, pasan por mis manos y las devuelvo como si fuera un instrumento que coordina algo ya presente en la inmensidad”, explica esta mujer, que además es la fundadora de Ars Armónica una orquesta formada por profesionales de la música y que tiene un fin social.
Una composición dedicada a la Virgen
Para Damiana, música y fe son prácticamente una unidad desde que con cinco años en la sala de estar de su abuela imitara a los directores de orquesta. Ahí empezó el germen de lo que es ahora, donde da gracias a Dios, y también a la Virgen por la vida que ha tenido. Y eso que no lo ha tenido nada fácil.
En una entrevista con el semanario Credere, Damiana Natali afirma que “tengo en el corazón el deseo de componer un Ave María para voz solista y orquesta, dedicada a la figura de la amada Virgen María. Espero estar inspirada y que sea digna de ser ejecutada”.
Este, confiesa, es un deseo que viene de lejos, y para el que necesita tiempo y paz interior, pues no quiere componer cualquier cosa. Para ella, la Virgen María es algo más que una figura de la historia, sino que la une un vínculo profundo y personal desde que intercedió para curarla de una grave enfermedad.
El día que la Virgen la rescató de la muerte
Esta directora y compositora recuerda que “a los 18 años me dieron unos pocos meses de vida, debido a que nací con una malformación a nivel cardiovascular, un síndrome raro. Fui operada en Lyon, la cirugía fue un éxito, pero entonces mi corazón se detuvo, me sentí privada de la vida y que descendía a una velocidad indescriptible e introduciéndome un túnel negro. Fue entonces cuando apareció una mujer con la silueta de la Virgen, revestida de un blanco cegador que extendió su mano, y dijo: ‘ahora no’. Me envió de vuelta mucho más rápido de lo que estaba cayendo”.
Mientras relata este testimonio explica que en la ciudad francesa de Lyon “se encuentra la estatua dorada de la Virgen en la gran colina en la que se encuentra la basílica de Nuestra Señora de Fourvière”.
Precisamente, cuando Damiana despertó de la operación días después asegura que “cuando abrí los ojos, me encontré colgada en la pared, cerca de mi cama en el hospital una imagen de aquella Virgen y de la basílica. Más tarde me di cuenta también de que era visible desde la ventana, iluminada por el sol y el blanco de la nieve”.
Una segunda oportunidad
Debido a la operación, perdió la movilidad de un brazo, aunque después de un duro año pudo volver a moverlo y a hacer vida normal. Ella tiene claro que “me dieron una segunda oportunidad que iba más allá de cualquier expectativa que había sobre mí, sólo pude darle la bienvenida con gratitud y dar gracias por esta nueva vida”.
“Nunca me habría imaginado poder volver a la música y más aún a la dirección, pero aquí estoy”, asegura esta música italiana.
Desde entonces, la vida de Damiana ha sido una continuación de retos, metas y éxitos fruto del sacrificio, la pasión y todo ello combinado con la capacidad de confiar en el Señor. Para ella, “la música es la voz de Dios, un instrumento con el que nos habla y muestra la belleza del universo”.
Con la pasión que muestra por la música insiste en que “es el lenguaje universal, utilizado en todo el mundo con los mismos símbolos. Es el alfabeto más corto que existe, pero puede expresar cada emoción, sin limitaciones sociales, de lugar y tiempo, nacionalidad, raza o sexo”.
Influencia religiosa en su obra
Y con estas simples siete notas, Damiana Natali ha compuesto ya varias piezas de inspiración religiosa, como Dona Pacem, donde muestra su deseo de paz para toda la humanidad, el bien universal y la comunión. En 2001 también compuso Soffio di luce, dedicado a San Juan Pablo II, escrito para flauta, solista de violín y orquesta de cuerda. “Está dedicado a un hombre que trajo luz al mundo, incluso si su vida fue corta, como un soplo, en comparación con la eternidad. Es una oración breve”.
Entre concierto y concierto, y sus clases en el Conservatorio de Milán, esta italiana siempre ha tenido una especial dedicación a los más jóvenes. En su opinión, “la música, a menudo, se acerca a los niños, especialmente a los de más talento, sin que ellos lo busquen. El talento es algo que tienes que cultivar y hacer fructificar, tal vez con dificultad, como enseña la parábola de los talentos. Nuestra tarea como profesionales y docentes es encontrar aquellos talentos que a menudo están bajo tierra y ayudar a quienes lo poseen para hacerlos crecer”.